Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
2
Nota
Los autores (as) y editoriales también están en Wattpad.
Las editoriales y ciertas autoras tienen demandados a usuarios que
suben sus libros, ya que Wattpad es una página para subir tus propias
historias. Al subir libros de un autor, se toma como plagio.
Ciertas autoras han descubierto que traducimos sus libros porque
están subidos a Wattpad, pidiendo en sus páginas de Facebook y grupos
de fans las direcciones de los blogs de descarga, grupos y foros.
¡No subas nuestras traducciones a Wattpad! Es un gran problema
que enfrentan y luchan todos los foros de traducciones. Más libros
saldrán si se deja de invertir tiempo en este problema.
También, por favor, NO subas CAPTURAS de los PDFs a las
redes sociales y etiquetes a las autoras, no vayas a sus páginas a
pedir la traducción de un libro cuando ninguna editorial lo ha hecho,
no vayas a sus grupos y comentes que leíste sus libros ni subas las
3
capturas de las portadas de la traducción, porque estas tienen el logo
del foro.
No continúes con ello, de lo contrario: ¡Te quedarás sin Wattpad,
sin foros de traducción y sin sitios de descargas!
Staff
Moderadora
Auris
Traductoras
Vane’ Miry Gesi
Auris Julie Madhatter
Anna Karol Umiangel Val_17
Camila Cruz Tolola Ana_V.U
queen-ari Jadasa Beatrix
IsCris
Diseño
Anna Karol
Índice
Sinopsis Capítulo 16
Capítulo 1 Capítulo 17
Capítulo 2 Capítulo 18
Capítulo 3 Capítulo 19
Capítulo 4 Capítulo 20
Capítulo 5 Capítulo 21
Capítulo 6 Capítulo 22
Capítulo 7 Capítulo 23
Capítulo 8 Capítulo 24
Capítulo 9 Capítulo 25
5
Capítulo 10 Capítulo 26
Capítulo 11 Capítulo 27
Capítulo 12 Capítulo 28
Capítulo 13 Epílogo
Capítulo 14 A Favor for a Favor
Capítulo 15 Sobre la Autora
Sinopsis
Una nueva comedia romántica sobre atracción instantánea,
segundas oportunidades y las mentiras no tan pequeñas y blancas.
A veces necesito un escape de las demandas, las conejitas y la
notoriedad que conlleva ser capitán de un equipo de la NHL. Solo quiero
ser un chico normal por unas semanas. Entonces, cuando me voy de
Chicago por algo de paz y tranquilidad, lo último que espero es que una
mujer hermosa caiga, literalmente, en mi regazo en un vuelo a Alaska.
Aún mejor, ella no tiene ni la más remota idea de quién soy yo.
Lainey es el escape perfecto de mi vida. Mi plan de reclusión se
convierte en un festival de sexo de un mes de duración salpicado de
felicidad doméstica. Pero termina tan abruptamente como comenzó.
Cuando me llaman por una emergencia familiar, me doy cuenta
demasiado tarde de que no tengo forma de contactar con Lainey.
Un año más tarde, un encuentro casual nos vuelve a juntar a
Lainey y a mí. Pero aún tengo una mentira colgando sobre mi cabeza, y 6
Lainey guarda sus propios secretos. Con más que lujuria en juego, la
verdad puede cambiar las reglas del juego.
All In #1
1
Cumpleaños decepcionantes
Traducido por Vane’
Corregido por Kish&Lim
Rook
7
—¿Cuáles son las posibilidades de que haya alcohol en una fiesta
de cumpleaños para un par de niños de tres años?
—Uhhhh… ¿de poco a nada? —La voz de mi hermana cruje por los
altavoces del auto en una burla—. De todos modos, ¿por qué vas a una
fiesta de cumpleaños para niños? ¿Es esta una nueva estrategia de citas?
¿Cómo que coquetearías con más mujeres si te ven interactuando con
niños? ¡Oh! ¿Es como cuando fuimos a visitar a Kyle, y llevamos a Max
al zoológico y, como, cinco mujeres te dieron sus números?
Se refiere a un incidente que ocurrió cuando visitaba a nuestro
hermano mayor, Kyle, en Los Ángeles a principios de este verano. Nuestro
sobrino es como la hierba gatera para las mujeres. —No, Stevie, no es
así. La fiesta es para los hijos de mi compañero de equipo, y su cuñado
solía ser el capitán del equipo, por lo que es una buena idea que haga
acto de presencia.
—Claro. Bueno. Bien, eso lo hace mucho menos emocionante.
—No todo sobre mi vida es emocionante. ¿Que hay sobre ti? ¿Algún
plan para esta tarde? —Tengo que alejar la conversación de las citas,
porque mi hermanita siempre tiene una opinión sobre mi deslucida vida
amorosa.
—Tengo una cita esta noche, así que necesito probarme la mitad
de mi guardarropa antes de decidir que nada es lo bastante bueno, para
luego tener que salir corriendo y comprar algo nuevo.
—¿Una cita? ¿Quién es? ¿Cómo lo conociste?
—Escúchate, suenas como papá. —Aunque se ríe, hay tristeza en
su voz. Perdimos a nuestro padre hace tres años por complicaciones de
la diabetes. Somos una familia bastante unida, incluso conmigo viviendo
en Chicago, mi hermano está en la costa oeste y mi hermana y mi madre
se mudaron de Nueva York a Los Ángeles. Mi hermana fue a la escuela
allá y mi madre decidió que era hora de retirarse, así que vendió la casa
y la granja y se mudó al oeste a fines del verano pasado, justo después
de que naciera Max.
—Está en mi programa, tenemos un par de clases juntos y se llama
Joseph.
—¿Cuántas veces has salido con él?
—Es nuestra segunda cita. Hablando de citas, ¿cuándo fue la
última vez que fuiste a una?
Agarro el volante, odiando que hayamos vuelto a esto. —No lo sé.
Un rato. He estado ocupado.
—Ocupado suspirando por la chica de Alaska.
Me irrita que siga usando ese apodo para la mujer con la que pasé
la mayor parte del verano pasado en Alaska. —No la llames así.
—Ha pasado un año, RJ. No crees que…
Me detengo en el estacionamiento del acuario. —Estoy en la fiesta.
Me tengo que ir. Hablaré contigo más tarde. —Termino la llamada. Me 8
gustaría decir que esta no es una conversación que tenemos a menudo,
pero estaría mintiendo. Entre Stevie y Kyle, alguien la menciona al menos
una vez al mes. Su nombre era Lainey. Es Lainey. Siempre que aun esté
por ahí en alguna parte.
Estaciono al lado de la enorme camioneta azul que logra destacarse
en este aparcamiento lleno de camionetas plateadas y negras. Pertenece
a mi compañero de equipo, Randy Ballistic, quien actualmente se halla
apoyado en la puerta trasera, escribiendo con el pulgar en su teléfono.
Apago el motor y me bajo del auto. Randy se coloca a mi lado,
guardando el teléfono mientras cruzamos el estacionamiento. —Estoy un
poco sorprendido de verte aquí. —Mira los regalos metidos debajo de mi
brazo, cubiertos con papel de envoltura de cohetes.
—No he visto a la mayoría de los chicos desde las eliminatorias, así
que pensé que sería bueno pasar por aquí.
Asiente en comprensión. —Sí, intenté salir de esto, pero Lily insistió
en que viniéramos. Ella llegó temprano para ayudar a armar el lugar. —
Randy y Lily han estado juntos durante el tiempo que he pertenecido al
equipo, y aunque no tienen hijos, tienen un perro, que es como entrenar
para un bebé.
Dentro del acuario, uno de los hijos de mis compañeros de equipo
corre sosteniendo un tiburón inflable gigante, gritando a todo pulmón.
Me gustan los niños, y los niños en general me quieren. Pero prefiero mi
papel actual como tío para mi sobrino, Max. Puedo ser el tío que da
regalos increíbles, y cuando Max comienza a llorar, puedo regresárselo a
mi hermano o cuñada y alejarme.
—Esto es como un anuncio de anticonceptivos —murmuro cuando
un niño pelirrojo viene tambaleándose, con la cara cubierta de chocolate
y una rosquilla en la mano. El niño, que definitivamente pertenece a mi
compañero de equipo escocés y pelirrojo, Lance Romero, alcanza la pierna
de Randy con su mano llena de rosquilla, pero falla por unos quince
centímetros, lo que hace que el niño se tropiece con sus propios pies.
Me precipito y lo atrapo antes de que pueda caer de cara. Se
sobresalta y pierde el agarre de la rosquilla, por lo que estalla en llanto.
—Hola, amigo, estás bien.
—¡Mi rosquilla! —grita y se abalanza sobre ella.
—Regla de los cinco segundos. —Randy se encoge de hombros.
—¡Quinn! No recojas la comida del suelo —dice Poppy, la madre del
niño y la esposa de Romero, desde el otro lado de la habitación.
Me agacho delante de él. —¿Por qué no tiramos esa en la basura y
conseguimos una nueva?
—¡Quiero esa! —me grita en la cara, luego se arroja al suelo y tiene
un colapso épico.
Romero se acerca. —¿Qué le hacen a mi hijo? 9
Randy levanta ambas manos en el aire. —Se tropezó y se le cayó la
rosquilla.
Romero me mira. Es un buen tipo, y me agrada, pero a veces tiene
un fusible corto, y prefiero no ser el que lo encienda. —Ya le dije que
deberíamos comprar una nueva. No le gustó mucho esa idea.
Romero levanta a su hijo del suelo y se encoge cuando ve su rostro.
—Quinn, amigo mío, nunca conseguirás a las damas así. Vamos a lavarte
la cara y conseguirte una nueva rosquilla, ¿sí?
—¡Quiero esa rosquilla! —Señala el piso.
Romero pisa la rosquilla en cuestión. —¿Qué rosquilla?
—¡Pa-aaa! ¡Mi rosquilla!
Romero nos mira a los dos. —Debo ocuparme de esto. Después de
que la fiesta termine, iremos al bar. ¿Vendrán?
—¿Con o sin los niños? —Randy arquea una ceja a Quinn, quien
lucha contra el agarre de su padre y unta su cara cubierta de chocolate
por todo el brazo de su padre.
Romero pone los ojos en blanco. —Sin. ¿Qué puto sentido tendría
lo contrario? —Levanta al niño sobre su cabeza y hace ruidos de avión
hasta el baño.
—Debería haber traído una botella —murmura Randy mientras
llena un vaso de plástico con refresco.
Opto por una botella de agua. Hablamos un poco con nuestros
compañeros de equipo mientras estoy atento a Alex Waters. Se convirtió
en periodista deportivo tan pronto como se retiró del hielo. La cámara lo
ama, pero tiene los antecedentes y el temperamento para entrenar a un
equipo, y quiero saber si los rumores de que piensa en cambiar de carrera
en los próximos años son ciertos.
—¡Oye! ¡Rookie! ¿Qué tal? Me alegra que hayas vuelto de Alaska a
tiempo para la fiesta. —Alex me da una palmada en la espalda. Tengo
que apuntalarme para no tropezar con el impacto. Alex es un tipo grande,
y solo porque ya no está en el hielo no significa que haya perdido algo de
su tamaño.
Acepto un abrazo de hombre y una palmadita en la espalda. —Yo
también. Las cosas están bien. Solo estoy instalándome, ya sabes cómo
es eso. Espero con ansias el entrenamiento de pretemporada.
—El equipo se ve bien este año. Si quieres hablar de estrategia, solo
llámame.
Antes de que pueda decir algo, aparece su esposa. —¡Ahí estás!
¿Puedes, por favor, llevar a Robbie al baño? Cada vez que vamos al baño
de mujeres, intenta subirse al lavabo y orinar allí. —Violet nos da una
sonrisa ligeramente tensa—. Hola muchachos, lamento interrumpir, pero
que me echen del acuario por dejar que mi hijo utilice un lavabo como
inodoro no está en mi lista de cosas por hacer hoy. 10
Señala a otro niño, que creo que es uno de los cuatro hijos de Miller
Butterson. No puedo recordar sus nombres, y estoy bastante seguro de
que el que estoy viendo es uno de sus gemelos, lo que lo hace aún más
difícil. —Solo espero que él haga pis en una de las falsas plantas en
macetas. Este verano, Miller pensó que la mejor manera de entrenarlos a
Liam y Lane para que vayan al baño era dejarlos pasear con su pene al
aire para que puedan orinar cuando y donde sea. Ahora Liam sigue
tratando de quitarse los pantalones, y piensa que, si es una planta, se le
permite orinar en ella.
—Eso en realidad es increíble —dice Randy con un resoplido.
Violet sonríe. —Lo sé, ¿verdad? Liam ha sido lo mejor que me ha
pasado.
Alex se aclara la garganta y Violet pone los ojos en blanco. —O sea,
en términos de compensar mis propios momentos humillantes. El fin de
semana pasado tuvimos una barbacoa y Liam se metió en el invernadero.
Digamos que ahora hay muchos experimentos científicos contaminados.
—Papi, ¿podemos jugar hockey de inodoro ahora? —Robbie tira de
la manga de Alex mientras agarra su pene a través de sus pantalones con
la otra mano.
—Claro, chico. —Nos da un asentimiento—. Vuelvo enseguida.
Violet los ve desaparecer en el baño de hombres. —A Robbie le
gusta apuntar a los discos de sal. Piensa que es como jugar hockey con
su salchicha.
Randy asiente. —Bastante cerca, en realidad.
Cinco minutos después, todos los niños se van a la exhibición de
delfines. Aparentemente, hay algún tipo de visita guiada. Como ninguno
de nosotros tiene hijos, Randy y yo nos quedamos cerca de la mesa de
comida. Agarro un burrito de pollo y otra agua, preguntándome cuánto
tiempo más durará esto antes de que podamos ir al bar. Supongo que,
dado que aún no han repartido pastel, va a pasar un rato.
Gritos provienen del grupo de niños. —¿Qué demonios pasa allí?
—Tu suposición es tan buena como la mía. Voy a echar un vistazo,
tal vez deberías charlar con algunas de esas chicas. —Inclina la cabeza
en dirección a un grupo de personal femenino del acuario que están
paradas en manada, susurrando y mirando boquiabiertas. No estamos
siendo especialmente discretos, ya que todos llevamos gorras y camisas
del equipo.
—Uh, estoy bien. Probablemente estén todas en la preparatoria. —
Lo sigo hacia la exhibición de delfines, curioso por los alaridos y los gritos
y lo que suena mucho a alguien llorando.
—¡Todos mantengan la calma! ¡Es perfectamente natural durante
la temporada de apareamiento que ocurra algo como esto! —La voz aguda
y aterrada es familiar. ¿Tal vez una de las esposas?
—Oh, mierda —murmura Randy. Tiene un poco más de altura que
11
mi metro ochenta y ocho, así que supongo que puede ver algo que yo no
puedo.
Me dirijo al borde del grupo; algunas de las madres tienen los
rostros de sus hijos enterrados contra sus estómagos, y un niño grita que
están apuñalando a alguien.
Pero la conmoción apenas se registra, porque entre el mar de niños
gritando, riendo y llorando, encuentro a una mujer muy familiar usando
un uniforme beige de parte del acuario.
Lainey.
La chica Alaska.
2
Todas las conejitas locas
Traducido por Auris
Corregido por Kish&Lim
Rook
12
Hace catorce meses…
—¡Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios Míiiiiiio!
Mi tímpano probablemente está roto, debido al gran volumen del
grito y al repentino zumbido en mi oído.
En una época habría sido razonable suponer que provocaba esta
reacción debido a mis increíbles habilidades para manejar palos, no solo
sobre el hielo. Sin embargo, actualmente estoy sentado en un avión que
se dirige a Seattle, esperando que embarquen el resto de los pasajeros. Y
aunque he practicado sexo público, generalmente lo mantenía confinado
a lugares con puertas, como baños. Pero ya no lo hago, soy un follador
de baños públicos reformado.
Me estremezco cuando la gritona cae en el asiento a mi lado, aún
gritándome en el oído. —Rook, ¡No te he visto desde hace una eternidad!
¿Cuán loco es esto? ¡No puedo creer que estemos en el mismo avión!
—¿Totalmente loco? —Me las he arreglado para permanecer bajo el
radar sin ser reconocido… hasta ahora—. ¿Es este tu asiento? —Por
favor, di que no.
—No. —Hace un puchero por un segundo, antes de que una gran
sonrisa aparezca en su rostro—. ¡Pero estoy justo detrás de ti! Cambio de
último minuto. ¿Vuelas solo? ¿Qué vas a hacer en Seattle?
—Me reuniré con mi hermano. —Eso no es exactamente cierto; mi
hermano y yo nos vamos a reunir en Anchorage, pero no necesita saber
eso. ¿De dónde diablos conozco a esta chica? Busco en mi cerebro un
nombre, algo, cualquier cosa. Me es familiar, y no en el buen sentido.
—¿En Seattle?
Asiento con la cabeza.
—¡Entonces estás viajando solo! ¡Yo también! Apuesto a que
podemos hacer que la persona sentada aquí cambie de lugar.
—Oh, no necesitas hacer eso.
—¡Por supuesto que sí, tonto! —Se aferra a mi brazo—. ¡Entonces
podemos ponernos al día!
Aún trato de ubicarla, pero eso no siempre es fácil. Me avergüenza
admitir que en el tiempo que he estado jugando hockey profesional en
Chicago, hubo un par de años en los que follé mucho. Literalmente. Follé
a casi cualquier conejita que cayó en mi regazo. Hasta que las cosas se
pusieron feas.
Me tomé un descanso de las conejitas después de confundir un
caso de hongos genitales con ladillas, lo que resultó en el apodo de
Crabby1 durante la mayor parte de la temporada, gracias a mis imbéciles
compañeros de equipo. Pero de vez en cuando, me encuentro con una de
las mujeres con las que dormí durante mis días de fiesta. Siempre es
incómodo. Hubo muchas mujeres en muy poco tiempo. A veces más de
una a la vez. Estuvo mal. No estoy orgulloso. 13
Y luego estaba ese chantaje falso del embarazo.
Oh, diablos, no. Ahora recuerdo exactamente quién es esta mujer.
Es la chantajista. Fue, literalmente, lo más raro que he experimentado.
Hacía moldes de yeso del vientre del bebé en crecimiento de su hermana
cada dos semanas y luego los metía debajo de su camiseta y publicaba
fotos en línea, etiquetándome en cada una. Hasta que mi abogado se
involucró. El incidente de los hongos genitales también ocurrió en ese
momento. Terminando así mis días de conejitas para siempre.
—¿Cómo has estado? ¿En qué andas? ¡Te ves genial! Que haces en
Seattle ¡Espera, ya hice esa última pregunta!
No hay forma de que pueda sentarme a su lado durante cinco horas
y permanecer sobrio.
Cuando la mujer que se supone que debe estar a mi lado finalmente
aborda el avión, mi extra entusiasmada compañera toma el control de la
situación del asiento. Abraza mi brazo y presiona la mejilla contra mi
hombro, su amplia sonrisa coincide con sus grandes ojos. Creo que trata
de lucir inocente, pero realmente se ve loca.
—¡Holaaaa! —le dice a la mujer de mediana edad—. Espero que no
le importe, pero mi novio reservó nuestros asientos y no los consiguió
juntos. Estamos celebrando nuestro primer aniversario y es la primera
vez que volamos en primera clase. —Arruga la nariz. La hace parecer
15
3
Abrazos de seguridad
Traducido por Anna Karol
Corregido por Kish&Lim
Rook
16
Me las arreglo para llegar a mi vuelo de escala a Anchorage a pesar
de nuestro retraso en el aterrizaje. Estoy agradecido de que la persona a
mi lado sea alguien de traje esta vez. Me acomodo en mi asiento: es en el
lado del pasillo en lugar de la ventana, lo cual no es mi preferencia, pero
sobreviviré mientras no tenga una conejita loca a mi lado.
Acomodo mis auriculares y pongo una película en mi consola de
entretenimiento. Después del último vuelo, merezco tres horas de dulces
cerebrales.
Justo cuando escojo una película de acción, un cuerpo cae en mi
regazo. Al principio, creo que me están abordando, una vez más. No es
inusual que las mujeres literalmente se arrojen sobre mí. Sin embargo,
normalmente es sin estar en un avión, aunque teniendo en cuenta mi
último vuelo, no debería sorprenderme nada en este momento. —¿Qué…?
—¡Lo siento mucho! —dice la voz unida al cuerpo en mi regazo. Se
esfuerza por enderezarse, pero se echa hacia atrás, amordazada, y su
marea de pelo sedoso y oscuro me da una bofetada en la cara. Huele a
menta y pepino, lo que sería bueno si no estuviera en mi boca.
Agarra mi camisa con una mano y se aferra a mis auriculares,
liberándolos de un tirón. La otra mano se enrosca debajo de la tela
envuelta fuertemente alrededor de su garganta. Está tumbada sobre mi
regazo, con las piernas colgando sobre el reposabrazos y su cara en la
mía. Bloquea totalmente el pasillo, lo que hace imposible que alguien
pueda pasar y crea todo un espectáculo. —Mi bufanda está atrapada —
gruñe—. Oh, Dios mío. Me estoy ahogando. Lo siento mucho. Esto es muy
vergonzoso. —Cuánto más lucha, más se tensa la bufanda, lo que a su
vez hace que se agite más.
Deslizo un brazo de apoyo detrás de ella. —Quédate quieta por un
segundo.
Se congela, todavía agarrando mi camisa, con los ojos muy abiertos
por el pánico. Giro la cabeza hacia un lado y me inclino hacia adelante.
Sus labios tocan mi mejilla.
—¡Oh! —Trata de alejarse, pero realmente está atascada, por lo que
su nariz termina en mi oído y sus labios todavía se presionan contra mi
mandíbula.
—Dame unos segundos más y serás libre. —Exhala pesadamente
contra mi mandíbula, el aliento cálido hace que mi piel se erice. Levanto
su equipaje de mano y uso mi pie para sacar la bufanda del volante.
Afloja la tela alrededor de su garganta, soltando una respiración
larga y profunda. —Muchas. Gracias. Asfixiarme en el regazo de un
hombre atractivo realmente no es la forma en que quería morir. —Cierra
los ojos con fuerza y se pone de pie—. Lo siento mucho.
Mantiene su mirada desviada mientras recoge la bufanda que
parece que nunca termina. Eso me da tiempo para echarle un vistazo. Y
bueno, mierda. Esta mujer es ardiente. En un estilo de vierte un galón de
17
gasolina sobre mí y enciéndeme en llamas. Tiene el pelo largo y oscuro,
un tono marrón tan profundo que es casi negro. Sus ojos son del color
del café o el chocolate, algo con cafeína. Algo que me extasiaría. Y su
cara... diaaaablooos. Pómulos altos, labios carnosos, nariz delicada, cejas
arqueadas, pestañas gruesas.
Miro el resto, lo que me hace dar una pausa porque su atuendo es
solo… fuera de lugar. Lleva un anorak completo, oculta su figura, pero
según sus piernas, creo que probablemente es delgada. Sin embargo, eso
es una suposición, con todas las capas que lleva puestas. Y esa bufanda
debe tener un kilómetro de largo con la cantidad de veces que se la enrolla
alrededor del cuello, de ahí el casi estrangulamiento.
Su pequeño desatino de vestuario ha resultado en una fila de
personas esperando para abordar, por lo que se apresura por el pasillo,
arrojando otro: —Lo siento —por encima del hombro mientras desaparece
en el autocar.
Estoy casi decepcionado. Casi, pero no del todo. Vuelvo a conectar
mis auriculares y veo películas durante las próximas tres horas.
Una vez que aterrizo en Anchorage, llamo a mi hermano. Se reunirá
conmigo aquí para que podamos subir al avión que nos llevará a la Isla
Kodiak. Ha sido un ritual familiar desde que era un adolescente. Aunque
nuestro padre murió hace dos años, Kyle y yo seguimos con esta tradición
en la que pasamos unas semanas pescando en Alaska. Es mi parte
favorita de la temporada baja y es lo que más espero cada año, incluso
sin mi papá.
—RJ, oye, hermano, he tratado de comunicarme contigo por horas.
—Suena apagado, preocupado, tal vez.
—No me molesté en conectarme al wifi en el avión. ¿Dónde estás?
¿Está todo bien?
—Es Joy. —Tose, como si tratara de contener las emociones.
Me dejo caer en la silla más cercana. —¿Se encuentra bien? —Joy
es su esposa embarazada. Soy consciente de que no es posible que Kyle
venga conmigo durante tres semanas para pasar el rato en Alaska el
próximo año. No con un niño nuevo. Puede que tenga un fin de semana
largo, pero este es el último viaje que se supone que debemos hacer
juntos durante unos años, especialmente si un niño lleva a más.
—Le han diagnosticado diabetes gestacional. Los médicos la han
puesto en reposo.
Eso explica la vacilación en su voz. Me siento más erguido, una
sensación apretada en la boca del estómago, ya que perdimos a nuestro
padre debido a complicaciones de la diabetes. —¿Qué significa eso? ¿Va
a estar bien? ¿Está bien el bebé?
—Está bien. Ella está bien. El bebé está bien. —Parece que trata de
tranquilizarse a sí mismo, no a mí—. Solo tienen que monitorearla. El
médico dijo que no es algo raro. No es como lo que tenía papá, es muy
diferente.
18
Me relajo un poco. —Bueno, eso está bien. ¿Quieres que vaya a Los
Ángeles?
—No. No necesitas hacer eso. Estamos bien, mamá y Stevie están
hablando de traer las cosas de Stevie aquí y ahora en lugar de más
adelante en el verano. —Nuestra hermana menor trabaja en su pregrado
y decidió que hacia el oeste es donde quería estar, lejos de los inviernos
fríos.
—¿Irán mamá y Stevie? ¿Estás seguro de que no debería ir yo
también?
—Totalmente. Ya sabes cómo es mamá, tan pronto como escuchó
reposo en cama, ya estaba empacando. Suena mucho más serio de lo que
es, pero no puedo ir a Alaska. No quiero dejar a Joy en este momento, y
estar tan lejos de ella realmente no es una opción. Lo siento, RJ, sé
cuánto esperabas esto. —Suena desgarrado, lo que no quiero, no cuando
Joy experimenta estas complicaciones.
Oculto mi decepción. —No tienes que disculparte. Lo entiendo. Joy
y el bebé son la prioridad número uno.
—Si no quieres ir solo, puedes venir aquí.
Considero la oferta. Amo a mi hermano. Somos bastante cercanos,
a pesar de que vivimos a miles de kilómetros de distancia, pero necesito
las vacaciones. Necesito este tiempo lejos de los medios y las constantes
demandas, un tiempo en el que no haya expectativas puestas en mí.
Necesito estar en el único lugar donde me siento cerca de mi papá. Más
que cualquier otra cosa, anhelo la paz y la soledad que encuentro en
Alaska y el escape del circo en el que se ha convertido mi vida. El año
pasado nuestro capitán del equipo se retiró y yo asumí el papel. Él era
muy querido por el equipo y una leyenda en el deporte, por lo que he
tenido que llenar grandes zapatos.
