Está en la página 1de 16

Civilización y barbarie, una exclusión inclusiva

▪ 1 De acuerdo con Maristella Svampa, la imagen


« Civilización o Barbarie » es una metáfora
recurrente (...)

1Facundo o civilización y barbarie (1845), es uno de los


libros más representativos de la literatura argentina del siglo
XIX, cuya dicotomía « civilización o barbarie » tuvo una
influencia en la vida cultural y política de la Argentina, desde
su aparición hasta el presente. De modo tal que ésta se
convirtió, como expresa Maristela Svampa, en una
« imagen-matriz » que recorre la sociedad argentina bajo la
forma de un enfrentamiento inconciliable (Svampa, 2006 :
9-11)1.

▪ 2 El primer exilio de Sarmiento en Chile fue entre los


años 1831 y 1836, como consecuencia por su adh (...)

▪ 3 Es necesario señalar que el Facundo se presenta


como un texto difícil de encasillar en los géneros (...)

2El Facundo fue escrito a modo de folletín y apareció por casi


tres meses en el diario El Progreso durante el exilio de
Sarmiento en Santiago de Chile2. La obra está dividida en
tres partes : la primera se refiere al paisaje, la segunda traza
la biografía de Quiroga y la tercera teoriza sobre la
organización política del país, centrada en la figura de Juan
Manuel de Rosas. De acuerdo con Noé Jitrik, esta división
responde a las exigencias intelectuales de la época, « donde
cada una de estas partes gira en torno a un gran tema : el
del mundo, el del hombre y el de la nación, que tienen su
origen en la filosofía iluminista » (p. 9)3.

▪ 4 El primer título de la obra fue Civilización y barbarie


en las pampas argentinas y, como subtítulo, (...)

▪ 5 Para una relación entre el género biográfico y la


monstruosidad en Sarmiento (Cf., Fontana, 2011).
3Tal como indica el título de texto4, Sarmiento se propone
realizar una biografía de Facundo Quiroga –meses antes
había escrito una biografía del caudillo mendocino Fray Félix
Aldao y, al final de su vida, narra la biografía de su hijo,
Domingo Fidel Sarmiento5-, la cual inscribe en el conflicto
entre civilización y barbarie. Pero no sólo se trata de una
biografía, del retrato literario de un caudillo provinciano, sino
que refleja una compleja trama política que convulsionó a la
Argentina durante la segunda mitad del siglo XIX.

▪ 6 De acuerdo con Sarmiento, el conflicto social debe


interpretarse en la oposición entre la campaña y (...)

4La fórmula civilización y barbarie generalmente ha sido


leída como una disputa entre dos términos con sentidos
opuestos, civilización o barbarie, que implicarían una
exclusión mutua. Bajo esta matriz se han interpretado
diversas categorías que componen el contexto epocal en el
que fue escrito el Facundo : la ciudad contra la
campaña6 (que es interpretada como la oposición entre
Europa, particularmente Francia e Inglaterra, y
Latinoamérica, sumergida en la cultura española) ; la cultura
contra la naturaleza ; el progreso contra el atraso, que se
corresponde con las estructuras político-sociales, por un
lado, el orden y la legislación racional y, por otro, la anarquía
y la arbitrariedad ; el primero establecería la armonía de un
mundo moral y del trabajo, mientras que en el segundo,
reina la violencia y la irracionalidad, como así también en las
subjetividades, el hombre civilizado, representado en la
figura del General Paz y el propio Sarmiento, y el bárbaro,
los caudillos provinciales como Quiroga, Rosas, Aldao.

