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Coronavirus: ¿cómo puedes volver a hacer ejercicio

después de haber tenido covid-19?


 André Biernath
 BBC News Brasil

Coronavirus: ¿cómo puedes volver a hacer ejercicio después de haber tenido covid-19? - BBC News Mundo

4 diciembre 2020
Encuestas realizadas en todo el mundo estiman que hasta un 16% de los pacientes con covid-19 tienen
algún tipo de complicación cardíaca.
El daño al corazón no depende del grado de la enfermedad: incluso los cuadros más leves pueden dañar el
sistema cardiovascular.
El problema es que, muchas veces, esta secuela en el pecho no da ningún síntoma y la persona solo sentirá
sus consecuencias cuando exija un trabajo extra al sistema cardiovascular.
Esto sucede, por ejemplo, durante la actividad física: el corazón necesita latir más para bombear sangre a los
músculos y, si tiene algún daño causado por el coronavirus, puede funcionar mal e incluso
descomponerse.
Por esta razón, lo más recomendable es consultar con un médico, quién puede ordenar una serie de
exámenes cardiológicos antes de que volvamos a hacer ejercicio de más intensidad.

Pero, ¿cómo afecta el coronavirus al corazón?


Atrás quedó la época en que el covid-19 se veía solo como una enfermedad respiratoria.
Hoy en día se sabe que no se limita a los pulmones y tiene varias repercusiones en el organismo, con
consecuencias para el intestino, los riñones, el cerebro y, por supuesto, el corazón.
En el músculo cardíaco, el Sars-CoV-2, el virus responsable de la pandemia actual, tiene una acción directa
e indirecta. En primer lugar, el patógeno puede alojarse allí y devastar las células del órgano.

En segundo lugar, la infección genera una inmensa respuesta del sistema inmunológico. Esto, a su vez, lleva
a un estado de inflamación que afecta el funcionamiento de varias partes del cuerpo (incluido el propio
sistema cardiovascular).
"Estos procesos pueden derivar en miocarditis, con la aparición de áreas con cicatrices y fibrosis que se
relacionan con arritmias", señala Marcelo Leitão, expresidente de la Sociedad Brasileña de Medicina del
Ejercicio y el Deporte, que elaboró en colaboración con la Sociedad Brasileña de Cardiología una guía sobre
cómo volver a hacer ejercicio de forma segura después del covid-19.

 La lista de posibles secuelas que sufren algunos pacientes tras haber superado el coronavirus

La arritmia no es más que un desajuste en los latidos que permiten que el corazón se contraiga para
bombear sangre a través de las arterias.
En un momento de esfuerzo, el órgano necesita funcionar de forma rápida y eficiente, dado que aumenta la
demanda de oxígeno y nutrientes de todo el cuerpo.

Y es exactamente en una situación como esta donde puede aparecer este desequilibrio cardíaco. "La
miocarditis es una de las causas más frecuentes de muerte súbita", señala Colombo.
Se estima que esto puede ocurrir hasta 60 días después del diagnóstico y recuperación del covid-19.
Los estudios realizados durante la pandemia muestran que las complicaciones cardiovasculares relacionadas
con el coronavirus aparecen incluso en las condiciones más leves.
La infección puede ser un factor que empeore una enfermedad cardíaca preexistente, pero también es el
desencadenante de la aparición de una enfermedad torácica en aproximadamente el 12% de los pacientes.

¿Cómo protegerse?
Según el documento de las dos sociedades médicas brasileñas, antes de volver a practicar cualquier deporte,
todas las personas que hayan tenido covid-19 deben someterse a una evaluación médica.
"El profesional analizará la condición de acuerdo con la gravedad de la infección, hará un examen físico en
el consultorio y solicitará algunas pruebas adicionales", describe Leitão.

Los expertos sugieren que todas las personas recuperadas se hagan al menos un electrocardiograma, una
prueba sencilla que mide la actividad eléctrica del corazón -que se encarga de regular el latido de este
músculo.
Ahora, para los casos más graves o para deportistas profesionales y o personas que hacen deportes
competitivos, el chequeo posterior al covid-19 debe ser más completo.