—Gracias, Kyle, pero voy a pescar salmón, me dejaré una barba
enorme y evitaré ducharme durante cuatro días seguidos.
Ríe. —Supuse que dirías eso. Si puedo escaparme más adelante en
el mes, llamaré. Bueno, llamaré de todos modos. Por favor comunícate
cada pocos días para asegurarme de que no hayas sido comido por un
oso, y te mantendré informado sobre las cosas aquí.
La recepción puede ser bastante irregular donde nos quedamos, y
eso me gusta. Quiero el tiempo para desconectarme y ser un humano, no
el capitán de un equipo de la NHL. —No te preocupes por mí. Puedo
manejar a los osos, solo cuida de tu familia. Enviaré fotos.
Nos despedimos y apoyo la cabeza contra la pared. Es una pena
que mi hermano no pueda estar aquí, pero aun quiero pasar tiempo en
la cabaña, incluso si tengo que hacerlo solo.
Media hora después, llevo mi bolso al Cessna. La primera vez que
volé en un avión tan pequeño, vomité mis galletas, así que aprendí a
abstenerme de beber en el vuelo de Seattle a Anchorage.
19
Soy el último en la fila en este pequeño de ocho plazas, lo cual me
parece bien. Es un vuelo corto y casi todos los asientos tienen una vista
espectacular desde la ventana. Excepto los que se encuentran atrás, esos
están un poco ajustados de espacio.
Tengo que agacharme y girar de lado para subir al avión. Eso pasa
cuando mides más de un metro ochenta y pesas más de noventa kilos.
Es un vuelo completo y solo queda un asiento… en la parte trasera del
avión. Me tambaleo por el estrecho pasillo. Escondida en la esquina,
agarrando un bolso, se encuentra la misma mujer de cabello oscuro que
cayó en mi regazo en el vuelo anterior. Bueno, ahora, esto debería ser
interesante.
Aleja la vista de la ventana, su sonrisa nerviosa desaparece cuando
sus ojos se abren ampliamente. Sus mejillas se sonrojan y levanta una
mano para cubrirse la boca. —Oh, no.
Sonrío y lucho por no reír mientras me siento a su lado. En
realidad, es como uno de esos asientos de banco que encontraría en un
autobús escolar, con casi el mismo espacio.
Se desliza más cerca de la ventana, tratando de hacerme más
espacio. Baja su mano. —Siento mucho haberme caído encima de ti.
Le lanzo una sonrisa y le guiño un ojo. —Esa fue la parte más
emocionante de este viaje hasta ahora, así que no te preocupes por eso.
—No quise besarte. O sea, a tu mejilla. —Las suyas se tornan aún
más rojas—. Oh, Dios mío, Lainey, cállate y deja al pobre hombre en paz
—murmura y agacha la cabeza.
—Está bien, en serio. Esas cosas pasan, ¿verdad?
Me mira de nuevo, una pequeña sonrisa elevando el lado derecho
de su boca.
Le tiendo una mano. —Soy RJ.
No sé por qué le doy ese nombre. Mi papá me apodó así, y mi
hermano y mi hermana todavía me lo dicen, pero eso es todo. Todos los
demás me llaman Rook o Rookie. ¿Tal vez porque no parece saber quién
soy y no quiero que se entere? Oh, bueno, ahora es demasiado tarde.
Desliza la mano enguantada en la mía, luego hace una mueca.
Quitándose el guante, lo intenta de nuevo. Su mano es cálida y un poco
húmeda, y mucho más pequeña que la mía, pero su agarre es firme. Me
da una sacudida sólida. —Soy Lainey.
—Hola, Lainey.
—Hola, RJ. —Su mirada permanece fija en la mía durante unos
segundos. Todavía no hay indicio de reconocimiento, lo cual es fantástico.
—Entonces, ¿qué te trae a Alaska? —pregunto, abrochándome el
cinturón de seguridad.
20
Sus ojos se iluminan. —Bueno, actualmente trabajo en mi tesis de
maestría, y mi enfoque son los animales acuáticos. Me fascinan los
delfines y las ballenas, así que voy a pasar seis semanas aquí para
estudiarlos.
—Una tesis de maestría, ¿eh? Debes ser bastante inteligente.
Se encoge de hombros. —Simplemente me gusta mucho aprender.
Esta es mi tercera maestría.
—¿Tu tercera? ¿Cuántos años tienes? —No parece tan mayor como
para ir por su primera maestría, y mucho menos una tercera. Aunque su
atuendo podría ser el culpable de eso.
—Veinticinco.
—¿Y esta es tu tercera tesis?
Se muerde el labio inferior y asiente. —Ajá. Me encanta aprender
cosas nuevas, y me siguen dando becas completas, así que aquí estoy.
Tengo una maestría en terapia sexual y otra en geología. Esta será en
biología marina. Específicamente, mamíferos oceánicos. Pensé que sería
interesante estudiar los patrones de apareamiento de delfines versus
ballenas.
—¿Cómo es que se relacionan esos?
Se encoge de hombros. —No se relacionan, de verdad. Solo tengo
muchos intereses diferentes. Por ejemplo, ¿sabías que los delfines se
aparean no solo para la reproducción sino también por placer, como los
humanos?
—Eh. No lo sabía. —Pero ahora pienso en sexo y en cómo no lo he
tenido en mucho tiempo.
—Oh, sí, son muy activos sexualmente. Y algunas personas creen
que se aparean de por vida, como las langostas, pero no. Tienen varias
parejas. Al igual que algunos humanos, aunque en la sociedad occidental
estamos sociológicamente condicionados para elegir una pareja y seguir
con ella, a diferencia de los delfines. A ellos simplemente les gusta hacerlo
porque es divertido.
Muerde la punta de su dedo. —Lo siento, me dejo llevar. He leído
mucho en preparación para este viaje, y mi cerebro está lleno de tantos
hechos, que a veces me brotan de la boca como si nada. Puedo dejar de
hablar si quieres. —Hace un gesto hacia el teléfono en mis manos con los
auriculares envueltos alrededor.
Lo guardo en mi bolsillo. —No, eres más interesante que cualquier
cosa que pueda escuchar allí.
Su sonrisa se amplía, luego vuelve a agachar la cabeza, sonrojada.
Dios, extraño a las mujeres tímidas. Del tipo que no se me arroja encima
buscando follar a una estrella.
—¿Qué pasa contigo? ¿Por qué vienes a la Isla Kodiak? —Me mira
21
de manera evaluativa, como si tratara de descifrarme.
Estoy vestido casualmente con un par de vaqueros, una camiseta
y una sudadera con capucha. —Vengo aquí cada verano para pescar con
mi hermano, pero él no pudo hacerlo este año, así que estoy solo.
—Oh. Qué mal.
Me encojo de hombros —Está bien. A veces es bueno alejarse de
toda la locura y estar en paz con la naturaleza, ¿sabes?
—Definitivamente. Fui a la escuela en Seattle por un año. Bueno,
más como un mes. Fue mucho. —Se estremece y sacude la cabeza—. No
soy alguien de ciudad. Nuestro pueblo tenía menos de dos mil personas,
así que fue un gran cambio. Las ciudades pueden ser emocionantes, pero
atemorizantes. ¿Eres de Seattle?
—Crecí en Nueva York.
—Siempre quise ir allí, pero parece que, sí… abrumador.
—Bueno, para ser justos, crecí en el norte del estado de Nueva
York, que no se parece en nada a la ciudad. Es bastante rural en algunas
áreas.
—Oh sí, lo leí en alguna parte.
El piloto nos informa que estamos autorizados para despegar.
Lainey abraza sus guantes contra su pecho mientras nos dirigimos a la
pista.
—¿Estás bien?
—Nunca había estado en un avión tan pequeño.
—Estaremos bien. Lo prometo. He hecho esto al menos veinte veces
y he sobrevivido a todas.
Sus ojos están muy abiertos mientras asiente, luego mira por la
ventana mientras aceleramos. Cuando las ruedas se levantan del asfalto,
agarra mi antebrazo. —¡Oh! Esto se sacude mucho más que el avión
grande, ¿no?
—Si. Un poco. Te acostumbrarás.
Me suelta el brazo y vuelve a sostenerse. —Hoy es la primera vez
que he estado en un avión.
—¿De verdad?
—El primer vuelo fue agradable. Quiero decir, había un hombre
muy viejo a mi lado con muchos pelos en la nariz que olía a naftalina,
pero de ahí en más estuvo bien. Eres mucho más agradable que él. —Se
sonroja de nuevo—. En fin, supongo que en un avión tan pequeño sientes
todo más intenso.
Esta mujer es un soplo de aire fresco. Y su inocencia es atractiva,
especialmente porque estaré solo las próximas semanas. Sin embargo, la
Isla Kodiak es bastante extensa, por lo que es muy probable que este
corto vuelo sea todo lo que vea de ella. Voy a aprovechar al máximo esta 22
hora de normalidad. —No puedo creer que sea la primera vez que vuelas.
—Normalmente tomo el tren si voy a algún lado. Pero no hay tren
a la isla, y no estaba segura de poder manejar el largo viaje en ferry, así
que aquí estoy. —Llegamos a un punto de turbulencia, y hace un sonido
chirriante, luego entierra su rostro contra mi hombro—. Lo siento mucho
—murmura en mi brazo—. Ni siquiera me conoces, y te uso como un oso
de peluche.
Me río. —Me subiría a tu regazo para que puedas acurrucarte
conmigo, pero no creo que quepa. —Aunque ella seguramente encajaría
bien en mi regazo.
—Lamentablemente, no, eres un poco enorme. —Da un apretón en
mis bíceps y lo suelta en una exhalación lenta.
—¿Qué pasa si solo hago esto? —Deslizo un brazo alrededor de su
hombro.
—Eso es bueno. —Se desliza un poco más cerca y se acurruca a mi
lado—. Eso me hace sentir… más segura.
No estoy seguro de si coquetea conmigo o si necesita algún tipo de
contacto humano para reducir la ansiedad, pero disfruto esto, así que
sigo con ello. —Más segura es algo bueno.
—Lo es —concuerda.
Me paso los siguientes minutos explicando la geografía mientras
ella mira por la ventana, pero cuando nos topamos con otro parche de
turbulencia, su cara palidece.
—¡Oh, no! —Se cubre la boca con la palma.
—¿Estás bien?
Niega, pero se detiene abruptamente, palideciendo aún más. —No
me siento tan bien.
Meto la mano en el bolsillo del asiento frente a nosotros y saco la
bolsa de papel la soplo para abrirla y luego se la entrego. —Tal vez solo
tienes que respirar en esto.
Me la quita con manos temblorosas y se inclina hacia adelante, su
cabello se desliza sobre sus hombros. Lo recojo, girando los mechones
suaves y sedosos alrededor de mi mano para apartarlo del camino.
Y luego vomita. Trata de estar callada mientras vomita un par de
veces más. Le acaricio con el pulgar a lo largo de la parte posterior del
cuello, su piel se vuelve piel de gallina.
Con mi mano libre busco un pañuelo en mis bolsillos, agradecido
cuando hallo un puñado en mi sudadera con capucha. Están arrugados,
pero sin usar, así que se los doy. Lainey gira la cabeza y se limpia la boca,
dejando caer los pañuelos sucios en la bolsa. Gira la parte superior varias
veces y la asegura. 23
Dejo que su cabello se desenrolle de mi mano y paso mi palma por
su espalda. —¿Estás bien?
—Aparte de estar muy avergonzada, creo que me encuentro bien —
murmura—. No sé qué hacer con esto. —Levanta la bolsa.
—Aquí, déjame lidiar con eso.
—Oh, Dios, no. Mi vomito está ahí dentro.
—Es mejor si termina en la basura que en cualquier otro lugar,
¿no?
—Oh, sí, mucho mejor en un basurero. —Me lo entrega.
Me desabrocho el cinturón de seguridad, me deslizo por el pasillo,
y dejo caer la bolsa en la basura en la parte delantera del avión, luego
regreso a mi asiento. —¿Te sientes mejor?
—Un poco. Lo siento mucho. Soy la peor persona con la cual
sentarse en un avión.
—No es del todo cierto. De hecho, me gusta ser el oso de peluche
personal de alguien. Sería voluntario para un puesto permanente si
estuviera disponible. —Deslizo mi mano en mi bolsillo, busco hasta
encontrar mi paquete de chicles y se lo ofrezco.
Toma el paquete de mi mano. —Te quiero mucho en este momento.
Me río. —Sabe tan mal, ¿eh?
—Horrible. Comí un burrito en el aeropuerto.
—Oooh. Mala decisión, esa.
—Ni que lo digas. —Se mete un chicle en la boca y cierra los ojos,
masticando varias veces.
—¿Mejor?
—Mucho. —Me devuelve el paquete, pero lo envuelvo con su mano.
—Es todo tuyo.
—Gracias. —Lo pone en su bolso y recupera una pequeña botella
de desinfectante para manos, frotando un poco en la palma de su mano
antes de pasármela.
Antes de darme cuenta, nos encontramos en el descenso. Tiene las
manos en puños en su regazo y los ojos cerrados.
—Oye. —Paso un brazo por el respaldo del asiento nuevamente—.
Estás segura. Oso de peluche humano aquí para abrazos de seguridad.
Sonríe con nerviosismo y se acerca, presionándose en mi costado.
—Gracias por ser tan amable, RJ.
No sé qué diría si supiera que estoy ocultando quién soy realmente.
Pero aquí, en este avión, no soy el delantero de la NHL y el capitán del
equipo con una historia de ser un jugador dentro y fuera del hielo. Solo
soy un chico, y ella es solo una chica. 24
4
La cabaña en el bosque
Traducido por Camila Cruz
Corregido por Anna Karol
Lainey
25
Si este avión se estrella, al menos me iré con una nota alta.
RJ es el tipo de hombre atractivo que hace que una mujer deje de
prestar atención a lo que hace y casi termine estrangulándose con su
bufanda. Es alto y corpulento, con el pelo oscuro que se le enrosca en la
nuca, los ojos de color avellana con un anillo de verde oscuro y una
sonrisa que me derrite las entrañas.
Estoy acurrucada a su lado, su brazo extendido a lo largo detrás
del asiento, los dedos curvados alrededor de mi hombro; me mantiene
bien y segura. El brazo de RJ es muy robusto, sólido y grueso, como un
tronco de árbol. También huele muy bien, como ropa fresca y colonia con
un toque de menta, seguramente por el chicle que me dio para ocuparme
de mi aliento.
Se ocupó de mi bolsa de vómito, que es tanto mortificante como
increíblemente dulce. Al menos la asfixia de la bufanda ocurrió antes de
que vomitara. Actualmente aprieto su sudadera con una mano y abrazo
mis guantes contra mi pecho con la otra. También continúo tratando de
enterrar mi cara en su axila. Pese al largo vuelo desde Seattle y los
cuartos pequeños y apretados en este avión, todavía se las arregla para
oler a desodorante.
Cubre la mano que agarra su sudadera.
—Lo siento. —Saco mis dedos de la tela suave, pero antes de que
pueda acercar mi mano a mi propio cuerpo, entrelaza sus dedos con los
míos. Es un nivel inesperado de intimidad.
—Un par de minutos más y estaremos en el suelo otra vez —me
asegura.
Aprieto su mano mientras el avión desciende, y chillo con ansiedad
cuando las ruedas tocan el suelo, presionando mi cara contra el pecho
de RJ.
Con el tiempo, cuando está claro que estamos recorriendo lo largo
de la pista, me asomo.
RJ me sonríe; es encantadoramente atractivo. —Sobrevivimos.
Miro por la ventana a las montañas que se elevan a mi derecha, el
agua a la izquierda. —Lo hicimos. —Ahora que estamos en el suelo me
siento avergonzada de nuevo—. Gracias por ser mi apoyo personal y un
oso de peluche humano.
RJ sonríe aún más. —Sinceramente, fue un placer.
—No sé si ser testigo de que vomitara mis galletas sea un placer
para alguien, pero gracias por ser tan amable. —Recojo mi bolso y mis
guantes, asegurándome de tener todo antes de desembarcar. Nuestro
equipaje nos espera en la pista. El aire frío que sale del agua me hace
temblar, seguramente porque me he asado en mi parka durante la última
hora. Me meto las manos en los guantes y trato de apartar el pelo de mi
cara, no es particularmente efectivo dado el viento que hay.
—Déjame ayudarte con eso —ofrece RJ cuando nota mi lucha. Tira 26
su enorme bolsa de lona sobre su hombro y agarra el asa de mi maleta,
y nos dirigimos a la calidez y seguridad de la terminal de llegada. Me
apresuro a seguir sus largos pasos.
Una vez que entramos y el viento ya no es un inconveniente, meto
mis manos en mi bolso y rápidamente trenzo mi pelo para que no sea un
problema cuando tenga que volver a salir. RJ se detiene cuando llegamos
al mostrador de alquiler de coches. —¿Hacia dónde te diriges desde aquí?
—Tengo una cabaña a unos dieciséis kilómetros más allá de la
ciudad de Kodiak. Se supone que se encuentra sobre el agua. Quería una
auténtica experiencia de Alaska. —Mi impresión con las instrucciones del
aeropuerto a la cabaña está en mi bolso.
—¿Entonces necesitas un alquiler? —RJ se dirige al quiosco—. Voy
a recoger un vehículo. Si quieres, puedo llevarte a Kodiak y puedes
conseguir uno allí… será mucho menos caro sin los impuestos del
aeropuerto.
Jugueteo con el final de mi trenza, avergonzada. —Oh, eso es muy
amable de tu parte, pero no tengo mi licencia.
RJ ladea la cabeza a un lado, con una expresión curiosa. —¿Cómo
planeas llegar a tu cabaña?
—Iba a ir en autobús a la ciudad y luego en taxi el resto del camino.
—O podría simplemente llevarte.
—No te lo pediría. Podríamos ir en direcciones opuestas.
—Dijiste que estabas a dieciséis kilómetros de Kodiak, ¿verdad? Me
dirijo en esa dirección. No me importa llevarte… ¿a menos que estés
esperando a alguien?
—Oh, no, soy solo yo. —Trato de mantener mis manos quietas en
lugar de moverlas por todas partes, que es algo que hago cuando me
siento nerviosa. Por cierto, estoy nerviosa a menudo.
Las cejas de RJ se fruncen. —¿Entonces estás sola aquí sin coche?
—Esto parece preocuparlo, lo que por supuesto significa que también
comienza a preocuparme.
—Siempre puedo llamar a un taxi cuando necesite ir a la ciudad.
—Solía andar en bicicleta por todas partes en casa. Y durante mi breve
estancia en Seattle tomaba el transporte público. Eso fue definitivamente
estresante. Todas esas multitudes.
Sería buena idea comprar una bicicleta para poder ir y venir a la
ciudad a comprar comida y esas cosas. Así no tendré que preocuparme
tanto por charlar educadamente con los taxistas. Además, hay muchas
películas sobre asesinos psicópatas que recogen a víctimas inocentes y
cosas así. No quiero conocer a ninguno de ellos en mi estadía aquí. Pongo
la compra de una bicicleta en mi lista mental de tareas pendientes. Más
que nada, estoy cansada, necesito una ducha y tal vez descansar un poco
después de este largo día.
—Bueno. —Se rasca la nuca—. Pero al menos deja que te lleve hoy. 27
—Solo si no es mucho problema. —Parece seguro y no un asesino
psicópata.
Me honra con la misma sonrisa de antes. —No es ningún problema,
Lainey.
Espero con nuestras maletas mientras consigue las llaves de su
vehículo. Luego nos dirigimos al valet, donde una enorme camioneta gris
con barras antivuelco y neumáticos a la altura de la cintura se halla
estacionada en la acera.
RJ pone nuestras maletas en la parte trasera y me ayuda a subir
al asiento del pasajero antes de rodear el capó y entrar. Ajusta la radio
para que suene en una estación local y baja el volumen en tanto seguimos
las señales hacia Kodiak.
—Es hermoso aquí. —No puedo apartar la mirada de las montañas
en la distancia o el agua a mi derecha.
—En realidad sí… y también pacífico, especialmente una vez que
nos alejamos la ciudad y nos acercamos al agua —dice RJ.
No pasa mucho tiempo antes de que estemos conduciendo por la
ciudad de Kodiak, donde hacemos una parada para las compras. Es un
poco incómodo comprar comida con alguien que no conozco, pero estoy
feliz de tener la oportunidad de abastecerme de lo esencial, ya que todo
lo que tengo en mi bolso son unas barras de granola.
Me ayuda a cargar mis compras en la camioneta, luego programa
la dirección de mi cabaña en su GPS y me da una sonrisa torcida. —En
realidad estás a aproximadamente un kilómetro de donde me quedaré.
¿Cuáles son las posibilidades?
—Es una coincidencia bastante salvaje, ¿no? —También parece
demasiado bueno para ser verdad.
Mi estómago se retuerce cuando los escaparates y las casas dan
paso a árboles altos que bordean el camino.
Estoy sola en un vehículo con un hombre que apenas conozco, y
nos dirigimos a la naturaleza, donde no hay mucha gente. Normalmente
esa es mi preferencia, a menos que sea mi familia, a quien conozco y en
la que confío. Pero ahora me siento nerviosa e insegura. —Se supone que
mi cabaña tiene televisión por satélite. Me encanta el canal de Discovery
Channel, y por supuesto Animal Planet siempre es fascinante. —Me doy
cuenta de que estoy balbuceando, así que le hago una pregunta—. ¿Ves
televisión?
—Sí, veo televisión. —Sonríe, pero su atención se queda en la
carretera.
—¿Tienes un programa favorito? —Esto es bueno. Puedo aprender
más sobre él. Tal vez tenemos más cosas en común aparte de nuestro
gusto por Alaska.
28
—Claro, depende de mi estado de ánimo y de cuánto tiempo tengo.
A veces veo series.
—¡Oh, yo también! Una vez vi una temporada entera de Mentes
Criminales, que fue una muy mala idea. Me puse paranoica y pensé que
iba a terminar secuestrada por un asesino en serie.
Es enorme, mucho más grande que yo. Y aunque he tomado clases
de autodefensa, no estoy segura de que sean útiles contra alguien tan
grande como él. ¿Y si planea llevarme a su cabaña y mantenerme allí,
como una mascota? O como una rehén. Debería entrar en pánico con ese
pensamiento. Mi corazón está acelerado.
Aparta la mirada de la carretera por un segundo. —Te prometo que
no soy un asesino en serie.
—¿Lees la mente? —¿En qué diablos pensaba al meterme en un
vehículo con un tipo que conocí en un avión? De hecho, puedo escuchar
a mi madre perder la cabeza por esta mala toma de decisiones. Si me
secuestra, nunca voy a volver a escuchar otro de sus sermones. No estoy
segura de cómo me siento al respecto. La amo, pero una de las razones
por las que estoy aquí es porque la asfixia es abrumadora.
RJ se ríe, recordándome que hice una pregunta antes de perderme
en la espiral ansiosa de mis pensamientos. —No, pero tu expresión lo dice
todo. Solo soy un muchacho que pasa el rato en lo salvaje durante unas
semanas, planeando pescar algo. Estás a salvo conmigo.
—Eso espero. —Me retuerzo las manos, la ansiedad me seca la boca
y mis palmas se humedecen. Maldición. ¿Por qué tengo que preocuparme
por todo?
Quita el pie del acelerador, señalando a la ventana del lado del
pasajero. Pasamos un buzón rojo que dice “Sweet View Home”. —Esa es
mi entrada. No estás muy lejos.
Un minuto después gira a la derecha en un camino de tierra
estrecho, cuyo centro está cubierto de una franja de malezas de unos
treinta centímetros de largo. Las ramas de los árboles rozan los espejos
cuando los pasamos. Es un viaje lleno de baches que me hace desear
haber usado un baño mientras estábamos en la ciudad.
El carril finalmente se abre a un claro y una pequeña cabaña.
—¡Oh! ¡Es tan lindo! —Aplaudo, emocionada de que finalmente esté
aquí y siga viva.
Por primera vez en toda mi vida voy a tener una aventura real. Sola.
Esto no será nada parecido a mi época corta en la Universidad de Seattle.
Será pacífico y estaré totalmente a salvo. Nada malo me va a pasar aquí.
Va a ser impresionante. Al menos esto es lo que me digo a mí misma como
distracciones para mantener ocupado al artista de escape profesional en
mi estómago.
A medida que nos acercamos a la cabina, la lindura se vuelve
29
cuestionable. La cabaña está bastante deteriorada.
RJ frunce el ceño. —¿Estás segura de que este es el lugar?
Rebusco en mi bolso la copia en papel del correo electrónico de
confirmación. Aliso la hoja arrugada. El número en el costado de la
cabaña coincide con la dirección en el correo electrónico, pero el lugar se
ve mucho mejor en la imagen. —Sip, esto es todo. ¿Quizás el anuncio era
viejo?
—Sí. Quizás. ¿Puedo ayudar a instalarte?
—Ya has hecho mucho. Estoy segura de que tienes que hacer tus
propias cosas. —Agarro la correa de mi bolso para evitar retorcer las
manos de nuevo. Por supuesto, ahora me preocupa que debería invitarlo
a entrar y que él quiera quedarse y pasar el rato, pero estoy cansada y no
creo que huela muy bien debajo de esta parka.
—No me importa. Al menos déjame ayudarte a entrar tus cosas.
Alejo la paranoia de que solo se ofrece para poder encadenarme a
la cama. Si fuera un asesino en serie, me habría llevado a su búnker, no
a mi cabaña. Además, sería incómodo para mí llevar mis cosas mientras
se queda sentado en la camioneta. —Bien. Claro. Gracias.
Recojo las compras y RJ lleva mi maleta a la puerta principal.
Encuentro la llave debajo de la alfombra como dicen las instrucciones y
la deslizo en la cerradura, esperando que el exterior solo necesite un poco
de pintura fresca y que no sea un reflejo del interior. La puerta cruje en
protesta mientras la abro. Enciendo la luz y miro fijamente a mi nueva
casa durante las próximas seis semanas, tosiendo mientras respiro polvo.
—Es rústico. —Huele a moho y posiblemente a algo podrido.
RJ deja mis maletas y también tose varias veces en su brazo. —Esa
es una forma de describirlo.
Da un giro lento, observando mi pequeño hogar lejos de casa. Es
básicamente una cabaña-habitación con un baño y un armario. En una
esquina hay una cama doble hecha con un edredón que pudo haber
estado de moda cuando mi bisabuela tenía mi edad.
Una mesita de noche también sirve como mesilla auxiliar para los
sillones reclinables de los setenta en un color que se asemeja a la mierda
de bebé… una especie de verde amarillento y marrón. Un televisor muy
viejo se encuentra contra la pared opuesta, con su antena de conejo que
ni siquiera sabía que aún existían.
Por lo que veo, no estoy segura de que la información sobre el
servicio satelital fuera exacta. En el otro lado de la cabaña está la cocina,
si se puede llamar así. Hay un hornillo, un microondas, un fregadero y
una pequeña nevera. Del tipo que tenía cuando viví brevemente en una
residencia de estudiantes fuera del campus.