5La oposición « civilización o barbarie » permite a Sarmiento


establecer un sistema de interpretación de los conflictos que
atravesaron la realidad argentina. Pero, si nos centramos en
el subtítulo del texto, podemos observar que la relación entre
los dos términos no es una disyunción sino la conjunción
« y ». Sarmiento considera que civilización y barbarie son
dos vocablos contrapuestos, pero, también ‒y aquí,
estimamos, se localiza el núcleo central y la originalidad
del Facundo- que existe una implicancia mutua entre ambos
términos, cuya tensión recorre toda la obra. En tal sentido,
como expresa Oscar Terán, « aquello que caracteriza a la
Argentina vista por Sarmiento, es precisamente el
encuentro, la interpenetración, la fricción entre ellas y no la
existencia autónoma de la una sin la otra » (Terán : 35).

▪ 7 La vida desnuda es entendida no como « simple vida


natural, sino la vida expuesta a la muerte (la v (...)

6Consideramos que esta tensión entre civilización y barbarie


puede ser interpretada a la luz de la noción de « exclusión
inclusiva » propuesta por Giorgio Agamben. Si bien
Agamben utiliza esta expresión para hacer referencia a la
« vida desnuda » 7 como contraparte de la vida cualificada
–distinción sobre la cual también podría entenderse el
contraste entre barbarie y civilización-, nos interesa
particularmente porque no apunta a una simple exclusión,
sino más bien a una captura, una « forma extrema de la
relación que incluye cualquier cosa a través de su
exclusión » (Agamben : 22).

7La noción « exclusión inclusiva » señala un umbral, una


« zona de indistinción » que es central para comprender el
par civilización-barbarie, porque la operación narrativa que
realiza Sarmiento en el Facundo si bien parece excluir la
barbarie a favor de la civilización, introduce en su discurso a
la barbarie al punto de convertir su relato en una historia de
la barbarie. En este sentido, podemos decir que el discurso
sarmientino señala, más que la exclusión de la barbarie, un
umbral de indiferencia entre inclusión y exclusión, donde la
barbarie es incluida a partir de su propia exclusión.

8Esta exclusión inclusiva de la barbarie podemos encontrarla


en los retratos de los caudillos sobre los cuales se centra el
discurso de Sarmiento. Por ejemplo, cuando se refiere a
Rosas como « legislador de esta civilización
tártara » (Sarmiento, 2005 : 95) y en la descripción que
realiza de Quiroga, sobre quien expresa que al establecerse
en Buenos Aires « su conducta es mesurada ; su aire, noble
e imponente, no obstante que lleva chaqueta, el poncho
terciado y la barba y el pelo enormemente
abultado » (Ibid. : 213).
9También podemos hallarla en la caracterización que realiza
de las ciudades, centros de la civilización, pero que se
asemejan a las campañas : Buenos Aires bajo la tiranía de
Rosas (Ibid. : 125-126), Córdoba por su espíritu colonial
(Ibid. : 117-119) y Mendoza, « la Barcelona del interior »,
que se hundió en la barbarie (Ibid. : 179).

▪ 8 Piglia también advierte que esta cita es apócrifa,


Sarmiento se la adjudica Fortoul, pero, según Gr (...)

▪ 9 Si bien tanto Terán como Piglia manifiestan que


Sarmiento « nacionaliza » la cita, no obstante,
con (...)

10Asimismo es posible observar esta exclusión inclusiva en


la cita en francés con la cual comienza el Facundo, « On ne
tue point les idées », que traduce como « A los hombres se
degüella ; a las ideas, no » (Ibid. : 11), pero cuya traducción
literal es « las ideas no se matan ». Sobre este punto
expresa Ricardo Piglia que « en el momento en que la cultura
sostiene los emblemas de la civilización frente a la
ignorancia, la barbarie corroe el gesto erudito (…), en
Sarmiento, de hecho, estos barbarismos proliferan » (Piglia,
1980 : 17)8. Además, debemos señalar que al emplear el
término « degüella » americaniza la cita9. Esta utilización de
la lengua civilizada y la lengua gaucha refleja el umbral entre
dos mundos desde donde escribe Sarmiento. Como advierte
Julio Ramos, para Sarmiento « escribir era mediar entre la
civilización y la barbarie » (Ramos : 26) ; entre la oralidad y
la escritura, entre América y Europa, entre la modernidad y
la tradición ; allí, en ese entre es donde debe ubicarse
el Facundo.

