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A las nueve semanas de gestación, la lengua y la boca del feto ya se han formado, y también sus primeras

papilas gustativas, de tamaño muy pequeño, osea que el sentido del gusto comienza a desarrollarse desde
muy temprano dentro del vientre de la madre.
Además, mientras está formándose y creciendo hasta el día del parto, respira y traga de forma natural
el líquido amniótico, que ayuda no solo a sus pulmones, sino también a su sistema digestivo. Al probarlo, y
debido a que hasta él llega la variedad de sabores de lo que ingiere la madre, el feto tiene su primer contacto
con las diferencias entre unos matices de sabor y otros, de manera que al nacer ya ha puesto en marcha
previamente el sentido del gusto.
Ya en el mundo exterior, sus papilas gustativas están muy sensibles, y pueden reconocer los sabores dulces,
agrios y amargos. Claramente prefiere los primeros porque así sabe la leche materna, de ahí que para los
niños todos los alimentos en los que domine el dulce son los que mejor suele tolerar al comienzo de su vida,
una vez comienza la alimentación complementaria.

A medida que crece, aumenta también el número de papilas gustativas en su boca, y esto tiene un efecto
directo en su sentido del gusto, que le permite reconocer cada vez más sabores, entre los tres y seis meses, su
lengua ya habrá crecido y habrás notado cómo se mete en la boca prácticamente todo lo que pilla. No solo es
por los dientes, como se suele decir, sino también porque utiliza su boca para probar texturas y también
sabores. Además, sobre el quinto mes, su sentido del gusto evolucionará, como si se preparara para lo que
muy pronto va a llegar a su vida: la alimentación más allá de la leche.

Una vez arranca la alimentación complementaria, se produce un primer tsunami de sabores para el bebe.

A partir del octavo mes, dos después de que haya comenzado la alimentación complementaria, ya sea en puré
o en formato sólido, todo se estabiliza. Hay un cambio cuando deja de mamar que puede provocar o no un
nuevo punto de inflexión, dependiendo del niño, pero ya no debería ser tan complicado como al sexto mes de
vida.

TRASTORNOS DEL GUSTO


El gusto estimula el deseo de comer y, por lo tanto, tiene un papel clave en la nutrición. Perder el sentido del
gusto puede afectar la salud. Por ejemplo, si su sentido del gusto se deteriora, puede cambiar sus hábitos de
alimentación al agregar demasiada azúcar o sal a los alimentos para tratar de mejorar el sabor. También
puede comer demasiado o muy poco. Un sentido distorsionado del gusto puede ser un factor de riesgo para
enfermedades que requieren una dieta específica, como son las enfermedades del corazón, la diabetes, los
ataques al cerebro y otras más. Cuando se altera el sabor, las personas pueden cambiar sus hábitos
alimenticios. Algunos pueden comer muy poco y perder peso, mientras que otros pueden comer demasiado y
aumentar de peso.
Percepción fantasma del gusto: un sabor en la boca persistente y a menudo desagradable, a pesar de que no
se tiene nada en ella.
Hipogeusia: disminución en la capacidad de notar los diferentes sabores: dulce, ácido, amargo, salado y
umami

La ageusia, un trastorno en el que la persona pierde por completo el gusto.


La disgeusia es un trastorno que da la sensación de tener persistentemente un sabor malo, salado, rancio o
metálico en la boca. A veces, la disgeusia ocurre al mismo tiempo que el síndrome de la boca ardiente, un
problema médico en el cual la persona experimenta una sensación dolorosa de ardor en la boca.

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Hacia la décima semana de gestación, se habrán formado ya los receptores que el pequeño utilizará para
detectar cada olor que le llegue.

Dentro del útero empezará a familiarizarse con algún olor que tenga en ese entorno tan reducido en el que
crece y se forma. Es el caso del líquido amniótico, que emite un aroma similar al de la leche materna.

Además, lleva también olores distintos en función de lo que come la mamá, así que algo le va llegando al feto
durante todo el embarazo.

