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La presente monografía tiene como objetivo informar a los estudiantes del tercer ciclo, del curso
de Derecho penal parte general sobre el tema: Teoría De La Imputación Objetiva. Para ello
hemos investigado de diferentes fuentes bibliográficas tanto de autores nacionales como
extranjeros, en ellas no pretendemos abordar los temas a profundidad, partiendo desde el
concepto de tipicidad hasta reglas de imputación objetiva de la conducta, la imputación objetiva
es un mecanismo normativo que sirve para los fines del Derecho penal de un Estado liberal,
vale decir, asegurar que los ciudadanos cumplan cabalmente con sus deberes jurídicos, pero
únicamente dentro de aquello que les corresponde en el marco de su ámbito de organización.
Todo aquel riesgo, por tanto, que tiene lugar fuera de dicha esfera no le incumbe
normativamente al ciudadano; por tanto, éste no es jurídico penalmente competente del mismo.
En tal sentido, la imputación objetiva resguarda, a su vez, la libertad de las personas como tales
y se rige en una garantía normativa para el respeto de su auto organización.
“LOS ALUMNOS”
Introducción:
Los objetivos de esta investigación son el conocer y dar una definición básica sobre
imputación.
En el ámbito del derecho, la imputación es el acto que implica la acusación formal a una
persona de un delito concreto. Por lo que hemos considerado una necesidad imperante en el
sentido de nivel de conocimientos sobre el tema que involucra una diversidad de aportes
bibliográficos que va desde contribución de especialistas juristas con lo que hemos
enriquecido el comentario del artículo del código penal que explican las formas legales en
el presente informe.
La misma que esperamos explicar convenientemente en los 6 capítulos que componen la
presente redacción bibliográfica.
En el primer capítulo, relacionamos: Todos los aspectos generales sobre la imputación
Objetiva, de manera que nos permita tener una base teórica
Uno de los temas más polémicos tratados en el ámbito de la teoría del delito lo constituye la
atribución de resultados. Se define a la imputación objetiva como la delimitación de la
responsabilidad según el criterio de las capacidades individuales de la responsabilidad
según el criterio de las capacidades individuales.
ÍNDICE
CAPITULO I: ASPECTOS GENERALES
ALGUNOS CONCEPTOS BIBLIOGRÁFICOS
A-GEORG W. F. HEGEL
B-KARL LARENZ
C--RICHARD HÖNIG
D-HANS WELZEL
E-CLAUS ROXIN
F-GÜNTHER JAKOBS
I. RIESGO PERMITIDO
II. LA DISMINUCION DE RIESGO
III. EL RIESGO INSIGNIFICANTE
IV. PRINCIPIO DE CONFIANZA
V. LA PROHIBICION DE REGRESO
VI. EL ÁMBITO DE RESPONSABILIDIDAD DE LA VICTIMA
Sentó a comienzos del siglo XIX el principio fundamental de que sólo puede llamarse
imputación en sentido estricto a aquello que en una conducta puede ser reconocido como
mío. Para su determinación propuso distinguir entre dos clases diversas de consecuencias
que una conducta genera, pues mientras algunas de ellas son parte de la configuración
misma de la acción, a ella le pertenecen, son su alma y sin ella nada representan, existen
otras consecuencias que no le pertenecen a la conducta, sino a la modificación que en el
mundo exterior ha causado el comportamiento; por consiguiente, solo las consecuencias
que pertenecen a mi conducta, como modificación del mundo exterior, pueden serme
imputadas, mientras las consecuencias que se derivan no de mi conducta, sino de la ya
producida modificación en el mundo exterior, no me deben ser imputadas.
B. DEFINICION DE IMPUTACIÓN KARL LARENZ
Civilista alemán, reivindica el concepto de acción de Hegel, pero en su construcción afirma
que el concepto de imputación ya no debe ser entendida en sentido subjetivo, sino objetivo:
no sólo abarca la imputación de hechos conocidos y queridos sino también los que podrían
haber constituido el objeto de la voluntad, es decir, los hechos imprudentes. Larenz
interpreta el concepto de acción original de Hegel como limitado solamente a los delitos
dolosos, -cuestión sobre la que no existe acuerdo8 -, pero para aquél, se trata de la
fundamentación del concepto de acción en cuanto presupuesto teórico general de cualquier
sistema de imputación, esto es, de adscripción de un hecho a un sujeto. La pregunta
decisiva, según Larenz, es la de “qué es lo que se puede atribuir al sujeto como su acción,
de qué se lo puede hacer responsable. “Cuando el resultado no es objetivamente previsible,
el acontecer provocado por el comportamiento del causante no debe ser considerado como
su propio hecho, sino como un acontecimiento casual, mientras que la cuestión de si el
autor concreto “ha previsto el resultado o ha podido preverlo con sus aptitudes
individuales” es tan sólo un “problema de la imputación subjetiva”, en el sentido de
“culpabilidad”.
