Finalizando mi proceso de práctica 2, agradezco el establecimiento escolar y curso
al que fui asignada para mi proceso de práctica, pero debo empezar aclarando que mi docente guía fue la docente de aula regular del curso, pues la docente PIE estuvo ausente la mayor parte de mi proceso. Aun así, aproveché esta instancia para conocer y aprender, mediante observación, el día a día de la docente estando a cargo de diversas asignaturas. Mi docente guía, al no contar con la presencia activa de una docente PIE en el aula, debía realizar acciones a favor de la ayuda a los y las estudiantes. Aprendí la importancia de poder contar con más de un medio de representación de la información, pues en el curso hay 5 estudiantes en etapa pre silábica quienes requieren en gran parte de la oralidad y apoyos de imágenes, y de realizar actividades en conjunto para poder mantener la atención activa, ya que, si bien en el curso se presentan diagnósticos de TDAH, también hay estudiantes que, sin contar con un diagnóstico, también requieren apoyos para realizar sus actividades. En reiteradas ocasiones la docente me dejaba a cargo de trabajar individualmente con Emmanuel, un estudiante con diagnóstico TEA con grado 3, quién no cuenta con mayores adaptaciones en sus actividades por parte de la docente PIE. Basándome en esto, de la docente aprendí que debo exigirle que realice las mismas actividades que todos y todas, captando su atención por medio de sus intereses, por ejemplo, incluir mientras pueda información sobre Spider-man, y en matemáticas la importancia de utilizar material concreto como apoyo al realizar operaciones. Basándome en mi trabajo puedo decir que mis mayores fortalezas durante el proceso fue siempre reconocer a los y las estudiantes como entes activos durante su propio proceso de aprendizaje. Esto a su vez, va de la mano con mi mayor debilidad al empezar este proceso de práctica: mi falta de experiencia. En mi primer día de práctica, se me indicó ayudar a una estudiante a rendir una prueba de lenguaje, sin saber yo antes que la estudiante se encuentra en el nivel pre silábico de lectura, por lo cuál ella necesitaba que yo le leyera la prueba. Yo no supe de esto hasta preguntarle directamente a la estudiante, ¿puedes leer la prueba? Basándome en esta primera acción, fue que durante mi proceso seguí con mi misma estrategia, preguntando a los y las estudiantes directamente sobre sus necesidades y fortalezas para así ir aprendiendo sobre ellos. Así pude aprender y Paloma Riquelme. Práctica 2.
generar estrategias, para que el estudiante Emmanuel pueda sumar números de 3
dígitos con ayuda de sus dedos. Otra debilidad que tuve, basada en mi falta de experiencia, fue que en múltiples ocasiones, la docente me pidió llevar a las y los estudiantes del PIE que tuvieran dificultades para concentrarse o dificultades lectoras, a rendir la prueba fuera de la sala. Si bien en nuestras funciones en práctica, yo no debía quedarme sola con estudiantes, al hacerlo me di cuenta la dificultad que fue para mí el poder hacerme cargo de la forma en que responden la evaluación. Si bien debía ayudarles a estudiantes no lectores a rendir su prueba, fue una dificultad para mi ya que la prueba no estaba adaptada a sus necesidades, por tanto, en ciertas ocasiones yo no supe cómo leer la información a las y los estudiantes sin darles la respuesta textual a lo que les pedían, o así mismo ayudar a estudiantes que presentan dificultades al escribir ya que solo dominan la escritura por dictado. Una fortaleza que nació a partir de verme envuelta en esta debilidad fue buscar ayuda, tanto de la docente guía como de los docentes tutores de práctica. Esto lo presento como fortaleza, ya que un docente que no admite necesitar ayuda, y recibir consejos para potenciar el aprendizaje de las y los estudiantes, es un docente que no podría encontrar soluciones de acuerdo al contexto en que se encuentra. Para finalizar, mi aporte para el curso y todos y todas las estudiantes, fue contar con una docente que les ayudara individualmente mientras realizaban sus ejercicios y actividades en clases, identificando las dificultades que poseían. Si bien la docente regular presenta disposición y tiene el conocimiento para enseñar a sus estudiantes día a día, puedo decir que la ausencia de la docente PIE dentro de la sala se hace de notar ante las constantes dudas que me realizaban estudiantes para poder responder ciertos ejercicios, las cuáles iban dirigidas a estrategias para sumar, restar, dividir y multiplicar, o en múltiples ocasiones preguntas sobre cómo poder realizar ciertas acciones dirigidas a la motricidad fina como no poder doblar hojas o no saber representar ideas por medio de dibujos. Para terminar, quiero expresar que a pesar de no haber tenido contacto directo con acciones que debe realizar la docente PIE, tales como realizar trabajo específico con estudiantes PIE o poder adaptar ciertas actividades y evaluaciones, pude sobrellevar el contexto y aprovechar de aprender de la docente regular, docentes tutores de la universidad y por, sobre todo, de las y los mismos estudiantes del establecimiento escolar.