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POLITICA
Sirvan los dos capítulos: anteriores para mostrar cómo las opiniones
de Platón están íntimamente unidas. En este capítulo, y en los que le
siguen, intentaré condensar! sus opiniones acerca de ciertos temas, empe
zando por ¡a política. Las principales fuentes de opiniones políticas de
Platón son: Critón, La República, El Político, Las Leyes, y la Tercera,
Séptima y Octava Cartas.
Platón es comúnmente considerado partidario de la autoridad en
cuestiones de política, y hay algunos párrafos que expresan una encarni
zada desaprobación a la democracia. Sin embargo, debemos tener presen
tes dos advertencias. En primer lugar,. muchas, de estas opiniones están
puestas en boca de Sócrates, y es posible que Sócrates fuera más
antidemocrático que Platón, de forma que cuando Platón expresa las
opiniones de Sócrates o cuando está influenciado por él, es más antide
mocrático que otras veces. Ciertamente parece que Sócrates había desa
probado la democracia de Pericies probablemente porque consideraba
que era la responsable de ja transformación de Atenas de una ciudad
rural decente en una rica ciudad imperial, debido al proxenetismo de los
políticos democráticos dirigido hacia el ansia de riqueza del pueblo.
En segundo lugar, debemos recordar que «democracia» no tiene eí
mismo significado para Platón que para nosotros. La razón es que vi
vimos, y durante un largo tiémpo hemos vivido, en un mundo en el cual
la democracia ha estado al lado de las barricadas con un gobierno partida
rio de la libertad individual y de orden no violento. Pero no es una iey de
1a naruraieza que esto debalser así, sino que es más bien un efecto de
ias relaciones culturales, sociales y económicas entre distintas ciases en
ciertas épocas; en otros tiempos y lugares, el gobierno popular ha
significado a veces tiranía popular, caos y desorden, cuyo resultado fue
pronto Ja tiranía de un autócrata. Por lo tanto, para nosotros «democra
cia» connota libertad personal en una medida que no podía concebir
Platón. Y además Platón no¡ tenía experiencia del tipo de gobierno que
hoy llamamos democracia. En la mayor parte de las modernas demo
cracias hay un gran número de defensores contra las explosiones
de la opinión pública; de una forma o de otra (servido civil, juntas
de elecciones de cargo, etcétera) una democracia da a la opinión
170 Análisis efe fas doctrinas de Platon
pública ia última palabra, pero se asegura de que sea sólo la última. Platón
aclara bastante que lo que critica bajo el nombre de democracia no es
este tipo de gobierno. Tiene en mente el gobierno de la asamblea
popular, donde la asamblea, cada vez que se reúne, se considera soberana
para hacer lo que quiera en cuantos asuntos quiera, y en la cual, por lo
tanto, hay una enorme posibilidad de cambio y una amplia oportunidad
para que un orador sin escrúpulos excite las pasiones y haga que cengan
efecto. Su queja constante es que la estupidez es capaz de convencer a la
multitud. No podemos verificar esta opinión preguntándonos si la estu
pidez triunfa en las democracias modernas, porque las modernas demo
cracias no están gobernadas por una asamblea. Sería mejor preguntar
cuánto sentido común en cuestiones políticas puede encontrarse en
tribunales públicos o en periódicos de gran circulación. Hasta qué punto
la opinión de Flacón acerca de ¡a democracia de Atenas y otras contem
poráneas a ella es correcta, es una pregunta propia de un historiador
(muchas de ellas tuvieron planes, mas o menos toscos, para restringir la
competencia de cada asamblea sucesiva); debemos darnos cuenta de que
la palabra dimacratia no connota en Platón ios mismos valores ni se
refiere a las mismas instituciones que nuestra palabra «democracia».
Quizás la mayor evidencia de ios ideales políticos de Platón pueda
encontrarse en su propia carrera política en Sicilia, tai como la describe y
comenta en sus cartas. Recapitulemos los hechos de su relación con
Sicilia (!a£ fechas que doy son aproximadas). Platón visitó por primera
vez Siracusa, en Sicilia, en 387, durante sus viajes. La situación política
general era la siguiente: El sur de Italia y Sicilia estaban en esa época muy
poblados por habitantes de las colonias griegas que vivían en ciudades y
mantenían la cultura griega. Su civilización era en muchos aspectos
brillante, pero estaba seriamente amenazada —en Italia por los indí
genas italianos, en Sicilia por los cartagineses del N orte de Africa.
