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PRESENTACIÓN

Docente del Curso:

La presente monografía tiene como objetivo informar a los estudiantes del tercer ciclo, del curso
de Derecho penal parte general sobre el tema: Teoría De La Imputación Objetiva. Para ello
hemos investigado de diferentes fuentes bibliográficas tanto de autores nacionales como
extranjeros, en ellas no pretendemos abordar los temas a profundidad, partiendo desde el
concepto de tipicidad hasta reglas de imputación objetiva de la conducta, la imputación objetiva
es un mecanismo normativo que sirve para los fines del Derecho penal de un Estado liberal,
vale decir, asegurar que los ciudadanos cumplan cabalmente con sus deberes jurídicos, pero
únicamente dentro de aquello que les corresponde en el marco de su ámbito de organización.
Todo aquel riesgo, por tanto, que tiene lugar fuera de dicha esfera no le incumbe
normativamente al ciudadano; por tanto, éste no es jurídico penalmente competente del mismo.
En tal sentido, la imputación objetiva resguarda, a su vez, la libertad de las personas como tales
y se rige en una garantía normativa para el respeto de su auto organización.

De ahí la importancia, de conceder espacios autónomos a las diversas estructuras dogmáticas en


el marco de la imputación objetiva, dados sus propios alcances y fundamentos.

“Teoría De Da Imputación Objetiva”


“Teoría de la imputación Objetiva”

Para la presente recopilación bibliográfica nos hemos valido de la actualización informativa


en campo, así como fuentes bibliográficas entendidas en materia con la intención de
presentar un trabajo acorde a lo propuesto con el desarrollo del curso, así como el aporte
del equipo que fue muy útil para el desarrollo de la investigación.
Para desarrollar la presente investigación nos hemos valido de la asesoría del silabus.
Esperamos se pueda dispensar cualquier error involuntario en el que hayamos podido
incurrir.

“LOS ALUMNOS”
Introducción:

Los objetivos de esta investigación son el conocer y dar una definición básica sobre
imputación.
En el ámbito del derecho, la imputación es el acto que implica la acusación formal a una
persona de un delito concreto. Por lo que hemos considerado una necesidad imperante en el
sentido de nivel de conocimientos sobre el tema que involucra una diversidad de aportes
bibliográficos que va desde contribución de especialistas juristas con lo que hemos
enriquecido el comentario del artículo del código penal que explican las formas legales en
el presente informe.
La misma que esperamos explicar convenientemente en los 6 capítulos que componen la
presente redacción bibliográfica.
En el primer capítulo, relacionamos: Todos los aspectos generales sobre la imputación
Objetiva, de manera que nos permita tener una base teórica
Uno de los temas más polémicos tratados en el ámbito de la teoría del delito lo constituye la
atribución de resultados. Se define a la imputación objetiva como la delimitación de la
responsabilidad según el criterio de las capacidades individuales de la responsabilidad
según el criterio de las capacidades individuales.
ÍNDICE
CAPITULO I: ASPECTOS GENERALES
ALGUNOS CONCEPTOS BIBLIOGRÁFICOS
A-GEORG W. F. HEGEL
B-KARL LARENZ
C--RICHARD HÖNIG
D-HANS WELZEL
E-CLAUS ROXIN
F-GÜNTHER JAKOBS

CAPITULO II: TEORIA DE LA IMPUTACIÓN OBJETIVA


I. ANTECEDENTES DE LA IMPUTACIÓN OBJETIVA
II. LA IMPUTACIÓN Y LA CAUSALIDAD

CAPITULO III: REGLAS DE LA IMPUTACIÓN OBJETIVA DE LA CONDUCTA


SEGÚN JAKOBS

I. RIESGO PERMITIDO
II. LA DISMINUCION DE RIESGO
III. EL RIESGO INSIGNIFICANTE
IV. PRINCIPIO DE CONFIANZA
V. LA PROHIBICION DE REGRESO
VI. EL ÁMBITO DE RESPONSABILIDIDAD DE LA VICTIMA

CAPITULO IV: REGLAS DE LA IMPUTACION OBJETIVA DE RESULTADO


SEGÚN JAKOBS
I. LA RELACION DE RIESGOS
II. LOS NEXOS CAUSALES DESVIADOS
III. INTERRUPCION DEL NEXO CAUSA
IV. LOS RESULTADOS PRODUCIDOS A LARGO PLAZO
V. FIN DE PROTECCION DE LA NORMA
VI. IMPTUACION DEL RESULTADO EN EL AMBITO DE RESPONSABILIDAD
……POR EL PRODUCTO.

CAPITULO VI: ELEMENTOS ESTRUCTURALES DE LA IMPUTACION AL


TIPO OBJETIVO.
I. LOS SUJETOS
II. LA CONDUCTA
III. OBJETO DE ACCION
CAPITULO I: ASPECTOS GENERALES
I. ALGUNOS CONCEPTOS BIBLIOGRÁFICOS

A. DEFINICION DE IMPUTACIÓN -GEORG W. F. HEGEL

Sentó a comienzos del siglo XIX el principio fundamental de que sólo puede llamarse
imputación en sentido estricto a aquello que en una conducta puede ser reconocido como
mío. Para su determinación propuso distinguir entre dos clases diversas de consecuencias
que una conducta genera, pues mientras algunas de ellas son parte de la configuración
misma de la acción, a ella le pertenecen, son su alma y sin ella nada representan, existen
otras consecuencias que no le pertenecen a la conducta, sino a la modificación que en el
mundo exterior ha causado el comportamiento; por consiguiente, solo las consecuencias
que pertenecen a mi conducta, como modificación del mundo exterior, pueden serme
imputadas, mientras las consecuencias que se derivan no de mi conducta, sino de la ya
producida modificación en el mundo exterior, no me deben ser imputadas.
B. DEFINICION DE IMPUTACIÓN KARL LARENZ
Civilista alemán, reivindica el concepto de acción de Hegel, pero en su construcción afirma
que el concepto de imputación ya no debe ser entendida en sentido subjetivo, sino objetivo:
no sólo abarca la imputación de hechos conocidos y queridos sino también los que podrían
haber constituido el objeto de la voluntad, es decir, los hechos imprudentes. Larenz
interpreta el concepto de acción original de Hegel como limitado solamente a los delitos
dolosos, -cuestión sobre la que no existe acuerdo8 -, pero para aquél, se trata de la
fundamentación del concepto de acción en cuanto presupuesto teórico general de cualquier
sistema de imputación, esto es, de adscripción de un hecho a un sujeto. La pregunta
decisiva, según Larenz, es la de “qué es lo que se puede atribuir al sujeto como su acción,
de qué se lo puede hacer responsable. “Cuando el resultado no es objetivamente previsible,
el acontecer provocado por el comportamiento del causante no debe ser considerado como
su propio hecho, sino como un acontecimiento casual, mientras que la cuestión de si el
autor concreto “ha previsto el resultado o ha podido preverlo con sus aptitudes
individuales” es tan sólo un “problema de la imputación subjetiva”, en el sentido de
“culpabilidad”.
C. IMPUTACIÓN OBJETIVA SEGÚN RICHARD HÖNIG
Continúa la elaboración de la teoría de la imputación objetiva. También para este autor “se
añade al juicio causal, como juicio posterior independiente, el de la imputación objetiva”.
Parte de la pugna entre la teoría de la equivalencia y teoría de la adecuación, pero lleva la
discusión a otro terreno al constatar “que en la ciencia del Derecho no es posible que lo
único que importe sea la comprobación del nexo causal en sí, sino que hay que discutir la
explicación de una determinada propiedad, que corresponde a las exigencias del orden
jurídico, del nexo existente entre acción y resultado”.

