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Segundo parcial de Corrientes literarias

Cubismo literario: Guillaume Apollinaire y


la fusión de la pintura con la poesía

Patricia Belén Pérez Massobrio


2°C Literatura - 2022
Instituto de Profesores Artigas
Introducción
En el presente artículo se llevará a cabo un abordaje acerca del cubismo literario, con el foco
en la obra Calligrammes, de Guillaume Apollinaire. Para este propósito, se situará a la
corriente escogida dentro del Vanguardismo. A continuación, se explicará en detalle,
buscando conexiones entre el arte pictórico y el arte literario. Finalmente, se expondrá en
torno a las propuestas innovadoras de Apollinaire, tomando como referencia algunos de sus
poemas. Por medio de su obra, se pondrá en evidencia cuál fue la postura de las vanguardias
en contra del arte canónico, y se trabajará con la hipótesis de que realizaron una ruptura que
revolucionó la historia del arte.

Vanguardismo
El término vanguardia proviene de la expresión francesa “avant-garde”, y esta del latin “ab
ante”, que se traduce como sin nadie delante, y garde que significa guardar. Originalmente, el
término se usaba en la jerga militar al referir a los que encabezan el pelotón abriéndose paso
en la contienda. Así pues, los vanguardistas se consideraban los pioneros en crear un nuevo
movimiento de ruptura de los cánones preestablecidos. Se entiende por vanguardismo al
conjunto de movimientos que en el transcurso del siglo XX intentaron promover una nueva
concepción del arte.

¿De qué manera surgió el arte moderno? No fue una prolongación del arte del siglo XIX; al
contrario, marcó un quiebre, a causa de razones históricas e ideológicas. La unidad histórica,
política y cultural de las fuerzas burguesas-populares entra en crisis y de allí nace el arte de
vanguardia y gran parte del pensamiento contemporáneo. El inicio de dicha crisis coincide
con el fin de las revoluciones europeas a mediados del siglo XIX, pero se hará más evidente
después de 1871, tras los acontecimientos de la Comuna de París (levantamiento popular
producido en la ciudad de París, que estableció un gobierno autónomo por un breve lapso).

La ruptura, que tuvo su tímido inicio a mediados de siglo, se potenció a partir de este
episodio. En palabras de Mario de Micheli, “la discordia entre los intelectuales y su clase se
agudiza, las fracturas subterráneas afloran a la superficie; el fenómeno
se generaliza; la ruptura de la unidad revolucionaria del siglo XIX es un hecho consumado.
Durante largos años, hasta nuestra época, sus consecuencias dominarán los problemas de la
cultura y del arte” (30).

Las vanguardias tuvieron el propósito de renovar las modalidades artísticas


institucionalizadas, además de que “se descarta la suntuosa retórica preciosista del
Modernismo y se sientan las bases para una ruptura total con el pasado artístico inmediato”
(Verani, 9). En la literatura del Modernismo predominaba una lógica racional, una sintaxis
ajustada al orden gramatical bajo estructuras claras para la entonación y la rima. El
Vanguardismo, en cambio, propuso una técnica en la que destaca una tendencia a erradicar
los signos de puntuación, romper con la continuidad del discurso y promover el uso de
elementos disonantes. Desechando la forma tradicional de hacer literatura, se renueva el
lenguaje expandiendo la imaginación, usando imágenes novedosas, nuevas disposiciones
tipográficas y efectos visuales. En definitiva, el movimiento vanguardista se encarga de
desarticular la coherencia y postular sus propios parámetros artísticos, en busca de nuevas
posibilidades expresivas.

Es preciso puntualizar que la revolución vanguardista sobrepasa los límites de lo meramente


artístico, en tanto implica la revisión de los valores sociales vigentes hasta el momento. Hay
un cambio de cosmovisión, se problematizan nociones que se creían absolutas, como la
concepción de sujeto. Esta problematización conduce a una ruptura epistemológica, poniendo
en conflicto las perspectivas ideológicas de la sociedad (los modos de pensar la realidad, la
moral, la estética). En consecuencia, se desarticulan las nociones canónicas de belleza y de
arte, explorando nuevas perspectivas.