 Qué se sabe del daño que el covid-19 puede causar en los pacientes asintomáticos

Además del electrocardiograma, la guía brasileña enumera otras pruebas, como la dosificación en sangre
de troponina (una proteína que se altera cuando el corazón no está bien), la prueba de esfuerzo (la que se
hace en una cinta para medir la resistencia física, cardíaca y pulmonar), el holter (que mide la presión
arterial durante 24 horas) e incluso una resonancia magnética.
Si los resultados son correctos, la persona puede reanudar el entrenamiento. En caso de cualquier alteración
o diagnóstico de miocarditis, es importante esperar un poco más.

"Por lo general, el paciente necesita entre tres y seis meses de descanso y hacer algunas reevaluaciones
mientras tanto para ver cómo evoluciona la situación", dice Colombo.
Reinicio y cuidados básicos
Para aquellos que han recibido luz verde para volver al gimnasio, es importante que se lo tomen con calma
al principio.

No se puede seguir el mismo ritmo que antes de la pandemia, porque el cuerpo no está acostumbrado y ha
perdido el acondicionamiento en los últimos meses.
"El retorno debe ser gradual y vale la pena hacer un fortalecimiento muscular antes de iniciar un
entrenamiento aeróbico, como correr o andar en bicicleta", sugiere Colombo.
Contar con la orientación de un profesional de educación física es aún más esencial en este punto.
También es bueno reforzar las medidas básicas de protección frente al coronavirus: trata de hacer ejercicio
en casa o en lugares abiertos, como parques, plazas y clubes, con buena circulación de aire.
Usa mascarilla antes y después del entrenamiento. No te detengas a hablar con otras personas y mantén
siempre una distancia mínima de 2 metros de otros deportistas.

or último, lávate las manos con agua y jabón y desinfecta los objetos que utilizaste en el entrenamiento con
gel de alcohol o alcohol al 70%.

 "Un enemigo increíblemente astuto": por qué el coronavirus se propaga con tanta eficacia entre los
humanos
Estas recomendaciones son válidas incluso si ya has tenido covid-19, ya que aún no se sabe cuánto dura la
inmunidad y siempre existe el riesgo de contagiarte y transmitir el agente infeccioso a quienes te rodean.
¿Es necesaria una reevaluación?
"Si durante o después del ejercicio, te sientes muy cansado y tienes palpitaciones, dificultad para respirar o
dolor en el pecho, consulta nuevamente con un profesional de la salud", dice Leitão.

Estos pueden ser signos de que algo anda mal en el sistema cardiovascular.
Si todo está bien y el ritmo de las actividades evoluciona sin problemas, los expertos de las dos sociedades
médicas piden que todos se sometan a una reevaluación dos o tres meses después de empezar a ejercitar,
así la persona puede estar segura de que no han surgido nuevos problemas.
Después de todo, todavía hay mucho que no se sabe sobre el coronavirus y sus efectos a largo plazo.
Para evitar sorpresas desagradables en tu corazón, lo mejor es siempre tener mucho cuidado.

Cómo volver a hacer ejercicio físico


luego del alta por COVID-19
Después de transitar la enfermedad, suelen aparecer secuelas que pueden impedir el normal
funcionamiento del cuerpo. Los expertos responden cuáles son los controles necesarios para
hacer deporte tras el alta médica
2 de Septiembre de 2021

Cómo volver a hacer ejercicio físico luego del alta por COVID-19 - Infobae

INFOBAE

Cuando una persona se recupera después de haber tenido COVID-19, necesita el alta médica


para volver a su vida habitual. La mayoría de las personas (80%) que se contagian el
coronavirus transita la infección y se recupera completamente. Pero otros pacientes
desarrollan complicaciones que pueden tener secuelas leves o moderadas que se prolongan
por varios meses, por lo que necesitan un seguimiento médico.