Roxin explica que la cuestión jurídica fundamental propuesta por Honig no consiste en
averiguar si se dan determinadas circunstancias, sino en establecer los criterios conforme a
los cuales queremos imputar determinados resultados a una persona. De este modo el
cambio de perspectiva que aquí se lleva a cabo desde la causalidad a la imputación hace
que el centro de gravedad se desplace ya en la teoría de la acción de la esfera ontológica a
la normativa: según esto, la cuestión de si se le puede imputar a un hombre un resultado
como obra suya depende desde un principio de los criterios de enjuiciamiento a los que
sometamos los datos empíricos
Jakobs mantiene una concepción distinta que parte de la base teórica reseñada, donde no se
concibe la imputación objetiva sólo como vínculo entre acción y resultado, sino que es la
encargada de establecer cuándo estamos frente a una acción jurídica penalmente relevante.
En efecto, divide la imputación objetiva en dos niveles: por un lado, la imputación objetiva
del comportamiento. En un segundo nivel, la imputación objetiva del resultado.
D. IMPUTACIÓN OBJETIVA SEGÚN HANS WELZEL
En su estudio programático “Studien zum System des Strafrechts” resolvió el supuesto del
que envía a otro al bosque con la esperanza de que un rayo lo mate de modo totalmente
diverso al modo en que lo resolvió en la última edición de su manual, en que acude a la
falta de dolo, indicando que “este ejemplo no tiene que ver ni con la causalidad, ni con el
dolo, sino con el significado social de la acción que hemos denominado adecuación social”.
La idea básica de la teoría de la adecuación social es que aquéllas acciones que se mueven
dentro de lo que históricamente ha llegado a ser el orden ético-social de la vida en
comunidad, y que por tanto son “socialmente adecuadas”, no pueden encajar en un tipo,
aunque según su tenor literal se las pudiera subsumir en el mismo, por ejemplo, el caso de
la entrega al cartero del pequeño regalo en año nuevo, que por su adecuación social no sería
típica como cohecho. Pero este enfoque, en sí mismo correcto de la teoría de la adecuación,
ha sufrido variaciones en su configuración y ubicación sistemática en la teoría del delito, en
la misma sistemática de Welzel, de allí que haya sido relativizado su valor como teoría
autónoma. Roxin, al ejemplo mencionado, lo resuelve con el criterio –más preciso, en su
opinión- de fin de protección de la norma.
E. IMPUTACIÓN OBJETIVA SEGÚN CLAUS ROXIN
Desarrolla la teoría de la imputación desligada del dogma causal retomando los postulados
de Honig en la contribución a su homenaje titulada “Reflexiones sobre la problemática de
la imputación en el derecho penal”26. En efecto, retomando las líneas directrices sentadas
por su antecesor, relativas a la “posibilidad objetiva de pretender”, formuló su construcción
al reducir aquélla al posteriormente denominado “principio del riesgo”, y así recibimos la
teoría de la imputación objetiva en la actualidad, por la vertiente de Roxin, siendo
conveniente profundizar su desarrollo cuando me ocupe en específico de su sistema. Sin
perjuicio de esa remisión, corresponde a este punto mencionar que el sistema de Roxin
procede del resultado de sucesivas investigaciones a partir de la década del 60.
Véase que en 1962 publicó su “Contribución a la crítica de la teoría final de la acción”
punto de partida ineludible para comprender su construcción y en otro trabajo de gran
importancia titulado “Infracción al deber y resultado en los delitos imprudentes” resolvió el
problema de las llamadas “conductas alternativas conforme a derecho” sobre la base del
principio de “incremento del riesgo.
F. IMPUTACIÓN OBJETIVA SEGÚN GÜNTHER JAKOBS
La teoría de la imputación objetiva se divide para JAKOBS en dos niveles: por un
lado, la calificación del comportamiento como típico (imputación objetiva del
comportamiento), y, por otro, la constatación -en el ámbito de los delitos de resultado- de
que el resultado producido queda explicado precisamente por el comportamiento
objetivamente imputable (imputación objetiva del resultado).
En el primer nivel de la imputación objetiva, la imputación de comportamientos,
JAKOBS propone cuatro instituciones dogmáticas a través de las cuales ha de
vertebrarse el juicio de tipicidad: riesgo permitido, principio de confianza, actuación a
riesgo propio de la víctima y prohibición de regreso y otros más; como es el de los
conocimientos especiales.
A
ello agrega JAKOBS, de manera especulativa, la consideración de que ―el hecho de que
la imputación se rija según el contenido objetivo de la norma es algo que ciertamente no se
circunscribe a sociedades que posibilitan contactos anónimos en el sentido anteriormente
mencionado -la sociedad se agota precisamente en el establecimiento de normas objetivas-,
pero en caso de sociedades anónimas la objetividad del armazón de soporte se hace
especialmente patente.

Esta imputación es objetiva, porque la valoración de la situación típica no es decisiva las


opiniones individuales del autor, de la víctima o del tercero acerca del significado del
comportamiento, sino que lo decisivo está en lo que una persona racional en el rol
respectivo tomaría como significada. Ciertamente, este estándar no es objeto de garantía
jurídico-penal per se: la cuestión acerca de si el hecho de no haber alcanzado este
estándar genera responsabilidad, o, por el contrario, puede ser reconducido, exonerando
al sujeto, a ciertos defectos individuales que se consideran indisponibles, es una cuestión
que ha de decidirse en los siguientes niveles de imputación (configurando esa
situación individual el objeto de valoración mientras que la valoración, de nuevo, se realiza
en un juicio objetivo).
CAPITULO II: TEORIA DE LA IMPUTACIÓN OBJETIVA
I. ANTECEDENTES DE LA IMPUTACIÓN OBJETIVA
La teoría la imputación objetiva tal como lo conocemos hoy en día tiene como
antecedente la filosofía idealista del derecho propugnado por Hegel en su Tratado de la
Filosofía del Derecho; pero es en su Tratado de “La Moralidad” donde adopta su
pensamiento de “el sujeto como determinado por medio de su propia voluntad”; y es bajo
este pensamiento que se desarrolla la escuela hegeliana en el siglo XIX, que defendían
que “al sujeto sólo se le puede imputar aquellas acciones que podían ser considerados
como su obra”. Posteriormente en 1870, y en una época marcada por el auge del
naturalismo penal, la idea de imputación personal por los hechos cometidos se trasladó a
un segundo plano, pues se impuso el dogma del principio causal. Naciendo bajo el seno
del concepto causal, la “Teoría de la Equivalencia de Condiciones”, atribuida a Von Buri
y a Von Lizst; esta teoría renuncia a la determinación de una causa del resultado y afirma
que todas las condiciones de un resultado tienen idéntica y equivalente calidad causal De
otro lado, mientras la doctrina penal se mantenía en el dogma del principio causal,
surgiendo teorías basadas en la causalidad, como la Teoría de la equivalencia de
condiciones y la Teoría de la causalidad adecuada, debido a que la idea de imputación
personal por los hechos cometidos se trasladó a un segundo plano en la doctrina penal.
Las ideas de la imputación personal fueron recogidas y tuvo un desarrollo en la doctrina
civil, siendo Karl Larenz quien desarrolla la teoría de la imputación destinada al Derecho
Civil, teoría que Honig traslada al Derecho Penal, buscando completar su teoría causal de
la acción. Sin embargo, es Larenz quien inaugura el término “imputación objetiva”, dando
la connotación de que esa entidad se puede analizar primeramente de forma independiente
de la cuestión (valor) moral de una acción, persiguiendo delimitar los hechos propios de
los acontecimientos accidentales.
De esta forma, es en mérito a las bases sentadas por Larenz, Honig, y de la teoría de la
relevancia típica, que se empieza a diferenciar la causalidad de la imputación, y la idea de
la imputación personal que había quedado en un segundo plano en la doctrina penal,
resurge en la “Teoría de la Imputación Objetiva”.
La cual formalmente nace en 1970 cuando Roxin en el libro de Homenaje a Honig plantea
su vinculación con el criterio de creación de un riesgo jurídicamente relevante de una
lesión típica del bien jurídico.
II. LA IMPUTACIÓN Y LA CAUSALIDAD
La atribución de un hecho a un sujeto como su obra, es decir, la imputación, es anterior a
la explicación del fenómeno en términos causales. Aun antes de que la ley causal fuese
utilizada, ya se imputaban hechos a las personas como sus obras. Tanto actos objeto de
alabanza eran recompensados, como sancionados los actos objeto de reproche, y para
ello no se requería establecer la relación entre la causa y el efecto. La explicación de los
fenómenos en términos causales se dio en una etapa posterior del desarrollo del
pensamiento, Sin embargo, las relaciones entre el principio de imputación y el principio
de la causalidad no han sido del todo claras, siendo, en determinados momentos
históricos, dominante alguno de ellos. La explicación de los fenómenos en términos
causales no ha sido dejada de lado en el ámbito de las ciencias sociales. Pese a los
esfuerzos por tratar de evitar ese modo de entender los fenómenos, el hecho de que los
sujetos mediante el sentido común den cuenta de fenómenos no sólo naturales en
términos causales, condiciona toda comprensión que se pudiese hacer de un hecho. La
causalidad sigue estando presente, en el ámbito de la atribución de responsabilidad,
fijando el límite máximo dentro del cual juegan los criterios de imputación. En lo que
respecta al principio de imputación, desde la eliminación del modo de explicación
animista del mundo, el mismo ha quedado reservado a actividades humanas, vinculado
al concepto de libertad y al de persona en derecho. Sin embargo, algunos resabios de
aquel modo de pensamiento siguen aún vigentes especialmente en la relevancia que se le
otorga en el derecho penal al del desvalor de resultado.
CAPITULO III: REGLAS DE LA IMPUTACIÓN OBJETIVA DE LA CONDUCTA
SEGÚN JAKOBS
La Teoría de la imputación objetiva exige, que luego de verificada la causalidad natural,
comprobar: en primer lugar, si la acción ha creado un peligro jurídicamente desaprobado, y
en segundo lugar, si el resultado es producto del mismo peligro. La imputación objetiva de
la conducta se ubica en este primer nivel de imputación, esto es, en la comprobación de si
la acción ha creado un peligro jurídicamente desaprobado. En palabras de Medina estas
reglas que se acaban de enunciar no han de ser comprendidos de forma aislada o
asistemática, sino como partes de un todo esquemático de imputación que permite afirmar
la tipicidad de una determinada conducta y en consecuencia, han de ser apreciados como
escalones sucesivos de análisis que se hallan ordenados, no de forma arbitraria o aleatoria,
sino progresiva y sistemáticamente.
A continuación, pasaremos a desarrollar cada una de estas reglas:
I. RIESGO PERMITIDO
Riesgo permitido es la tolerancia social un cierto grado de riesgo o peligro de lesión de
bienes jurídicos, en méritos a conceptos de conveniencia social, cuya tolerancia es
permitida siempre y cuando se cumpla con el deber de cuidado creado como consecuencia
de dicha tolerancia. En mérito a la regla del Riesgo Permitido se debe verificar si “el
peligro creado por el sujeto activo es un riesgo típicamente relevante y que no esté
comprendido dentro del ámbito del riesgo permitido.
Sobre el particular el reconocido profesor Günter Jakobs señala que: «no forma parte del rol
de cualquier ciudadano eliminar todo riesgo de lesión de otro. Existe un riesgo permitido.
Dejando establecido que el ser humano no puede actuar evitando el mínimo riesgo o peligro
que pudiese ocasionar con su comportamiento, siendo que siempre existirá un riesgo.
Esta estructura normativa fue propuesta por Günter Jakobs. Habiendo quedado establecido
que en este primer nivel de jurídicamente desaprobado. En mérito a la regla del Riesgo
Permitido se debe verificar si “el peligro creado por el sujeto activo es un riesgo
típicamente relevante y que no esté comprendido dentro del ámbito del riesgo permitido
(socialmente adecuado)”, ya que, de encontrarse dentro del ámbito de socialmente
permitido, el sujeto activo quedaría excluido de la imputación.
Se debe comprobar si la acción ha creado un peligro, Sin embargo, en el ámbito de esta
regla del Riesgo Permitido se presenta un problema en cuanto a la determinación de sus
alcances; ya que, aunque existen algunos ámbitos donde el riesgo permitido se encuentra
regulado, como en el tráfico automotor, funcionamiento de industrias, prácticas deportivas,
Actividad minera y de hidrocarburos, entre otros; cabe recordar que existen ámbitos donde
se carece de dichas regulaciones, como la lex artis de la actividad médica, construcción,
cuidado de niños, entre otros.