Siracusa era la ciudad más importante de la Sicilia griega y el jefe natural
en 1a resistencia de toda la región frente a la intrusión de los pueblos no
griegos. En 387, cuando Platón llegó allí, Siracusa era teóricamente una
democracia, pero de hecho estaba gobernada por un comandante en jefe
anualmente reelegido, Dionisio, que era un urano típico (esto es, no
necesariamente un gobernador brutal sino un alto funcionario en una
constitución nominaímente democrática, que tenía poder absoluto’).
Dionisio era un gobernante bastante aforcunado que, a su muerte en 368,
había consolidado suficientemente su autoridad en Siracusa para que su
hijo Dionisio II le sucediera sin discusiones, y que hizo de Siracusa la
ciudad más importante, directa o indirectamente, entre todas las otras
ciudades griegas de Sicilia y del sur de Italia. Para establecer y mantener
su autoridad, tuvo que luchar contra tres cosas: la presión de ios
cartagineses sobre Sicilia (y hasta cierto punto de ios italianos en Italia);
las tendencias autosuficíentes de las otras ciudades griegas; y eJ partido
democrático de Siracusa. Probablemente era fácil que un observador
4. Politics 171
entre· manos una guerra con Cartago; y Platón le convenció al fin para
que le dejase voiver a su patria, bajo condición de que cuando la guerra
acabase, tanto Sócrates como Dión volverían.
Durante la ausencia de Platón, Dionisio se dedicó aparentemente a la
filosofía e impresionó a muchos observadores, incluso a Arquitas, eí
pítagóníco hombre de estado de Tarento, en el sur de Italia. En 362
mandó volver a Platón, pero no a Dión. Platón se negó a ir, pero Dión y
Arquitas le presionaron para que fuera; ias relaciones con Tarento eran
importantes para la defensa de la civilización griega occidental, y Dioni
sio prometió resolver ei asunto a Dión tal y como Platón lo deseaba,
pero sólo si Platón volvía. Por ello, Platón volvió a Siracusa creyendo
que Dionisio podía realmente ser convertido a una buena vida- Al llegar
Platón sometió a Dionisio a una prueba que describe como si fuera su
prueba general para conocer el interés de un hombre por la filosofía
{¿Acaso era, de hecho, el Examen de Entrada a la Academia?); esto es, le
dio en un solo discurso una relación'del plan de estudios que debería
seguir si Platón se convertía en su tutor. Parece que Dionisio usó este
discurso para obtener un manual de Platoninismo, pero parece ser que
nada más sacó en claro de ello. Se negó a permitir que Dión recibiese la
renta de sus propiedades, y ésta fue la causa de una ruptura con Platón.
Sin embargo, no dejó que Platón se fuera; quizás él era una útil víctima
propiciatoria.
Pues la posición de Dionisio era probablemente inestable. Había
rebelión entre sus mercenarios, cosa que Dionisio aprovechó como
pretexto para atacar a ios jefes de la resistencia antí-tiránica, en particular
a un hombre llamado Heraclides, por quien Platón intercedió. Poco
tiempo después de esto, Platón supo que los mercenarios se proponían
matarle (presumiblemente porque representaba el elemento antitiránico
en la corte), y se las arregló para lograr que su amigo Arquitas de
Tarento enviase una embajada a Siracusa y le llevaran con ellos.
Dión estaba entonces decidido a desembarazarse de Dionisio, y
reunió una tropa que embarcó en 357 y le arrebató Siracusa a Dionisio
(excepto la ciudadela de la isla, donde Dionisio resistió dos años). Dión,
entonces, intentó gobernar Siracusa y organizar los negocios griegos en
Sicilia. Platón no se unió a Dión, aunque ie apoyó en general. En su
opinión Dión se proponía instituir un gobierno constitucional aunque
autoritario, y presionar con la reparación de las ciudades griegas devasta
das años antes por ios cartagineses. Sin embargo, se oponía, como
Dionisio, a los demócratas dirigidos por eí mismo Heraclides por quien
Platón había intercedido, y que había escapado de los territorios de
Dionisio. Haciendo frente a esta oposición, mandó matar finalmente a
Heráclides. A sus partidarios les pareció que no era esta conducta por la
que íe habían apoyado, y Dión fue a su vez asesinado por un ateniense de
su propio círculo de amistades llamado Calipo (353). Los sucesos en
Siracusa fueron caóticos hasta 344. En 352 el hermanastro de Dionisio,
•4. Politica 173
sugiere que Ιο que Platon quiere decir con «ieyes».se parece a lo que en
el siglo diecinueve se exigía bajo el nombre de «constituciones»; es
decir, que un monarca con leyes es el que se obliga a aceptar ciertas
restricciones a sus poderes, para legislar sólo mediante ciertos procedi
mientos aceptados, juzgar sóio mediante cierto tipo de magistratura, etc.