Entre las vanguardias del siglo XX, podemos mencionar el cubismo, futurismo,
expresionismo, creacionismo, dadaísmo, ultraísmo y surrealismo. Como ya fue explicitado,
en este artículo nos focalizaremos en el cubismo.
Cubismo literario
El cubismo es una corriente vanguardista que surge en París, alrededor del año 1907. Su
origen está en las artes plásticas, de la mano de Pablo Picasso, Juan Gris, Georges Braque y
Fernand Léger. Se caracteriza por la representación de objetos en formas geométricas,
compenetración de planos y simultaneidad de percepciones. Lo que se persigue es expresar la
esencia de la realidad a partir de la simultaneidad de sus formas geométricas, y, a la vez,
rehacer la realidad mezclando imágenes y conceptos de manera aleatoria.

En el marco del origen del cubismo, Europa está comenzando a teñirse de las teorías
empírico-criticistas y fenomenológicas. En Francia, Boutroux defiende la interpretación
subjetivista de las leyes de la naturaleza y Bergson formula sus teorías sobre la duración y la
simultaneidad. Es natural preguntarse entonces si estas ideas ejercieron alguna clase de
influencia en el surgimiento del cubismo, al igual que los avances en la matemática y la
geometría. Consideramos que, efectivamente, influyeron.

El cubismo literario proviene del cubismo pictográfico y podríamos decir que surge de la
necesidad de hallar una correspondencia lírica a la innovación pictórica. La manifestación
principal del cubismo en la literatura se encuentra en la poesía, que comienza a rechazar lo
auditivo para valorar lo visual, la ilustración literal. Se lleva la poesía al límite, rechazando
los moldes convencionales, la rima y la métrica.

El principal exponente del cubismo literario es el poeta francés Guillaume Apollinaire (1880-
1918), uno de los más renombrados de la época. Introdujo en la escritura elementos
puramente vanguardistas, a raíz de su deseo de perseguir lo novedoso, como términos que
aluden a la evolución científica e innovaciones gráficas.

La historia del cubismo está marcada por algunos momentos que presentan aspectos
generales comunes a casi todos los artistas del grupo. El cubismo analítico es el momento que
sucede al cubismo primitivo y lo podemos ubicar en el año 1909. En el arte pictórico se
caracteriza por planos sencillos, amplios y volumétricos. En la literatura, utiliza técnicas
como la destrucción de la gramática, puntuación extraña o ausente, verso libre, entre otras.
A finales de 1910, o, según algunos críticos, después, surge el cubismo sintético. Si el
analítico presenta patrones densos y complicados de planos superpuestos, el sintético se
enfoca en colores más vivaces, formas más simples y líneas más claras. El cubismo sintético
no se limitó a la pintura, sino que también incluyó el collage. Al agregar físicamente nuevos
materiales a la composición, los cubistas sintéticos introdujeron nuevas texturas en sus obras.
En la poesía de Apollinaire, quien se encontraba más cerca del cubismo sintético, era muy
común la fusión de la poesía y el dibujo en caligramas. Los poetas cubistas también creaban
collages con tarjetas postales, letras y similares.

Apollinaire fue muy prolífico en la creación y producción de los caligramas —poemas en los
que las palabras conforman una imagen y contribuyen visualmente al sentido de lo dicho. De
manera que la tipografía, caligrafía o el texto manuscrito se arregla o configura de tal forma
que crea una suerte de imagen visual. Con todo, no se rompe la linealidad del discurso, que
solo se fragmenta por medio de la disposición de las letras y las palabras. El fin de los
caligramas es estético: conectar al lector con la belleza, con una mirada singular sobre el
lenguaje y sobre la realidad.

