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DERECHO DE PROPIEDAD

Introducción.

El señorío o dominio del hombre sobre las cosas es una de las claves de la historia de la
humanidad. La apariencia de poder, el apetito de dominación es uno de los motores de la historia
del hombre sobre la tierra y de sus evoluciones. La lucha entre los que tienen y los que aspiran a
tener que subyace en el fondo de todas las ideologías formuladas y que se formularán hasta el fin
de los tiempos.

La propiedad constituye uno de los pilares de la organización jurídica de la humanidad y la


condición de toda actividad económica del hombre. Como fundamento de las relaciones
económicas, sociales y políticas, ha sido concebida a lo largo de la historia, como aquella
relación existente entre el hombre y las cosas que lo rodean, que le permite a toda persona,
siempre y cuando sea por medios legítimos, incorporar a su patrimonio los bienes y recursos
económicos que sean necesarios para efectuar todo acto de uso, beneficio o disposición que
requiera.

La propiedad ha sido objeto de investigaciones por parte de historiadores, sociólogos,


economistas, políticos y juristas. Procuran todos ellos fijarle un concepto, determinar su origen,
caracterizar sus elementos, monitorear su evolución, justificarla o luchar contra ella. En una obra
sistemática, en una monografía, en un estudio separado, es un tema que siempre estará presente
en la consideración del jurista.

Al principio fue el hecho que nació con la espontaneidad de todas las


manifestaciones fácticas. Más tarde fue la norma la que la disciplinó,
afectándola a las demandas sociales y a la armonía de la coexistencia. Nació de
la necesidad de dominación. Objetos de uso y armas. Animales de presa y
traición. Tierra y bienes de vida. Generaba ambiciones y conflictos. Inspiraba
disciplina. Suscitó la regla jurídica. Ha sido comunitaria, familiar, individual,
mística, política, aristocrática, democrática, estatal, colectiva.
Acorde a lo anterior, la propiedad representa uno de los institutos más trascendentales de las
ciencias jurídicas, ocupando una especial atención por la doctrina, no solo desde la perspectiva
del derecho civil, sino desde el derecho constitucional, el administrativo, el inmobiliario, entre
otras.

1. Derecho de propiedad. Generalidades y marco normativo.

La propiedad se concibe como el poder jurídico que le otorga a su titular el uso, disfrute y
disposición de una cosa, a excepción de las limitaciones establecidas en el ordenamiento
jurídico. En ese sentido, el artículo 544 del Código Civil dominicano dispone lo siguiente: “La
propiedad es el derecho de gozar y disponer de las cosas del modo más absoluto, con tal de que
no se haga de ellas un uso prohibido por las leyes y reglamentos.”

Esa expresión “del modo más absoluto” atribuida a la figura objeto de estudio, se ha ido
perfilando con el devenir, puesto que podría entenderse como ilimitado. Sin embargo, por el
termino absoluto debe entenderse que ese derecho puede oponerse erga omnes y no solamente a
una persona determinada.

Para los fines del presente escrito, también cabe destacar la visión desde la economía que define
la propiedad como el conjunto de relaciones económicas y sociales que definen la posición de
cada individuo respecto al uso de los bienes escasos. Y es que la propiedad constituye la
condición de toda actividad económica del hombre y la protección más importante que la ley
brinda a toda persona. 

Tal como afirma Aizpurua Agirre (2004) “…los derechos de propiedad que operan en una
sociedad son una parte esencial de su estructura institucional. De hecho, para economistas como
Coase, Alchian o Demsetz, que han logrado que la discusión teórica sobre los derechos de
propiedad sea parte de la agenda de los economistas, cuando hace cincuenta años era un tema
básicamente ignorado, la variable económica fundamental de cualquier sistema social, es la
forma en que los derechos de propiedad están reconocidos en esa sociedad”.

No es objeto del presente escrito profundizar en la evolución histórica de dicho instituto, no


obstante, de manera sucinta, se puede señalar que inició en la edad media como un derecho
inexistente y carente protección normativa. A partir del siglo XVI, su concepción como derecho
subjetivo se fue desarrollando en el pensamiento liberal clásico, como elemento fundante del
origen del Estado y del contrato social en las teorías de Bodin, Hobbes y Locke. Este último tuvo
una visión genérica sobre la propiedad que englobaba el derecho a la vida, la libertad y la
propiedad misma.

