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3.A. Realidade e coñecemento en PLATÓN (pretende establecer una teoría que no permita
manipular la verdad)
El órgano democrático por excelencia era la Asamblea Popular: a ella tienen acceso todos
los ciudadanos varones y mayores de edad (en Atenas unos 10.000). Se reúne con un
promedio de una vez por semana. Es asamblea soberana, con poder absoluto, y cualquier
ciudadano podía tratar el tema que quisiese. Pero, se presta a la demagogia, los verdaderos
gobernantes son entonces los oradores.
Los tribunales de justicia también se forman a través de sorteo. La política se convierte así en
una especie de deporte popular. La flota ateniense, algo así como un seguro del paro, contrata
a 12.000 hombres anualmente. Los ricos viven de sus rentas, los menos ricos de sus tierras y
esclavos, los pobres del Estado y el Estado de los tributos y las minas de plata de Laurión. Todo
eso saneado por un buen sistema fiscal. Pero en el último tercio de siglo estalla la guerra del
Peloponeso que terminará con la derrota ateniense. En parte la culpa de este desastre se
achaca a la degeneración de la democracia.
En rigor Platón es contemporáneo de esa crisis que se venía incubando desde tiempo atrás.
Muchos hechos lo atestiguan. La corrupción cada vez más generalizada, la manipulación que a
través de la retórica llevaron a cabo los políticos. Especialmente cruel fue el gobierno de los
treinta tiranos (un grupo reducido de ciudadanos presionado por los vencedores espartanos,
para formar un consejo destinado a sustituir la democracia tradicional), en el que había
implicados familiares de Platón. Y sobre todo, más adelante la condena a muerte de Sócrates,
llevada a cabo por un tribunal popular que hará pensar a Platón que la ciudad es como un
barco amotinado que navega a la deriva. Así empezará a forjarse una clara vocación política y
educativa. Quiere que la verdad y la justicia sean practicadas como virtudes ciudadanas (para
los sofistas no eran objetivas).
1.2. Vida
críticas, lo vendió como esclavo. Aníceris de Cirene lo compró y pronto lo liberó. Con el dinero
de su rescate, que Aníceris no quiso recibir, Platón fundó la Academia.
En un segundo viaje a Siracusa, intentó nuevamente poner en práctica sus ideas
políticas bajo el gobierno de Dionisio el Joven, pero volvió a fracasar. Aun así realizó un tercer
viaje a Siracusa de donde se vio de nuevo obligado a escapar. Murió en el año 347 a. C.
1.3. Influencias
Es posible que recibiera en Atenas las lecciones de Crátilo, discípulo de Heráclito, del
que heredó la idea de que la realidad sensible está en constante cambio. Conoció a Sócrates, a
quien estuvo muy vinculado hasta su muerte. Cuando la democracia lo condenó a muerte,
Platón llegó a la conclusión de que son los filósofos los que deben gobernar. Gracias a la
influencia de Sócrates se interesó por los problemas éticos y por el método inductivo como
proceso para la determinación de los conceptos universales.
Entabló amistad con Arquitas, lo que supuso su encuentro con el pitagorismo que
influirá, fundamentalmente, en el dualismo antropológico y en su doctrina de la inmortalidad
del alma. Las cualidades que los eleatas y, sobre todo, Parménides, atribuyen al Ser son las que
Platón atribuye a las Ideas, objetos de la ciencia universal. Por otra parte, el Nous de
Anaxágoras se puede considerar el precedente del Demiurgo platónico.
Por último la materia eterna con movimiento caótico de los atomistas es el elemento
primigenio al que el Demiurgo de Platón le impondrá una estructura a imagen y semejanza de
las Ideas.
1.4. Escritos
* Diálogos de madurez. Este periodo comprende las obras que Platón escribió desde la
fundación de la Academia hasta su segundo viaje a Italia. Los problemas que se abordan son de
carácter ontológico y suponen la culminación de la teoría de las Ideas. A esta época
pertenecen La República (1,2,3): organización ideal de la ciudad, Fedón, Fedro (4): belleza y
naturaleza del alma, y El Banquete.
* Diálogos críticos. Se llaman así por la crítica que ejerce Platón contra gran parte del
pensamiento que le había precedido. En ellos abandona el recurso a los mitos, tan utilizado en
otras obras, y Sócrates deja de ser el personaje central. Pertenecen a este periodo:
Parménides, Teeteto, Sofista y Político.