De este modo, una vez fuera de la tripa de su madre, el recién nacido tiene ya el sentido del olfato muy
sensibilizado. No ocurre como con la vista, que tardará tiempo en desarrollarse. Pero el olfato, que se procesa
en la parte del cerebro que controla la memoria, es fundamental para su supervivencia. Por un lado, porque
reconoce el olor de sus padres, con los que se siente seguro, y por otro lado, porque su alimentación depende
de ello ya que que es el aroma de la leche materna el que le guía hasta el pecho de su madre para empezar a
mamar.

Al mes de vida, gracias a la memoria y a lo desarrollado que está el olfato, ya se guía mucho de los olores
conocidos. Por este motivo los expertos recomiendan a los padres de un recién nacido que no
utilicen perfume, por ejemplo. Si lo hacen, pueden confundir a su pequeño, que se podría sentir inseguro al no
reconocer el olor de su mamá o de su papá.

A medida que crece, también evolucionan otros sentidos como la vista, y el bebé también está mucho más
familiarizado con lo que le rodea, de ahí que ya no dependa tanto del olfato, aunque sigue siendo un sentido
fundamental para él.

Pasarán los meses con cierta estabilidad hasta que llegue el primer punto de inflexión en su vida,
la alimentación complementaria. A su sexto mes de vida, su olfato se abre a nuevos olores, que junto al
sentido del gusto será fundamental para que vaya aceptando los alimentos que sus padres le vayan
introduciendo. Es decisivo el gusto, pero si le gusta el olor, ayuda a que al menos lo pruebe.

Poco a poco, a medida que memoriza los olores de las distintas comidas, puede mostrarse reticente a
nuevos platos porque ya sabe cómo huele lo que le gusta, y también cómo se ve y cómo sabe. De todos
modos, aunque maneje a estas alturas su olfato con soltura y se apoye en él para todo lo que hace, este
sentido se seguirá desarrollando, más o menos, hasta los ocho años de edad.

TRASTORNOS DEL OLFATO

Al igual que los demás sentidos, el sentido del olfato juega un papel importante en nuestra vida. El sentido del
olfato a menudo es la primera señal que nos alerta sobre el humo de un incendio, alimentos que se han
echado a perder, o el olor de una fuga de gas natural u otras emisiones peligrosas.
Anosmia: falta del sentido del olfato. Se debe a ausencia o alteración funcional de alguno de los múltiples
integrantes de la familia de los receptores odoríferos. Otras causas son: lesión de los nervios olfatorios debido
a traumas o a la presencia de pólipos nasales, edema de la mucosa nasal y tumores de la nariz.
Hiposmia: disminución del sentido del olfato. Se presenta durante el envejecimiento, debido a resfriados,
infecciones de las vías aéreas superiores, toxinas y medicamentos.

Hiperosmia: aumento en la sensibilidad a todos o a una cantidad limitada de odorante.


Parosmia o disosmia: alteraciones en el sentido del olfato, como la fantosmia que se debe a percepción de
olores inexistentes que se presenta en el envejecimiento, en las alucinaciones olfatorias de la esquizofrenia,
después de una infección de vías respiratorias, trauma o a crisis convulsivas del lóbulo temporal .

Es importante confirmar la pérdida del olfato como síntoma de COVID-19, en especial la de aparición
temprana, por varias razones: debe alertar a las personas para que, si la experimentan, contacten a su médico
para realizar pruebas, y para que vigilen otros síntomas, o iniciar cuarentena para reducir la posibilidad de
transmitir el virus.

Se están haciendo estudios para determinar cómo se produce la pérdida del olfato en COVID-19. La
exploración clínica en humanos y los estudios en ratones sugieren que el virus induce inflamación y
tumefacción de la cavidad nasal, las cuales dañan las células receptoras olfatorias (denominadas en conjunto
con el nervio olfatorio), y a otras células en la región olfatoria. La influencia del virus en el nervio olfatorio
podría alterar, de forma temporal o permanente, la capacidad de las personas para oler. Investigadores en
Harvard creen que el virus afecta a las células dentro de la nariz y no al nervio olfatorio. Algunas personas con
COVID-19 que han perdido ambos sentidos, informaron que recuperaron su función pocas semanas después,
muchos otros aún no lo hacen.

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