El caligrama entronca directamente con el sistema de las artes plásticas, es imagen


perceptible visualmente a la vez que poema. Resulta evidente que vivimos en un mundo en
que la imagen, el carácter de lo visual, ha cobrado una importancia exponencial, hasta el
punto de abarcar también el campo de las letras. Sin embargo, no podemos pensar que es un
fenómeno que solo se da en el mundo moderno. El hecho de que se rompan fronteras entre
géneros, de que haya formas artísticas en zonas limítrofes entre una y otra, y la búsqueda de
un arte que englobe todas las ramas se remonta a mucho tiempo atrás.

Consideramos importante mencionar que esta forma de poesía tiene un origen muy antiguo,
pero en Occidente deben su fama a Apollinaire. Los textos visuales inician en la época
alejandrina, de la mano de Teócrito de Siracusa (308-240 a.C.), a quien se le atribuye el texto
“La Siringa”. No obstante, el más renombrado de este período es Simias de Rodas, conocido
por el poema “El huevo”, que ofrece distintas formas de lectura. Desde la Antigüedad hasta el
período de las vanguardias se ha experimentado con anagramas, laberintos, acrósticos,
jeroglíficos, emblemas, lipogramas, entre otros, que convergen en la dificultad formal, el
carácter lúdico (es clara la relación entre arte y juego) y el anhelo de integración artística que
presentan.
La fusión entre la literatura y la plástica es patente en los laberintos, los emblemas y los
caligramas. ¿Literatura pintada? ¿Pintura literaria? A los teóricos les ha resultado difícil
ubicar estos productos en la literatura o en las artes plásticas. Pero, como bien se sabe, uno de
los signos básicos del siglo XX es la ruptura de la noción de unidad (que se daba en el siglo
anterior), de las rígidas barreras conceptuales que prevalecían.

Como expone Marta Magdalena Ferreyra, Apollinaire une con sus caligramas a las escuelas
pictóricas, como el cubismo, con la poesía rupturista de vanguardia, llevando a cabo una
revolución tipográfica, otorgándole significación al manejo gráfico de los textos. Se superan,
así, las limitaciones formales de la poesía. Lo novedoso no está en el contenido, sino en la
forma, en la estructura. El poema ya no es un conjunto de estrofas con versos que siguen la
rima y la métrica. El poema puede ser, ahora, lo que sea que el autor desee representar: gotas
de lluvia, una persona con sombrero, una corbata, la Torre Eiffel, una paloma…

En palabras del propio Apollinaire, "los caligramas son una idealización de la poesía de verso
libre y precisión tipográfica en una era cuando la tipografía está llegando al brillante fin de su
carrera, en el amanecer de nuevos tipos de reproducción como lo son el cine y el fonógrafo".

Algunos de sus poemas están compuestos por anotaciones cotidianas del período de su
adiestramiento militar. Otros son "poemas-cartas", o postales líricas, enviados durante la
guerra a algunos de sus amigos. Apollinaire dio una nueva proyección a la poesía por medio
de lo que él denominó “poemas-conversaciones”.

En 1913, publicó Los pintores cubistas, meditaciones estéticas. Se trata de una de las
primeras interpretaciones del movimiento, donde esclarece sus propósitos y características.
En su poesía, recurre a los principios de la yuxtaposición y el montaje, que observa que se
dan en la pintura, y aspira a sugerir mediante trucos del lenguaje la simultaneidad de
acontecimientos y puntos de vista. A propósito de la simultaneidad, escribe que “en la pintura
todo se presenta a la vez, el ojo puede errar por el cuadro, volver sobre tal color, mirar, al
principio, de abajo hacia arriba, o hacer lo contrario; en la literatura, en la música, todo es
sucesivo y no se puede retornar, azarosamente, a una palabra o a un sonido”. He aquí la
dicotomía que afrontó Lessing en el siglo XVIII, las artes de simultaneidad y las de sucesión,
del espacio y del tiempo (conflicto que parece resolverse posteriormente, con la aparición del
cinematógrafo).
El cubismo es una estética que promueve un quiebre en los preceptos de la perspectiva
clásica. Esta transformación de la visión genera, en el campo del discurso, la manifestación
de la multiplicidad mediante el despliegue de la simultaneidad en el espacio.

