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PLATÓN
Marco filosófico.
Discutir sobre temas filosóficos era bastante usual en el tiempo del joven Platón. Las
doctrinas sobre el universo de los presocráticos eran temas de frecuente controversia
(polémica entre Heráclito y Parménides) Ahora bien, en este siglo se va a producir un
giro en la reflexión filosófica; se dejan de lado los temas de la naturaleza y se inicia una
preocupación por el hombre. Sócrates, por un lado, y los sofistas, por otro, tendrán
mucho que decir en este nuevo camino.
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Platón se acercó a Sócrates atraído por la fuerza del personaje, al que vio como un
hombre íntegro que pretendía una reforma profunda del hombre y la sociedad de su
época. La filosofía socrática es, sobre todo, un esfuerzo permanente por llegar a definir
de modo esencial los grandes principios morales por los que se ha de regir la vida
social. Habrá que saber lo que es la justicia para ordenar la vida política de forma justa.
Sobre esa “ciencia” de la moral se tendrá que establecer también una verdadera
educación que lleve al individuo a practicar la virtud en sociedad.
Por último, Platón estuvo enfrentado con los sofistas de modo permanente. Estos
supuestos maestros de sabiduría, que cobran grandes cantidades de dinero por preparar a
los jóvenes que quieren hacer carrera política, son los causantes de muchos de los males
de la democracia ateniense. La violencia política que vivía la polis era debido al
relativismo que estos filósofos predicaban: cualquier postura vale si es defendida por un
político que maneja bien el arte de la palabra y sabe convencer a los demás de su
opinión. Para Platón no serían verdaderos amantes del saber, verdaderos filósofos.
Frente a esto, la estrategia de Sócrates, y también la de Platón, es manifestar que no
todo vale, que existe una verdad más allá de cualquier opinión, tanto en el ámbito del
conocimiento como en el ámbito moral, que esa verdad debe ser buscada por todos, y
después aceptada por todos.
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hasta su muerte. En ella dedicó especial atención a la astronomía, las matemáticas y la
filosofía. Las lecciones impartidas por Platón no se publicaron; lo publicado son los
diálogos, que son obras sencillas y didácticas. En ellas el personaje central es Sócrates;
él es el que lleva el peso de la conversación y a veces se hace difícil determinar si las
doctrinas expuestas por él son socráticas o platónicas. El influjo del maestro se fue
haciendo menor a medida que se desarrollaba la teoría de las ideas.
Los diálogos platónicos, algunos de los cuales se discute su autenticidad, se agrupan
en 4 períodos:
3. Conocimiento y realidad.
3.1. La crítica del conocimiento sensible.
Platón sigue los pasos de su maestro en el propósito de construir un saber universal y
absoluto. Para ello tiene que rebatir las tesis sofistas sobre el carácter subjetivo y
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relativo del conocimiento. Quienes creen, como los sofistas, que el conocimiento
empieza por la percepción sensible de las cosas, sólo pueden caer en el relativismo. Si
cada uno puede captar esa realidad desde su punto de vista, entonces llegamos a una
situación en la que todos tienen su propia verdad; tanto vale la opinión de uno como la
de otro, aunque digan cosas contrarias. Platón afirma en El Teeteto que esto no es así de
hecho; todos reconocemos que no todo vale igual en cuanto al conocimiento, que hay
opiniones más verdaderas que otras.
Por otro lado, nuestros sentidos no nos dicen nada acerca del ser de las cosas, sobre
su igualdad, sobre su semejanza o sobre su número. En definitiva, no nos dicen nada
sobre su verdad. El conocimiento sensible quedará en lo aparente, en lo diverso; nos
muestra las cosas tal y como parecen ser, pero no como realmente son. Cuando la mente
se fía de ellos resulta claramente engañada.
Platón está convencido de que el verdadero conocimiento es posible y además no
tiene nada que ver con la sensibilidad. Toma como ejemplo el razonamiento
matemático. Dice en El Fedón. "¿No es en el razonamiento matemático más que en
ningún otro donde el alma llega a alcanzar claridad acerca de algo real?". La mente se
despreocupa de todo lo que tiene que ver con la sensibilidad cuando razona
matemáticamente, se olvida del cuerpo. También la mente del filósofo debe ignorar el
cuerpo, huir del cuerpo, buscar la soledad. Con esa disposición se llegará a un
conocimiento puro que nos muestre las cosas por sí mismas. (El Fedón 65 a-66 a)
Platón, fiel a su maestro Sócrates, se esfuerza por ir construyendo una ciencia de lo
real más allá de la diversidad sensible. Preguntarse por el ser de cada cosa, por lo que
hay de permanente en cada cosa, es llegar a la Idea, que tendrá el significado de
determinación o aspecto, lo que la cosa es. Habrá que construir una ciencia de las Ideas
porque en ellas hay más realidad que en las cosas sensibles mismas. Y en esto consistirá
el Idealismo platónico, que puede verse en este punto en dos tesis:
a) Las ideas son condición de posibilidad de las cosas sensibles, de lo que aparece.