Cuando, en sus cartas, Platón defiende que los siracusanos deben some
terse a la ley y no a los hombres {Séptima Carta, 334 c, d) o incita a los
gobernantes que ha propuesto a someterse a la ley (Octava Carta, 355 c;
cp. 356 d, e) está claro que quiere decir algo así. Pero yo no creo que
aún piense en ello cuando compara la negativa del auténtico polí
tico a estar constreñido por las ieyes, con la capacidad del doctor para
cambiar la prescripción si cambia el estado del paciente. ¿En qué tipo de
circunstancias pensaría Platón que las leyes constitucionales necesitaban
cambiar?
Hasta ahora hemos visto que Platón a veces parece estar pensando en
leyes ordinarias, y otras en leyes constitucionales que limitan la libertad
de acción dei gobierno. La relación con el consentimiento, sin embargo,
parece ser un tercer factor; pues parece que no hay ninguna razón para
que un monarca que gobierna de acuerdo con el segundo tipo de leyes
deba necesariamente gobernar con el consentimiento de sus súbditos a
las leyes particulares que ordena o a su autoridad en general, a menos
que las leyes constitucionales hayan sido determinadas por el consenti
miento general de la comunidad. (Cuando eí Virrey gobernó ía India
constitucíonaimente, los indios no dieron necesariamente su consenti
miento a sus órdenes o a su autoridad.·) Así un tercer significado en el
uso de 1a palabra «ley» en Platón en El Político parece ser «consen
timiento» de la comunidad a la autoridad dei «gobierno» — de hecho
la «templanza» de La República. (Puesto que ia palabra griega nomos
que se usa para «ley» se usa también para «costumbre mantenida en
sociedad», es fácil ver como puede considerarse que nomos implica con
sentimiento.)
La conclusión, pues, es que Platón no da a entender nada preciso con
la palabra «ley». Ñ o ha distinguido claramente entre a) leyes particula
res ordinarias; b) leyes constitucionales de orden superior acerca de
como el primer tipo de leyes han de ser hechas e impuestas, y c) el
consentimiento de la comunidad a estas últimas. Tiene en mente predo
minantemente las limitaciones al gobierno por parte de los gobernados.
2) Volvemos ahora a preguntar hasta que punto había en ser
Platón cuando dice que los gobiernos con leyes son inferiores, desde
el punto de vista de la política práctica, ai gobierno sin leyes dei autén
tico político. N os sentimos tentados a decir que realmente no quiere
decir esto, porque sabe que eí auténtico político no puede exisdr
(todo poder corrompe, etc.). Según esta interpretación, lo que real
mente le interesaba eran los fines políticos, no su realización en la prác-
Ta m iA ***** ^ K um nnn pe m ip 1η
IBO A n á lisis d e las d o c t r in a s d e P la to n
gente sea feliz, lo que significa que deben vivir correctamente. Los
hombres tienen derecho a ser felices, pero no a autodeterminarse; pues,
¿para qué sirve ía autodeterminación si realmente trae consigo infelici
dad? Según esta interpretación se referiría al papel del político y no
al político; es decir, se ocuparía de las preguntas que han de con
testarse antes de que se pueda decidir en teoría como una comunidad
debe organizar su vida en común y no se ocuparía con prioridad de
cómo se pueden lograr las respuestas correctas adoptadas o de qué se
debe hacer si la comunidad no las acepta.