En el siglo XIX, el derecho a la propiedad permaneció como un derecho inviolable, debido al


interés del constitucionalismo liberal conservador; sin embargo, entrado al siglo XX fue
perdiendo su concepción puramente individualista con el establecimiento del interés social como
límite; lo cual se diseminó posteriormente en el orden constitucional de muchos países de
Latinoamérica.

En ese sentido, en la República Dominicana el derecho de propiedad figura consagrado como un


derecho fundamental en la Constitución dominicana vigente, en los siguientes términos:

“Artículo 51.- Derecho de propiedad. El Estado reconoce y garantiza el derecho


de propiedad. La propiedad tiene una función social que implica obligaciones.
Toda persona tiene derecho al goce, disfrute y disposición de sus bienes.
  1) Ninguna persona puede ser privada de su propiedad, sino por causa justificada
de utilidad pública o de interés social, previo pago de su justo valor, determinado
por acuerdo entre las partes o sentencia de tribunal competente, de conformidad
con lo establecido en la ley. En caso de declaratoria de Estado de Emergencia o de
Defensa, la indemnización podrá no ser previa;
2) El Estado promoverá, de acuerdo con la ley, el acceso a la propiedad, en
especial a la propiedad inmobiliaria titulada;
3) Se declara de interés social la dedicación de la tierra a fines útiles y la
eliminación gradual del latifundio. Es un objetivo principal de la política social del
Estado, promover la reforma agraria y la integración de forma efectiva de la
población campesina al proceso de desarrollo nacional, mediante el estímulo y la
cooperación para la renovación de sus métodos de producción agrícola y su
capacitación tecnológica;
4) No habrá confiscación por razones políticas de los bienes de las personas físicas
o jurídicas;
5) Sólo podrán ser objeto de confiscación o decomiso, mediante sentencia
definitiva, los bienes de personas físicas o jurídicas, nacionales o extranjeras, que
tengan su origen en actos ilícitos cometidos contra el patrimonio público, así como
los utilizados o provenientes de actividades de tráfico ilícito de estupefacientes y
sustancias psicotrópicas o relativas a la delincuencia transnacional organizada y
de toda infracción prevista en las leyes penales;
  6) La ley establecerá el régimen de administración y disposición de bienes
incautados y abandonados en los procesos penales y en los juicios de extinción de
dominio, previstos en el ordenamiento jurídico”.

En lo anteriormente transcrito, se evidencia que la Constitución incorpora un concepto del


derecho de propiedad más extenso que el recogido en el Código Civil, donde no solo se
incorpora la vertiente subjetiva del derecho, sino también el principio de función social, el cual
delimita el contenido dominical. Esto no implica que el interés subjetivo quede desplazado, sino
que el mismo debe ser conciliado con las necesidades sociales que encuentran en la propiedad un
medio imprescindible para su realización.

Ese derecho tiene entre sus características la obligación de “hacer” por parte del Estado, que se
materializa en diversas acciones tales como: prestaciones públicas, resguardo policial, sistema
jurisdiccional para asegurar y garantizar el derecho, la creación de registros de propiedad, entre
otros aspectos, además del respeto por parte de terceros.
De igual forma, el derecho de propiedad está consagrado en otras normas de derecho
internacional que conforman el denominado Bloque de Constitucionalidad, que han sido
debidamente ratificadas por el país, entre las que figuran:

-La Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 17:


1. Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente;
2. Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.

-La Convención Interamericana de los Derechos Humanos, en su artículo 21:


1. Toda persona tiene derecho al uso y goce de sus bienes.  La ley puede subordinar tal uso y
goce al interés social.
2. Ninguna persona puede ser privada de sus bienes, excepto mediante el pago de
indemnización justa, por razones de utilidad pública o de interés social y en los casos y
según las formas establecidas por la ley.
3. Tanto la usura como cualquier otra forma de explotación del hombre por el hombre, deben
ser prohibidas por la ley.