Siguiendo la concepción del conocimiento que establece Sócrates, Platón sostiene que
los puros datos sensibles no nos dan conocimiento, pero las meras definiciones tampoco
acabarán resultándole convincentes a Platón (quizás, porque consideraba que carecían de
fuerza motivadora). En contacto con los matemáticos pitagóricos de la Magna Grecia, Platón
descubre nuevas vías para plantear los problemas relativos al conocimiento y a la estructura
de la realidad. Así, para aquellos, la estructura última del mundo (de la physis) descansaba
sobre entidades tales como la «unidad», la «dualidad», etc.
A partir de esta doble influencia (socrática y pitagórica) Platón llega a desarrollar la
idea de que el conocimiento lo es de lo universal (como sostenía Sócrates), pero (a diferencia
de Sócrates) esto universal no lo concibe como meras definiciones sino como entidades
similares a aquellas con las que trabaja la matemática pitagórica. Entidades que tienen
realidad por sí mismas, independientemente del mundo sensible, y a las que no se puede
acceder a través de los sentidos sino por la inteligencia (nous). A estas entidades Platón les
denomina Ideas.
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Hay dos mundos separados uno del otro: el mundo sensible, al que accedemos a
través de nuestros sentidos; y el mundo inteligible, al que accedemos a través del nous. Platón
sostendrá que el único mundo propiamente real es el mundo inteligible, ya que en él radica el
ser de las cosas sensibles (el mundo sensible no sería más que una copia defectuosa -en tanto
que constituido de materia- de aquél).
• Definición de Idea: la expresión idea que usa Platón, tenía en griego antiguo, el doble sentido
castellano de «visión» y «aspecto» o «figura». Finalmente, se ha acabado traduciendo al
vocabulario filosófico como Idea o Forma. Por tales Ideas no entiende Platón un contenido del
entendimiento, algo que estuviese en la mente humana, sino entidades que existen por sí
mismas. Cada una de estas Ideas reúne los caracteres del ser de Parménides: son eternas,
simples (es decir, indivisibles), inmutables, y limitadas (es decir, determinadas), no se crean, no
se transforman, no nacen, no desaparecen; por lo mismo, son independientes del mundo físico
(lo trascienden) y situadas en un plano superior a dicho mundo. Estas Ideas son las que
encierran el verdadero ser de las cosas, su esencia.
• Características: es el mundo inmediato que nos es dado a través de los sentidos. Las
cosas de este mundo sensible no tienen verdadero ser, sino que están en un permanente
devenir. Sin embargo, y puesto que podemos hablar de este mundo, algún tipo de ser sí que
tendrán (a fin de cuentas tienen que ser algo, no son una pura nada); pues bien, el ser que
tienen las cosas sensibles le viene dado de las Ideas. Platón dice que tienen un ser participado
(participan del ser de las Ideas en un sentido similar a como la imagen del espejo participa del
ser del que es reflejo).
• Génesis del mundo sensible: para explicar cómo se genera este mundo sensible (que
no tiene ser por sí mismo) a partir del inteligible, Platón recurre nuevamente a un mito: El mito
del Demiurgo. El Demiurgo es una especie de dios muy poderoso (pero no todopoderoso, por
lo que no puede crear desde la nada y necesita de la materia), y sabio (para Platón uno de los
rasgos que caracteriza a los dioses es que son sabios, a diferencia de los hombres que sólo
pueden ser filó-sofos) que construye el mundo a imagen de las Ideas, a partir de una materia
inicial. El Demiurgo sería una especie de alfarero que hace cosas de barro a partir de un
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proyecto ya hecho. Tenemos así tres elementos que entran en la constitución del mundo
sensible:
1. El Demiurgo: es una inteligencia ordenadora (en un sentido parecido al nous de
Anaxágoras). No es un creador (en el sentido de que crea desde la nada, tal como será
concebido el Dios judeo-cristiano), sino un constructor. Es un ser distinto de las Ideas e inferior
a ellas, pero superior a todos los dioses y cosas de este mundo sensible. Es eterno, inteligente,
bueno, poderoso y feliz, y por ello construye (copia, ordena) el mundo para difundir el bien y la
felicidad, ya que el mundo hecho por él es más perfecto que la materia que había antes, donde
regía el caos, la indeterminación (no obstante, hay que recordar que Platón usa al demiurgo,
de modo consciente, como un mito, para explicar lo que no consigue explicar claramente de
otra forma).
