Está en la página 1de 11

YOGA Y ARMONIZACION :

Yoga :

Entre las numerosas técnicas heredadas de Oriente que pode-mos


utilizar para aumentar el bienestar general de nosotros, los
occidentales, se encuentra sin lugar'a dudas el yoga.

¿Qué es el yoga? ¿Una religión, una filosofía de vida, un recurso para


el mejoramiento del cuerpo? Mucho más que todo eso.

El yoga es una antiquísima filosofía que puede considerarse uno de los


seis sistemas filosóficos de la India. Es una técnica que apunta a
paliar los sufrimientos derivados de los deseos o de los problemas
causados por las enfermedades u otras desgra-cias. Crea un estado de
armonía que se expresa en todos los órdenes: mental, espiritual y
físico. Los distintos tipos de yoga tienen como objetivo principal,
cada uno con sus diferentes métodos, eliminar en el practicante el
conflicto interno entre naturaleza y espíritu. Conozcamos esta
disciplina un poco más para luego introducirnos en su parte práctica.

Casi todos nosotros asociamos el yoga con los movimientos físicos y


posturas que hemos visto en revistas, libros o clases por televisión.
Sin embargo, éste es sólo un aspecto del yoga como conjunto de
pensamiento y técnica tradicional. En realidad, estos ejercicios
físicos fueron creados para mantener la armonía y equilibrio corporal
para que el practicante pudiera estar en las mejores condiciones para
acceder a los aspectos más profundos y trascendentes del yoga.

Todos en algún momento nos damos cuenta de que la salud y el bienestar


no bastan; tenemos otro tipo de inquietud, aunque no demasiado
consciente a veces, de trascender de otra manera, de encontrarle un
sentido a nuestra vida, a nuestro pasar por el mundo. A medida que se
practican los ejercicios y las posturas del yoga y nos vamos sintiendo
mejor, sentimos la necesidad de profundizar en los aspectos éticos y
morales que se desprenden de sus enseñanzas básicas. Cuando logramos
combinar todos los aspectos de esta milenaria filosofía, sentimos que
crece la confianza y la seguridad en nosotros mismos y llega a
nosotros la paz tan anhelada.

Yoga significa, en sánscrito, unión, y hace referencia a la unión


entre el cuerpo físico y el espiritual. Cuando eso se logra, según el
yoga, da lugar a lo que se denomina cuerpo universal. El estado de
conciencia resultante se denomina samadhi o realización. Esta
realización se define como el conocimiento total del yo; nada está
oculto ni es desconocido, y ese estado da una gran paz y confianza.

Se cree generalmente que esa realización o samadhi sólo puede ser


alcanzada por gente con una práctica muy avanzada de yoga, pero en
realidad no es así. Este es un proceso integral que, de iniciarse
conjuntamente la práctica de los ejercicios y los preceptos éticos de
vida, permite al practicante al menos vislumbrar ese estado de
realización, también llamado iluminación.

Cuando hablamos de lo espiritual, en general se relaciona esta palabra


con la concepción cíe Dios o con el significado de la vida o del
universo; en realidad, queremos que se entienda esto como la apertura
a infinitas posibilidades, donde juegan un gran papel la capacidad
personal y la creatividad y no hay restricciones ni de tiempo ni de
espacio. Según el yoga, el cuerpo espiritual es capaz de hacerlo todo
y no muere. El cuerpo físico se mueve, trabaja, acciona, y el cuerpo
espiritual siente.

La intuición es la voz del cuerpo espiritual. La mayoría de nosotros


la ha escuchado alguna vez, pero pocas veces hemos hecho verdadero
caso de ella. Creemos que estamos solos con nuestro cuerpo físico, que
todo proviene de él, y eso nos da la sensación de desprotección y de
andar solos por el mundo, por-que dependemos de nuestros pensamientos,
y éstos provienen del cuerpo físico, no del espiritual. El yoga
sostiene que la verdad proviene del cuerpo espiritual.

Cuando el cuerpo físico intenta resolver todo por sí mismo se


encuentra limitado por su propia mortalidad y su desconocimiento de la
existencia del otro cuerpo. Cuando ambos cuerpos se unen y trabajan
juntos las posibilidades son infinitas; el Todo, la unidad, se hace
presente para darle sentido a la vida.