El mueble más grande, aparte de la cama, es la mesa de dos plazas
empujada contra la pared del fondo. Está convenientemente ubicada
30
cerca del televisor que se encuentra en el centro de la habitación. Qué
afortunada: puedo ver la televisión desde mi cama, el sillón reclinable o
la mesa a la vez que como mis fideos, que, según el hornillo, serán mi
principal fuente de alimento. Y tal vez huevos fritos y tocino.
—¡Esto es genial! —Mi voz es alta y llena de mierda. Este lugar es
lo contrario de genial y creo que estoy al borde de un ataque de pánico,
que me gustaría evitar mientras RJ está aquí. Así que finjo entusiasmo,
esperando poder engañar a mi cerebro para que crea que es verdad hasta
que se haya ido. Me aclaro la garganta—. ¡Me encanta! Es perfecto.
RJ ajusta su gorra y se aprieta la nuca. —¿Estás segura de que vas
a estar bien aquí?
—¡Será genial! —Abro las cortinas para que entre el sol, y libero
una nube de polvo mohoso. Esta vez toso durante treinta segundos antes
de poder hablar—. ¡Solo necesita un poco de aire fresco y que limpie todo
este polvo! —Tengo mucho más cuidado cuando abro las cortinas sobre
la puerta corrediza. El vidrio está cubierto de una capa de mugre, pero la
vista más allá de eso es increíble. Los árboles salpican el patio delantero,
enmarcando el lago y las islas más allá, el cielo azul brillante se refleja
en el agua.
Giro la cerradura, levanto la barra de seguridad y deslizo la puerta
para abrirla. O lo intento. Se necesita un esfuerzo serio, al menos hasta
que RJ me da una mano. Una ráfaga de aire fresco sale del agua y jalo
las solapas de mi chaqueta. Doy un par de pasos hacia la cubierta, que
cruje, y casi me caigo por un agujero. Afortunadamente, RJ está ahí para
salvarme con sus reflejos rápidos como un rayo.
Me agarra por la cintura y me empuja en su contra. —No estoy
seguro acerca de este lugar, Lainey. —Me pone de nuevo dentro de la
cabaña, lejos del peligro.
—Está bien. Llamaré a la gente del alquiler mañana y les diré que
la cubierta necesita un par de tablas nuevas. —Ahora falta media tabla,
gracias a mí. Un animal corre por ahí abajo. Tal vez he interrumpido su
casa. En el lado positivo, este será un gran lugar para observar la vida
silvestre. Le doy palmaditas a RJ en el pecho, notando lo sólido que es,
muy parecido a su brazo—. Te prometo que estaré bien.
Se muerde el interior del labio y se frota la nuca, algo que ha hecho
un par de veces. Su expresión me dice que no me cree, lo que me molesta
un poco. Ni siquiera me conoce y está haciendo suposiciones. Tal vez con
las que mis padres estarían de acuerdo y que posiblemente sean precisas,
pero estoy decidida a valerme mientras estoy aquí.
Tengo veinticinco años. Puedo ser independiente sin que el mundo
se caiga a pedazos. Puedo manejar vivir en una cabaña rústica durante
seis semanas por mi cuenta. —De verdad, RJ. Soy una chica grande. Sé
cuidarme. —Empiezo a descargar mis comestibles, así tengo algo más
que hacer con mis manos que no sea retorcerlas.
—Bien. Bueno, si tienes todo bajo control, ¿supongo que iré a mi 31
casa? —Es más una pregunta que una declaración.
Miro por encima del hombro. —Muchas gracias por toda tu ayuda,
y lo siento por caerme en tu regazo, y… el vómito en la avioneta. —Me
estremezco, deseando haberlo dejado en “gracias”.
—No hay problema, y nos pasa a los mejores. ¿Te importa si anoto
tu número? —Toca el teléfono de la vieja escuela. El número está pegado
al frente en una de esas etiquetas adhesivas.
—Claro. Adelante. —Me meto las manos en los bolsillos de mi
parka. No es particularmente cálido aquí, pero todavía estoy caliente por
alguna razón.
Recoge el número y mete el pedazo de papel en el bolsillo de su
sudadera. Como un pensamiento tardío, levanta el auricular.
—¿Qué haces?
—Me aseguro de que haya un tono de marcación. —Lo pone otra
vez en su lugar y se balancea sobre sus talones—. Hmm. Bueno, espero
verte por ahí.
—Yo también. Digo, sí. —Intento no entusiasmarme demasiado con
mi asentimiento—. Gracias de nuevo por todo.
—Ha sido un placer, Lainey.
Lo acompaño hasta la puerta. Él duda y da medio paso hacia mí.
Decido que quiero abrazarlo, porque ha sido agradable. Y también porque
es atractivo, huele bien y es cálido como un gran oso de peluche.
—Gracias otra vez. —Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura
y dejo que todo mi cuerpo haga contacto con el suyo.
—De nada. —Sus brazos me rodean. Por un segundo me preocupa
que realmente sea un asesino en serie y que haya aceptado mi condena.
Pero todo lo que hace es darme un apretón antes de soltarme. Su lengua
se asoma y se arrastra sobre su labio inferior, su mirada fija en mi boca.
Espero no tener algo pegado en los dientes. Y que no esté pensando
en mi suceso en el avión. Froto mis labios tímidamente, su mirada se
eleva a la mía de nuevo.
—Estoy por aquí si necesitas algo. Es probable que sea un paseo
de quince minutos a lo largo de la playa, pero esperaría hasta mañana
antes de que vayas a explorar.
—Probablemente voy a desempacar y tal vez ordenar algunas
cosas. Ha sido un día largo.
—Lo sé. He estado yendo y viniendo desde las cinco.
—Debes estar agotado.
—Un poco, sí. —Le echa un último vistazo a mi cabaña y parece
poco dispuesto a salir, pero como no hay mucho más que decir, al final 32
se dirige a su camioneta. Espero a que desaparezca por el camino antes
de cerrar la puerta.
—Está bien, Lainey. Estás bien. Pon algo de música y disfruta del
comienzo de tu primera aventura —murmuro para mí misma.
Encuentro mi altavoz portátil en mi bolso, lo enchufo y pongo
música alegre y movida.
Sigo desempacando comestibles, guardando primero los artículos
de la nevera. No es muy grande, por lo que se parece un poco a un
rompecabezas de alimentos tridimensional, pero si cierro la puerta con
rapidez, todo se queda en su lugar.
Luego paso a los productos secos. Todo está bien. Puedo hacer esto
totalmente. No necesito un lugar grande o un horno de verdad para cocinar.
Puedo arreglármelas con un hornillo y un microondas.
Abro uno de los armarios y soy recibida por una ratonera con un
ratón muy muerto en él que huele absolutamente a podrido. Grito, porque
los agujeros negros donde solían estar sus ojos me están mirando, y es
repugnante. Me tropiezo y caigo sobre mi trasero en el medio de la cocina.
Los pisos son de madera rústica, y me las arreglo para astillarme la palma
de una mano.
—No pasa nada, no pasa nada. Estás bien —digo, por lo que se
siente como la centésima vez ya mientras me siento con una lámpara
dirigida a mi palma y quito cada astilla de madera de mi piel.
Pero no estoy bien en absoluto. Mi visión se nubla y respiro con
pánico.
¿En qué me he metido, y cómo voy a sobrevivir las próximas seis
semanas yo sola en esta mierda de cabaña?
33
5
La práctica te pone ansiosa
Traducido por Vane’
Corregido por Anna Karol
Lainey
34
—¡Hola, RJ! Aló, RJ. —Sacudo la cabeza ante mi reflejo—. ¡Oye, RJ!
Suelto el aliento.
He estado parada frente a mi espejo durante los últimos veinte
minutos, practicando decir “hola”. La cosa de pasar por el aprendizaje en
casa es que no he pasado mucho tiempo descubriendo cómo interactuar
con las personas realmente. Soy muy buena para presentar información
y hallazgos, pero la conversación no es mi fuerte.
RJ dijo que su cabaña está a una caminata de quince minutos por
la playa. Utilizo el término playa vagamente. Es más como un camino
cortado en terreno cubierto de hierba, a veces rocoso, con agua a un lado.
He estado aquí durante dos días. No tengo recepción de internet.
He visto muchas aves y roedores y, a lo lejos, algunas ballenas. Mi única
interacción humana ha sido en forma de cajeros y una camarera en el
restaurante donde almorcé hoy.
En el poco tiempo que he estado aquí, he hecho descubrimientos
interesantes, como que la perpetua luz del día apesta. Además, como no
puedo conectarme a internet, no puedo revisar mi correo electrónico ni
hacer ninguna investigación. No tengo señal satelital y soy mala para
mantener encendida una fogata.
Más que cualquier otra cosa, esta cabaña es penosa. Es fría, con
corrientes de aire, polvorienta, húmeda y destartalada. Hay muchas
arañas, y me encuentro bastante segura de que tengo varios roedores
como compañeros de cuarto, posiblemente emparentados con ese que
enterré el día que llegué. Además, el tanque de agua caliente parece tener
un problema. Hasta ahora, mis duchas han sido heladas, lo cual no es
genial, porque mi fuego sigue apagándose, a pesar de que tomé aventuras
al aire libre como niña exploradora. Aunque nunca se me permitió hacer
viajes de campo porque, según mi madre, eran demasiado peligrosos.
Llamé a la oficina de alquiler con la esperanza de que pudieran
ayudar, o tal vez tendrían alojamientos alternativos más adecuados para
la vivienda humana, pero están de vacaciones y no volverán hasta la otra
semana. Así que estoy atrapada en este basurero con solo mis libros de
texto y dos novelas, las cuales ya he leído. Tampoco he dormido mucho,
así que estoy un poco emocional.
Esta mañana, cuando llamé a mis padres, les mentí, lo cual no es
algo que normalmente haga. Pero me encuentro decidida a hacer que esto
funcione, así que fue necesario. Les dije que la estoy pasando muy bien.
Tuve que practicar un entusiasmo falso durante diez minutos antes de
hacer la llamada. También agradezco la terrible recepción celular. Eso
significa que mis padres no pueden hacer videollamadas conmigo y ver
mis ojos hinchados ni retarme por las mentiras.
Después de que colgué el teléfono, decidí que el mejor plan era ir a
la ciudad y buscar un par de contenedores para guardar mi ropa y mis
productos secos. Con suerte, hará que la cabaña sea menos atractiva
para los roedores.
35
Dos viajes en taxi, tres horas, una interacción humana limitada,
una cena y un viaje de compras más tarde, estoy de vuelta en la cabaña.
Toda mi ropa y productos secos están embalados de forma segura en
bolsas, y ahora tengo toda una tarde libre. Con nada que hacer.
Así que decidí llevarle un regalo de agradecimiento a RJ. Bueno,
también es un regalo de disculpa. Es como matar dos pájaros de un tiro.
Aunque nunca mataría un pájaro. Pero es un agradecimiento por ser tan
amable y comprensivo en el avión (aviones) y una disculpa por caer en su
regazo, besarlo accidentalmente en la mejilla y vomitar en el Cessna. Y
un agradecimiento por darme un aventón desde el aeropuerto.
Le compré un paquete de seis cervezas cuando fui a la ciudad, del
mismo tipo que lo vi agarrar cuando fuimos de compras juntos. Me paso
los dedos por el cabello y me ajusto el sombrero. Tal vez un poco de
maquillaje sería aconsejable.
Me pongo un poco de brillo labial, pero es muy rosado, y no me
gusta la atención que atrae a mi boca. La boca que usé para besar la
mejilla de RJ. Su mejilla sin afeitar que olía a loción. La misma boca que
usé para comer mis galletas. No. No quiero atraer atención a mi boca.
Después de otros diez minutos de práctica, decido que estoy tan
lista como es posible. Dejo mi pequeña cabaña-habitación y camino en
dirección a la casa de RJ.
El aire fresco es agradable, pero la caminata de quince minutos es
en realidad más de veinticinco, y estoy sudando debajo de mi chaqueta
cuando su hospedaje aparece a la vista. Apenas puede llamarse a eso
una cabaña.
La cabaña triangular de dos pisos tiene una terraza muy grande y
escaleras que van hasta arriba desde el agua. Hace que mi lugar se vea
como una choza abandonada… que sí parece. No es de extrañar que
estuviera preocupado por dejarme allí.
Me aliso el cabello, que vuela alrededor de mi cara gracias a la
brisa, y respiro hondo. Puedes hacer esto, Lainey. Es solo un hombre. Toco
antes de perder el valor.
La puerta se abre, y un pecho me recibe. Un pecho desnudo. Un
pecho grande y desnudo. Oh, Dios… Permito que mi mirada baje un poco
más. Dulce cielo, tiene un paquete completo de seis. Y ese músculo en V
en sus caderas desaparece en sus vaqueros, haciendo que bajé más mis
ojos. Solo he visto esa V en revistas, nunca en la vida real. Pensé que tal
vez era pintada con aerógrafo o algo así, pero claramente me equivoqué
al respecto. Me pregunto si el resto de él es tan definido… Dirijo mi vista
a su cara. —Hola.
—Hola. Justo pensaba en ti. —Se frota los labios, la insinuación de
una sonrisa juega en ellos.
—¿Pensabas en mí sin camisa? —Oh, Dios. No acabo de preguntar
eso.
36
Sonríe de lleno. Su sonrisa es tan bonita. Tiene buenos dientes.
Dientes perfectos, en realidad. —Para ser justos, pensé en muchas cosas
sin la camisa puesta, pero una de esas cosas fuiste tú.
—Claro. Por supuesto. —Asiento—. Hubiera llamado, pero no anoté
tu número.
—Traté de llamarte más temprano hoy, pero no respondiste.
—¿Me llamaste?
—Quería comprobar. Ver cómo te las arreglabas.
—Eso es dulce. Me encuentro bien. Genial, incluso. —Levanto las
cervezas—. Te traje un regalo. Vale, es un agradecimiento y una disculpa.
Es ambos.
Inclina la cabeza. —¿Quieres entrar? Podemos tomar una de esas.
—Oh, eh. —En realidad no planeé más allá de traerlas—. No bebo
cerveza.
—Sin embargo, todavía puedes entrar. Tengo otras bebidas que
puedes consumir, a menos que tengas que irte a otro lugar. —Un hoyuelo
aparece en su mejilla.
—No tengo otro lugar donde estar.
Se hace a un lado y me indica que entre. Realmente es un hombre
gigante. No soy alta, pero con un metro sesenta y cuatro estoy cerca del
promedio, y él me hace sentir pequeña.
Cierra la puerta detrás de mí y pasa una mano sobre sus definidos
abdominales. —Debería ponerme una camisa.
—No tienes que hacerlo. —Hago un gesto a su increíble pecho—.
Quiero decir, a menos que te incomode estar sin camisa delante de mí.
Entonces, por supuesto, puedes ponerte una, pero si estás cómodo sin
camisa, entonces debes quedarte así. Lo que sea que te haga sentir más
a gusto. —Debería dejar de hablar. Dejo la cerveza en la encimera y abro
un armario. En realidad, no sé lo que estoy haciendo, aparte de tratar de
no mirar abiertamente su pecho impresionante. El cual, sinceramente,
espero que no cubra con una camisa.
Encuentro un par de vasos en un armario y los volteo. —¿Puedo
servirte una? —pregunto.
Se coloca a mi lado, luciendo cien por ciento perfectamente sin
camisa. —Puedo hacerlo.
—Yo lo hago. —Quito la tapa y vierto el contenido en el vaso, pero
hace espuma como loca, la mitad del vaso se llena de burbujas en lugar
de cerveza—. Hmm, ¿se supone que es así?
—En serio no eres fan de la cerveza, ¿verdad? —pregunta con una
risa.
—No me gusta el sabor. ¿La arruiné? —Tenemos dos restaurantes
que sirven cerveza en la pequeña ciudad en la que crecí, pero mi familia
37
no comía fuera a menudo, y mis padres solamente beben alcohol en las
festividades. Probé cerveza en la universidad, pero la encontré demasiado
amarga.
—No la arruinaste. Solo necesita asentarse. —Se acerca a mí, está
tan cerca que dejo de respirar. RJ toma una botella del paquete de seis y
saca la tapa con un giro, luego recoge el vaso extra. Inclinándola hacia
un lado, vacía la botella en ella, llenándola aproximadamente dos tercios
del total. La suya hace solo un poco de espuma—. ¿Te gusta la limonada
o el jugo de toronja? —pregunta.
—¡Me encanta el jugo de toronja!
Su sonrisa es de lo que están hechos los amaneceres. Se pasea por
el refrigerador, lo que significa que tengo un momento para apreciar los
músculos muy definidos de su espalda mientras agarra una jarra de jugo.
Llena el vaso y me lo da. —Pruébalo.
Tomo un sorbo tentativo. —¡Oh! Esto es delicioso. Supongo que tal
vez la cerveza no me molesta tanto como pensaba.
Su sonrisa se ensancha. —Eres lo mejor del mundo, ¿lo sabes?
Una sensación cálida se extiende por todo mi cuerpo. Nadie me ha
hecho un cumplido tan agradable. Hay muchas cosas increíbles en el
mundo, y que piense que soy lo mejor, pues… es sorprendente. Entonces,
por supuesto, suelto mi propia autoevaluación. —Soy torpe y nerviosa.
—Bueno, me gusta. Mucho. —Luego de unos segundos de silencio
intenso, se dirige al sofá—. ¿Te sientas conmigo un rato? Podemos ser
torpes y nerviosos juntos.
—No eres torpe.
Se encoge de hombros. —A veces lo soy. Todos podemos serlo,
dependiendo del contexto y la situación.
—Seguro. Bien. —Lo sigo a la sala de estar.
Su cabaña es de concepto abierto; los gigantes troncos, lijados y
con corteza, de los árboles funcionan como postes sin paredes para
separar las habitaciones. Los techos son altos, y todo el frente de la
cabaña se encuentra forrado con ventanas, lo que proporciona una vista
despejada del agua.
Una fogata cruje al otro lado de la habitación, liberando calor, lo
que probablemente explica la falta de camisa de RJ. Definitivamente hace
calor aquí.
Una enorme fotografía enmarcada de RJ y otros dos hombres, uno
probablemente su padre, sosteniendo un pez gigante cuelga en la pared,
y al lado hay otra que muestra a dos mujeres: su madre y su hermana, a
juzgar por el hoyuelo a juego en la mejilla de la mujer más joven. También
hay muchas cosas deportivas dispersas, principalmente relacionadas con
el hockey. Los cojines dicen: ¡SI, PUCK! Hay una lámpara en la esquina y
38
la base está hecha de un palo de hockey. Incluso los posavasos son viejos
discos de hockey.
—Guau, debes ser un gran fanático de los deportes. —Recojo uno
de los discos posavasos.
RJ se frota la nuca. —Bastante obvio, ¿eh?
—Se parece a la habitación de mi padre en el sótano, excepto que
allá todo es béisbol en lugar de hockey.
—¿Alguna vez te gustaron los deportes?
Sacudo la cabeza. —Oh, no. No soy nada deportiva. Sin embargo,
mi padre y mis hermanos siempre veían béisbol. Intentaron enseñarme a
jugar un par de veces, pero no entiendo las reglas del deporte. Siempre
tuve mi nariz metida en algún libro.
Me aferro al vaso con ambas manos para no sentir la tentación de
estrujarlas o morderme las uñas ni ninguna de las otras cosas inquietas
que tiendo a hacer cuando estoy nerviosa. —Esta es una cabaña muy
agradable.
—Mi padre la encontró hace varios años y pensó que sería un buen
lugar para vacacionar. Siempre he sido muy cercano con mi hermana
menor, Stevie, pero a ella y a mi madre no les gusta pescar, por lo que se
quedaban en Nueva York y nosotros salíamos en un viaje de chicos, lo
cual fue un buen vínculo para mí, mi hermano y mi papá. Venimos aquí
cada verano desde que yo era un adolescente.
—¿Pero tu hermano no pudo venir este año? —pregunto.
—Su esposa, Joy, está embarazada, y hay algunas complicaciones,
por lo que tuvo que quedarse. —Su sonrisa es un poco tensa, como si
hubiera algo más.
—Oh, no, ¿está todo bien?
—Joy tiene diabetes gestacional, lo que supongo que no es tan raro,
pero la vigilan de cerca. Él dice que todo está bien, y tiendo a aceptar su
palabra.
—¿Qué hay de tu padre? ¿Sigue viniendo? —Mi familia nunca ha
sido de viajar. Mi madre tiene miedo a los aviones y no le gusta el peligro
de los viajes largos o los automóviles en general, por lo que no fuimos
demasiado lejos de la ciudad en la que me crie.
RJ mira su vaso. —Mi papá falleció hace un par de años.
Pongo mi bebida en la mesa de café y coloco una mano sobre su
rodilla. —Lo siento mucho. Eso debió haber sido difícil. —Nunca he
perdido a nadie cercano a mí, ni siquiera a un abuelo, así que solo puedo
imaginar lo doloroso que sería.
—Gracias, y sí, no fue fácil. Las vacaciones y los cumpleaños
pueden ser duros. Siempre he sido muy unido a mi familia, así que aún
sentimos la pérdida.
—Debe haber sido muy joven. —Empiezo a alejarme, preocupada 39
de estar haciendo las cosas incómodas con el contacto físico prolongado,
pero RJ pone su mano sobre la mía.
—Estaba en sus cincuenta. Era diabético tipo uno, se cuidaba muy
bien, pero algunos cuerpos son defectuosos, ¿sabes? De todos modos,
hubo muchas complicaciones. Perdió la visión y luego su cuerpo dejó de
funcionar correctamente. Fue más difícil para mi madre… al tener que
verlo deteriorarse así. El último verano que estuvo con nosotros, tuvimos
que cancelar el viaje porque no pudo hacerlo, pero al año siguiente, Kyle
y yo volvimos aquí. Por desgracia, este año estoy solo. —Su sonrisa es
triste. Aleja la mano de la mía e inclina su vaso, tomando un sustancioso
trago—. ¿Qué hay de ti? ¿Eres cercana a tu familia?
Levanto mi bebida para mantener mis manos ocupadas. —Oh, sí,
todos somos muy unidos.
—¿Tienes hermanos o hermanas? —Parece feliz de cambiar de
tema, lo cual es comprensible, considerando todo.
—Tengo siete hermanos.
Casi se ahoga con su cerveza. —¿Siete?
Asiento. —Sip. Soy la más joven y tengo cuatro hermanos mayores.
La cena era casi un deporte de contacto en mi casa.
RJ se ríe. —Puedo imaginarlo. ¿Cuál es el lapso de edad entre tú y
el mayor?
—Trece años. Hay dos pares de gemelos allí también.
—Guau, ¿cómo fue eso al crecer? —Apoya la mejilla sobre el puño
como si me encontrara fascinante.
Es casi desconcertante tener a alguien tan atractivo como él con su
atención completamente fija en mí. Además, la falta de camisa, aunque
apreciada, hace que sea un poco difícil de pensar. No es que me queje,
me gusta un buen desafío. —Era como tener muchos padres adicionales
que se jugaban bromas entre ellos. En general, fue lindo tener siempre
gente cerca, pero a veces solo quería algo de espacio, ¿sabes? Todos se
metían siempre en mis asuntos.
Arquea una ceja. —Salir en citas debe haber sido divertido.
—En realidad no.
Se ríe de nuevo, rico y gutural. —¿Lo hicieron imposible para ti en
la escuela secundaria?
—Algo así. Todos fuimos educados en casa, por lo que fue un poco
diferente para mí.
Las cejas de RJ se arquean. —¿Educados en casa? ¿Cómo fue eso?
—Seguro es menos aislante de lo que parece. Hay comunidades
enteras construidas alrededor de la educación en casa. Incluso tuvimos
bailes, eventos y otras cosas. —No es que bailara mucho. Yo era más la
tímida del baile, de pie a un lado, observando a todos los demás mientras 40
trataba de no tener un ataque de pánico con todas esas personas en un
solo lugar al mismo tiempo.
—¿Con tus hermanos y hermanas?
Es mi turno de reírme ante su expresión ligeramente perturbada.
—No solo mis hermanos y hermanas, tonto. Además, la mayoría de ellos
eran mucho mayores, ya habían terminado la universidad cuando yo
estaba en la secundaria. Nos reuníamos con todas las familias educadas
en casa en el área. Tenían equipos deportivos y todo. Por lo general, solo
recibía unas tres horas de instrucción al día, y aprendo rápido. De todos
modos, cuando tenía quince años terminé todo el plan de estudios para
mi último año de secundaria, así que tomé los exámenes de admisión a
la universidad. Me fue bien, pero mis padres pensaron que era demasiado
joven para ir a la universidad, así que tomé cursos en línea durante un
par de años.
—¿Entonces eres una genio? —pregunta RJ.
Me encojo de hombros, avergonzada, y me concentro en mi bebida.
—Solo aprendo rápido. Retengo las cosas rápidamente y tengo buena
memoria.
—Lo inteligente es sexy, Lainey.
Levanto la vista para encontrar a RJ sonriendo cálidamente, pero
es la forma en que me mira lo que hace que mis palmas se humedezcan
y mi estómago se agite. Como si fuera fascinante.
—¿Qué hay de ti? Debes tener un trabajo bastante activo para lucir
así. —Indico todas las líneas definidas de su torso.
Dos hoyuelos aparecen en sus mejillas. —¿Eso es un cumplido?
—Podría serlo, si no te ofende. —Espero que no piense que lo estoy
representando como un objeto.
—No me ofende para nada, así que gracias.
—De nada. —Tomo otro sorbo de mi bebida y me doy cuenta de que
he llegado al fondo de mi vaso.
RJ me lo quita de la mano y se levanta. —Espera, déjame traerte
otro. ¿A menos que quieras algo más? Tengo unas botellas de vino por
ahí... y whisky.
—¿Estás seguro? No quiero monopolizar tu tarde.
—¿Bromeas? Eres la primera persona con la que hablo en los
últimos dos días. Debo ser sincero, pescar solo no es tan divertido como
cuando mi hermano está aquí. ¿Por qué no te quedas a cenar? Iba a hacer
bistec y papas al horno, y es mucho más fácil cocinar para dos que para
uno.
Cualquier cosa que no sea fideos o tostadas suena increíble. Y en
realidad no quiero volver a mi cabaña fría y solitaria antes de tener que
hacerlo. —Mientras pueda ayudar a cocinar.
41
—Eso sería genial, porque puedo preparar un bistec a la parrilla y
puedo hornear una papa, pero mi habilidad para cocinar es bastante
limitada aparte de eso. Aunque… soy excelente pidiendo pizza.
—Arruino el bistec cada vez que trato de cocinarlo, pero puedo
manejar casi cualquier otra cosa, así que haremos un gran equipo.
No puedo creer que vaya a cenar con un hombre increíblemente
atractivo. Claro, pasé a visitar sin avisar, y es probable que estemos
hambrientos de conversación, pero aun así puedo estar emocionada. Y
nerviosa, definitivamente muy nerviosa.