2. Características diferenciadoras del Derecho de Propiedad.

 Es un derecho pleno porque le confiere a su titular un conjunto amplio de atribuciones


que puede ejercer autónomamente dentro de los límites impuestos por el ordenamiento
jurídico y los derechos ajenos.
 Es un derecho exclusivo en la medida en que, por regla general, el propietario puede
oponerse a la intromisión de un tercero en su ejercicio.
 Es un derecho perpetuo en cuanto dura mientras persista el bien sobre el cual se incorpora
el dominio, y además, no se extingue -en principio- por su falta de uso.
 Es un derecho autónomo al no depender su existencia de la continuidad de un derecho
principal;
 Es un derecho irrevocable, en el sentido de reconocer que su extinción o transmisión
depende por lo general de la propia voluntad de su propietario y no de la realización de
una causa extraña o del solo querer de un tercero.
 Es un derecho real teniendo en cuenta que se trata de un poder jurídico que se otorga
sobre una cosa, con el deber correlativo de ser respetado por todas las personas.

3. Atributos del Derecho de Propiedad.

Como se puede apreciar, la propiedad tiene raigambre constitucional y se define


o comprende en función a sus cuatro atributos, los cuales están al servicio de la
persona. No obstante, la propiedad encuentra sus límites en el interés social y la
ley misma.

3.1. El Uso.
El derecho a usar es el servirse del bien, utilizarlo para lo cual existe. Se usa una casa
habitándola, se usa un automóvil valiéndose de él como medio de transporte.

El derecho de usar o ius utendi es aquel en virtud del cual el propietario utiliza el bien de
conformidad con su naturaleza o destino. Este atributo presupone, desde luego el derecho a
poseer o ius possidendi pues es la manera como el propietario ejercita los demás atributos y sin
ella no puede beneficiarse del bien.

El uso consiste en la opción de poner la cosa al servicio del titular sin modificar su sustancia. El

propietario la usa para su propio beneficio o el de un tercero. Se sirve de la cosa. Pero

está claro que también puede dejar de usarla guardándola o manteniéndola


inerte.
Mariani de Vidal, establece que el derecho de uso es casi igual al de usufructo. Consiste en la
facultad de servirse de la cosa ajena, sin alterar su sustancia, pero mientras que el usufructuario
tiene el ius utendi en toda su extensión al usuario le pertenece sólo en aquello que sea necesario a
él y a su familia, conforme a su condición social.

Por tanto, entendemos por uso o ius utendi a la utilización del bien (en algunos casos ajenos) de
conformidad con su naturaleza o destino sin llegar a alterar su sustancia y que además
presupone la posesión del mismo. Así en el caso de una casa o departamento el uso consistirá en
habitar el bien; en el caso de un automóvil, bicicleta o scooter el uso consistirá en utilizarlos
como medios de transporte. En ambos casos los bienes no se extinguirán, sino que solo tendrán
un desgaste natural producto del tipo y el tiempo de uso que se les haya dado. Pudiendo
beneficiar tal derecho a quien goce del mismo o a un tercero.

3.2. Goce o disfrute.

Se explota una casa arrendándola, se disfruta de un negocio industrial haciéndolo producir. Es en


el disfrute donde la propiedad adquiere contenido económico, importancia social y a veces
también política. Por ello es este el atributo que debe más urgentemente armonizar con el interés
social. Esta es la que podríamos llamar la “zona del conflicto social”.

El derecho de gozar o disfrutar o ius fruendi, es aquel por el cual el dueño obtiene para sí el
aprovechamiento del bien, se trate de sus frutos como de sus productos e incluye su consumo,
cuando el bien es consumible. Baudry Lacantinerie señala que disfrutar de la tierra importa
recoger las cosechas de la misma.

Se lleva a cabo esencialmente con la percepción de los frutos, ya sean los que provienen
naturalmente de la cosa (quidquid nasci et renasci solet), así como los frutos civiles. El distrute,
en términos de precisión lingüística, difiere del uso, y ya el Derecho romano admitía el adagio
siguiente: si fructus sine usu obtigerit stipulatio locum hadebit. El lenguaje corriente, incluso
jurídico, emplea la expresión en un sentido más amplio, insertando en el derecho de goce el de
uso, teniendo en cuenta la lógica del empleo de la cosa, cuyo disfrute habitualmente involucra el
uso.

