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UNIDAD 2:

LA FILOSOFÍA DE PLATÓN
I. CONTEXTO HISTÓRICO. VIDA Y OBRA

 Contexto histórico
La vida de Platón transcurre a través de uno de los periodos más interesantes de la
historia ateniense y por tanto de toda la sociedad y cultura helénica. Los
acontecimientos históricos más relevantes y que de alguna forma tuvieron alguna
influencia en la vida de Platón son:
1. Guerras Médicas: 490-479: con el triunfo de Atenas.
2. Período intermedio: 479-431: imperialismo ateniense, época de esplendor; siglo
de Pericles.
3. Guerras del Peloponeso: 431-404: derrota de Atenas y el triunfo de Esparta.

Con el triunfo de Atenas frente a los persas, se instaura la democracia que fue
fundada en sus principios esenciales por Clistenes, hacia principios del siglo VI A.C.
conjuntamente con Solón y fue afianzada por Pericles, quien accedió al poder en el
461 A.C y desde entonces fue elegido 15 veces consecutivas, como Jefe de
Gobierno, y así este largo período le permitió ser el continuador y consolidador de la
democracia ateniense hasta su muerte en el 429 A.C Pericles dio esplendor a la
cultura ateniense, llevó a cabo obras culturales y sociales de gran importancia: en
Atenas se daban cita arquitectos, historiadores (Herodoto, Jenofonte) escultores
(Fidias) literatos (Sófocles, Esquilo, Eurípides), en su tiempo vivieron los filósofos
Anaxágoras, los sofistas y Sócrates.
En la Guerra del Peloponeso (guerras entre dos ciudades-estado: Atenas y Esparta)
se adoptó el plan que él proponía: guarecerse y encerrarse en las murallas de
Atenas (ésta es fuerte en el mar, pero no en tierra) y fortificar el Puerto del Pireo.
Pero la peste asoló a la ciudad en el 430 y le echan la culpa a él, deponiéndole de
su cargo, pero, ante el avance peloponésico, le vuelven a elegir, pero ya es tarde, le
alcanza la peste y muere como otros tantos atenienses en el año 429. La Guerra del
Peloponeso es la lucha entre dos formas de entender la sociedad; es la lucha entre
la Democracia (representada por Atenas) y la Aristocracia (representada por
Esparta). También es la lucha de la tierra (la agricultura como forma principal de
economía) contra el mar (el comercio). La Guerra duró más de treinta años, y acaba
con la victoria de Esparta sobre Atenas. En abril de 404, tras haber soportado
grandes sufrimientos, los atenienses acabaron por aceptar la derrota, y estar en
paz. Gracias a Esparta, por esta vez clarividente, Atenas escapó de la destrucción
total que reclamaban Corinto y Tebas. Atenas perdió su flota, su imperio y sus
fortalezas. Esparta había ganado; venció la Aristocracia a la Democracia. Pero
Esparta no estaba preparada para gobernar las ciudades griegas; este triunfo hace
replantearse la nueva orientación política de Atenas.
A raíz del fracaso de Atenas, Esparta quiere gobernar a Atenas de modo peculiar,

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aparentemente democrático; son elegidos un grupo reducido de ciudadanos,
presionado por los vencedores espartanos, para formar un Consejo, destinado a
sustituir a la democracia tradicional. Este grupo estaba formado por 51 ciudadanos:
10 se quedan en el Pireo, 11 en Atenas para el funcionamiento municipal, y 30 se
ponen al frente del Gobierno General: Son los Treinta Tiranos. Este gobierno lleva
una política reaccionaria y despótica que se termina en un año, gracias al
descontento de la gente en general, y a la revuelta popular, liderada por Trasíbulo
que se apodera de nuevo de Atenas, y restablece de nuevo la Constitución
Democrática. Será este nuevo gobierno democrático el que juzgará a Sócrates y lo
condenará a muerte en el año 399 a. C. Realmente le juzgaron porque dos de sus
discípulos fueron tiranos que atentaron contra Atenas en el gobierno antes descrito

 Su vida (428-347 a.C)

Platón nació en Atenas en el año 428/427 a. C. Sus padres (Aristón y Perictiona)


descendían de la aristocracia ateniense. Realmente se llamaba Aristocles, pero fue
apodado “Platón” por sus anchas espaldas. Su educación fue brillante y completa:
estudió matemáticas y música y cultivó la poesía. Luchó en las guerras del
Peloponeso con 18 años. A los 20 años formó parte del círculo de Sócrates, tras
cuya muerte se refugió en Megara por temor a ser perseguido. Se cree que viajó a
Egipto, el norte de África e Italia. En su primer viaje a Siracusa intentó poner en
práctica sus ideas políticas. Pero Dionisio I, enfurecido por sus críticas, lo vendió
como esclavo. Aníceris de Cirene lo compró y pronto lo liberó. Poco después, Platón
fundó la Academia. En un segundo viaje a Siracusa, intentó nuevamente poner en
práctica sus ideas políticas bajo el gobierno de Dionisio el Joven, pero volvió a
fracasar. Aun así realizó un tercer viaje a Siracusa de donde se vio de nuevo
obligado a escapar. Murió en el año 347 a. C.