Tengo un nuevo amigo y se ve muy bien sin camisa, y eso hace que
mis palmas húmedas y mi ritmo cardíaco acelerado valgan la pena.
6
Buenas jugadas
Traducido por -queen-ari- & Gesi
Corregido por Anna Karol
Rook
42
Cuando Lainey se excusa para ir al baño, corro escaleras arriba y
me pongo una camiseta. Sé que dijo que haga lo que me hiciera sentir
cómodo, pero estar sentado sin camisa es una jugada de imbécil.
Regreso a la cocina y le sirvo una bebida fresca antes de que vuelva
del baño.
—¿En qué puedo ayudar con la cena? —Lainey coloca su suéter
sobre el respaldo de una silla.
Y mi boca se seca. Como si me hubiera comido una manga entera
de galletas saladas y aun así me merendara una cucharada de sal. Hasta
ahora he visto a Lainey con una parka gigante o un suéter extragrande.
Debajo de todo ese tejido voluminoso hay un cuerpo infernal. Lleva una
sencilla camisa blanca de gofres que se ajusta a sus curvas. Un par de
pantalones ajustados y oscuros cubren sus piernas tonificadas.
Estoy acostumbrado a que las conejitas se me arrojen encima, a
menudo en estados de desnudez cuestionables. Dejé de entusiasmarme
con las minifaldas y los tops reveladores hace mucho tiempo. Hay algo
infinitamente más sexy en una mujer que luce su cuerpo sin mostrarlo
en absoluto.
Lainey inclina la cabeza hacia un lado. Sus dientes presionan su
labio inferior lleno. Quiero hacer eso. Chupar ese labio de puchero entre
mis dientes y morderlo. Quiero hacer muchas otras cosas mucho más
explícitas que eso, pero un beso parece un buen lugar para comenzar.
—¿RJ? ¿Está todo bien? —Sus ojos se clavan en mi pecho. Estoy
usando una camisa de una de mis campañas de patrocinio. Me permitió
las amplias renovaciones en esta cabaña hace unos años.
—¿Eh? —Sacudo la cabeza—. Oh. Sí. Todo bien. Lo siento, me fui
por un segundo.
Sonríe y se pone de puntillas, parpadeando, como si sus ojos se
iluminaran legítimamente, y su emoción le hace vibrar todo su cuerpo.
También hace que sus tetas se muevan. Intento mantener mis ojos en su
cara. Sin embargo, no es fácil.
—¡Hago eso todo el tiempo! A veces mi cerebro está ocupado con
tantos pensamientos que me pierdo conversaciones enteras. ¿A ti
también te pasa?
Sonrío. Me encanta que parezca decir lo que sea que tenga en
mente. —Todo el tiempo.
—En realidad es una habilidad útil cuando se te da un sermón,
porque puedo clasificar las cosas en mi cabeza, pero no es tan bueno
cuando tu profesor supervisor te dice qué tiene de malo tu tesis. —Se
pone el pelo sobre el hombro y se lo peina con el dedo.
—Supongo que te ha pasado.
—Sí. Afortunadamente, también envió todas sus críticas por correo
electrónico, por lo que no fue un gran problema. —Divide su cabello en 43
tres secciones y lo trenza hábilmente sin mirar lo que está haciendo ni
una sola vez. Es bastante impresionante. Casi quiero despeinarlo para
verla hacerlo otra vez—. De todos modos, suficiente de eso. ¡Empecemos!
—Me empuja del camino para que pueda lavarse las manos. Se las seca
en sus pantalones y se acerca al refrigerador, abriéndolo para ver qué
hay dentro.
Me gusta que se sienta como en casa. Estoy acostumbrado a las
mujeres que esperan ser atendidas. Es refrescante conocer a alguien que
no quiere que la complazca.
Empiezo a sacar cosas del refrigerador cuando ella comienza a
nombrar los artículos que necesitará y los coloca en el mostrador. Me las
arreglo para localizar casi todo lo que pide.
—¿Y ajo? ¿Tienes algo de eso? —Se inclina y mira la nevera a mi
lado. Su trenza se desliza sobre su hombro, rozando mi brazo.
—Uh, ¿tal vez podríamos renunciar al ajo?
—¿Eres alérgico? Mi hermano mayor se hincha cuando lo come.
Nos llevó una eternidad descubrir qué lo causaba. A veces todavía pongo
un poco cuando viene a cenar, porque es divertido verlo. —Inclina su
cabeza hacia un lado—. ¿O simplemente no te gusta el ajo?
—A veces me gusta, pero depende.
Sus cejas se juntan. —¿De qué?
—Con quién estoy comiendo. O sea, si salgo con amigos, seguro
que pediré las alitas de miel con ajo, el pan de ajo con queso o la pasta
Alfredo. Pero si estoy cenando con una chica bonita, paso de eso.
—Oh. —Gira el extremo de su trenza alrededor de su dedo.
Mierda. Espero no estar leyendo mal las cosas y hacerla sentir
incómoda.
—¿Eso significa que piensas que soy bonita?
Que suene genuinamente curiosa en cuanto a mi respuesta es
inesperado. —Te miras en el espejo todos los días, ¿qué te parece?
Desvía la mirada, aún jugando con el extremo de su trenza. —Mis
ojos son demasiado grandes, así que siempre parezco sorprendida. Mi
nariz es pequeña y mis labios están demasiado llenos, por lo que mi boca
no se ajusta realmente al resto de mi cara.
—Guau. Creo que necesitas un espejo nuevo, porque todo lo que
veo es muy hermoso.
Resopla y me rechaza con la mano. —Una vez, tomé una clase de
retratos, y aprendimos todo sobre la proporción y la simetría de la cara.
Esos son solo mis defectos basados en lo que me enseñaron.
—Bueno, soy un gran admirador de todos tus defectos, y creo que
te hacen más hermosa, no menos.
44
—Gracias. Creo que tú también eres hermoso. —Se encoge—. Es
decir, guapo. Eres muy agradable a la vista, con o sin la camisa puesta.
Cuando me caí en tu regazo en el avión, recuerdo haber pensado: “Al
menos me caí encima de alguien guapo”.
—¿Sí?
—Ajá. —Abre un cajón, tal vez para evitar mirarme—. Y por mucho
que me mortificara cuando te sentaste a mi lado en el Cessna, no podía
quejarme de la vista, dentro o fuera del avión. Que resultaras ser tan
agradable y tan útil fue una gran ventaja. —Me da un rollo de papel de
aluminio—. ¿Por qué no envuelves las papas? Demoran más, así que
deberíamos comenzar con esas.
Pongo las papas en la bandeja y dejo que Lainey me dé órdenes.
Definitivamente sabe moverse por la cocina. Cuando crecí, mi madre era
la que más cocinaba, pero mi padre era capaz de hacer un buen almuerzo
el sábado por la mañana. También hacía un pan estupendo, que echo
mucho de menos.
Una hora más tarde estamos sentados a la mesa, con los platos
llenos de filete, patatas asadas dos veces y crujientes coles de Bruselas
cocinadas con grasa de tocino. Abro una botella de vino tinto y le ofrezco
a Lainey una copa.
—¿Solo un poco? No estoy segura de que me guste el vino tinto.
—Quizá no has tomado el vino tinto adecuado. —Vierto un poco en
su copa.
Lo levanta, lo mueve en remolino y luego lo huele. —He visto que
la gente hace esto en las películas, pero no sé realmente cuál es el objetivo
—admite, luego inclina la copa hacia atrás y toma un sorbo tentativo. Su
expresión se torna reflexiva y luego da otro sorbo, un poco más fuerte—.
Esto está muy bueno. Me gusta. Tal vez el vino tinto que tomé antes era
malo.
—Tal vez. Algunas de las cosas baratas tienen un sabor horrible.
—Vierto más en su copa antes de llenar la mía. La levanto y espero a que
ella levante la suya—. Por los encuentros fortuitos.
—Por las nuevas aventuras y la gran compañía para compartirlas.
—Brindamos y tomamos un sorbo, cada uno sonriendo detrás del borde.
La cena es fantástica. Puedo arreglármelas por mi cuenta, pero en
mi caso hago que alguien me prepare la comida, porque no tengo mucho
tiempo durante la temporada y mi dieta es bastante estricta. No hay nada
mejor que una buena comida preparada por alguien que sabe lo que hace.
—Cuéntame más sobre tu familia.
—¿Como qué? —Se mete una col de Bruselas en la boca y mastica
pensativamente.
—¿A qué se dedican tus padres?
—Son productores de leche. Tengo que admitir que no he echado
de menos levantarme al amanecer para ordeñar vacas en los últimos días, 45
aunque tampoco ha habido un amanecer del qué hablar. —Lainey toma
otro sorbo de su vino. Su copa está casi vacía.
—Yo también crecí en una granja. Debo decir que tampoco extraño
esas madrugadas. —Descorcho el vino y vuelvo a llenar nuestras copas.
Lainey se sienta más erguida y sus ojos se abren con la emoción
que he visto un par de veces esta noche. —¡Oh! ¿Qué tipo de agricultores?
—De alpaca.
—¿De verdad? ¡Eso debe ser muy divertido! Son tan adorables.
—Pueden serlo, cuando no estás tratando de esquilarlas, de todos
modos.
Se inclina más cerca, ansiosa por más información. —Cuéntame
todo sobre eso. Quiero saberlo todo. ¿Con qué frecuencia se aparean?
¿Cómo es criarlas? ¿Te encariñabas? ¿Tenían todos nombres? —Es tan
dulce.
Me río y le cuento todo sobre mi infancia creciendo en una granja
de alpacas, feliz de tener algo más en común que puedo compartir con
ella.
—¿Y ahora te dedicas a eso? ¿A la granja de alpacas?
Dudo, sopesando las opciones. Por primera vez en años me siento…
normal. Estar aquí, en este lugar con tantos buenos recuerdos, antes de
que el hockey se apoderara de mi vida, cuando solo era RJ disfrutando
del verano, pescando y siendo un chico normal. Quiero aferrarme a eso
todo el tiempo que pueda.
No hay presión, ni desconfianza de que solo le interese mi carrera
y mi cuenta bancaria. Además, ¿qué hay de malo en decirle una mentirita
piadosa? En una vida diferente, si no hubiera sido tan buen jugador de
hockey, sería un granjero de alpaca. —Es lo que crecí haciendo. —No es
una respuesta directa, así que no es una mentira completa, pero tampoco
es la verdad.
—Eso es genial. ¿Tienes otros hermanos que trabajan contigo?
—Tanto mi hermano como mi hermana eligieron otras profesiones.
Mi hermano trabaja en animación y mi hermana quiere trabajar en
terapia deportiva. Ella sigue estudiando.
—Eso es muy agradable. Todos mis hermanos se dedicaron a la
producción lechera. Una de mis hermanas se encarga de la contabilidad
y mis otras dos hermanas ayudan con la distribución.
Alejo la conversación de mí mismo, sintiéndome incómodo porque
le mentí descaradamente. —Entonces, ¿eres la única que no se dedicó a
la producción lechera? ¿Fue difícil?
Lainey mira su copa y se encoge de hombros. —Sigo ayudando,
pero no estudié nada relacionado con la agricultura. Al principio fue algo
difícil. A mi familia le gusta mantenerse unida, y son bastante protectores
46
conmigo, por ser la más joven y todo, pero disfruto de aprender, así que
sigo encontrando cosas nuevas que me encanta estudiar. —Se recuesta
en su silla y aprieta su copa de vino con las palmas de las manos, como
si estuviera sosteniendo un tazón—. ¿Y tú? ¿Fuiste a la universidad?
—Durante un par de años, pero la escuela no es lo mío. Me gusta
moverme en lugar de quedarme sentado.
—Mmm. Sí. Ya lo veo. —Sus ojos recorren mi pecho cubierto por
mi camiseta, y se muerde el labio. No creo que esté siendo coqueta, solo
sincera. Se aclara la garganta y se toca la mejilla sonrojada con el dorso
de la mano—. Creo que este vino se me está subiendo a la cabeza. ¿Hace
mucho calor aquí?
—Tienes el rubor del vino. Te queda bien.
—Probablemente debería esperar a terminar este vaso. —Lo deja y
empuja su silla hacia atrás—. Ayudaré a limpiar la mesa. —Acomoda el
tenedor y el cuchillo en su plato, que limpia de forma impresionante, y lo
lleva al fregadero para enjuagarlo.
Guardo los condimentos mientras Lainey reorganiza el lavavajillas
por mí. También se niega a poner las ollas y sartenes allí, asegurándome
que no se limpiarán y que se hornearán y será diez veces más difíciles de
quitar las sobras.
—Puedo lavar. —Lainey choca su cadera con la mía, empujándome
del camino.
—Eres mi invitada, no tienes que hacer eso.
—No me importa. —Pone el tapón en el desagüe, echa un poco de
jabón en el fregadero y abre el grifo—. El agua caliente es agradable.
Me apoyo en el mostrador. —¿Qué quieres decir?
—Solo un problemita con el calentador de agua en la cabaña. —El
hecho de que no me mire me dice que probablemente haya más que un
problemita.
—¿Tienes agua caliente?
—Se resolverá pronto. —Agita una mano jabonosa y lanza espuma
en el aire. Aterriza en su pecho y en su cabello, y también en mí—. ¡Oh!
¡Lo siento mucho!
Se limpia las manos jabonosas con sus pantalones y comienza a
quitarla de mi pecho y cuello. No la detengo, porque estoy más que feliz
de tener sus manos sobre mí.
Pone la cara más adorable. —Tienes algo en el cabello. Lo siento
mucho, me pongo torpe cuando estoy nerviosa, que es la mayor parte del
tiempo. Y luego empiezo a hablar y no puedo parar.
—¿Te estoy poniendo nerviosa? —Reprimo una sonrisa.
—Bueno, tú no exactamente, sino toda la situación en mi cabaña,
y no quiero que pienses que he venido aquí porque quiero tu ayuda o algo
así. O que estoy tratando de comer una comida gratis o apoderarme de
tu cocina. En realidad, solo quería verte de nuevo, y decir que lo siento, 47
y gracias.
—En primer lugar, no necesitas disculparte por nada, y me ofrecí
para llevarte a tu casa, principalmente por razones egoístas.
—¿Qué hay de egoísta en desviarte de tu camino por otra persona?
—Quería pasar más tiempo contigo, Lainey, sin parecer demasiado
intenso. —O asustarte. Lo que parece probable con lo nerviosa que está
la mayor parte del tiempo. Sin embargo, me estoy acostumbrando, y es
muy entrañable.
—Oh. —Su lengua pasa por su labio inferior mientras contempla
esa pizca de sinceridad—. Vale, en ese caso, no traje la cerveza solo como
una disculpa y un agradecimiento, también quería volver a verte.
—Y aquí estás.
—Y aquí estoy. —Parpadea con sus grandes ojos de cierva, con una
pequeña y tímida sonrisa en sus labios carnosos.
—Por si no te has dado cuenta ya, me alegro mucho, y no solo
porque hagas unas patatas asadas increíbles.
Ese sonrojo suyo se amplifica un par de tonos de rosa.
Rozo su cálida mejilla con un nudillo.
—¿Tengo algo en la cara? —Su voz es suave y susurrante.
—No. Te estás sonrojando y es muy dulce. —Inclino la cabeza hacia
abajo en una petición silenciosa.
—Me gusta cómo se siente. —Lainey da un pequeño paso adelante
y levanta la mano. Sus pechos rozan mi diafragma, y sus dedos cálidos y
suaves acarician mi mejilla, reflejando el toque.
—¿También me he sonrojado?
—Tal vez. —Se muerde el labio para reprimir una sonrisa.
Me inclino un poco más. —¿Lainey?
—¿Sí, RJ?
—¿Puedo besarte?
—Esperaba que lo hicieras, así que, por favor sí. —Ella inclina su
barbilla hacia arriba, y sus ojos se cierran.
Curvo mis dedos sobre la delicada curva de su cuello, sintiendo
contra mi palma la fuerte corriente de sangre bombeando. Me inclino
para tocar sus labios con los míos. Su agarre en mis hombros se aprieta,
sus uñas arañan mi camisa cuando hace el sonido más dulce y suave.
Por lo que, por supuesto, lo hago de nuevo, y de nuevo.
Su mano se desliza más alto, las yemas de sus dedos bailan a lo
largo de mi cuello hasta que se deslizan por el cabello en mi nuca y jalan.
Separa los labios y saca la lengua. Es toda la confirmación que necesito 48
para saber que estamos en la misma página. Envuelvo mi brazo alrededor
de su cintura y la atraigo contra mí.
Succiono su labio inferior como he querido hacerlo desde que la
conocí y sigo con un mordisco. Jadea y se aleja, su mirada pasa de mi
boca a mis ojos y de regreso. —Siento eso por todo mi cuerpo.
—¿Debería hacerlo otra vez?
Asiente y susurra: —Por favor, sí, y gracias.
Así que vuelvo a hacerlo y soy recompensado con otro jadeo dulce,
seguido de un gemido bajo.
El beso pasa de ser tentativamente exploratorio a frenético en unos
segundos. Olvidando los platos, nos paramos frente al fregadero y nos
besamos. Se parece mucho a cuando estaba en la escuela secundaria con
mi primera novia, cuando todo era nuevo. Dios, he extrañado esto: estar
con alguien que genuinamente está interesada en mí. No porque sea un
jugador de la NHL, o porque tenga dinero, o un lindo auto, o cualquiera
de las otras razones por las que típicamente atraigo a las mujeres, sino
porque estamos actuando por una atracción mutua.
Una de sus manos me recorre el pecho y baja por mis abdominales.
Le permitiría que baje más, pero vuelve a subir tan pronto alcanza mi
cinturón. La muevo un poco para presionarla contra el mostrador. Si no
hubiera una pila de platos sucios dispersos por todas partes, la levantaría
para no tener que agacharme tanto.
Quiero pasar mis manos por todo su cuerpo, pero considero todas
las cosas que he aprendido sobre ella esta noche. Parece que ha estado
bastante protegida, por lo que dejo que tome la iniciativa y espero a que
haga el siguiente movimiento.
Tantea detrás de ella, golpeándose el codo con una olla y casi
tirando un vaso vacío. Hace un sonido de molestia amortiguado mientras
presiona sus caderas contra las mías.
Rompe el beso lo suficiente como para respirar profundamente y
mirar a mi alrededor. Estoy a punto de sugerirle que lo llevemos a la sala
de estar y que estoy más que feliz de cargarla hasta allí. Pero antes de
que pueda decir algo, baja mi boca de regreso hacia la suya y camina
hacia la mesa. El beso se vuelve descuidado y húmedo cuando se estira
a mi alrededor. Intento averiguar qué trama, pero no puedo hacerlo sin
que volvamos a separar las bocas, lo que no estoy dispuesto a hacer.
—Ven, siéntate —murmura en mi boca mientras una silla raspa
contra el suelo. Me empuja por los hombros y me dejo caer. Me sigue, su
trasero se apoya en mis muslos. Definitivamente debería haber llevado
esto a la sala de estar cuando tuve la oportunidad. El sofá es mucho más
cómodo. Mucho espacio para estirarse y recostarse.
Nos besamos como si estuviéramos muriendo de hambre por el
otro, las manos deambulan, pero mayormente permanecen en zonas
seguras. 49
Menea las caderas y gimo por la fricción. Se pone rígida y se queda
quieta, jadeando cuando me siente. Sus manos descansan sobre mis
hombros y se aleja con los ojos muy abiertos.
—Oh, Dios mío. —Se baja de mi regazo y retrocede hasta el
mostrador—. Lo siento tanto.
Yo también. Porque me estoy perdiendo todo esa suave y caliente
fricción sobre mi dolorosa y decepcionada erección. —¿Por qué? —gruño
más que nada.
—Por lanzarme encima de ti. Generalmente no soy tan atrevida. De
verdad no sé qué se me metió. —El color se eleva en sus mejillas—. Tal
vez debería regresar a mi cabaña. —Se arregla la camisa y se acomoda
los vaqueros.
—Guau, espera. —Me pongo de pie y le tomo la muñeca antes de
que pueda hacer un movimiento para realmente irse—. Necesito un poco
de sobriedad antes de poder llevarte. —No quiero llevarla de vuelta a esa
cabaña de mierda, pero tampoco quiero ponerla más incómoda de lo que
ya está.
Sus ojos se fijan en mi barbilla y sus mejillas arden. —Está bien,
no tienes que hacer eso. Puedo caminar.
—Es medianoche, Lainey, no hay forma de que camines a ningún
lado.
Sus ojos se elevan hacia los míos y sus labios se aplanan en una
línea. Parece estar a punto de pelear conmigo sobre eso, por lo que libero
su muñeca y retrocedo.
—Es peligroso a esta hora de la noche. Sé que no está oscuro, pero
los osos saldrán y has bebido.
—No estoy…
—Sobria o no, el paseo por la playa es rocoso, además de que la
temperatura ha bajado y hace frío afuera. Solo quédate a dormir.
—¿Aquí? ¿Contigo? —Retuerce sus manos.
—Hay cuatro habitaciones, puedes elegir la que quieras. —Pero
eres más que bienvenida a dormir en mi cama… conmigo—. Oh, y para
que conste, puedes arrojarte a mí cuando quieras. No me importará en lo
más mínimo.
Baja la cabeza y suelta una carcajada.
—Puedo llamarte un taxi si verdaderamente quieres regresar a tu
cabaña, pero me gustaría que te quedes.
Eleva la barbilla, sus ojos muy abiertos se encuentran con los míos.
—¿Sí?
—Sí, Lainey, en caso de que no te hayas dado cuenta, me gustas.
Sin embargo, no quiero que te sientas incómoda, por lo que depende de 50
ti por completo, pero aquí hay mucho espacio.
Sus mejillas se sonrojan otra vez. —¿En serio no te importa si paso
la noche aquí?
—Me encantaría pasar más tiempo contigo, ya sea hablando o
besándonos. Soy bueno en cualquiera… o en ambos.
Aparta la mirada y una sonrisa tímida coquetea en sus labios.
—De acuerdo. Me quedaré.
Intento no emocionarme tanto mientras la llevo hacia al segundo
piso donde están todas las habitaciones. Estoy bastante seguro de que
no tendré sexo esta noche. Y estoy bien con ello, pero mi polla parece
haber perdido el memo, considerando lo duro que aún estoy.
Me detengo en la primera puerta. —Esta es mi habitación.
Observa dentro. —Es muy grande.
Contengo una respuesta sucia. —Sí, mucho espacio, lo que es
agradable. Vamos, te mostraré las demás habitaciones. —Me sigue por el
pasillo hacia la siguiente. Abro la puerta y enciendo la luz—. Tiene baño
privado y todo.
—¡Oh, vaya! —Me pasa de largo y camina hacia la cama. Se arroja
sobre el edredón a cuadros, acostándose boca arriba y extendiendo los
brazos, lo que hace que su remera se levante, exponiendo un centímetro
de piel suave—. Esto es increíble.
Sonriendo, me apoyo contra el marco de la puerta y me cruzo de
brazos, mordiéndome el interior de la mejilla para no decir cosas que nos
avergüencen a ambos. Como, por ejemplo: Imagínate lo increíble que sería
si estuvieras desnuda debajo de mí. —¿Quieres ver las otras habitaciones
antes de tomar una decisión?
—No creo que sea necesario. Esta es perfecta. —Se eleva sobre sus
codos, sofocando un bostezo.
—¿Por qué no te busco algo con lo que dormir? Debería haber un
cepillo de dientes nuevo en el baño y cualquier otra cosa que puedas
necesitar.
—De acuerdo. Eso sería genial. Gracias, RJ.
—No hay problema.
Se desliza fuera de la cama y camina hasta el baño. Regreso a mi
dormitorio, sin sorprenderme de que vaya a dormir en el cuarto contiguo
al mío en vez de conmigo. Y si soy totalmente sincero conmigo mismo, en
realidad estoy un poco contento, a pesar de que otras partes de mi cuerpo
no estén de acuerdo. Ahora que lo pienso, es agradable llegar a conocer
a alguien antes de saltar a la cama. Hacer una conexión en más sentidos
que solo el físico.
Creo que eso es probablemente lo que más he extrañado desde que
comencé a jugar al hockey profesionalmente. No me malinterpreten, tuve
51
mi justa cuota de diversión. E intenté salir con algunas mujeres, pero la
mayoría de ellas pensaban que ya me conocían, por lo que las citas
comenzaban con la balanza desequilibrada. Cuando no coincidía con la
idea que tenían de mí, me dejaba un sabor amargo en la boca.
Al igual que la mentira que le dije sobre mi trabajo. Debería haber
sido sincero, pero entonces tal vez me miraría de otra manera. Decido
que le diré la verdad… cuando esté un poco más cómoda conmigo y el
momento se sienta correcto.
Una vez que estoy en mi habitación, reacomodo mi erección en una
posición más cómoda y le doy una palmadita. —Paciencia, hombrecito.
Esta valdrá la pena la espera. —Me pongo los ojos en blanco, sintiéndome
como un idiota por hablarle a mi pene.
Abro mi tocador y revuelvo mis camisetas hasta hallar una blanca.
También agarro un par de calzoncillos, aunque tengo la sensación de que
serán demasiado grandes. Aún está en el baño, por lo que dejo las cosas
sobre la cama y regreso a la planta inferior para servirnos un vaso de
agua a cada uno, preparar la cafetera para la mañana y apagar todas las
luces.
Para el momento en que regreso a la planta superior, ya se ha
puesto mi camiseta. Me está dando la espalda, así que tengo un momento
para observarla. El dobladillo le llega a la mitad del muslo, mostrando
sus piernas delgadas. Se inclina hacia adelante y retira el edredón,
exponiendo las sábanas de franela.
Me aclaro la garganta y salta.
—Lo siento, no quise asustarte. Te traje un vaso de agua. —Cruzo
la habitación y lo dejo sobre la mesa de noche.
—Oh, gracias, eso fue considerado.
—¿Tienes todo lo que necesitas? —le pregunto, deseando que no
estuviera tan nerviosa a mi alrededor y que nuestra sesión de besuqueo
no hubiera traído incomodidad a nuestras interacciones.
—Sip. Toda lista. Y gracias por esto. —Tira de la manga que casi le
llega al codo.
Mi mirada cae y atrapa su pecho, donde sus pezones resaltan sobre
la tela blanca. Arrastro mis ojos de vuelta a su rostro. —No hay problema.
—Tengo que sacar a la rana de mi garganta—. No estoy seguro de si eres
madrugadora, pero el café está listo, así que, si te despiertas antes que
yo, simplemente siéntete como en casa.
—De acuerdo. —Da un tentativo paso hacia adelante y envuelve
sus brazos a mi alrededor. Regreso el abrazo, pero trato de evitar que
todo debajo de la cintura haga contacto con cualquier parte de ella.
Espero a que me suelte antes de deslizar solo un dedo debajo de su
barbilla y presionar un casto beso sobre sus suaves y mentolados labios.
—Buenas noches, Lainey.
—Buenas noches, RJ.