Por tanto, entendemos por uso o goce o ius fruendi al aprovechamiento de los frutos y productos
del bien incluyendo su consumo cuando el bien sea consumible. Teniendo este atributo carácter
económico, social y político. Presuponiendo el disfrute o goce el uso. En un arrendamiento se
obtiene un provecho económico de la misma forma aquella persona que cede el uso temporal de
su auto, bicicleta o scooter por ejemplo a través de una cesión de uso a título oneroso.

3.3. Disposición

El derecho a disponer o ius abutendi, que es el más caracterizado y típico de los atributos del
dominio dado que el uso y el goce son actos de administración, por cuya virtud el dueño tiene la
libertad de disposición tanto material como jurídica, consumiéndolos, afectándolos,
desmembrándolos o desprendiéndose de ellos a título oneroso o gratuito.

El ius abutendi, en el sentido de disponendi, implica la disposición material que raya con la


destrucción como la jurídica, es decir, el poder de enajenar a cualquier título: donación,
compraventa, permuta; quiere decir incluso consumir la cosa, transformarla, alterarla; significa
incluso destruirla, pero solo cuando no involucre un procedimiento antisocial. En suma: disponer
de la cosa dará como resultado en los hechos el alcanzar su sustancia, desde que el derecho a
esta reside en la misma esencia del dominio. Pero también envuelve el poder de gravarla o
someterla al servicio ajeno.

Por tanto, la disposición o ius abutendi es aquella que involucra la libertad de enajenación del
bien (jurídica) o el deterioro o destrucción del mismo (material). Lo usual es la transferencia de
la titularidad del bien a través de una compraventa, permuta o donación sin embargo nada impide
que el dueño altere la sustancia del bien deteriorándolo o destruyéndolo siempre y cuando ello no
riña con el interés social o los límites de la ley.

3.4. La reivindicación o ius vindicandi .

Es aquella acción imprescriptible interpuesta, como se señala en doctrina, por el propietario no


poseedor contra el poseedor no propietario. Mediante esta acción el propietario recurre a la
justicia reclamando el objeto de su propiedad y evitando la intromisión de un tercero ajeno a
derecho (ej. recuperación de un bien, reconocimiento de la propiedad.

El poseedor no propietario es quien usualmente posee el bien sin causa jurídica alguna o
injustamente.
Los requisitos de la acción reivindicatoria, son: a) que el demandante sea el dueño del bien; b)
que el bien esté individualizado y c) que el demandado esté en posesión del bien.

4. Modos de adquirir la Propiedad.

Se entiende por adquisición de la propiedad el modo de convertirse en propietario de una cosa


conforme al Derecho. En nuestro ordenamiento jurídico los modos de adquirir la propiedad se
dividen en:

4.1. Modos originarios

Son aquellos que hacen nacer el derecho por primera vez sobre la persona de su titular, es decir,
el reconocimiento e inscripción por primera vez de un derecho real inmobiliario, lo que se
conoce en nuestra legislación como saneamiento inmobiliario.

3.2. Modos derivados

Están contenidos en los artículos 711 y 712 del Código Civil Dominicano, que establecen que la
propiedad de los bienes se adquiere y transmite por sucesión, por donación entre vivos o
testamentaria, y por efecto de las obligaciones, también se adquiere por accesión o incorporación y
por prescripción

3.2.1. Sucesión

En la lectura combinada de los artículos 712 y 718 del Código Civil Dominicano podemos
establecer que la sucesión es un modo de transmisión post mortem de los derechos del de-cujus a
favor y provecho de los sucesores o legatarios con calidad legal para recibirlos.
Es el modo de transmisión de la propiedad de los bienes del causante a los sucesores en calidad
legal para recibirlos a consecuencia de la muerte del primero. Se trata de un modo derivativo,
puesto que la propiedad ya existía en el patrimonio del difunto, y mortis causa, pues es el
fallecimiento es lo que determina la sucesión.

