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TEMA 1

PLATÓN

1. Contexto histórico,sociocultural y filosófico.


2. Vida y obra
3. Conocimiento y Realidad. La aparición de la teoría de las ideas.
3.1. Crítica del conocimiento sensible.
3.2. El conocimiento como recuerdo.
3.3. Niveles de conocimiento y niveles de realidad.
3.4. Mundo sensible y Mundo inteligible.
3.5. La constitución del universo.
4. El problema del hombre; el pensamiento platónico sobre el alma
4.1. El dualismo alma/cuerpo.
4.2. Las tres partes del alma.
5. La Ética.
6. La teoría polìtica de Platón. La "república"
6.1. Niveles de opganización social.
6.2. Los regímenes políticos.

1. Contexto histórico-sociocultural y filosófico.

Marco hisdórico. (Siglos V-IV a. C.)


El siglo V es el siglo de máximo esplendor de la cultura clásica griega. Dos grandes
guerras lo atraviesan: las Guerras Médicas y la Guerra del Peloponeso. Las primeras
supusieron el triunfo de los griegos sobre los persas en batallas como las de Salamina y
Platea. A partir de entonces, Atenas se convierte en la capital política, económica y
cultural de toda Grecia. En el 461 a. C. Pericles asciende al gobierno de ateniense y
realizará una serie de reformas democráticas que van a ser imitadas por todas las
ciudades-estado. La unión de todas estas polis dio lugar a la Liga de Delos. Se inicia
también una época de prosperidad económica u cultural muy importante.
El desarrollo de Atenas provocó la enemistad y rivalidad de otra ciudad griega muy
importante, Esparta. En torno a estas dos ciudades se fueron agrupando el resto de las
ciudades griegas, y el enfrentamiento terminó en el 431 a. C. en la Guerra del
Peloponeso. Esta guerra acabó en el 404 a. C. con la victoria de Esparta. El mundo
griego entró en crisis y los sistemas democráticos fueron sustituidos por el régimen de
los Treinta Tiranos, escogidos entre los que mostraban una postura más antidemocrática
e impuestos por los vencedores, los espartanos.
Platón había vivido su infancia y juventud en una ciudad en guerra. La caída de la
democracia y la llegada de los Treinta Tiranos, algunos de los cuales eran familiares
suyos, trajo ciertas reformas sociales y políticas insuficientes. El estado de terror que
impuso el régimen le hizo desilusionarse pronto. Posteriormente se impuso una reforma
democrática moderada que fue, precisamente la que condenó a muerte a Sócrates,
maestro de Platón. Finalmente Platón dejó de preocuparse por la política dedicándose
más a la filosofía, lo que no le impidió proponer un sistema político ideal en La
República.
Marco sociocultural.
En el ámbito social y político son importantes los cambios democráticos que
introdujo Pericles en la vida ateniense. El ciudadano libre puede participar en la vida
política porque tienen los derechos de isonomía (igualdad ante la ley, de derechos) y de
isegoría (igualdad para hablar en público, hacer uso de la palabra) Además la burguesía
democrática tiene cada vez más auge, debido sobre todo al desarrollo del comercio
marítimo entre todas las colonias griegas extendidas por el Mediterráneo.
Culturalmente hablando se ve en este siglo un afán de renovación frente a las
tradiciones religiosas y místicas del pasado. En las tragedias de Esquilo se critica, por
ejemplo, la injusticia que supone el abuso de autoridad. La Antígona de Sófocles
ensalza el valor de la libertad frente al Estado. En el campo de las artes destaca la figura
de Fidias, escultor de los frisos del Partenón. En sus obras tratará de buscar el equilibrio
y la armonía humana, donde, según Platón, se encuentra la virtud. Por último,
mencionaremos a historiadores como Tucídides y Heródoto.

Marco filosófico.
Discutir sobre temas filosóficos era bastante usual en el tiempo del joven Platón. Las
doctrinas sobre el universo de los presocráticos eran temas de frecuente controversia
(polémica entre Heráclito y Parménides) Ahora bien, en este siglo se va a producir un
giro en la reflexión filosófica; se dejan de lado los temas de la naturaleza y se inicia una
preocupación por el hombre. Sócrates, por un lado, y los sofistas, por otro, tendrán
mucho que decir en este nuevo camino.