Ejemplo: “el sobrino que con el propósito que el tío muera lo envía a pasear bajo una
tormenta.”

II. LA DISMINUCIÓN DE RIESGO


Esta regla funciona como un excluyente de la imputación objetiva, que impide atribuir
un resultado por la sola causalidad natural, ya que el sujeto activo evita una lesión mayor
al bien jurídico, aunque con su accionar ha causado un leve al daño al bien jurídico. Un
ejemplo frecuente es el del médico que amputa una pierna para evitar la gangrena del
paciente. Como puede apreciarse esta regla funciona como un excluyente de la
imputación objetiva, que impide atribuir un resultado por la sola causalidad natural, ya
que el sujeto activo evito una lesión mayor al bien jurídico, aunque con su accionar ha
causado un leve al daño al bien jurídico. Esta estructura normativa fue propuesta por
Roxin.
Como en el primer nivel de imputación se debe comprobar si la acción ha creado un
peligro jurídicamente desaprobado. En mérito a la regla de la Disminución del Riesgo se
debe verificar si el sujeto activo ha obrado buscando la modificación del curso causal y,
aun así, se ha producido el resultado dañino; pero dicho resultado no se le puede imputar
al actor quien más bien procuro mejorar la situación del bien jurídico. En mérito a esta
regla, puede negarse la imputación objetiva en los casos de desviación de un resultado
grave, que haya llevado a producir uno leve.
Ejemplo:
A observa cómo una piedra va a dar en el cuerpo de B. No puede evitar que la piedra
alcance a B pero sí desviarla de tal modo que el golpe sea menos peligroso.

III. EL RIESGO INSIGNIFICANTE


En esta regla del Riesgo Insignificante, se debe verificar que el peligro genere la
creación de un riesgo relevante.
A este criterio Roxin lo concibe como la “exclusión de la imputación si falta la creación
de peligro” En efecto, en mérito a esta regla, se procede negar la imputación objetiva
cuando la acción no ha creado el riesgo relevante de una lesión al bien jurídico.
Existen supuestos de riesgo insignificante en los que ex ante no se da un riesgo
suficiente. Tal Como señala Villavicencio:
«Este principio implica la falta de significación social de la conducta y la no punibilidad
surge desde el bien jurídico protegido y se extiende a la estructura de los tipos penales
Siendo el bien jurídico el encargado de darle significación a la realización típica,
creemos que también no son imputables las conductas que le suponen una insignificante
afectación». Por su parte Mir Puig en referencia a esta regla señala que: «La exclusión
de la tipicidad penal no procede en estos casos de que no pueda establecerse la conexión
necesaria entre una lesión penalmente relevante y la conducta de su autor, sino de la
irrelevancia penal de la lesividad del hecho, por ser socialmente admitida o
insignificante, atendido el contexto en que se produce.»
Ejemplo: El que sin derecho priva a otro de su libertad personal por breves minutos
reteniéndolo en un transporte colectivo o en un ascensor, no comete delito de secuestro.
IV. LA PROHIBICION DE REGRESO

En prohibición de regreso no es la confianza en sentido coloquial, psicológico o


sentimental la que se manifiesta en la teoría de la imputación, sino la confianza de
carácter social, esto es, aquella que posibilita los contactos sociales: el ciudadano
racional, fiel al ordenamiento jurídico confiará en que los demás se comporten del
mismo modo, es decir, cumpliendo las expectativas sociales que les atañen y respetando
a los demás como personas. Dicho de otra manera: el que obra sin tener en cuenta que
otros pueden hacerlo en forma descuidada no infringirá el deber de cuidado. Ejemplo: el
automovilista que atraviesa un cruce de calles a velocidad permitida y con luz verde no
infringe el cuidado debido si no ha tomado precauciones especiales para el caso de una
eventual infracción de parte de otro automovilista (por ejemplo, atravesar la calle a pesar
de la luz roja que indica detenerse) Si existe una institución que ha tenido una verdadera
evolución dogmática en el marco de la teoría de la imputación es la prohibición de
regreso. En la misma línea de ideas, Villavicencio nos dice que: «En su formulación
original se trataba de casos en los que con posterioridad a una conducta imprudente se
producía un comportamiento doloso. En la actualidad, la prohibición de regreso se
constituye como un criterio delimitador de la imputación de la conducta que de modo
estereotipado es inocua, cotidiana, neutral o banal y no constituye participación en el
delito cometido por un tercero.» Sobre esta estructura normativa, Günter Jakobs señala
que: “El carácter de un comportamiento no puede imponerse de un modo unilateral-
arbitrario. Por tanto, quien asume con otro un vínculo que de modo estereotipado es
inocuo, no quebranta su rol como ciudadano, aunque el otro incardine dicho vínculo en
una organización no permitida. Por consiguiente, existe una prohibición de regreso cuyo
contenido es que un comportamiento que de modo estereotipado es inocuo no constituye
participación en una organización no permitida.”
Ejemplo: Un estudiante con conocimientos avanzados de biología en sus ratos libres
trabaja como mozo en un restaurante y al momento de servir el menú, se percata de la
existencia de una sustancia venenosa y a pesar de ello lo sirve.
V. EL ÁMBITO DE RESPONSABILIDIDAD DE LA VICTIMA

Esta estructura normativa fue propuesta por el reconocido profesor Günter Jakobs, quien
propone tener en cuenta la intervención de la víctima en el suceso.
«En este punto, la teoría de la imputación objetiva implica la introducción de elementos
valorativos que determinan cuáles son los límites de la libertad de actuación, implica, en
este sentido, el establecimiento de esferas de responsabilidad.
Este postulado normativo surge de los propios criterios normativos señalados por la teoría
de la imputación objetiva, los cuales no solo están referidos a la determinación de la
tipicidad de la conducta, sino que también ofrece reglas para precisar que, luego que se
haya afirmado que la conducta es típica, en qué supuestos el resultado producido puede ser
imputado a la conducta (imputación objetiva del resultado o imputación objetiva en sentido
estricto). De lo que se trata es de explicar el resultado que se ha producido y solo podrá
relacionarse el resultado con la conducta cuando esta sea su factor causal determinante, de
manera que adquiere importancia el análisis cuando, a lado de la conducta típica, concurre
otra explicación alterna como podría ser un accidente o la conducta de un tercero. Esta
estructura normativa fue propuesta por el reconocido profesor Günter Jakobs, quien
propone tener en cuenta la
intervención de la víctima en el suceso. «En este punto, la teoría de la imputación objetiva
implica la introducción de elementos valorativos que determinan cuáles son los límites de
la libertad de actuación, implica, en este sentido, el establecimiento de esferas de
responsabilidad.»(Este postulado normativo surge de los propios criterios normativos
señalados por la teoría de la imputación objetiva, los cuales no solo están referidos a la
determinación de la tipicidad de la conducta, sino que también ofrece reglas para precisar
que, luego que se haya afirmado que la conducta es típica, en qué supuestos el resultado
producido puede ser imputado a la conducta (imputación objetiva del resultado o
imputación objetiva en sentido estricto).

Ejemplo: Quien entrega una sustancia peligrosa y el que lo recibe lo consume y se afectado
en su salud. La jurisprudencia nacional, excluye de la Imputación Objetiva los supuestos en
los que la creación del riesgo no recae en las manos del sujeto activo si no de los mismos
sujetos pasivos.
CAPITULO IV: REGLAS DE LA IMPUTACION OBJETIVA DE RESULTADO
SEGÚN JAKOBS
La Teoría de la imputación objetiva exige, que luego de verificada la causalidad natural,
comprobar: en primer lugar, si la acción ha creado un peligro jurídicamente desaprobado, y
en segundo lugar, si el resultado es producto del mismo peligro. La imputación objetiva de
resultado se ubica en este segundo nivel de imputación, esto es, en la comprobación de si el
resultado es producto del peligro creado. Para lo cual la Teoría de la imputación objetiva ha
desarrollado las siguientes estructuras normativas:
I.LA RELACION DE RIESGOS
Esta estructura normativa o regla exige que además de la relación de causalidad se requiere
de una relación de riesgo entre la conducta y el resultado. Vale decir, para la imputación
objetiva se exige que como del riesgo creado por la conducta se produzca el resultado; se
exige una relación objetiva De esta forma, podemos concebir a esta regla de Relación de
Riesgo, como una exigencia para completar el segundo nivel de imputación; sin el cual no
se puede imputar objetivamente la conducta típica al sujeto activo; siendo que es posible
negar la imputación objetiva en supuestos en que a pesar que el resultado ha sido causado
por una conducta que creó un riesgo prohibido, sin embargo el resultado final es producto
de otro riesgo ajeno al sujeto (riesgos concurrentes) como por ejemplo cuando el que
dispara a matar a otro, solo lo lesiona, y luego muere producto de un incendio ocurrido
posteriormente en el hospital.