Sólo porque hay ideas hay cosas. (Ej. Este objeto es una mesa, y no otra cosa, porque yo
tengo la idea de "mesa", a través de la cual la pienso como lo que es). Las ideas como
contenidos mentales tienen más realidad que las cosas, puesto que la idea no desaparece
mientras que las cosas sí (Ej. hay cosas bellas porque yo las pienso como bellas, pero
esas cosas dejan de ser bellas y yo sigo teniendo la idea de belleza)
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B) Lo inmediato, lo concreto, no es la verdad, sino la apariencia. Para encontrar la
verdad, la mente debe dirigir la mirada hacia otro lugar, hacia las ideas. Esto aparecerá
reflejado en el mito de la caverna (República, VII)
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3.3. Niveles de conocimiento y niveles de realidad.
Sabiendo ya cuál es el origen del conocimiento y también la importancia que tiene
para el alma una preparación adecuada para llegar a las Ideas, Platón insiste ahora en la
distinción entre tipos de conocimiento y de los objetos que les corresponden. Al final
del libro VI de "La República" utiliza el símil de la línea para ver estas oposiciones
entre lo sensible y lo inteligible.
Conocimiento
Opinión Ciencia
Imaginación Creencia Pensamiento Inteligencia
A_____________D___________C________________E______________B
Sombras Objs. Sensible. Objs. matem. Ideas
Mundo sensible Mundo inteligible
Realidad
A-D.-Llama imágenes a las sombras y a las figuras que se forman en el agua y en otras
cosas brillantes.
D-C.- Las cosas de lo cual lo anterior eran imágenes: anímales, plantas, cosas
fabricadas.
Si nos quedamos con esta parte de la realidad nuestro conocimiento se quedará en la
mera opinión y, por tanto, no tendrá acceso a la verdad.
El alma se debe esforzar dentro de la región de lo inteligible por llegar al
conocimiento puro de las ideas. La razón tiene que actuar dialécticamente. Para ello
empieza por el razonamiento matemático. Los geómetras parten en sus deducciones de
hipótesis que consideran evidentes y que por tanto no explican ni demuestran. Estas
hipótesis sobre números o figuras geométricas no nos dejan ver la verdadera realidad;
son como una imagen suya. El verdadero dialéctico no se puede quedar en estas
hipótesis, debe subir un peldaño más (dialéctica ascendente). La razón debe examinar
críticamente las hipótesis para no dar nada por supuesto y en definitiva para remontarse
a lo no hipotético. Es aquí donde se encuentra con las ideas en sí mismas, y donde podrá
ver las relaciones que mantienen entre ellas sin recurrir a nada de lo sensible.
Ejemplo de un proceso dialéctico. Si queremos saber qué es la virtud no podemos
contentarnos con la 1ª definición que se nos dé. Si es así, como hacen los sofistas, nos
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quedamos en lo hipotético. Hace falta examinar otras hipótesis, comparar unas con
otras, hasta llegar a un punto en que nuestra hipótesis es una contrapartida exacta de la
idea.
Dentro de lo inteligible, por tanto, la dialéctica nos proporciona una visión más clara
sobre el ser que otras artes: geometría, astronomía, música, etc.; las cuales parten
siempre de hipótesis y no se remontan al principio. Estas artes no son conocimiento
verdadero, sino pensamiento.
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ella se da la idea de justicia. La relación es, pues, de "imitación" (esto se ve bien en las
ideas morales) y de "participación". Esto quiere decir que las ideas son modelos o
ideales que las cosas pretenden imitar pero que nunca consiguen igualar.
De todas formas, Platón no dejó claro nunca la relación entre las ideas y las cosas
sensibles, quizá porque entre ambas se creó un abismo demasiado insalvable para una
mentalidad tan idealista como la platónica. En los diálogos autocríticos intentó corregir
esta separación.
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4. El problema del hombre; el pensamiento platónico sobre el alma
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de caballos, uno de los cuales es blanco, bello y bueno, el otro, negro, feo, y malo. El
blanco simboliza las tendencias positivas del hombre; el coraje, el valor, la ira, la
esperanza, se suele llamar parte irascible del alma y está localizada en el pecho. El
negro simboliza las tendencias negativas; los deseos más bajos, el instinto de
conservación, la sexualidad; se suele llamar parte concupiscible del alma y está
localizada en el vientre. El auriga simboliza la capacidad intelectual del hombre o
pensamiento; se suele llamar parte racional y está localizada en la cabeza.
