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La determinación de la jurisdicción y la competencia
2 La competencia objetiva
ORTELLS define la competencia objetiva como la atribución que la ley hace del
conocimiento en primera instancia de ciertos tipos de procesos a determinada
clase de órganos jurisdiccionales. Según la mayor o menor importancia de los
asuntos su conocimiento se atribuye a una clase u otra de órganos.
El proceso civil español se desarrolla normalmente en dos instancias. Al
estudiar el recurso de apelación analizaremos qué es la segunda instancia. En
su origen era un segundo enjuiciamiento, es decir, una repetición del juicio.
Aunque la segunda instancia no es propiamente un segundo juicio, de alguna
manera sirve para revisar el enjuiciamiento realizado en primera instancia. El
tribunal de primera instancia es aquel que resuelve un asunto por vez primera
y, mediante el recurso de apelación, se abre la segunda instancia ante otro
órgano jurisdiccional, para revisar el primer enjuiciamiento.
Cuando se atribuye a un órgano jurisdiccional competencia objetiva para
conocer de un asunto se le atribuye el conocimiento de un asunto en primera
instancia y, en ocasiones, en única instancia, si no cabe abrir por medio de la
apelación, la segunda instancia.
No obstante, también se designa como competencia objetiva la atribución que la
ley pueda hacer de ciertas ejecuciones –como la de títulos ejecutivos
extrajudiciales– a ciertos órganos jurisdiccionales, o la atribución a ciertos órganos
del conocimiento de algunas medidas cautelares. Por lo tanto, la vinculación de la
competencia objetiva con el conocimiento de un asunto en primera o única
instancia sólo es correcta en relación con el proceso de declaración.
de asuntos que afecten a las personas que guardan relación con las
víctimas de los anteriores delitos y faltas (art. 87 ter LOPJ).
• Los Tribunales de Marca Comunitaria. Tienen este carácter los
Juzgados de lo Mercantil de Alicante para conocer en primera instancia
y de forma exclusiva de los litigios que se promuevan al amparo de los
Reglamentos 40/1994 y 6/2002 del Consejo. Su jurisdicción se extiende
a toda España (art. 86 bis 4 LOPJ)
3 La competencia territorial
Mediante la competencia territorial se determina la demarcación o
circunscripción de los tribunales con competencia objetiva para conocer de un
determinado asunto o litigio.
Las reglas de competencia territorial toman en consideración la conexión entre
las partes, los hechos o el objeto del proceso y la demarcación judicial de los
órganos jurisdiccionales a los que se atribuye el asunto, por ejemplo: dónde
tiene su domicilio el demandado, dónde se celebró el contrato que da lugar a la
controversia, dónde se causaron los daños, dónde radica la finca sobre la que
versa el litigio. Estas reglas vienen denominándose tradicionalmente fueros.
Los fueros pueden ser de varios tipos:
• Legales o convencionales: atendiendo a que la regla de competencia
territorial venga fijada por una norma recogida por la ley o por la
voluntad de las partes.
• Dispositivos (prorrogables) o imperativos (improrrogables): atendiendo a
que la regla legal pueda o no ser derogada por acuerdo de las partes.
• Subsidiarios: se denominan así si la regla legal sólo se fija para el caso
de que no dispongan nada en contrario las partes
• Electivo: se denominan así si la regla legal prevé más de un criterio de
determinación.
2º La sumisión tácita
Tal sumisión significa que de la conducta observada por las partes se infiere la
existencia de un acuerdo implícito por el que se atribuye competencia territorial
a los juzgados de una determinada circunscripción. No hay declaración
expresa de voluntad en ese sentido, sino que se presume lo querido por los
litigantes a la luz de los hechos que realizan, fundamentalmente, su
personación.