Nuestro Código Civil hace referencia a la sucesión testada o intestada, según haya testamento o
no. Sin embargo, el hecho de que haya testamento no es suficiente para que se produzca la
adquisición de la propiedad en favor de sus beneficiarios. En primer lugar el testamento ha de ser
válido (tanto de forma como de fondo, esto es, respetando los sistemas de legítimas), en segundo
lugar, los herederos han de poder serlo (es decir, no estar impedidos para ello) y en tercero, han
de aceptar la herencia para perfeccionar la transmisión.
    
En cualquier caso, para poder acceder a los bienes y a su inscripción registral, deberá liquidarse
el correspondiente impuesto de sucesiones y donaciones, establecido por la Dirección General de
Impuestos Internos (DGII) correspondiente.
    
3.2.2. Donaciones

La donación es un acto por el que una persona (donante) entrega a otra (donatario) un bien o
derecho sin recibir nada cambio.

Para que sea válida requiere de la aceptación del donatario, aunque esta aceptación puede
hacerse constar en la misma escritura de donación o en otra separada y debe realizarse siempre
en vida del donante. Además, tratándose de la donación de bienes inmuebles ésta debe hacerse
siempre en escritura pública.

El artículo 893 de Código Civil Dominicano establece que “ninguno podrá disponer de


sus bienes a título gratuito, sino por   donación entre vivos o por testamento.”, disponiendo
además los artículos 894 y 895, que la transmisión por donación entre vivos es un acto por el
cual el donante se desprende definitiva e irrevocablemente del bien donado en vida, mientras
que la transmisión testamentaria, es un acto mediante el cual, el testador dispone para el
futuro, es decir, para el tiempo en que deje de existir. ambos son modos derivados
de transmisión de la propiedad, pero la modalidad testamentaria, sucesoral
o donación, dependerá de si el acto de disposición tendrá efecto entre vivos o después
de fallecida la persona, y en este último caso, si dejo testamento o no.

3.2.3. Accesión o Incorporación

Es el medio de adquirir la propiedad mediante una extensión de dominio. Todo aquello que se
incorpore natural o artificialmente a una cosa principal pertenece al dueño de esa virtud del
derecho de accesión: esto es, por una unión o adjudicación de una cosa secundaria a una cosa
principal.

La accesión es un modo de adquirir la propiedad independientemente del hecho de la posesión,


por lo que el propietario del terreno se convierte en dueño de todas las obras que en ella se
implementen o surjan, sea o no poseedor del terreno en cuestión.

El artículo 546 del Código Civil Dominicano establece que “la propiedad de una cosa, mueble,
o inmueble, da derecho sobre todo lo que se agrega accesoriamente,
sea  naturalmente o artificialmente. Este derecho se llama accesión”. Mientras que el artículo
551 del mismo código establece que “todo lo que se agrega o incorpora a la cosa,
pertenece al dueño de ésta…”.,en ese sentido, podemos ver que el Derecho Civil
establece una presunción de propiedad en beneficio del propietario, sobre todo lo que en
el terreno se construya, presunción que se destruye mediante la prueba en contrario.
  
 3.2.4. Prescripción Adquisitiva

La prescripción consiste en el hecho de que por el solo transcurso del tiempo una persona que
haya detentado un bien con animus domini y reteniendo el corpus, es decir en calidad de
propietario en forma pacífica, continua y públicamente, se convierte en propietario.
La prescripción adquisitiva o usucapión es el medio por el cual el poseedor de una cosa inmueble
adquiere el derecho de propiedad sobre esa cosa, por efecto de la posesión prolongada durante un
plazo legalmente establecido.

Mediante la prescripción se adquiere el dominio de los derechos reales por el transcurso del
tiempo en las condiciones que determina la Ley. El dominio y demás derechos reales sobre
bienes inmuebles se prescriben por la posesión durante diez años entre presentes y veinte años
entre ausentes con buena fe y justo título. También se prescriben por la posesión no interrumpida
durante treinta años sin necesidad de título ni buena fe y sin distinción entre presente y ausentes.