11De este modo, lo civilizado y lo bárbaro aparecen


entrelazados ; produciendo contradicciones al interior del
discurso sarmientino. La exclusión inclusiva expresa ese
umbral en el cual la barbarie y la civilización parecen
encontrarse en una tensión que mantiene la oposición de
ambos términos, pero que, al mismo tiempo, no permite
desligarlos. Es por ello que para desterrar la barbarie
Sarmiento se ve obligado a escribir sobre ella, para clamar
por la civilización es necesario incorporar en su discurso a la
barbarie. Según él mismo expresa está « condenado a
escribir » tantos horrores para la defensa de la civilización
(Sarmiento : 181).

12De acuerdo con Elías Palti, Sarmiento se encuentra frente


a una paradoja en el interior del historicismo romántico, ya
que, desde esta perspectiva la síntesis en el desarrollo
histórico sólo puede gestarse del lado civilizado de la
antinomia, porque la barbarie es la negación de la historia, y
por ello, puede presentar obstáculos a la civilización pero
nunca convertirse en principio activo. No obstante, en el Río
de la Plata, la síntesis se producirá desde el lado bárbaro de
la antinomia. Esto es lo que Sarmiento se propone revelar :
cómo fue que la barbarie, aquello que es la pura negación de
la historia, adquirirá, sin embargo, carácter histórico
obteniendo, además, entidad política (Palti : 57-58).

13Sarmiento no presenta una mera reprobación de la


barbarie, su gesto es más bien entender la barbarie.
Siguiendo a Julio Ramos, podemos decir que la operación
narrativa del Facundo es

llenar vacíos : poblar desiertos, construir ciudades, navegar


los ríos. La imagen del transporte, a lo largo del Facundo,
es privilegiada : condensa el proyecto de someter la
heterogeneidad americana al orden del
discurso. (Ramos : 19-20)

14De modo tal, que para llenar este vacío Sarmiento se debe
transportar a otro mundo, debe dar cuenta a través de la
escritura del saber del otro, que la cientificidad y los
documentos oficiales de la época no podían representar.
Pero, y aquí radica el punto nodal de la lectura biopolítica del
texto que proponemos, llenar el vacío significa también
producir al otro, al bárbaro, en tanto interior externalizado.
Como veremos, el bárbaro no es concebido como pura
externalidad, sino que se encuentra dentro del territorio, de
la sociedad. El bárbaro no es el extranjero, como lo
entendían los griegos, un ser no dotado de logos, se trata
más bien de un « enemigo interno », un monstruo, un
individuo que representa una amenaza para la población
civilizada que se debía promover y defender.
Quiroga y Rosas, dos figuras monstruosas
▪ 10 Los textos Mi Defensa de 1843, escrito a modo de
folletín, y Recuerdos de Provincia de 1850, una au (...)

15Una de las manifestaciones de la barbarie puede


encontrarse en las descripciones que Sarmiento realiza de
los caudillos Quiroga y Rosas, sobre quienes dedica gran
parte del Facundo. En Quiroga y Rosas –caudillos de La Rioja
y de Buenos Aires, respectivamente- se halla encarnado,
aunque –como veremos- de manera diversa, el poder de la
barbarie. Frente a ellos, Sarmiento se presenta como
exponente de la civilización, asediado por los males que la
barbarie representa10. Así, las configuraciones de la
barbarie y la civilización se despliegan en el discurso
sarmientino en una oposición que las implica mutuamente.