El art. 56 LEC especifica cuándo se entiende producida la sumisión tácita del
actor y cuándo la del demandado:
• El demandante queda sometido por el mero hecho e acudir a los
tribunales de una determinada circunscripción interponiendo la demanda
o formulando petición o solicitud que haya de presentarse ante el
tribunal competente para conocer de la demanda. Esto último es lo que
ocurrirá, por ejemplo, cuando el futuro actor inste la adopción de una
medida cautelar antes de presentar la demanda (art. 723 de la LEC).
• El demandado se entiende tácitamente sometido por el hecho de hacer,
después de personado en el juicio tras la interposición de la demanda,
cualquier gestión que no sea la de proponer en forma la declinatoria. El
demandado ha de ser, por tanto, especialmente cuidadoso: si considera
que el juez elegido por el actor no es territorialmente competente y que,
en consecuencia, no debe conocer del asunto, habrá de impugnar la
falta de competencia territorial por medio de la declinatoria. En otro caso
quedará sometido.
La sumisión tácita no puede operar en aquellos supuestos en que la
competencia territorial se determina en virtud de normas imperativas.
La sumisión tácita prevalece sobre la expresa. Por tanto, aun existiendo un
pacto o cláusula convenidos por las partes que atribuyan competencia a un
tribunal distinto de aquél al que se someten tácitamente, corresponde a este
último el conocimiento del asunto; al fin y al cabo, la sumisión tácita refleja
también la voluntad de las partes y es este querer ulterior de los litigantes el
3º La sumisión expresa
Es un pacto por el que las partes designan con precisión la circunscripción a
cuyos tribunales acuerdan atribuir competencia territorial para conocer de las
controversias que se deriven de una concreta relación jurídica.
La regulación legal se halla contenida en los arts. 55 y 57 LEC. La sumisión
expresa precisa la forma escrita, pues sólo mediante documentos puede
acreditarse. El pacto de sumisión suele contenerse en una cláusula del
contrato cuyo incumplimiento o divergente interpretación ocasiona el litigio en
que se pretende hacer valer la sumisión convenida.
Para evitar que tal pacto se imponga a la parte más débil en el contrato, el art.
54.2 LEC ha excluido la validez de la sumisión expresa contenida en tres tipos
de contratos:
• en contratos de adhesión;
• en contratos que contengan condiciones generales impuestas por
una de las partes;
• en contratos celebrados con consumidores y usuarios.
La prohibición no alcanza a la sumisión tácita: a través de ésta, la parte más
débil puede ejercitar su preferencia o conveniencia libremente (si no interpone
la declinatoria, tal vez sea porque le resulta más cómodo litigar en el lugar
elegido por el actor que en el que correspondería de conformidad con el fuero
legal); esa libertad no se presume en la sumisión expresa, ya que desde su
inferior posición no hay garantías de que hubiera podido eludir, de haberlo
querido así, la cláusula de sumisión.
El pacto de sumisión ha de designar con precisión la circunscripción a cuyos
tribunales se sometieren las partes (art. 55 LEC). La precisión se cumple tanto
si se alude al partido judicial (los juzgados de Jaca, por ejemplo) como si
establecen datos que permiten identificar la circunscripción sin ambigüedades
(los juzgados del domicilio del vendedor). No será válida la sumisión a un
determinado tribunal de los varios existentes en una circunscripción (por
ejemplo, al Juzgado de Primera Instancia número trece de Zaragoza) porque el
reparto escapa del poder de disposición de las partes.
4 La declinatoria
A) Qué es la declinatoria
La declinatoria es el medio único y específico que pone la Ley a disposición del
demandado –y de quienes puedan ser parte legítima– para denunciar que el
tribunal que conoce de un asunto lo está haciendo indebidamente y que, en
consecuencia, debe abstenerse de hacerlo. No es una acción, ni un recurso.
Es un incidente específico para discutir la jurisdicción y la competencia. El
artículo 63 LEC señala que puede alguno de los defectos siguientes:
• la falta de competencia internacional de los tribunales españoles;
• la falta de jurisdicción por razón del objeto;
• la falta de competencia objetiva;
• la falta de competencia territorial;
• la inobservancia de la sumisión del asunto a arbitraje;
• la existencia de un pacto de sumisión a mediación1.