Es evidente que no todas las personas practican yoga para lograr la


realización. El yoga, por lo tanto, puede ser tomado sólo como un
conjunto de herramientas que producirán en quien las utilice un
mejoramiento general. Por ejemplo, con la sola práctica de unos
ejercicios diarios se aseguran beneficios tales como la oxigenación
del cuerpo y la liberación de toxinas, con la consecuente vivificación
de los órganos y la piel; desaparecen completamente las molestias y
problemas derivados de la ten-sión y las malas posturas; se alivian
gran parte de las patologías cutáneas y las deficiencias estéticas
como la adiposidad localizada y la celulitis; se adquiere tonificación
general de la masa muscular: piernas, glúteos, abdominales, brazos,
hombros y cuello; como consecuencia del ejercicio consciente de la
respiración se incrementa la capacidad pulmonar y se atenúa la
ansiedad y el insomnio; se produce un rejuvenecimiento celular, ya que
la práctica afecta el sistema endocrino, el cual, a su vez, tiene bajo
su influencia el equilibrio integral del cuerpo. Como consecuencia
directa del trabajo físico, se desbloquean los centros nerviosos del
cuerpo y se restablece así la circulación de energía, ya que no sólo
la sangre circula por el cuerpo, sino también el prana, o energía
vital. En todo tipo de yoga, y en el hatha yoga en particular, el
cuidado del cuerpo tiene gran importancia.

Los tipos de yoga son cuatro, dos de los cuales se subdividen en otros
cuatro.

Hatha yoga: Es el más difundido en Occidente. Se basa en el control de


la respiración y las posiciones corporales; tiene como objetivo
alcanzar el dominio del cuerpo y de la vitalidad, desarrollando y
potenciando todas las posibilidades psicofísicas al máximo.

Laya yoga: Tiene como fin el control del espíritu mediante el uso de
la fuerza de voluntad, escuchando al yo más íntimo. Se subdivide en
cuatro:
1. Bhakti yoga: Trabaja sobre la devoción a un maestro o una
divinidad.

2. Shakti yoga: Se basa en el control de la energía cósmica que se


encuentra en

todas las cosas. Se aspira al control de las fuerzas de la naturaleza.

3. Mantra yoga: Se practica mediante la repetición de diversos


sonidos, que pueden ser también palabras o frases, que contienen una
enorme energía y que apuntan a la unión con la divinidad.

4. Yantra yoga: Se basa en el uso de símbolos geométricos que


simbolizan la unión del mundo interior del practicante con el mundo
divino del poder superior.

Dhyana yoga: Se fundamenta en la práctica de la meditación y apunta a


controlar todos los procesos del pensamiento.

Raja yoga: Es el yoga de la conciencia; se basa en el control


sistemático de los diferentes procesos de concentración, y se
subdivide en cuatro:

1. Jñana yoga: Tiene como fin la búsqueda de la realidad última; da


lugar a las preguntas y las dudas, y es necesario dejar de lado los
preconceptos y el pensamiento estructurado.

2. Karma yoga: Apunta a la realización de las actividades cotidianas


desprendidas de cualquier interés personal, enfatizando el servicio o
trabajo por los demás.

3. Kundalini yoga: Se basa en el despertar de la fuerza psicofísica


que se encuentra en la base de la columna vertebral y que difunde esta
energía por las zonas que recorre.

4. Samadhi yoga: Es el que necesita del más alto grado de


concentración, y que une al practicante con el objeto de contem-
plación, estado que se nutre de una intuición muy desarrollada.

Los siete chakras del cuerpo :

Por chakra se entiende, en pocas palabras, un punto del cuerpo que


actúa como fuente vital de energía y que constituye, en conjunto con
los otros seis, un sistema energético corporal.

Los chakras principales, también llamados padinas o lotos, son siete,


aunque existen otros menores. Estos siete puntos favorecen la
circulación de la energía que nos da la vida (prana en la India y chi
en China), y actúan como un embudo que recoge la energía exterior y la
distribuye por el cuerpo. Se relacionan con el sistema nervioso, y a
cada uno le corresponden diferentes partes del cuerpo.