 Su obra

De los primeros filósofos no quedan sino escasos fragmentos. De Platón nos


quedan -con toda probabilidad- todos sus Diálogos, conservados cuidadosamente
en la biblioteca de la Academia. La investigación ha permitido establecer su orden
cronológico, en el que -salvo algunas pequeñas variantes- existe un acuerdo
bastante unánime. La mayoría de estos Diálogos tienen como protagonista a
Sócrates, y aunque sólo los primeros reflejan el pensamiento socrático, expresan
siempre el modo de filosofar de Sócrates: un filosofar en compañía de otros, una
indagación continua, un sistema nunca cerrado.
Los diálogos de Platón constituyen una auténtica muestra literaria en la que varios

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personajes conversan, más o menos distendidamente, sobre una cuestión
filosófica. Mediante la contrastación y la argumentación de opiniones diversas,
Platón transmite su propia concepción por boca de Sócrates. Podemos clasificar los
36 diálogos que actualmente se conservan en las siguientes etapas:

A. PERÍODO SOCRÁTICO (399-389 a. C )

Los diálogos de esta época reproducen con bastante fidelidad la enseñanza de


Sócrates: Apología de Sócrates 1, Critón, Laques, Cármides, Lisis, Eutifrón, Ión,
Protágoras

B. PERÍODO DE TRANSICIÓN (388-385 a. C)

Los diálogos de esta época revelan que Platón comienza a elaborar ya sus propias
doctrinas aunque Sócrates sigue siendo el personaje principal. Predominan los
problemas políticos y aparecen los primeros esbozos de la teoría de las Ideas.
Los diálogos de esta época son los siguientes: Gorgias, Menón, Crátilo, Hipías
Mayor, Hipias Menor, Eutidemo y Menexeno

C. PERÍODO DE MADUREZ (385-370 a. C)

En esta última etapa, Platón permanece en Atenas dedicado a la dirección de la


Academia y a profundizar en su propia filosofía. En esta época redacta Platón sus
diálogos fundamentales. La teoría de las Ideas sirve de trasfondo para todos los
demás temas. Elabora una teoría completa del Estado. Continúa siendo Sócrates el
interlocutor principal, pero ahora como portavoz de las teorías de Platón. Los
diálogos de esta época son: Banquete, Fedón, República, Fedro

D. PERÍODO DE VEJEZ (A partir del 370 a. C)

En los diálogos de esta época, Platón somete a una revisión crítica alguna de sus
teorías anteriores: Teeteto, Parménides, Sofista, Político, Filebo Timeo, Critias, Las
leyes.

1 no es un diálogo, sino el discurso de defensa de Sócrates ante el tribunal que le condenaría a muerte

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II. SU PENSAMIENTO

Exponer la filosofía platónica no es tarea fácil, porque sólo contamos con los
Diálogos -que no son tratados sistemáticos- y no con resúmenes de la enseñanza
oral de Platón en la Academia. Además, Platón se revisa a sí mismo continuamente,
y quizá los Diálogos reflejan las discusiones de la Academia. A todo ello hay que
añadir que Platón emplea con frecuencia los mitos -inventados o modificados por él
mismo- para exponer su pensamiento, de manera que no resulta fácil separar el
contenido esencial del revestimiento mítico literario.
Sin duda, el tema platónico fundamental es la teoría de las Ideas, punto obligado de
referencia para todos los demás temas.

Seguramente por influencia socrática, cuyo interés filosófico se centraba en los


aspectos humanos y éticos, la finalidad última de la filosofía platónica se centra en
la utilidad política. Es decir, en la construcción de un sistema social gobernado por
filósofos y fundamentado en una concepción de la realidad y del conocimiento
bastantes sólidos.

Platón se consideró siempre a sí mismo un político y siempre tuvo en mente la


intención de participar activamente en la vida política de Atenas. Sin embargo, la
política ateniense se encontraba en un estado de tal precariedad que consideró
inútil su ingreso en esta actividad. Pensaba que había que cambiar el clima y el
sistema político de Atenas y de las demás ciudades griegas si, de veras, se
pretendía hacer verdadera política.
Ahora bien, ¿qué entiende Platón por verdadera política? Desde luego, nada
parecido a la actividad de los sofistas; la política no es, como ellos pensaban un
medio para conseguir sus intereses personales, la política es un conocimiento que
está orientado a la consecución del bien de la ciudad, por tanto el político es aquel
que aplica sus conocimientos para conseguir este bien, no para lograr sus propios
objetivos.
La Carta VII es uno de los textos biográficos que nos da más información sobre el
sentido y los objetivos de su obra. Platón, ya anciano, explica sus intenciones
políticas de juventud y cómo todas ellas se transformaron en desencanto político;
sólo la auténtica filosofía será capaz de poner las bases para una buena armonía
social y política.

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1. LA TEORíA DE LAS IDEAS

La teoría de las Ideas constituye el núcleo central de la filosofía platónica y en ella


se fundamentan los diferentes contenidos de su pensamiento: la Ontología, la
Epistemología, la Antropología, la Ética y la Política.
Respecto a la filosofía anterior, es una teoría que reúne, por una parte, la
concepción de Parménides según la cual la auténtica realidad es eterna e
inamovible y, por otra, la afirmación de Heráclito sobre el perpetuo fluir de las cosas.
Platón ofrece una solución conciliadora a la oposición permanencia- cambio.
Por otra parte, tiene presente la idea pitagórica de que la realidad esencial de las
cosas no está en sus componentes materiales sino en su estructura ordenada y
armónica (matemática). Recupera también el Nous de Anaxágoras como ordenador
del cosmos.
Además, con la Teoría de las Ideas, Platón continúa la línea emprendida por su
maestro tratando de superar el relativismo y el escepticismo sofista. Platón, al igual
que Sócrates, está convencido de la existencia de una verdad absoluta y de que el
ser humano es capaz de conocerla. Platón además llevará hasta sus últimas
consecuencias los planteamientos socráticos: no sólo afirmará la existencia de una
verdad absoluta, sino también a necesidad de una realidad absoluta: las IDEAS