16En este apartado nos proponemos mostrar cómo en


el Facundo la barbarie y la civilización pueden ser leídas a
través de dos máquinas que operan de manera antagónica,
pero, al mismo tiempo, de forma complementaria : por un
lado, la « máquina antropológica », que produce al hombre,
y, por otro, lo que denominamos « máquina teratológica »,
que fabrica al monstruo. Como veremos, estas máquinas
funcionan como correlato de la matriz civilización-barbarie
esbozada anteriormente, ellas nos permitirán aludir a la
operación de escritura que realiza Sarmiento sobre los
cuerpos y las subjetividades de Quiroga y de Rosas.

▪ 11 El objetivo de Agamben en Lo abierto. El hombre y


el animal, es develar el funcionamiento de la máq (...)

17Tomamos la expresión « máquina antropológica » de


Agamben, que designa el mecanismo encargado de producir
lo humano a partir de la oposición entre el hombre y el
animal. La alusión al término máquina pone de relieve que
no hay un origen, un fundamento último, en donde se
hallaría algo así como una sustancia de lo humano, más bien
lo que habría es producción de humanidad. La máquina
antropológica, que funciona desde la antigüedad hasta
nuestros días, es una máquina que fabrica lo humano
produciendo diferencias y delimitando cesuras que son
siempre móviles (Cf., Agamben, 2006 : 69-76)11.

18De acuerdo con Agamben, es posible identificar dos


modalidades de la máquina antropológica, la de los antiguos,
que operaba « humanizando lo animal », es decir, el hombre
para ser tal debía reconocerse en lo no humano, debía
observar en el animal los rasgos humanos (Ibid. : 33-34). Y,
la máquina de los modernos, que, contrariamente, funciona
« animalizando lo humano », aislando lo animal en el hombre
y excluyendo de sí como no (todavía) humano un ya humano
(Ibid. : 42). La operación de ambas máquinas es
exactamente simétrico : en la máquina de los antiguos el
adentro se obtiene mediante la inclusión de un afuera, el no-
hombre a través de la humanización del animal, en la
máquina de los modernos el afuera se produce mediante la
exclusión de un adentro, lo inhumano a través de la
animalización del hombre.

19Más allá de las diferencias en el funcionamiento de esta


máquina, lo que nos interesa destacar es que ambas
versiones son artificios que producen una cesura en el
interior del hombre donde se fabrica la humanidad a partir
de una exclusión (que es una captura) y una inclusión (que
es un rechazo). La particularidad que presenta la máquina
antropológica es que presupone lo humano y mediante la
exclusión de la animalidad que, no obstante, incluye, es que
produce la humanidad en el hombre.

▪ 12 Con « decisión soberana », Agamben se remonta al


decisionismo de Carl Schmitt, para quien el
sobera (...)

20De este modo, podemos observar que la noción


« exclusión inclusiva » también adquiere centralidad en la
concepción del funcionamiento de la máquina antropológica.
Esta máquina nos demuestra que no hay ninguna esencia
que pueda definirse como humana, por el contrario, el
hombre para erigirse como tal debe ser pensado como
separado de algo no humano. Dicha separación entre el
« hombre » y lo no humano es una operación metafísico-
política, se trata de una decisión soberana a partir de la cual
el hombre es producido y, al mismo tiempo, se produce lo no
humano12.

21En este sentido consideramos que se debe oponer, como


reverso complementario de la máquina antropológica, lo que
denominamos « máquina teratológica », un dispositivo que
produce monstruosidad (Cf., Torrano : 2012). Por
monstruosidad entendemos a aquellos cuerpos y
subjetividades que se enfrentan a lo que se define como los
rasgos característicos del « hombre » ; es decir, que se
oponen a lo que se concibe como un cuerpo « propiamente
humano » o a una subjetividad depositaria de
« humanidad ».

22Estos cuerpos y subjetividades que son considerados


monstruosos debido a la valoración negativa de la cual son
portadores. Tal como expresa Georges Canguilhem, « el
monstruo no es solamente un viviente de valor disminuido,
es un viviente cuyo valor es repeler […] es la monstruosidad
y no la muerte lo que es un contravalor vital » (Canguilhem,
1976 : 202-203). En este sentido, la distancia, o
excepcionalidad, que presentan ciertos cuerpos y
subjetividades en relación a aquellas consideradas
« humanas », lleva a considerarlas como reverso negativo
de lo humano.