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Platón se acercó a Sócrates atraído por la fuerza del personaje, al que vio como un
hombre íntegro que pretendía una reforma profunda del hombre y la sociedad de su
época. La filosofía socrática es, sobre todo, un esfuerzo permanente por llegar a definir
de modo esencial los grandes principios morales por los que se ha de regir la vida
social. Habrá que saber lo que es la justicia para ordenar la vida política de forma justa.
Sobre esa “ciencia” de la moral se tendrá que establecer también una verdadera
educación que lleve al individuo a practicar la virtud en sociedad.
Por último, Platón estuvo enfrentado con los sofistas de modo permanente. Estos
supuestos maestros de sabiduría, que cobran grandes cantidades de dinero por preparar a
los jóvenes que quieren hacer carrera política, son los causantes de muchos de los males
de la democracia ateniense. La violencia política que vivía la polis era debido al
relativismo que estos filósofos predicaban: cualquier postura vale si es defendida por un
político que maneja bien el arte de la palabra y sabe convencer a los demás de su
opinión. Para Platón no serían verdaderos amantes del saber, verdaderos filósofos.
Frente a esto, la estrategia de Sócrates, y también la de Platón, es manifestar que no
todo vale, que existe una verdad más allá de cualquier opinión, tanto en el ámbito del
conocimiento como en el ámbito moral, que esa verdad debe ser buscada por todos, y
después aceptada por todos.

2. Platón. Vida y Obra. (427 a. C. - 347 a. C.)


Nació en Atenas dentro de una familia aristocrática, parte de la cual participó en el
gobierno de los Treinta Tiranos. Su verdadero nombre era Aristocles, pero ha pasado a
la historia con el sobrenombre de Platón, que significa “el de anchas espaldas”. Estaba
destinado a dedicarse a la política, pero el encuentro con Sócrates en el 399 a. C. ejerció
sobre él tal impacto que a partir de entonces quedó marcada su manera de pensar e
incluso su propia vida.
Tras la muerte del maestro, Platón dedica sus esfuerzos a fundamentar teóricamente
un sistema ideal de organización social (República). La filosofía platónica, su teoría de
las ideas, puede ser considerada en este sentido como una fundamentación de la política.
Platón viajó a Sicilia por dos veces para llevar a la práctica sus ideas políticas. En
ambas ocasiones fracasó, primero con Dionisio I, cuando tenía 40 años, y después con
Dionisio II, cuando ya tenía 60.
Entre los dos viajes fundó en Atenas su Academia (387 a. C.), que era una especie de
institución cultural dedicada a la enseñanza y la investigación. Platón fue el director

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hasta su muerte. En ella dedicó especial atención a la astronomía, las matemáticas y la
filosofía. Las lecciones impartidas por Platón no se publicaron; lo publicado son los
diálogos, que son obras sencillas y didácticas. En ellas el personaje central es Sócrates;
él es el que lleva el peso de la conversación y a veces se hace difícil determinar si las
doctrinas expuestas por él son socráticas o platónicas. El influjo del maestro se fue
haciendo menor a medida que se desarrollaba la teoría de las ideas.
Los diálogos platónicos, algunos de los cuales se discute su autenticidad, se agrupan
en 4 períodos:

1. Período socrático.- (393-389) En ellos el objetivo es tratar de llegar a la definición


de algo (¿qué es...?).Normalmente no se llega a un resultado definitivo.
La Apología, El Critón (deber del buen ciudadano), El Laques (valentía), El Lisis
(amistad), El Protágoras (conocimiento), El Cármides (templanza), etc.

2. Período de transición.- (388-385) Primeros diálogos de la Academia. Se dan los


primeros pasos para construir la teoría de las ideas.
El Gorgias (política), El Crátilo (lenguaje), El Hipias (belleza), El Menón (enseñanza
de la virtud), etc.

3. Período de madurez.- (385-370) Aparece la teoría de las ideas como fundamento


de las teorías éticas y políticas.
El Banquete (amor), El Fedón (inmortalidad del alma), El Fedro (el alma), La
República (organización del Estado).

4. Período de vejez.- 8369-347) Revisión crítica de las ideas anteriores.


El Teeteto (ciencia), El Parménides (crítica de las ideas como entidades separadas),
El Sofista (dialéctica), El Político (el gobernante-filósofo), El Timeo (origen del
universo), Las Leyes (Estado), etc.