Pero hay indicaciones de que el propósito de Platón es más práctico
que esto. En ei siglo cuarto en Atenas, y probablemente en ia mayor
parce de ios estados democráticos griegos, habría proyectos de algún tipo
para prevenir que la asamblea, en un momento dado, se considerase
auto-competente. Algunas cosas, tanto por ley o por costumbre, fue
ron consideradas inmutables y no podían ser cambiadas a la ligera. En
leyes de orden superior escritas o no, mediante ías cuales en las ciudades
griegas cieña legislación puede considerarse vergonzosa, si no anticonsti
tucional. La autoinhibición ante las «costumbres ancestrales tradiciona
les» le parece un pian para mantener los errores antiguos, y es una de las
cosas a las que un auténtico político no puede someterse. Incluso po
dríamos sentirnos tentados a creer que todo lo que Platón mantiene
en su ataque a la iey es que a nuestros antepasados no se Ies debe per
mitir un voto preponderante en todo.
Pero dudo qué será lo correcto, si decir que está dando una opinión
teórica y general o una práctica y específica. Su ataque a la ley le parece
traer consigo que el gobernante puede imponer la decisión correcta
incluso en contra de la voluntad popular, que es incluso más que decir
que no debemos estar limitados por la tradición constitucional. La verdad
es, creo, que Platón no ha distinguido entre là parte teórica y la parte
práctica del tema. Puesto que la naturaleza del hombre determina lo
bueno para eí hombre, y io bueno para el hombre determina como
debemos convivir idealmente, y puesto que gobernar está relacionado
con cómo debemos convivir, la única cosa, por lo tanto, que el gober
nante necesita conocer, es ia naturaleza del hombre. Esto se pone de
relieve claramente en la descripción de qué es ser un polídeo, con la
cual finaliza ei diálogo. La función del polídeo es entretejer una comu
nidad unida haciendo dos tipos diferentes de equilibrio y complemen
tándolos entre sí. El hombre que sabe todo lo que ha de saberse
para saber como hacer esto, posee el arte de gobernar, su legislación es
correcta y por lo tanto, tú y yo debemos obedecerle tanto si pre
viamente ha obtenido nuestro consentimiento a sus leyes como si
no. En un sentido eso es cierto, porque una de las cosas que sabe un
hombre, si sabe como formar una comunidad unida, es que no debe
gobernar por la fuerza, y por ío tanto el auténtico político debe gober-
4. Política 181
Veamos de nuevo Las Leyes. Las Leyes es una larga discusión acerca
de un cierto número de temas, sobre todo de teoría política y jurispru
dencia, aunque hay un libro dedicado a ía teología, y se dicen algunas
cosas acerca de astronomía y otros temas. Nunca fue publicado por
Platón, y generalmente se considera que fue escrito en sus últimos años.
Sus oscuridades y su incoherencia general confirma está opinión, aunque
desde luego no sabemos en que medida Platón tenía ia costumbre de
esbozar un borrador que debía ser considerablemente corregido para su
publicación. Por io tanto, es probable, pero no seguro, que Platón
escribió Las Leyes en sus últimos años. Es el único lugar donde se ocupa
seriamente dei tema de las leyes en eí sentido ordinario. Es un hecho
interesante que (con la excepción de la tesis específicamente antiT
platónica acerca de metodología y teoría del conocimiento) práctica
mente todo lo que Aristóteles dice en la Moral a Nicómaco, se bosqueja al
menos en Las Leyes*.
Formalmente es una discusión entre un Ateniense (que es el prota
gonista), un Cretense y un Espartano, y la ocasión para ello es que el
Cretense es un miembro de una junta creada por la ciudad de Cnosos
para dirigir la fundación de una colonia en Magnesia. Por lo tanto, tras
una discusión preliminar ν divagadora acerca de las presuposiciones de
la iecÍslación. el Ateniense comíen7n a πγοπππργ mr-t ln mlnn·-·
4. Politica 183
propuesta. Esto significa que tenemos que distinguir dos niveles en Las
Leyes; lo que se dice en la discusión preliminar se aplica a ios estados en
general, mientras que las propuestas hechas para Magnesia se aplican en
primer lugar a una ciudad de la cual se dan por supuestas algunas cosas, y
no pueden generalizarse. La elección de los participantes en la discusión
es significativa; pues Atenas representa la parte intelectual y liberal de la
vida griega, y España y Creta la fiarte tradicíonalista, militar, y disci
plinada; y una de las opiniones dejPlatón ha sido siempre que estas dos
partes deben apreciar sus méritos y aproximarse entre sí.