El alma, simbolizada en el carro alado, vive y se mueve en el mundo de las ideas; ese
es su lugar natural. Si el auriga controla el carro, podrá vivir en las alturas
contemplando las ideas. Si, por el contrario, los caballos se rebelan atraídos por el
mundo material, el carro se desestabiliza y cae en un cuerpo terrestre, fundiendo alma
con cuerpo y haciendo surgir un hombre mortal. Esta alma caída, sin alas y aprisionada
en un cuerpo terrestre, se encuentra extraña y fuera de su elemento. Su deseo es volver a
su mundo original. El retorno del alma requiere hacer nacer las alas para elevarse de
nuevo, y en ello el amor juega un papel importante.
La triple división del alma (racional, irascible y concupiscible) se corresponde con
las tres virtudes de la ética: sabiduría, fortaleza y templanza. También tendrá
correspondencia con las tres clases sociales de las que nos habla en La República:
filósofos, guerreros, productores.
Si cada parte del alma hace lo que le es propio, entonces habrá equilibrio y armonía.
Y en esto va a consistir la justicia. Del mismo modo, la justicia en el Estado se dará
cuando los gobernantes gobiernen sabiamente y los gobernados se dejen dirigir por los
primeros.
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Estas partes del alma expresan las distintas posibilidades que tiene el hombre de estar
en el mundo. Una posibilidad es la de preocuparse por entender el mundo que nos rodea
a través de la razón o “logos”. Pero también hay otras dos formas de manifestarse, esto
es, aquellas tendencias que nos impulsan o, a veces, nos arrastran hacia el mundo de las
cosas y los seres humanos. El hombre no tiene que someterse ciegamente a la naturaleza
de su cuerpo y sus instintos, sino que tiene también capacidad de control sobre los
mismos.
5. La Ética.
Platón pensaba que solo se puede construir una ética a partir del conocimiento de las
ideas, en especial de la idea suprema de bien. Es cierto que todos los hombres quieren el
bien, pero con frecuencia lo confunden con cosas imperfectas, como por ejemplo los
placeres sensibles, que les alejan de la verdadera felicidad. Es preciso, por tanto,
adquirir la sabiduría necesaria que nos acerque a la vida moral auténtica. Siguiendo las
bases del intelectualismo moral socrático, Platón afirma que es el conocimiento del bien
o de la virtud lo que nos lleva a ser virtuosos, mientras que la ignorancia solo conduce al
vicio. La sabiduría y la virtud coinciden; si queremos ser justos tenemos que conocer la
justicia en sí.
El filósofo busca el conocimiento y la purificación de su alma preparándose para la
muerte. Este proceso de liberación del alma es lo propio del hombre virtuoso. El
aprendizaje de la virtud para él (excelencia-“areté”), al igual que cualquier otro
aprendizaje, forma parte de su educación interior, algo que solo consigue desligándose
del cuerpo y no dejándose arrastrar por los placeres sensibles que perturban al alma. El
aprendizaje de ciertas formas de virtud no es para dominar a los otros, sino para
dominarse a sí mismo. Este domino supone “el conocerse a sí mismo”, pues tenemos
que saber lo que buscamos o lo que queremos si pretendemos mejorar nuestra condición
moral.
Platón no solo se habla de la importancia de conocer la virtud para posteriormente
ponerla en práctica, también se pregunta si dicha virtud puede enseñarse; es decir, si los
que saben pueden enseñar a los demás. En el Menón nos dice que si hubiera una ciencia
de la virtud, entonces ésta podría enseñarse al igual que, por ejemplo, se enseñan
ciencias como las matemáticas, que se pueden transmitir de unos individuos a otros. Es
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cierto que existen hombres virtuosos, pero en ellos la virtud es una especie de don
divino, que como tal no pueden enseñar o comunicar a los demás. Entre todos se tiene
que llevar a cabo el esfuerzo de crear una ciencia de la virtud, una verdadera ética, que
permita a quien la posea la enseñanza a los demás. En el mito de la caverna se hace
referencia precisamente a esa exigencia moral que tiene el que ve la luz de volver al
interior y enseñar a sus antiguos compañeros otra forma distinta de conocer y de actuar.
La evolución platónica con respecto a las tesis del intelectualismo moral de Sócrates
es clara:
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- La justicia no consiste en una definición racional; es un estado armonioso del alma.
- El mal no se debe a la ignorancia, sino al desorden o desarmonía.