1. El centro raíz (muladhara). Este centro se sitúa en la base de la


columna vertebral, a la altura de la cola.

Nos conecta con la tierra; si funciona bien, la persona está "con los
pies en la tierra", tiene vitalidad y un sentido práctico de las
cosas. Su mal funcionamiento hace que la persona sea "despistada", se
canse con la actividad física y tienda a enfer-mar.

Su color es el rojo. Se relaciona con la columna vertebral y los


riñones.

2. El sexual (svadhisthana). Este segundo centro energético está


ubicado sobre el pubis. Además de dirigir la sexualidad se relaciona
con la creatividad.

Si funciona bien, permite un saludable proceso sexual / creativo. Si


está cerrado, inhibe el orgasmo de la mujer y la vuelve poco sensual,
y en el hombre puede provocar falta de erección o eyaculación precoz.
Su correcta apertura es origen del disfrute total del contacto físico
y la irradiación de la sensualidad. De cualquier manera, para una
sexualidad plena se necesita un funcionamiento armónico de todos los
chakras.

Su color es el naranja. Se relaciona con los ovarios y los testículos.

3. El plexo solar (manipura). El tercer chakra se ubica encima del


ombligo y está conectado con las emociones.

Una equilibrada cantidad de energía hace que la persona exprese sus


sentimientos con sinceridad y que esté en paz consigo misma. Un exceso
de ella, que use sus fuertes emociones para controlar a los demás. Si
este chakra está cerrado, la persona bloquea sus emociones y se torna
irresponsable.

Su color es el amarillo. Está relacionado con el estómago, el hígado,


la vesícula biliar y el sistema nervioso.

4. El corazón (anahata). Este es el centro del amor universal.

Mientras más abierto esté, mayor será nuestra capacidad de amar, y con
la calidad de amor más elevada: el incondicional. Si está cerrado, la
persona no podrá amar sin esperar algo a cambio, sin exigir o
competir, con lo que se convertirá con facilidad en agresora. El
típico individuo con este chakra cerrado intenta poseer, controlar y
dominar a la persona que dice amar.

Su color es el verde. Está relacionado con el corazón, la sangre y el


sistema circulatorio.

5. La garganta (vishauddha). Además de ser el centro de la


comunicación, este quinto punto energético es una vía a la
espiritualidad.

Cuando está abierto, la persona es receptiva a todo aquello que es


útil para su evolución positiva, lo cual significa también que sabe
tener actitudes solidarias y comunicativas con los de-más. Si está
cerrado, la persona rechaza lo que se le ofrece, con lo que impide su
propio desarrollo. Es típico que le guste jugar un papel de víctima.

Su color es el azul. Está relacionado con los bronquios, las cuerdas


vocales, los pulmones y el aparato digestivo.
6. El tercer ojo (ajna). Situado entre los ojos, este chakra dirige
las energías de la mente y la sabiduría interior. Es el centro de la
intuición.

Cuando funciona bien, la persona tiene un alto grado de desarrollo


intuitivo para percibir el mundo y actuar en consecuencia, lo que la
hace dueña de una gran paz y seguridad interior. A medida que el flujo
de energía se hace más débil, se pierde la claridad para mirar las
cosas, hasta que, ya cerrado, se vive en estado de confusión y se
suele tener una imagen negativa y pesimista del mundo. Los dolores de
cabeza son indicadores de la necesidad de abrir este chakra.

Su color es el púrpura. Se relaciona con la parte inferior del


cerebro, el ojo izquierdo, las orejas y la nariz.

7. La corona (sahasrara). Es el centro espiritual por excelencia, la


energía pura del espíritu.

Cuando está abierto, el individuo es dueño de una amplia


espiritualidad, que jamás se traduce en dogma, como suele ocurrir con
las personas que tienen cerrado este chakra, a menos que sean seres
sin conexión consciente alguna con su espíritu. Para llegar a
experimentar el bienestar total, la paz duradera y la confianza en la
vida, es imprescindible que el flujo de energía por este chakra se
realice sin bloqueos.

Su color es el blanco violáceo. Está relacionado con la parte superior


del cerebro y el ojo derecho.