23Aunque, como señala Gabriel Giorgi, el monstruo no debe


ser entendido « como exterior y pura alteridad respecto del
hombre, sino más bien un ‘interior externalizado’ de lo
humano » (Giorgi, 2009 : 325), generalmente es
considerado en completa oposición al hombre. Pero, si bien
el monstruo es excluido para, de este modo, justificar su
rechazo ; debemos advertir que el monstruo no es el mero
reverso del hombre sino que se encuentran en una relación
co-constitutiva.

24La máquina antropológica junto con su complementaria


máquina teratológica, producen simultáneamente lo humano
y lo monstruoso, es decir, sobre un continuum biológico se
establece un corte entre una vida humana y una vida
monstruosa. Esta distinción entre lo humano y lo monstruoso
es posible sólo a partir de una decisión soberana que
determina quién es un hombre y quién un monstruo, y, en
el momento que señala tal demarcación, le adjudica una
identidad a la que estará sujeta.

▪ 13 Como señala Tulio Halperín Donghi, para


Sarmiento « la civilización es algo tan preciso y
terreno c (...)

25A partir de lo anterior podemos decir que las máquinas


productoras de humanidad y monstruosidad pueden
encontrarse operando en el discurso de Sarmiento, en la
tensión entre civilización y barbarie. En el Facundo, la
oposición entre lo humano y lo monstruoso es representada
en la distinción entre vida civilizada y vida bárbara, entre una
vida que debe ser fomentada para el progreso del país y una
vida que debe ser eliminada porque produce atraso13.

26La estrategia argumentativa de Sarmiento es exhibir la


barbarie, poner en escena las atrocidades de la barbarie,
para erigirse en defensor de la civilización. Esta operación lo
obliga a referirse más a la barbarie que a la propia civilización
que pretende resguardar, al punto tal que busca la barbarie
que se esconde tras la superficie de la civilización. Como él
mismo manifiesta « si solventáis un poco las solapas del frac
con que el argentino se disfraza ; hallaréis siempre el gaucho
más o menos civilizado, pero siempre el
gaucho » (Sarmiento : 178). De este modo, la barbarie
funciona como un refuerzo negativo de la civilización, sólo a
través de los horrores de la barbarie es que se hace posible
sustentar los valores de la civilización.

27En efecto, si bien la máquina antropológica funciona en


complicidad con la máquina teratológica, veremos que en el
discurso sarmientino opera la máquina teratológica sobre la
figura de Quiroga y Rosas, para dejar a la máquina
antropológica como productora de la eclipsada civilización.
Para Sarmiento estos caudillos encarnan la barbarie, el
atraso, la violencia ; desde nuestra lectura, podemos decir,
que son representados como monstruos. Aunque ambos
personajes son producidos por la máquina teratológica, no
obstante se trata de dos monstruosidades diversas.

▪ 14 En el curso Los Anormales, Foucault se refiere al


monstruo como un antecedente del anormal. Allí
se (...)

28Si partimos de la distinción que realiza Michel Foucault


entre el monstruo jurídico biológico, que es una
contradicción de la naturaleza, y el monstruo jurídico
moral, donde la monstruosidad no se reconoce ya en lo
biológico, sino en el comportamiento14, podemos decir que,
en términos generales, Quiroga es más bien identificado con
el monstruo jurídico-biológico, mientras que Rosas con el
monstruo jurídico-moral. En el primer caso se trata de una
monstruosidad en tanto combinación de reinos, y, en el
segundo, de una desviación.