1.1. LA TEORÍA DE LAS IDEAS: ASPECTOS ONTOLÓGICOS

➢ El mundo inteligible (mundo de las Ideas)


Platón siempre mantuvo la siguiente convicción: tras la apariencia cambiante de
las cosas hay una realidad absoluta (las Ideas), cuyo conocimiento es necesario
para dar una base sólida a la moral y a la política, y escapar así del relativismo de
los sofistas. Esta realidad la situará Platón en un “mundo” de esencias eternas,
invisibles y dotadas de un modo de existencia diferente al de las cosas concretas.
Se trata de un mundo de valores y de “modelos ideales”, independientes de la
opinión de los hombres, a los que llamará “Ideas” o “Formas”, que se descubren
sólo por la razón y constituyen el objeto del verdadero conocimiento.
El conocimiento de las matemáticas de los pitagóricos le dio la clave a Platón
para suponer que existían realidades absolutas e invariables y que éstas debían
tener la misma naturaleza que los números, ser de naturaleza intelectual. Si 2 + 3 =
5 es una idea absolutamente verdadera y es invariable ¿por qué no suponer que

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ocurre lo mismo con la “justicia” o con el “bien”: que también podamos decir “la
justicia es igual a....” sin tener que ser una mera opinión subjetiva, sino un
pensamiento verdaderamente objetivo? Igual que hay entidades, como los números,
que son absolutamente objetivos e inmateriales, puede ocurrir algo similar con otro
tipo de objetos. Platón inventa una palabra, que hoy nos resulta absolutamente
cotidiana, para referirse a un tipo de cosas inmateriales, inmutables eternas, etc.
(las características del Ser de Parménides) que parecen responder a la pregunta
socrática por la Virtud, la Justicia, el Bien, etc. Tales cosas son Ideas o eidos
(formas). Platón cree haber encontrado la respuesta a las preguntas de su maestro:
la Fortaleza, la Verdad, la Belleza, el Bien... son IDEAS o FORMAS.
Las ideas son seres, en el pleno
sentido de la palabra. Son perfectas,
inmutables, eternas, universales,
absolutas, e inmateriales e
independientes del mundo físico. Sólo
hay una idea de “justicia” y sólo hay una
idea de “árbol”, de modo que todas las
acciones justas así como todos los
árboles de la naturaleza no son sino una
copia o representación sensible de estas ideas eternas e inmutables.
En definitiva, los rasgos esenciales de las Ideas son los siguientes:
 las Ideas son objetivas, reales, y no meros conceptos mentales o modos de
pensar la realidad.
 las Ideas tienen una existencia separada de las cosas sensibles.
 las Ideas son los modelos perfectos de los objetos del mundo físico

Así, pues, tenemos dos mundos separados uno del otro:


 el mundo sensible, cambiante e imperfecto, al que accedemos a través de
nuestros sentidos.
 el mundo inteligible, el mundo perfecto de las ideas, al que accedemos a
través de la razón.
Esta forma dual de entender la realidad se denomina dualismo metafísico o
dualismo ontológico.
Toda la filosofía de Platón se fundamenta en esta tesis, en el descubrimiento de
que el ser tiene dos planos: lo sensible y lo inteligible, lo material y lo ideal, lo
cambiante y lo permanente, las ideas y las cosas.

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Platón además sostendrá que el único mundo propiamente real es el mundo
inteligible, ya que en él radica el ser de las cosas sensibles (el mundo sensible no
es más que una copia imperfecta de aquél).

 El mundo de las Ideas: una


realidad jerarquizada
Platón en los diálogos de madurez
(fundamentalmente en La República),
sostiene que en el mundo de las ideas
existe una jerarquía; las ideas se
relacionan unas con otras formando una
jerarquía piramidal; se disponen de forma
que unas están subordinadas a otras y en
la cúspide de esta jerarquía se encontraría la idea de BIEN.

➢ El mundo sensible (mundo de las cosas)

 Características: es el mundo inmediato que nos es dado a través de


los sentidos. Las cosas de este mundo sensible no tienen verdadero ser,
sino que están en un permanente devenir. Platón dice que tienen un ser
participado (participan del ser de las Ideas en un sentido similar a como la
imagen del espejo participa del ser del que es reflejo).
 Génesis del mundo sensible: para explicar cómo se genera este
mundo sensible (que no tiene ser por sí mismo) a partir del inteligible, nos
encontramos con tres elementos que entran en la constitución del mundo
sensible:
 El Demiurgo: es una inteligencia ordenadora (en un sentido
parecido al nous de Anaxágoras). No es un creador (en el sentido
de que crea desde la nada, tal como será concebido el Dios judeo-
cristiano), sino un constructor.
 La materia: es eterna (no fue creada por el Demiurgo sino que,
al igual que las Ideas, existe desde siempre. Es totalmente
indeterminada y posee movimientos irregulares. Sobre ella opera
el Demiurgo transformando lo que era un kaos (=desorden) en un
kosmos (= orden).