52
7
La mañana siguiente
Traducido por Miry
Corregido por Anna Karol
Lainey
53
Duermo casi diez maravillosas horas. Podría acostarme en esta
cama para siempre, pero son más de las diez y escucho a RJ abajo en la
cocina.
Me levanto de la cama y voy hacia el baño. Una vez que veo mi
cabello, decido que sería mejor ducharme antes de bajar, especialmente
porque mi cabaña carece de agua caliente. Mientras que disfruto de las
ventajas de un tanque de agua caliente en funcionamiento, repito ese
beso (sesión de besos) de la noche anterior una y otra vez en mi cabeza.
Me pregunto si volverá a besarme así antes de irme. Espero que sí.
No tengo más remedio que volver a ponerme la ropa de ayer una
vez que termino, pero al menos me encuentro limpia y abrigada. Estoy
nerviosa de nuevo, insegura de cómo no ser incómoda mientras bajo las
escaleras. Planeo agradecerle por ser tan hospitalario, y luego regresaré
a mi cabaña. RJ está en la cocina, preparando algo en una sartén. Lleva
un par de pantalones de chándal bajos y una camiseta blanca que le
aprieta la espalda. Todas mis palabras desaparecen cuando veo que sus
músculos se flexionan bajo el algodón. Me gustaría ser ese algodón.
—Buenos días. ¿Cómo dormiste? —Me da esa sonrisa que parece
hacer que a mi cerebro le dé un corto circuito por un momento.
—Dormí muy bien, gracias. Lo siento, es muy tarde. Esas persianas
no dejan pasar la luz, ¿cierto? —Mi suéter cuelga del respaldo de la silla,
así que lo recojo—. Probablemente debería irme.
—O podrías quedarte a desayunar —sugiere RJ.
—Oh, no podría hacer eso, ya he abusado de tu hospitalidad. Estoy
segura de que tienes un día ocupado. —Me pongo el suéter sobre la
cabeza, aunque ya me encuentro cálida. Si me voy ahora, tal vez reciba
ese beso de despedida que espero.
RJ apoya una cadera contra el mostrador. —En realidad, mi día
está abierto de par en par. Quiero decir, existe la posibilidad de que vaya
a pescar en algún momento, pero de ahí en más estoy totalmente libre.
¿Tienes planes?
—Uh, no, sin planes.
—¿Entonces puedes quedarte? Desayuna conmigo y luego tal vez,
si te apetece, podríamos ir a la ciudad, o lo que quieras, de verdad.
—¿Estás seguro? No quiero imponerme. —Quedarse significa que
no hay beso de despedida, pero tal vez podamos pasar parte del día con
los labios uno contra el otro.
—No te impones para nada, Lainey. Estoy feliz de que estés aquí, y
para ser sincero, aún busco alguna excusa que pueda encontrar para
pasar más tiempo contigo.
—Bueno, en ese caso, el desayuno suena genial. ¿Qué puedo hacer
para ayudar? —Y así, la incomodidad se ha ido.
RJ me sirve café. —Bebe esto y yo me encargaré del resto.
Agrego un poco de azúcar y crema, revuelvo, pruebo y repito hasta 54
que está perfecto. —Este café es increíble.
—¿Estás segura de que tienes la proporción correcta de crema y
azúcar? —pregunta.
—¿Te burlas de mí?
Sostiene el pulgar y el dedo índice muy juntos. —Tal vez un poco.
—Demasiada crema y azúcar arruina el café. Prefiero pecar de
precavida. —Le toco el pecho.
RJ envuelve sus brazos a mi alrededor, jalándome contra él. Parece
que ese beso que esperaba sucederá mucho antes de lo que creía. Baja
la cabeza y nuestros labios se encuentran y se abren, las lenguas se
acarician húmedas y aterciopeladas.
Trato de no dejarme llevar como lo hice anoche, pero besar a RJ es
como comer pastel de cumpleaños. Una vez que empiezo, parece que no
puedo parar. Paso mis manos sobre su pecho y le agarro la nuca para
evitar que vague demasiado. Las manos de RJ se mueven en dirección
opuesta, y palmea mi trasero, acercándome.
Con su mano libre, empuja a un lado lo que se encuentra en el
mostrador y mete la tabla de cortar en el fregadero con un fuerte golpe.
Nos separamos por un segundo para verificar el daño, pero todo parece
estar bien.
RJ vuelve su atención hacia mí y me sube al mostrador. —Dios,
amo tu boca.
—Cada vez que me besas, siento que acabo de consumir un galón
de café con alcohol —digo.
—¿Eso es algo bueno o malo? —Arrastra sus labios a lo largo de mi
garganta.
—Es bueno. Creo. —Inclino la cabeza hacia un lado—. Aunque
ambos son altamente adictivos. ¿Crees que las personas pueden volverse
adictas a los besos? Supongo que es posible, ya que pueden ser adictas
al sexo. Supongo que puedes ser adicto a cualquier cosa, de verdad.
Mierda, estoy balbuceando.
RJ se ríe y mordisquea el borde de mi mandíbula. —Sin duda estoy
desarrollando una adicción hacia ti.
Separo las piernas y RJ entra en el espacio, gimiendo cuando su
erección presiona contra mí. Envuelvo las piernas alrededor de su cintura
y engancho mis pies detrás de su espalda, hundiéndome más en la
lujuria.
Justo cuando RJ desliza sus dedos bajo el dobladillo de mi blusa,
el aroma penetrante de algo ardiendo, no relacionado con la chimenea,
hace que rompa el beso. —¡Oh, mierda! —Alarga la mano para apagar el
quemador y mover la sartén, ahora llena de croquetas de patata semi
55
carbonizadas, a un quemador sin usar. En su apuro, tira mi café, que se
derrama sobre el mostrador.
Salto hacia abajo antes de que pueda alcanzarme, pero gotea sobre
el borde hacia el piso, salpicando nuestros pies.
RJ agarra un paño de cocina para absorberlo, con las mejillas
llameantes como las mías. —Eso salió mal rápidamente.
—Tal vez deberíamos guardar las sesiones de besos para después
de las comidas —sugiero, sin aliento y un poco avergonzada de que una
vez más me haya dejado llevar por completo. Al menos no es unilateral.
—Probablemente sea una buena idea. —Empuja las croquetas de
patata carbonizadas en la sartén—. Entonces... ¿tocino, huevos y
tostadas?
Le acaricio el pecho. —Haré las tostadas, ¿y tú te encargas de los
huevos?
Lainey
58
Puedo enumerar las cosas que me gustan de mi cabaña con un
dedo: no estar en ella.
Paso buena parte de la tarde tratando de trabajar en mi tesis.
Tratando es la palabra clave. Lo único en lo que pienso es en besar a RJ
y sentir su erección presionando mi estómago a través de todas las
barreras de tela.
Aunque he pasado algún tiempo en el agua, no ha sido estudiando
los animales. Así que reviso algunas de mis investigaciones preliminares
y me las arreglo para tomar notas de las correlaciones en las que me voy
a centrar cuando ponga algo de tiempo y energía en la verdadera razón
por la que estoy aquí. Que no es besuquearme con RJ.
Pero es tan bueno en eso.
Y esto me hace preguntarme cuántas otras mujeres han tenido la
oportunidad de experimentar sus habilidades para besar. También me
hace preguntar en qué más es bueno. Probablemente en todo, decido.
Parece saber exactamente lo que hace. Aunque tengo una maestría en
terapia sexual, la mayor parte de mi conocimiento es teórico y basado en
textos.
Y ahora pienso en sexo por lo que parece ser la millonésima vez
desde que caí en el regazo de RJ en el avión hace unos días. Y estoy
pensando en lo incómoda que es esta cama en comparación con la de su
habitación. Justo al lado de su dormitorio. Donde probablemente esté
durmiendo ahora mismo. A diferencia de mí.
En vez de eso, estoy acostada en un colchón desnivelado, mirando
al techo, congelándome bajo una pila de mantas con olor a moho,
deseando haber aceptado su oferta.
Sé sin ninguna duda que no estaría durmiendo en la habitación de
al lado si volviera a su casa. No creo que haya nada malo en que la gente
se sienta atraída por alguien más. En teoría, es una reacción humana
natural. Pero nunca en mi vida me había sentido tan atraída por nadie,
y me preocupa que mi falta de moderación pueda ser un problema.
Me doy la vuelta sobre mi estómago y me pongo una de las
almohadas húmedas sobre mi cabeza, cierro los ojos y trato de apagar mi
cerebro. Pero no tiene sentido. Estoy bien despierta. Son solo las cuatro
de la mañana, pero me rindo al intentar dormir.
Me hago un café, tuesto un bagel y le unto queso crema, y salgo
con un par de binoculares. Ayer, mientras estábamos en la ciudad, pude
pedir prestado un par de libros en mi lector electrónico, y recogí un millón
de folletos, así que tendré algo de lectura para el análisis comparativo de
datos.
Me pierdo en mi lectura y en la observación de delfines y ballenas
en el agua durante las próximas horas. Probablemente pasaría todo el
día sentada fuera, a pesar de que hace frío y mis dedos están casi siempre
entumecidos, solo para evitar la cabaña.
Con el tiempo necesito usar el baño, y sin dudas me vendría bien 59
una cafetera fresca, ya que mis ojos se sienten como huevos cubiertos de
arena cuando parpadeo. El teléfono suena justo cuando estoy acabando
en el baño. Ni siquiera me molesto en lavarme las manos. En lugar de
eso, salgo corriendo con los pantalones aún medio bajados y contesto la
llamada antes de que el teléfono deje de sonar.
—¡Hola! —grito y luego me encojo porque soy demasiado ruidosa.
—¿Lainey?
Mi excitación se desinfla como un globo triste, pero trato de excluir
la decepción de mi voz. —Oh, hola, mamá.
—Gracias a Dios que respondiste. Me estaba preocupando. Ya
envié cuatro correos electrónicos esta mañana, y he estado llamando
durante las últimas dos horas.
—Oh, lo siento, salí y no pude escuchar el teléfono, y el servicio de
celular no es confiable aquí. ¿Está todo bien?
—Oh, oh sí. Todo está bien. Estaba preocupada por ti ya que no
llamaste ayer. Leí un artículo sobre ataques de osos en Alaska. ¿Sabías
que no puedes dejar tu basura afuera por culpa de los osos? ¿Y sabías
que los osos pardos están relacionados con los grizzlis? Irán a husmear
si dejas algo de comida afuera. Tienes aerosol para osos, ¿no? Debí haber
insistido en que tomaras clases de tiro con arco cuando eras adolescente.
—Sé todo sobre la basura, mamá, y sabes lo que pienso sobre las
armas. —Me estremezco al pensar que alguna vez tendré que sostener
una.
—Lo sé, lo sé. ¿Pero qué hay del aerosol para osos? ¿Al menos
tienes eso?
—Sí.
—Bien. Bueno, eso es bueno. ¿Cómo van las cosas? Sabes que está
bien si extrañas tu casa y decides volver temprano. Tu boleto no tiene
fecha, así que puedes volar a casa cuando quieras.
—La estoy pasando muy bien.
—Oh. Bueno... eso es bueno. ¿Estás manejando bien la ansiedad,
entonces? ¿Tienes todas tus técnicas de visualización para cuando las
cosas se ponen estresantes?
—Estoy manejando todo muy bien, y sí, sé qué hacer cuando las
cosas se ponen estresantes. Aunque es bastante tranquilo por aquí.
—Me alegra oír eso. —No parece estar contenta en absoluto—. ¿Has
hecho algún amigo? Puedes estar tan concentrada en tus estudios y a
veces hacer amigos es difícil para ti. ¿Hay algún otro estudiante allí?
—No hay otros estudiantes, pero hice un amigo.
—¿En serio? ¡Es maravilloso! 60
Intento no sentirme ofendida por su sorpresa.
—¿Dónde la conociste? ¿Han hecho cosas divertidas juntas? Si no
es estudiante, ¿qué hace? ¿Es de aquí?
—Lo conocí en el avión. No es local, en realidad tiene una granja de
alpacas en Nueva York, lo cual es muy bueno. Fuimos a navegar ayer.
—Bueno, ¡eso suena divertido! ¿Usaste un chaleco salvavidas?
¿Cómo se llama?
—RJ.
—¿RJ? Eso no parece un nombre de chica.
Odio tener veinticinco años y que aún me cueste decirle a mi madre
que conocí a alguien que no es mujer. —Eso es porque RJ no es una
chica.
Me encuentro con el silencio, un silencio largo y pesado. Soy
consciente de que no durará. —¿Estás pasando tiempo con un chico?
¿Qué sabes de él? ¿Y quién se hace llamar con iniciales? Esto no me
gusta nada, y no creo que a tu padre le vaya a gustar tampoco.
Contengo los comentarios mordaces que me gustaría decirle,
consciente de que me arrepentiré si me meto en una discusión con mi
madre sin forma de arreglar las cosas desde tan lejos. —Es muy amable,
mamá. Ha sido muy útil y amable. Me ha llevado de compras, y hemos
pasado una tarde agradable explorando la ciudad juntos.
—¿De verdad crees que esto es una buena idea, Lainey? Ya sabes
cuánto te apegas a la gente. Solo estás allí durante seis semanas, y ¡ya
suenas como si estuvieras enamorada!
—No estoy enamorada. —No me gusta lo agrias que son esas
palabras—. Solo estoy aquí por un corto tiempo, y él solo está aquí por
unas pocas semanas. No hay nada malo en pasar tiempo con alguien que
me gusta.
—Los chicos solo quieren una cosa, Lainey.
—Él no es un chico, mamá, es un hombre y yo no soy una niña.
Soy una mujer de veinticinco años. Nos divertimos juntos, y voy a
disfrutar de mi tiempo con él —espeto.
A continuación, se hace más silencio.
—Por favor, mamá, no me lo pongas difícil.
Suspira. —Sabes lo mucho que me preocupo por ti.
—Lo sé, pero me estoy divirtiendo, y él es muy agradable. —Y muy
bueno en los besos—. ¿Cómo está todo el mundo? ¿Cómo está Mooreen?
Debe estar lista para tener su ternero pronto. ¿Va a venir el doctor Flood
a encargarse de eso? —No es un cambio sutil, pero funciona.
Mi madre se pone a despotricar sobre los animales, y luego se pone
a chismorrear sobre los vecinos.
61
Finalmente me deja ir para que pueda volver a la lavandería. Decido
llamar a mi amiga Eden, que recientemente se mudó a Chicago por un
gran trabajo. La extraño, pero seguimos en contacto a través de llamadas
telefónicas y correo electrónico. Está mucho más entusiasmada con mi
nuevo amigo.
Cuando termino la llamada con ella, ya son las dos de la tarde, y
estoy cansada y hambrienta. Me como un puñado de galletas, demasiado
cansada por estar levantada desde las cuatro de la mañana como para
molestarme en poner a hervir agua y hacer fideos. El sol ya no brilla, las
nubes se han desplazado mientras estaba al teléfono, oscureciendo el
cielo de la tarde.
Decido que una siesta de veinte minutos será suficiente para poder
pasar el resto del día, y tengo la esperanza de conseguir una noche de
sueño decente. Después de mi siesta puedo llamar a RJ y ver si todavía
está dispuesto a hacer algo.
Pongo algo de música relajante y me acuesto en mi cama llena de
bultos. En cuanto cierro los ojos, el pecho tonificado de RJ aparece detrás
de mis párpados. Permito que el recuerdo de sus labios sobre los míos y
la forma en que se sintió al ser presionada contra todos esos músculos
duros tome el control mientras me sumerjo en un sueño dichoso.
Una gran explosión me asusta al despertar. Me levanto de golpe y
alcanzo el objeto más cercano, que resulta ser un libro de texto en mi
mesita de noche. No hay luces prendidas, lo que no tiene mucho sentido,
ya que podría jurar que lo estaban cuando me dormí. Un relámpago me
asusta, y segundos después un trueno hace temblar toda la cabaña. Las
sombras se arrastran a través de las paredes durante el corto periodo de
tiempo que hay luz, así que, por supuesto, grito.
Odio las tormentas eléctricas. Los truenos se parecen mucho a los
disparos, y me recuerdan a mi época en la universidad en Seattle. Eso,
junto con el hecho de que estoy en una cabaña desvencijada, el fuego se
ha apagado, y no hay luces encendidas, me envía directamente a la tierra
de la ansiedad.
La lluvia cae sobre el techo, y más truenos y relámpagos me tienen
escondida bajo mis cobijas. Trato de reducir mi respiración en pánico,
pero sale demasiado rápido y ya estoy fuera de control. Necesito luz.
—Respira, Lainey. Respira y arréglatelas —me digo a mí misma.
Inhalo profundo y exhalo lentamente. Inspiro. Exhalo.
Tiene que haber una linterna en algún lugar de aquí. O algunas
velas. Ayer dejé de cargar mi celular, ya que tengo uno de esos servicios
baratos y no tengo recepción. Aun así, no hace daño ver si tiene carga,
así que al menos puedo usar la pantalla para encontrar algo más fiable.
Desafortunadamente, está muerto, como todas las luces de este lugar.
Una fría gota de agua me golpea en la nuca y luego otra en el brazo.
El momentáneo alivio de mi pánico se disuelve mientras tropiezo
en la extraña oscuridad, buscando en los armarios otra cosa que no sea
62
el paquete de cerillas que sigo usando para encender el fuego. Finalmente
encuentro un encendedor, pero todo lo que hace es encender sin darme
una llama. Eventualmente me las arreglo para encontrar una linterna,
pero esta parpadea una vez y muere. —¿Nada de este estúpido lugar es
confiable? —le grito a nadie.
La única respuesta es un relámpago y una explosión de truenos.
El viento se levanta, aullando a través de las paredes, haciendo
parecer que hay lobos fuera de mi cabaña. Y entonces es cuando me
vuelvo loca. Porque aquí estoy, sola en esta cabaña sin luces, sin linterna,
sin velas... y el techo gotea en muchos lugares, basado en el número de
veces que me moje.
—Debes controlarte, Lainey —me digo a mí misma entre sollozos.
Aspiro profundo y suelto el aire por la nariz, tratando de concentrarme
en la estrategia de visualización que mi terapeuta siempre me dice que
use cuando el pánico es demasiado grande.
Recorro mis sentidos: cinco cosas que puedo saborear, cuatro que
puedo tocar, tres que puedo oler, dos que puedo oír, lo que no ayuda en
nada a la ansiedad, ya que los truenos ocurren justo en ese momento.
Me esfuerzo para bloquear los recuerdos de la universidad. La
tormenta. Los relámpagos y los truenos, cómo se superponían con el
repetitivo rat-a-tat. La caída de las puertas de la sala de conferencias. Los
gritos...
Me sobresalto una vez más cuando el teléfono suena. Si son mis
padres, no hay forma de que crean que estoy bien. Porque no es así. Estoy
aterrorizada. Pero no quiero estar sola en esta tormenta, así que atiendo,
aunque no me traiga más que dolor.
—¿Hola? —digo.
La línea cruje con la estática. —¿Lainey?
No son mis padres, gracias a Dios. —¿RJ?
—Oye, me alegro de que hayas contestado. Intenté llamar antes,
pero la línea estaba ocupada... —Se calla cuando un gran trueno hace
temblar la cabaña. También chillo, lo que hace que sea difícil de oír—.
¿Estás bien?
—Uh... —Considero mentir, pero me doy cuenta de que no tiene
mucho sentido—. No tengo electricidad.
—Sí, todas las líneas están caídas. Las tormentas de verano pueden
ser duras aquí, y podemos perder la energía por un par de días.
—¿Un par de días? —Ahí está ese tono alto otra vez.
—Sí, tengo un generador en caso de fallos de electricidad. Iré a
buscarte, ¿de acuerdo? Estaré allí en cinco minutos, tal vez diez como
mucho.
—Bien. Eso estaría bien. —Gimoteo en el siguiente relámpago—. 63
No me gustan las tormentas eléctricas.
—Estaré allí tan rápido como pueda.
—¿Puedes traer una linterna? Las de aquí no tienen pilas.
—Mierda. Sí, por supuesto. Ya estoy saliendo por la puerta. Te veo
en un rato.
—Está bien. Gracias. —A regañadientes cuelgo el teléfono. Quiero
preparar una maleta, pero no puedo hacerlo sin algún tipo de fuente de
luz.
Los minutos se alargan durante lo que parecen horas, hasta que
un golpe me asusta, aunque ahora casi todo me está asustando. Abro la
cerradura y abro la puerta. De pie en los desvencijados e inseguros
escalones, golpeados por la lluvia, está RJ, vestido con un impermeable
amarillo, sosteniendo una linterna lo suficientemente brillante como para
aterrizar un avión.
Doy un paso atrás, dejándolo entrar. Su capucha cae hacia atrás,
exponiendo su hermoso rostro, sonrojado y salpicado de gotas de lluvia.
Cierro la puerta detrás de él y me tiro a sus brazos, sin importar que esté
empapado. O que me veo desesperada. Un trueno me hace tratar de
enterrar mi cara en su pecho.
Se queda allí un momento, inmóvil, posiblemente conmocionado,
antes de finalmente envolverme con sus brazos mojados. —Oye, estás
bien.
—En serio, odio las tormentas eléctricas —murmuro contra su
impermeable.
Me acaricia suavemente la espalda. —Es totalmente comprensible
cuando llueve casi tan fuerte por dentro como por fuera.
Respiro profundo varias veces, tratando de recuperar un poco de
compostura para no lucir como una loca enfermiza, pero he llorado
mucho, y mi cara siempre se mancha y mis ojos se hinchan. Al menos la
iluminación es mala.
Finalmente, aflojo mi agarre, consciente de que no puedo hacer de
Koala para siempre. —Estoy bien. Estoy bien. Muchas gracias por venir.
—Hubiera estado aquí antes si hubiera sabido que era tan malo. —
Se encoge cuando gotas de agua caen sobre su cabeza desde el techo—.
Vamos a empacar una bolsa y sacarte de aquí.
Asiento con la cabeza. —Me gustaría eso.
Con la ayuda de su linterna, guardo ropa en mi maleta. Arrojo mi
computadora portátil y cualquier otro dispositivo electrónico, preocupada
de que se mojen y se arruinen con la cantidad de lluvia que entra por el
techo.
Arrojo mis artículos de tocador también y me pongo el abrigo.
—Creo que estoy lista. —Meto las manos en los bolsillos para que
no pueda ver cuánto estoy temblando. 64
68
9
Exploración sensorial
Traducido por Camila Cruz
Corregido por Kish&Lim
Rook
69
Mierda. Eso no podría haber sido lo correcto.
La expresión de Lainey permanece indiferente por varios segundos
más antes de que finalmente esboce una sonrisa. —De verdad es un
basurero, ¿no?
Estoy aliviado de que no lo tomara a mal. —Tengo que ser sincero,
me sentí mal dejándote allí la primera noche.
—También me sentí mal por eso.
Me río de su sonrisa irónica. —¿Entonces te quedarás aquí? ¿No
tengo que preocuparme de que el techo se te caiga encima o de que los
mapaches se acurruquen en la cama contigo?
—Creo que los ratones y arañas son los más propensos a abrazar.
—Lainey se estremece—. Sí, me quedaré por ahora.
Nos quedamos sentados junto al fuego, bebemos chocolate caliente
y hablamos de cómo es crecer con cuatro hermanos y tres hermanas
mayores. Me gusta que pueda hablar de mis hermanos y mi familia con
ella. A medida que compartimos historias, decido que debería decirle la
verdad sobre mi trabajo y espero que no se moleste porque no fui honesto
en primer lugar. Me apoyo en un brazo para poder mirarla directamente.
Ella está recostada contra una pila de almohadas, su cabello largo que
se derrama sobre sus hombros, ojos suaves, mejillas sonrosadas por el
calor del fuego y el chocolate caliente.
—Quiero decirte algo. —Toco un mechón de cabello sedoso,
nervioso y dudando de mí mismo. Realmente no quiero que esto cambie
las cosas.
Sonríe y se muerde el labio. —Bueno. Por supuesto. Puedes
decirme cualquier cosa, RJ.
Le devuelvo la sonrisa, pero dudo que la mía sea tan fácil. —Así
que recuerdas que dije…
Un relámpago hace que los ojos de Lainey brillen de pánico y su
cara palidezca. —Oh no. Pensé que la tormenta había terminado.
Un impresionante trueno sigue a esa declaración, y ella se sienta,
tirando de sus rodillas hacia su pecho por lo que es casi una pequeña
bola.
Obviamente mi verdad tiene que esperar. —Oye, está bien. Estás a
salvo. —Me muevo para poder poner un brazo alrededor de ella.
—Es una tontería temerles a los truenos. —Se vuelve hacia mí, con
todo su cuerpo temblando.
Deslizo un brazo bajo sus piernas y la muevo para que esté en mi
regazo. —Oso de peluche humano aquí, ofreciendo abrazos de seguridad,
libre de juicio.
—Gracias. Lo siento. —Presiona su frente contra el costado de mi
cuello, el calor cruzando mi garganta con sus respiraciones de pánico. 70
Lainey
77
Haber crecido en una granja, en un área rural, educada en casa, y
con ansiedad social no significa que nunca haya tenido novio. Los tuve.
No muchos, pero unos pocos, y la mayoría de ellos fueron relaciones
largas. Bueno, más o menos.
Además, tener cuatro hermanos mayores significaba que salir con
ellos podía ser difícil y a menudo en secreto. Aparte del secretismo vino
el reto de encontrar oportunidades de privacidad. Incluso ahora, a los
veinticinco, nunca he vivido mucho tiempo fuera de casa. Debido a la
granja, ninguno de mis hermanos se ha distanciado mucho del núcleo
familiar. Todos viven a unos pocos kilómetros de distancia.
Por supuesto, la casa en la que todos crecimos era grande, con
muchos lugares para escabullirse, los graneros son lugares decentes para
besarse, si puedes superar el olor. Y los animales generalmente no te
delatan, a menos que uno patee un cubo en el establo y se caiga,
asustándolos.
Incluso con los desafíos a los que me enfrenté en el mundo de las
citas, salí con un tipo que tenía apartamento propio durante un tiempo.
Eso me ayudó a ampliar mi repertorio sexual y a poner en práctica la
teoría; sin embargo, según mi experiencia más reciente, ese tipo no era
muy bueno en la cama. Ciertamente no tan generoso, hábil o bien dotado
como RJ.
Basta con decir que no me resisto a la mañana siguiente cuando
RJ sugiere que tomemos el resto de mis cosas y las llevemos a su casa.
Pero primero tenemos más sexo. Y luego una ducha, lo que lleva a más
sexo. Puedo ver que ese lugar en particular puede ser un poco peligroso
con alguien que no es tan fuerte o ágil como RJ.
Intimar con alguien que está en una condición física tan increíble
es bastante fantástico. No solo puede levantarme y cargarme como si
pesara tanto como un saco de patatas, también puede sostenerme, con
la ayuda de la pared de la ducha, y darme un orgasmo. Es extraordinario.
Es bastante extraordinario, de verdad.