En la discusión preliminar se dán dos explicaciones.acerca del objeto
de la legislación; presumiblemente deben concordar entre sí. En ia pri
mera (631) se dice que ias leyes ideben ser hechas para asegurar ía es
cala de valores correcta. «Los valores divinos», es decir la sabiduría y las
virtudes morales, son 1a condición de los «valores humanos» salud y
prosperidad, y eí legislador, por lo tanto, debe proyectar su legislación de
forma que los hombres valoren correctamente todos los valores, y
prefieren los divinos a los humanos. Según la segunda explicación (627.
693), se dice que el fin de ia legislación es hacer a la comunidad libre,
sabía y estimada por ella misma. Esto muestra con claridad suficiente la
opinión de Platón de que no es posible ningún orden tolerable ni por lo
tanto ninguna lealtad en una comunidad, a menos que mantenga la escala
de valores correcta, (Consideramos que ésta es la razón por la que Platón
creía que no podía conseguir nada en la política ateniense.) Se dice
también (627) que su fin debe ser logrado mediante la legislación y no
basándose en ía persuasión o ía violencia; es decir, que la gente debe ser
obligada, medíante leyes bien proyectadas, a comportarse de forma que
valore las cosas correctas. Eí estado de cosas que se consigue es el
«autocontrol», que supongo que es io que Platón quería dar a entender
cuando hablaba de «libertad».
También se nos dice en esta discusión preliminar que para lograr
este objetivo de una comunidad ordenada, no debe haber posmras
basadas en un poder muy grande y desenfrenado (693). Puede haber
demasiada libertad5 o demasiado sometimiento. Debemos preservarnos
de estos peligros gemelos luchando a dos niveles; en eí nivel cultural
mediante un προ de educación correcta, en el nivel político combinando
dentro de la constitución diferentes tipos de autoridad. (La autoridad es o
puede ser ejercida por padres, aristócratas, ancianos, amos sobre sus
esclavos, ei más fuerte, el sabio, los elegidos por ía fortuna. El conflicto
entre esas fuentes diferentes y naturales de autoridad es peligroso, y una
constitución bien proyectada las usa para que se equilibren entre sí.)
Hasta aquí ei objetivo es una comunidad ordenada en' la que se
valoren las cosas correctas; y para acompañar a esto debe·haber una
constitución equilibrada. El Ateniense continúa aclarando que poco más
puede hacerse en un puerto cosmopolita y mercantil, y que una legisla
ción acertada requiere no sólo un legislador hábil sino tambiéri un Tirano
m A n á lisis d e las d o c t r in a s d e P is to n
fines, esco supone que deben conocer el fin de ias asociaciones humanas,
es decir, eí bien humano.
Asi eran las propuestas constitucionales para Magnesia. Antes de dedi
carnos a reflejar su valor en ¡términos de teoría política general, debe
mos recordar que Magnesia nó es una comunidad corriente. Tiene ciertas
ventajas geográficas, como ia de no estar junto al mar; sus ciudadanos son
gente escogida y entre ellos no hay malas personas; tiene capacidad para
tener una vida económica babada en instituciones justas desde eí princi
pio; y cuenta con ei Ateniense, el Espartano y eí Cretense para que ia
doten de su código legal, para que determinen su religión oficial, y para
que digan que tipo de acdvidades culturales deben permitirse. Teniendo
todas estas ventajas desde el principio, tampoco necesita un Tirano. Si
fuera alguna otra comunidad griega, sin duda tendría necesidad de un
Tirano {o un «auténtico político» libre de trabas) que le proporcionase
todas estas cosas. i
Por lo tanto, podemos decir que, para cualquier comunidad cuyas
instituciones económica y culturales sean justas, Platón recomendaría una
constitución en la que haya división de poderes, elecciones populares, y
un sistema de pruebas y exámenes, procurando que todo esté bajo la
vigilancia de un cuerpo o de varios cuerpos desuñados a preservar ei
espíritu de la constitución. ¡Así pues, hay un parecido obvio entre la
constitución de Magnesia y la constitución de los Estados Unidos, y con
ciertas precauciones la constitución de Magnesia puede ser considerada
democrática en ei moderno sentido de la palabra.