2. La materia: es aquello con lo que trabaja el Demiurgo. Es eterna (no fue creada por
el Demiurgo sino que, como las Ideas, existe desde siempre). Es totalmente indeterminada y
posee movimientos irregulares. Sobre ella opera el Demiurgo transformando lo que era un
kaos (= desorden) en un kosmos. En algunos diálogos Platón parece identificar esta materia
con el puro espacio vacío (esta concepción de la materia puede haberla tomado de los
atomistas); en cualquier caso esta materia la concibe como no-ser.
3. Las Ideas: son el modelo en el que se fija el Demiurgo para construir el mundo. El
Demiurgo tratará de hacer el mundo lo más perfectamente posible, es decir, lo más
determinadamente posible, pero al tener que hacerlo de esta materia caótica que había, el
mundo nunca podrá ser tan perfecto como las Ideas, ya que la materia es, por su propia
naturaleza, indeterminada, e introduce la indeterminación, el caos, en el mundo sensible.
El mundo sensible participa del inteligible, pero en algunos Diálogos aparecen también
otras diversas formas de relación entre el mundo sensible y el inteligible.
No obstante, todas estas formas de relación entre el mundo sensible y el inteligible son
problemáticas; en el Parménides, el propio Platón se las cuestiona, y sostiene que las Ideas
sólo se pueden relacionar con las Ideas, y las cosas sensibles con las cosas sensibles.
El Demiurgo obra de acuerdo con un fin: ha querido que «todas las cosas fuesen
buenas» y, por tanto, ha hecho el mundo mejor y más bello posible. Platón adopta en este
caso una explicación finalista o teleológica frente a las explicaciones mecanicistas de los
presocráticos. La tarea del Demiurgo (principio ordenador) consistió, pues, en ordenar la
materia primigenia y amorfa en el espacio preexistente de acuerdo con los modelos
ejemplares, inmutables y eternos (las Ideas), siguiendo un principio teleológico, lo cual dio
origen a las realidades sensibles.
La cosmología platónica se basa en una concepción teleológica del cosmos y destila un
cierto optimismo, según el cual éste es el mejor y el más bello de los mundos posibles.
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B. La dialéctica
Por dialéctica van a entenderse cosas diversas a lo largo de la Historia de la filosofía. En
general podemos decir que la dialéctica "es toda forma de pensamiento -o de realidad- que
avanza a través de la contraposición de tesis”
En el caso de Platón no se parte exactamente de una contraposición de tesis, pero sí
de algo parecido; se parte de una diversidad de Ideas, para encontrar algo que tengan esas
Ideas en común. Como las Ideas mantienen una relación jerárquica entre sí, la síntesis nos lleva
desde las Ideas inferiores a las superiores en un proceso de ascensión. Por eso se conoce esta
forma de la dialéctica platónica como dialéctica ascendente (composición). El alma se libera,
progresivamente, de la multiplicidad del mundo sensible (fuente de error, de ignorancia).
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El dualismo establecido por Platón entre el Mundo de las Ideas y el Mundo Sensible se
traduce en el caso de la antropología en un dualismo entre cuerpo y alma. En Platón, el
hombre es un compuesto de estas dos realidades.
El cuerpo es una cárcel para el alma. Platón define el alma como una realidad
espiritual, inmortal y simple, cuyo lugar es el Mundo de las Ideas. Es, además, el principio que
anima al cuerpo y sin el cual éste permanecería sin vida y sin movimiento. Es, por tanto, lo que
vincula al hombre con la realidad verdadera. Por el contrario, el cuerpo es de naturaleza
material, mortal, imperfecta y pertenece al mundo sensible. Mientras se encuentra unida al
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cuerpo, el alma aspira a volver al Mundo de las Ideas. Por ello, la unión del alma y el cuerpo se
describe como una unión accidental y transitoria.
Para Platón el alma consta de tres partes distintas, que desempeñan distintas
funciones, aunque en algunos de sus escritos habla de tres tipos de alma:
Platón supera el relativismo moral de los sofistas que defendían que los valores
morales son relativos a cada individuo, lugar y cultura, son convenvionales. Platón defiende
que las Ideas son los modelos de las cosas. Por ello, se convierten en los criterios exactos para
discernir lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto.
