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Lección

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La determinación de la jurisdicción y la competencia

1 La determinación objetiva de la jurisdicción


En función de la naturaleza de la tutela jurídica que el actor solicita –del tipo de
acción–, deberán conocer los tribunales de un orden jurisdiccional u otro. Es
decir, el objeto de la actividad jurisdiccional determina qué orden jurisdiccional
debe conocer. Por eso hablamos de determinación objetiva de la jurisdicción.
La organización jurisdiccional española se estructura en cuatro órdenes
jurisdiccionales, el civil, el penal, el contencioso-administrativo y el social. La
cuestiones encomendadas al conocimiento de estos órdenes será abordada en
las correspondientes asignaturas. A estos órdenes jurisdiccionales hay que
añadir la jurisdicción militar, que conoce de los delitos tipificados en el Código
penal militar, de ciertas reclamaciones de índole administrativa en materia
disciplinaria y también –como vimos y ahora repetiremos– de algunas
cuestiones de carácter civil.
Corresponde a los Jueces del orden jurisdiccional civil el conocimiento de las
materias relativas a la propiedad y otros derechos reales, obligaciones y
contratos, sucesiones, estado civil, sociedades, patentes, contratos, etc. es
decir, tutelas que podemos calificar como civiles o mercantiles.

A) Criterios para la determinación objetiva de la jurisdicción


(Jurisdicción por razón del objeto)
La Ley no ofrece ningún criterio útil para la distinción porque el art. 9.2 LOPJ
tan solo señala que al orden jurisdiccional civil le corresponderá el
conocimiento de las materias que le son propias. No obstante, hay algunas
reglas particulares:
• En todo caso, la Jurisdicción civil tiene carácter residual, pues el artículo
9.2 LOPJ le encomienda el conocimiento de aquellos asuntos que no
estén expresamente atribuidos a otro orden jurisdiccional. Esto es lo que
se denomina vis attractiva de la jurisdicción civil.
• No obstante este carácter residual de la jurisdicción civil, el orden penal
es siempre preferente. No se pueden plantear conflictos a órganos de
ese orden jurisdiccional (art. 44 LOPJ). Además, corresponde a la
jurisdicción penal el conocimiento de la responsabilidad civil derivada del
delito, salvo que el perjudicado se reserve el ejercicio de la acción civil
(art. 112 LECr).

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• El art. 9.4 LOPJ, tras señalar el ámbito propio de la jurisdicción


administrativa vinculado a la actividad de la Administración, en su
párrafo 2 señala también conocerá de las pretensiones que se deduzcan
en relación con la responsabilidad patrimonial de las Administraciones
públicas y del personal a su servicio, como ya tuvimos ocasión de
examinar. Reitera esta regla, con expresión más sencilla el artículo 2
LRJCA, al atribuir a este orden jurisdiccional el enjuiciamiento de la
responsabilidad patrimonial de las Administraciones públicas, cualquiera
que sea la naturaleza de la actividad o el tipo de relación de que derive,
no pudiendo ser demandadas aquellas por este motivo ante los órdenes
jurisdiccionales civil o social, aun cuando en la producción del daño
concurran con particulares o cuenten con un seguro de responsabilidad,
cualquiera que sea la naturaleza de la actividad o el tipo de relación de
que se derive.
• La jurisdicción militar le corresponde la prevención de los juicios de
testamentaría y ab intestato de los miembros de las FF.AA. que en
tiempo de guerra fallecieren en campaña o navegación (art. 9.2 LOPJ)
• A los solos efectos prejudiciales, los jueces civiles pueden conocer de
materias no civiles pero conexas con la civil que deben decidir, aunque
el conocimiento de aquellas no les esté privativamente atribuido (art.
10.1 LOPJ), salvo que se trate de una cuestión penal.

B) Tratamiento procesal de la jurisdicción por razón del objeto


Se encuentra en los artículos 9.6 LOPJ, 37, 38 y 39 LEC, así como por
remisión, los artículos 63 y ss. LEC, donde se regula la declinatoria.
La falta de jurisdicción es determinante de la nulidad de lo actuado (arts. 9.6 y
238 LOPJ y 225 LEC).
La jurisdicción es improrrogable (art. 9.6 LOPJ), es decir, está establecida por
normas imperativas que no pueden ser modificadas por voluntad de las partes.
No hay ninguna posibilidad de sumisión.
La apreciación de la falta de jurisdicción puede llevarse a cabo:
• De oficio: arts. 9.6 LOPJ y 37 LEC. Con carácter general, esta
apreciación puede hacerse en cualquier momento, con audiencia a las
partes y el Ministerio Fiscal que se resolverá mediante auto. En el auto,
en el que se señale la falta de jurisdicción, deberá indicarse el orden
jurisdiccional que se estima competente (art. 9.6 LOPJ).
• A instancia de parte: se hará mediante declinatoria (art. 39 LEC). Ya
estudiaremos esto posteriormente.
• Como consecuencia de un conflicto de competencia, positivo, planteado
por otro órgano jurisdiccional, o como consecuencia de una situación de
conflicto negativo de competencia.
El procedimiento está regulado en los artículos 42 a 50 de la LOPJ. La
resolución del conflicto, corresponde, según señala el artículo 42 LOPJ, a
una Sala especial del Tribunal Supremo, presidida por el Presidente y

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compuesta por dos Magistrados, uno por cada orden jurisdiccional en


conflicto, que serán designados anualmente por la Sala de Gobierno.
Actuará como Secretario de esta Sala especial el de Gobierno del Tribunal
Supremo.