Después de anoche hay un cambio entre nosotros. Siento como si
estuviéramos conectados en formas que van más allá de la intimidad.
Tomamos un desayuno rápido, recogemos el resto de mis cosas de
mi asquerosa cabaña y volvemos a su casa. Y sí, tenemos más sexo. En
realidad, eso es más o menos todo lo que hacemos durante el resto del
día. Eso y comer. Yo deambulo con una de sus camisas de cuadros
abotonadas, y él vaga con sus calzoncillos... a petición mía obviamente.
Nunca he tenido una aventura, y soy consciente de que eso es lo
que es. Él vive en Nueva York, y yo en Washington. Tiene que dirigir una
granja de alpacas, y yo tengo que terminar mi máster y conseguir trabajo,
eventualmente, o empezar mi doctorado, lo que tenga más sentido.
De manera que me esfuerzo en no preocuparme por lo que pasará
cuando regrese a casa. En vez de eso, por primera vez en mi vida, me
78
permito disfrutar del tiempo que tengo con RJ y espero que mi corazón
pueda lidiar con ello. También disfruto del sexo con él. Mucho. Así que
eso también ayuda.
86
11
Todas las cosas buenas
Traducido por Auris
Corregido por Anna Karol
Lainey
87
—Lainey, nena, despierta.
Gimo y me acurruco en la almohada. —Déjame dormir cinco
minutos más, RJ, luego puedes hacerme el amor.
Presiona sus labios en mi mejilla, y cuando vuelve a hablar, su tono
hace que los cabellos de mi nuca se ericen. —Nena, por favor, necesito
que te despiertes. Me tengo que ir.
Parpadeo un par de veces y ruedo. RJ se encuentra sentado en el
filo de la cama, completamente vestido, su expresión es dolorida. —¿Qué
pasa?
—Es mi hermano. Bueno, en realidad es Joy. Entró en labor de
parto. Más de un mes antes, y hay complicaciones. Sé que se supone que
viajemos juntos, pero él me necesita ahora mismo.
Aún estoy media dormida, así que me toma un par de segundos
asimilar lo que dijo. —¿El bebé va a estar bien? ¿Y Joy?
—No lo sé. Es bastante delicado. Necesito estar allí para que pueda
tener algo de apoyo. Como todos los demás, por si acaso.
Me paso una mano por el rostro, tratando de procesar todo.
—Claro. Definitivamente te necesita. ¿Cuándo te vas?
—Tengo un vuelo en menos de dos horas. Me tengo que ir ahora.
—Sigue rozándome la mejilla con el dorso de su mano.
—¿Ahora? —Me levanto sobre mis manos, el peso de sus palabras
finalmente se asienta.
—Lo siento, Lainey. Quería volar de regreso a Seattle contigo. —Su
expresión es de pura pena—. No me quiero ir, pero tengo que hacerlo.
—No, no. Lo entiendo. Tu familia te necesita… tienes que estar allí
con ellos. —Si fuera uno de mis hermanos, haría exactamente lo mismo.
—Llamaré, ¿de acuerdo? Cuando llegue, llamaré y te haré saber
que aterricé y como va todo, así que no te preocupes.
—De acuerdo. Sí. Por favor.
—Siento tanto tener que irme. —Acuna mi rostro en sus manos y
me besa, evidentemente sin importarle mi aliento matutino.
Mi estómago cae cuando me doy cuenta de que este es el adiós,
pensé que teníamos otro día, tiempo para hablar, para resolver las cosas.
No voy a verlo otra vez. No pronto. Parte de mí quiere ofrecerme a ir con
él, pero solo prolongaría lo inevitable.
Un desesperado y desolado sonido sale de él mientras se aleja, sus
ojos recorren mi rostro. —Te necesito una última vez.
—Sí. Por favor. —Ya puedo sentir el dolor en mi pecho, y él sigue
aquí conmigo. Estoy aterrada de cómo será cuando ya se haya ido. Trago
la ansiedad y me centro en el momento.
88
Me saca mi camiseta de dormir por la cabeza, así que solo es
cuestión de desabrochar su cinturón y bajar el cierre. —Lamento no
poder encargarme de ti de la forma que quiero. —Su boca cubre la mía
de nuevo, y el beso está lleno de la misma desesperación que siento.
Subo a su regazo en tanto RJ sigue completamente vestido y lo
libero de sus bóxers.
No hay forma de que nos movamos con sutilezas; es una necesidad
desesperada la que nos guía mientras me hundo y lloro por la invasión.
Todo es magnífico, incluso la sensación de tenerlo dentro de mí, sabiendo
que será la última vez.
Mantengo nuestras bocas unidas, abrazándole con fuerza mientras
me mueve sobre él, lentamente al principio, con suavidad... pero no dura;
nos agarramos y aferramos, los dientes chocan, las lenguas pelean,
nuestros cuerpos luchan mientras impactamos el uno contra el otro,
tomando lo que ambos necesitamos porque no tenemos tiempo.
RJ aparta la boca de la mía. —Necesito que te vengas.
—Estoy cerca —le aseguro.
Me levanta y me baja, más rápido, más duro, llevando mi cuerpo al
límite. El orgasmo me roba el aliento, y lloro, deseando que la sensación
fuera algo a lo que pueda aferrarme.
—Lainey. —La sola palabra es tanto una demanda como un ruego.
Abro los ojos y me concentro en su rostro, en el tormento en sus ojos, en
el arrepentimiento que puedo sentir creando un agujero en mi corazón
en forma de un amor que nunca experimentaré por completo aparte de
estas pocas semanas.
Se viene, con los ojos en los míos, su cuerpo sacudiéndose con su
orgasmo. Me besa, fuerte al principio, luego más suave. Eventualmente
envuelve los brazos a mi alrededor y me aprieta fuertemente, presiona los
labios contra mi garganta. Murmura algo que no entiendo contra mi piel.
Momentos frágiles pasan, y su inminente partida se avecina. Sus
palmas acarician mi espalda, enredándose brevemente en mi cabello
antes de que finalmente se aleje y exhale un aliento inestable. Sus ojos
están vidriosos y tristes. —Me tengo que ir.
—Lo sé.
—Quería más tiempo contigo.
—Yo también. ¿Te acompaño?
—Eso estaría bien. Déjame conseguirte una camisa.
Me muevo de su regazo, sintiendo su ausencia en todas partes
cuando perdemos nuestra conexión física. Se vuelve a colocar los
pantalones y cruza hacia el armario, agarrando una de sus camisas que
deja en la cabaña. Me ayuda a ponérmela, abrocha un par de botones
con manos temblorosas.
—Así está bien, sé que no tienes tiempo. 89
Lainey
91
En la actualidad…
Hoy no es mi día. En absoluto. Después de una noche de poco
sueño, llegué al trabajo y me dijeron que dos personas se enfermaron de
gripe. Ya que es sábado y son amigos y universitarios, supongo que gripe
es código para resaca. Debe ser bueno tener cero en lo que respecta a las
responsabilidades.
Como tenemos poco personal y una de las chicas de hoy es nueva,
me dieron el trabajo de dirigir un recorrido de fiesta de cumpleaños para
un par de gemelos de tres años. Esto normalmente no se encuentra en la
descripción de mi trabajo.
En su mayoría, puedo evitar la multitud de personas que visitan
las exhibiciones todos los días, lo que generalmente está bien para mí. La
población requiere mucha energía, y no tengo mucha de ella estos días.
Por desgracia, hoy soy la experta residente en todo lo acuático, lo
que aparentemente me convierte en la mejor candidata para realizar un
tour. Manejaba bien la responsabilidad hasta hace unos veinte minutos,
cuando descubrí que la fiesta de cumpleaños es para los hijos de un
jugador de NHL. Al parecer uno muy atractivo y popular, por la forma en
que las chicas que trabajan aquí se están volviendo locas.
No sé mucho sobre hockey, pero entiendo lo básico: tiene lugar en
una pista de hielo, y hay palos, discos y cascos involucrados. Además,
debido al hecho de que dicho jugador de hockey ha alquilado todo el
acuario por la tarde, los jugadores de NHL tienen mucho dinero para
tirar.
Solo el pastel debió costar una pequeña fortuna. Tiene la forma de
una cabeza de tiburón saliendo del agua. Es muy realista. Vi la lista de
precios para este evento, se hallaba en el escritorio de mi gerente, y podría
pagar mi renta durante todo un año con lo que este jugador de hockey
pagó por una tarde mirando animales acuáticos.
Además de esta fiesta extravagante, Miller Butterson (qué apellido
más extraño) y su hermosa esposa han donado una gran cantidad de
dinero para financiar el proyecto de delfines en el que trabajo con uno de
los miembros del personal de mayor jerarquía aquí. Todo es emocionante.
Y la razón por la que actualmente trato de no hiperventilar.
Realizo mi ejercicio sensorial calmante por tercera vez consecutiva,
con la esperanza de poder superar esta experiencia sin avergonzarme. En
el lado positivo, al menos solo tengo que lidiar con un grupo de niños y
sus padres, en lugar de cientos de familias.
Jugueteo con el final de mi trenza cuando me paro al frente del
grupo de niños adorables y bien vestidos. Sus madres son confiadas y
atractivas, haciéndome sentir desaliñada con mi uniforme beige. Me paro
de espaldas a la enorme pared de cristal en tanto les cuento a los niños
todo sobre Daphne y Dillon, nuestros delfines. Puedo hacer esto. Puedo
fingir que presento mis hallazgos a un panel de profesores muy pequeños 92
y adorables.
Todo parece ir bien hasta que un niño de cabello oscuro tira de mi
brazo. —¿Ese es el papá delfín?
Miro por encima de mi hombro justo a tiempo para ver qué le llama
la atención. —Oh Dios mío. —Extiendo los brazos e intento bloquear la
vista de los niños, pero es inútil. Los delfines han decidido que, en este
momento, durante esta costosa fiesta de cumpleaños, es un excelente
momento para aparearse. No podían esperar a que el acuario estuviera
vacío. Oh, no, deben tener su estúpido polvo aquí.
—¡Es como un gran sable de luz rosa! —El niño de cabello oscuro
le dice alegremente al niño pelirrojo a su lado. El cual sostiene sus manos
frente a su entrepierna y hace sonidos de sable de luz, y el chico de
cabello oscuro se une por unos segundos, fingiendo tener una pelea de
espadas con sus penes de sable de luz invisibles.
—¡Mamá! ¡Mira! ¡Eso es como el pipí de papá! —grita el chico de
cabello oscuro.
Una mujer menuda con pelo castaño largo y pechos enormes, que
también parece estar significativamente embarazada, desvía su atención
del gigante hombre cuyo brazo está cubierto protectoramente sobre su
hombro para dirigirse a su hijo. —Cariño, no difundimos eso.
—¡Pero es verdad! —protesta, agitando los brazos pequeños.
—Lo sé, cariño, pero no queremos poner celosas a las otras mamás.
No puedo creer que esta sea una conversación real, que suceda
ahora mismo, en público. Me gustaría creer que esta madre bromea, pero
teniendo en cuenta que las declaraciones provienen de un niño y que
generalmente no son hábiles para mentir, tengo que creer que lo que dice
es cierto. Me pregunto inapropiadamente cómo funciona eso incluso con
una mujer de su tamaño. Y luego, por supuesto, porque mi cerebro es un
lugar desordenado en estos días, pienso en RJ y que tan... grande era y
cómo yo me acerco al mismo tamaño que esa mujer. Corto esa línea de
pensamiento de inmediato, porque es inútil y vergonzoso.
Sin prestar atención a la advertencia de su madre, el niño se pega
contra el cristal, fascinado por lo que ve, y grita: —¡Papá! ¡El delfín tiene
un gran pipí como tú! ¡El mío va a ser así!
—Robbie, amigo, no hablamos de eso en público —dice el hombre
guapo, con la mirada pegada a su esposa o, más específicamente, a su
escote.
La madre de Robbie finalmente registra lo que sucede en el tanque
de delfines, y sus ojos se agrandan. —Santo infierno, esa cosa se está
volviendo loca. —Le da un codazo en el costado a su esposo—. Tal vez
eres parte delfín.
Su esposo aleja la atención de su pecho y sigue su mirada hacia el
espectáculo detrás de mí, con los ojos desorbitados. —Guau. No es de
extrañar que su novia esté tratando de escapar. 93
Todo el infierno se desata cuando un niño rubio comienza a llorar.
—¡Mamá! ¡El niño delfín intenta apuñalar a esa niña delfín!
Su madre, igualmente rubia, lo acerca a su costado y le acaricia la
cabeza para tranquilizarlo. —No trata de apuñalarla, cariño, trata de
amarla.
Realmente espero que nadie me pida que explique los rituales de
apareamiento de delfines, porque creo que probablemente estallaría en
llamas. —¡Está bien, todos! ¡Démosles privacidad a los delfines y pasemos
a la próxima exhibición! ¿Quién quiere ver a los tiburones? ¡Levanten sus
manos! —grito en mi auricular, haciendo que la retroalimentación haga
eco a través de la habitación cavernosa.
Por fortuna, distrae a todos de los delfines fornicadores. Cuando
llevo a algunos de los niños más angustiados y a sus padres a la próxima
exhibición, disculpándome profusamente por algo que está más allá de
mi control, pero aun así es increíblemente vergonzoso, un hombre en la
parte trasera del grupo me llama la atención.
Mi corazón da un vuelco cuando asimilo lo que juro es el conjunto
familiar de los hombros de RJ y la forma distintiva de su mandíbula
angular. Comencé a dibujar de nuevo para intentar capturar el recuerdo
en papel. Sí, soy tan patética. No, no lo he superado.
—Disculpe, ¿puede decirme dónde está el baño? —El hombro de la
mujer está cubierto de saliva, y el bebé en sus brazos parece que está a
punto de llorar.
Aparto la mirada de lo que muy bien puede ser una completa
alucinación debido a la falta de sueño que he tenido en los últimos meses
y señalo a la pobre madre en dirección al baño de mujeres. Cuando miro
hacia atrás donde se encontraba mi alucinación/fantasía, todo lo que veo
es un montón de globos.
Hoy me estoy volviendo loca.
Me apresuro al frente del grupo y continúo con el recorrido. Por
fortuna, los tiburones se comportan bien, y es la hora de comer, la cual
suele ir bien para los niños. Pero esta vez no: un niño comienza a llorar
nuevamente cuando se da cuenta de que alimentan a los tiburones con
peces y los llama “caníbales”. Otro niño pregunta si también podremos
ver el pipí del tiburón. Su madre lo aparta y le habla con severidad.
Sigo mirando a la parte posterior del grupo, tratando de averiguar
si realmente estoy alucinando. Pero luego vislumbro de nuevo al hombre
que entró en mi vida hace más de un año, la puso patas arriba y la
mantuvo así.
Definitivamente es RJ. Me pregunto si está relacionado con uno de
estos jugadores de hockey. Tal vez su hermano se mudó de Los Ángeles
o tiene un primo aquí. Pero cuando veo a los otros hombres en esta fiesta
de cumpleaños, comprendo que todos llevan las mismas gorras de béisbol
y camisetas con el mismo logotipo, como si fuera un uniforme. Y RJ no
es diferente, su enorme y voluminosa complexión completa la camiseta 94
que combina con el resto de los hombres, todos rivalizando entre sí en
tamaño.
Conmocionada y muy confundida, llevo a la fiesta por el recorrido,
tropezando con mis palabras más de una vez. Por supuesto, los delfines
no pueden ser los únicos que actúan raro hoy. Cuando llegamos a las
nutrias marinas, uno de los machos se presiona contra el cristal y se
frota sobre él, lamiendo la ventana. Los niños piensan que es gracioso, y
todos los padres sacan sus teléfonos y graban videos. Al menos las
nutrias no intentan aparearse.
Me siento aliviada cuando el recorrido finalmente termina, porque
tengo la boca seca y el estómago hecho nudos. Renuncié hace mucho
tiempo a volver a ver a RJ o contactarlo, y ahora aquí está. Durante el
año pasado, llamé a todas las granjas de alpacas en Nueva York, pero
ninguna de ellas se encontraba vinculada a RJ, y sin un apellido era como
tratar de encontrar una aguja en un pajar. No puedo creer que ni siquiera
intercambiáramos apellidos. Esperaba tener noticias suyas una vez que
hallara la nota que le dejé en la cabaña con mi información de contacto;
en cambio no hubo nada más que un silencio doloroso. Mentiría si dijera
que no contuve el aliento cada vez que mi teléfono sonaba todo el verano.
Me quedo ahí, retorciéndome las manos, a medida que se desliza
entre los padres y evita pisar a los niños pequeños.
Su mirada se mueve sobre mi rostro de una manera familiar y de
búsqueda. Estoy segura de que hoy me veo muy mal. Anoche me levanté
varias veces y tuve problemas para volver a dormir, así que ninguna
cantidad de corrector podría cubrir mis ojeras esta mañana. Además,
todo mi uniforme es de color beige, y los pantalones tienen pliegues en la
parte delantera, por lo que ni el estilo ni el color me favorecen, ni a nadie
más, para el caso.
Se detiene justo en mi burbuja de espacio personal, lo que hace
que mis palmas estén más sudorosas de lo habitual. Me veo obligada a
reclinar la cabeza para poder mirarlo a la cara. Su perfecta y hermosa
cara. Se ve exactamente como lo recuerdo, excepto que su cabello es más
corto, como si lo hubiera cortado recientemente.
—Dios, pensé que nunca te volvería a ver, y aquí estás —dice en
ese barítono profundo que me pone los pelos de punta.
Solo lo miro, incapaz de despegar mi lengua del paladar. Es tan
hermoso y real. Al menos creo que es real. Eso espero, de lo contrario
necesito ver a un médico.
Su ceño se frunce, su mirada navega con una emoción que no
puedo identificar. ¿Está herido, tal vez? ¿O preocupado? —¿Lainey? ¿Me
recuerdas?
—Por supuesto que te recuerdo, RJ —susurro.
El alivio suaviza su expresión. —Es muy bueno verte. —Envuelve
sus brazos gruesos y fuertes alrededor de mí y me jala en su contra.
Me impacta la estúpida calma por el contacto y la repentina ola de 95
calma que acompaña su toque. Inhalo profundamente, respirando el olor
familiar de su colonia y el aroma que es únicamente de él. Las emociones
me golpean: tristeza, anhelo, alivio y miedo. Su agarre sobre mí se tensa
tanto que dejo salir un pequeño chillido.
Afloja su agarre y da un paso cauteloso hacia atrás. —Lo siento. Es
tan bueno verte después de todo este tiempo. —Pasa sus palmas por mis
brazos y toma mis manos entre las suyas, apretando suavemente—. Te
ves increíble.
Echo un vistazo a mi atuendo, preguntándome si quizás necesita
lentes o algo.
No me suelta las manos. —¿Cómo estás? ¿Qué haces en Chicago?
Quiero decir, obviamente estás trabajando, pero ¿qué te trajo aquí? ¿Te
estás quedando aquí?
—Esas son muchas preguntas —respondo, como idiota, porque eso
es en lo que me he convertido, aparentemente. No sé cómo manejar el
que se encuentre aquí. Esa breve ola de calma ha desaparecido tan rápido
como llegó, y a su paso ha dejado desconcierto.
Se ríe un poco. —Tienes razón. Son muchas preguntas. Intentemos
con una. ¿Cómo estás?
—Estoy... —Agotada, eufórica, aterrorizada, confundida—. Bien.
—Bien. Te ves bien. —Su pulgar se desliza hacia adelante y hacia
atrás sobre mis nudillos. Se siente bien, pero también me distrae—. ¿Qué
te trajo a Chicago?
Está más cerca de Nueva York que Washington y es una forma de
escapar de la sobreprotección de mis padres. Y una forma de demostrarles
a ellos y a mí misma que podía hacer esto por mi cuenta. Pero no digo nada
de eso. —Me ofrecieron un trabajo y pensé que debería aceptarlo.
—Es increíble, Lainey. ¿Eso significa que terminaste la maestría?
—Así es. Sí.
Me abraza de nuevo, no tan vigorosamente o tan largo como la
primera vez, pero aún me roba el aliento y amenaza la poca compostura
que tengo. —¿Eso significa que estás aquí permanentemente?
—Tengo un contrato temporal, pero debería estar aquí durante
otros seis meses más o menos, siempre y cuando no lo arruine. Ya sabes,
asustando a los niños pequeños de por vida con delfines fornicando y
cosas así.
—No es como si pudieras controlar a esos bastardos cachondos. No
pueden evitar que les guste divertirse, ¿no? Y claramente no les importa
que haya audiencia. —Sonríe, pero la incomodidad de toda esta reunión
hace que parezca vacilante.
—Claramente no. —Aparto mi mirada de la suya, incapaz de borrar 96
los recuerdos de RJ y de mí haciéndolo casi en cualquier lugar que fuera
posible, en cualquier momento que quisiéramos, durante esas breves
semanas en Alaska—. ¿Qué hay de ti? ¿Qué te trae a Chicago? ¿Estás
visitando amigos?
Su expresión cambia de emocionado a angustiado entre un
parpadeo y el siguiente.
Antes de que pueda contestar, otro hombre vestido con una camisa
roja y una gorra de béisbol se acerca, mirándome con curiosidad. —Oye,
Rook, lamento interrumpir, pero... te necesitamos por un minuto.
—Espera. —Ni siquiera mira al hombre.
—Vamos a tomar una foto del equipo: solo tardarás un minuto y
luego podrás volver con tu amiga. —Su mirada pasa de RJ a nuestras
manos juntas.
—¿Foto del equipo? —Miro de uno al otro.
—Lainey... —RJ dice mi nombre como una disculpa.
Y todo encaja en su lugar. Todas las cosas de hockey en su cabaña,
lo enorme y construido que es, su resistencia, las camisetas y gorras a
juego.
—Creí que dijiste que eras un granjero de alpacas de Nueva York.
13
Mentirillas no tan pequeñas
Traducido por IsCris
Corregido por Anakaren
Rook
97
Toda la genialidad que viene con finalmente volver a ver a Lainey
desaparece con esa declaración. Es sorprendente lo que una persona
puede olvidar en un año. Como la forma en que construí toda nuestra
breve relación sobre una mentira.
No importa que tuviera un elaborado plan para explicar la razón
por la que mentí. Porque la verdad es que tuve muchas oportunidades
para decírselo… y cada vez que estaba a punto de hacerlo, algo pasaba o
encontraba una razón para posponerlo. Hasta que fue demasiado tarde.
Tenía demasiado miedo de perder lo que teníamos, de que cambiaran las
cosas, de que me viera de otra manera. Aunque de todos modos la perdí,
porque no respondió cuando llamé desde Los Ángeles. Peor aún, no me
dejó una forma de contactarla, ninguna nota, número, nada.
—¿RJ? —Se ve confundida, herida, nerviosa, y tan malditamente
hermosa.
—Puedo explicarlo.
Retuerce las manos. —¿Ahora eres jugador de hockey profesional?
—Sí, pero…
—¿Desde cuándo?
Exhalo. No tiene sentido seguir mintiendo. —Esta será mi séptima
temporada con Chicago.
—¿Séptima? —Aprieta los labios, y ese dolor se convierte en algo
parecido a traición—. ¿Me mentiste sobre tu trabajo?
—Te iba a decir la verdad, lo juro. —Es el peor pretexto.
Frunce el ceño. —Estuvimos solos durante semanas, tuviste el
tiempo suficiente para decirme la verdad. ¿Por qué mentirías?
—Hay una explicación lógica, Lainey. Te prometo que todo tendrá
sentido si me dejas dártela.
Continúa retorciendo las manos. —¿Cómo puedo creerte? ¿Sobre
qué más mentiste?
—Rookie, Lance, ¿vienen? Los necesitamos para la foto del equipo
—llama Alex detrás de mí.
Mierda. Olvidé que Lance sigue aquí, viendo este descarrilamiento
de tren.
Retrocede un paso. —De todos modos tengo que volver a trabajar.
—Solo dame otro minuto —grito.
Alex me pasa un brazo sobre el hombro, completamente ajeno a la
tensión en el aire o la ansiedad de Lainey, algo con lo que estoy demasiado
familiarizado. —Lamento interrumpir, pero necesito que me prestes a
este hombre por un minuto, no puedo tomar una foto del equipo sin el
capitán.
—¿Capitán? —repite, mirándome como si fuera un extraño y no el
hombre con el que pasó casi seis semanas jugando a las casitas. 98
—¿Otra vez estás siendo modesto, amigo? —Me da una palmada en
el pecho—. Este tipo es el mejor jugador de la liga.
—Uh, Alex, creo que... —Lance intenta interrumpir.
—Tú también eres un jugador excelente, Romero. —Le guiña un ojo
a Lainey—. Hiciste un gran trabajo con el recorrido, sobre todo lidiando
con toda la situación de los delfines.
—Gracias. En general eso no sucede en las fiestas de cumpleaños.
Usualmente Dillon espera hasta la noche para ponerse juguetón con
Daphne. —Retrocede otro paso, murmurando algo por lo bajo mientras
sus mejillas se sonrojan.
—¿Crees que podemos esperar un momento para la foto del
equipo? Necesito un minuto con Lainey. Nos conocemos. —Los miro a
ambos significativamente.
Las cejas de Alex se alzan mientras que las de Lance bajan y luego
suben. Sería divertido si las cosas no estuvieran tan tensas. Alex aparta
su brazo y retrocede, mirándonos. —Lo siento, lo siento. Seguro. Liam y
Lane están ansiosos por abrir sus regalos.
Lainey todavía está intentando retroceder lentamente.
—Por favor. No es lo que piensas.
Endereza la columna y se cruza de brazos. —No sabes lo que
pienso.
—¿Podemos ir a hablar a otro lado? —Echo un vistazo al mostrador
de información donde tres chicas están agrupadas mirándonos.
—No puedo… estoy en medio de un turno. —Da otro paso hacia
una puerta que dice: “SOLO PERSONAL”.
—¿Qué tal cuando acabes? ¿Podríamos encontrarnos para tomar
un café en algún lugar cercano? —Me doy cuenta de lo inapropiado que
suena la primera parte después de que sale de mi boca.
O no se da cuenta o finge no hacerlo. —No puedo. Estoy ocupada.
—Ha pasado un año, Lainey. Intenté llamar cuando llegué a Los
Ángeles, pero nunca contestaste. Lo único que quiero es una oportunidad
para hablar, al menos dame eso.
—Hubo una tormenta. Un árbol cortó las líneas telefónicas y toda
la electricidad. Ni siquiera funcionaba el generador. —Su postura rígida
vacila y su labio inferior tiembla.
Eso explica por qué el teléfono sonaba una y otra vez y finalmente
todo lo que obtenía era un clic y el tono de marcado, pero podría haberme
dejado una forma de contactarla. —No sabía sobre los teléfonos. ¿Por qué
no me dejaste una manera de contactarte? —Avanzo un paso por cada
uno que retrocede.
Confundida, parpadea. —Lo hice. Dejé una nota con mi número y
correo electrónico. 99
Se me retuerce el estómago con esta noticia. Pensé en regresar a
Alaska después de Los Ángeles, pero las cosas fueron tan difíciles con el
nacimiento de Max que no hubo tiempo. —No encontré nada cuando
regresé este verano.