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 Las Ideas: son el modelo en el que se fija el Demiurgo para
construir el mundo. El Demiurgo tratará de hacer el mundo lo más
perfectamente posible, pero al tener que hacerlo de esta materia
caótica que había, el mundo nunca podrá ser tan perfecto como
las Ideas, ya que la materia es, por su propia naturaleza,
indeterminada, e introduce la indeterminación, el caos, en el
mundo sensible.

 Relación entre el mundo sensible y el mundo inteligible (entre las cosas


sensibles y las Ideas).
Platón utiliza dos conceptos para señalar de qué forma se relacionan las cosas del
mundo sensible y las cosas del mundo material:
1. Por participación (méthexis): ya hemos dicho que las cosas sensibles
participan de las Ideas: una acción es justa porque participa de la Idea de
justicia.
2. Por imitación (mímesis): Las cosas son, por así decirlo, una imitación
imperfecta de las ideas. Se relacionan de la misma forma que se relacionan
las copias con relación al modelo u original.

2. LA TEORÍA DE LAS IDEAS: ASPECTOS


EPISTEMOLÓGICOS.

 El conocimiento como anámnesis o reminiscencia:


Conocer es recordar

Según Platón, el ser humano posee dos facultades de conocimiento. Mediante los
sentidos conoce el mundo físico y mediante la razón conoce las Ideas. La ciencia
(episteme) es un conocimiento racional y trata sobre lo que es real, universal,
necesario e inmutable, es decir, las Ideas. Las cosas particulares, sensibles y
cambiantes, los seres del mundo físico, sólo puede ser objeto de opinión (doxa)
pero nunca de ciencia.

Si la ciencia es un conocimiento de las Ideas en cuanto realidades universales,


necesarias, inmutables ¿cómo se conocen dado que no están en las cosas sino
separadas en un mundo aparte? ¿Cómo se puede dar el salto de lo sensible a lo
inteligible, de la cosa redonda (una moneda, una rueda…) al concepto “círculo”?

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Para Platón, dado que poseemos conceptos de las Ideas, en algún momento,
nuestra razón tiene que haberlas contemplado. Pero, ¿cuándo? . Para explicarlo,
Platón recurre a la doctrina pitagórica de la reencarnación según la cual nuestra
alma, antes de habitar en este cuerpo, estuvo en otro. En el tránsito del cuerpo
anterior al actual, el alma pasó por el mundo de las Ideas y las contempló; pero al
reencarnarse de nuevo, las olvida. Cuando está ante una cosa redonda, recuerda
la Idea de círculo que anteriormente contempló.

Así pues, la TEORÍA DE LA REMINISCENCIA O ANAMNESIS es la concepción


platónica según la cual conocer es recordar aquello que el alma habría contemplado
antes de encarnarse en el cuerpo; eso que el alma habría conocido no es otra cosa
que las Ideas, el ser en sí

Para probar su teoría, el diálogo Menón, recoge el interrogatorio al que Sócrates


somete a un esclavo, un hombre privado de la educación y la enseñanza más
elementales. Y, por lo tanto, ignorante en matemáticas.

Sócrates, aunque es consciente de que el esclavo no sabe nada de matemáticas,


dibuja un cuadrado y pide al esclavo que encuentre un segundo cuadrado de
superficie doble. En un primer intento, el esclavo multiplica por dos la longitud de un
lado y, partiendo de éste, genera el nuevo cuadrado; pero muy pronto se da cuenta
de que su cuadrado es de superficie cuádruple y no doble. Guiado por la
interrogación socrática, el esclavo rápidamente descubre que el cuadrado de
superficie doble se genera a partir de la diagonal del primer cuadrado. «Sabe, pues,
sin que nadie le haya enseñado, sólo interrogándolo, y recupera de él mismo su
ciencia.». Y ya que nadie le ha enseñado geometría, debe deducirse que poseía
esta ciencia desde siempre y que no la ha adquirido en esta vida. Platón acaba, por
boca de Sócrates, afirmando
que el esclavo sería «capaz de
hacer lo mismo sobre toda la
geometría y sobre todas las
otras disciplinas».

En el primer intento, el esclavo


multiplica por dos el lado del
primer cuadrado. La segunda
respuesta: el lado del segundo
cuadrado es la diagonal del primero

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Esta concepción platónica implica una visión muy positiva respecto a las
posibilidades humanas de conocimiento. Supone que los seres humanos tenemos la
capacidad interior suficiente para deshacernos de las cadenas de la ignorancia y
llegar a alcanzar el conocimiento. Esta concepción se basa en un optimismo
epistemológico, en una fe en las posibilidades humanas, sustentado en la confianza
de que intelectualmente poseemos todo lo que necesitamos.

 La teoría del conocimiento en La República (Libros VI y VII)

Para Platón, el conocimiento es acercamiento a la verdad, superando la ignorancia


y el engaño. Pero, ¿dónde reside esta verdad? Ya hemos visto que, por oposición al
mundo cambiante y confuso que nos rodea, la verdadera realidad se encuentra en
el mundo ideal o inteligible. Por eso, el conocimiento se entiende como un proceso
de acercamiento y contemplación de las Ideas.

 El símil de la línea (libro VI de La República). Aspectos


epistemológicos de la teoría de las Ideas)

En el libro VI de La República, Platón trata el tema del conocimiento en el que


distingue dos tipos: el sensible y el intelectual, cada uno de los cuales posee a su
vez diversos grados.
Para explicarlo, Platón utiliza en este libro el conocido como símil de la línea.
Señala, sirviéndose de una línea partida en segmentos, los diferentes niveles de
conocimiento. Asimismo, a estos momentos les corresponden diferentes niveles de
realidad y es que para Platón, el Ser (la realidad) y el Conocer son dos cosas
correlativas, de tal manera que los grados de conocimiento se corresponden
exactamente con los niveles de la realidad.