2 La competencia objetiva
ORTELLS define la competencia objetiva como la atribución que la ley hace del
conocimiento en primera instancia de ciertos tipos de procesos a determinada
clase de órganos jurisdiccionales. Según la mayor o menor importancia de los
asuntos su conocimiento se atribuye a una clase u otra de órganos.
El proceso civil español se desarrolla normalmente en dos instancias. Al
estudiar el recurso de apelación analizaremos qué es la segunda instancia. En
su origen era un segundo enjuiciamiento, es decir, una repetición del juicio.
Aunque la segunda instancia no es propiamente un segundo juicio, de alguna
manera sirve para revisar el enjuiciamiento realizado en primera instancia. El
tribunal de primera instancia es aquel que resuelve un asunto por vez primera
y, mediante el recurso de apelación, se abre la segunda instancia ante otro
órgano jurisdiccional, para revisar el primer enjuiciamiento.
Cuando se atribuye a un órgano jurisdiccional competencia objetiva para
conocer de un asunto se le atribuye el conocimiento de un asunto en primera
instancia y, en ocasiones, en única instancia, si no cabe abrir por medio de la
apelación, la segunda instancia.
No obstante, también se designa como competencia objetiva la atribución que la
ley pueda hacer de ciertas ejecuciones –como la de títulos ejecutivos
extrajudiciales– a ciertos órganos jurisdiccionales, o la atribución a ciertos órganos
del conocimiento de algunas medidas cautelares. Por lo tanto, la vinculación de la
competencia objetiva con el conocimiento de un asunto en primera o única
instancia sólo es correcta en relación con el proceso de declaración.

A) Criterios generales para la determinación de la competencia


objetiva en los procesos declarativos.
En el orden jurisdiccional civil, con las excepciones que señalamos en el
siguiente apartado, hay dos tipos de tribunales que conocen, con carácter
general, de la primera instancia de los procesos civiles:
• los Juzgados de Primera Instancia
• los Juzgados de lo Mercantil
Cuando el actor va a interponer una demanda, debe hacerlo ante uno de estos
dos tribunales.
• Los Juzgados de lo Mercantil. Ya expusimos anteriormente su
demarcación y el ámbito de competencia objetiva que les fija la LOPJ.
• Los Juzgados de Primera Instancia, cuya demarcación ya expusimos
anteriormente tienen una competencia objetiva residual ya que les
corresponde el conocimiento de todos aquellos asuntos que, en primera
instancia, no vengan atribuidos a otros Juzgados o Tribunales (arts. 85.1
LOPJ y 45 LEC), aunque en la LEC podemos también encontrar

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preceptos en los que se les atribuye, según criterios cualitativos, de


forma expresa competencia objetiva para el conocimiento de
determinados asuntos, como los procesos monitorio o cambiario (cfr.,
por ejemplo, los arts. 545.3, 756, 769, 779, 807, 813, 820 LEC).

B) Criterios específicos para la determinación de la competencia


objetiva en los procesos declarativos.
Junto a los anteriores criterios generales hay que tener en cuenta los
siguientes criterios específicos de atribución de competencia objetiva:
• Supuestos de aforamiento: En determinados casos se establece el
aforamiento de determinados sujetos para que de las acciones que se
ejerciten contra ellos, normalmente por actos realizados en ejercicio de
un alto cargo, sean enjuiciadas en única instancia por la Sala Primera
(de lo Civil) del Tribunal Supremo (art. 56.2 y 56.3 LOPJ) o, cuando se
trata de altos cargos de la Comunidad Autónoma, por la Sala de lo civil y
penal del Tribunal Superior de Justicia (art. 73 LOPJ)
• La competencia de los Juzgados de Paz. También expusimos
anteriormente cuál es su ámbito objeto de competencia. En el ámbito
civil conocen de los procesos de cuantía no superior a 90 euros que no
hayan de seguirse por un proceso por razón de la materia.
De forma implícita, queda excluido del conocimiento de los Juzgados de
Paz el conocimiento de los asuntos civiles respecto de los que existe una
expresa atribución de competencia objetiva a otros tribunales, por ejemplo,
en materias en los que sean competentes los Jueces de lo Mercantil, o
cuando expresamente se atribuya competencia al Juzgado de Primera
Instancia –como hace el art. 813 para el proceso monitorio– o en que exista
un aforado.
De forma explícita, el artículo 47 LEC sustrae al conocimiento de los
Juzgados de Paz de asuntos que, por razón de la materia, deberán
sustanciarse por los trámites del juicio verbal y de forma implícita, debe
entenderse que también quedarían sustraídos al conocimiento de los
Juzgados de Paz los asuntos que, por razón de la materia y no de la
cuantía, debieran sustanciarse por los trámites del juicio ordinario.
Finalmente, debe advertirse –porque está implícito en la LEC– que los
Juzgados de Paz no conocerán de todos los asuntos de cuantía inferior a 90
euros que sigan el juicio verbal, por razón de la cuantía: si por aplicación de
las normas de competencia territorial, el fuero territorial corresponde a una
localidad en la que hay Juzgados de Primera Instancia, y no Juzgados de
Paz, la competencia objetiva corresponderá al Juzgado de Primera
Instancia.