—La dejé en tu habitación. Y tal vez fue algo bueno que no la
encontraras, teniendo en cuenta que eres un mentiroso. —Le tiembla la
barbilla y sus manos revolotean en el aire antes de que las junte en su
frente.
Tenía tanta prisa esa mañana, preocupado por mi hermano, Joy y
el bebé, deseando haber hecho las cosas de otra manera con Lainey. Ni
siquiera pensé en dejarle mi número. —Cometí un error… sí, fue uno
grande. Solo... no me reconociste. No pensé... ¿puedo darte mi número?
Entiendo que es mucho que asimilar, ¿y tal vez necesites tiempo para
pensar? Puedo darte eso, pero, por favor, al menos dame la oportunidad
de explicarlo.
Sacude la cabeza pero se saca el teléfono del bolsillo, introduce el
código de acceso y me lo entrega. Rápidamente me agendo antes de que
cambie de opinión. Entonces me envío un mensaje para asegurarme de
tener su número antes de devolvérselo.
No sé qué hacer con las manos, así que las guardo en mis bolsillos.
—¿Puedo llamarte más tarde para que podamos arreglar para tomar un
café?
Sostiene el teléfono contra su pecho, sus ojos se dirigen a la puerta
que dice “SOLO PERSONAL” y luego al grupo de mujeres reunidas en el
mostrador antes de volver a mirarme. No hay afecto, solo una cautelosa
desconfianza. —Ni siquiera te conozco. ¿Por qué iría a una cita contigo?
—No digas eso. Me conoces, Lainey. Lo único que no sabías era mi
trabajo. Eso es todo. —Doy otro paso hacia ella, pero sacude la cabeza y
retrocede.
—¿Eso es todo? No es una mentira pequeña, RJ. Me dijiste que eras
un granjero de alpacas en lugar de decirme que eres el capitán de un
equipo de hockey profesional. Es un detalle bastante grande para dejar
de lado, ¿no te parece? —Le tiembla la voz, no estoy seguro de si es por
ira u otra emoción, pero parece que está al borde de las lágrimas, y odio
ser el causante.
La puerta detrás de ella se abre. —¿Lainey? Lamento interrumpir,
pero necesito tu ayuda con las nutrias. Ollie sigue persiguiendo a todas
las hembras y eres la única que parece poder controlarlo cuando está así.
—Por supuesto. Enseguida estoy contigo. —No me gusta lo aliviada
que parece estar con la interrupción. Me da otra mirada cautelosa—.
Tengo que irme. Cuídate, RJ, si ese siquiera es tu nombre. —Gira sobre
sus talones y se aleja a toda velocidad.
Incluso con los horribles pantalones color beige, su trasero se ve
fantástico, y que lo note o me centre en eso habla terriblemente de mí. 100
Me quito la gorra y me paso la mano por el cabello, maldiciendo por
lo bajo. ¿Cuáles eran las posibilidades de encontrarla aquí, de todos los
lugares? ¿Que terminara en mi ciudad? Al menos ya sé dónde trabaja y
tengo su número. Ahora solo tengo que esforzarme para que quiera
hablar conmigo.
Lainey
105
La cabeza de Eden se asoma por la puerta de la sala de observación.
Ella es la razón por la que tengo este trabajo. Crecimos siendo educadas
en casa en la misma comunidad, pero de adolescente fue a una escuela
local y luego a una universidad regular. Aun así, nos mantuvimos unidas
e incluso logramos mantener el contacto cuando se mudó a Chicago hace
un par de años, a pesar de mi poca afición a las redes sociales.
Cuando las cosas se volvieron un poco locas con mi familia al volver
de Alaska, sugirió que la visitara. Ya que había sido lo suficientemente
valiente como para tomar un avión, decidí que podía volver a hacerlo.
Además, mis padres habían vuelto a asfixiarme, especialmente porque
regresé con el corazón roto. Mi madre nunca dijo directamente te lo dije,
pero estaba implícito. A menudo.
La visité por una semana, me enamoré del acuario y regresé un par
de meses después, esta vez con un trabajo y un apartamento.
—Oye. Supuse que estarías aquí. —Cierra la puerta detrás de ella.
—Es pacífico. —Apago la tablet que tengo en las manos, casi
agradecida por el descanso de otro angustioso artículo con el que me
topé.
—¿Otra vez investigando?
—Algo así. ¿Me necesitan al frente? —Ocasionalmente tengo que
trabajar en el mostrador de información. No me importa hablar con la
gente de uno, especialmente cuando preguntan por los animales.
Se inclina contra la puerta. —Ahora mismo me quedaría aquí atrás.
—Ha regresado, ¿verdad? —Cruzo las manos sobre mi regazo para
no retorcerlas.
—Sí. Ha regresado.
Ha pasado más de una semana. Nueve días, en realidad. Nueve
largos días desde que RJ: también conocido como Rook Bowman, capitán
del equipo de hockey NHL de Chicago y al parecer un mujeriego bastante
notorio, según muchas, muchas cuentas en Internet, regresó a mi vida.
Desde entonces ha venido al acuario todos los días. También llama,
envía mensajes de texto y regalos bastante extravagantes a diario. Bueno,
extravagantes para mis estándares, pero también descubrí que su salario
anual es de once millones y medio de dólares, por lo que los cientos que
probablemente gasta en ostentosos arreglos florales y canastas de regalos
es similar a tirar un puñado de billetes al aire y verlos caer como la nieve
en un pozo de lava o en la boca de un tiburón.
—Parece realmente… arrepentido.
La miro con dureza. —Tú también no.
Viene a sentarse a mi lado. Las focas pasan nadando, inafectadas
por mi ansiedad o mal humor. —Entiendo que es difícil, especialmente
porque te mintió, pero ¿tal vez tenía una razón para hacerlo?
—Solo puedo imaginar cuál es esa razón. 106
117
15
De vuelta al juego
Traducido por Auris
Corregido por Anna Karol
Rook
118
Lainey me pidió espacio, pero considerando lo molesta que estaba
ayer cuando se fue de mi casa y lo mal que dormí, lo primero que hago
por la mañana es llamarla y dejarle un correo de voz preguntándole cómo
se encuentra y haciéndole saber que estoy pensando en ella antes de ir
al gimnasio.
Aún no he oído de su parte para cuando termino de ejercitarme,
así que le envío un mensaje con, básicamente, el mismo contenido y luego
procedo a ordenarle un ramo de flores. Estoy por irme a casa cuando mi
teléfono se ilumina. Miro la pantalla y me pongo jodidamente eufórico al
ver su nombre.
—Oye, hola. ¿Cómo estás?
—Uh, hola. ¿Eres RJ? —Es una voz femenina, pero no es la de
Lainey.
—Sí, lo soy. —Compruebo la pantalla. Sin dudas es su número, el
cual memoricé la noche que lo obtuve—. ¿Quién es?
—Eh, soy Eden. Soy amiga de Lainey, y como que estoy
organizando una intervención.
—¿Una intervención? ¿Lainey se encuentra en alguna clase de
problema? —Pienso en los círculos oscuros bajo sus ojos y su ansiedad,
con la cual me familiaricé en Alaska, pero siempre pareció algo que podía
manejar cuando estaba cómoda y se sentía segura, pero tal vez me estoy
perdiendo algo.
—No se trata de una intervención intervención… es más como que
estoy tratando de darle un amigable empujón en la dirección correcta.
Así que, probablemente me meteré en algún problema por decirte esto,
pero nunca te superó. Quiero decir, ha estado lidiando con muchas cosas
y solo recientemente intentó empezar a tener citas.
—¿Está saliendo con alguien? —Esto no es lo que quiero oír.
—No realmente. Quiero decir, han ido a un par de citas y cree que
él es lindo y estable, o lo que sea, pero no es como que verdaderamente
le guste.
—¿Entonces no es serio?
—No. Aún no, de todas maneras. Como dije, solo fueron a un par
de citas, pero creo que a él realmente le gusta ella… y vive en su edificio,
por lo que no es ideal para ti.
—Mierda. No, no lo es. —Realmente tengo que intensificar mi juego.
—Es solo que Lainey tiene mucho en su plato, la mayoría de lo cual
estoy bastante segura que no te ha mencionado, pero que definitivamente
debería.
—¿Hay algo que pueda hacer? ¿Una manera en la que pueda
ayudar?
—Ambas salimos a las cuatro. Deberías venir al acuario.
119
—Pero la vi ayer, y dijo que necesitaba tiempo.
—Ya tuvo mucho tiempo. Más de un año. Tiene miedo. Y si hablas
en serio sobre querer que te dé una segunda oportunidad, deberías estar
aquí. Guiará un recorrido privado hasta las tres y cuarenta y cinto.
Mierda, me tengo que ir. —Cuelga antes de que pueda agradecerle.
Necesito ponerme en marcha y averiguar cómo hacer que Lainey
vea que hablo en serio y que soy más que mentiras y promesas vacías.
Paso por casa, me vuelvo a bañar y me cambio a unos pantalones
de vestir negros y una camisa con botones. No sé por qué siento la
necesidad de vestirme como si me estuviera alistando para una cita, pero,
en el improbable caso de que esté interesada en más que solo decirme
que me vaya a la mierda, quiero estar preparado.
Llego al acuario a las tres y media, solo para estar seguro, y me
aproximo al escritorio del frente. Una mujer que luce familiar, con cabello
castaño, lentes y un montón de curvas me mira de pies a cabeza y levanta
una ceja. —¿Sin flores esta vez?
—Maldición. —No puedo creer que olvidé pasar a comprarlas—.
¿Hay algún lugar cerca donde pueda comprar unas rápidamente?
Levanta una mano. —Lainey dejó el último ramo aquí porque no
tiene más espacio en su departamento, así que creo que estás bien sin
las flores.
—¿Qué tal chocolates u otra cosa?
—También dejó la última caja de chocolates aquí. Y si bien todos
lo apreciamos, porque estaban deliciosos, este año estoy tratando de no
ganar cinco kilos antes de las fiestas, así que puedes parar con los
chocolates y las flores por un tiempo. Tal vez por una semana. —Extiende
una mano—. Soy Eden.
Me limpio la palma en los pantalones antes de sacudirla. —Rook
Bowman, digo, RJ.
—Oh, sé quién eres. —Apoya un codo en el mostrador y señala
hacia el banco cerca de uno de los muchos tanques de peces—. ¿Por qué
no tomas asiento? Faltan unos minutos para que termine. Sin embargo,
tienes puntos extras por llegar temprano. —Se levanta los lentes por la
nariz y se gira hacia la pantalla delante de ella, despachándome.
—De acuerdo, gracias.
Logro quedarme sentado por cinco minutos antes de ponerme
ansioso y empezar a pasear. Termino en la exhibición de delfines en tanto
la espero. Hoy el macho parece comportarse.
Eventualmente Lainey y un pequeño grupo de personas de aspecto
académico entran al vestíbulo. La mayoría se dispersa, pero uno se queda
atrás para hablar con ella. Me doy cuenta, por la forma en que no para
de meterse la mano en el bolsillo y luego frotándose la nuca, que está
interesado en ella. Lo que no es una gran sorpresa. Es hermosa, incluso
en su anodino uniforme beige. 120
Como si pudiera sentir mi presencia, su mirada me encuentra. El
chico está a mitad de una oración cuando se aleja de él y se me acerca.
Quisiera decir que llamar su atención es algo bueno, pero basándome en
su expresión, no se encuentra para nada feliz de verme.
—¿Por qué estás aquí? —espeta.
Me meto las manos en los bolsillos, igual que el chico que
abandonó. —Quería ver cómo estabas después de ayer.
Parpadea un par de veces, tal vez un poco conmocionada, y se
retuerce las manos. —Estoy bien.
—No pareces estar bien. Te ves molesta. —Los círculos que noté
ayer bajo sus ojos son aun más pronunciados, como si mi aparición le
hubiera hecho perder el sueño. No me gusta esa idea, pero supongo que
puedo entenderlo. Tampoco he estado durmiendo muy bien.
—No esperaba que te aparecieras después de ayer. —Se jala el
extremo de su trenza.
—¿Puedo invitarte un café… o un chocolate caliente?
—No puedo, tengo que… ten-tengo una obligación —tartamudea.
Lo de retorcer las manos sube un nivel.
Eden aparece de la nada, cargada con chaquetas y bolsos. —En
realidad, puedo encargarme de tu obligación por ti.
Lainey le da una mirada significativa. —No tienes que hacerlo, de
verdad.
—No hay problema. Puedo encargarme. —Le entrega su bolso.
—Por lo menos me gustaría cambiarme primero y comprobar… las
cosas.
—Te ves hermosa así como estás, pero si quieres puedo llevarte a
casa. Incluso podemos comprar café e ir a tu casa si es más fácil para ti.
—¡No! —grita y luego baja la voz—. Quiero decir, tengo que limpiar.
Y vivo justo en frente. Hay una cafetería al lado. Puedo encontrarte allí
en veinte minutos.
—Claro, de acuerdo. —Asumo que está siendo evasiva porque no
quiere encontrarse con el tipo de su edificio con el que sale. Una cafetería
no es lo ideal, especialmente ya que no tengo una gorra de beisbol para
esconderme, pero aceptaré cualquier cosa que pueda obtener.
121
16
Hola, bebé
Traducido por Anna Karol
Corregido por Danita
Lainey
122
Mataré a Eden. De acuerdo, no es cierto. Apenas puedo matar a
una araña, pero estaré muy molesta con ella por lo menos durante el
resto del día. Respiro hondo varias veces mientras el ascensor baja hasta
el vestíbulo.
Me gustaría estar menos ansiosa en este momento. Mis palmas
están locamente sudadas. En realidad, muchas partes de mí lo están.
Compruebo mi reflejo en los espejos para asegurarme de que el corrector
que me puse debajo de los ojos esté bien mezclado. Esta mañana subí al
elevador y me di cuenta que tenía una línea, como esas negras que usan
los jugadores de fútbol americano, excepto que era de color carne.
Las puertas se abren y salgo al vestíbulo, murmurando un saludo
a las personas que suben. Y por supuesto que uno es Walter. En vez de
subir al ascensor, deja que los demás pasen y me abraza.
Por la ventana al otro lado del vestíbulo veo a RJ, con las manos en
los bolsillos y observando el intercambio con los ojos entrecerrados. Me
libero del abrazo primera y doy un paso atrás, lo que lo hace dar uno
hacia delante. Es raro con el espacio personal.
—Te ves bien… ¿vas a algún lado? —Me toca el extremo de la
trenza, lo que también pone su mano cerca de mi pecho.
Vuelvo a mirar hacia la ventana. La cara de RJ está prácticamente
presionada contra el cristal, y si tuviera súper poderes, apostaría a que
en este momento estaría disparando rayos láser por los ojos y Walter
perdería una mano.
—Solo café con un amigo.
—Amigo afortunado. —Me guiña un ojo exageradamente—. ¿Vas a
estar aquí más tarde? Tal vez podría pasar para que veamos un episodio
de ¡Jeopardy! juntos.
—Oh, eh, ¿podemos posponerlo? No estoy segura de cuánto tiempo
estaré fuera y no he estado durmiendo tan bien las últimas noches.
Su sonrisa cae. —Claro, por supuesto. Puedes llamar si cambias
de opinión. Tengo una bolsa de palomitas de maíz agridulces y un poco
de ese chocolate caliente con menta que siempre bebes.
—Suena bien. —Presiono el botón del elevador por él—. Te llamaré
más tarde.
—Genial. —Se inclina y me besa la mejilla antes de que pueda
escaparme.
Por suerte, el ascensor suena.
RJ me está esperando afuera. Echo un vistazo por encima del
hombro y siento alivio al ver que Walter ya está en el ascensor. Levanta
la mano en un gesto de despedida al mismo tiempo que RJ me atrae para
un abrazo. Su sonrisa cae de su rostro como un huevo en una sartén
antiadherente mientras desaparece detrás de las puertas del ascensor.
—¿Amigo tuyo? —pregunta, obviamente refiriéndose a Walter.
123
—Sí. Lo es. —Acomodo mi bolso. Quiero agregar que en verdad no
es asunto suyo, pero me abstengo.
—¿Trabaja en informática o algo así?
Frunzo el ceño. —¿Cómo lo supiste?
Sonríe. —Conjetura afortunada.
—Walter es agradable. No todo el mundo está construido como un
dios griego y llega a ser una celebridad. —Como si necesitara acariciarle
el ego. Basándome en lo que he visto en mis búsquedas en Internet, que
es todo lo que tengo para guiarme, ya que no sé dónde terminan las
mentiras, él y un buen porcentaje de la población femenina de Chicago
saben lo increíble que es su cuerpo. Paso a su lado y me dirijo a la
cafetería de al lado. Conozco a los empleados y siempre hay muchos
clientes habituales, por lo que se siente como un espacio seguro.
Me agarra la mano. —Lo siento. Solo estoy siendo… celoso y
mezquino.
Aprieto los labios e intento no dejar que las mariposas en mi
estómago saquen lo mejor de mí.
Coloca su mano en la parte baja de mi espalda, incitando otra
tormenta de mariposas. También me abre la puerta y paga nuestras
bebidas y pasteles, aunque pido un té descafeinado, porque en estos días
ya tengo suficientes problemas para dormir sin cenar cafeína.
Escoge una mesa en la esquina y nos acomodamos en nuestros
asientos. Apenas me quito la chaqueta cuando dos adolescentes ya se
nos acercan pidiendo autógrafos. Durante la siguiente media hora es
bombardeado cada dos minutos por otro grupo pidiendo fotografías y
autógrafos. Adolescentes, universitarios, hombres adultos y mujeres
aduladoras que groseramente se babean con él conmigo sentada al otro
lado de la mesa. Es increíblemente abrumador. Y esclarecedor.
Esta es su vida. Esto es lo que le sucede cada vez que sale en esta
ciudad. Es a lo que está acostumbrado, y tengo que asumir que es mucho
peor dependiendo de dónde y quién esté a su alrededor. Considero todas
las imágenes que vi desde que descubrí su verdadera identidad, y una
muy pequeña parte de mí puede entender lo difícil que sería tener una
relación que implique algún tipo de equidad.
Nunca sabría si alguien lo quiere por su fama o por quién realmente
es. ¿Y no es esa otra pregunta para la que no tengo respuesta? El hombre
con el que estuve en Alaska era amable, dulce y con los pies en la tierra.
Pero esto… es completamente diferente. Y así es su vida en verdad.
Me muevo a un lado, incapaz de manejar la cantidad de personas
que claman acercársele, y permito que sus fanáticos lo ataquen mientras
observo desde un costado. Es amable, complaciente y carismático, pero
siento su frustración en el tic de su mejilla a medida que más personas
se acercan. Finalmente, una vez que todos se tomaron una foto y firmó
todas las gorras y trozos de papel al azar que le arrojaron e incluso un 124
par de revistas, me sonríe con arrepentimiento. —¿Hay algún lugar al que
podamos ir que sea un poco menos público? Debería haber traído una
gorra, me ayuda a ser menos identificable.
—Hay un parque no muy lejos de aquí. ¿Podríamos ir allí? —
ofrezco. No puede venir a mi departamento. Todavía no. Quizás nunca,
dependiendo.
Uso el baño antes de irnos, y cuando vuelvo tiene bebidas calientes
recién preparadas en tazas descartables. No sé qué pensar sobre toda la
situación. Walter es amable, no viaja por trabajo y no genera una escena
ni es acosado cuando salimos en público. Y aceptó mi situación actual y
mi evidente reticencia a entablar una relación.
Decido que tengo que ser sincera con RJ, es la única forma de saber
con certeza cuáles son sus verdaderas intenciones. Si no puede manejar
la verdad, entonces volverá a desaparecer de mi vida y eso será todo.
Encontramos un banco apartado en el parque de la calle de mi
casa. Hay padres sentados al otro lado cerca de la estructura de juegos,
pero es pacífico.
—Lo lamento. Debería haber sugerido que viniéramos a un parque
desde el principio. No siempre es tan intenso, pero la temporada va a
comenzar pronto, por lo que estamos obteniendo mucha promoción. He
intentado mantenerme fuera del radar de los medios, pero ser capitán
hace que sea difícil. —Sus dedos me rozan el hombro cuando estira el
brazo sobre el respaldo del banco.
—¿Puedo preguntarte algo? —Jugueteo con mi taza para no tener
que mirarlo. Es tan desarmadamente hermoso.
—Sí, por supuesto.
—No entiendo por qué estás tan decidido en perseguirme cuando
podrías tener a quien quieras. ¿Qué soy para ti? Aparte de la mujer con
la que fingiste ser otra persona durante unas semanas.
—Sin embargo, esa es la cuestión, Lainey. No estaba fingiendo ser
otra persona. Sí, mentí acerca de mi trabajo, pero todo lo demás fue real,
conociste al verdadero yo.
—¿De verdad? Porque lo que vi allá, ¿no es ese el verdadero tú?
¿Eso es lo que te sucede cuando vas a algún lado y la gente te reconoce?
—Solo quería que alguien me viera, me viera auténticamente, y sentí
que lo hiciste. Nunca me sentí más como yo mismo que cuando estuve
contigo.
Lo considero… y cómo durante esas semanas que estuve con él me
sentí como la mejor versión de mí misma. Me hizo sentir segura, especial
e importante. —Tengo que decirte algo. —Me aferro a mi té, tratando de
encontrar la valentía para escupir las palabras. Ya no puedo decidir si
quiero que siga siendo el hombre con el que pasé esas semanas o el
mentiroso que recientemente volvió a mi vida. Ambos son complicados,
por razones muy diferentes.
125
—Bueno. Estoy escuchando.
Me muevo, girándome hacia él porque sé que necesito ver su
reacción cuando se lo diga, porque para bien o para mal, cambiará todo.
—Tengo un hijo.
17
Haz las cuentas
Traducido por Umiangel
Corregido por Anna Karol
Rook
126
—¿Que tú… qué? —No sé qué esperaba que dijera, tal vez algo
parecido a “sigo enamorada de ti”. O “te extraño”, o “solía ser una payasita
de circo”, pero “tengo un hijo” definitivamente no se encontraba en mi lista
de opciones.
—Su nombre es Kody, con K. —Deja su té y saca el teléfono de su
bolsillo. Le tiemblan las manos mientras teclea el código de acceso—.
Nació el cuatro de abril, unos diez días antes de lo esperado. El embarazo
estuvo bien, me hallaba muy sana y tuve un médico maravilloso y mucho
apoyo. Aunque a mi familia no le agradó mucho, no podían hacer nada.
—Sigue revisando su teléfono mientras continúa hablando, como si solo
quisiera sacarlo todo—. Cuando llegué a casa, me llevó un par de meses
darme cuenta de que estaba embarazada. Pensé que tenía mal de amores,
pero luego mi período no llegó dos meses seguidos y fui a ver a un médico,
y bueno... —Acuna el teléfono contra su pecho—. Tiene cuatro meses de
edad.
De repente siento que me ahogo. También es como ser golpeado
con el caso más extremo de déjà vu en el universo. Es como Sissy Parte
Dos, pero peor, porque pasé seis semanas con Lainey, follando en todas
las superficies disponibles. Habíamos usado protección. Bueno, excepto
esa única vez. Y fue solo por una caricia, una deliciosa e increíblemente
memorable caricia. Pero ella tuvo su período al día siguiente, así que todo
estuvo bien. Y duró tres días, por lo que no nos frenó mucho, si no es que
nada. Estoy tan sorprendido, y francamente asustado, que las primeras
palabras que salen de mi boca son: —Me estás jodiendo, ¿verdad? —Un
niño pasa corriendo, seguido de su madre, que me lanza una mirada de
enojo. Murmuro—: Lo siento. —Luego me vuelvo hacia Lainey, bajando
la voz—. ¿Esta es tu idea de una broma? Si ese tipo Walter es en realidad
tu novio o, peor aún, tu maldito esposo, entonces el último lugar en el
que deberías estar es conmigo. —No lleva puesto un anillo, y si ese bebé
tiene cuatro meses, entonces, ¿qué? ¿Avanzó al día que me fui?
Lainey me mira como si estuviera loco. —Kody es tuyo.
—¿Cómo es eso posible? Usamos condones cada puta vez. —Tengo
que luchar para mantener la voz baja.
—Sí. —Asiente en acuerdo—. Excepto…
Vocifero directo en su cara: —Entonces, ¿cómo diablos puede ser
mío, a menos que hayas sacado un condón usado del basurero y te
embarazaras?
Levanta una mano en mi cara. —Está bien, eso es... absolutamente
asqueroso y atroz. También es inquietante que se te ocurra algo tan
ridículo sin siquiera tener que pensarlo.
Tiene razón. Además, es algo que pude ver hacer a Sissy, porque
era una lunática certificada. Y ahora la mujer que pensé que podría ser
mi alma gemela es claramente una también. Debería hacer una promesa
de celibato.
—¿Qué otra explicación tienes? A menos que te haya inseminado 127
por arte de magia a distancia —le espeto.
Los labios de Lainey se afinan en una línea, y me echa una mirada
que me hace sentir como si midiera dos metros, lo cual es bastante
impresionante, considerando que mi madre es la única persona que tiene
el poder para hacerlo.
—Porque usamos protección cada vez, excepto la última vez.
Sacudo la cabeza. —Eso no es... —Hago memoria de los recuerdos
brumosos de esa mañana. La llamada telefónica que llegó a las tres de la
madrugada, el pánico de mi hermano, luego estuvo preparando mi vuelo
a Los Ángeles, arrojando todas mis cosas en mi maleta y encendiendo la
camioneta.
Cuando me encontraba listo para partir, volví a subir e hice lo que
desesperadamente no quería hacer: despedirme de Lainey. Recuerdo lo
frenéticos que estábamos cuando nos dimos cuenta de que habíamos
llegado al final antes de lo que pretendíamos, lo intenso que fue el sexo,
cómo acabó demasiado pronto... porque ni siquiera pensé en un condón.
—Pero fue solo esa vez. —Me paso una mano por la cara.
—Eso es todo lo que se necesita. Yo era fértil y aparentemente tú
eres viril. —Su tono es práctico, pero su voz tiembla de ira—. Intenté
contactarte tan pronto como me di cuenta. Llamé a todas las granjas de
alpacas de Nueva York, pero no pude localizarte. Hasta llamé a la cabaña,
pero por supuesto nadie respondió. No tenía otra forma de ponerme en
contacto contigo. Bueno, supongo que si me hubiera molestado en ver
algo más que Netflix y documentales podría haberlo descubierto. —Lainey
agarra su teléfono con fuerza, con los labios fruncidos como si estuviera
esperando otra acusación.
Si esa mañana no hubiera tenido tanta prisa le habría dado mi
número de celular. Demonios, le habría dado toda la verdad si hubiera
tenido la oportunidad. La miro, realmente la miro. Está asustada, triste,
enojada y cautelosa. Mi estómago se retuerce y me cae la realidad.
—¿Tengo un hijo?