Así, expertos consultados por Infobae resaltaron la importancia de realizar un chequeo médico


completo luego de transitar la enfermedad y para retomar las actividades habituales, así como
también la actividad física o la práctica intensa de un deporte. Además, la comunidad médica
remarca que es muy probable que la inactividad física que se mantuvo, ya sea por haber
cursado la enfermedad, como también en aquellos que no se ejercitaron debido a las
medidas de confinamiento, tenga un impacto a mediano y a largo plazo en la salud física y
el bienestar mental. Los especialistas recalcan la importancia de volver a ejercitarse, de
retomar las rutinas saludables que teníamos antes de la pandemia, ante el preocupante avance
del sedentarismo en la sociedad y las consecuencias negativas que tiene en las enfermedades no
transmisibles.
Por ello, especialistas del Hospital de Clínicas recomendaron la realización de estudios
previos y un plan gradual para el retorno al ejercicio, especialmente en aquellos que han
tenido una infección por COVID-19. El retorno al ejercicio después de la infección por
COVID-19 será uno de los temas centrales del próximo Congreso de Medicina Interna del
Hospital de Clínicas que se realizará los días 24 y 25 de septiembre.

“En caso de haber padecido el COVID luego del alta médica se recomienda 15 días hasta volver
progresivamente al deporte. El primer ejercicio recomendado es la bicicleta porque no
requiere soportar el mismo peso del cuerpo. Cualquier actividad que nos permita hablar es el
punto aeróbico ideal para comenzar con el ejercicio”, explicó el doctor Jorge
Franchella, Director del Programa de Actividad Física para la Salud y el Deporte del Hospital
de Clínicas.

El experto afirmó que para dar el alta del paciente, primero se revisa su historia clínica. “Los
estudios que se piden para dar el alta y para volver al deporte son un examen físico y un
electrocardiograma y los análisis de sangre de rutina”, indicó. Y agregó: “En el caso de
querer volver al deporte, proponemos una ergometría o prueba de esfuerzos. La ergometría
debe hacerse según las siguientes características: debe hacerse como es habitual pero, en el
momento del informe, debe mencionarse una unidad que se llama MET (Equivalente metabólico
del trabajo) que significa cuánto oxígeno consume el cuerpo para cada función que realiza.
Ejemplos: el cuerpo en su estado normal consume 1 mets al dormir, 2 mets al estar sentados y 3
mets caminar activamente una cuadra. 4 mets las actividades del día. Pasar de 10 mets es ser
francamente activo y por encima de 13 mets encontramos la mayoría de los deportes. Con esta
prueba de esfuerzo se pueden saber los límites de cada persona”, concluyó Franchella.

“Los deportistas poseen el mismo riesgo de contraer la enfermedad por COVID-19 que la
población general, pero con un riesgo bajo de complicaciones. Estas últimas consisten en el
desarrollo de una respuesta inflamatoria exagerada con daño pulmonar, miocárdico y
manifestaciones tromboembólicas. Debido a la compleja fisiopatología que trae aparejada esta
infección, no debemos obviar la posibilidad de desarrollar otros cuadros tales como trastornos de
la coagulación, trombosis venosa y eventual tromboembolismo pulmonar, más allá de las
potenciales complicaciones miocárdicas”, dieron a conocer autoridades de la Sociedad
Argentina de Cardiología (SAC) junto a la Federación Cardiológica Argentina (FCA).

Según ambas entidades, estudios en deportistas con resonancia magnética nuclear


cardíaca (RMNC) han evidenciado inflamación del miocardio después de la recuperación
del COVID-19 también en pacientes asintomáticos y levemente sintomáticos.

“Dado que sabemos que el virus afecta varios órganos, principalmente el pulmón, el
corazón y el hígado, vemos pacientes post COVID que por ejemplo terminan con fibrosis
pulmonar. O algunos que padecen miocarditis, que puede afectar la cantidad de sangre
bombeada al cuerpo”, explicó a Infobae el doctor Mariano Masciocchi, médico clínico y
cardiólogo, del Centro Médico de Diagnóstico CEMEDYT , lugar donde el profesional realiza
estudios de laboratorio, de diagnóstico por imágenes, de resonancia magnética nuclear,
tomografías computadas multislice, estudios cardiológicos y ecografías. Es decir, todo tipo
de exámenes necesarios para realizar un correcto seguimiento de pacientes post COVID
para saber cómo está realmente la salud de esa persona.
La recuperación del coronavirus puede llevar un tiempo y hay síntomas que pueden acompañar
al paciente tiempo después de haber sido dado de alta: fatiga, problemas respiratorios, dolor
de pecho y tos son los más frecuentes. “También se observan dolores de cabeza, musculares,
en las articulaciones, problemas para dormir y comer, diarrea y pérdida del gusto y del olfato.
Además de los problemas físicos, después de recuperados, algunas personas todavía sufren
problemas de depresión, ansiedad, memoria y dificultades para pensar de forma clara y para
focalizarse.Debido a las secuelas pulmonares y cardíacas, es importante hacer un estudio
exhaustivo antes de retomar las actividades a las que un paciente estaba acostumbrado“,
comparte Laura Palermo, doctora en virología, especialista en la historia de las enfermedades y
profesora en el Hunter College de Nueva York. Las secuelas más comunes están en los
pulmones, en el corazón y en el cerebro.