• Los Juzgados de Violencia sobre la Mujer. Tiene jurisdicción en materia


penal, fundamentalmente para instruir los procesos por delitos contra
algunas de las personas señaladas en el art. 87 ter 1 a) LOPJ y el
enjuiciamiento de las faltas cometidas contra las mismas. Sin embargo,
para ofrecer una tutela integral a la situación de una mujer que ha sido
víctima de la violencia de género, los Juzgados de Violencia sobre la
mujer extienden su competencia a las cuestiones en materia de familia

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de asuntos que afecten a las personas que guardan relación con las
víctimas de los anteriores delitos y faltas (art. 87 ter LOPJ).
• Los Tribunales de Marca Comunitaria. Tienen este carácter los
Juzgados de lo Mercantil de Alicante para conocer en primera instancia
y de forma exclusiva de los litigios que se promuevan al amparo de los
Reglamentos 40/1994 y 6/2002 del Consejo. Su jurisdicción se extiende
a toda España (art. 86 bis 4 LOPJ)

C) Tratamiento procesal de la falta de competencia objetiva


Lo actuado con falta de competencia objetiva es nulo de pleno derecho (arts.
238.1 LOPJ y 225.1 LEC). Este hecho determina el siguiente régimen en
cuanto a la falta de competencia objetiva o funcional:
• Examen de oficio: lo admite expresamente el artículo 48 LEC. Este
examen lo realizará:
• El propio órgano jurisdiccional que advierte su falta de competencia
objetiva. Lo hará en cuanto lo advierta
• Durante la segunda instancia o durante la tramitación del recurso
extraordinario por infracción procesal o de casación. En estos
supuestos, el artículo 48.2 LEC señala que si el tribunal que conoce
de esta fase del proceso entiende que el tribunal ante el que se
siguió la primera instancia carecía de competencia objetiva, podrá
decretar la nulidad de todo lo actuado. También lo señala el art.
248.2 LOPJ.
Adviértase que el 48.2 LEC lo permite expresamente en el recurso de
casación, aunque en este recurso no puede denunciarse este tipo de
nulidad de actuaciones.
La resolución que estime la falta de competencia objetiva, revestirá la
forma de auto e indicará la clase de tribunal al que corresponde el
conocimiento del asunto (art. 48.4 LEC).
• A instancia de parte, por medio de declinatoria (art. 49 LEC)
• Mediante el planteamiento de una cuestión de competencia negativa. El
art 51 LOPJ señala que las cuestiones de competencia entre Juzgados y
Tribunales de un mismo orden jurisdiccional se resolverán por el órgano
inmediato superior común, conforme a las normas establecidas en las
leyes procesales. Sucede que la LEC no establece ningún
procedimiento. En tal caso, parece que lo único que habrá que
salvaguardar es la previsión del artículo 52 LOPJ.
Nos podemos encontrar ante los siguientes supuestos:

• Planteada una cuestión ante un Juzgado de Paz, este se considera


incompetente porque considera que el órgano con competencia objetiva
es un Juzgado de Primera instancia. En tal caso, si el Juzgado de
Primera Instancia también se considera incompetente, su decisión de
atribuir competencia al Juzgado de Paz debe ser acatada por este pues,
como señala el art. 52, “no podrán suscitarse cuestiones de competencia
entre Jueces y Tribunales subordinados entre sí”, de modo que si este le

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remite las actuaciones el Juez de Paz deberá continuar el conocimiento


de la misma.

• Planteada una cuestión ante un Juzgado de Primera Instancia, si este


considera que carece de competencia objetiva y atribuye su
conocimiento a un Juzgado de Paz, este deberá conocer del asunto, por
aplicación del art. 52 LOPJ.

• Planteada una cuestión ante un Juzgado de lo Mercantil, si este


considera que carece de competencia y atribuye su conocimiento a un
Juzgado de Primera Instancia, si éste no se considera competente,
deberá elevar la cuestión al superior común, que será normalmente la
Audiencia Provincial.

• Puede plantearse la cuestión entre un Juzgado de Primera Instancia y


un Juzgado de familia. La posibilidad está prevista por el artículo 46
LEC que se remite expresamente a la sustanciación de las cuestiones
de competencia, aunque entre un Juzgado de Primera Instancia y un
Juzgado de familia no hay una diferente competencia objetiva, sino una
especialización por el Consejo General del Poder Judicial.