Según la filosofía yoga, la columna vertebral, incluyendo la vértebra


más alta, el cráneo, constituye el sostén de la vida. La tensión entre
el polo positivo, que se encuentra en lo alto de la cabeza, la corona,
y el polo negativo, en el centro raíz, sede de la energía kundalini,
es lo que denominamos vida. Entre ambos centros circula una corriente
de energía muy poderosa; cuando el yogui, mediante los ejercicios
adecuados, logra el ascenso desde el chakra más bajo, o polo negativo,
hasta el más alto, o positivo, se produce la unión sagrada con Dios, o
iluminación. Significa el más alto grado de conciencia, el ideal a que
puede aspirar todo practicante, y, como decíamos al principio de este
apartado, es lo que se denomina samadhi.

El fin de los ejercicios del hatha yoga es liberar los chakras para
que circule correctamente la energía por el cuerpo y hacerlos
conscientes.

Con respecto a esto, lo óptimo es que la energía circule según la


particularidad de cada persona, pues nadie practica el yoga de la
misma manera. En equilibrio con las fases de vida que nos toque
atravesar, a veces esta energía fluye con más intensidad por uno u
otro chakra. Por eso, la experiencia de la práctica de yoga es única;
no se espera que se siga un camino rígido u ortodoxo sino que la
propia experiencia vaya guiando ese proceso. Se ve muy frecuentemente
a gente que cree que es necesario, para el éxito de la práctica,
parecerse o convertirse en un hindú. Nada más absurdo; ésta es una
tarea muy profunda y personal que tiene que ver con el ser y la
conexión con el poder superior en que creamos. El aspecto exterior o
los hábitos de vida no tienen por qué influir en esta práctica, como
tampoco el yoga tiene por qué interferir con la fe religiosa de cada
uno.
Muchos diccionarios definen equivocadamente el yoga como una de las
expresiones de la religión hindú, cuando en realidad el yoga existe
desde muchos siglos antes de la aparición del hinduismo.

Como sistema filosófico, el yoga fue enseñado en forma oral de maestro


a discípulo, hasta que Patanjali, alrededor del año 300 a.C., reunió
todos los preceptos en el libro Yoga sutras, que consta de 194
aforismos distribuidos en cuatro libros.

Patanjali explica en esos textos que, para alcanzar la serenidad, hay


que atravesar ocho etapas. Cada una de ellas representa diferentes
estadios de la conciencia. Estos son sus nombres en sánscrito y su
traducción habitual.

· Yama (restricción)

· Niyama (observancia)

· Asana (postura)

· Pranayama (técnica respiratoria)

· Pratyahara (alejamiento de la mente de los sentidos)

· Dharana (concentración)

· Dhyana (meditación)

· Samadhi (absorción)

Muchas veces, en nuestra vida diaria, estamos ubicados en alguno de


estos estadios sin saberlo; la tarea de la práctica del hatha yoga
consiste en hacer conscientes esos estadios para perfeccionarlos y
sacar el verdadero provecho de ellos. Por ejemplo, cuando tenemos una
respiración acompasada y sin tensiones, estamos experimentando
pranayama. O si nuestra tarea nos absorbe y estamos totalmente
presentes en ella, hacemos dharana. Cuando nos alimentamos de manera
equilibrada y de acuerdo con las normas más saludables para nosotros,
nos acercamos a niyama. Nos habremos aproximado a dhyana cuando
estemos vacíos de ideas o emociones perturbadoras, y a yama cuando
nuestra conducta diaria sea acorde con los principios morales y éticos
más altos.

Queremos enumerar algunas de las conductas éticas que el yoga alienta


a cumplir y que se requieren para una vida plena, de paz e integridad
absolutas. Al conocerlas nos daremos cuenta de la gran similitud que
guardan con los preceptos básicos de muchas otras religiones, y que,
sin embargo, son de muy difícil cumplimiento para el hombre,
seguramente por un desconocimiento profundo de los beneficios que
acarrearía su observancia.