Esta estructura normativa o regla exige que además de la relación de causalidad se requiere
de una relación de riesgo entre la conducta y el resultado. Vale decir, para la imputación
objetiva se exige que como del riesgo creado por la conducta se produzca el resultado; se
exige una relación objetiva. Sobre el particular Mir Puig señala que: El entendimiento del
concepto de imputación objetiva en el sentido estricto que vincula al principio de
culpabilidad los tres niveles de imputación (objetiva, subjetiva y personal), exige una
determinada relación de riesgo entre el resultado típico.

Ejemplo: El que dispara a matar a otro y solo lo lesiona y luego producto de un incendio
muere en el hospital.

II. LOS NEXOS CAUSALES DESVIADOS


Esta estructura normativa o regla exige verificar si el supuesto se desarrolló dentro de los
márgenes del riesgo que objetivamente existían durante la realización del riesgo en el
resultado, no lo que él se haya imaginado sobre las consecuencias de su conducta. Para
fines didácticos citamos el siguiente ejemplo de los nexos causales desviados: el que hace
caer a otra persona al mar para que muera ahogado, pero al precipitarse se golpea la cabeza
en una roca y fallece. En este caso habrá imputación, ya que el sujeto activo al arrojarlo al
mar, cuando éste no murió ahogado, con la conducta del sujeto activo se produjo un riesgo
desaprobado (el cual no sólo contiene el ahogo sino también los golpes que podría sufrir), y
como tal, al morir por un golpe de la cabeza, este resultado es objetivamente imputable al
sujeto activo.
Ejemplo: El que hace caer a otra persona al mal para que muera ahogado, pero al
precipitarse de golpea la cabeza en una roca y fallece. Este supuesto habrá imputación.
Criterio similar se puede utilizar en los supuestos de extrema rareza del acontecer.
III.INTERRUPCION DEL NEXO CAUSAL
En esta estructura normativa o regla se analizan los supuestos de interrupción del nexo causal
por acciones humanas autónomas.
Se produce en estos casos una desviación del curso causal que, en cuanto no quepa contar él
ex ante, no puede imputarse a la conducta inicial, por mucho que este entrañara un riesgo
suficiente de causar la muerte de otro modo. Para fines didácticos citamos el siguiente
ejemplo: la víctima herida mortalmente que recibe un nuevo disparo de un tercero, y a
consecuencia de este, fallece.
Ejemplo: La víctima herida mortalmente que recibe un disparo de un tercero, y a
consecuencia de éste fallece. “Se produce en estos casos una desviación del curso causal que
en cuanto no quepa contar el ex ante, no puede imputarse a la conducta inicial, por mucho
que este entrañará un riesgo suficiente de causar la muerte de otro modo.
IV.LOS RESULTADOS PRODUCIDOS A LARGO PLAZO
En la doctrina se presentan diferentes supuestos que ilustran la problemática de los resultados
producidos a largo plazo: 1) Casos de “daños permanentes”, en los que tras una primera
lesión se produce un daño permanente que origina una consecuencia lesiva ulterior. El
ejemplo típico en la doctrina para este supuesto es, de quien causa una lesión grave a un
cambista, que le inhabilita a caminar y años después, esta persona, al ser asaltada en la vía
pública, y ante su imposibilidad de huir, es ejecutada por los asaltantes 2) Casos de “daños
sobrevenidos”, en los que el resultado está determinado por la persistencia de una lesión
inicial no curada y un factor causal externo. El ejemplo típico en la doctrina para este
supuesto es, del paciente que ingresa en el hospital con una intoxicación vitamínica originada
por un error de un farmacéutico y fallece de una gripe contraída en aquel nosocomio. 3)
Casos de “resultados tardíos”, en los que la víctima sufre daños que acortan su expectativa de
vida.
El ejemplo típico en la doctrina para este supuesto es, de los sujetos víctimas de transmisión
del virus del sida, supuesto en el que se discute si es posible imputar al que provocó el
contagio, no solo la enfermedad si no el posterior resultado muerte hacia el que la víctima
evoluciona. En los dos primeros casos, daños emergentes o daños sobrevenidos, se excluye
la imputación del resultado, porque lo contrario implica ampliar excesivamente el ámbito de
la punibilidad. En el caso de los resultados tardíos se presente una compleja situación,
porque sólo podrá imputarse el primer acto (por tentativa o por imprudencia); pero es muy
discutido si se podrá imputar el efecto tardío, pues ello dependerá de si se trata de riesgo a la
vida que afectan a la víctima o si esta ha omitido adoptar medidas de protección. Además,
que hasta esperar al efecto tardío, éste se habrá hecho inútil por el transcurso del tiempo
(prescripción).
V.FIN DE PROTECCION DE LA NORMA
Esta estructura normativa requiere que el resultado debe estar comprendido dentro del fin de
protección de la norma penal donde se va prever las conductas delictivas. El ejemplo típico en
la doctrina es, del sujeto que mata a al sujeto B, y la madre de éste muere por infarto cardiaco
al enterarse de la muerte del sujeto B. En el mencionado ejemplo, la muerte de la madre no le
es imputable objetivamente al sujeto activo, ya que el tipo penal de homicidio protege la vida,
pero solo en una esfera de inmediatez con las acciones típicas; vale decir, la muerte de la
madre está fuera de la esfera de protección de dicho tipo penal; por tanto, no se le puede
imputar la muerte de la madre.
VI.IMPTUACION DEL RESULTADO EN EL AMBITO DE RESPONSABILIDAD
……POR EL PRODUCTO
La responsabilidad penal por el producto corresponde a los supuestos de comercialización de
ciertos productos peligrosos para la salud, cuyo resultado puede identificar dos momentos:
Cuando el producto peligroso es ofrecido en el mercado. Cuando el producto ya ha sido
utilizado y haya generado resultados como lesiones o muertes dolosas o culposas.
CAPITULO V: LOS PRINCIPIOS DE LA IMPUTACIÓN OBJETIVA
I. PROHIBICIÓN DE REGRESO.
La prohibición de regreso es el nombre que se emplea para expresar que otro sujeto no
puede imponer al comportamiento del que actúa en primer lugar en un sentido lesivo de la
norma, así como reglas fructíferas respecto de los casos en que el partícipe realiza una
prestación estereotipada como socialmente adecuada.

Dicha teoría, de acuerdo con su comprensión habitual pretende recortar ya en el tipo


objetivo (de autoría) las ampliaciones que la teoría de la equivalencia de las condiciones
introdujo en el tipo objetivo de los delitos de resultado.
Mientras que sus detractores consideran precisamente que tal proceder es incompatible con
“la esencia de la teoría de las condiciones”.
Conforme a ello, ha de renunciarse a los resultados que se obtengan con la teoría de la
equivalencia respecto de aquellas condiciones en las que para la producción del resultado
haya mediado la actuación dolosa y culpable de un tercero.
Dichas condiciones no cumplen ningún tipo objetivo de autoría; por consiguiente, en caso
de imprudencia, su creación es impune, y habiendo dolo, quedan abarcadas por las
ampliaciones del tipo de autoría; los preceptos relativos a la participación.
Es imposible fundamentar que todo autor imprudente detrás de un autor doloso deba ser
impune, como todo comportamiento doloso detrás de un hecho imprudente.
En lo que se refiere al argumento dogmático adicional consistente en afirmar que la
exclusiva punición del autor doloso puede satisfacer el fin de la pena, ROXIN ha formulado
la objeción de que la punición de uno de los autores por “ambos hechos” infringe “el
principio de responsabilidad individual”; sin embargo, lo que se sostiene a través de este
argumento no es que uno responda por los dos, sino que la situación queda resuelta
respondiendo el autor doloso exclusivamente por su hecho. Por tanto, el argumento ha de
entenderse en el sentido de que la pena impuesta al autor doloso es al menos una causa de
exclusión de la pena respecto del autor imprudente; por lo consiguiente rige un estricto
principio de absorción respecto de hechos de autores diferentes. Por consiguiente, el
argumento de que la pena impuesta al autor doloso puede satisfacer ya plenamente el fin de
la pena, es sólido solamente en la medida en que se trate de que la pena impuesta a quien
(dolosamente) actúa en último lugar satisface el fin de la pena, y ello sólo en Ejemplo:
quien alberga a su amigo durante unas cuantas noches del mismo modo como sucedió
siempre hasta ese momento cada vez que pasaba por allí, no comete un encubrimiento, ni
siquiera si el amigo, en está ocasión, se encuentra fugado de los órganos de persecución
penal, y ello con independencia de si el que lo alberga lo sabe. Pero quien oculta al amigo
en el desván o en el sótano se comporta objetivamente como un encubridor.
Algunos casos, ya que algunos otros deben quedar para la participación, y por consiguiente,
para la participación imprudente; en todo caso el beneficio de la prohibición de regreso si
se pretende que sea más que un gesto bastante extraño de generosidad frente al autor con
culpabilidad imprudente, no puede quedar limitado a los casos de imprudencia.

Ejemplo: Quien alberga a su amigo durante unas cuantas noches del mismo modo como
sucedió siempre hasta ese momento cada vez que pasaba por allí, no comete un
encubrimiento, ni siquiera si el amigo, en está ocasión, se encuentra fugado de los órganos
de persecución penal, y ello con independencia de si el que lo alberga lo sabe. Pero quien
oculta al amigo en el desván o en el sótano se comporta objetivamente como un encubridor.
Veamos otro ejemplo: el empleado de una estación de servicio llena el tanque de un
automóvil inadecuado para transitar; el taxista lleva un individuo, que según se entera en el
transcurso del viaje, cometerá un delito en el lugar de destino.
II-PRINCIPIO DE CONFIANZA
El principio de confianza, trata casos en los que alguien, a diferencia de en la prohibición
de regreso, es garante de la evitación de un curso de daño, pero dicho curso no se
tornará nocivo si todos los intervinientes se comportan o se han comportado
correctamente, esto es, la peculiaridad de que el desarrollo del acontecimiento no depende
de la simple naturaleza, sino del cuidado que pongan otras personas, así como también, en
la determinación de las responsabilidades culposas en el accionar policial.