3 La competencia territorial
Mediante la competencia territorial se determina la demarcación o
circunscripción de los tribunales con competencia objetiva para conocer de un
determinado asunto o litigio.
Las reglas de competencia territorial toman en consideración la conexión entre
las partes, los hechos o el objeto del proceso y la demarcación judicial de los
órganos jurisdiccionales a los que se atribuye el asunto, por ejemplo: dónde
tiene su domicilio el demandado, dónde se celebró el contrato que da lugar a la
controversia, dónde se causaron los daños, dónde radica la finca sobre la que
versa el litigio. Estas reglas vienen denominándose tradicionalmente fueros.
Los fueros pueden ser de varios tipos:
• Legales o convencionales: atendiendo a que la regla de competencia
territorial venga fijada por una norma recogida por la ley o por la
voluntad de las partes.
• Dispositivos (prorrogables) o imperativos (improrrogables): atendiendo a
que la regla legal pueda o no ser derogada por acuerdo de las partes.
• Subsidiarios: se denominan así si la regla legal sólo se fija para el caso
de que no dispongan nada en contrario las partes
• Electivo: se denominan así si la regla legal prevé más de un criterio de
determinación.

A) La determinación legal de la competencia territorial


Para fijar qué regla de competencia territorial resulta aplicable al caso, habrá
que proceder de acuerdo con el siguiente orden de criterios que exponemos en
los siguientes apartados.

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1º Reglas o fueros imperativos


Excluyen toda posibilidad de que las partes pacten una distinta competencia
territorial. Tienen carácter imperativo las reglas recogidas en el art. 52 en los
números 1 y 4 a 15 de su apartado primero y la que se contiene en el apartado
segundo, según establece el art. 54.1 de la LEC. Pero también tienen carácter
imperativo los fueros establecidos en los art. 545, 763, 769, 779, 813 y 820
LEC. Los criterios de los que se sirve el legislador atienden fundamentalmente
a tres factores: el lugar en que se encuentra el bien, el domicilio de las partes y
el lugar de producción de los hechos.
Además, el art. 54.1 LEC excluye la validez de la sumisión expresa o tácita en
los asuntos que deban decidirse por los cauces previstos para los juicios
verbales. De ahí se deduce que en el juicio verbal las normas de competencia
tienen siempre carácter imperativo.

2º La sumisión tácita
Tal sumisión significa que de la conducta observada por las partes se infiere la
existencia de un acuerdo implícito por el que se atribuye competencia territorial
a los juzgados de una determinada circunscripción. No hay declaración
expresa de voluntad en ese sentido, sino que se presume lo querido por los
litigantes a la luz de los hechos que realizan, fundamentalmente, su
personación.
El art. 56 LEC especifica cuándo se entiende producida la sumisión tácita del
actor y cuándo la del demandado:
• El demandante queda sometido por el mero hecho e acudir a los
tribunales de una determinada circunscripción interponiendo la demanda
o formulando petición o solicitud que haya de presentarse ante el
tribunal competente para conocer de la demanda. Esto último es lo que
ocurrirá, por ejemplo, cuando el futuro actor inste la adopción de una
medida cautelar antes de presentar la demanda (art. 723 de la LEC).
• El demandado se entiende tácitamente sometido por el hecho de hacer,
después de personado en el juicio tras la interposición de la demanda,
cualquier gestión que no sea la de proponer en forma la declinatoria. El
demandado ha de ser, por tanto, especialmente cuidadoso: si considera
que el juez elegido por el actor no es territorialmente competente y que,
en consecuencia, no debe conocer del asunto, habrá de impugnar la
falta de competencia territorial por medio de la declinatoria. En otro caso
quedará sometido.
La sumisión tácita no puede operar en aquellos supuestos en que la
competencia territorial se determina en virtud de normas imperativas.
La sumisión tácita prevalece sobre la expresa. Por tanto, aun existiendo un
pacto o cláusula convenidos por las partes que atribuyan competencia a un
tribunal distinto de aquél al que se someten tácitamente, corresponde a este
último el conocimiento del asunto; al fin y al cabo, la sumisión tácita refleja
también la voluntad de las partes y es este querer ulterior de los litigantes el

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que ha de primar sobre el anterior (sumisión expresa) al que sustituye y deja


sin efecto.
Como regla general, el ámbito de exclusión de la sumisión tácita coincide con
el de la sumisión expresa. Hay un grupo de casos en que esto no es así: se
trata de los recogidos en el art. 54.2 de la LEC

3º La sumisión expresa
Es un pacto por el que las partes designan con precisión la circunscripción a
cuyos tribunales acuerdan atribuir competencia territorial para conocer de las
controversias que se deriven de una concreta relación jurídica.
La regulación legal se halla contenida en los arts. 55 y 57 LEC. La sumisión
expresa precisa la forma escrita, pues sólo mediante documentos puede
acreditarse. El pacto de sumisión suele contenerse en una cláusula del
contrato cuyo incumplimiento o divergente interpretación ocasiona el litigio en
que se pretende hacer valer la sumisión convenida.
Para evitar que tal pacto se imponga a la parte más débil en el contrato, el art.
54.2 LEC ha excluido la validez de la sumisión expresa contenida en tres tipos
de contratos:
• en contratos de adhesión;
• en contratos que contengan condiciones generales impuestas por
una de las partes;
• en contratos celebrados con consumidores y usuarios.
La prohibición no alcanza a la sumisión tácita: a través de ésta, la parte más
débil puede ejercitar su preferencia o conveniencia libremente (si no interpone
la declinatoria, tal vez sea porque le resulta más cómodo litigar en el lugar
elegido por el actor que en el que correspondería de conformidad con el fuero
legal); esa libertad no se presume en la sumisión expresa, ya que desde su
inferior posición no hay garantías de que hubiera podido eludir, de haberlo
querido así, la cláusula de sumisión.
El pacto de sumisión ha de designar con precisión la circunscripción a cuyos
tribunales se sometieren las partes (art. 55 LEC). La precisión se cumple tanto
si se alude al partido judicial (los juzgados de Jaca, por ejemplo) como si
establecen datos que permiten identificar la circunscripción sin ambigüedades
(los juzgados del domicilio del vendedor). No será válida la sumisión a un
determinado tribunal de los varios existentes en una circunscripción (por
ejemplo, al Juzgado de Primera Instancia número trece de Zaragoza) porque el
reparto escapa del poder de disposición de las partes.