29Sarmiento describe a Quiroga como representante de los


atributos de la « barbarie primitiva » (Sarmiento : 96) en
tanto hombre de la naturaleza que no ha aprendido a
dominar sus pasiones y caudillo provinciano que no reconoce
ni ley ni justicia. En su difundido apodo « el Tigre de los
Llanos », cree encontrar la relación existente « entre las
formas exteriores y las disposiciones morales, entre la
fisonomía del hombre y de algunos animales » (Ibid. : 87),
debido a su vigor y su fuerza.

30En la biografía de Quiroga, Sarmiento recurre


frecuentemente a analogías con la naturaleza ; de este
modo, el caudillo riojano es configurado en oposición a la
cultura. La barbarie de Quiroga es identificada de manera
total con lo natural :

su cara, un poco ovalada, estaba hundida en medio de un


bosque de pelo, a que correspondía una barba igualmente
espesa (…) sus ojos negros, llenos de fuego y sombreados
por pobladas cejas, causaban una sensación involuntaria de
terror en aquellos sobre quienes, alguna vez, llegaban a
fijarse (…). La estructura de su cabeza revelaba, sin
embargo, bajo esta cubierta selvática, la organización
privilegiada de los hombres nacidos para
mandar. (Ibid. : 87-88)

31En este pasaje, como en otros del Facundo, las


descripciones que Sarmiento hace de la fisonomía de
Quiroga, lo revelan como una encarnación de la naturaleza.
El cuerpo de Quiroga se presenta como monstruoso, una
mezcla de animal y humano, lo cual lleva a denominarlo
« hombre bestia » (Ibid. : 96).

32Pero no sólo sus rasgos físicos sino también su


temperamento conducen a Sarmiento a compararlo con lo
natural : « es el hombre de la Naturaleza que no ha
aprendido aún a contener o a disfrazar sus pasiones, que las
muestra en toda su energía, entregándose a toda su
impetuosidad » (Ibid. : 96), « su cólera era la de las
fieras » (Ibid.). Sarmiento destaca que Quiroga se encuentra
poseído por el instinto, por la pasión, actúa por impulso,
carece de cálculo racional, lo cual contribuye a la
animalización de su figura.

33Los rasgos de monstruosidad que presenta Quiroga,


también se expresan en la descripción que Sarmiento realiza
como un hombre en estado de naturaleza, al margen de la
sociedad civil.

La vida a caballo, la vida de emociones fuertes, han


acerado su espíritu y endurecido su corazón ; tiene odio
invencible, instintivo, contra las leyes que lo han
perseguido, contra los jueces que lo han condenado, contra
toda esa sociedad y esa organización a que se ha sustraído
desde la infancia y que lo mira con prevención y
menosprecio. (Ibid.)

34De acuerdo con Sarmiento, Quiroga desprecia todo orden


social, se encuentra excluido de las instituciones y valores
sociales. Por eso, cuando conquistaba una ciudad, no
presentaba ninguna gestión de gobierno, no instituía
ninguna organización social o poder político.

Quiroga, en su larga carrera, en los diversos pueblos que


ha conquistado, jamás se ha encargado del gobierno
organizado, que abandonaba siempre a otros. (…) Facundo,
genio bárbaro se apodera de su país ; las tradiciones de
gobierno desaparecen, las formas se degradan, las leyes
son un juguete en manos torpes ; y en medio de esta
destrucción efectuada por las pisadas de los caballos, nada
se sustituye, nada se establece. (Ibid. : 107)

El nombre de Facundo llenaba el vacío de las leyes ; la


libertad y el espíritu de ciudad habían dejado de
existir. (Ibid. : 205)

35La barbarie de Quiroga consiste entonces en su fisonomía


bestial, su temperamento impulsivo y su vida pre-social.
Estas características hacen que Sarmiento lo defina como
« un tipo de barbarie primitiva ». En este sentido podemos
afirmar que la máquina teratológica que opera en el discurso
sarmientino configura el cuerpo y la vida de Quiroga como
un monstruo jurídico-biológico. Quiroga es un « hombre
bestial », una mezcla de reinos, de humanidad y animalidad.