3. Conocimiento y realidad.
3.1. La crítica del conocimiento sensible.
Platón sigue los pasos de su maestro en el propósito de construir un saber universal y
absoluto. Para ello tiene que rebatir las tesis sofistas sobre el carácter subjetivo y

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relativo del conocimiento. Quienes creen, como los sofistas, que el conocimiento
empieza por la percepción sensible de las cosas, sólo pueden caer en el relativismo. Si
cada uno puede captar esa realidad desde su punto de vista, entonces llegamos a una
situación en la que todos tienen su propia verdad; tanto vale la opinión de uno como la
de otro, aunque digan cosas contrarias. Platón afirma en El Teeteto que esto no es así de
hecho; todos reconocemos que no todo vale igual en cuanto al conocimiento, que hay
opiniones más verdaderas que otras.
Por otro lado, nuestros sentidos no nos dicen nada acerca del ser de las cosas, sobre
su igualdad, sobre su semejanza o sobre su número. En definitiva, no nos dicen nada
sobre su verdad. El conocimiento sensible quedará en lo aparente, en lo diverso; nos
muestra las cosas tal y como parecen ser, pero no como realmente son. Cuando la mente
se fía de ellos resulta claramente engañada.
Platón está convencido de que el verdadero conocimiento es posible y además no
tiene nada que ver con la sensibilidad. Toma como ejemplo el razonamiento
matemático. Dice en El Fedón. "¿No es en el razonamiento matemático más que en
ningún otro donde el alma llega a alcanzar claridad acerca de algo real?". La mente se
despreocupa de todo lo que tiene que ver con la sensibilidad cuando razona
matemáticamente, se olvida del cuerpo. También la mente del filósofo debe ignorar el
cuerpo, huir del cuerpo, buscar la soledad. Con esa disposición se llegará a un
conocimiento puro que nos muestre las cosas por sí mismas. (El Fedón 65 a-66 a)
Platón, fiel a su maestro Sócrates, se esfuerza por ir construyendo una ciencia de lo
real más allá de la diversidad sensible. Preguntarse por el ser de cada cosa, por lo que
hay de permanente en cada cosa, es llegar a la Idea, que tendrá el significado de
determinación o aspecto, lo que la cosa es. Habrá que construir una ciencia de las Ideas
porque en ellas hay más realidad que en las cosas sensibles mismas. Y en esto consistirá
el Idealismo platónico, que puede verse en este punto en dos tesis:
a) Las ideas son condición de posibilidad de las cosas sensibles, de lo que aparece.
Sólo porque hay ideas hay cosas. (Ej. Este objeto es una mesa, y no otra cosa, porque yo
tengo la idea de "mesa", a través de la cual la pienso como lo que es). Las ideas como
contenidos mentales tienen más realidad que las cosas, puesto que la idea no desaparece
mientras que las cosas sí (Ej. hay cosas bellas porque yo las pienso como bellas, pero
esas cosas dejan de ser bellas y yo sigo teniendo la idea de belleza)

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B) Lo inmediato, lo concreto, no es la verdad, sino la apariencia. Para encontrar la
verdad, la mente debe dirigir la mirada hacia otro lugar, hacia las ideas. Esto aparecerá
reflejado en el mito de la caverna (República, VII)

3.2. El conocimiento como recuerdo.


¿Cómo llegar a conocer las ideas si no pueden obtenerse a partir de la sensibilidad?
Platón se ve obligado a admitir que las ideas están presentes en nosotros, aunque no nos
demos cuenta de ello porque están como olvidadas. No es necesario adquirir nada
nuevo, sino recordar lo que ya se sabe. En El Menón aparece el mito de la reminiscencia
(visión mítico-poética del conocimiento) para explicar esta idea del recuerdo. El alma
humana, que es inmortal, contempló las ideas en una vida anterior, antes de unirse con
el cuerpo. Al quedar encerrada en dicho cuerpo, que es un lugar contrario a su
naturaleza, se fija sólo en lo sensible y, por tanto, olvida esa primera experiencia.
Pese al olvido, hay una posibilidad de recuerdo. Los conocimientos se despiertan en
nosotros ante la presencia de objetos que guardan cierta semejanza con las ideas
contempladas; por ejemplo, a la vista de dos cosas más o menos iguales, recordamos la
idea de "igualdad".

Para mostrar un proceso de reminiscencia Platón recurre a un experimento


pedagógico en ese diálogo. Sócrates llama a un esclavo de Menón, que no tiene ningún
tipo de educación, y le hace una serie de preguntas sobre una figura geométrica que
dibuja en el suelo. Sócrates comprueba como el esclavo es capaz de decir algo que no
sabía sin que nadie le haya enseñado nada. "¿No llegará entonces a la ciencia sin que
nadie le enseñe sino preguntándole sólo y sacando él la ciencia de sí mismo?"
El experimento confirma que el origen del conocimiento está en lo espiritual y no en
lo sensible. Es decir, que el alma conoció la verdad de las cosas y que lo que no sabe es
porque no lo recuerda. Es preciso hacer el esfuerzo de ir recordando todas las ideas, un
recuerdo que se hace posible a través de la investigación en común, de la dialéctica. El
método socrático de la ironía y la mayéutica encajaría en este punto. También podría
entenderse en este momento el sentido del amor platónico, como ese deseo, ese anhelo
de los filósofos de alcanzar la belleza, símbolo del verdadero conocimiento.