Crecimiento del sedentarismo en plena pandemia

En nuestro país el entre el 60 y el 80% de la población en Argentina es sedentaria. “Es


importante hablar del “sitting time” que es el tiempo que estamos sentados. Si estamos más de
8 horas sentados aumentan los riesgos en la salud por lo que se aconseja no pasar más de 60
minutos en dicha posición sin intervalos para estirar las piernas y caminar un poco. En
general se recomienda entre 150 y 300 minutos semanales de ejercicio moderado”, remarcó
Franchella.

“Se debe tener en cuenta, para iniciar o retomar el ejercicio, qué actividades hacíamos antes
de la pandemia, cuales se pudieron hacer en la cuarentena y cuáles son las que se piensan
retomar ya que es necesario adecuar esas actividades a cada persona”, sostuvo Franchella y
señaló que es clave estar atento “a factores como el sobrepeso, hipertensión arterial, colesterol
alto o enfermedades cardiovasculares por lo que resulta fundamental la consulta con el
especialista”.

Si bien todas las poblaciones resultan vulnerables al sedentarismo prolongado, Franchella


puntualizó dos grupos especialmente afectados: los niños y los mayores de 60 años. “En los
niños hablamos que en corto periodo de tiempo la falta de actividad física los lleva al sobrepeso
que los excluye de muchas actividades recreativas y predisponen a otro tipo de enfermedades
como la diabetes y a problemas en la postura” y como en los mayores “se ha demostrado los
beneficios de la actividad física ayudan a prevenir la evolución de enfermedades
cardiovasculares o el cáncer”.

Reducción del ejercicio y pasos diarios

A nivel mundial, el SARS-CoV-2 ha tenido un gran impacto sobre la práctica habitual de


actividad física. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), España, fue el
país que más redujo el número de pasos diarios de la población –un 38% menos– durante el
confinamiento; Argentina es el segundo, con un 24% de reducción. En América las cifras
indican que Brasil redujo el 15%, México el 13%, Colombia el 18% (otros países de la región
no informan datos.
Mikel Izquierdo, Catedrático y Director del Departamento de Ciencias de la Salud de la
Universidad Pública de Navarra, es terminante: “El ejercicio físico y el deporte deberían ser
actividades esenciales y más en pandemia. Las decisiones implicarán impacto en la sanidad
pública. Este debería ser uno de los grandes retos de las políticas de salud pública y sanitaria en
los próximos años.”

Los numerosos beneficios de la actividad física regular para adultos son bien conocidos. La
(OMS) recomienda al menos 150 minutos de actividad moderada o 70 minutos de
actividad vigorosa por semana para que esta práctica brinde beneficios para la salud.
Algunos de los beneficios más importantes a nivel físico son la mejora de la composición
corporal, imagen, nivel metabólico y capacidad cardiorrespiratoria, ayudando a prevenir
enfermedades como morbilidad, sarcopenia, hipertensión e incluso cáncer. También produce
un efecto psicológico positivo al reducir la tasa de enfermedad por ansiedad y depresión.

La actividad física reduce el riesgo de


morir por COVID-19
Un estudio basado en los casos de unos 50 mil pacientes señala que aquellos que se ejercitan
con frecuencia tienen menos posibilidades de sufrir un cuadro grave
20 de Abril de 2021

La actividad física reduce el riesgo de morir por COVID-19 - Infobae

La falta de ejercicio se asocia con un mayor riesgo, en caso de COVID-19, de desarrollar una
forma más grave de la enfermedad y de morir como consecuencia de ella, según un estudio
realizado con casi 50.000 pacientes publicado en los últimos días.

