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I.

IMPUTACIÓN OBJETIVA

A. Definición

La teoría de la imputación objetiva es aquel constructo dogmático por el que se busca


determinar los criterios por los cuales se procederá a atribuir el resultado típico a una
conducta, siendo así la imputación objetiva tiene como función establecer parámetros de
corrección de la causalidad en la realización típica. Se discute si es sólo para atribuir
resultados a conductas o si en general como dice Jakobs es algo mucho más amplio que
abarca todo lo que tienen que ver con la propia determinación de lo que es una conducta
típica.

B. Antecedentes

Este tema se empezó a teorizar de manera científica en el siglo XIX. Algunos autores
empezaron a plantearse cuál debía ser el criterio para determinar si un resultado
correspondía a determinada conducta, sobre todo porque en esta época se tenía la idea
que solo se podía demostrar algo a través de la ciencia y se valoraba mucho el criterio
causalista de la producción del resultado. Así, siendo que la lógica causalista determinaba
la tipicidad de la acción mediante datos empíricos se postula el criterio de la causalidad
para establecer la relación entre acción y resultado típico.

El primer modelo que manifestó con mayor precisión el criterio causal fue la teoría de la
equivalencia de las condiciones conocida también como de la conditio sine qua nom, la
cual se atribuye a Von Buri y por la que se señalaba que es causa toda aquella condición
sin la cual no se hubiera producido el resultado en cuestión, por tanto se afirmaba que un
hecho es causa de un resultado, si suprimido mentalmente el primero (hecho) el último
desaparece (resultado). No obstante, esta teoría fue dejada de lado por los problemas que
contenía, tales como:

a. Tenía un carácter pre-jurídico que atendía a datos natura listicos, lo cual llevaba a
una remisión al infinito en las posibles causas, afectándose la prohibición de
regreso.
b. Su método de supresión mental no ofrecía un mayor conocimiento sobre la
causalidad, ya que suponía el conocimiento pleno del carácter causal de la
condición.
c. No solucionaba los casos de causalidad alternativa o de confluencia de
condiciones.

Posteriormente se pretende corregir la teoría de la equivalencia de las condiciones a través


de la teoría de la causalidad adecuada desarrollada por Von Kries, según esta teoría es
causa una conducta que tiende a provocar el resultado a través de la mayor adecuación
con el tipo que comprende el resultado que se produce, siendo el resto de conductas
irrelevantes; sin embargo esta teoría cae en el error de que pretendía resolver una cuestión
de índole valorativa como es la imputación en base a un criterio empírico como es la
causalidad.

Posteriormente, el primer intento de una teoría de la imputación objetiva moderna es


realizada por Larenz y Honing quienes elaboran la teoría de la pretendibilidad objetiva
(que se parece mucho a la aceptada teoría de la imputación objetiva de Roxin). Esta teoría
dice que un resultado se atribuye a la conducta, cuando además de haberlo causado, forma
parte de esos resultados que se esperan de esa clase de comportamiento (en el fondo lo
que es previsible).

C. Imputación Objetiva en el modelo de Roxin


Es con el modelo propuesto de Roxin que la teoría de la imputación objetiva alcanza gran
aceptación. Él desarrolla un modelo de imputación objetiva del resultado y basada en el
tipo objetivo, por el cual se trata de atribuir el resultado al comportamiento. Roxin dice
que un resultado se puede atribuir a la conducta en primer lugar cuando hay causalidad,
pero además es importante que entre la conducta y el resultado exista una relación de
riesgo, la cual se da en dos momentos: a) En un momento ex – ante, referido al plano de
la conducta, aquí se debe ver la previsibilidad, es decir si existe un riesgo relevante de si
yo llevo a cabo un comportamiento se pueda producir ese tipo de consecuencia y b) Un
momento ex post, referido al resultado; aquí se ve si ese riesgo generado ex ante es
realmente el riesgo que se ha materializaron en el resultado, porque puede ser que hayan
concurrido otros riesgos que se materializaron, así el juicio ex post es el punto más
complicado de la teoría de la imputación objetiva.
D. Imputación objetiva en el modelo de Jakobs