Así, pues, si seguimos las indicaciones de Platón en el libro VI de La República,


tendríamos el siguiente esquema:

MUNDO MUNDO INTELIGIBLE


SENSIBLE
I.A II.B C D E

OPINIÓN CIENCIA

En este esquema no sólo vemos representados los dos grandes niveles de la


realidad, también los diferentes grados de conocimiento que les corresponden:

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opinión (doxa) y ciencia (episteme).

 La opinión o doxa sería el conocimiento sensible, propio del mundo de las


cosas cambiantes, del mundo sensible. Se basa, pues, en la experiencia o
sensibilidad y, por este motivo, Platón no lo considera conocimiento en
sentido pleno y recibe el nombre de opinión.
La opinión, a su vez, se divide en:
 Imaginación o eikasía: opinión que se refiere a las “sombras y
los reflejos de las cosas” que se forman en las paredes, el agua
o los espejos.
 Creencia o pistis: opinión que se refiere a los objetos del mundo
sensible: los animales, las plantas y todas las demás cosas que
nos rodean. Platón sitúa en este nivel de conocimiento lo que
hoy denominamos Física, es decir, la investigación acerca de la
realidad natural tal como se nos da en la percepción sensible.
Sin embargo, no le concede el reconocimiento de ciencia.

 La ciencia o episteme es, en cambio, el auténtico saber, porque es


conocimiento racional del mundo ideal o inteligible. Al ser las ideas
realidades universales, eternas, perfectas e incorruptibles, se convierten,
también, en objetos de conocimiento universal y seguro. Un tipo de
conocimiento, no obstante, que sólo poseen los más doctos y sabios.

Dentro de la a ciencia o episteme, Platón distingue entre:

 La razón discursiva o dianoia, que es propia de las matemáticas


y de otras ciencias como la música o la astronomía que
emplean un método hipotético y recurren a lo sensible para
elevarse a lo inteligible.

 La razón intuitiva o noesis: es un saber riguroso que es fruto de


la contemplación directa de las ideas, en particular de la idea
del Bien. Se trata de la Dialéctica, que constituye para Platón el
conocimiento en sentido pleno

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Así, podemos elaborar un esquema más completo y detallado que el anterior:

 El mito de la caverna (libro VII de La República)

En el libro VII de La República, Platón se refirió a la problemática del conocimiento


de la realidad con su famosa narración del mito de la caverna. A través de este mito,
intentó expresar de manera alegórica qué era, para él, la realidad y cómo podíamos
conocerla (observa la ilustración incluida en este apartado)

El mito de la caverna nos habla de unos hombres que, desde su infancia,


permanecen encadenados y obligados a
mirar hacia la paredd del fondo de una
cueva, de tal modo que no pueden ver
lo que ocurre a sus espaldas. A la
entrada de la caverna arde un fuego.
Por un pasillo existente entre el fuego y
los encadenados circulan diversas
personas que llevan sobre sus hombros
diferentes objetos, cuyas sombras se
proyectan sobre la pared. En
consecuencia, los prisioneros no ven
más que sombras proyectadas sobre la pared.

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El problema de estos prisioneros es que no son conscientes de que son prisioneros
ni de que lo que conocen no es la realidad. La salida de la caverna no es tarea fácil,
sino que requiere sacrificio y esfuerzo. Así, cuando un prisionero es liberado y
forzado a levantarse y mirar la luz, en un primer momento, no es capaz de ver nada,
ni los objetos reales ni las sombras que antes percibía. Sólo al cabo de un tiempo se
va acostumbrando a la claridad y, poco a poco, descubre que los objetos que ahora
se le presentan son mucho más perfectos que sus sombras. ¿Y que ocurriría si
volviese a la caverna?. Al principio, le costaría enormemente acostumbrar sus ojos a
la oscuridad y apenas distinguiría nada. Más tarde, seguramente intentaría
convencer a sus compañeros de que lo que han visto siempre no es real, sino
sombras de la verdadera realidad. Ellos, sin embargo, considerarían que la
ascensión lo ha trastornado. “Y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz,
¿no lo matarían, si pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?” (este pasaje es una
alusión de Platón al proceso y muerte de Sócrates”

El mito sugiere, entre otras ideas, que el hombre no puede conformarse con lo que
percibe por los sentidos, sino que ha de traspasar la frontera de los sentidos y
contemplar las Ideas, que constituyen lo perfecto y pleno. Conocer el mundo
suprasensible supone ciertamente un gran esfuerzo, una ascensión semejante a la
necesaria para salir de la caverna; pero una vez conocido, el alma no puede
abandonar su contemplación, y las sombras le parecen un conocimiento muy
insuficiente e incompleto.

La salida de la caverna del hombre liberado de sus ataduras representa el camino


del filósofo que asciende desde el fondo de la caverna a las cosas auténticas y
verdaderas
(del mundo sensible al mundo inteligible. Se trata, pues, de un camino de liberación,
de descubrimiento del ser y de conocimiento de la verdad. Todo hombre tiene la
posibilidad de seguir este camino, es decir, de ascender desde el mundo de las
meras apariencias hasta la contemplación de lo que verdaderamente es

Vemos, pues que la alegoría de la caverna, al igual que el símil de la línea , pone
también de manifiesto la existencia de dos niveles de realidad: el sensible
(representado por la caverna) y el inteligible (representado por el exterior de la
caverna) Asimismo establece los correspondientes grados de conocimiento: el
sensible, que da lugar a la opinión y el racional, que genera la ciencia; en el punto
más elevado del conocimiento racional estaría la Idea del Bien (representada por el
Sol).