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3.3. Niveles de conocimiento y niveles de realidad.
Sabiendo ya cuál es el origen del conocimiento y también la importancia que tiene
para el alma una preparación adecuada para llegar a las Ideas, Platón insiste ahora en la
distinción entre tipos de conocimiento y de los objetos que les corresponden. Al final
del libro VI de "La República" utiliza el símil de la línea para ver estas oposiciones
entre lo sensible y lo inteligible.

Conocimiento
Opinión Ciencia
Imaginación Creencia Pensamiento Inteligencia
A_____________D___________C________________E______________B
Sombras Objs. Sensible. Objs. matem. Ideas
Mundo sensible Mundo inteligible
Realidad

A-D.-Llama imágenes a las sombras y a las figuras que se forman en el agua y en otras
cosas brillantes.
D-C.- Las cosas de lo cual lo anterior eran imágenes: anímales, plantas, cosas
fabricadas.
Si nos quedamos con esta parte de la realidad nuestro conocimiento se quedará en la
mera opinión y, por tanto, no tendrá acceso a la verdad.
El alma se debe esforzar dentro de la región de lo inteligible por llegar al
conocimiento puro de las ideas. La razón tiene que actuar dialécticamente. Para ello
empieza por el razonamiento matemático. Los geómetras parten en sus deducciones de
hipótesis que consideran evidentes y que por tanto no explican ni demuestran. Estas
hipótesis sobre números o figuras geométricas no nos dejan ver la verdadera realidad;
son como una imagen suya. El verdadero dialéctico no se puede quedar en estas
hipótesis, debe subir un peldaño más (dialéctica ascendente). La razón debe examinar
críticamente las hipótesis para no dar nada por supuesto y en definitiva para remontarse
a lo no hipotético. Es aquí donde se encuentra con las ideas en sí mismas, y donde podrá
ver las relaciones que mantienen entre ellas sin recurrir a nada de lo sensible.
Ejemplo de un proceso dialéctico. Si queremos saber qué es la virtud no podemos
contentarnos con la 1ª definición que se nos dé. Si es así, como hacen los sofistas, nos

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quedamos en lo hipotético. Hace falta examinar otras hipótesis, comparar unas con
otras, hasta llegar a un punto en que nuestra hipótesis es una contrapartida exacta de la
idea.
Dentro de lo inteligible, por tanto, la dialéctica nos proporciona una visión más clara
sobre el ser que otras artes: geometría, astronomía, música, etc.; las cuales parten
siempre de hipótesis y no se remontan al principio. Estas artes no son conocimiento
verdadero, sino pensamiento.

3.4. Mundo inteligible y Mundo sensible.


La teoría del conocimiento platónica nos muestra la existencia de dos mundos: el
ideal, que es la verdadera realidad, y el sensible, que es el mundo del error.
Las ideas son inengendradas, imperecederas, eternas, independientes y separadas de
los objetos materiales. Se encuentran en el mundo inteligible. Las cosas sensibles se
caracterizan por su mutabilidad y su corruptibilidad. Las ideas son lo que tienen en
común seres distintos que comparten una misma esencia (p.e. idea de "hombre"). Por
eso decimos también que la idea desde un punto de vista lógico se convierte en
concepto universal, pues agrupa una pluralidad de objetos en una unidad.
El mundo inteligible reúne ideas pertenecientes a la ética (bondad, justicia, virtud), a
la matemática (número, figura, proporción), a los seres naturales y artificiales (árbol,
silla, caballo), a los cuerpos simples (aire, fuego, tierra, agua), etc.
La separación de ambos mundos aparece reflejada en el "Mito de la caverna"
(República VII). En él se ve de manera simbólica el esfuerzo que tiene que realizar el
alma para salir de la oscuridad (ignorancia) a la luz (conocimiento). El mito también nos
muestra como las ideas tienen una estructura piramidal, unas dependen de otras, pero
todas se relacionan entre sí y están presididas por la idea de Bien (sol). Esta idea de
Bien es la suprema realidad, hasta el punto de que todo lo demás depende de ella para
existir y ser conocido. El bien como primera idea expresa orden, sentido y es además
principio de inteligibilidad de todo lo real.
Si las ideas están separadas en un mundo "aparte" y no dependen en su ser de los
seres físicos (la idea de triángulo es lo que es independientemente de que haya
triángulos en el mundo físico), cabe preguntarse qué relación guardan con las cosas
sensibles. Según Platón, las cosas sensibles sí que dependen de las ideas, tienen
necesidad de ellas para existir; así por ejemplo, una acción es justa en la medida que en