C. IMPUTACIÓN OBJETIVA SEGÚN RICHARD HÖNIG
Continúa la elaboración de la teoría de la imputación objetiva. También para este autor “se
añade al juicio causal, como juicio posterior independiente, el de la imputación objetiva”.
Parte de la pugna entre la teoría de la equivalencia y teoría de la adecuación, pero lleva la
discusión a otro terreno al constatar “que en la ciencia del Derecho no es posible que lo
único que importe sea la comprobación del nexo causal en sí, sino que hay que discutir la
explicación de una determinada propiedad, que corresponde a las exigencias del orden
jurídico, del nexo existente entre acción y resultado”.
Roxin explica que la cuestión jurídica fundamental propuesta por Honig no consiste en
averiguar si se dan determinadas circunstancias, sino en establecer los criterios conforme a
los cuales queremos imputar determinados resultados a una persona. De este modo el
cambio de perspectiva que aquí se lleva a cabo desde la causalidad a la imputación hace
que el centro de gravedad se desplace ya en la teoría de la acción de la esfera ontológica a
la normativa: según esto, la cuestión de si se le puede imputar a un hombre un resultado
como obra suya depende desde un principio de los criterios de enjuiciamiento a los que
sometamos los datos empíricos
Jakobs mantiene una concepción distinta que parte de la base teórica reseñada, donde no se
concibe la imputación objetiva sólo como vínculo entre acción y resultado, sino que es la
encargada de establecer cuándo estamos frente a una acción jurídica penalmente relevante.
En efecto, divide la imputación objetiva en dos niveles: por un lado, la imputación objetiva
del comportamiento. En un segundo nivel, la imputación objetiva del resultado.
D. IMPUTACIÓN OBJETIVA SEGÚN HANS WELZEL
En su estudio programático “Studien zum System des Strafrechts” resolvió el supuesto del
que envía a otro al bosque con la esperanza de que un rayo lo mate de modo totalmente
diverso al modo en que lo resolvió en la última edición de su manual, en que acude a la
falta de dolo, indicando que “este ejemplo no tiene que ver ni con la causalidad, ni con el
dolo, sino con el significado social de la acción que hemos denominado adecuación social”.
La idea básica de la teoría de la adecuación social es que aquéllas acciones que se mueven
dentro de lo que históricamente ha llegado a ser el orden ético-social de la vida en
comunidad, y que por tanto son “socialmente adecuadas”, no pueden encajar en un tipo,
aunque según su tenor literal se las pudiera subsumir en el mismo, por ejemplo, el caso de
la entrega al cartero del pequeño regalo en año nuevo, que por su adecuación social no sería
típica como cohecho. Pero este enfoque, en sí mismo correcto de la teoría de la adecuación,
ha sufrido variaciones en su configuración y ubicación sistemática en la teoría del delito, en
la misma sistemática de Welzel, de allí que haya sido relativizado su valor como teoría
autónoma. Roxin, al ejemplo mencionado, lo resuelve con el criterio –más preciso, en su
opinión- de fin de protección de la norma.
E. IMPUTACIÓN OBJETIVA SEGÚN CLAUS ROXIN
Desarrolla la teoría de la imputación desligada del dogma causal retomando los postulados
de Honig en la contribución a su homenaje titulada “Reflexiones sobre la problemática de
la imputación en el derecho penal”26. En efecto, retomando las líneas directrices sentadas
por su antecesor, relativas a la “posibilidad objetiva de pretender”, formuló su construcción
al reducir aquélla al posteriormente denominado “principio del riesgo”, y así recibimos la
teoría de la imputación objetiva en la actualidad, por la vertiente de Roxin, siendo
conveniente profundizar su desarrollo cuando me ocupe en específico de su sistema. Sin
perjuicio de esa remisión, corresponde a este punto mencionar que el sistema de Roxin
procede del resultado de sucesivas investigaciones a partir de la década del 60.