Las personas que habían estado físicamente inactivas durante al menos dos años antes de
la pandemia tenían más probabilidades de ser hospitalizadas, de necesitar cuidados
intensivos y de fallecer por la enfermedad del nuevo coronavirus en comparación con los
pacientes que mantenían una actividad física, según el estudio publicado en el British Journal of
Sports Medicine.

Entre los factores de riesgo de enfermedad grave, sólo la edad avanzada y el historial de


trasplante de órganos superan a la inactividad física, según los investigadores.

De hecho, frente a otros factores de riesgo como el tabaquismo, la obesidad, la hipertensión


arterial, las enfermedades cardiovasculares o el cáncer, “la inactividad física fue el factor de
riesgo más importante en todos los resultados”, recalcan.
Los factores de riesgo más asociados con un COVID grave son la edad avanzada, el sexo
masculino y algunas patologías preexistentes, como la diabetes, la obesidad y las enfermedades
cardiovasculares.

Pero aún no se había estudiado el de la inactividad física. Para analizar su posible impacto en la
gravedad de la infección, la hospitalización, la necesidad de reanimación y la muerte, los
investigadores compararon la evolución de 48.440 adultos infectados con COVID-19 entre
enero y octubre de 2020, en Estados Unidos.

La edad promedio de los pacientes era de 47 años y casi dos tercios eran mujeres (62%). Como
media su índice de masa corporal (IMC) era de 31, justo por encima del umbral de obesidad.
Alrededor de la mitad no tenía dolencias previas como diabetes, enfermedad pulmonar crónica,
cardiovascular o renal y cáncer. Casi el 20% tenía uno de estos factores de riesgo y casi un
tercio (32%) presentaba dos o más.

Todos habían declarado cuál era su nivel de actividad física regular al menos tres veces entre
marzo de 2018 y marzo de 2020 durante visitas a clínicas.

Entre ellos, el 15% se describía como inactivo (0 a 10 minutos de actividad física por semana);
el 7% afirmaba respetar las recomendaciones de salud (al menos 150 minutos por semana) y el
resto decía practicar “alguna actividad” (11-149 minutos por semana).

Alrededor del 9% del total fueron hospitalizados y el 2% fallecieron.

Después de tomar en consideración las diferencias por edad, origen étnico y comorbilidad,
las personas sedentarias (grupo inactivo) enfermas de COVID-19 tenían más del doble de
probabilidades de ser ingresadas en un hospital que las más activas.

También presentaban un 73% más de probabilidades de necesitar reanimación y eran 2,5


veces más susceptibles de morir por la infección.

Los pacientes que no practicaban ninguna actividad física también tenían más
probabilidades de ser hospitalizados y de morir por la infección que los que solían hacer
ejercicio.

Pero el estudio, al ser observacional, no aporta pruebas de un vínculo directo entre la falta de
ejercicio y los resultados obtenidos.

“Ser sedentario era el mayor factor de riesgo” de enfermedad grave, “a menos que alguien fuera
anciano o receptor de órganos”, dijo Robert Sallis, especialista en medicina familiar y deportiva
del Centro Médico Kaiser Permanente Fontana, que dirigió el nuevo estudio. Y aunque “no se
puede hacer nada contra esos otros riesgos, sí se puede hacer ejercicio”, declaró al New York
Times.
Sallis recalcó que las asociaciones en el estudio eran fuertes y que las caminatas podrían ser
especialmente beneficiosa para las personas que están esperando la vacuna: “Creo que,
basándonos en estos datos podemos decirle a la gente que caminar a paso ligero durante
media hora, cinco veces por semana, debería ayudar a protegerlas de los cuadros graves de
COVID”.

De todas formas, advirtió que no es un reemplazo para la vacunación. “Nunca sugeriría que
alguien que hace ejercicio con regularidad piense en no vacunarse. Pero hasta que pueda recibir
la vacuna, creo que el ejercicio regular es lo más importante que puede hacer para reducir el
riesgo”, dijo Sallis. “Hacer ejercicio con regularidad probablemente sea una protección contra
cualquier nueva variante o el próximo nuevo virus que aparezca”, puntualizó.

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