▪ 15 Para una interpretación de Rosas en relación a la


sangre y al vampirismo (Cf., Ferro, 2008).

36En oposición a Quiroga, Sarmiento describe a Rosas quien


no presenta una fisonomía animal, por el contrario, es
distinguido, de ojos azules y pelo claro. Rosas no es un
individuo que no puede controlar sus pasiones, más bien
« no se enfurece nunca ; calcula en la quietud y en el
recogimiento de su gabinete, y desde allí salen las órdenes
a sus sicarios » (Ibid. : 189). Rosas es cruel y sanguinario,
es un hombre que, guiado por el cálculo, persigue su pasión :
« la sed de sangre humana y la del
despotismo » (Ibid. : 200)15.

37Sarmiento denomina a Rosas « el monstruo de la


Pampa » (Ibid. : 202), un « monstruo sediento de sangre y
de crímenes » (Ibid. : 263), que erige sobre la ciudad un
« Gobierno monstruoso » (Ibid. : 255). En palabras de
Sarmiento,

(…) desde 1833 ha tenido en tortura a la ciudad,


fatigándola, angustiándola, desesperándola, hasta que le ha
arrancado, al fin, entre sollozos y gemidos, la Suma del
Poder Público ; porque Rosas no se ha contentado, esta
vez, con exigir la dictadura, las facultades extraordinarias,
etc. No ; lo que pide es lo que la frase expresa :
tradiciones, costumbres, formas, garantías, leyes, culto,
ideas, conciencia, vidas, haciendas,
preocupaciones. (Ibid. : 228)

38Para Sarmiento, Rosas es un « tirano


semibárbaro » (Ibid. : 270) : tirano porque rompe el pacto
social reuniendo para sí la suma del poder público y
semibárbaro porque representa los resabios de la barbarie
convertidos ahora en sistema de gobierno. Además, es el
« gaucho propietario » (Ibid. : 66), que trae a la ciudad los
vicios de la campaña y no reconoce al pueblo, sino que
considera a la población como su propiedad :

la cinta colorada que clava a cada hombre, mujer o niño, es


la marca con que el propietario reconoce a su ganado, el
degüello a cuchillo, erigido en medio de ejecución pública,
viene de la costumbre de degollar las reses (…) la Mazorca,
las matanzas ordenadas, son otros tantos medios de domar
la ciudad. (Ibid. : 239)

▪ 16 La Divisa Punzó fue un distintivo político que


utilizaban los federales obligatoriamente, también
e (...)

▪ 17 La Mazorca se ocupaba de controlar a la población


y someter a quien era considerados opositores al (...)

39La diviza punzó –cinta de color rojo vivo-, insignia política


de los federales rosistas, por decreto del gobernador de
Buenos Aires se volvió de uso obligatorio para toda la
población de la provincia16. Este distintivo que, de acuerdo
con la disposición del gobierno, permitía distinguir aliados de
traidores es, para Sarmiento, el reflejo del accionar del
patrón de estancia que marca a sus reses para identificar
aquello que es de su propiedad. Al mismo tiempo, el color
rojo de la divisa permite señalar una contigüidad entre ésta
y la sangre, cuya manifestación más acabada es la Mazorca,
una organización parapolicial dependiente de la Sociedad
Popular Restauradora, que se encargaba de torturar o incluso
asesinar a quien era considerado traidor de la causa
rosista17.

40De acuerdo con esto, podemos decir que Rosas es un


monstruo jurídico-moral, un criminal político, quien tras
haber suscripto al pacto social lo rompe imponiendo su
propio interés por sobre el de la sociedad, « el crimen es
esencialmente del orden del abuso del
poder » (Foucault : 94). Rosas es un tirano, quien se ubica
por encima del pacto y que, a diferencia de Quiroga, no está
al margen de la ley y la justicia, más bien impone su ley,
como « Restaurador de la Leyes », y su justicia, la
« Mazorca ».