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ella se da la idea de justicia. La relación es, pues, de "imitación" (esto se ve bien en las
ideas morales) y de "participación". Esto quiere decir que las ideas son modelos o
ideales que las cosas pretenden imitar pero que nunca consiguen igualar.
De todas formas, Platón no dejó claro nunca la relación entre las ideas y las cosas
sensibles, quizá porque entre ambas se creó un abismo demasiado insalvable para una
mentalidad tan idealista como la platónica. En los diálogos autocríticos intentó corregir
esta separación.

3.5. La constitución del universo.


La explicación platónica del universo conecta con las doctrinas presocráticas, pero se
distancia de ellas en varios aspectos. Hay tres causas para entender ese universo:
A) El orden del universo no puede deberse al azar como decían los atomistas. Tiene
que existir una inteligencia ordenadora que sea la causa de ese orden. Esta inteligencia
es el demiurgo.
B) El demiurgo actúa sobre una materia eterna que está dotada de movimientos
irregulares o caóticos. En este punto se acerca los atomistas al admitir la eternidad de
una materia desordenada.
C) Las ideas. La construcción del universo exige no sólo un artífice o demiurgo, sino
un modelo o plan. Por eso el demiurgo tiene que plasmar las ideas en la materia lo más
perfectamente posible. La imperfección del universo se debe a que la materia introduce
siempre un factor de indeterminación y desorden.
Platón narra la constitución del universo en forma de mito en El Timeo. Resulta
difícil decidir si el demiurgo es un dios que actúa sobre la materia o una forma
simbólica de expresar la importancia que tienen las ideas en la configuración del
universo. Esto último quizá es lo más importante, puesto que las ideas dan orden y
estabilidad a una materia que de suyo es informe y caótica. Por ejemplo, Platón nos
habla de cómo los cuerpos elementales adquieren formas geométricas precisas:
Tetraedro (fuego), cubo (tierra), octaedro (aire) e icosaedro (agua)

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4. El problema del hombre; el pensamiento platónico sobre el alma

4.1. El dualismo alma/cuerpo.


La concepción platónica del hombre está muy relacionada con la teoría de las ideas.
El dualismo que existía en dicha teoría entre las ideas y las cosas sensibles se
corresponde con el dualismo antropológico: el alma pertenece al mundo de las ideas
(inmaterial e inmortal), mientras que el cuerpo pertenece al mundo de los seres físicos
(material y mortal).
En El Fedro nos dice que el alma tiene un origen divino, proviene del mundo de las
ideas aunque ella no sea una idea. La unión del alma con el cuerpo es un estado
accidental y transitorio. En el cuerpo se encuentra como enclaustrada y llena de
impurezas. El cuerpo le sumerge en un mundo de deseos y necesidades que le hacen
olvidar su verdadero origen. ¿Por qué se encuentra encerrada en el cuerpo? Platón acude
a la mística para decirnos que el alma cometió una culpa que la hace caer del mundo
inteligible al mundo sensible, donde se encuentra prisionera. Mientras que está unida al
cuerpo el alma debe purificarse, liberarse de las ataduras del cuerpo. Sólo de este modo
es posible que el alma vuelva a su origen. Si durante la vida en el cuerpo no se dedica a
lo espiritual, entonces tras la muerte física del cuerpo se rencarnará en otro cuerpo hasta
que consiga la purificación y la vuelta definitiva a lo eterno (conversión religiosa). De
esta cadena de rencarnaciones sólo se puede escapar liberándose de la esclavitud del
cuerpo y de sus pasiones, dedicándose a la auténtica filosofía “observando lo verdadero,
lo divino, y lo incuestionable, y alimentándose con ello, cree que debe vivir así mientras
tenga vida, y una vez que haya muerto, al llegar hasta lo congénito y lo de su misma
especie, quedará apartada de los males humanos.”
El filósofo, por dedicarse al conocimiento de la verdad, puede esperar que su alma se
purifique y vuelva lo antes posible al mundo del que salió. En esto consistirá la
preparación para la muerte de la que habla en El Fedón.

