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uno de los cinco sentidos que posee el ser humano. Además, está estrechamente relacionado
con el olfato.
De esta forma, gracias al sentido del guso, el ser humano es capaz de distinguir y seleccionar
entre aquellos que son de su agrado y cuáles no. Además es capaz de recordar sus elecciones
Funciones
El sentido del gusto también está compuesto por la boca y las glándulas salivales.
La boca es el orificio a través del cual se ingiere el alimento. Está formada por dos
cavidades: la cavidad bucal, entre los labios y mejillas y el frontal de los dientes; y la cavidad
La boca se encuentra rodeada por unos pliegues de la piel, llamados labios. Dentro de esta se
encuentran los dientes, cuya función es cortar, trozar y triturar los alimentos. En ella
Además, en la cavidad bucal desembocan las glándulas salivales, que secretan la saliva, que
hablar, es el que nos permite percibir los sabores y, por tanto, nos proporciona el sentido del
gusto.
Botones gustativos
gustativo. Están formados por dos tipos de células: las de sostén y las sensitivas.
del contacto de sustancias químicas solubles con la lengua; también el paladar interviene en
Para que las papilas sean estimuladas, las sustancias deben diluirse en la saliva y penetrar en
los poros de las células sustentaculares. Las moléculas del alimento se disuelven y, al penetrar
en la papila, entran en contacto con los receptores, los cuales están unidos al cerebro a través
de los nervios.
El nervio facial es el que recoge la sensibilidad del paladar blando, a través de una de sus
ramas: el petroso superficial mayor. Por su parte, el nervio glosofaríngeo recoge las
Por último, el cerebro interpreta todas estas señales captados por los receptores, lo que
permite diferenciar los sabores. Así es cómo podemos disfrutar de los alimentos y bebidas que
ingerimos.
Se han establecido cinco sabores básicos en total a la hora de clasificar estas sustancias. Con
Umami es el sabor más difícil de describir, es bastante sutil y agradable, y su efecto suele ser
prolongado. Hay muchos alimentos que lo contienen, como la carne, el pescado o el tomate,
entre otros. Por otra parte, existe un producto que es prácticamente umami puro: el ajinomoto
o glutamato monosódico.
El sentido del gusto comienza a desarrollarse aún antes de nacer. Al respecto, se afirma que
las papilas gustativas aparecen a las 7 u 8 semanas de gestación; aunque se activan en el tercer
trimestre, cuando el bebé está preparado para nacer y disfrutar de la leche materna.
Ahora bien, la capacidad de apreciar los sabores no se desarrolla por igual con todos ellos.
En tal sentido, al nacer los bebés suelen rechazar lo salado; pero a los cuatro meses comienzan
Por otra parte, nacemos con unas diez mil papilas; sin embargo con la edad se van perdiendo.
Por lo tanto, se puede decir que los niños pequeños son más sensibles ante los diferentes
saberlo. Por eso, conviene tenerlos presentes para poder detectarlos y acudir al médico de ser
Podría pensarse que el sentido del gusto solo nos permite saborear la comida; pero su función
De esta forma, evitamos que entren en el cuerpo y desencadenen un problema mayor. Por eso,
es fundamental cuidar del sentido del gusto, de la boca y de todo lo que hay en ella.
¡Empecemos ya mismo!
Los seres humanos comprendemos nuestro entorno, reaccionamos ante él y sobrevivimos a sus
peligros gracias a nuestros sentidos. Perder uno de ellos puede significar un impacto de proporciones
inimaginables en la vida y en la manera de ser de cualquier persona. Quedarse ciego o sordo, por
ejemplo, trastoca la manera de percibir el mundo, de entenderlo y, por ende, de vivir en él. Estos
traumas, sin embargo, son superables gracias a la capacidad de adaptación de nuestro cuerpo, que
desarrolla habilidades que permiten a un impedido valerse por si mismo. Pese a esta certeza, ¿es
verdad que, al perder un sentido, los demás se potencian? Una persona ciega, ¿ve incrementada su
capacidad auditiva? Un sordo, ¿ve mejor? ¿Realidad o mito?
(Laboratorio del mecanismo celular y molecular de las conexiones cerebrales). La titular del CSIC,
cuya investigación sobre la materia ha logrado un prestigioso proyecto europeo para trabajar en este
campo, recuerda que este axioma, que “se lleva viendo desde hace más de 40 años”, “tiene una base
cerebral” y científica. “Casi todo el mundo en la calle sabe, o ha oído, que los ciegos perciben mejor
los estímulos sensoriales provinentes de los otros sentidos, como el auditivo o el somatosensorial”,
que comprende los centros de recepción y proceso de estímulos tales como el tacto, la temperatura, la
propiocepción (sentido que permite saber la posición de los músculos y de las partes del propio
cuerpo) y la nocicepción (capacidad de sentir dolor).
“Cuando la pérdida de un sentido tiene lugar de forma temprana, durante el desarrollo, el cuerpo
humano experimenta cambios cerebrales importantes”, destaca López-Bendito. “Se sabe, por ejemplo,
que la corteza cerebral que debería procesar los estímulos del sentido perdido, por ejemplo, el visual o
el auditivo, procesan otra información sensorial. En el caso de los ciegos, el área cerebral encargada
de procesar estímulos visuales procesa información auditiva o somatosensorial”.
Este, sin embargo, no es el único cambio que tiene lugar en el cerebro de alguien que pierde uno de
los sentidos. No solo queda modificada la corteza cerebral que debería ser responsable de procesar la
información percibida por el órgano privado, “sino que también lo hacen las otras cortezas. Por
ejemplo: en los ciegos, la corteza auditiva y la somatosensorial son más grandes”, detalla, haciendo
que, de forma simplificada, tengan más desarrollado el oído y el tacto.
Este proceso es mucho más claro en edades tempranas que en adultos, ya que la plasticidad cerebral
de éstos existe, pero es menor. “El cerebro es plástico pero hasta un punto –destaca la investigadora
del CSIC-. Esto, sin embargo, está en controversia, porque hay estudios recientes que muestran que el
cerebro adulto también tiene plasticidad, también hay síntomas y signos de que se adapta. Pero,
¿cuánto? No se sabe. Y, ¿cómo de comparable es con la adaptación que existe en fases tempranas?
Significativamente menor, pero existente”.
“El cerebro se adapta, y es una adaptación preciosa”, concluye López-Bendito. Este órgano, el más
desconocido y complejo del ser humano, capaz de encerrar tras de sí universos de conocimiento, de
adaptarse y modificar su conducta para sobrevivir, impulsa la vida humana y proporciona
herramientas para superar todas las dificultades planteables. Gracias a su estudio, exploración y
comprensión, el ser humano es capaz, día tras día, de comprenderse a si mismo.