4º Los fueros legales de carácter supletorio


Se aplican para determinar la competencia territorial cuando, ni son de
aplicación las normas imperativas, ni se ha producido la sumisión tácita ni se
hace valer un pacto de sumisión expresa.
La Ley distingue entre fueros generales y especiales. Los especiales han de
aplicarse con carácter preferente a los generales.

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• Fueros especiales: Son los previstos en los ordinales segundo y tercero


del art. 52.1 de la LEC:
• Fueros generales: Se contienen en el artículo 50 LEC, que contempla
los siguientes casos:
• Supuesto básico: La competencia corresponde,
• Al tribunal del domicilio del demandado
• Si no lo tuviere en el territorio del Estado, al de su residencia
• En defecto de ambos, al tribunal del lugar en que se
encuentren.
• Cuando ninguno de estos fueros pueda aplicarse, será
competente el tribunal del lugar del domicilio del demandante.
• Supuesto peculiar en que se demande a los empresarios o
profesionales en litigios derivados de su actividad empresarial o
profesional: en tales casos, también podrán ser demandados en el
lugar donde se desarrolle dicha actividad y, si tuvieren
establecimientos a su cargo en diferentes lugares, en cualquiera de
ellos a elección del actor. Se trata de un supuesto de ampliación del
fuero para facilitar la presentación de la demanda.
• Personas jurídicas: salvo disposición legal en contrario, serán
demandadas en el lugar de su domicilio, pero también podrán serlo
en el lugar donde la situación o relación jurídica a que se refiera el
litigio haya nacido o deba surtir efectos, siempre que en dicho lugar
tengan establecimiento abierto al público o representante autorizado
para actuar en nombre de la entidad (art. 51 LEC). Se trata de un
fuero alternativo a elección del actor.
• Entes sin personalidad: podrán ser demandados en el domicilio de
sus gestores o en cualquier lugar en que desarrollen su actividad
(art. 51 LEC). También aquí se trata de un fuero alternativo a
elección del actor.
• Cuando el demandado sea el Estado, los organismos públicos o los
órganos constitucionales, serán competentes los Juzgados y
Tribunales que tengan su sede en las capitales de provincia, en
Ceuta o en Melilla (art. 15 Ley Asistencia Jurídica al Estado e
Instituciones Públicas).

* Reglas de competencia territorial en los supuestos de acumulación


de acciones
Estos criterios se encuentran regulados en el artículo 53 LEC
• En los supuestos de acumulación subjetiva de acciones, la competencia
corresponderá al tribunal competente para conocer de la acción que sea
fundamento de las demás (art. 53.1 LEC)
• En los supuestos de acumulación objetiva de acciones sin que exista
vínculo objetivo entre ellas, corresponderá la competencia al tribunal que

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deba conocer del mayor número de acciones acumuladas y, en último


término, al que corresponda la acción más importante cuantitativamente
(art. 53.1 LEC)
• Cuando hubiere varios demandados y en aplicación de las reglas de
competencia territorial pudiera corresponder la competencia territorial a
los jueces de más de un lugar, la demanda podrá presentarse ante
cualquiera de ellos a elección del demandante.

B) Tratamiento procesal de la falta de competencia territorial


El tratamiento difiere en el caso de que resulten de aplicación las normas
imperativas o no resulten de aplicación.

a) Supuestos en los que rigen normas imperativas.


En estos casos hay un doble régimen de control:
• Control de oficio de la competencia territorial por el propio tribunal (art.
58 LEC), pero este examen sólo cabe inmediatamente después de
presentada la demanda. No cabe, en consecuencia, que en un momento
ulterior se aprecie de oficio por el tribunal la falta de competencia
territorial.
La razón obedece a que la falta de competencia territorial, aun fijada en
normas improrrogables, no comporta la nulidad de actuaciones. Lo que
se busca con las normas de competencia territorial es la más pronta
fijación del tribunal competente. Si el control de oficio falla en el
momento inicial, el ordenamiento prefiere continuar con el proceso antes
que admitir la posibilidad de tener que repetir el proceso.
Por lo tanto, si inmediatamente después de la presentación de la
demanda, el tribunal considera que carece de competencia territorial,
deberá oir al Ministerio Fiscal y a las partes personadas y si mantiene su
postura dictará un auto por el que declinará su competencia y remitirá
las actuaciones al tribunal que considere territorialmente competente
(art. 58 LEC).
Si el tribunal que debiera conocer del asunto viniese determinado por un
fuero electivo, se requerirá al actor para que manifieste qué órgano
elige.
• A instancia de parte, si el tribunal admite la demanda, el demandado
podrá denunciar la infracción de las normas de competencia territorial
mediante la declinatoria.
• El legislador trata de evitar que surja una cuestión de competencia
negativa, como la establecida en el art. 51 LOPJ. Por ese motivo se
establecen las siguientes reglas:
• Art. 60.1 LEC: “Si la decisión de un tribunal por falta de competencia
de territorial se hubiere adoptado en virtud de declinatoria o con
audiencia de todas las partes, el tribunal al que se remitieren las
actuaciones estará a lo decidido y no podrá declarar de oficio su