En el caligrama hay varios emisores, siendo que el emisor visual no es el mismo que el
emisor verbal. Lo múltiple, lo plural, funciona en la obra de Apollinaire como modo de
percibir y registrar la realidad fluctuante, en una escritura que se caracteriza por lo
fragmentario. Se visualizan, además, distintas clases de signos, tales como dibujos y
notaciones musicales, melografías. El caligrama tiene rasgos visuales inmutables, es decir,
que cuando se busca reeditar un determinado poema, debe acudirse a la misma tipografía.
Este no es un dato variable, ya que el caligrama posee una definición visual precisa, así como
para la pintura es fundamental la composición o los tonos de un cuadro. De igual forma
sucede con los espacios en blanco, que, lejos de ser espacios de sobra o meramente
decorativos, forman en sí mismos una composición. Son símbolos del silencio, donde el
lector puede proyectar sus propios símbolos, dado que el poema no es una comunicación
unidireccional. El poema es en sí mismo un tejido hecho por varios tejedores simultáneos,
entre ellos el lector.

Al igual que sucede en el cubismo pictórico, en el poético se redistribuyen los elementos,


creando una suerte de revolución tipográfica. En cierta medida, el cubismo constituye un
antecedente directo del surrealismo, a partir de la eliminación de las censuras de la normativa
tradicional, la libertad formal y la apertura conceptual. Esta última habilita la fluidez de las
ideas y la oportunidad de que se multipliquen las posibilidades de imaginación, logrando así
que el lector expanda su mente para la interpretación.

Marta Magdalena Ferreyra considera que conceptos tales como la relatividad (que modifica la
percepción del tiempo y su plasmación en el arte), la simultaneidad (la idea de profundidad
modifica la cuestión de la perspectiva), la experimentación con el lenguaje transracional, el
empleo de recursos rupturistas (como el collage y el montaje) son elementales para el cambio
en la concepción de arte, que se da en las primeras décadas del siglo XX. La
desestructuración de las operaciones racionales pone en juego la burla de la lógica del
lenguaje mediante el lenguaje mismo. Se ataca, pues, el esquema axiológico clásico, aspecto
esencial que se vincula con la ruptura epistemológica producida por estas corrientes
vanguardistas. En la Vanguardia, además de trascender las limitaciones formales y
perceptivas, se busca construir un objeto estético que halle su esencia en la imaginación.

Las otras formas de poesía novedosas con las que experimentó Apollinaire fueron el poema
coral y la tarjeta postal. El primero da cuenta de que cada verso puede provenir de un emisor
distinto. Los poemas no son únicamente literales, también son partituras; por lo tanto, al
leerlos en voz alta, debería leerse con distintas voces superpuestas, tal como en los coros.
Visualmente, esta coralidad puede plasmarse con renglones verticales y oblicuos, que
transforman la sujeción geométrica clásica. Dicho procedimiento coral influirá, sin duda, en
el cine sonoro, pero también en la narrativa de los años veinte (por ejemplo, en el Ulises de
Joyce).

La tarjeta postal, por su parte, fusiona elementos del poema coral y del caligrama. Hay
composiciones visuales con voces distintas, pero, aparte, aparece lo impreso y el sello postal.
Parecerían ser poemas-collages, a la manera en que Picasso realizaba, en los mismos tiempos,
sus cuadros-collages con recortes de papel y de cartón.

A continuación, analizaremos algunos de los poemas que se presentan en la obra


Calligrammes.

"L'Espionne" está compuesto por tres estrofas de cuatro versos octosílabos, pero la segunda
está dispuesta de la siguiente manera:

Tu te déguises
A ta guise
Mémoire espionne du coeur
Tu ne retrouves plus l’exquise
Ruse et le coeur seul est vainqueour

La ruptura en el primer verso se debe al deseo de sacar a relucir la rima interna. En “Fête”, el
primer verso se divide en dos por el mismo motivo, pero la separación de los hemistiquios se
presenta de forma alineada.

