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INFORME: Prueba de esfuerzo, tu salud

lo primero
La noticia de que la Quebrantahuesos, la prueba cicloturista más importante de las que se celebran
en nuestro país, iba a exigir a todos los participantes un certificado médico para participar volvió a
traer al candelero un tema que muchos parecen pasar por alto.

Cuando determinamos el presupuesto que dedicamos al ciclismo todos comenzamos a pensar en ¿qué ruedas
me compro?, ¿me llegará para el grupo electrónico? o en ese casco tan chulo que me voy a comprar. Sin
embargo, cuando la marcha oscense anunció que iba a solicitar un certificado de aptitud deportiva a sus
participantes muchos fueron los que pusieron el grito en el cielo tachando la medida poco menos que de “saca
duros”. Sin embargo, no hay más que prestar un poco de atención a las noticias que aparecen con relativa
asiduidad en los telediarios en las que se informa de fallecimientos por muerte súbita en tal o cual carrera o
marcha. ¿Tan poco valoramos nuestra salud como para no invertir una pequeña parte de nuestro presupuesto
en ella? Por ejemplo en un estudio biomecánico que nos evite lesiones o, en el caso del tema que hoy
tratamos, una prueba de esfuerzo que certifique que nuestro organismo está preparado para afrontar
entrenamientos y pruebas de varias horas de duración y esfuerzos que en ciertos momentos lo llevan al límite.

No hay excusa

Muchos cicloturistas piensan que una prueba de esfuerzo es algo sólo para la gente que compite y se
machaca. También existe la opinión generalizada de que se trata de pruebas caras. Nada más lejos de la
realidad. Por un lado, cuanto menos tiempo llevemos practicando ciclismo, peor sea nuestra condición física o
tengamos alguna particularidad que pueda suponer un factor de riesgo -hipertensión, colesterol alto,
sobrepeso, alguna enfermedad, etc.- más recomendable resulta la realización de una prueba de este tipo.
Según afirman los cardiólogos expertos en la materia, se recomienda a los deportistas habituales la realización
de una prueba de esfuerzo al menos una vez al año a partir de los 35 de edad.

Respecto al precio, hay que indicar que por suerte la cada vez mayor demanda de este tipo de
reconocimientos debida al auge del deporte popular, los ha hecho cada vez más accesibles. Empresas
como Healthia, volcada en poner al alcance del deportista popular todas las soluciones de salud que hasta no
hace mucho eran coto exclusivo de la élite. En su web www.healthia.es podemos encontrar diversos packs que
incluyen tratamientos de fisioterapia, estudios biomecánicos, programas de entrenamiento y, claro está,
pruebas de esfuerzo. Nosotros optamos por la versión más completa que, por 119 € incluye prueba de
esfuerzo completa con medición de gases y valoración de la composición corporal mediante BOD POD en la
Unidad de Medicina Deportiva del hospital madrileño Sanitas La Moraleja donde, entre otros, reciben
tratamiento y realizan sus test los jugadores del Real Madrid.

Día de test

Acudimos a la unidad dirigida por el especialista en medicina deportiva D. Julio de la Morena quien supervisará
todo el proceso. Antes de nada señalar que, si aparte de validar nuestro estado de salud queremos obtener
información útil de cara al entrenamiento es importante acudir a la prueba descansado, bien hidratado y
dispuesto a darlo todo, como si de una competición se tratara. Una vez allí, se nos interroga acerca de
nuestros hábitos de entrenamiento, nivel, estilo de vida, etc. Aparte se nos mide, pesa y toma la tensión en
reposo como punto de partida.

El siguiente paso consiste en medir nuestra capacidad pulmonar mediante una espirometría. Se trata de inflar
nuestros pulmones al máximo y expirar hasta vaciarlos por completo por un tubo conectado a un aparato de
medición. Se considera apta una capacidad por encima del 85% respecto a los valores de referencia
establecidos. Un deportista habitual incluso suele estar por encima del 100% mientras que fumadores,
asmáticos o aquellos que tengan algún tipo de afección pulmonar pueden tener mermado este parámetro.

El siguiente paso de la prueba tiene en cuenta dato tan importante para el ciclista como es el peso. Se trata de
valorar la composición corporal del individuo determinando que porcentaje del peso corporal corresponde a
grasa y cuál a músculo, huesos y vísceras. Evidentemente cuanto menor sea el porcentaje graso mejor será
nuestra capacidad para aprovechar la potencia que generamos durante los ascensos. Existen diversas técnicas
para realizar esta valoración como la pliegometría que consiste en la medición de los pliegues de grasa en
diversas partes del cuerpo, la bioimpedancia en la que se mide la resistencia ante el paso de una pequeña
corriente eléctrica que varía en función de la grasa corporal. En la clínica Sanitas La Moraleja sin embargo
cuentan con algo mucho más avanzado. Se trata del BOD POD, una cabina en la que el sujeto se introduce
con la mínima cantidad de ropa para no falsear la medición. Su funcionamiento se basa en pletismografía, un
sistema de medición de cambios de volumen y presión con el que consigue determinar de forma fiable qué
porcentaje del peso corresponde a grasa. Una vez obtenidos los resultados podemos comparar con los valores
de referencia. Para una persona común, un porcentaje graso entre el 12 y el 20% se considera adecuado. Sin
embargo, a un ciclista que tiene que vencer la fuerza de la gravedad en las ascensiones se le recomienda unos
valores entre el 8 y el 12% para aprovechar de forma óptima la potencia de sus piernas y a la vez mantener
unas reservas energéticas suficientes que eviten la catabolización del músculo -uso de tejido muscular para
producir energía-. Conocer nuestra composición corporal también permite determinar nuestro consumo
energético basal, es decir, las calorías que nuestro cuerpo necesita para mantener las funciones vitales y, en
función de nuestro nivel de actividad, determinar la ingesta diaria de calorías he hemos de consumir.