Véase que en 1962 publicó su “Contribución a la crítica de la teoría final de la acción”
punto de partida ineludible para comprender su construcción y en otro trabajo de gran
importancia titulado “Infracción al deber y resultado en los delitos imprudentes” resolvió el
problema de las llamadas “conductas alternativas conforme a derecho” sobre la base del
principio de “incremento del riesgo.
F. IMPUTACIÓN OBJETIVA SEGÚN GÜNTHER JAKOBS
La teoría de la imputación objetiva se divide para JAKOBS en dos niveles: por un
lado, la calificación del comportamiento como típico (imputación objetiva del
comportamiento), y, por otro, la constatación -en el ámbito de los delitos de resultado- de
que el resultado producido queda explicado precisamente por el comportamiento
objetivamente imputable (imputación objetiva del resultado).
En el primer nivel de la imputación objetiva, la imputación de comportamientos,
JAKOBS propone cuatro instituciones dogmáticas a través de las cuales ha de
vertebrarse el juicio de tipicidad: riesgo permitido, principio de confianza, actuación a
riesgo propio de la víctima y prohibición de regreso y otros más; como es el de los
conocimientos especiales.
A
ello agrega JAKOBS, de manera especulativa, la consideración de que ―el hecho de que
la imputación se rija según el contenido objetivo de la norma es algo que ciertamente no se
circunscribe a sociedades que posibilitan contactos anónimos en el sentido anteriormente
mencionado -la sociedad se agota precisamente en el establecimiento de normas objetivas-,
pero en caso de sociedades anónimas la objetividad del armazón de soporte se hace
especialmente patente.
Ejemplo: “el sobrino que con el propósito que el tío muera lo envía a pasear bajo una
tormenta.”
Esta estructura normativa fue propuesta por el reconocido profesor Günter Jakobs, quien
propone tener en cuenta la intervención de la víctima en el suceso.
«En este punto, la teoría de la imputación objetiva implica la introducción de elementos
valorativos que determinan cuáles son los límites de la libertad de actuación, implica, en
este sentido, el establecimiento de esferas de responsabilidad.
Este postulado normativo surge de los propios criterios normativos señalados por la teoría
de la imputación objetiva, los cuales no solo están referidos a la determinación de la
tipicidad de la conducta, sino que también ofrece reglas para precisar que, luego que se
haya afirmado que la conducta es típica, en qué supuestos el resultado producido puede ser
imputado a la conducta (imputación objetiva del resultado o imputación objetiva en sentido
estricto). De lo que se trata es de explicar el resultado que se ha producido y solo podrá
relacionarse el resultado con la conducta cuando esta sea su factor causal determinante, de
manera que adquiere importancia el análisis cuando, a lado de la conducta típica, concurre
otra explicación alterna como podría ser un accidente o la conducta de un tercero. Esta
estructura normativa fue propuesta por el reconocido profesor Günter Jakobs, quien
propone tener en cuenta la
intervención de la víctima en el suceso. «En este punto, la teoría de la imputación objetiva
implica la introducción de elementos valorativos que determinan cuáles son los límites de
la libertad de actuación, implica, en este sentido, el establecimiento de esferas de
responsabilidad.»(Este postulado normativo surge de los propios criterios normativos
señalados por la teoría de la imputación objetiva, los cuales no solo están referidos a la
determinación de la tipicidad de la conducta, sino que también ofrece reglas para precisar
que, luego que se haya afirmado que la conducta es típica, en qué supuestos el resultado
producido puede ser imputado a la conducta (imputación objetiva del resultado o
imputación objetiva en sentido estricto).
Ejemplo: Quien entrega una sustancia peligrosa y el que lo recibe lo consume y se afectado
en su salud. La jurisprudencia nacional, excluye de la Imputación Objetiva los supuestos en
los que la creación del riesgo no recae en las manos del sujeto activo si no de los mismos
sujetos pasivos.