4.2. Las tres partes del alma.


Describir cómo es realmente la naturaleza del alma no está al alcance de la mente
humana, por eso Platón recurrirá en el diálogo El Fedro al mito del "carro alado". En el
mito compara el alma a un carro alado o "fuerza en la cual van naturalmente unidos un
auriga y una pareja de caballos alados". El auriga conduce un carro tirado por una pareja

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de caballos, uno de los cuales es blanco, bello y bueno, el otro, negro, feo, y malo. El
blanco simboliza las tendencias positivas del hombre; el coraje, el valor, la ira, la
esperanza, se suele llamar parte irascible del alma y está localizada en el pecho. El
negro simboliza las tendencias negativas; los deseos más bajos, el instinto de
conservación, la sexualidad; se suele llamar parte concupiscible del alma y está
localizada en el vientre. El auriga simboliza la capacidad intelectual del hombre o
pensamiento; se suele llamar parte racional y está localizada en la cabeza.
El alma, simbolizada en el carro alado, vive y se mueve en el mundo de las ideas; ese
es su lugar natural. Si el auriga controla el carro, podrá vivir en las alturas
contemplando las ideas. Si, por el contrario, los caballos se rebelan atraídos por el
mundo material, el carro se desestabiliza y cae en un cuerpo terrestre, fundiendo alma
con cuerpo y haciendo surgir un hombre mortal. Esta alma caída, sin alas y aprisionada
en un cuerpo terrestre, se encuentra extraña y fuera de su elemento. Su deseo es volver a
su mundo original. El retorno del alma requiere hacer nacer las alas para elevarse de
nuevo, y en ello el amor juega un papel importante.
La triple división del alma (racional, irascible y concupiscible) se corresponde con
las tres virtudes de la ética: sabiduría, fortaleza y templanza. También tendrá
correspondencia con las tres clases sociales de las que nos habla en La República:
filósofos, guerreros, productores.

Esquema de la analogía entre las partes del alma y el Estado

Imagen mítica Partes Virtudes Clases Función


Auriga Racional Sabiduría Gobernantes Dirigir
Caballo B. Irascible Fortaleza Guerreros Proteger
Caballo N. Concupiscible. Templanza Productores Proveer

Si cada parte del alma hace lo que le es propio, entonces habrá equilibrio y armonía.
Y en esto va a consistir la justicia. Del mismo modo, la justicia en el Estado se dará
cuando los gobernantes gobiernen sabiamente y los gobernados se dejen dirigir por los
primeros.

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Estas partes del alma expresan las distintas posibilidades que tiene el hombre de estar
en el mundo. Una posibilidad es la de preocuparse por entender el mundo que nos rodea
a través de la razón o “logos”. Pero también hay otras dos formas de manifestarse, esto
es, aquellas tendencias que nos impulsan o, a veces, nos arrastran hacia el mundo de las
cosas y los seres humanos. El hombre no tiene que someterse ciegamente a la naturaleza
de su cuerpo y sus instintos, sino que tiene también capacidad de control sobre los
mismos.

5. La Ética.
Platón pensaba que solo se puede construir una ética a partir del conocimiento de las
ideas, en especial de la idea suprema de bien. Es cierto que todos los hombres quieren el
bien, pero con frecuencia lo confunden con cosas imperfectas, como por ejemplo los
placeres sensibles, que les alejan de la verdadera felicidad. Es preciso, por tanto,
adquirir la sabiduría necesaria que nos acerque a la vida moral auténtica. Siguiendo las
bases del intelectualismo moral socrático, Platón afirma que es el conocimiento del bien
o de la virtud lo que nos lleva a ser virtuosos, mientras que la ignorancia solo conduce al
vicio. La sabiduría y la virtud coinciden; si queremos ser justos tenemos que conocer la
justicia en sí.
El filósofo busca el conocimiento y la purificación de su alma preparándose para la
muerte. Este proceso de liberación del alma es lo propio del hombre virtuoso. El
aprendizaje de la virtud para él (excelencia-“areté”), al igual que cualquier otro
aprendizaje, forma parte de su educación interior, algo que solo consigue desligándose
del cuerpo y no dejándose arrastrar por los placeres sensibles que perturban al alma. El
aprendizaje de ciertas formas de virtud no es para dominar a los otros, sino para
dominarse a sí mismo. Este domino supone “el conocerse a sí mismo”, pues tenemos
que saber lo que buscamos o lo que queremos si pretendemos mejorar nuestra condición
moral.
Platón no solo se habla de la importancia de conocer la virtud para posteriormente
ponerla en práctica, también se pregunta si dicha virtud puede enseñarse; es decir, si los
que saben pueden enseñar a los demás. En el Menón nos dice que si hubiera una ciencia
de la virtud, entonces ésta podría enseñarse al igual que, por ejemplo, se enseñan
ciencias como las matemáticas, que se pueden transmitir de unos individuos a otros. Es