Jakobs elabora un modelo de imputación subjetiva distinto al propuesto por Roxin. Para
Jakobs la imputación objetiva ofrece el material para poder interpretar cuando se ha
defraudado de manera objetiva una expectativa social institucionalizada. Esto demuestra
que solo se podrá imputar objetivamente a un ciudadano cuando este haya realizado una
conducta contraria a la norma que manifiesta una expresión de sentido ajena a su rol
personal; de ahí que se señale que Jakobs postula un modelo de imputación objetiva del
comportamiento.
En este sentido la teoría de Jakobs se desarrolla en base del ámbito de organización de la
persona que se encuentra inmersa en un espacio de actuación en el cual existen niveles de
actuación riesgosa permitidos por el orden jurídico, siendo que cuando el sujeto origina
un riesgo no permitido corresponde determinar si éste se le puede imputar en función de
su ámbito de competencia.

Para esto Jakobs propone un conjunto de instituciones imprescindibles que dan contenido
a la imputación objetiva, las cuales son: a) Principio de confianza, b) prohibición de
regreso y c) la competencia de la víctima.

1. Reglas de la imputación objetiva

Las reglas que deben observarse en la imputación objetiva son las siguientes:

Desde el juicio ex – ante del riesgo:

a. Los riesgos que se imputan, deben ser riesgos penalmente relevantes. La


relevancia de los mismos se da a través de un aspecto cualitativo y otro
cuantitativo, el primero hace referencia a que los riesgos muy bajo no deben ser
tomados en cuenta por el derecho penal de igual modo no entran, el segundo
aspecto se refiere a la suficiencia del riesgo, por tanto no procede imputar ante la
presencia de riesgos socialmente adecuados o permitidos.
b. Cuando se está ante un supuesto de disminución del riesgo, es decir cuando un
riesgo co-causante tuvo como objetivo disminuir el riesgo pre-existente en el
mismo bien jurídico, se entiende que la presencia del riesgo co-causante no debe
ser imputado.

Desde el juicio ex – post del riesgo:

a. Ante supuestos donde se producen una desviación del riesgo, es decir cuando
aparece un segundo riesgo que termina produciendo el resultado a diferencia del
riesgo pre existente, a efectos de imputar, se debe tomar en cuenta el criterio de la
previsibilidad. Por tanto, si los sucesos posteriores que crean el riesgo subsecuente
son imprevisibles se rompe el nexo de imputación; caso contrario, de advertirse
que el nuevo riesgo era previsible se mantiene la doble imputación.

b. Ante supuestos de interrupción del nexo causal se debe de valorar el


comportamiento del que interviene en segundo lugar, así si el comportamiento del
que interviene en segundo lugar es doloso o gravemente negligente entonces si se
rompe el nexo de imputación, sin embargo, si actúa solo con una negligencia leve
si se mantiene el nexo de imputación respecto al primer interviniente. Cuando hay
un quiebre de nexo causal entonces el riesgo ex post que es generado se trataría
como una tentativa.

c. Cuando la propia víctima genera el riesgo, aquí la propia víctima actúa


negligentemente, se pone en peligro o no adopta medidas suficientes para evitar
el daño. Otro supuesto se da en los casos de auto lesión como medida de
salvamiento, aquí se debe analizar la previsibilidad y proporcionalidad de la
acción de salvamiento que ejecuta la propia víctima.

2. Principio de confianza y prohibición de regreso

El principio de confianza y la prohibición de regreso son dos instituciones que


Jakobs elabora a efectos de fundamentar su teoría de la imputación objetiva.

a. Principio de confianza: Partiendo de la premisa que las personas se


desarrollan en un sociedad de riesgos, donde algunos de ellos son
jurídicamente permitidos y corresponde al rol de las personas no sobrepasar
los mismos, se entiende que la división del trabajo libera al ciudadano
competente de ejercer un control sobre las actuaciones de los demás. Así este
principio supone que las personas actúen confiando en que los demás obrarán
respetando su rol personal puesto que a su vez estos son sujetos responsables.