A sufrir

Todo este proceso nos lleva a la última parte de nuestro chequeo. La más importante y en la que vamos a
tener que llevar nuestro cuerpo al límite. Para ello vamos a pedalear sobre un cicloergómetro, una especie de
bici estática instrumentalizada en la que se puede controlar de forma exacta la potencia que debe desarrollar
el ciclista. Comenzaremos haciéndolo a una potencia baja que se va incrementando cada minuto hasta llegar
al punto en que el ciclista no pueda más. Este punto se fija en el momento en que no se pueda mantener una
cadencia de más de 60 pedaladas/minuto. En cuanto al protocolo concreto de incremento de potencia,
dependerá del nivel del ciclista. El más habitual que se emplea en la Clínica Sanitas la Moraleja es de 25 W por
minuto, en caso de sujetos con poca actividad física se emplean 15 W/minuto mientras que en deportistas con
entrenamiento y preparación se opta por 30 W/minuto. Una vez llegados al límite la prueba no concluye ya
que resta el proceso de vuelta a la calma en el que pueden aparecer arritmias y otro tipo de alteraciones. Por
supuesto, en todo el proceso vamos a estar supervisados por el Dr. de la Morena y monitorizados mediante
electrocardiograma y medición del O2 inhalado y CO2 expulsado mediante una mascarilla que además nos va a
permitir determinar las diferentes zonas de trabajo  a la hora de establecer un plan de entrenamiento. Esta
vigilancia exaustiva es la que va a permitir descubrir posibles alteraciones. Según nos explicaba el Dr. de la
Morena, en aproximadamente un 2% de los casos encuentran algún tipo de alteración que si bien no tiene
porqué indicar la presencia de una patología, recomienda la derivación al cardiólogo para realizar pruebas
complementarias que descarten riesgo para la salud en la práctica del deporte.

Por tanto el primer paso es conectarnos mediante un montón de cables para la realización del
electrocardiograma, que inicialmente se realiza en reposo para ver la respuesta basal del corazón. Tras ello,
iniciamos el pedaleo y sólo queda sufrir, como si de la subida a un puerto se tratara. Al comienzo muy fácil y
endureciéndose según avanza la prueba. El objetivo, para tener una prueba de la máxima fiabilidad es
conseguir alcanzar las pulsaciones máximas que, debemos recordar, poco tienen que ver con la famosa
fórmula 220-edad, en especial en personas deportistas. Durante la prueba también se nos toma la tensión
cada tres minutos para comprobar como es el aumento de la misma y descartar una respuesta hipertensiva al
esfuerzo.

Recapitulando datos

Finalizada la prueba y tras una merecida ducha, comentamos los resultados con el Dr. de la Morena quien nos
explica con todo detalle el significado de cada dato que aparece en el informe además de darnos una pequeña
orientación de cómo utilizarlos. Especial hincapié en el significado de la Frecuencia Cardiaca Máxima, el VO 2max y
los valores de VT1 -umbral aeróbico- y VT2 -umbral anaeróbico- importantes para determinar el nivel
deportivo del ciclista y para planificar los entrenamiento en función de las distintas zonas de trabajo. Algo de
lo que podéis aprender más con los artículos de nuestro compañero Chema Arguedas en esta misma web y en
cada número de Ciclismo a Fondo. Sin embargo, lo más importante del informe es muy sencillo de entender:
“No se produjeron síntomas (angina, mareo, palidez, sudor frío, cianosis, disnea, claudicación, etc.) ni se
detectaron alteraciones electrocardiográficas patológicas (supra o infradesnivelación del segmento ST,
arritmias y/o trastornos de la conducción) durante el desarrollo de la prueba de esfuerzo ni durante la
recuperación.” Con lo que nos vamos para casa con el visto bueno para afrontar el denso calendario
cicloturista que tenemos por delante con la seguridad, al menos en un altísimo porcentaje, de que no vamos a
acabar formando parte de esas tristes noticias que cada poco suelen aparecer.

Healthia ofrece diferentes paquetes, para los aficionados al ciclismo de carretera proponen una prueba de


esfuerzo con análisis de gases que podrán hacerse en Madrid, Valencia, Alicante y en Barcelona y Zaragoza

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