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 La dialéctica

Gracias a la dialéctica, el entendimiento llega al punto más elevado del mundo


inteligible. En el pensamiento platónico, la dialéctica consiste en un procedimiento
propio del conocimiento racional. Se trata de una técnica o método para descubrir la
verdad suprema, la suprema realidad.

En el mundo de las ideas, la idea del Bien ocupa el lugar más elevado. Es la idea de
las ideas, pues está por encima de todas y constituye la meta última de todo cuanto
existe. Esto significa que el mundo de las ideas constituye un sistema ordenado y
jerarquizado que la razón puede conocer mediante el método dialéctico.

De manera análoga a como la luz del sol permite ver y distinguir las cosas del
mundo visible, la Idea del Bien permite conocer la verdad y alcanzar el conocimiento
del mundo inteligible y, en último término de todo tipo de realidad.

En consecuencia, la dialéctica, en un primer momento, consiste en un ascenso


cognoscitivo desde el mundo sensible al mundo inteligible. Ahora bien, este proceso
no basta, sino que, una vez que hemos llegado al mundo inteligible, es preciso
continuar ascendiendo de idea en idea hasta la idea suprema que es la idea del
Bien
Hay que señalar que, a diferencia de las matemáticas, la dialéctica no se basa en
ningún tipo de imagen para conseguir su objetivo. El matemático, para entender qué
es una circunferencia, parte de su representación sensible para abstraer de ella el
concepto. El dialéctico, en cambio, utiliza sólo la razón para captar la esencia de las
cosas, su i-dea o definición. Una vez conocida esta idea, busca su conexión con
otra idea más general que incluya la anterior, y así sucesivamente hasta llegar a la
idea que engloba a todas las demás: la idea del Bien.

La relación entre la mayéutica socrática y la dialéctica platónica es manifiesta. En el


fondo se trata de lo mismo, del proceso ordenado de búsqueda de las definiciones y
de la relación que hay entre ellas

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2. LA ANTROPOLOGÍA PLATÓNICA: EL ALMA-CUERPO

 El ser humano: cuerpo y alma (el dualismo antropológico)

La teoría de las Ideas es, como hemos visto, la doctrina fundamental del
pensamiento de Platón. Dicha teoría implica un dualismo ontológico pues Platón
distingue entre un mundo sensible (sometido a cambio y corrupción) y un mundo
inteligible (el verdaderamente real, eterno e incorruptible).

En cuanto a la concepción del ser humano, el dualismo ontológico se traduce en


dualismo antropológico (del griego ánthropos, que significa hombre). Este dualismo
antropológico establece una diferencia radical entre alma y cuerpo.
El alma pertenece al ámbito de las Ideas al que se siente impulsada por su propia
naturaleza, mientras que el cuerpo pertenece al mundo de los seres físicos. En la
contemplación, en el conocimiento de las Ideas, se cumple adecuadamente el
destino de nuestra alma.

Dado que el mundo de las ideas es el lugar originario del alma, ésta posee las
características propias de dicho mundo. En otras palabras, el alma es eterna e
inmortal, y además de ser el principio de vida, es concebida por Platón
fundamentalmente como principio de racionalidad ya que es la que nos faculta para
el conocimiento.
El dualismo (alma frente a cuerpo) constituye el núcleo esencial de la doctrina
platónica del alma. Veamos los rasgos fundamentales de dicha doctrina.

a) El alma es afín a las ideas y, como ellas, inmaterial y, por naturaleza,


inmortal.

b) La unión del alma con el cuerpo no es un estado esencial del alma, sino
un estado transitorio, accidental, algo así como la unión del jinete con el
caballo o del piloto con su nave. Platón llega a considerar esta unión
incluso como antinatural, ya que el lugar propio del alma es el mundo de
las Ideas, y su actividad más propia, la contemplación de éstas.

c) Mientras permanece unida al cuerpo, la tarea fundamental del alma es la


de purificarse, prepararse para la contemplación de las ideas. La
purificación (doctrina específicamente religiosa) supone que el alma se
encuentra en un estado de impureza. Cabe preguntar de dónde vienen
estas impurezas. Una respuesta por parte de Platón puede ser que
provienen precisamente de las necesidades y exigencias del cuerpo, que

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se imponen tiránicamente al alma, impidiéndole el ejercicio del
conocimiento intelectual. El alma ha de oponerse al cuerpo y a sus
exigencias y en esto consiste la auténtica sabiduría.

d) El dualismo radical que hemos descrito no reconoce al alma más función


específica que el conocimiento racional. Las pasiones, los placeres y los
deseos, todas las tendencias perturbadoras y conflictivas, son atribuidos
al cuerpo.

No obstante, atribuir los deseos, instintos y pasiones al cuerpo resulta, en gran


medida, insatisfactorio ya que se trata de fenómenos psíquicos y no exclusivamente
corporales. Platón, sin duda, se percató de ello y ya en la República este conflicto
aparece trasladado al alma.