41Como podemos observar, la máquina teratológica que


opera en el Facundo de Sarmiento, presentan a Quiroga y a
Rosas como dos figuras monstruosas. Mientras en el primero
su monstruosidad se manifiesta en su combinación de reinos,
como hombre bestial, en el segundo, en su conducta
sanguinaria. Ambos monstruos tienen en común el hecho de
inspirar terror, pero se trata de dos terrores distintos : en
Quiroga surge de su ferocidad, contrariamente, en Rosas, el
terror es la forma de gobierno.

De acuerdo con Sarmiento, Quiroga

(…) incapaz de hacerse admirar o estimar, gustaba de ser


temido […] hasta el punto de arreglar todas las acciones de
su vida a producir el terror en torno suyo […]. En la
incapacidad de manejar los resortes del gobierno civil,
ponía el terror como expediente para suplir el patriotismo y
la abnegación ; ignorante, rodeábase de misterios, y
haciéndose impenetrable […], fingía una presciencia de los
acontecimientos. (Ibid. : 96-97)

42A diferencia de Rosas, expresa Sarmiento, « Facundo no


es cruel, no es sanguinario ; es el bárbaro, no más, que no
sabe contener sus pasiones, y que, una vez irritadas, no
conocen freno ni medida » (Ibid. : 188). Por el contrario,
Rosas hace del terror una « invención gubernamentativa
para ahogar toda conciencia, todo espíritu de ciudad, y
forzar, al fin, a los hombres a reconocer como cabeza
pensadora, el pie que les oprime la garganta » (Ibid. : 189).

43En efecto, mientras que Quiroga sólo es cruel cuando es


conducido por la pasión, Rosas utiliza el terror para realzar
su figura. Lo que en Quiroga era « sólo instinto, iniciación,
tendencia convirtiose en Rosas en un sistema, efecto,
fin » (Ibid. : 13). Asimismo, destaca Sarmiento, « Facundo
respetaba menos la propiedad que la vida. Rosas ha
perseguido a los ladrones de ganado con igual obstinación
que a los unitarios » (Ibid. : 239). Rosas respeta la
propiedad donde Quiroga la violaba, pero donde éste no
instituía nada, Rosas logra la unificación del país.

44El régimen rosista no sólo es resultado del terror, sino que


también se funda sobre el consenso. Este hecho es resaltado
por Sarmiento « nunca hubo gobierno más popular, más
deseado ni más bien sostenido por la opinión » (Ibid. : 229).
No obstante, enfatiza al finalizar el Facundo, el mismo Rosas
destruirá los resabios que quedan de la barbarie ya que se
habría convertido en un « poderoso instrumento de la
Providencia » (Ibid. : 268), ya que produce, a su pesar, la
unión del pueblo en su odio contra el tirano.
Conclusión

45En el Facundo, Sarmiento realiza una operación narrativa


que más que oponer la civilización a la barbarie, inscribe esta
tensión en una « exclusión inclusiva », donde la barbarie es
incluida a partir de su exclusión.

46La barbarie aparece representada en las figuras de los


caudillos Quiroga y Rosas, quienes mediante la operación de
la máquina teratológica son producidos como monstruos. Si
bien ambos encarnan los rasgos de la barbarie, Sarmiento
señala una diferencia entre la barbarie de Quiroga, a la que
llama « primitiva », y de la de Rosas, a la que denomina
« semibárbara ». Esta distinción puede interpretarse bajo la
distinción entre el monstruo jurídico biológico y el monstruo
político. En el primero la monstruosidad se encontraría en la
mezcla de reinos : Quiroga es un « hombre bestia », una
mixtura entre hombre y animal. En el monstruo político, la
monstruosidad se hallaría en el comportamiento : Rosas es
un tirano que se ubica fuera del pacto social y no reconoce
más que su propia ley.

También podría gustarte