Deux fusants
Rose éclatement
Comme deux seins que l’on dégrafe
Tendent leurs bouts insolemment
IL SUT AIMER
quelle épitaphe

Es visible que el epitafio se encuentra colocado en mayúsculas. El alternar entre mayúsculas


y minúsculas provoca, como menciona Michel Butor en el prefacio de Calligrammes,
variaciones en la intensidad de la dicción o en la iluminación de la inscripción. “Desde cierto
grado de violencia, el grito se percibe como una inscripción, la palabra estalla en la cabeza en
letras de fuego” (13).

Por otra parte, Apollinaire presenta un nuevo abanico de poemas cambiando la dirección de
las líneas: los caligramas. Es entonces que no solo trabaja con el desplazamiento de los
versos, sino que rompe con la horizontalidad tradicional. Hará, por tanto, que algunos de ellos
caigan, como es el caso de “Il pleut” y “Fumées”.

Otros subirán, dando la impresión de hacerlo a distinta velocidad. Lentamente, se percibe en


“SP”:
Rápidamente, en “Visée”:

Luego se alcanzará la verticalidad, que se puede apreciar de forma ascendente (“Échelon”) y


descendente (“Saillant”).
Cuando está ascendiendo, toda la línea gira noventa grados, por lo que las letras están
inclinadas. Cuando es descendente, la línea no se inclina y los versos pueden ser tan cortos
como de una sola letra.

La línea, a partir de la ruptura de la horizontalidad plena (canónica en la poesía), se libera y


adopta distintas posibilidades. Además de volverse vertical o diagonal, puede girar, como en
“Lettre-Océan”:

También puede enroscarse, como en “Loin du pigeonnier”:


Por añadidura, como ya mencionamos, pueden tomar la forma de un objeto, contornándolo.
Para ilustrar el caso de uno de estos caligramas, tomaremos como ejemplo “La cravate et la
montre”.

En el reloj, la montre, resulta complicado ordenar las diferentes palabras en una secuencia
lineal, pero si se observan en su imagen, puede descubrirse que cada número es representado
por un concepto que lo representa. Citemos algunos ejemplos: para simbolizar al número uno,
Apollinaire escribe “mi corazón”; dos “los ojos”; cinco, “la mano”; siete, “semana”; ocho, “el
infinito enderezado por un filósofo loco; once, “el verso dantesco resplandeciente y
cadavérico”; doce, “las horas”.
El poeta se mueve desde nociones tan simples como que la mano tiene cinco dedos y la
semana siete días a que el número ocho es una versión vertical del símbolo del infinito, o que
los versos de la Divina Comedia son endecasílabos.

En la corbata, la cravate, también pone de manifiesto el humor y la simplicidad. La función


poética del lenguaje, de la que hablaba Jakobson, no tiene lugar en poemas como este: lo que
interesa es jugar con la forma, y aunque el contenido importa (pues debe concordar con la
imagen), no es lo primordial ni debe buscarse un lenguaje que sobresalga por su belleza. A
este respecto, podemos aludir a lo que Guillermo de Torre expresa en su obra Guillaume
Apollinaire:
¿Cómo definir en una palabra el carácter predominante de una obra tan diversa cual
la de Apollinaire? Poesía. En efecto, fue un poeta en aquello que más sustancialmente
le importaba: la poesía propiamente dicha y la crítica de arte entendida como
creación. Ahora bien, su lirismo rebasa las consignas habituales. Sobre todo
Calligrammes abandona los dos recintos más comunes: el subjetivismo y la
motivación concreta. Cuenta con el mundo exterior, pero traspuesto al suyo íntimo.
(41).

Así pues, queda claro que el poeta se aparta de la transmisión de emociones subjetivas de un
yo lírico, algo característico de la poesía. Lo que persigue al disponer las palabras
figurativamente, de modo que representen una corbata, es brindar una sensación plástico-
visual de ese elemento.