1 Supone un error conceptuar afirmar que la sumisión de la controversia a mediación comporta
la falta de jurisdicción del tribunal al que se ha dirigido el actor. Lo que la ley quiere es que
cuando haya tal cláusula de sumisión, el juez no conozca porque las partes han pactado
someter a mediación las controversias surgidas o que puedan surgir antes de acudir a los
tribunales, según prevé el art. 6.2 LMed, pero en ningún caso, como llega a afirmar el art. 63.1
LEC, porque el conocimiento de la demanda corresponda a los mediadores. Los mediadores
no tienen atribuido el conocimiento de asunto alguno, no es esa su función, y mucho menos
pueden tenerlo de una demanda que es el acto por el que se inicia el proceso y a través del
cual se ejercita la acción
B) Sustanciación de la declinatoria
La declinatoria debe interponerse ante el mismo órgano ante el que presentó el
actor su demanda y que, en la consideración del demandado, carece de
jurisdicción o competencia. Puede también presentarse la declinatoria ante el
tribunal del domicilio del demandado (art. 63.2 LEC); pero este órgano se
limitará a transmitir el escrito al destinatario (“la hará llegar por el medio de
comunicación más rápido posible al tribunal ante el que se hubiere presentado
la demanda, sin perjuicio de remitírsela por oficio al día siguiente de su
presentación”), sin que se le atribuya labor alguna de enjuiciamiento de la
declinatoria.
La declinatoria debe interponerse antes de contestar a la demanda; tanto en el
juicio ordinario, como en el juicio verbal, se interpondrá dentro de los diez
primeros días para contestar a la demanda (art. 64.1 LEC).
No cabe suscitar en un momento posterior lo que pudo proponerse a través de
la declinatoria. Este efecto preclusivo viene recogido expresamente en el art.
416.2 LEC para el juicio ordinario y en el art. 443.2 LEC para el juicio verbal, lo
que no es óbice para que el tribunal aprecie de oficio su falta de competencia
internacional, de jurisdicción por razón del objeto o de competencia objetiva en
un momento más avanzado si así lo advierte, insistimos, de oficio. No cabe que
las partes hagan valer tal nulidad por medio de declinatoria.
En relación con el escrito de declinatoria, la LEC contiene dos exigencias:
• Al escrito de declinatoria han de acompañarse los documentos o
principios de prueba en que se funde, con copias en número igual al de
los restantes litigantes. El principio de prueba es un conjunto de
elementos del que se desprende la apariencia de certeza de los hechos
que fundamentan la regla cuya aplicación se pretende (por ejemplo, una
factura con la firma correspondiente).
• Si el defecto denunciado es la falta de competencia territorial, habrá de
indicarse qué tribunal se considera territorialmente competente, al cual –
si prospera la declinatoria– habrá que remitir las actuaciones.
La mera interposición de la declinatoria surte el efecto de suspender, hasta que
sea resuelta, el plazo para contestar, o el cómputo para el día de la vista, y el
curso del procedimiento principal (art. 64.1 LEC).
• Como consecuencia de la suspensión, el actor puede pedir al juez que
acuerde el aseguramiento de la prueba o la adopción de medidas
cautelares, atendiendo a los perjuicios irreparables que se puedan
seguir para el actor de no practicarse tales actuaciones.
• El demandado, por su parte, puede evitar las medidas prestando
caución suficiente para responder de los daños y perjuicios que
derivaran de la tramitación de una declinatoria desprovista de
fundamento (art. 64.2 LEC).
Del escrito y los documentos que lo acompañan, se dará traslado a los demás
litigantes; disponen éstos de cinco días para alegar y aportar lo que consideren
conveniente para sostener la jurisdicción o competencia del tribunal; si la
5 El reparto de negocios