Pero, ¿cuáles son estas precauciones? La primera es ésta: los de
Magnesia eligen, por así decirlo, sus alguaciles y sus jefes de la policía,
influyen en la administración) de la justicia y en los asuntos exteriores (a
través de ias elecciones para el senado y quizás en la asamblea), pero no
eligen sus legisladores, pues [no tienen ninguno. Su código legal les es
dado desde el principio; y aunque los guardianes de las leves deben
añadir detalles y pormenorizar lo que el Ateniense sólo habosquejado, y
se les permite hacer correcciones a la luz de Ía experiencia, parece claro
que su actividad legislativa debía ser mucho menor, y no comprendería
cambios de lo fundamental (768-70). ¿Por qué, entonces, supone Platón
que su comunidad no necesitará legisladores?
Hay tres razones obvias por las que la ley puede necesitar cambiar:
a) Puede ser una ley errónea, en el sentido de que lo que ordena es, y
siempre ha sido, equívocadó. b) Puede haberse convertido en una ley
errónea porque las condiciones hayan cambiado de forma que sus efectos
actuales no sean los deseables, c) Puede haberse convertido en una ley
errónea en el sentido de que a pesar de que lo que ordene .pueda no
producir efectos perjudiciales [si la gente la obedece, ha dejado de imperar
el asentimiento público, no se) cumple, y ello produce malas consecuencias.
La primera de estas razones no tiene sentido referida a un código ideal,
pues un código ideal ex bypotbesi, no contiene leyes erróneas, a menos que
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sean errores en la forma en que están escritas. (La úiríma excepción entra
dentro de la esfera de acción de Jos guardianes). La segunda de estas
razones es algo que Platón parecía no tener muy presente. La condiciones
de los estados griegos eran comparativamente estables (por lo menos si se
las compara con las condiciones a partir de la revolución industrial), y por
lo tanto, esta razón sólo justificaría, como mucho, pequeños cambios,
como los que los guardianes se dedicaban a hacer. La tercera razón es,
desde luego, ia fundamental, y obviamente aquí la respuesta de Platón
sería que si la gente estuviera educada, y si se les explicara bien las razones
de las leyes (cosas que ya ha tomado en cuenta), entonces sólo unos pocos
de ellos se negarán a acatar las leyes correctas; *y a esta minoría simple
mente se les ordenaría obedecer, y sí rehusaran, se les eliminaría. Deben
ser hombres malos y ningún estado puede tolerar criminales indefinida
mente. ¿Qué necesidad, pues, hay de un órgano legislativo en una comu
nidad que ex hypotbesi, tiene las leyes correctas?
Esto presupone claramente dos cosas. En primer lugar, que existen
leyes objetivamente correctas. Esto es algo en lo que, desde luego,
Platón creía, y que defendería arguyendo: -a) que la función de las leyes
es crear una comunidad feliz; b) que lo que hace a una comunidad feliz
depende de la naturaleza humana; c) que la naturaleza humana es
suficientemente uniforme y constante, y d) que por lo tanto, en princi
pio, puede saberse si las leyes pueden producir una comunidad feliz, y
que éstas son las ieyes objetivamente correctas. Esta es la primera
presuposición, y la defensa de ella por parte de Platón. La segun
da presuposición obvia, es que personas bien educadas pueden ser
convencidas de que las leyes son correctas (aparte de unos cuantos
criminales ν locos). Platón seguramente creía también en esto, y habría
argumentado que ya había previsto esto al insistir en que las leyes deben
ser no sólo ordenadas, sino también explicadas. Quizás es en esto en lo
que es vulnerable. Pues es evidente que la gente no estaría de hecho de
acuerdo en un periodo de tiempo razonablemente breve. ¿Qué puede
hacerse entonces? Platón probablemente diría que ei inteligente estaría
de acuerdo, y que los demás se basarían en el juicio del inteligente; no
puede prosperar ninguna comunidad que permita que el estúpido evite
una buena legislación. Pero seguramente podía replicarse a esto, en
primer lugar, que ninguna comunidad puede prosperar si la mayor parte
de sus miembros son forzados a hacer cosas cuyo sentido no ven (al
menos en cierta medida), y en segundo lugar que, en una comunidad así,
aquellos que no puedan ver eí sentido de las leyes de hecho no se
conformarían a regañadientes, como Platón claramente supone; ellos
desobedecerían las leyes, con funestas consecuencias. Platón no ha
pensado en estas cosas, porque como ya vimos anteriormente, la cuestión
de qué hacer cuando el mejor camino es impracticable a causa de la
terquedad humana, es una de las cuestiones que no ha considerado
seriamente.