La prescripción adquisitiva compete a aquella persona que mediante el transcurso de cierto


tiempo y bajo las condiciones establecidas por la ley ha poseído un bien inmueble, se ejerce
contra quien aparezca como propietario de esos bienes en el Registro Público de la Propiedad,
con el fin de que se declare que se ha consumado y que ha adquirido por prescripción la
propiedad del inmueble reclamado.

Esta forma de adquisición de la propiedad o derechos reales vendrá dada generalmente por
resolución judicial. El fundamento de la usucapión o prescripción, es poner fin a un estado de
incertidumbre de derechos (los generados por la posesión apta para usucapir, y los de propiedad
que le asisten al titular del dominio), en tanto que centrada la atención en el sujeto pasivo, la
prescripción adquisitiva descansa en la inercia del auténtico propietario del bien, quien lo
abandonó o dejó en manos de otro poseedor, inercia que da lugar a la usucapión, que constituirá
la sanción impuesta al propietario negligente.

Es claro que el fundamento de la usucapión no operaría, si en la prescripción adquisitiva se


demandara a alguien que no fuera el verdadero propietario, porque el estado de incertidumbre
aludido no cesaría, al no haber sido tomados en cuenta los derechos del auténtico dominador de
la cosa; además, no tendría sentido atribuir el abandono del bien inmueble a quien no es
realmente su dominador, tampoco sería lógico sancionar a quien no puede imputársele la calidad
de “propietario negligente”, porque sólo su actitud de abandono y negligencia podrían constituir
la causa para el acogimiento de la acción de prescripción.
Tanto la doctrina clásica desde el derecho romano, como nuestra legislación anterior y la vigente,
reconocen que sólo la posesión originaria, es decir, la que se tiene en concepto de dueño, puede
producir el efecto de adquirir la propiedad mediante de la prescripción. Por ello, la posesión en
concepto de propietario, es la primera condición necesaria para prescribir.

Colisión entre el derecho de propiedad con otros derechos.


Como vemos la Constitución contempla y regula el derecho a la propiedad en el artículo 51. El
derecho a la propiedad no se trata de un derecho que se pueda ejercer con libertad absoluta, sino
que es un derecho que encuentra sus límites constitucionales en la función social, así como en
todos aquellos preceptos reconocidos constitucionalmente que puedan verse violados por la
propiedad privada: El derecho a la vivienda (Art. 59), la garantía de conservación del patrimonio
histórico (Art. 64.4), la utilización racional de los recursos naturales (Art. 67) entre otros. 

El Estado. Sujeto obligado en la protección de la propiedad.

El derecho de propiedad se encuentra en la satisfacción de las necesidades materiales por parte


de una persona o grupos de personas, constituyendo su contenido esencial el del disfrute de un
bien para la satisfacción de sus necesidades. Este derecho tiene entre sus características la
obligación de “hacer” por parte del ente que lo garantiza (entiéndase, el Estado), la misma que
puede traducirse en diversas acciones tales como: prestaciones públicas, resguardo policial,
sistema jurisdiccional para asegurar y garantizar el derecho, la creación de registros de
propiedad, entre otros aspectos, además del respeto por parte de terceros.

Función social del derecho de propiedad.

La función social de la propiedad supone la superación de la concepción individualista de la


propiedad como un derecho ilimitado sobre una cosa. La propiedad privada ha de ser
considerada como un derecho subjetivo al que va ligada una función social.
La función social del derecho de propiedad, con arreglo a la cual las leyes han de delimitar el
contenido propio de ésta, opera no sólo en abstracto sino también en concreto, en relación con las
distintas clases de bienes sobre los que el dominio recae. El legislador puede establecer en
consecuencia regulaciones distintas de la propiedad en razón de la naturaleza propia de los
bienes y en atención a características generales de éstos. 

De manera que, el derecho de propiedad, que el Código Civil define en principio como absoluto,
exclusivo y perpetuo no mantiene siempre con rigor esos caracteres. En el mismo Código Civil y
en el resto del ordenamiento jurídico se establecen numerosas limitaciones a la propiedad, que
afectan el carácter absoluto, exclusivo y perpetuo de este derecho. Estas limitaciones se
enmarcan en dos grandes grupos:

a) Limitaciones impuestas por la ley teniendo en cuenta inmediatamente el interés privado


de los demás particulares propietarios de inmuebles; estas limitaciones se rigen por el
Código Civil dominicano.