De igual modo este principio se caracteriza por hacer viable el reparto de


funciones y la división del trabajo en la sociedad así como dinamizar los
contactos sociales. Seguidamente, en base a su despliegue, se dice que el
principio de confianza no tiene carácter contrafáctico puesto que solo es válido
confiar en la medida que la situación sea razonablemente confiable, siendo
que cuando existe la posibilidad de advertir lo ilícito de la conducta no se
puede invocar este principio
Este principio se manifiesta en dos modalidades: a) Se considera que una
conducta es inocua, cuando la persona que actúa a continuación cumple con
los deberes a su cargo; b) Cuando una situación concreta ha sido
preparadamente previamente por un tercero, de manera que quien haga uso de
ella (potencial autor) en observancia de sus deberes no ocasionaría daño
alguno; c) Hay confianza cuando el sujeto entiende que lo que recibe y lo que
otorga está y será utilizado bajo el marco legal.

Ahora bien, los límites al principio de confianza son:

a. Se excluye la confianza cuando la otra persona no tiene capacidad para ser


responsable o su responsabilidad está dispensada.
b. No existe confianza cuando es evidente que una conducta es contraria a
las expectativas normativas o cuando la confianza es estrambótica.
c. No existe confianza cuando el rol de un tercero es justamente compensar
los fallos que eventualmente otro cometa.

b. Prohibición de regreso: Este instituto de la imputación objetiva aporta los


criterios para determinar la responsabilidad de quien realiza un
comportamiento estereotipado que favorece al hecho delictivo del otro. Así
señala que cuando una persona entra en contacto con otra de modo tal que no
quebranta su rol personal, puesto que se mantiene en los márgenes
estereotipados de su comportamiento, entonces no contraviene la vigencia
normativa a pesar que el otro interviniente utilice esta aportación en una
organización no permitida.

Esta figura tiene una gran tradición en el derecho penal, así ya era utilizada
por Frank quien en base al análisis del actuar imprudente señalaba que un
aporte imprudente al delito doloso de otro, no me hacía al aportante
responsable del resultado doloso que otra persona provoco, es decir no cabe
posibilidad de participación imprudente en el delito doloso ajeno.
Seguidamente esta institución fue trabajada por Jakobs quien amplió su
contenido del factor de la imprudencia a la noción de rol social y
comportamiento estereotipado.

Siendo así, en el desarrollo que realiza Jakobs a diferencia de lo que ocurre


con el principio de confianza, la prohibición de regreso si tiene un carácter
contra fáctico, es decir que a pesar que el sujeto pueda advertir que su aporte
será utilizado en una esfera de organización contraria a las expectativas
normativas, en la medida que este aporte sea manifestación de un
comportamiento estereotipado propio de su ámbito de organización, no se le
podrá imputar el posterior resultado lesivo y esto es así ya que un
comportamiento estereotipado carece de significado delictivo.
Adicionalmente Jakobs señala que la prohibición de regreso no puede
confundirse con el principio de solidaridad, ya que resulta una cuestión
distinta que ante daños ingentes se tenga el deber atenuado de prestar auxilio.

La prohibición de regreso puede presentarse a través de dos modalidades: a)


No se responsabiliza al que incurre en un comportamiento estereotipado que
es utilizado de manera unilateral por otro para la comisión de un hecho
delictivo; b) Cuando existiendo un vínculo con el autor no se imputa a quien
realiza una prestación generaliza e inocua con la cual se comete el ilícito.

Seguidamente para la prohibición de regreso se han señalado los siguientes


límites:

a. La conducta pierde su carácter de estereotipada conforme al rol cuando se


encuentra enmarcada en un contexto objetivamente delictivo.
b. La conducta pierde su carácter de inocua cuando supone la existencia de
conocimientos especiales en el sujeto al momento de su ejercicio.

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