Así, Platón se ve obligado a distinguir tres partes del alma:

 la razón (alma racional): situada en el cerebro, es la parte superior


del alma humana a la que le corresponde el pensar, calcular,
prever, someter a examen los caprichos del deseo; es inmortal y su
destino último es la contemplación de las Ideas. La virtud propia de
esta parte del alma es la prudencia.

 el ánimo (alma irascible): situada en el pecho, es inseparable del


cuerpo y, por tanto, mortal; es el origen de las pasiones nobles: el
valor, el coraje, la fuerza de voluntad. Tiene como virtud propia la
fortaleza.

 el apetito (alma concupiscible): situada en el abdomen, también es


mortal y constituye el origen de las “pasiones innobles”: los
impulsos, los deseos, las necesidades de orden orgánico, etc.
Tiene como virtud propia la templanza.

Para exponer su concepción del alma humana, Platón también utiliza una alegoría:
la alegoría del carro alado. Se
trata de un carro tirado por dos
caballos y conducido por un
auriga. Uno de los caballos es
hermoso, bueno, noble y se deja
guiar por el auriga sin oponer
resistencia (representa el alma
irascible). El otro, en cambio, es

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indócil, rebelde, desleal y traidor por lo que procura constantemente apartar el carro
de su camino (representa el alma concupiscible). En esta situación, el auriga (que
representa el alma racional) deberá servirse de la nobleza y docilidad del caballo
bueno para vencer la rebeldía del caballo malo para, de ese modo, poder llegar a la
meta, es decir, ascender al mundo inteligible.

3. ÉTICA Y POLÍTICA

La exposición más completa y sistemática del pensamiento moral y político


de Platón se encuentra en la República, obra que en griego se titula Politeia2 y
tiene, además, como subtítulo "Acerca de la justicia" y la justicia constituye,
efectivamente, el tema central de este diálogo.

 El orden moral

Frente al relativismo moral de los sofistas, Sócrates estaba convencido de que los
conceptos morales pueden ser fijados racionalmente mediante una definición
rigurosa: aun cuando resulte difícil de definir, por ejemplo, el concepto de justicia,
éste puede ser definido y la búsqueda de su definición constituye una tarea
ineludible y urgente para todo ser humano que no viva su vida irreflexivamente, así
como para toda sociedad que pretenda configurarse de acuerdo con un orden
razonable.

Platón participa de esta convicción socrática, más aún, el carácter absoluto de los
conceptos ético-políticos encontró su expresión más radical en la teoría de las ideas
(existencia de la Justicia en sí, la Bondad en sí, etc) independientes de las opiniones
que cada cual pueda tener acerca de ellas.
Partamos, pues, de que es posible definir la justicia de un modo absoluto, de
acuerdo con la convicción socrática y platónica. ¿Cómo definirla? Los sofistas
habían señalado claramente el camino: analizando la naturaleza humana. Platón
acepta este planteamiento de los sofistas, pero rechaza las conclusiones de su
análisis.
Según los sofistas, las únicas leyes naturales son la búsqueda del placer y el
dominio del más fuerte. Esta doctrina moral se basa, a juicio de Platón, en un
análisis incorrecto de la naturaleza humana: al tomar como modelos de
comportamiento natural a los animales y a los niños, los sofistas prescindían del

2politeia:Esta palabra posee una peculiar riqueza y complejidad de significado: significa el cuerpo de los ciudadanos, la
ciudadanía y la constitución, en suma, la polis en cuanto conjunto estructurado y dotado de vida propia. Se tradujo, no con
excesivo acierto, como República

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aspecto más característico del hombre, la Razón. (Ni el niño ni el animal la poseen).
Un análisis de la naturaleza humana que no tiene debidamente en cuenta ni la
existencia en el hombre de la razón, ni su rango de facultad suprema, no puede
servir para definir correctamente la justicia.

Para definir la justicia, así como el resto de los conceptos político-morales, es


necesario, por tanto, analizar correctamente la naturaleza humana. Además de la
Razón, el hombre posee otras
tendencias y facultades. Recordemos
que Platón distingue en el alma tres
facultades o partes: racional, irascible y
concupiscible. La justicia consistirá en la
ordenación de estas tres partes, en la
posesión por cada una de ellas de la
virtud o disposición que le es propia : La
prudencia es la virtud propia de la razón,
la fortaleza es la virtud propia del ánimo;
la moderación o templanza consiste en
que el apetito y el ánimo se sometan a los dictados de la razón, reconociéndole el
papel rector que le corresponde naturalmente. Cuando sus partes se comportan de
este modo, el alma, en su conjunto es justa y ordenada.

 El orden político

Ya hemos dicho que Platón es, ante todo, un pensador político; en la República se
ocupa de diseñar lo que para él sería el sistema político ideal. El Estado que diseña
pretende servir de ejemplo y modelo de todos los Estados históricos concretos. En
este sentido, el Estado platónico no se encuentra ni se encontrará en ningún lugar,
es una utopía. Sin embargo, constituye la sociedad ideal y, por tanto, el modelo que
debe seguirse, si se pretende lograr la justicia en la sociedad.