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cierto que existen hombres virtuosos, pero en ellos la virtud es una especie de don
divino, que como tal no pueden enseñar o comunicar a los demás. Entre todos se tiene
que llevar a cabo el esfuerzo de crear una ciencia de la virtud, una verdadera ética, que
permita a quien la posea la enseñanza a los demás. En el mito de la caverna se hace
referencia precisamente a esa exigencia moral que tiene el que ve la luz de volver al
interior y enseñar a sus antiguos compañeros otra forma distinta de conocer y de actuar.

En el libro IV de La República, Platón se distancia algo estos planteamientos


intelectualistas para explicarnos detalladamente una concepción de la virtud basada en
la armonía de las tres partes del alma. Este orden tiene lugar cuando cada parte del alma
ejerce la función que le corresponde y alcanza la virtud que le es propia. Establece las
virtudes básicas, conocidas también como cardinales, porque sirven de marco a todas las
demás:
- Sabiduría/Prudencia. Radica en la parte racional del alma. Es la agudeza de
espíritu para hacer lo conveniente en cada situación. Representa la parte más
divina del ser humano, aquella que le permite alcanzar la verdad y el bien moral.
Sabio es, por tanto, quien dirige sus acciones de acuerdo con la ciencia.
- Valentía/Fortaleza. Se asienta en la parte irascible del alma y regula los impulsos
y pasiones nobles. Es esfuerzo y capacidad para sobreponerse al trabajo, al
sufrimiento y al dolor. Fomenta valores como la generosidad. Requiere
entrenamiento y educación corporal y psicológica.
- Moderación/Templanza. Es la virtud propia del alma concupiscible. Implica
dominio de uno mismo, serenidad y moderación. Fomenta la liberación de las
pasiones que perturban la paz psicológica y espiritual. Se busca la austeridad y el
uso de los placeres sensibles con medida y equilibrio.
- Justicia. Es una virtud general que une y armoniza todas las demás. El hombre
justo es el que vive de forma armónica o equilibrada porque cada parte de su
alma realiza la función que le es propia. De igual manera, la justicia del Estado
se producirá cuando haya una armonía entre las tres clases sociales, es decir,
cuando cada clase social ejecute la labor que le corresponda.

La evolución platónica con respecto a las tesis del intelectualismo moral de Sócrates
es clara:

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- La justicia no consiste en una definición racional; es un estado armonioso del alma.
- El mal no se debe a la ignorancia, sino al desorden o desarmonía.
De cualquier forma, la educación sigue siendo importante. Es necesario educar al
individuo para que sepa alcanzar la virtud, y pueda vivir en un estado armónico de su
alma.

6. La teoría política de Platón. La "república"

6.1. Niveles de organización social.

La República pretende ser un sistema ideal de organización social y política. Está


considerado como la primera utopía social de occidente. Así la polis ideal está
compuesta por tres clases o grupos sociales:
- Gobernantes. Son los “filósofos”, cuya misión es legislar teniendo presente la
justicia. Su virtud es la sabiduría.
- Guardianes. Su misión es defender al Estado de los posibles ataques. Su virtud
es el valor.
- Productores. Son los campesinos, comerciantes, artesanos, casi exclusivamente
ocupados en conseguir su sustento y el de las otras clases. Su virtud es la templanza,
que controla y equilibra los impulsos relacionados con las cosas materiales.

El Estado nace por necesidad de ayuda mutua, ya que los individuos aislados no
pueden satisfacer sus necesidades vitales. De este modo, cada clase debe dedicarse a la
función que le es propia, tanto desde un punto de vista práctico como teórico: en todo
sistema complejo cada parte está destinada naturalmente a realizar una función
específica. (División del trabajo)
Si la razón tiene que gobernar por naturaleza, entonces resulta lógico que sean los
sabios quienes gobiernen. Sólo cuando los filósofos ocupan el Estado, o cuando los
actuales gobernantes se hagan sabios, desaparecerán los males del género humano. El
gobierno del sabio se basa en una identificación del saber teórico y del saber práctico.
Aquél que haya llegado al conocimiento de las ideas, y sobre todo de la Idea de Bien
sabrá cómo ordenar moral y políticamente el Estado. El gobernante ha de tener presente
la finalidad moral del Estado, esto es, debe procurar moralizar al individuo porque en
eso radica la felicidad. La tarea moralizante depende en gran medida de la educación,