CAPITULO IV: REGLAS DE LA IMPUTACION OBJETIVA DE RESULTADO
SEGÚN JAKOBS
La Teoría de la imputación objetiva exige, que luego de verificada la causalidad natural,
comprobar: en primer lugar, si la acción ha creado un peligro jurídicamente desaprobado, y
en segundo lugar, si el resultado es producto del mismo peligro. La imputación objetiva de
resultado se ubica en este segundo nivel de imputación, esto es, en la comprobación de si el
resultado es producto del peligro creado. Para lo cual la Teoría de la imputación objetiva ha
desarrollado las siguientes estructuras normativas:
I.LA RELACION DE RIESGOS
Esta estructura normativa o regla exige que además de la relación de causalidad se requiere
de una relación de riesgo entre la conducta y el resultado. Vale decir, para la imputación
objetiva se exige que como del riesgo creado por la conducta se produzca el resultado; se
exige una relación objetiva De esta forma, podemos concebir a esta regla de Relación de
Riesgo, como una exigencia para completar el segundo nivel de imputación; sin el cual no
se puede imputar objetivamente la conducta típica al sujeto activo; siendo que es posible
negar la imputación objetiva en supuestos en que a pesar que el resultado ha sido causado
por una conducta que creó un riesgo prohibido, sin embargo el resultado final es producto
de otro riesgo ajeno al sujeto (riesgos concurrentes) como por ejemplo cuando el que
dispara a matar a otro, solo lo lesiona, y luego muere producto de un incendio ocurrido
posteriormente en el hospital.
Esta estructura normativa o regla exige que además de la relación de causalidad se requiere
de una relación de riesgo entre la conducta y el resultado. Vale decir, para la imputación
objetiva se exige que como del riesgo creado por la conducta se produzca el resultado; se
exige una relación objetiva. Sobre el particular Mir Puig señala que: El entendimiento del
concepto de imputación objetiva en el sentido estricto que vincula al principio de
culpabilidad los tres niveles de imputación (objetiva, subjetiva y personal), exige una
determinada relación de riesgo entre el resultado típico.
Ejemplo: El que dispara a matar a otro y solo lo lesiona y luego producto de un incendio
muere en el hospital.
Ejemplo: Quien alberga a su amigo durante unas cuantas noches del mismo modo como
sucedió siempre hasta ese momento cada vez que pasaba por allí, no comete un
encubrimiento, ni siquiera si el amigo, en está ocasión, se encuentra fugado de los órganos
de persecución penal, y ello con independencia de si el que lo alberga lo sabe. Pero quien
oculta al amigo en el desván o en el sótano se comporta objetivamente como un encubridor.
Veamos otro ejemplo: el empleado de una estación de servicio llena el tanque de un
automóvil inadecuado para transitar; el taxista lleva un individuo, que según se entera en el
transcurso del viaje, cometerá un delito en el lugar de destino.
II-PRINCIPIO DE CONFIANZA
El principio de confianza, trata casos en los que alguien, a diferencia de en la prohibición
de regreso, es garante de la evitación de un curso de daño, pero dicho curso no se
tornará nocivo si todos los intervinientes se comportan o se han comportado
correctamente, esto es, la peculiaridad de que el desarrollo del acontecimiento no depende
de la simple naturaleza, sino del cuidado que pongan otras personas, así como también, en
la determinación de las responsabilidades culposas en el accionar policial.
Ejemplo: Una conductora de un turismo observó hasta poco antes del final de una zona
urbana por la que transitaba un hombre mayor que disponía a cruzar la calle. Cuando la
acusada continuó acelerando una vez pasada esta señal. La acusada al darse cuenta de ello
no pudo ya impedir un choque mortal utilizando los frenos y realizando una acción evasiva.
La primera formulación del principio del riesgo permitido se debe a C.L. von BAR y
a Karl BINDING el haber sentado las bases de su concepto moderno, considerando
ambos que la antijuridicidad quedaba excluida en los tipos no dolosos por la
observancia del cuidado objetivo, esto es, por la permanencia dentro de los límites del
riesgo permitido. Siendo por consiguiente el entendimiento que la función de la norma
primaria es la protección de bienes jurídicos. Por ello toda conducta típica ha de crear
un peligro para el bien jurídico protegido. Esta afirmación cobra especial importancia
en una sociedad de riesgos como en la que vivimos.
FRISCH entiende que se trata de un problema material no resuelto, por mucho que, a
veces, mediante el recurso a etiquetas naturalistas, se pretenda aparentar que se ha
alcanzado una solución. De todos modos, el problema material se halla vinculado a un
problema metodológico, a saber, la incapacidad de la doctrina de elaborar
principios comunes a la amplia multiplicidad de casos que se suscitan.
El uso de la fuerza por parte de la policía, es quizás uno de los más claros ejemplos de
riesgos permitidos, por lo que en opinión de ABREGÚ-CHILLER: no puede caber duda
que, al poner en manos de un agente del orden la autorización y la obligación de
actuar violentamente, si es necesario, para la protección de la vida, la integridad y el
patrimonio, la sociedad está asumiendo un riesgo de trascendencia.