Platón empieza por analizar la naturaleza y estructura del Estado . Para ello,
propone "construir" idealmente una ciudad, una polis, de modo que sea posible
asistir al surgimiento sucesivo de los elementos o partes que la integran. Veamos
cómo lo hace
Parte de una premisa muy clara: los hombres no son autosuficientes. La ciudad
surge como respuesta a la incapacidad de cada individuo para satisfacer por sí
mismo las propias necesidades. Platón considera necesaria la existencia de tres
clases sociales: la de los trabajadores, la de los militares y la de los gobernantes

a) Los trabajadores

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Para que haya ciudad se necesita, en primer lugar, un grupo de individuos
que atiendan a las necesidades más elementales de la vida humana: alimento,
vivienda, vestido. Esto da lugar a ciertos oficios u ocupaciones: labrador,
constructor, tejedor, oficios a los que habrá que añadir otros destinados a
proporcionar a aquellos los materiales y herramientas necesarios (vaqueros,
carpinteros, herreros...) y aún otros más (comerciantes, intermediarios , navegantes)
que faciliten el intercambio de los productos de unos y otros.
Esta clase social no ejerce ninguna actividad política porque no es su función. Su
comportamiento debe caracterizarse por la moderación o templanza .

b) Los militares

Será la clase social dedicada específicamente a proteger y defender la ciudad tanto


de enemigos externos como de cualquier desorden interno. Su valentía y excelencia
personal harán posible esta protección. Por tanto la virtud que les corresponde es la
fortaleza

c) Los gobernantes

Será la única que ejercerá el poder político de tomar decisiones. Estará formada por
personas sabias, por aquellas que han accedido al conocimiento y contemplación
de las Ideas, especialmente de la idea de Justicia, de Orden, de Estado. Esta clase
estará formada por una selección de los militares, de los mejores militares, los que
hayan pasado una larga selección. Es la clase de los gobernantes-filósofos y la
virtud que ha de caracterizar su comportamiento es la prudencia.

De este modo, queda configurada la ciudad en tres clases o grupos sociales de


acuerdo con los tres tipos de actividades o funciones necesarias para su existencia:
economía, defensa, gobierno.
Pero, ¿quién y cómo determinará a qué clase pertenece cada individuo? Según
Platón, la propia naturaleza y el carácter personal nos predisponen y hacen
especialmente aptos para un determinado tipo de tareas. Los individuos no son
iguales, pero esta desigualdad no se basa en criterios externos, como la capacidad
económica, sino en criterios más naturales como la capacidad física y,
especialmente, la intelectual, Con otro mito, el de los metales, Platón defiende la
naturaleza diferente de cada individuo: hay individuos formados de oro, otros de
plata y otros que tienen una composición de bronce o hierro. Corresponde a cada
una de estas tipologías de individuos una función diferente. En esto, el Estado o
sociedad debe seguir a la naturaleza...

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 LA JUSTICIA EN EL ESTADO

La teoría política de Platón gira en torno a dos principios fundamentales que


presentamos a continuación:

a) La correlación estructural entre el alma y el Estado: Según


Platón, el Estado posee la misma estructura tripartita que el alma humana
individual. Acabamos de ver que son tres los grupos o clases sociales que
componen un Estado: trabajadores, militares y gobernantes. Estos tres
grupos se corresponden con las tres partes del alma: los trabajadores con
el apetito, los militares con el ánimo y los gobernantes con la razón.

b) El principio de especialización funcional : Este principio juega un papel


decisivo en la teoría platónica del estado. Podemos enunciarlo del
siguiente modo: cada individuo y cada clase social han de dedicarse a la
función o tarea que le es propia.

De la conjunción de estos dos principios resulta la concepción platónica de la


justicia, la misma para el Estado que para el alma individual. En efecto, la justicia en
el Estado se realiza cuando cada uno de los grupos sociales realiza la función que
le corresponde y la realiza de modo adecuado, por poseer la virtud que le es propia:
prudencia en el caso de los gobernantes, fortaleza en los militares y moderación o
templanza por parte de los trabajadores.

 LA EDUCACIÓN EN EL ESTADO PLATÓNICO

Platón es el primero en reivindicar la educación como el mejor medio para mejorar

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al hombre y, consecuentemente, a la la sociedad. En íntima relación con la
educación aparece la reflexión platónica sobre el deber ser de la política. Platón
está preocupado por cómo debe ser el gobernante, que debe mejorar a sus
ciudadanos. Platón critica a quienes utilizan la política como medio de
enriquecimiento personal o ascenso social.

Platón está especialmente preocupado por la educación de los gobernantes del


Estado. Todas las estrictas medidas educativas que presenta Platón sólo deben
aplicarse a las clases superiores, a la de los militares y, especialmente, a la de los
gobernantes, ya que éstos son los que directamente toman las decisiones políticas
y, por lo tanto, de su prudencia depende la buena marcha de la sociedad. Su
selectiva educación exige el control de lecturas y de cantos, y la práctica de la
gimnasia y la música. Además, los mejores en estas actividades estudiarán
matemáticas y astronomía; y los mejores de todos serán preparados en el ejercicio
de la dialéctica.

Los guardianes no sólo gozarán de una educación larga y especial, además su


régimen de vida estará bastante controlado por el Estado. Ausencia de propiedad
privada, vida comunitaria, matrimonios concertados... serán algunas de las medidas
necesarias para garantizar la honestidad e incorruptibilidad de los gobernantes.

 Jerarquía de regímenes políticos

El Estado perfecto que Platón sugiere es un Estado utópico. Se trata de un Estado


aristocrático en el sentido más original de la palabra aristocrático: de aristos, 'los
mejores' (palabra emparentada con areté, 'excelencia') y de kratós, 'poder, fuerza'.

En el libro VIII de La República habla de otros regímenes políticos que son cuatro
posibles enfermedades del Estado o degeneraciones del Estado perfecto o
aristocracia.

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