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falta de competencia territorial”. Se evita, de este modo, que surja la


pugna entre dos tribunales al sostener cada uno de ellos que le
corresponde abstenerse de conocer.
• “Si la decisión de inhibición por falta de competencia territorial no se
hubiese adoptado con audiencia de todas las partes, el tribunal a
quien se remitan las actuaciones podrá declarar de oficio su falta de
competencia territorial cuando ésta deba determinarse en virtud de
reglas imperativas” (art. 60.2). En tal caso, será el tribunal inmediato
superior común el que, a la vista de los antecedentes que le habrán
sido remitidos, decidirá a qué tribunal le corresponde conocer; la
decisión adoptará la forma de auto, sin que quepa recurso contra
ella; a su vez, ordenará la remisión de los autos y el emplazamiento
de las partes, dentro de los diez siguientes, ante el tribunal
designado (art. 60.3).

b) En el supuesto de que rijan normas prorrogables.


En estos casos no cabe el control de oficio, pues en otro caso sería imposible
la sumisión tácita. El único modo de controlar la aplicación de las normas
dispositivas e incluso la existencia de una sumisión expresa es mediante la
declinatoria. En estos casos, la decisión del tribunal vinculará al tribunal al que
se remita las actuaciones en ningún caso podrá discutir la competencia.

4 La declinatoria

A) Qué es la declinatoria
La declinatoria es el medio único y específico que pone la Ley a disposición del
demandado –y de quienes puedan ser parte legítima– para denunciar que el
tribunal que conoce de un asunto lo está haciendo indebidamente y que, en
consecuencia, debe abstenerse de hacerlo. No es una acción, ni un recurso.
Es un incidente específico para discutir la jurisdicción y la competencia. El
artículo 63 LEC señala que puede alguno de los defectos siguientes:
• la falta de competencia internacional de los tribunales españoles;
• la falta de jurisdicción por razón del objeto;
• la falta de competencia objetiva;
• la falta de competencia territorial;
• la inobservancia de la sumisión del asunto a arbitraje;
• la existencia de un pacto de sumisión a mediación1.

1 Supone un error conceptuar afirmar que la sumisión de la controversia a mediación comporta
la falta de jurisdicción del tribunal al que se ha dirigido el actor. Lo que la ley quiere es que
cuando haya tal cláusula de sumisión, el juez no conozca porque las partes han pactado
someter a mediación las controversias surgidas o que puedan surgir antes de acudir a los
tribunales, según prevé el art. 6.2 LMed, pero en ningún caso, como llega a afirmar el art. 63.1
LEC, porque el conocimiento de la demanda corresponda a los mediadores. Los mediadores
no tienen atribuido el conocimiento de asunto alguno, no es esa su función, y mucho menos
pueden tenerlo de una demanda que es el acto por el que se inicia el proceso y a través del
cual se ejercita la acción

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B) Sustanciación de la declinatoria
La declinatoria debe interponerse ante el mismo órgano ante el que presentó el
actor su demanda y que, en la consideración del demandado, carece de
jurisdicción o competencia. Puede también presentarse la declinatoria ante el
tribunal del domicilio del demandado (art. 63.2 LEC); pero este órgano se
limitará a transmitir el escrito al destinatario (“la hará llegar por el medio de
comunicación más rápido posible al tribunal ante el que se hubiere presentado
la demanda, sin perjuicio de remitírsela por oficio al día siguiente de su
presentación”), sin que se le atribuya labor alguna de enjuiciamiento de la
declinatoria.
La declinatoria debe interponerse antes de contestar a la demanda; tanto en el
juicio ordinario, como en el juicio verbal, se interpondrá dentro de los diez
primeros días para contestar a la demanda (art. 64.1 LEC).
No cabe suscitar en un momento posterior lo que pudo proponerse a través de
la declinatoria. Este efecto preclusivo viene recogido expresamente en el art.
416.2 LEC para el juicio ordinario y en el art. 443.2 LEC para el juicio verbal, lo
que no es óbice para que el tribunal aprecie de oficio su falta de competencia
internacional, de jurisdicción por razón del objeto o de competencia objetiva en
un momento más avanzado si así lo advierte, insistimos, de oficio. No cabe que
las partes hagan valer tal nulidad por medio de declinatoria.
En relación con el escrito de declinatoria, la LEC contiene dos exigencias:
• Al escrito de declinatoria han de acompañarse los documentos o
principios de prueba en que se funde, con copias en número igual al de
los restantes litigantes. El principio de prueba es un conjunto de
elementos del que se desprende la apariencia de certeza de los hechos
que fundamentan la regla cuya aplicación se pretende (por ejemplo, una
factura con la firma correspondiente).
• Si el defecto denunciado es la falta de competencia territorial, habrá de
indicarse qué tribunal se considera territorialmente competente, al cual –
si prospera la declinatoria– habrá que remitir las actuaciones.
La mera interposición de la declinatoria surte el efecto de suspender, hasta que
sea resuelta, el plazo para contestar, o el cómputo para el día de la vista, y el
curso del procedimiento principal (art. 64.1 LEC).
• Como consecuencia de la suspensión, el actor puede pedir al juez que
acuerde el aseguramiento de la prueba o la adopción de medidas
cautelares, atendiendo a los perjuicios irreparables que se puedan
seguir para el actor de no practicarse tales actuaciones.
• El demandado, por su parte, puede evitar las medidas prestando
caución suficiente para responder de los daños y perjuicios que
derivaran de la tramitación de una declinatoria desprovista de
fundamento (art. 64.2 LEC).
Del escrito y los documentos que lo acompañan, se dará traslado a los demás
litigantes; disponen éstos de cinco días para alegar y aportar lo que consideren
conveniente para sostener la jurisdicción o competencia del tribunal; si la