Tomemos por caso la no violencia. Su práctica comienza al no ejercerla


contra uno mismo. Vemos a diario en los que nos rodean y a veces
también en nosotros mismos- gran cantidad de conductas
autodestructivas en forma de sentimientos de culpa, adicciones,
trabajo excesivo, poco descanso, acciones irresponsables en la calle o
en el tránsito. Cuando uno practica este precepto en uno mismo, al
tiempo se comienzan a ver los efectos en el núcleo inmediato de
relaciones de la persona.

La mayor parte de nosotros reacciona de manera automática ante las


diferentes situaciones que se presentan en la vida, reacción que tiene
mucho que ver con la manera en que hemos sido formados y educados, por
lo que la mayoría de las veces no registramos qué situaciones son
destructivas para nosotros ni nuestra reacción ante ellas. Cuando
practicamos la no violencia con nosotros mismos o los demás,
aprendemos de a poco a elegir la reacción más conveniente, y de esa
manera desarmamos las respuestas programadas que traemos con nosotros
desde hace tanto tiempo.

Los que practican la no violencia tienen en esa conducta su propia


protección contra los males del mundo. La paz que los envuelve se
expande a su alrededor y afecta a quienes se les acercan.

No definiremos, por conocidos, conceptos tales corno no robar o no


mentir. Sí mencionaremos especialmente el contentamiento, que también
puede definirse corro el vivir "aquí y ahora" y ser felices al
registrar cuánto tenemos de ricos, espiritualmente hablando; la
tolerancia; la no acumulación -simplificar las cosas que uno quiere y
necesita ; el estudio alimentar y nutrir el cuerpo espiritual-; o el
deseo de unión con la divinidad.

Respiración y asanas :

Este apartado lo destinamos específicamente a la respiración y las


asanas (posturas), en lo que consideramos que puede ser un
acercamiento a la práctica del hatha yoga.

Como ya manifestamos, la respiración es la base de la práctica del


yoga. Hablaremos de sus cuatro fases, y luego veremos la respiración
yoga completa. Estas fases son :

1. Suspensión: Consiste en vaciar por completo de aire los pulmones,


para luego mantener en suspenso esa situación (falta de aire) durante
alrededor de 10 segundos.

2. Inspiración completa: Se realiza vaciando primero de aire los


pulmones y luego inspirando muy lentamente, con control de los
músculos abdominales, hasta que los pulmones se llenen por completo de
aire. Es aconsejable, en un principio, inspirar no más de 5 segundos.

3. Retención: Se inspira lentamente por la nariz, controlando los


músculos abdominales, durante alrededor de 8 segundos. Entonces se
retiene la respiración el doble de tiempo que haya llevado la
inspiración. Luego, se espira lentamente.

4. Espiración completa: Se inspira normalmente, luego se retiene la


respiración, para finalmente espirar larga y lentamente.

Con la primera respiración, se favorece la circulación y la


purificación de la sangre; con la segunda, se elimina el cansancio y
se tranquiliza el sistema nervioso debido a la oxigenación que se
produce. Con la tercera, se apacigua el sistema nervioso y se ralenta
el ritmo cardíaco; y con la última, se purifica el orga-nismo porque
se expulsa todo el dióxido de carbono.
La respiración yoga completa se compone de tres fases: alta, media y
abdominal, que se realizan sin pausas. Se puede realizar de pie,
sentado o acostado. El procedimiento es el siguiente:

Tras espirar y vaciar los pulmones, se debe inspirar lentamente por la


nariz durante 8 segundos, aproximadamente, curvando el abdomen hacia
afuera, luego se extienden las costillas y, al final, se levantan las
clavículas. Después se espira lentamente, recorriendo el cuerpo en el
mismo orden en que se inspiró pero con los movimientos contrarios:
contrayendo el abdomen, recogiendo las costillas, bajando los hombros,
siempre expulsando el aire por la nariz.

Esta es una respiración que tiene una acción sumamente beneficiosa


para la salud. En un principio habrá que practicarla, pero luego
debería incorporarse a nuestro ritmo diario y permanente de
respiración. Su práctica constante trae como consecuencia la calma del
sistema nervioso, la regulación del ritmo cardíaco y el aumento del
oxígeno en la circulación sanguínea; también modifica el estado de
ánimo al otorgar paz, seguridad y tranquilidad, además de influir
positivamente sobre la digestión y la hipertensión.