Ejemplo: Una conductora de un turismo observó hasta poco antes del final de una zona
urbana por la que transitaba un hombre mayor que disponía a cruzar la calle. Cuando la
acusada continuó acelerando una vez pasada esta señal. La acusada al darse cuenta de ello
no pudo ya impedir un choque mortal utilizando los frenos y realizando una acción evasiva.

El hilo argumental de la fundamentación parte de una limitación del principio de


confianza. Ésta reza así: quien se comporta de manera contraria a deber, no puede confiar
en que los otros se comportarán conforme a deber. Por lo visto, esto debe compensar la
falta de apreciación de la avanzada edad del peatón. La acusada no podrá alegar,
prescindiendo de esta apreciación, que para determinar su velocidad más allá de la zona
urbana ha confiado en un comportamiento, adecuado al tráfico, del peatón. Con base en
esto podrá fundamentarse también, pues, un deber de la acusada de conducir más
despacio de lo normalmente permitido. Este nuevo deber de cuidado estará
fundamentado en que la acusada infringió antes otro deber de cuidado “esto es, la
limitación de la velocidad dentro de la zona urbana”. Pero este deber tendría que ser
exigible aquí con independencia de la primera infracción del deber de cuidado y
fundamentar por sí solo la imputación.

Por ejemplo, en el caso de la medicina moderna, se requiere actualmente la cooperación de


distintos especialistas por lo que, en general, es una actividad llevada a cabo por varias
personas. En este sentido, sólo a través de una diferenciación adecuada de los deberes y de
llegar a determinar la responsabilidad personal de cada uno y, también, evitar excesivas
exigencias a ciertos miembros del equipo y los riesgos de una responsabilidad difusa entre
ellos, como es el caso del médico que utiliza su bisturí en la confianza de que habrá sido
adecuadamente esterilizado. Estas y otras divisiones de trabajo serían imposibles si cada
uno tuviese que controlar a absolutamente todos los que cooperan con él: de tanto tener que
controlar el comportamiento de los demás nadie llegaría a cumplir con plena dedicación sus
propias obligaciones; el resultado será, con bastante seguridad, pero que el que se produce
si se reconoce un principio de confianza.
Ejemplo 2: Una conductora de un turismo observó hasta poco antes del final de una zona
urbana por la que transitaba un hombre mayor que disponía a cruzar la calle. Cuando la
acusada continuó acelerando una vez pasada esta señal. La acusada al darse cuenta de ello
no pudo ya impedir un choque mortal utilizando los frenos y realizando una acción evasiva.
El hilo argumental de la fundamentación parte de una limitación del principio de confianza.
Ésta reza así: quien se comporta de manera contraria a deber, no puede confiar en que los
otros se comportarán conforme a deber Por lo visto, esto debe compensar la falta de
apreciación de la avanzada edad del peatón.
La acusada no podrá alegar, prescindiendo de esta apreciación, que para determinar su
velocidad más allá de la zona urbana ha confiado en un comportamiento, adecuado al
tráfico, del peatón. Con base en esto podrá fundamentarse también, pues, un deber de la
acusada de conducir más despacio de lo normalmente permitido. Este nuevo deber de
cuidado estará fundamentado en que la acusada infringió antes otro deber de cuidado esto
es, la limitación de la velocidad dentro de la zona urbana. Pero este deber tendría que ser
exigible aquí con independencia de la primera infracción del deber de cuidado y
fundamentar por sí solo la imputación.

III. EL RIESGO EN EL DERECHO PENAL


Para JAKOBS, “la prevención mediante pena, concebida ésta como pena impuesta
jurídicamente, en seguida se ve sujeta a limitaciones que una sociedad consciente del
riesgo no acepta porque le resultan demasiado restringidas; y de este modo surge la
necesidad de un balance constante entre juridicidad y efectividad”.
Resulta además admisible para JAKOBS la sociedad, evoluciona hacia una sociedad
que aglutina una gran parte del mundo, lo cual obliga -aunque sea someramente- a una
toma de postura en relación con tres problemas. Primero, al problema de la des
especificación de ordenamientos normativos; segundo, al de la relación entre los distintos
ordenamientos específicos; y tercero, al problema de la injerencia jurídico-penal en
ordenamientos ajenos.
Como ha podido apreciarse en líneas anteriores, e l concepto de riesgo desempeña un
papel determinante en el Derecho penal, y principalmente, en la teoría de la imputación
objetiva, con la finalidad de poder hacer responsable penalmente a una persona por su
actuar prohibido; siendo ROXIN, sin duda alguna, el máximo representante que
vincula estas dos teorías (teoría del riesgo e imputación objetiva), recurriendo a tres
medidas básicas de apreciación para calibrar la justeza de la imputación:
a) La creación o no de un riesgo jurídicamente relevante.
b) El aumento o falta de aumento del riesgo.
c) La disminución o no del riesgo.
Posteriormente se incluyó asimismo como medida básica el reconocimiento de las
exigencias derivadas del fin de protección de la norma.
A. EL RIESGO PERMITIDO

La primera formulación del principio del riesgo permitido se debe a C.L. von BAR y
a Karl BINDING el haber sentado las bases de su concepto moderno, considerando
ambos que la antijuridicidad quedaba excluida en los tipos no dolosos por la
observancia del cuidado objetivo, esto es, por la permanencia dentro de los límites del
riesgo permitido. Siendo por consiguiente el entendimiento que la función de la norma
primaria es la protección de bienes jurídicos. Por ello toda conducta típica ha de crear
un peligro para el bien jurídico protegido. Esta afirmación cobra especial importancia
en una sociedad de riesgos como en la que vivimos.

FRISCH entiende que se trata de un problema material no resuelto, por mucho que, a
veces, mediante el recurso a etiquetas naturalistas, se pretenda aparentar que se ha
alcanzado una solución. De todos modos, el problema material se halla vinculado a un
problema metodológico, a saber, la incapacidad de la doctrina de elaborar
principios comunes a la amplia multiplicidad de casos que se suscitan.

El uso de la fuerza por parte de la policía, es quizás uno de los más claros ejemplos de
riesgos permitidos, por lo que en opinión de ABREGÚ-CHILLER: no puede caber duda
que, al poner en manos de un agente del orden la autorización y la obligación de
actuar violentamente, si es necesario, para la protección de la vida, la integridad y el
patrimonio, la sociedad está asumiendo un riesgo de trascendencia.

El riesgo permitido, es esa franja que autoriza el uso de la fuerza, más allá de los casos
de legítima defensa o estado de necesidad.
El concepto de riesgo permitido tiene su ubicación natural, dentro del sistema
dogmático de interpretación de los tipos penales y de determinación de la
responsabilidad consiguiente, en el proceso de valoración de la conducta, es decir, es un
elemento del injusto, que por su absoluta independencia del aspecto subjetivo es
aplicable tanto a los delitos dolosos como a los culposos. Sin embargo, siguiendo la
concepción de JAKOBS en la que configura el riesgo permitido partiendo de una
definición claramente normativa del riesgo, desligada de probabilidades estadísticas de
lesión.

El riesgo permitido es incluso definible como el estado normal de interacción, es decir,


como el vigente status quo de libertades de actuación, desvinculado de la ponderación
de intereses que dio lugar a su establecimiento, hasta el punto en que en muchos casos
se trata de un mecanismo de constitución de una determinada configuración social por
aceptación histórica, dicho en otros términos, se refiere más a la identidad de la
sociedad que a procesos expresos de ponderación. No obstante, otros autores señalan
que el deber objetivo de cuidado y riesgo permitido constituyen, pues, las dos
valoraciones significativas en dicha estructura típica. Mediante la postulación social
que implican, los posibles excesos de una metodología lógico-formal se ven
razonablemente limitados.

A este respecto, un sector doctrinal equipara total o parcialmente el concepto de


riesgo permitido con la adecuación social. Otro sector lo separa precisamente de la
adecuación social y lo utiliza para casos de consentimiento en una actuación
imprudente o como principio estructural común a diversas causas de justificación.

Por otra parte, sobre el criterio unitario del consentimiento KIENTZY opina que
constituye una causa de exclusión del injusto que despliega su eficacia ya en el nivel
de tipicidad, puesto que para que se cumpla el tipo no basta que exteriormente la
acción parezca subsumible en el mismo, sino que debe encerrar aquel mínimo
contenido de injusto que se concretiza en la lesión del bien jurídico.
En una línea similar, si bien haciendo uso de unos argumentos dogmáticamente más
endebles, está también KÜHNE, el cual sostiene que tanto el consentimiento como
la conformidad son expresión de una renuncia al bien jurídico que excluye la tipicidad.

No obstante, es a ROXIN a quien hay que atribuir el mérito de haber explicado


claramente que la razón determinante para suponer que todo consentimiento eficaz
excluye la tipicidad se halla en la teoría del bien jurídico defendida, de acuerdo con la
misma, en las normas penales que protegen bienes jurídicos disponibles, el verdadero
bien jurídico no consiste en “la integridad de los objetos”, sino en “el dominio
autónomo del titular sobre los bienes jurídicos que le corresponden”. En palabras del
propio ROXIN: cuando bienes jurídicos sirven al libre desarrollo del individuo, no
puede haber lesión alguna del bien jurídico, cuando una acción se base en una
disposición del titular que no perjudica su libre desarrollo, sino que, por el contrario,
es expresión del mismo.