El riesgo permitido, es esa franja que autoriza el uso de la fuerza, más allá de los casos
de legítima defensa o estado de necesidad.
El concepto de riesgo permitido tiene su ubicación natural, dentro del sistema
dogmático de interpretación de los tipos penales y de determinación de la
responsabilidad consiguiente, en el proceso de valoración de la conducta, es decir, es un
elemento del injusto, que por su absoluta independencia del aspecto subjetivo es
aplicable tanto a los delitos dolosos como a los culposos. Sin embargo, siguiendo la
concepción de JAKOBS en la que configura el riesgo permitido partiendo de una
definición claramente normativa del riesgo, desligada de probabilidades estadísticas de
lesión.
Por otra parte, sobre el criterio unitario del consentimiento KIENTZY opina que
constituye una causa de exclusión del injusto que despliega su eficacia ya en el nivel
de tipicidad, puesto que para que se cumpla el tipo no basta que exteriormente la
acción parezca subsumible en el mismo, sino que debe encerrar aquel mínimo
contenido de injusto que se concretiza en la lesión del bien jurídico.
En una línea similar, si bien haciendo uso de unos argumentos dogmáticamente más
endebles, está también KÜHNE, el cual sostiene que tanto el consentimiento como
la conformidad son expresión de una renuncia al bien jurídico que excluye la tipicidad.
Sin embargo, el fenómeno del riesgo permitido posee un segundo aspecto, el cual es
referido, no ya al desvalor de la conducta, sino al desvalor del resultado, es decir, que
las normas de conducta penales se dirigen exclusivamente contra aquellas formas de
conducta que muestran un grado de peligrosidad que va más allá de la medida
permitida. En definitiva, vemos que un determinado sector de la doctrina propone que
con la finalidad de unificar la terminología, se abandone la antigua denominación de
“deber objetivo de cuidado” cabe agregar que el riesgo permitido se aplica a los
casos en que la situación no permite actuar con el cuidado que se debe, pero el riesgo
asumido es menor que la completa inactividad, que tradicionalmente se ha empleado
dentro del delito imprudente, para sustituirla por la genérica expresión de “riesgo
permitido”, que elemento (no criterio) de la imputación objetiva es predicable de ambas
modalidades delictivas, con lo que reforzará la pretensión de este sector doctrinal por
defender un sistema penal unitario.
padece como son los llamados casos de resultado tardíos, los cuales se caracterizan
porque la conducta del autor produce en la víctima, no solamente una determinada
lesión primaria, sino que implica, además, el peligro de que se produzcan, más tarde, a
causa de la lesión primaria producida (por ejemplo, la amputación de una pierna o lesión
de un órgano) otras consecuencias corporales o incluso la muerte de la víctima.
Siguiendo al profesor ROXIN, quien refiere sobre un punto fundamental de este tema, es:
la pregunta acerca del alcance (el fin de protección) del tipo aún puede resultar fructífera
para otros grupos de casos. Así, por ejemplo, tampoco se podrán imputar los daños
consecuencia de un shock (daños producidos psíquicamente a un afectado por un delito,
pero no en su propia persona) ni los daños consecuencia de otros (por ejemplo, el
posterior accidente de tráfico de quien ha quedado impedido por una anterior lesión).
Las reflexiones expuestas hasta ahora han mostrado ya que los ejemplos tradicionales de
cursos causales extraños o incluso sorpresivos no son la situación en la falta de creación
de un peligro, sino casos de creación de peligros que no son desaprobados o en su caso
reprochables a causa de razones específicamente normativas. Tampoco se puede decir que
tales desarrollos se encuentran fuera de la experiencia de la vida.
A este respecto, FRISCH 226 indica que la razón estriba, más bien, en que
determinadas actividades nos parecen importantes por su necesidad o utilidad de
condiciones que minimizan el riesgo. De modo concreto: si las condiciones que debían
cumplirse en el curso de la actuación correspondiente, se cumplieron, se excluye la
punibilidad (más preciso: lo ilícito) por faltar la característica de la infracción del deber
de cuidado, exigida de manera casi general en el ámbito de la imprudencia; de modo que
no hace falta recurrir, como explicación al topos de la imputación que es la falta de
creación de un riesgo desaprobado. Esto cambia solamente cuando no se dispone, sin
más, de los topos de la ausencia de infracción del deber de cuidado, o cuando no se puede
dudar, en el caso concreto de la infracción del deber de cuidado. Lo primero sucede
cuando está sobre el tapete no un delito culposo, sino un delito doloso.