Las asanas no se pueden considerar sólo ejercicios físicos; en


realidad, son ejercicios muy complejos, pese a su aparente
simplicidad, porque ponen en juego los distintos aspectos de la
personalidad del ejecutante. Implica permanecer inmóviles durante
cierto tiempo sin esfuerzo alguno. Según antiguos libros sobre el
tema, existen entre catorce y cincuenta posiciones; se considera a la
del loto la más completa, pero eso no significa que las restantes no
otorguen grandes beneficios.

Las bandas musicales del disco compacto más apropiadas para realizar
las asanas son la N° 5, Reposo en las rocas, y la N° 6, La inmensidad
del universo. De igual manera pueden acompañar una meditación o una
visualización.

Postura de la cobra (bhujangasana) :

Esta postura clásica da flexibilidad a la columna vertebral, elonga


los músculos abdominales, fortalece los músculos de la espalda, activa
las glándulas suprarrenales y corrige curvaturas.

Ejecución: Acostado boca abajo, la frente apoyada en el suelo, las


palmas de las manos apoyadas en el piso a la altura de las axilas; los
brazos pegados al cuerpo. Las piernas, estiradas y juntas. Inhale y
levante el tronco lentamente hacia arriba y atrás; la cabeza, lo más
atrás posible, hasta que la nuca se pegue a la espalda alta y se
estire bien el cuello (si no tiene problemas de cervicales), y siempre
inhalando por la nariz. Mantenga la posición el tiempo que le sea
posible, sin exigirse mucho al principio de la práctica.

Comience a exhalar por la nariz bajando lentamente el torso hasta


tocar el suelo con la frente nuevamente. Es bueno mantener la postura,
en un principio, alrededor de 10 segundos para luego ir aumentando con
la práctica.

Postura del árbol (vikasana) :


Esta es una postura aparentemente sencilla, pero en realidad requiere
un gran equilibrio y elasticidad; mejora el equilibrio tanto físico
como psíquico eliminando ansiedad, irritabilidad y estrés.

Ejecución: De pie, la espalda derecha y los brazos pegados al cuerpo.


Inhalando y ayudándose con las manos, tómese el pie derecho, levántelo
y apóyelo en el muslo izquierdo, lo más alto que pueda. Abra la
rodilla derecha todo lo que pueda, hasta que ambas rodillas estén en
el mismo plano; así no se caerá el pie de esa posición. Ahora junte
las palmas de las manos a la altura del pecho, como en oración. Los
hombros están bajos y el abdomen contraído, respirando normalmente por
la nariz. Mantenga la posición todo lo que pueda, siempre respirando.
Baje la pierna elevada, repose lo necesario y haga la postura con la
otra pierna.

Postura del arco (dhanurasana) :

Esta postura otorga elasticidad y flexibilidad a la columna; reduce la


grasa del abdomen y actúa sobre la tiroides, el hígado y los riñones.
También se refuerzan los músculos abdominales.

Ejecución: Acostado, con la frente en el suelo y los brazos a los


costados del cuerpo. Flexione las piernas y tómese los tobi-llos con
las manos, primero uno y luego el otro. Espire a fondo y tire las
piernas hacia atrás; los brazos están tensos y la cabeza se echa hacia
atrás y las rodillas se separan. Inhale profundamente mientras
mantiene la postura todo lo que pueda, y retenga la respiración unos
segundos. Los practicantes avanzados pueden balancearse hacia adelante
y hacia atrás, y también de derecha a izquierda. Baje las piernas
suavemente y vuelva a la posición inicial para relajarse boca abajo.

Postura de la extensión anterior (purvottanasana) :

Con esta postura, además de distender la espalda, con las ventajas que
eso conlleva, se contribuye a fortalecer los brazos y las muñecas y a
mejorar las articulaciones de los hombros.