Sin embargo, el fenómeno del riesgo permitido posee un segundo aspecto, el cual es
referido, no ya al desvalor de la conducta, sino al desvalor del resultado, es decir, que
las normas de conducta penales se dirigen exclusivamente contra aquellas formas de
conducta que muestran un grado de peligrosidad que va más allá de la medida
permitida. En definitiva, vemos que un determinado sector de la doctrina propone que
con la finalidad de unificar la terminología, se abandone la antigua denominación de
“deber objetivo de cuidado” cabe agregar que el riesgo permitido se aplica a los
casos en que la situación no permite actuar con el cuidado que se debe, pero el riesgo
asumido es menor que la completa inactividad, que tradicionalmente se ha empleado
dentro del delito imprudente, para sustituirla por la genérica expresión de “riesgo
permitido”, que elemento (no criterio) de la imputación objetiva es predicable de ambas
modalidades delictivas, con lo que reforzará la pretensión de este sector doctrinal por
defender un sistema penal unitario.

B. INCREMENTO DEL RIESGO Y CONDUCTAS ALTERNATIVAS


CONFORME A DERECHO
La otra teoría que, junto a la analizada, se disputa la primacía en el tema que nos ocupa,
es la conocida teoría del incremento del riesgo‖, diseñada por ROXIN por el año 1962.
Así como los comportamientos alternativos ajustados a derecho, referidos a supuestos
en los que el resultado se hubiera producido igualmente aún de haber adoptado el autor
un comportamiento conforme a deber, criterios desarrollados ya con anterioridad.
ROXIN explica que los casos de conducta alterativa conforme a Derecho están
próximos a las constelaciones en que los cursos causales hipotéticos resultan relevantes
para la imputación. Pero se diferencian de ellos en que no se trata de una causalidad ya
predispuesta realmente, sino sólo de una causalidad hipotética imaginada a efectos
comparativos y que sirve para conseguir un juicio normativo de incremento del peligro;
en el mismo sentido.
Por su parte, JAKOBS agrega que la teoría del incremento del riesgo podría ser viable
coherentemente: para ello habría que prescindir de la realización del riesgo y de los
cursos causales hipotéticos. Asimismo, MARTÍNEZ ESCAMILLA alude a que suelen
presentarse y entenderse como un intento de dar solución, hoy en sede del tipo objetivo,
a un grupo de casos problemáticos de caracteres peculiares.
Sin embargo, la teoría de la imputación objetiva se topó con otro problema, consistente
en la determinación de que es el llamado aumento del riesgo en el tipo imprudente.
Las palabras utilizadas, tales como sustancial, claro, esencial, no son fáciles de
determinar. Bien ha dicho KÜPPER que estos topoi no sólo son, en sí una medida, sino
por el contrario, son contradictorios. Con lo cual desde un punto de vista normativo se
llega a la conclusión de que la imputación sea sin sentido, si la norma que fija el criterio
también lo es. STRUENSEE ha sostenido infundadamente que el aumento del riesgo es
de dudosa inclusión en el tipo objetivo. En primer lugar -dice el autor- es cuestionable
si a la producción del resultado típico que, según el Derecho positivo, es presupuesto de
punibilidad, resulta necesario añadir a la constatación, además de las circunstancias de
un síndrome de riesgos. Pues a toda producción del resultado precede, necesariamente,
una situación que incluye en sí misma la posibilidad (peligro) de causación del
resultado. Si estos peligros intermedios o riesgos fuesen intolerables, resultaría ya
también realizado, siempre que el tipo objetivo con la acusación del resultado.
Sin embargo, si se reconoce que, en la imputación objetiva, la teoría del incremento del
riesgo está limitada por la teoría del fin de protección, entonces no existe así ninguna
clase de peligro que conduzca a una responsabilidad del deber lesionado por medio de
incluir simples reflejos de protección.
Aun con lo anterior ROXIN siguió reservando la teoría del incremento del riesgo para
la problemática de los comportamientos alternativos ajustados a Derecho, conforme a
los criterios por él desarrollados que trataban estos casos como supuestos de cursos
causales hipotéticos.
Los defensores de esta teoría se aprecian gracias al método propuesto, poder prescindir
definitivamente de los cursos causales hipotéticos y de la fórmula de la conditio,
sustituyéndolos por el enjuiciamiento pericial o los datos estadísticos en la averiguación
del nexo del riesgo. Así evitarían las críticas al respecto dirigidas a la teoría tradicional.
Sin embargo, la teoría del incremento del riesgo supone una interpretación extensiva de
los tipos penales que no respeta el límite literal posible de los preceptos de la parte
especial. El que crea un riesgo no permitido practica todos los actos que objetivamente
deberían producir el resultado, pero no mata o no causa una lesión. Por lo menos, no se
prueba que mate o cause una lesión. Es decir, realiza una conducta que se puede
calificar como tentativa (acabada), pero que no se sabe si ha consumado como
homicidio o lesiones.
El artículo 307 del Código Penal Federal (homicidio simple intencional) no desvalora
aumentar la probabilidad de lesión para la vida de otros o reducir sus oportunidades de
supervivencia, sino que desvalora la efectiva lesión de ese bien jurídico.
No obstante, a pesar de lo que a primera vista pudiera parecer, la constatación científica
del incremento del riesgo no es algo tan factible. Si bien los grandes progresos de la
ciencia son innegables, no es menos cierto que aún le queda un largo camino por
recorrer, que existen fenómenos o sucesos que todavía no pueden ser explicados
científicamente con certeza y en muchos casos la ciencia no puede prescindir con
seguridad que habría ocurrido con un comportamiento que no tuvo lugar, si éste hubiera
disminuido o no las posibilidades de causación de la lesión o si hubiera evitado o no el
resultado, como puede ser el médico quirúrgico, donde la mayoría de las veces es
complejo dilucidar si el resultado es consecuencia de la conducta imprudente del
médico o del riesgo natural de la enfermedad.
C.LA DISMINUCIÓN DEL RIESGO
Cuando la conducta co-causante del resultado tiene el sentido de evitar otro riesgo en
un mismo bien jurídico, se dice que disminuye el riesgo, y por tanto, que no crea un
nuevo riesgo que permita la imputación objetiva. Para ello sería el caso de quien
desvía la acción lesiva dirigida a una parte esencial de un determinado objeto de modo
que recaiga en otra parte menos valiosa.
Tomando en consideración la opinión ROXIN, a este respecto indica que se reconoce
la acción siendo esta constitutiva de una acción típica de lesiones; sin embargo, lo que
aparece en un primer plano no es la realización de un riesgo para la integración física,
sino la evitación del mismo, aspecto este que impide catalogar a dicho
comportamiento como acción típica de lesiones, o en palabras de MIR PUIG: Para
que la conducta causante de un resultado típico pueda considerarse realizadora de la
parte objetiva es necesario que ex ante apareciese como creadora de un riesgo
típicamente relevante.
Ello no sucede en los casos de disminución de riesgo, en los de ausencia de un grado
de riesgo suficiente y en aquellos en que se origina un riesgo permitido, o bien, como
precisa DÍAZ ARANDA, el peligro original debe ser ajeno, en el sentido de no
provocado, por el mismo sujeto activo, evitando llagar hasta el análisis de la
antijuridicidad para excluir la responsabilidad penadle una conducta que, desde una
interpretación del tipo como captador de conductas disvaliosas, debe quedar excluida
del ámbito de prohibición penal.
Por ejemplo: Supongamos la hipótesis de que A apunte a B con un revólver para
dispararle en la cabeza. C empuja el brazo hacia un lado el brazo de A en el último
momento, de tal forma que el disparo no alcanza la cabeza de B, sino su hombro. ¿Ha
realizado C el tipo de lesiones en el caso? Él se ha convertido, sin duda, en causal para
la lesión del hombro y, precisamente, en forma por completo adecuada. Pero de tal
modo él no ha creado un peligro para la integridad corporal de B, sino que ha
disminuido el peligro existente salvándole la vida. La lesión no se puede, por
consiguiente, imputar, porque no estriba en un peligro creado por él, con lo cual el
tipo de lesiones no se ha realizado. En este supuesto, un sector de la doctrina
argumenta que podría estar amparada en una causa de justificación estado de
necesidad 193.
Tomando en consideración la opinión ROXIN, a este respecto indica que se reconoce
la acción siendo esta constitutiva de una acción típica de lesiones; sin embargo, lo que
aparece en un primer plano no es la realización de un riesgo para la integración física,
sino la evitación del mismo, aspecto este que impide catalogar a dicho
comportamiento como acción típica de lesiones‖, para que la conducta causante de un
resultado típico pueda considerarse realizadora de la parte objetiva es necesario que
exante apareciese como creadora de un riesgo típicamente relevante.