Por ejemplo: El caso de la entrega de heroína‖. El acusado había vendido a la víctima una
determinada cantidad de heroína que resultó ser de gran pureza, sin que el acusado
conociera esta circunstancia. La víctima murió al consumir la sustancia. Al respecto el
Tribunal de instancia condenó al acusado por un delito contra la salud pública, pero le
absolvió del de homicidio del que se le acusaba, afirmando que la conducta del acusado, al
desconocer el alto grado de pureza de la heroína, no entrañaba un riesgo distinto del
inherente al tráfico.
V.TOMA DE POSTURA
A diferencia del sistema causalista y finalista, los cuales se basaban en el nexo causal, el
funcionalismo se basa en un nexo de imputación, es decir, la atribución de un resultado a la
conducta del autor penalmente responsable y, en consecuencia, su inclusión en el tipo
objetivo.
En tal caso, las conductas defraudadoras que al Derecho penal le incumben, es algo que la
teoría de la imputación objetiva debe determinar. La función que una teoría de la
imputación esta llamada a desempeñar, es justamente la de reemplazar lo que
tradicionalmente se ha denominado el concepto jurídico penal de conducta, con lo que
podemos inferir que, para el Derecho penal: es acción toda causación imputable, esto es,
que le sea objetivamente con todos los elementos que el tipo objetivo requiere para su
integración imputable el resultado de la persona por su actuar.
La diferencia entre la teoría de la imputación objetiva y sus críticos se reduce en este
punto esencialmente a que ambos trabajan con distintos criterios objetivos. Mientras que la
teoría de la imputación objetiva emplea conceptos como ―creación de un peligro
desaprobado y la necesidad de la realización de un peligro desaprobado, los críticos
preguntan si la producción del resultado es expresión del poder sobre el hecho o dominio
del hecho del autor, o si previsible y congruente con lo querido por éste.
Sin lugar a dudas, estamos frente a una nueva concepción del sistema penal desarrollada en
derredor de una teoría de la imputación que implica no solo el abandono del
planteamiento causalista, sino además la superación total de la teoría final del injusto.
Siendo que el status de la imputación se caracteriza a partes iguales por elementos
empíricos y normativos.
Por lo que respecta a la imputación que el Derecho procesal penal presenta en la
actualidad un Estado de Derecho cuya fundamentación teórica hoy se encuentra fuera
de duda, pero cuya realización práctica no siempre es completa y que siem pre queda
como tarea, es la imputación individual. Esta imputación individual se justifica y se
consigue atendiendo a conceptos determinados y llenos de contenido en un proceso
que viene previamente dado. Es decir, aquí encontramos sobre todo las reglas para llevar a
cabo la prueba.
Estas reglas pretenden asegurar que la materialización de la realización entre la persona y
el mundo exterior se determine siguiendo estrictamente los criterios de racionalidad
vigentes en ese momento. El proceso de determinación de los hechos, si no se atendiera
a estas particularidades, presentaría un grave problema: tener que contar con todo lo
que se ha descubierto, siendo aún discutible determinar los parámetros o márgenes a
utilizar en cada uno de los conceptos ya mencionados.
En cuanto al Derecho penal material, contiene en el tipo objetivo los conceptos de
producción causal, de acción humana, la teoría de los fines de la norma, de la adecuación
social o del riesgo permitido, todos los cuales pretenden asegurar, a través de su
conjunción, que no se deslicen atribuciones injustificadas en la relación entre el suceso
objetivo y el comportamiento individual, esto es, el criterio del alcance del tipo que es un
criterio a través del cual se canaliza una interpretación teleológica de la parte especial se
puede extender a otros ámbitos.
CAPITULO VI
ELEMENTOS ESTRUCTURALES DE LA IMPUTACIÓN AL TIPO OBJETIVO
Para la imputación penal se requiere identificar el ámbito potencial del autor (sujeto activo),
y el afectado por el resultado que ocasiona la conducta (sujeto pasivo). La descripción de
los elementos exteriores de la conducta prohibida se inicia con las referencias al sujeto
activo, éste es una persona humana, quien va a realizar la actividad descrita en el tipo legal.
a) Sujeto activo: es un concepto dogmático que sirve para describir los requisitos que
debe reunir la persona al momento en que ejecuta la conducta delictiva. Generalmente,
el tipo de lo injusto de los delitos dolosos describe al sujeto activo de una manera
determinada, neutra, usando los anónimos “el que” o “al que”. La doctrina suele
denominarlo comúnmente “agente” o “autor”.