En este sentido, se destaca la prohibición al dueño del predio sirviente de disminuir el uso de la
servidumbre o hacerlo más incómodo y en consecuencia, no podrá mudar o trasladar el ejercicio
de la misma a otro paraje distinto de aquel que se fijó en principio (Art. 701 del Cc); la
prohibición de abrir en la pared medianera con el predio contiguo ventanas o aberturas sin que
los dueños de ambos predios estén de acuerdo (Art. del 675 Cc); también la obligación del
propietario de construir los techos de modo que las aguas pluviales se viertan a su propiedad o a
la vía pública (Art. 681 del Cc).

b) Limitaciones administrativas a la propiedad privada.

Están regidas por el Derecho Administrativo y sus normas sectoriales, en virtud de las cuales
pueden ser impuestas por la Administración Pública Central y los entes locales municipios.
Conforme lo desarrollado por Gordillo (2017, 370-390), las principales limitaciones
administrativas a la propiedad privada son:

-Las meras restricciones


Son condiciones legales del ejercicio del derecho de propiedad. Se dice que es meramente una
tolerancia que el propietario debe soportar, que no existe un sacrificio particular o especial del
propietario, sino que esa restricción es general, es decir, que todos los propietarios la sufren en
igual medida. No hay en ella tampoco un desmembramiento de la propiedad. En cierto modo
están ínsitas en la existencia misma del derecho; las restricciones nacen con el nacimiento del
derecho de propiedad, son pues de su naturaleza, de su esencia, por lo mismo que no existen
derechos absolutos.

-La servidumbre administrativa es la constitución de un derecho público real por el Estado, en


forma unilateral o convencional, sobre un inmueble de dominio privado, con el objeto de que
este inmueble sirva al uso general, por razones de utilidad pública y mediante el pago de la
indemnización que corresponda. Ejemplos: I. La instalación de acueductos cuando se construyan
por razones de interés público; II. La instalación de líneas eléctricas para uso público; III. La
instalación o construcción de edificios provisionales a lo largo de los límites del Estado,
necesarios para la vigilancia y conservación del territorio estatal; IV. La observación y
contemplación de la belleza panorámica desde un punto determinado de un inmueble; y V. Las
demás de la misma naturaleza, que señalen las leyes

Las servidumbres administrativas pueden ser constituidas directamente por ley, o autorizadas por
la ley pero establecidas por la administración en un acto administrativo concreto: también
pueden ser constituidas por acuerdo de voluntad con el propietario particular, por accesión y por
usucapión.

Asimismo, deben ser indemnizadas, porque no son una mera limitación a lo absoluto de la
propiedad, como las restricciones administrativas, sino que afectan lo exclusivo del dominio: El
propietario pierde la exclusividad de su goce total, produciéndose así una desmembración de su
derecho, que la indemnización viene a reparar.
Como consecuencia de la imposición de una servidumbre administrativa, no se produce
alteración alguna en la condición legal del propietario: Éste sigue siendo tal, y puede utilizar la
cosa, pero respetando la servidumbre creada, sin violar las obligaciones que la ley le impone. La
cosa en sí no pasa al régimen de la cosa pública; sólo la servidumbre, el derecho público de uso
que se crea, es el que integra el dominio público.

-La Expropiación: es una institución de Derecho Público que consiste en la transferencia


coactiva de la propiedad privada desde su titular al Estado, mediante indemnización:
concretamente, a un ente de la Administración Pública dotado de patrimonio propio. Puede
expropiarse un bien para que este sea explotado por el Estado o por un tercero.

La expropiación posee dos notas características: primera, es una transferencia de carácter


coactivo, lo que hace de ella una institución característica del Derecho Público que no
puede ser asimilada a la compraventa prevista en el derecho privado; segunda, el
expropiado tiene derecho a recibir a cambio una indemnización equivalente al valor
económico del objeto expropiado, lo que la diferencia de la confiscación. Su base
constitucional se encuentra en el mencionado artículo 51 de la Constitución dominicana y
su base legal, en la Ley No. 344 de Expropiación del 31 de julio del 1943.

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