IV. EL CRITERIO DEL FIN DE PROTECCIÓN DE LA NORMA


Parte de un principio completamente distinto al de la teoría del incremento del riesgo: la
norma sólo desvalora ciertos riesgos, por lo que un resultado sólo es típico si supone una
realización de un riesgo típico, pero no de un riesgo permitido acompañante, o bien éste
no sea uno de los que la norma pretende evitar.
Sin embargo, hay quienes consideran que constituye unos topos que tiene muy variadas
aplicaciones en la teoría de la imputación objetiva del Derecho penal, como también del
Derecho civil, por esta razón, todo es oscuro en este criterio.
Ciertas normas imponen especiales deberes de cuidado cuyo fin es la protección de
determinados bienes jurídicos, sin embargo, el sujeto eleva el riesgo al desobedecer el
deber impuesto produciendo un resultado cuya evitación no estaba dentro del fin de
protección de la norma, entonces se puede negar la imputación de la conducta al tipo.
En el topos del ámbito o fin de protección de la norma se han mezclado una serie de
cuestiones que ocupan un lugar distinto dentro de la teoría jurídica de delito. En realidad,
este criterio es una mezcla de distintos institutos y figuras de la teoría jurídica del delito
con una única finalidad: limitar la imputación de resultados. Es decir, se han
entremezclado diversos problemas que han quedado camuflados bajo el manto del fin o
ámbito de protección de la norma. De esta manera, la teoría de la imputación objetiva ha
confundido en vez de esclarecer.
Se ha afirmado que un resultado fuera del fino ámbito de protección de la norma es lo
mismo que decir que falta algún requisito para imputarle el resultado a una persona
como obra suya. A pesar de lo dicho, coincidimos que con ello no se evita la
arbitrariedad en la solución, ya que es preciso determinar en cada supuesto cuál es el
requisito que falta y porqué falta ese requisito.
A pesar de que concordamos con los presupuestos básicos de la teoría de la imputación
objetiva que busca una interpretación teleológica y objetivizadora del tipo y rechazar las
criticas provenientes del finalismo, es preciso tomar en cuenta una serie de defectos de los

padece como son los llamados casos de resultado tardíos, los cuales se caracterizan
porque la conducta del autor produce en la víctima, no solamente una determinada
lesión primaria, sino que implica, además, el peligro de que se produzcan, más tarde, a
causa de la lesión primaria producida (por ejemplo, la amputación de una pierna o lesión
de un órgano) otras consecuencias corporales o incluso la muerte de la víctima.
Siguiendo al profesor ROXIN, quien refiere sobre un punto fundamental de este tema, es:
la pregunta acerca del alcance (el fin de protección) del tipo aún puede resultar fructífera
para otros grupos de casos. Así, por ejemplo, tampoco se podrán imputar los daños
consecuencia de un shock (daños producidos psíquicamente a un afectado por un delito,
pero no en su propia persona) ni los daños consecuencia de otros (por ejemplo, el
posterior accidente de tráfico de quien ha quedado impedido por una anterior lesión).
Las reflexiones expuestas hasta ahora han mostrado ya que los ejemplos tradicionales de
cursos causales extraños o incluso sorpresivos no son la situación en la falta de creación
de un peligro, sino casos de creación de peligros que no son desaprobados o en su caso
reprochables a causa de razones específicamente normativas. Tampoco se puede decir que
tales desarrollos se encuentran fuera de la experiencia de la vida.
A este respecto, FRISCH 226 indica que la razón estriba, más bien, en que
determinadas actividades nos parecen importantes por su necesidad o utilidad de
condiciones que minimizan el riesgo. De modo concreto: si las condiciones que debían
cumplirse en el curso de la actuación correspondiente, se cumplieron, se excluye la
punibilidad (más preciso: lo ilícito) por faltar la característica de la infracción del deber
de cuidado, exigida de manera casi general en el ámbito de la imprudencia; de modo que
no hace falta recurrir, como explicación al topos de la imputación que es la falta de
creación de un riesgo desaprobado. Esto cambia solamente cuando no se dispone, sin
más, de los topos de la ausencia de infracción del deber de cuidado, o cuando no se puede
dudar, en el caso concreto de la infracción del deber de cuidado. Lo primero sucede
cuando está sobre el tapete no un delito culposo, sino un delito doloso.
Por ejemplo: El caso de la entrega de heroína‖. El acusado había vendido a la víctima una
determinada cantidad de heroína que resultó ser de gran pureza, sin que el acusado
conociera esta circunstancia. La víctima murió al consumir la sustancia. Al respecto el
Tribunal de instancia condenó al acusado por un delito contra la salud pública, pero le
absolvió del de homicidio del que se le acusaba, afirmando que la conducta del acusado, al
desconocer el alto grado de pureza de la heroína, no entrañaba un riesgo distinto del
inherente al tráfico.

El Tribunal Supremo rechaza la argumentación del tribunal de instancia, afirmando que es


indudable que la extraordinaria concentración de la sustancia vendida genera un riesgo de
muerte. Por otra parte, sostiene que el acusado estaba obligado a comprobar si las
características de la heroína que vendía se ajustaban a lo habitual en el contexto de relación
correspondiente, ya que el riesgo permitido en este ámbito ha de determinarse en atención a
las expectativas del consumidor. Partiendo de la teoría de la imputación objetiva, el
Tribunal Supremo llega a la conclusión de que en este caso no existe una auto puesta en
peligro que pudiera excluir la imputación objetiva, ya que las conductas de esta clase sólo
quedan fuera del fin de protección de la norma si el sujeto que se pone a sí mismo en
peligro es consciente del riesgo al que se expone. Con arreglo al criterio del ámbito o fin de
protección de la norma (o del ámbito del tipo) quedaría excluida, según ROXIN, la
imputación del resultado en los siguientes supuestos: en caso de cooperación a la creación
dolosa del peligro por parte de la víctima, cuando ésta hubiera consentido en la creación
dolosa del peligro por parte de otro y siempre que la evitación del resultado perteneciera al
ámbito de responsabilidad de otra persona.

V.TOMA DE POSTURA
A diferencia del sistema causalista y finalista, los cuales se basaban en el nexo causal, el
funcionalismo se basa en un nexo de imputación, es decir, la atribución de un resultado a la
conducta del autor penalmente responsable y, en consecuencia, su inclusión en el tipo
objetivo.
En tal caso, las conductas defraudadoras que al Derecho penal le incumben, es algo que la
teoría de la imputación objetiva debe determinar. La función que una teoría de la
imputación esta llamada a desempeñar, es justamente la de reemplazar lo que
tradicionalmente se ha denominado el concepto jurídico penal de conducta, con lo que
podemos inferir que, para el Derecho penal: es acción toda causación imputable, esto es,
que le sea objetivamente con todos los elementos que el tipo objetivo requiere para su
integración imputable el resultado de la persona por su actuar.
La diferencia entre la teoría de la imputación objetiva y sus críticos se reduce en este
punto esencialmente a que ambos trabajan con distintos criterios objetivos. Mientras que la
teoría de la imputación objetiva emplea conceptos como ―creación de un peligro
desaprobado y la necesidad de la realización de un peligro desaprobado, los críticos
preguntan si la producción del resultado es expresión del poder sobre el hecho o dominio
del hecho del autor, o si previsible y congruente con lo querido por éste.
Sin lugar a dudas, estamos frente a una nueva concepción del sistema penal desarrollada en
derredor de una teoría de la imputación que implica no solo el abandono del
planteamiento causalista, sino además la superación total de la teoría final del injusto.
Siendo que el status de la imputación se caracteriza a partes iguales por elementos
empíricos y normativos.
Por lo que respecta a la imputación que el Derecho procesal penal presenta en la
actualidad un Estado de Derecho cuya fundamentación teórica hoy se encuentra fuera
de duda, pero cuya realización práctica no siempre es completa y que siem pre queda
como tarea, es la imputación individual. Esta imputación individual se justifica y se
consigue atendiendo a conceptos determinados y llenos de contenido en un proceso
que viene previamente dado. Es decir, aquí encontramos sobre todo las reglas para llevar a
cabo la prueba.
Estas reglas pretenden asegurar que la materialización de la realización entre la persona y
el mundo exterior se determine siguiendo estrictamente los criterios de racionalidad
vigentes en ese momento. El proceso de determinación de los hechos, si no se atendiera
a estas particularidades, presentaría un grave problema: tener que contar con todo lo
que se ha descubierto, siendo aún discutible determinar los parámetros o márgenes a
utilizar en cada uno de los conceptos ya mencionados.
En cuanto al Derecho penal material, contiene en el tipo objetivo los conceptos de
producción causal, de acción humana, la teoría de los fines de la norma, de la adecuación
social o del riesgo permitido, todos los cuales pretenden asegurar, a través de su
conjunción, que no se deslicen atribuciones injustificadas en la relación entre el suceso
objetivo y el comportamiento individual, esto es, el criterio del alcance del tipo que es un
criterio a través del cual se canaliza una interpretación teleológica de la parte especial se
puede extender a otros ámbitos.
CAPITULO VI
ELEMENTOS ESTRUCTURALES DE LA IMPUTACIÓN AL TIPO OBJETIVO

VII. LOS SUJETOS

Para la imputación penal se requiere identificar el ámbito potencial del autor (sujeto activo),
y el afectado por el resultado que ocasiona la conducta (sujeto pasivo). La descripción de
los elementos exteriores de la conducta prohibida se inicia con las referencias al sujeto
activo, éste es una persona humana, quien va a realizar la actividad descrita en el tipo legal.