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Curso 2018-19

declinatoria se ha fundado en la falta de competencia territorial, el actor puede


alegar que en el tribunal indicado por el demandado no concurre este
presupuesto (art. 65.1 LEC).
La declinatoria se resuelve por auto cuyo contenido diferirá según cuál haya
sido el defecto denunciado y, finalmente, estimado:
• Si el tribunal entiende que carece de competencia internacional –esto es, que el
conocimiento del asunto corresponde a los tribunales de otro Estado–, se abstendrá de
conocer y sobreseerá el proceso.
• Si el tribunal entiende que el asunto ha sido sometido a arbitraje, al igual que en el
supuesto anterior, se abstendrá de conocer y sobreseerá el proceso.
• Si el tribunal entiende que el asunto ha sido sometido a mediación, al igual que en el
supuesto anterior, se abstendrá de conocer y sobreseerá el proceso.

• Si el tribunal entiende que carece de jurisdicción por razón del objeto –


es decir, que el asunto corresponde a los tribunales de otro orden
jurisdiccional–, se abstendrá de conocer, sobreseerá el proceso y
señalará el orden jurisdiccional ante cuyos tribunales ha de usar el
demandante de su derecho.
• Si el tribunal entiende que carece de competencia objetiva, de igual
manera que para el caso anterior se abstendrá de conocer, sobreseerá
el proceso y señalará ante qué tipo de tribunal del orden jurisdiccional
civil ha de usar el actor de su derecho.
• Si el tribunal entiende que carece de competencia territorial y ésta no
viene determinada por reglas imperativas, el tribunal, para estimarla,
habrá de considerar además que es competente el órgano señalado por
quien promovió la declinatoria. En todo caso, la estimación de la
declinatoria por falta de competencia territorial comporta que el tribunal
decline el conocimiento del asunto a favor del órgano competente y
acuerde remitirle los autos con emplazamiento de las partes para que
comparezcan ante él en el plazo de diez días.
Obsérvese cómo la diferencia de tratamiento obedece a la diferencia de
finalidad: en los cuatro primeros supuestos el efecto principal de la estimación
de la declinatoria –lo que su promotor pretende– es poner fin al proceso; en
cambio, cuando de la falta de competencia territorial se trata, lo que se
persigue no es que el proceso no siga adelante, sino que continúe, pero ante el
tribunal competente, esto es, el demandado quiere contestar, pero quiere
hacerlo ante quien corresponde.
Estas diferencias se proyectan sobre el régimen de recursos:
• En aquellos casos en los que el auto de estimación de la declinatoria
comporta el sobreseimiento del proceso cabe recurso de apelación.
• En estos mismos casos, si el auto desestima la declinatoria cabe
reposición ante el mismo tribunal y si confirma su decisión, podrá
alegarse la falta que ya se denunció mediante la reposición al
interponer, en su caso, el recurso de apelación contra la sentencia
definitiva (art. 66 LEC).

Lección 7. La determinación de la competencia 13


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Curso 2018-19

• Frente al auto que resuelve la declinatoria en la que se alegó falta de


competencia territorial no cabe recurso alguno; ahora bien, dispone el
art. 67 LEC que la infracción de normas imperativas de competencia
territorial puede ser hecha valer en los recursos de apelación y
extraordinario por infracción procesal que se interpongan contra la
sentencia. La previsión es extraña porque en los motivos del recurso
extraordinario por infracción procesal no se permite la alegación de la
infracción de las normas de competencia territorial, sino únicamente de
las normas sobre jurisdicción y sobre competencia objetiva y funcional.
Parece que este último criterio del art. 469.1.1º LEC debe prevalecer.