Otro aspecto interesante a mencionar es que las relaciones entre las distintas partes de estas
composiciones son de hecho distintas de las que existirían si estuvieran dispuestas en una
tipografía convencional. Su representación obliga al lector a considerarlo todo
simultáneamente. Es el caso de “Coeur couronne et miroir”. A continuación nos detendremos
en el elemento miroir, el espejo. Si se traduce y se transpone a la tipografía normal, se ve de
la siguiente manera:

En este espejo estoy encerrado vivo y verdadero como uno imagina a los ángeles y no como
los reflejos son
Guillaume Apollinaire.
El nombre del poeta, entonces, se entiende como una firma. No obstante, cuando nos
dirigimos al poema y lo vemos ubicado en el centro del espejo, entendemos que se trata del
reflejo del autor. El hecho de que existan múltiples maneras de observar e interpretar la pieza,
dependiendo de la óptica desde la que se mire y de la forma en que se dispongan las partes, es
sin lugar a dudas otra de las muestras del aporte revolucionario que se realizó en el arte.

Reflexiones finales
Hemos observado que Guillaume Apollinaire rompe con la herencia y los valores
tradicionales, y crea una concepción de poesía que se basa en los principios de mutabilidad
formal, heterogeneidad conceptual y un abanico de planos de sentido que coexisten (y a partir
de los cuales se interpreta la realidad).

La vanguardia es nada menos que una transformación radical, que marcará el destino del arte
posterior. La poesía contemporánea tomará como base los recursos de composición
experimentados en el período vanguardista, así como la estrategia de la transgresión.
Apollinaire es un innovador de su época, que, a la par que teoriza acerca del cubismo en la
pintura, explora un nuevo espacio tanto gráfico como textual (en el que la disposición de los
signos y de los espacios en blanco se vuelve crucial en la significación del discurso).
Apasionadamente interesado por el verbo y sus sorpresas, por la Literatura con
mayúscula y sin ninguna reticencia [...], curioso de todas las artes, en particular de las
más próximas a su sensibilidad y al mundo en que se movía, las plásticas, gustador de
la vida y de la anécdota, de los libros y de los cachivaches, rehabilitador [...] de las
cosas olvidadas o menospreciadas [...], en suma, de cuanto fuera excitante, levadura o
motor para el espíritu y para la fantasía. (86).

Tales son las palabras que escoge Guillermo de Torre para sintetizar la producción del poeta.
Si nos preguntamos qué es un artista, la imagen de Apollinaire surge de inmediato: en lugar
de trabajar con una rama del arte específica, logra que la pintura y la poesía confluyan, se
destruyan y se construyan, consigue que se reinventen. El caligrama es poesía, es pintura… y
es ninguna de las dos cosas al mismo tiempo. Sea lo que sea, constituye una cara significativa
del arte contemporáneo.

Bibliografía
● Apollinaire, Guillaume. Calligrammes. Éditions Gallimard, Francia, 1996.
● Argañaraz, Nicteroy. Poesía latinoamericana de vanguardia: De la poesía concreta a
la poesía inobjetal. Ediciones O DOS, Uruguay, 1992.
● Butor, Michel. Préface. Calligrammes. De Guillaume Apollinaire. Éditions Gallimard,
Francia, 1996.
● De Micheli, Mario. Las vanguardias artísticas del siglo XX. Alianza, España, 2002.
● De Torre, Guillermo. Guillame Apollinaire. Poseidón, Argentina, 1946.
● Ferreyra, Marta Magdalena. “Apollinaire y Breton: la revolución en el espacio
poético”. Nueva época, n° 5 (pp. 159-168). Veracruz, México: Centro de
Investigaciones Lingüístico Literarias, Universidad Veracruzana, 1997.
● Verani, Hugo. Las vanguardias literarias en Hispanoamérica. Fondo de Cultura
Económica, México, 1995.

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