5.2. La virtud
Mediante la práctica de la virtud se accede al Supremo Bien y, por tanto, a la suprema
felicidad. El concepto de virtud tiene, en Platón, tres sentidos, que no se dan por separado sino
vinculados a su teoría de las Ideas y a su concepción del alma: por influencia de Sócrates la
virtud sigue siendo considerada como sabiduría (sabiduría que sólo se alcanza en un «ver» que
realiza el alma a través del nous); por influencia del orfismo y el pitagorismo la virtud es
considerada como purificación (por la cual el alma se libera del cuerpo); y según su propia
concepción tripartita del alma la virtud es considerada como justicia (entendiendo por tal una
armonía entre las facultades del alma):
1. Virtud como sabiduría: como Sócrates, considera que sólo puede obrar bien quien
conoce lo que es el bien, etc. La diferencia es que ahora el Bien, la Justicia, y demás, son
considerados entidades subsistentes por sí mismas.
2. Virtud como purificación: con el orfismo surge la concepción del alma como
inmortal. Esta concepción es asumida por los pitagóricos que consideran que el alma es
inmortal y se reencarna tras la muerte del cuerpo que es concebido como una cárcel para el
alma. Por todo ello, tanto el orfismo como los pitagóricos consideran necesaria la purificación,
entendiendo por tal un proceso por el cual el alma se va liberando paulatinamente del cuerpo.
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En el caso de Platón esta liberación tendría por objeto último que el alma, ya enteramente
libre, y sin necesidad de reencarnarse en otro cuerpo, pudiera contemplar las Ideas.
3. Virtud como justicia: Platón sostiene que el alma tiene tres funciones: la irascible o
volitiva, la concupiscible o apetitiva y la inteligible o racional. Pues bien, a cada una de estas
tres funciones le corresponde su virtud particular. Tenemos así: (1) la sabiduría o prudencia
(phrónesis): es la virtud propia del alma en su función racional. Es esta virtud la que acerca al
alma al mundo de las Ideas. (2) La fortaleza o valor (andreía): es la virtud propia del alma en su
función irascible. Es la que mueve al alma a superar las dificultades en su ascensión hacia el
mundo de las Ideas. (3) La templanza (sophrosyne): es la virtud propia del alma en su función
concupiscible; por ella el alma modera sus apetitos corporales. Cuando se dan estos tres tipos
de virtudes se da la justicia, que Platón, siguiendo la concepción general que tiene el mundo
griego de la justicia, entiende como orden o armonía (en este caso entre las tres funciones del
alma).
Una vida buena y, por lo tanto, feliz es aquella en la que cada parte del alma funciona
adecuadamente. Los sentimientos y las pasiones obedecen al intelecto. La felicidad podría
alcanzarse en el mundo sensible mediante la práctica de la virtud y el cultivo de la filosofía.
↗Ꙭ Texto 1 ABAU
Para los griegos, la vida social es una necesidad de la naturaleza humana y también
Platón considera al hombre como un ser social por naturaleza. En el aspecto político, trata de
establecer cuál es el Estado ideal, porque considera que el individuo sólo puede ser perfecto
en un Estado perfecto y, a la inversa, un Estado perfecto sólo es concebible si sus ciudadanos
son virtuosos. El individuo por sí sólo no puede llegar a la perfección, necesita del Estado,
necesita vivir en sociedad.
El Estado nace cuando a la sociedad constituida por los individuos se le presentan
necesidades secundarias que hacen que evolucione hasta convertirse en una ciudad, en la
polis. En la sociedad surge espontáneamente la división de funciones y el trabajo y las distintas
necesidades materiales dan lugar a diversos oficios artesanos que desarrollarán algunos
individuos. Por otro lado, la ambición o la necesidad de ampliar el propio territorio será causa
de choques violentos de la ciudad con otras ciudades, lo cual hará necesaria la existencia de los
guardianes. Asimismo, la vida misma de la ciudad exige que exista un gobierno, que deberá ser
ejercido por una minoría selecta, la de los filósofos, cuya misión consistirá en regular las
relaciones entre los ciudadanos y de éstos con la ciudad, asignando a cada Uno de sus
miembros la función que le corresponde en el conjunto social.