5 El reparto de negocios

A) La necesidad del reparto de los asuntos y la predeterminación


legal del órgano jurisdiccional competente
Por razones de carga de trabajo, en una misma circunscripción territorial
pueden crearse varios órganos jurisdiccionales con igual competencia objetiva.
La creación del órgano jurisdiccional se encomienda al gobierno, siempre que
no suponga una alteración de la demarcación judicial (art. 36 LOPJ).
En tal caso se hace necesario establecer unos criterios de reparto del trabajo.
El reparto de los asuntos entre órganos jurisdiccionales con igual competencia
objetiva y territorial debe responder a criterios fijados con anterioridad al inicio
del proceso de modo que no exista posibilidad de reconducir un determinado
asunto a un órgano jurisdiccional que, alguna de las partes, pueda considerar
más proclive a estimar sus pretensiones o sobre el que pudiera influir de algún
modo.
Así el artículo 167.1 LOPJ establece:
"Donde hubiere dos o más Juzgados del mismo orden jurisdiccional, los asuntos
se distribuirán entre ellos conforme a normas de reparto prefijadas".
Ciertamente, el artículo 24 CE recoge el derecho al juez ordinario
predeterminado por la ley, pero resultaría excesivo que las normas de reparto
tuvieran rango legal, porque se trata de lograr un reparto racional y eficiente de
la carga de trabajo entre tribunales con igual competencia objetiva y territorial y
el desarrollo de un proceso legislativo para aprobar tales normas acabaría por
paralizar el ágil funcionamiento de la Administración de Justicia.
Por tal motivo, el reparto se hace conforme a normas reglamentarias y a
decisiones de carácter también administrativo que no han de considerarse
contrarias al juez ordinario predeterminado por la ley, en tanto que el reparto
obedece a una distribución cuantitativa de asuntos entre jueces a los que la ley
atribuye una misma jurisdicción y competencia objetiva y territorial. Tan sólo se
exige, para no frustrar la predeterminación legal, que los criterios de reparto se
establezcan con carácter previo al inicio del proceso.
Las normas de reparto de los tribunales de primera instancia se establece por
la Sala de Gobierno de los Tribunales Superiores de Justicia. Se trata de un

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órgano de naturaleza administrativa. La ejecución de las normas de reparto se


atribuye a los jueces Decanos.
Resulta de dudosa constitucionalidad la posibilidad establecida en el artículo 98.1
LOPJ de especializar a algunos órganos jurisdiccionales por el Consejo General
del Poder Judicial: "El Consejo General del Poder Judicial, podrá acordar, previo
informe de las Salas de Gobierno, que en aquellas circunscripciones donde exista
más de un juzgado de la misma clase, uno o varios de ellos asuman con carácter
exclusivo, el conocimiento de determinadas clases de asuntos, o de las
ejecuciones propias del orden jurisdiccional de que se trate, sin perjuicio de las
labores de apoyo que puedan prestar los servicios comunes que al efecto se
constituyan".
Esta medida supone en la práctica que un órgano de naturaleza administrativa –el
Consejo General del Poder Judicial– puede establecer criterios cualitativos de
atribución del conocimiento de un tipo de asuntos a un concreto órgano
jurisdiccional, lo que en principio sólo podría llevarse a cabo por una ley formal. La
especialización de juzgados de primera instancia al amparo del art. 98 LOPJ
resulta, en la práctica, frecuente.

B) El control del cumplimiento de las normas de reparto


La presentación de las demandas en aquellas circunscripciones en que existan
dos o más tribunales de la misma clase se hará ante el Juez Decano.
Será el Juez Decano quien realizará el reparto dentro de los dos días
siguientes a la presentación del escrito o solicitud de incoación de las
actuaciones (art. 69 LEC). Este reparto se hace añadiendo a la demanda una
diligencia de reparto, en la que se hace constar a qué tribunal corresponde el
conocimiento último del asunto, en función de las normas de reparto, y
mediante la remisión de la demanda a ese tribunal.
Pueden producirse infracciones de las normas de reparto y, para tal
eventualidad se prevé lo siguiente:
• Si al llegar una demanda o escrito a un tribunal, procedente del órgano
encargado del reparto, no consta la diligencia de reparto, no procede dar
curso al asunto y si tal prescripción se contraviniera, se puede anular, a
instancia de parte, cualquier actuación que no consista en ordenar el
reparto (art. 68.2 LEC).
• En el momento en que una parte advierta que se han infringido las
normas de reparto, no podrá interponerse declinatoria, porque el reparto
es una función gubernativa, pero podrá impugnar el reparto realizado en
vía administrativa ante el órgano que lo llevó a cabo (art. 68.3 LEC).
• Además, las partes pueden instar la nulidad de las actuaciones y de las
resoluciones del tribunal que actuó en el asunto sin observar las normas
de reparto. Ahora bien, para que esa impugnación no se produzca
según el desarrollo favorable o desfavorable de las actuaciones, la Ley
exige que se haya impugnado gubernativamente la infracción y que la
nulidad se inste en el trámite inmediatamente posterior al momento en
que se haya conocido la infracción (art. 60.3 y 4 LEC). Es decir, sólo
cabe instar la nulidad de las actuaciones si se impugnó

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gubernativamente la infracción de las normas de reparto y esta


infracción no se llegó a corregir.

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