Ejecución: Sentado, con las piernas extendidas y los brazos extendidos


y apoyados detrás de las caderas, los dedos de la mano mirando hacia
atrás. Flexione ligeramente las rodillas para poder apoyar las plantas
de los pies, las piernas algo separadas. Inhalando, eleve el cuerpo
llevando la cabeza hacia atrás, el pecho hacia arriba y el cuerpo en
tensión. Mantenga la postura el tiempo que le sea cómodo, y luego,
espirando, relaje el cuerpo y siéntese lentamente. Descanse boca
arriba en el piso. La respiración debe ser lo más normal posible. Esta
postura no está recomendada para quienes sufren tortícolis, artrosis
cervical o fragilidad en las muñecas.

Postura de la extensión posterior (paschimothasía):

Es una postura propicia para la eliminación del dolor de cabeza y los


dolores del nervio ciático; actúa sobre el sistema endocrino y
flexibiliza los músculos posteriores. Se distiende toda la columna
vertebral.

Ejecución: Siéntese en el suelo con las piernas estiradas y juntas.


Con las manos entrelazadas sobre los muslos, espire. Ahora, inspire al
tiempo que levanta los brazos por sobre la cabeza, siempre con las
manos entrelazadas. Gire las palmas hasta que miren hacia el cielo.
Sostenga esta posición, estirándose como si quisiera llegar al techo.
Con cada respiración sienta cómo se estira el torso, en la zona de las
costillas. Cuando llegue al límite del estiramiento, inclínese, sin
descruzar sus manos, hasta llegar a tocar sus pies con las manos, o
hasta donde llegue, según su flexibilidad. Lo ideal es que logre
"enganchar" las manos detrás de los pies. La respiración tiene que ser
normal y acompasada. Sostenga esta postura por lo menos un minuto,
sintiendo cómo

se sigue estirando el torso con cada respiración. Esta asana no deben


practicarla mujeres que estén menstruando, pues aumenta el flujo de
sangre.

Postura del loto (padmasana) :

Es la postura fundamental del yoga. Fue adoptada para meditar, porque


estimula la concentración mental y aquieta la mente y los nervios. Se
la llama también "postura del Buda". Los principiantes necesitarán
realizar algunos ejercicios preparatorios para conseguirla; es
importante saber que las personas que tengan problemas circulatorios
en las piernas deben abstenerse de realizarla. Veamos los ejercicios
previos.

1. La mariposa. En posición sentado, con las rodillas flexionadas,


junte las plantas de los pies, tome los empeines con ambas manos y,
con la columna derecha, realice movimientos de rebote hacia arriba y
hacia abajo, imitando el aleteo de una mariposa. Este ejercicio le
permitirá flexibilizar los músculos y ligamentos que intervendrán en
la postura del loto.

2. Medio loto. En posición sentado, las piernas extendidas y la


columna derecha. Tómese el pie derecho y coloque el empeine sobre el
muslo izquierdo. Trate de que la rodilla toque el suelo ayudándose con
movimientos de rebote; si le resulta muy difícil, sólo apoye la planta
del pie derecho contra el muslo de la pierna izquierda. Ahora pruebe
con la otra pierna; si logra hacerlo con las dos, estará listo para
hacer la postura del loto.

3. Cualquier ejercicio de elongación de la zona baja que incluya


piernas y caderas.

Ejecución: Sentado con la espalda derecha y las piernas extendidas.


Flexione la pierna derecha y coloque el pie sobre el muslo izquierdo;
haga lo propio con la otra pierna, las plantas de ambos pies mirando
hacia el cielo. Las rodillas tienen que tocar el suelo, las manos
apoyadas sobre los muslos o las rodillas.

Al principio, realice esta postura durante algunos segundos; cuando


pueda hacerla con comodidad, aumente el tiempo de realización.

Esta es la postura ideal para realizar los ejercicios (la respiración


que se hacen en posición sentado o para meditar. Fortale-ce los
órganos abdominales por la activación de la circulación de la sangre
en la zona y su reducción en las piernas.

Creemos sinceramente que la práctica del yoga, en todos sus aspectos,


traerá la paz, la calma y el progreso espiritual que son necesarios
para lograr la más completa armonización personal.
* EXCELENTE SINTESIS EXTRAIDA DE UN CONOCIDO MANUAL DE
ARMONIZACION,QUE NO PODIA FALTAR EN ESTE SITIO...

También podría gustarte