En La república, y más tarde en las Leyes, describe lo que habría de ser, un Estado
ideal. El fundamento de ese Estado ideal habría de descansar en la virtud, entendida ahora
como justicia. Es decir, sólo cuando se da la justicia puede funcionar bien la Ciudad. Pero ya
hemos dicho que los griegos, y Platón entre ellos, entienden la justicia como orden, como estar
cada cosa en su lugar. Así, un alma es justa cuando cada parte cumple la función que le
corresponde, se mantiene en su lugar. Pues bien, siguiendo el mismo esquema que había
aplicado a la descripción de las funciones del alma, el Estado Justo debería estar compuesto
por tres estamentos, cada uno de los cuales cumpliendo con su misión específica:
1. El de los gobernantes-filósofos: serán los encargados de dirigir a los ciudadanos.
Serán elegidos de entre los guerreros más sabios y prudentes. Tienen que tener un perfecto
conocimiento del mundo de las Ideas, ya que sólo quien conoce lo que es el Bien en sí, la
Justicia en sí, podrá ser realmente justo y bueno y dirigir a los demás por el camino de la
justicia. Deben legislar y velar por el cumplimiento de las leyes. Han de ser prudentes y sabios.
Esta es la razón por la que los gobernantes han de ser filósofos.
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En el Estado ideal de Platón, el bien común está por encima de cualquier bien
particular. Puesto que los filósofos deben buscar el bien de la colectividad antes que el suyo
propio o el de individuos particulares, y para evitar tentaciones interesadas y distracciones
inútiles, no deben poseer propiedad privada alguna, ni mujer ni hijos propios. Su interés
máximo debe ser lograr la mayor sabiduría posible, con el fin de estar bien preparados para
desempeñar su misión de gobierno.
También los guerreros deben renunciar a la familia y a las mujeres en régimen de
matrimonio monogámico y permanente. No tendrán, tampoco, propiedad privada alguna y
dominarán su violencia ejercitando la virtud de la fortaleza, bajo la dirección de la razón. No
teniendo nada propio, defenderán la ciudad como interés común.
Tanto los guardianes como los filósofos vivirán mantenidos por un sueldo que les
asignará la comunidad en tanto que servidores suyos; y aun ese sueldo se les pagará en una
moneda que solamente podrá tener circulación con estos fines. Vivirán en edificios que habrán
de ser propiedad del Estado. Las mujeres y los hijos serán comunes a todos. Los hijos no
conocerán a sus padres, ni los padres a sus hijos.
Los únicos que disfrutarán de propiedad privada, aunque común, limitada y bajo el
control directo del Estado, y los únicos que mantendrán vínculos familiares estables son los
artesanos, que deben proveer a las necesidades vitales de la sociedad. Los artesanos no
necesitan ningún tipo de educación, sólo la profesional propia de cada uno, y tienen que
obedecer a los poderes políticos.
En este Estado ideal sólo los mejores, una, minoría muy selecta, ostentan el poder. Las
clases sociales, aunque abiertas, están controladas por un preciso criterio selectivo. Es un
Estado de clara inspiración aristócrata. Es también interesante destacar aquí que, en el Estado
ideal de Platón: las mujeres tienen las mismas capacidades naturales que los hombres, de
manera que pueden desempeñar las mismas funciones sociales que ellos, incluida la guerra.
Se trata, pues, de una organización política estrictamente jerarquizada. No todos los
hombres están igualmente dotados por la naturaleza ni deben realizar las mismas funciones.
En cada uno predomina un alma y ha de ser educado según las funciones que deba realizar. El
Estado platónico es, ante todo, una institución educativa. La injusticia aparece cuando los
hombres realizan tareas para las que no están capacitados.
La ciudad perfecta debe tener una educación (paideia) perfecta:
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La 1ª clase social no requiere educación especial porque las artes y los oficios se
aprenden fácilmente a través de la práctica.
La 2ª clase, la de los guardianes, recibirá una educación preferentemente de gimnasia
y música para robustecer el valor y la fortaleza.
La 3ª clase, la de los gobernantes, ha de dominar la filosofía. Entre los 30 y los 35 años
aprenderán dialéctica. A partir de ahí se formarán exclusivamente para gobernar. El principal
objetivo es que los que han de gobernar conozcan las Ideas de Bien y de Justicia.