a) Sujeto activo: es un concepto dogmático que sirve para describir los requisitos que
debe reunir la persona al momento en que ejecuta la conducta delictiva. Generalmente,
el tipo de lo injusto de los delitos dolosos describe al sujeto activo de una manera
determinada, neutra, usando los anónimos “el que” o “al que”. La doctrina suele
denominarlo comúnmente “agente” o “autor”.
“El que, mediando relación parental, sustrae a un menor de edad o rehúsa entregarlo a
quien ejerce la patria potestad, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor
de dos años. La misma pena se aplicará al padre o la madre u otros ascendientes, aun
cuando aquellos no hayan sido excluidos judicialmente de la patria potestad”. (Artículo
147)
“La misma pena se aplicará al que retiene remuneraciones o indemnizaciones de los
trabajadores o no entrega al destinatario las efectuadas por mandato legal o judicial; al
que incumple las relaciones consentidas o ejecutoriadas dictadas por la autoridad
competente; y al que disminuye o distorsiona la producción, simula causales para el
cierre del centro de trabajo o abandona éste para extinguir las relaciones laborales”.
(Artículo 168, segundo párrafo).
b) Sujeto pasivo: Es la persona titular del bien jurídico tutelado, puesto en peligro o
lesionado por el delito. El sujeto pasivo puede ser tanto una persona física (sea o no
imputable) o una persona jurídica, como también lo puede ser la sociedad o el estado.
Según el diccionario jurídico, El sujeto pasivo en la perpetración de un delito es quien
sufre directamente la acción, es sobre quien recaen todos los actos materiales utilizados
en la realización del ilícito, es el titular del derecho dañado o puesto en peligro.
Pueden ser sujetos pasivos del delito: el hombre individual, las personas colectivas, el
Estado y la colectividad social.
En el código penal, el legislador identifica al sujeto pasivo con las expresiones: “a
otro”, “una persona”, en perjuicio de tercero”, entre otras; y en algunos tipos penales se
ha especificado su calidad; así, por ejemplo: “a su ascendiente, descendiente, natural o
adoptiva, o a su cónyuge o concubino” (art. 107, CP), “a su hijo” (art.110, CP), “una
persona de 14 y menor de 18” (art.175, CP), etc.
c) Delitos de dominio: Llamado también “delitos comunes”, son aquellas que son
cometidos por cualquier persona. Se identifican claramente en los tipos penales, cuando
el legislador los señala a través de términos anónimos. En este tipo de delitos el agente
no se le exige ninguna especificación al momento de la ejecución de la conducta
delictiva.
d) Delitos de infracción de deber: A diferencia de los delitos de dominio, existen otros
tipos en los que se exige que la conducta prohibida solo pueda ser ejecutada por ciertas
personas que poseen “deberes especiales”. Estos hechos punibles se denominan delitos
de infracción de deber y los requisitos de la autoría, que se requieren, son consecuencia
de la existencia de un deber especial. Se demanda en estos sujetos una determinada
cualidad que consiste en una posición de deber especial extrapenal, por lo que en estos
casos es mejor hablar de delitos de infracción de deber. Corresponden a estas
infracciones penales los denominados delitos especiales.
 Delitos especiales o de infracción de deber propio: Es cuando la lesión del
deber especial fundamenta la punibilidad.
 Delitos especiales o de infracción de deber impropio: Es cuando la lesión del
deber especial solo determina una agravación de la punibilidad.
e) Delitos de propia mano: También se diferencia a los delitos tomando en cuenta la
peculiar exigencia en la ejecución de la acción delictiva por parte del agente. La
singularidad de los delitos de propia mano reside en que el tipo exige la ejecución
personal o corporal del sujeto que se encuentre de manera inmediata a realizarlo,
excluyéndose a otros sujetos idóneos. En estos delitos no es posible que se utilice a
otros como intermediario (autoría mediata).

La exigencia de la ejecución personal o corporal, en la mayoría de las veces, se encuentra


implícita, en la propia descripción de la conducta típica.

f) Delitos monosubjectivos: El tipo penal solo puede ser realizado por un individuo en
calidad de autor. Pero esto no impide que se configure casos de participación.
g) Delito plurisubjetivos: El tipo va a exigir la concurrencia de o más autores para la
ejecución de la conducta delictiva. Dicha concurrencia puede darse de dos formas: ya
sea de manera uniforme, para la consecución de un mismo objeto (delitos de
convergencia); o de manera autónoma, pero siendo partes de una misma relación
delictiva (delitos de encuentro).

II.LA CONDUCTA

 Descripción de la conducta: Suele ser muy concisa. Los tipos legales se


estructuran en relación a un proceso de abstracción a partir de las conductas de la
vida real. La gran variedad de circunstancia (tiempo, medio, lugar, etc.) son
sintetizadas por el legislador extrayendo algunas características comunes.
 Delitos de actividad: Existe la probabilidad que la simple ejecución de una
conducta, específicamente determinada como tal, sea ya constitutiva de la
realización del tipo. En estos tipos, no se no se individualiza un resultado y se limita
a describir una conducta prohibida: no existe resultado, solo la mera actividad va a
consumar el delito.
 Delitos de resultado: La ley caracteriza o individualiza un determinado resultado.
Este va a producir, en el objeto material de la acción, un efecto diferenciador
separado en el tiempo y el espacio.
 Delito instantáneo: La infracción se consuma en el momento en que se produce el
resultado o situación que describe la ley, sin que se determine la creación de una
circunstancia antijurídica de efectos duraderos.
 Delito permanente: El resultado se mantiene por cierta duración debido a la
voluntad del autor. En dicho tiempo se sigue ejecutando el tipo, por lo que la
consumación se da cuando se termine o abandone la situación antijurídica.
 Delito de estado: También se crea un estado antijurídico duradero, pero la
consumación va a cesar desde el momento de la aparición de la situación
antijurídica. Esto se da así porque solo se describe en el tipo la producción del
estado antijurídico y no su mantenimiento.
 Delitos de lesión y peligro: En relación a la intensidad del ataque al bien jurídico se
diferencia entre delito de lesión y de peligro, según si se afecta realmente al bien
jurídico o si solo existe la probabilidad de daño (peligro real que afecta al bien
jurídico)
 Delitos de peligro: Se divide en dos:
 Delito de Peligro concreto: Se requiere que la acción cause un peligro real
al bien jurídico. En el tipo se halla ex profeso, señalada la necesidad de
haber provocado una concreta situación de peligro. Se debe probar en cada
caso la existencia de un peligro efectivo. Po ello, se establece que este tipo
de delitos son, delito de resultado (resultado de peligro).
 Delito de Peligro abstracto: (peligro presunto) Solo requiere la
comprobación de la conducta prohibida, y por ello no se diferencian de los
delitos de pura actividad, son pues, delitos de desobediencia.
 Delitos monofensivos y pluriofensivos: Atendiendo al número de bienes jurídicos
afectados durante la comisión delictiva se distinguen los delitos monofensivos y
los delitos pluriofensivos o complejos. En el primer caso, el legislador ha previsto
en el tipo legal la afectación de un solo bien jurídico. En el segundo caso, establece
la afectación de dos o más bienes jurídicos.
 Tipos cualificados y privilegiados: Existen algunos tipos penales en los que
señalan su forma básica (tipo básico) y derivan, dentro del mismo tipo o en otros
tipos legales, determinan circunstancias (sean objetivas o personales) que van a
atenuar o agravar la antijuridicidad o culpabilidad (tipo cualificados y los tipos
privilegiados). A estos últimos les son aplicables las reglas del tipo básico.
 Tipos autónomos: Existen tipos penales distintos a los anteriores que, aun
conteniendo elementos de otros tipos penales, no son considerados derivados de
estos sino tipos autónomos.

III. OBJETO DE LA ACIÓN

El objeto de la acción es el elemento perteneciente al mundo exterior, sobre el que recae


materialmente la acción típica. En él se van a concretar la vulneración de los intereses
jurídicos que pretende tutelar el legislador en cada tipo penal. No todos los delitos van a
requerir de la presencia del objeto de la acción como elemento típico, esto ocurre en los
delitos de actividad en los que este elemento es innecesario, por la razón que no existe un
resultado que se plasme en un objeto perteneciente al mundo exterior.

Bien jurídico diferente al objeto de la acción:


No se debe confundir el objeto de la acción con el bien jurídico. El bien jurídico
aparece como un objeto inmaterial, se presenta como un valor ideal, frente al acto
agresor del agente. En el objeto de acción el menoscabo es real, susceptible de
concretarse materialmente.
Se distingue tres clases de objeto de la acción:
 Objeto personal: Se refiere a la persona como el objeto sobre la que va a
recaer la acción típica. Muchas veces coincide con el sujeto pasivo.
 Objeto real: Se refiere a las cosas u objetos inanimados donde la acción va
a recaer de manera material.
 Objeto fenomenológico: Se identifica a los fenómenos jurídicos, naturales
o sociales sobre los cuales se concreta la violación de interés jurídicamente
protegido.
BIBLIOGRAFÍA

1. LIBRO DERECHO PENAL PARTE GENERAL (PERCY GARCIA CAVERO)


2. PDF TEORÍA DE LA IMPUTACIÓN OBJETIVA EN LA JURISPRUDENCIA
PERUANA (WILMER NINO ALCOCER HUARANGA).
3. DERECHO PENAL PARTE GENERAL (ZAFFARONI, EUGENIO RAÚL)
4. DERECHO PENAL (FERNANDO LISICKI).
5. DERECHO PENAL: PARTE GENERAL (VILLAVICENCIO FELIPE T.)
6. INTRODUCCION A LA IMPUTACIÓN OBJTIVA (ELENA LARRAURI)
7. TEORIA DE LA IMPUTACION OBJETIVA EN LA JURISPRUDENCIA
PERUANA (WILMER NINO ALCOCER HUARANGA)
8. FUNDAMENTOS TEORICOS DE LA IMPUTACION OBJETIVA (YESID
REYES ALVARADO)
9. IMPUTACION OBJETIVA EN LA PARTICIPACIÓN Y TENTATICA
CULPOSA
10. EL CONCEPTO DE IMPUTACIÓN‖ EN EL DERECHO PENAL
(NICOLÁS SANTIAGO CORDINI).
11. TEORIA DE LA IMPUTACION OBJETIVA (DARÍO ALBERTO DAL DOSSO)
12. IMPUTACION OBJETIVA EN EL DERECHO PENAL (JAKOBS GUNTER)
13. TEORÍA DEL DELITO (OSCAR PEÑA GONZÁLES)

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