“El que, mediando relación parental, sustrae a un menor de edad o rehúsa entregarlo a
quien ejerce la patria potestad, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor
de dos años. La misma pena se aplicará al padre o la madre u otros ascendientes, aun
cuando aquellos no hayan sido excluidos judicialmente de la patria potestad”. (Artículo
147)
“La misma pena se aplicará al que retiene remuneraciones o indemnizaciones de los
trabajadores o no entrega al destinatario las efectuadas por mandato legal o judicial; al
que incumple las relaciones consentidas o ejecutoriadas dictadas por la autoridad
competente; y al que disminuye o distorsiona la producción, simula causales para el
cierre del centro de trabajo o abandona éste para extinguir las relaciones laborales”.
(Artículo 168, segundo párrafo).
b) Sujeto pasivo: Es la persona titular del bien jurídico tutelado, puesto en peligro o
lesionado por el delito. El sujeto pasivo puede ser tanto una persona física (sea o no
imputable) o una persona jurídica, como también lo puede ser la sociedad o el estado.
Según el diccionario jurídico, El sujeto pasivo en la perpetración de un delito es quien
sufre directamente la acción, es sobre quien recaen todos los actos materiales utilizados
en la realización del ilícito, es el titular del derecho dañado o puesto en peligro.
Pueden ser sujetos pasivos del delito: el hombre individual, las personas colectivas, el
Estado y la colectividad social.
En el código penal, el legislador identifica al sujeto pasivo con las expresiones: “a
otro”, “una persona”, en perjuicio de tercero”, entre otras; y en algunos tipos penales se
ha especificado su calidad; así, por ejemplo: “a su ascendiente, descendiente, natural o
adoptiva, o a su cónyuge o concubino” (art. 107, CP), “a su hijo” (art.110, CP), “una
persona de 14 y menor de 18” (art.175, CP), etc.
c) Delitos de dominio: Llamado también “delitos comunes”, son aquellas que son
cometidos por cualquier persona. Se identifican claramente en los tipos penales, cuando
el legislador los señala a través de términos anónimos. En este tipo de delitos el agente
no se le exige ninguna especificación al momento de la ejecución de la conducta
delictiva.
d) Delitos de infracción de deber: A diferencia de los delitos de dominio, existen otros
tipos en los que se exige que la conducta prohibida solo pueda ser ejecutada por ciertas
personas que poseen “deberes especiales”. Estos hechos punibles se denominan delitos
de infracción de deber y los requisitos de la autoría, que se requieren, son consecuencia
de la existencia de un deber especial. Se demanda en estos sujetos una determinada
cualidad que consiste en una posición de deber especial extrapenal, por lo que en estos
casos es mejor hablar de delitos de infracción de deber. Corresponden a estas
infracciones penales los denominados delitos especiales.
Delitos especiales o de infracción de deber propio: Es cuando la lesión del
deber especial fundamenta la punibilidad.
Delitos especiales o de infracción de deber impropio: Es cuando la lesión del
deber especial solo determina una agravación de la punibilidad.
e) Delitos de propia mano: También se diferencia a los delitos tomando en cuenta la
peculiar exigencia en la ejecución de la acción delictiva por parte del agente. La
singularidad de los delitos de propia mano reside en que el tipo exige la ejecución
personal o corporal del sujeto que se encuentre de manera inmediata a realizarlo,
excluyéndose a otros sujetos idóneos. En estos delitos no es posible que se utilice a
otros como intermediario (autoría mediata).
f) Delitos monosubjectivos: El tipo penal solo puede ser realizado por un individuo en
calidad de autor. Pero esto no impide que se configure casos de participación.
g) Delito plurisubjetivos: El tipo va a exigir la concurrencia de o más autores para la
ejecución de la conducta delictiva. Dicha concurrencia puede darse de dos formas: ya
sea de manera uniforme, para la consecución de un mismo objeto (delitos de
convergencia); o de manera autónoma, pero siendo partes de una misma relación
delictiva (delitos de encuentro).
II.LA CONDUCTA