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que es competencia exclusiva del Estado. De la educación también dependerá la
pertenencia a una determinada clase social. Hay dos niveles:
-Nivel básico. Común a todos los ciudadanos. Es importante la gimnasia, la música y
la poesía, etc. Con ellas se trata no sólo del fortalecimiento del cuerpo, sino también del
cultivo de virtudes o hábitos correctos. Los que se muestran menos dotados formarán
parte de la clase productora.
-Nivel superior. Reservado a los futuros gobernantes, que serán los individuos más
capacitados dentro de la clase de los guardianes (desde los 20 a los 35 años). Han de
seguir un duro aprendizaje en las distintas ramas de las matemáticas, para abordar en
última instancia el conocimiento dialéctico.

En esta sociedad utópica se dan algunas medidas que pueden parecernos novedosas.
Platón habla de la igualdad de hombres u mujeres; éstas recibirán la misma
educación y tendrán las mismas oportunidades para ser guardianes o gobernantes.
Se suprime también la propiedad privada y la familia para las clases superiores. Esta
estructura "comunitaria" no tiene un interés económico, sino moral. Con ello lo que se
pretende es eliminar el egoísmo propio que se produce cuando cada uno tiene sus
propias cosas. Sin propiedad privada, los hombres pueden dedicarse mejor al interés
común.
Los guardianes viven en campamentos guerreros. Existe una comunidad de mujeres
e hijos. El gobierno asigna a cada hombre las mujeres que le convienen. También el
Estado se dedica a perfeccionar la raza eligiendo los mejores padres y las mejores
madres (“eugenesia”). Los "mejor nacidos" no deben conocer nunca a sus padres,
porque van a ser educados para llegar a lo más alto.
A pesar de todo, Platón pensaba que la república era posible y además es el mejor
sistema posible de gobierno. Se trataría de una aristocracia de carácter conservador;
todo en ella es perfecto desde el principio, aunque existe cierta movilidad social: se
puede ascender de la clase de los guerreros a la de los gobernantes.

6.2. Los regímenes políticos.


En la última parte de la República, Platón hace un análisis de los regímenes
políticos y establece, por primera vez en nuestra cultura, la relación entre los ciudadanos
y el régimen bajo el que viven:

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- Aristocracia. Según decimos es el régimen más perfecto, ya que es la inteligencia
la que, a través de un monarca o unos hombres superiores, domina en el Estado.
Esta inteligencia generosa permite establecer el equilibrio entre las otras clases.
A partir de este régimen, todos los demás presentan defectos.
- Timocracia. Domina el elemento pasional, el thymos (el ánimo propio de la parte
irascible del alma), sobre el racional. Se ambicionan honores y riquezas.
Predomina la clase militar y sus representantes oprimen a las clases inferiores.
Termina siempre por corromperse.
- Oligarquía. Es el gobierno en el que mandan los ricos. Los oligarcas se mueven
por un afán insaciable de riqueza dejando de lado la virtud y a los hombres
buenos. Se crean dos tipos de ciudades: “una de pobres y otra de ricos que
conspiran incesantemente”. El deseo de riqueza de este gobierno termina por
corromper al régimen entero.
- Democracia. Cuando los pobres vencen se extiende el poder, por elecciones, a
todos. La ciudad se llena de libertad y es posible escoger otras formas de vida.
Puede parecer el mejor de todos los sistemas, pero como los oligarcas negaron
educación al pueblo, éste no sabe emplear bien esa ansia de libertad y se
producen estallidos de violencia que terminan por corromper el régimen.
- Tiranía. El pueblo acaba aceptando al tirano, que parece establecer un orden,
aunque sea falso, y se mantiene en el poder provocando o instigando nuevos
conflictos que requieren el ejercicio de su poder sin límites.

En obras de vejez como El Político o Las Leyes, Platón abandonará su idealismo


convencido de que era difícil encontrar a auténticos sabios o gobernantes. El gobierno
de los sabios es sustituido por el gobierno de magistrados que se controlan unos a otros
y que se someten a unas Leyes inmutables. Más que estudiar dialéctica hay que estudiar
leyes, desde las cuales se gobernará de una manera rigurosa. Algunos ven en esto una
aproximación a una Constitución o ley básica como norma fundamental del Estado. No
obstante, Platón no olvidó el principio fundamental que asigna a la razón el poder de
gobernar; las leyes no son sino contenidos racionales que se promulgan para conseguir
la justicia en el Estado.

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