De cualquier forma, la educación sigue siendo importante. Es necesario educar al
individuo para que sepa alcanzar la virtud, y pueda vivir en un estado armónico de su
alma.
El Estado nace por necesidad de ayuda mutua, ya que los individuos aislados no
pueden satisfacer sus necesidades vitales. De este modo, cada clase debe dedicarse a la
función que le es propia, tanto desde un punto de vista práctico como teórico: en todo
sistema complejo cada parte está destinada naturalmente a realizar una función
específica. (División del trabajo)
Si la razón tiene que gobernar por naturaleza, entonces resulta lógico que sean los
sabios quienes gobiernen. Sólo cuando los filósofos ocupan el Estado, o cuando los
actuales gobernantes se hagan sabios, desaparecerán los males del género humano. El
gobierno del sabio se basa en una identificación del saber teórico y del saber práctico.
Aquél que haya llegado al conocimiento de las ideas, y sobre todo de la Idea de Bien
sabrá cómo ordenar moral y políticamente el Estado. El gobernante ha de tener presente
la finalidad moral del Estado, esto es, debe procurar moralizar al individuo porque en
eso radica la felicidad. La tarea moralizante depende en gran medida de la educación,
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que es competencia exclusiva del Estado. De la educación también dependerá la
pertenencia a una determinada clase social. Hay dos niveles:
-Nivel básico. Común a todos los ciudadanos. Es importante la gimnasia, la música y
la poesía, etc. Con ellas se trata no sólo del fortalecimiento del cuerpo, sino también del
cultivo de virtudes o hábitos correctos. Los que se muestran menos dotados formarán
parte de la clase productora.
-Nivel superior. Reservado a los futuros gobernantes, que serán los individuos más
capacitados dentro de la clase de los guardianes (desde los 20 a los 35 años). Han de
seguir un duro aprendizaje en las distintas ramas de las matemáticas, para abordar en
última instancia el conocimiento dialéctico.
En esta sociedad utópica se dan algunas medidas que pueden parecernos novedosas.
Platón habla de la igualdad de hombres u mujeres; éstas recibirán la misma
educación y tendrán las mismas oportunidades para ser guardianes o gobernantes.
Se suprime también la propiedad privada y la familia para las clases superiores. Esta
estructura "comunitaria" no tiene un interés económico, sino moral. Con ello lo que se
pretende es eliminar el egoísmo propio que se produce cuando cada uno tiene sus
propias cosas. Sin propiedad privada, los hombres pueden dedicarse mejor al interés
común.
Los guardianes viven en campamentos guerreros. Existe una comunidad de mujeres
e hijos. El gobierno asigna a cada hombre las mujeres que le convienen. También el
Estado se dedica a perfeccionar la raza eligiendo los mejores padres y las mejores
madres (“eugenesia”). Los "mejor nacidos" no deben conocer nunca a sus padres,
porque van a ser educados para llegar a lo más alto.
A pesar de todo, Platón pensaba que la república era posible y además es el mejor
sistema posible de gobierno. Se trataría de una aristocracia de carácter conservador;
todo en ella es perfecto desde el principio, aunque existe cierta movilidad social: se
puede ascender de la clase de los guerreros a la de los gobernantes.
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- Aristocracia. Según decimos es el régimen más perfecto, ya que es la inteligencia
la que, a través de un monarca o unos hombres superiores, domina en el Estado.
Esta inteligencia generosa permite establecer el equilibrio entre las otras clases.
A partir de este régimen, todos los demás presentan defectos.
- Timocracia. Domina el elemento pasional, el thymos (el ánimo propio de la parte
irascible del alma), sobre el racional. Se ambicionan honores y riquezas.
Predomina la clase militar y sus representantes oprimen a las clases inferiores.
Termina siempre por corromperse.
- Oligarquía. Es el gobierno en el que mandan los ricos. Los oligarcas se mueven
por un afán insaciable de riqueza dejando de lado la virtud y a los hombres
buenos. Se crean dos tipos de ciudades: “una de pobres y otra de ricos que
conspiran incesantemente”. El deseo de riqueza de este gobierno termina por
corromper al régimen entero.
- Democracia. Cuando los pobres vencen se extiende el poder, por elecciones, a
todos. La ciudad se llena de libertad y es posible escoger otras formas de vida.
Puede parecer el mejor de todos los sistemas, pero como los oligarcas negaron
educación al pueblo, éste no sabe emplear bien esa ansia de libertad y se
producen estallidos de violencia que terminan por corromper el régimen.
- Tiranía. El pueblo acaba aceptando al tirano, que parece establecer un orden,
aunque sea falso, y se mantiene en el poder provocando o instigando nuevos
conflictos que requieren el ejercicio de su poder sin límites.
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