Politica 191
Dinámica Social
El Tercer Libro de Las Leyes empieza con una hipóresis acerca del
origen de las sociedades. Platón supone que series de inundaciones o de
otros cataclismos pueden haber exterminado civilizaciones pasadas pe
riódicamente, e imagina ¡a condición en la que se encuentran los supervi
vientes de una catástrofe así. Viven como una esparcida población de
cazadores en las montañas, en unidades familiares patriarcales, con
conocimientos suficientes sólo para alimentarse y cobijarse. Platón ex
presa tenuemente una; ambigua admiración por esta etapa de la vida
humana. Porque no están sujetos a ia carga de la escasez de la tierra, y no
son ni ricos ni pobres, tienen más virtudes morales que los hombres
civilizados, pero a causa de que carecen de experiencia de las cosas
buenas y de las malas que pueden encontrarse en las ciudades, son
«incompletos tanto para el bien como para el .mal».
Podemos comparar esto con La República, y con un párrafo en el mito
de El Político (272). En este último párrafo, comenta que los hombres
de ia edad de oro serían más dignos de ser envidiados que nosotros
sólo con que dedicaran su tiempo a ocupaciones intelectuales; mien
tras que en el Segundo Libro de La República Sócrates permite que
Glaucón (372) compare su ciudád primitiva o ideal con una granja de
cerdos. En todos estos párrafos hay quizás una difícil combinación de la
convicción de que civilización significa la búsqueda del lujo, y por lo
tanto es conflictiva, con ia sospecha de que la civilización es necesaria
para lograr una auténtica actividad intelectual, y un inevitable desarrollo
humano. La gente está destinada a Intentar dominar ia naturaleza en su
propio provecho, y sólo un hombre excepcional como Sócrates puede
resistir a ias funestas consecuencias de ello.
Volvamos ai Tercer Libro de Las Leyes. En la siguiente etapa, estas
unidades familiares patriarcales se relacionan más estrechamente entre sí
y empiezan a cultivar la tierra, y es en esta etapa donde surge la
«legislación», y se establecen conscientemente ias costumbres. Distintas
familias tienen diferentes reglas de conducta, y Ja «ley» surge (y con ella
el gobierno aristocrático), cuando los patriarcas se reúnen y deciden que
reglas de conducta deben seguir todos. En otras palabras eí propósito de
la ley es la uniformidad.
En La República hay dos relatos distintos acerca del origen, y por lo
tanto del valor, de ia ley. Según Trasímaco, las leyes son hechas por ei
más fuerte para defender sus propios intereses; según Glaucón, las leyes
son creadas por los más débiles de naturaleza, aunque más numerosos,
para protegerse deJ fuerte. Si reunimos estos relatos, admitimos la
opinión de que los gobernantes deben servir para prevenir la agresión,
que esas leyes deben ser publicadas y uniformizadas, y que es muy
probable que sean tergiversadas en favor de los intereses de las clases
gobernantes; y esto es, probablemente, lo que Platón creía. También
creía que pueden ser destinadas no sólo a reprimir la agresión, si
no también a fomentar ei tipo de comportamiento mediante el cual
4, Politica 193
Condiciones sociales
Guerra
N otas
1 Según Platón (Epistola 8,353) Dionisio e Hiparino (padre de Dión) hablan sido
elegidos para el cargo supremo para rescatar a Siracusa d e los cartagineses; y Dionisio
perpetuó su posición. (Nos referimos comúnmente a las Cartas como Epistolas.)
1 Epístola 7,331-3.
3 Un sentimiento comúnmente expresado en ios escritos de Platón. Es puesto en boca
de Dión en la Epístola 8,355.
* En otras palabras, todos ios detalles aunque no la estructura principal
1 Aquí, presumiblemente, «libertad» significa «ausencia de autoridad».
* 'Se lee en la Tercera Carta (316) que Platón ayudó a Dionisio a componer preludios asi
en 367.
1 Platón dice que el m ejor modelo es ei dominio común totaL aunque es impracticable.
N o está claro que es lo que entiende p or «dominio común·.
‘ Las prescripciones acerca del matrimonio en esta parte de Las Leyes, son rigidas, y
llaman la atención. Platón aún considera el matrimonio como parte de un proceso de
acumulación de bienes.