Asiente, y su barbilla tiembla cuando pregunta: —¿Te gustaría ver
una foto?
—Sí. Sí. Por favor.
Con manos temblorosas, vuelve a marcar un código en su teléfono.
Es viejo, un teléfono inteligente, pero ha existido durante un tiempo. Se
desplaza por algunas imágenes hasta que encuentra una que le gusta y
la extiende para que yo pueda verla. —Adelante, tómalo. —Envuelve mis
manos alrededor del dispositivo y se desliza un poco más cerca, su mejilla
roza mi brazo—. Es tan bonito.
Miro la carita bidimensional en la pantalla, buscando..., no lo sé.
¿Algo que me recuerde a mí? Él está riendo a la cámara, el extremo de la
trenza de Lainey agarrada en su pequeño y gordito puño. Tiene el cabello
oscuro de Lainey y su nariz, pero esa sonrisa es toda mía, y también lo
128
es el pequeño hoyuelo que aparece en su mejilla derecha.
Trago con dificultad, la realidad finalmente echa raíz. Considero
todas las cosas que me perdí: todo su embarazo, su nacimiento, los
primeros cuatro meses de su vida. Ella ha hecho todo esto sola.
Lainey siempre fue unida a su familia, incluso cuando se quedaba
conmigo en Alaska; llamaba a sus padres al menos dos veces por semana
y pasaba una hora al teléfono con ellos. Entonces, ¿qué sucedió para
hacerla venir hasta aquí y criar un bebé, sola? Hay tantas preguntas sin
respuestas. Excepto una: este bebé es definitivamente mío.
—¿Puedo conocerlo? —pregunto.
Lainey se muerde el labio. —No sé si es una buena idea en este
momento.
—¿No sabes si es una buena idea que conozca a mi hijo de cuatro
meses que no sabía que existía hasta ahora?
—¿No quieres una prueba de paternidad o algo así? —Sus dedos
van a sus labios.
—Bueno, podría pedirla si él no se pareciera a mí, y sí, seguramente
sea una buena idea, independientemente de que todo sea oficial, y estoy
bastante seguro de que mi agente insistirá en ello, así que tendremos que
acordar algo, pero por ahora me gustaría conocerlo.
Los ojos de Lainey se encuentran muy abiertos y prácticamente se
está comiendo las uñas. Dejo el teléfono y tomo sus manos entre las mías.
—Por favor, Lainey. Ponte en mi lugar, ya me he perdido mucho.
Suelta un fuerte suspiro. —Déjame enviarle un mensaje a Eden. —
Rápidamente escribe un texto. Solo pasan unos momentos antes de que
reciba una respuesta. Levanta el teléfono. En la pantalla hay una foto de
Kody, envuelto en una manta en una cuna, con un osito de peluche a su
lado—. Está durmiendo.
—Está bien. No me molesta si a ti tampoco.
—Le haré saber que estamos en camino.
Lainey está callada en el camino de regreso a su departamento. No
fuerzo la conversación, aunque tengo preguntas. Está claro que se siente
abrumada, y no quiero empeorarlo, ya que solo la pondrá más ansiosa.
Cuando estábamos juntos en Alaska la distraía con sexo cada vez que se
ponía nerviosa. Sin embargo, todo es diferente…, ella es diferente, y ahora
sé por qué.
La sigo hasta el departamento. Afortunadamente no tenemos que
esperar mucho el ascensor. Cuando llegamos al undécimo piso, Lainey
levanta una mano y se asoma al pasillo. Se lleva el dedo a los labios,
indicando que debo ser silencioso. Luego me agarra de la muñeca, me
saca del elevador y baja por el pasillo. No sé por qué estamos tratando de
ser sigilosos como si estuviéramos haciendo un atraco y no volviendo a 129
su departamento para poder conocer a mi hijo.
Jesús. Tengo un hijo. No estoy seguro de cuándo ese pensamiento
dejará de sentirse completamente surrealista.
Ella busca en el bolsillo de su chaqueta y en silencio recupera la
llave. La mete en la cerradura y lentamente la gira, haciendo una mueca
cuando hace clic. Respira hondo y la abre, dándome paso. Su palma cae
sobre mi espalda, instándome a avanzar mientras cierra la puerta.
—¿Quieres…? —Golpea su palma sobre mi boca y hace un gesto de
silencio.
Levanto mis manos como si me estuvieran deteniendo a punta de
pistola. Después de algunas respiraciones, deja caer su mano y me
arrastra lejos de la puerta.
Eden aparece en el pasillo. Las dos hacen gestos con las manos al
azar que no entiendo.
—¿Puede alguien...? —Lainey me golpea en el pecho y me hace
callar de nuevo, luego me arrastra por la sala abierta y me empuja a la
cocina. Apenas hay espacio para mí, y mucho menos para Lainey y su
amiga en el espacio reducido.
—¿Crees que es seguro que te vayas? —le pregunta a Eden.
—Es incierto. Ya llamó a la puerta una vez, y sabes que debe estar
esperando que se abra de nuevo, ya que acabas de entrar.
—Una vez que te vayas, pensará que la costa está despejada.
—Exactamente.
—¿Alguien quiere contarme lo que está pasando?
Lainey dice “Nada”, al mismo tiempo que Eden agrega “Walter”. Me
inclino a creerle a Eden sobre Lainey en este caso, especialmente con la
mirada que ella le dispara a Eden.
Su amiga se encoge de hombros y dice: —Lo siento.
—¿Es el tipo con el que hablabas en el vestíbulo?
Lainey respira hondo. —Sí.
—¿Vive al otro lado del pasillo? —Esto no está bien. No para mí, de
todos modos. Por mucho que no parezca competencia, claramente tiene
intenciones con Lainey.
—Sí.
—¿Qué hace, pararse en su puerta con los ojos presionados contra
la mirilla, esperando que vuelvas a casa todas las noches? ¿Soy el único
que encuentra esto un poco espeluznante?
—Su sala de estar está justo al lado de la puerta, y las paredes son
delgadas.
—O tal vez es solo un jodido acosador. No me gusta. 130
Lainey cruza los brazos sobre su pecho. —Walter no es
espeluznante ni acosador. Es amable, servicial y atento.
—Entonces, ¿por qué te preocupa que escuche a Eden irse?
Se frota la sien y me mira enojada. —Porque me vio contigo, y estoy
segura de que tiene preguntas. Creo que tengo suficiente sin tener que
lidiar con Walter esta noche.
Arqueo una ceja. —Puedo lidiar con Walter.
—Por supuesto que no.
—Pensé que no era serio. —Más vale que no lo sea. La idea incita
al pánico, porque si está interesada en Walter, eso significa que voy a
tener que compartir a mi hijo con otro tipo, y no estoy seguro de que eso
me parezca bien. En absoluto.
Lainey le da la mirada a Eden. —No lo es... Es complicado, sobre
todo cuando estás aquí. No quiero herir sus sentimientos, y voy a tener
que explicar lo que sucede; me gustaría hacerlo sin una audiencia.
—¿Debo irme? O... —Eden pasa el dedo por encima de su hombro
hacia la puerta y mira entre Lainey y yo.
Lainey suspira y asiente. —Lo siento. Sí, muchas gracias por cuidar
a Kody.
Ella abraza a su amiga, que me da una mirada que no puedo
descifrar. Me quedo atrás, entre la cocina y la sala de estar, mientras
susurran y Eden se pone los zapatos.
El departamento es pequeño pero acogedor y funcional. Las
paredes son de color crema genérico y están desnudas, pero hay fotos
enmarcadas en la mesa lateral al lado del sofá gris. Debajo de ella hay
una canasta de juguetes para bebés y una manta azul extendida en el
suelo. Me pregunto cuánto tiempo ha vivido aquí.
La expresión de Lainey se contrae cuando quita el seguro y abre
cuidadosamente la puerta, haciendo salir a Eden. Ni siquiera tiene la
puerta cerrada por completo antes de que toquen suavemente. Me mira
por encima del hombro y hace un gesto con la mano.
—¿En serio? —digo, porque claramente quiere que me esconda.
No veo el punto, ya que probablemente él ya sabe que estoy aquí,
pero responde: —Por favor. —Así que hago lo que quiere. Por ahora.
Escucho los tonos bajos de una voz masculina y las respuestas
suaves de Lainey, pero no el contenido de su breve conversación. Menos
de un minuto después, la puerta se cierra. Salgo de mi escondite para
encontrarla parada allí con la mano todavía en el picaporte y los dedos
sobre su boca.
—¿Estás bien? —pregunto.
131
Cierra los ojos y deja salir un suspiro inestable, pero asiente de
todos modos.
No sé qué debo hacer. Quiero ofrecerle algún tipo de consuelo, pero
no sé si eso será bienvenido, o incluso si sea apropiado. Decido que la
situación merece más que estar en silencio al otro lado de la habitación.
Me acerco. —¿Necesitas algunos abrazos de seguridad?
Me mira con los ojos llorosos y la barbilla temblando.
Abro los brazos, y después de unos segundos inciertos, se acerca,
agarrando mi camisa mientras entierra su rostro contra mi pecho. La
abrazo y absorbo la sensación de estar cerca de ella de esta manera, de
la forma en que todavía parece encajar conmigo. Dejo caer mi cabeza,
respirando el aroma de su champú. Todo sobre nosotros se volvió un poco
más complicado, y estoy seguro de que está sintiendo la dura verdad de
esta nueva realidad.
—¿Está molesto? —Casi me ahogo con las palabras, pero logro
sacarlas sin sonar como un idiota.
Suelta mi camisa y sale de mi abrazo, alisando la tela con sus
palmas. —Solo confundido y preocupado. Ha sido un buen amigo.
Tengo que recordarme que mientras he estado viviendo la vida de
soltero, en su mayoría célibe, ella ha estado criando un bebé, sola.
Resopla y acaricia mi pecho. —Ven. Déjame presentarte a Kody.
Pasa a mi lado y la sigo por el pasillo.
—Lo acabo de trasladar a su cuarto hace unas semanas, porque se
hizo demasiado grande para su moisés. —Empuja la puerta y entra en la
habitación.
A diferencia del resto del apartamento, las paredes se han pintado
de un amarillo pálido y mantecoso, y hay calcomanías de montañas y
animales de dibujos animados en la pared junto a su cuna. Sobre ella
cuelga un móvil de aviones, y en medio de las sábanas con temática de
aviones, con los labios entreabiertos y los ojos cerrados, hay un bulto en
forma de bebé.
Lainey mete la mano en la cuna y le pasa el dedo por la mejilla. Él
chasquea sus pequeños labios, y sus manos se abren y vuelven a cerrarse
en puños. Lo miro, tan pequeño, fresco y muy claramente mío. Lo veo en
la forma de su rostro, la forma de su boca.
—¿No es hermoso? —pregunta Lainey en un susurro.
Asiento, incapaz de encontrar las palabras. Quiero preguntar si
puedo abrazarlo, pero no quiero despertarlo, sobre todo por lo cansada
que se ve ella. —¿Duerme toda la noche?
—De vez en cuando. —Su sonrisa es suave.
Mi mente gira en un millón de direcciones diferentes. —Puedo
ayudar. Ayudaré. Sé que necesitaremos la prueba de paternidad, pero 132
podemos hacerlo de inmediato, hablaré con mi agente, y averiguaremos
exactamente cómo manejar esto. Mi agenda está a punto de estar muy
ocupada, pero cuando no esté viajando para los partidos fuera de casa,
estaré aquí para hacer esto contigo. Cuidaré de los dos. Prepararé una
guardería en mi casa.
—¡No! —gruñe Lainey en un tono que nunca había escuchado.
Una sensación de calor me recorre la espalda. Una con la que no
estoy seguro de qué hacer. Puede que no esté preparado para ser padre,
pero si es mi hijo, maldita sea, haré lo que pueda para apoyarlo y criarlo.
—Soy su padre. Soy responsable de él, como tú. Yo me encargo de lo que
es mío.
Lainey se mueve para pararse frente a la cuna, protectora y
posesiva. —No necesitamos que nos cuiden. Hemos llegado muy lejos los
dos solos, y no necesito que vuelvas a mi vida y la pongas patas arriba.
Ya lo has hecho una vez, ¡no te dejaré hacerlo de nuevo!
Abro la boca para discutir, pero un grito agudo y enojado me
interrumpe.
18
Mio
Traducido por Jadasa
Corregido por Anakaren
Lainey
133
Levanto a Kody y lo acuno contra mi pecho. Mi corazón late con
fuerza; la ansiedad hace que se me seque la boca y me suden las manos.
—Shhh. —Lo muevo suavemente y le acaricio el trasero mientras sigue
llorando—. Tienes que irte —le digo a RJ.
—Vamos, Lainey. No puedes echarme de su vida. —Veo y escucho
su pánico.
Se hizo eco en mí, probablemente por razones muy diferentes. —Y
no puedes volver corriendo junto a mí y pensar que puedes hacerte cargo.
Así no es como funciona esto.
Se pasa una mano por el cabello. —No estoy tratando de tomar el
control. Si me lo permites, solo quiero ser parte de su vida y de la tuya.
Los gritos aumentan un par de niveles más, y me preocupa no
poder ser capaz de calmarlo, y entonces tendré otra noche de muy poco
sueño. —¿No ves que nos estás molestando a los dos? Por favor, solo vete.
—Necesitamos hablar de esto. No puedes decirme que soy padre,
dejarme ver a mi hijo una sola vez y luego pedirme que me vaya.
Tiene razón, pero tampoco sé cómo lidiar con todo lo que me han
arrojado desde que RJ volvió de golpe a mi universo. Tiene fama y dinero,
mucho. Lo suficiente como para poder luchar por Kody. Lágrimas de
ansiedad se deslizan por mis mejillas, y los gritos de Kody se hacen aún
más fuertes. —Por favor, solo lo estás empeorando. —Le doy la espalda y
callo a Kody, susurrando entrecortadamente que todo va a estar bien—.
Mami está aquí. Estoy aquí, shhhh. No voy a ninguna parte. —Respiro
hondo, deseando calmarme, encontrar un poco de perspectiva.
Debería alegrarme que él quiera ser parte de la vida de Kody, pero
todo lo que tengo es miedo, porque estoy luchando en este departamento
pequeño, y él tiene una casa enorme y todo tipo de recursos que yo no.
Realmente no lo conozco, y tampoco él a mí. Solo tenemos seis semanas
en una burbuja, que no se parece en nada a la vida real. Mucho menos
a una llena de pañales, vómitos de bebés y noches de insomnio.
Los gritos de Kody disminuyen, y da golpecitos con su nariz a lo
largo de mi clavícula. Acaricio su cabello negro y sedoso mientras hipa y
lloriquea. Me doy la vuelta para mirar a RJ, pero se ha ido.
137
19
Corteja a la mamá del bebé
Traducido por Camila Cruz
Corregido por Anna Karol
Rook
138
Dejar el apartamento de Lainey anoche no fue fácil, pero sí era
necesario. En primer lugar, mi experiencia con los bebés se ha limitado
a mi sobrino y a los hijos de mis compañeros de equipo. Claro, soy bueno
con ellos. Puedo hacerlos reír y sonreír, pero en cuanto empiezan a llorar,
se los devuelvo a su madre y sigo mi camino.
Kody es mío.
Yo lo hice.
Y no he tenido nada que ver con su madre o con él desde su
concepción. Así que estoy un poco fuera de mi alcance aquí.
Además, conozco a Lainey. Por mucho que haya cambiado, soy
consciente de que es la mujer que rescaté de una tormenta. La misma
que nunca había estado en un avión antes de su viaje a Alaska. Y la mujer
que ha pasado por cosas bastante traumáticas y que aún se las arregla
para ser dulce, inocente y un poco ingenua. Pero también es feroz, fuerte
y decidida. Y lo que sea que haya sucedido para traerla a Chicago ha
sacado a relucir esa fuerza, que es a la vez sexy y, francamente, muy
inconveniente.
Hace un año me daba la bienvenida a su vida sin pestañear. Un
heroico intento de rescate fue todo lo que hizo falta, pero ahora es
diferente.
Voy al gimnasio, como se hace cuando hay estrés y se acerca la
pretemporada. Son las diez cuando termino de entrenar. Considero la
posibilidad de llamar a mi hermano, pero es temprano en la Costa Oeste,
y si hay alguna posibilidad de que Max siga durmiendo, no quiero ser la
razón por la que se despierte, así que le envío un mensaje a mi hermana,
ya que es madrugadora, para ver si está por aquí para hablar. Ha estado
en Los Ángeles para cursar un máster. Puede que sea más joven que yo,
pero es mujer, y normalmente puede aportar una perspectiva que yo no
tengo. Por suerte, está despierta, así que le hago un videochat.
—¡Hola, hermano mayor! —Su sonrisa se convierte en una mueca
cuando mi imagen llena la pantalla de su teléfono—. Guau, te ves muy
mal.
—Anoche no fue genial —admito. La parte donde conocí a mi hijo
lo fue, pero la parte donde hice llorar a Lainey y a Kody eclipsa eso.
—Me doy cuenta. Te ves como una bolsa de mierda, que es decir
algo, porque probablemente podrías ir a una juerga de cuatro semanas y
no ducharte ni una vez durante ese tiempo y aun así lograr lucir decente,
pero ahora mismo parece que has sufrido una paliza por un montón de
conejitas y, de hecho, no saliste victorioso.
—Tu cerebro es un lugar extraño, Stevie.
—No sabes ni la mitad. —Sostiene su teléfono y se inclina en su
silla—. ¿Entonces? ¿Qué sucedió anoche? Oh, espera, ¿no se suponía
que debías tratar de ver a Lainey? Supongo que no salió tan bien como
esperabas.
139
Ya he informado a Stevie sobre la reconexión con Lainey, mi
mentira y su respuesta al descubrir cómo era yo antes. —Bueno, accedió
a hablar conmigo, pero fuimos a una cafetería y me acosaron.
Stevie gime y pone los ojos en blanco. —No puedes ir a cafeterías
cuando la pretemporada está empezando.
—No tenía muchas opciones, y no pensé que fuera a ser tan malo.
No he estado saliendo mucho, pero la promoción de la temporada ya ha
comenzado, así que la gente está muy entusiasmada, ¿sabes? Fue peor
de lo habitual, pero al final salimos de allí... De todos modos, las cosas
son mucho más complicadas de lo que esperaba. —Me sirvo un vaso de
agua porque tengo la boca seca. Estoy agotado y herido.
—Complicadas, ¿cómo? ¿Por qué estás tan nervioso? ¿Tiene novio
o algo así?
—No. Bueno, ha estado viendo a un tipo, pero no creo que sea serio,
y creo que le llevo ventaja.
—¿Cómo que ventaja? ¿Porque eres ridículamente guapo? Dilo, RJ.
Estás más ansioso que yo después de una maldita bebida energética
accidental.
—Anoche me enteré de que Lainey tiene un bebé.
Stevie se para bruscamente y el teléfono golpea la mesa, dándome
una vista del ventilador de techo. De repente, su cara aparece fuera de
foco a siete centímetros de la pantalla. —¿Qué? —grita.
—Lainey tiene un bebé de cuatro meses, y es mío.
Stevie cae de nuevo en la silla, su expresión es una máscara de
sorpresa. Me pregunto si esa era mi cara anoche cuando Lainey me lo
dijo.
—Mierda. ¿Estás seguro de que es tuyo?
—Estoy seguro. Lo conocí anoche y se parece a mí.
—Pero... ¿Y si todo esto es como esa chica loca que fingió estar
embarazada de tu bebé y te etiquetó en las redes sociales durante meses?
—Abro la boca para interrumpir, pero Stevie tiene los ojos muy abiertos,
y está en una de sus tangentes—. ¿Y si esta mujer, Lainey, tiene un tipo,
y tú lo eres? ¿Y si es el bebé de otra persona y está tratando de hacerlo
pasar como tuyo porque eres rico? Dios, es como una maldita telenovela.
En realidad, es más como uno de esos reality shows con libreto.
La nivelo con una mirada inexpresiva. —Esto es muy poco útil, ¿te
das cuenta?
—Lo lamento, lo lamento. —Levanta sus manos—. Solo estoy…
sorprendida, ¿supongo? ¿Estás seguro de que el bebé es tuyo?
—Bastante seguro, sí. Tiene mi boca y mi hoyuelo. Hay algunas
semejanzas familiares muy fuertes.
—Bueno. Vaya. ¿Soy tía otra vez? ¿Esto significa que ustedes dos
van a tratar de hacer que esto funcione? 140
Lainey
153
21
El regreso
Traducido por Gesi
Corregido por Danita
Lainey
154
RJ se fue hace una hora, me besó en la mejilla, lo que fue muy
dulce y respetable. Estoy decepcionada, y a la vez no, porque no creo
estar lista para explorar la química que aún está muy presente entre
nosotros, y tal vez pudo sentirlo.
Estoy a punto de darle a Kody su comida de medianoche cuando
suena mi teléfono. Reviso el identificador y veo que es mi madre.
—Mamá, ¿por qué me estás llamando a medianoche?
—Porque acabo de hablar por teléfono con Walter y me informó que
un visitante masculino acaba de salir de tu apartamento, por eso estoy
llamando. ¡Lainey Patricia Carver, tienes un bebé de cuatro meses, no
puedes invitar a los hombres a medianoche! —grita en mi oído—. No sé
qué demonio se te ha metido, pero Walter está completamente devastado.
Devastado. Te crié mejor que esto. No eres una descarada que le abre las
piernas a un hombre solo porque es atractivo. ¿No has aprendido nada
de tus errores?
Aprieto los dientes, molesta con él por tener la audacia de contarle
a mi madre sobre RJ. —En primer lugar, Walter no tiene por qué llamarte
para chismorrear sobre mí…
—No me llamó. Yo lo llamé porque no me devuelves la llamada
desde hace más de seis horas. ¡Seis horas, Lainey! ¡Estoy destrozada!
Respiro hondo e intento encontrar algo de calma. —Lamento no
haberte devuelto la llamada. Estaba ocupada…
—¡Siendo una mujerzuela! —grita.
—En primer lugar, no tienes ni idea de lo que sucedió aquí. Estás
haciendo suposiciones falsas e insultándome innecesariamente. Nunca
he tolerado ni toleraré ser llamada mujerzuela, en especial por mi propia
madre. En segundo lugar, no te permitiré que me hagas sentir mal por
tener una relación física saludable con alguien que me importó mucho.
Se burla. —Él te dejó allí…
—No —espeto—. No trates de retorcerlo para que parezca menos de
lo que fue. Ambos nos preocupábamos por el otro y unas circunstancias
imprevistas nos separaron. Y mientras estoy de acuerdo en que quedar
embarazada no fue lo ideal, no me arrepiento ni un momento del tiempo
que pasé con RJ o ahora de tener a Kody. —Lo único de lo que sí me
arrepiento es de esperar hasta que fuera demasiado tarde para decirle lo
que sentía por él.
—Eso no explica por qué estás pisoteando todos los sentimientos
del pobre Walter.
Mis padres lo conocieron cuando vinieron a conocer a Kody luego
de que nació, y mi madre se encariñó en seguida con él, por lo que estuvo
extasiada cuando le dije que nos habíamos hecho amigos e incluso más
feliz cuando le conté que tuvimos una cita. Ahora me gustaría no haberle
dado esa información. —Si dejaras de interrumpir, podría explicarte que,
por alguna gran casualidad kármica, volví a conectar con RJ. Vive aquí 155
en Chicago y estuvo aquí esta noche, no es un visitante masculino al azar
con el que tonteaba en un intento de lastimar al pobre Walter. Y aunque
me siento mal por la situación, y por Walter, dadas las circunstancias,
creo que es bastante razonable que RJ y yo al menos intentemos ver si
podemos hacer que las cosas funcionen entre nosotros, por el bien de
nuestro hijo.
—Pero pensé que dijiste que era un granjero de alpacas en Nueva
York, ¿cómo puede vivir en Chicago?
Me estremezco, porque esta es la parte que no es tan fácil de
explicar y la más difícil de superar. —Su familia era propietaria de una
granja de alpacas en Nueva York, pero la vendieron. RJ juega al hockey
profesionalmente aquí en Chicago.
—¿Profesional en qué sentido?
—Juega para la NHL.
Tengo varios segundos de silencio. —¿No significa eso que tiene que
viajar mucho? ¿Cómo puede proporcionarte algún tipo de estabilidad
emocional? ¿Y a Kody? No me gusta. Ni un poco, Lainey.
Y esta, justo aquí, es la razón exacta por la que me encuentro en
Chicago en vez de Washington. Puede que me haya hecho las mismas
preguntas, pero no necesito que mi madre me lo haga más difícil.
—Puede no gustarte todo lo que quieras, pero es mi vida, no la tuya,
y puedo tomar mis propias decisiones, ya sea que las apruebes o no. Es
tarde y estoy cansada. Tengo que alimentar a Kody y luego me gustaría
acostarme.
—Lainey, por favor. Soy tu madre. Sé lo que es bueno para ti.
—Te amo, mamá, de verdad, pero sabes lo que es bueno para ti, y
eso no necesariamente es lo que es bueno para mí. Lo intentaré con RJ,
por el bien de Kody y el mío. Puedes apoyarme o no, pero de cualquier
forma es la elección que estoy haciendo.
—Bueno, creo que es otro error.
—Eres bienvenida a tener esa opinión. Aún te amo, sea que elijas
apoyarme o no. Buenas noches, mamá. —Termino la llamada, esperando
que la ansiedad me invada. Pero no lo hace. En cambio, me siento bien
defendiéndome, incluso si no fue fácil.
2 Son las siglas de Mom I Like to Fuck, en español: Mamá a la que me follaría.
amo, amiguito, y espero poder decírtelo todos los días por el resto de mi
vida. Incluso cuando seas un adolescente y te avergüence enormemente.
Mi corazón se aprieta mientras observo a este hombre gigante
diciéndole a su hijo que lo ama.
—¿Sabes a quién le habría encantado conocerte a ti y a tu mamá?
Kody balbucea, como si estuviera respondiendo la pregunta de su
padre.
—A tu abuelo Steven James, mi papá. Los dos tenemos su hoyuelo.
—Se toca la mejilla y luego se inclina para besarlo—. Dios, lo extraño.
Era un padre asombroso. Teníamos una granja y siempre se encontraba
ocupado, pero aun así se las arreglaba para hacerse tiempo para venir a
todos mis partidos de hockey. No sé cómo lo hacía. Las granjas son muy
complicadas de manejar. Largas horas y trabajo duro, pero lo hacía con
una sonrisa y me alentaba. Ojalá aún estuviera aquí. —Se pone champú
en la mano y comienza a lavarle el cabello—. Tu abuelo se preocupaba
mucho por mí. Seré sincero, hombrecito, no siempre tomé las mejores
decisiones, en especial cuando entré a la NHL, y haré todo lo posible por
ayudarte a tomar mejores decisiones de las que tomé. Pero sin dudas tu
mamá fue lo mejor que me pasó, y tú también, y creo que tu abuelo los
habría amado mucho a ambos, tanto como yo.
159
22
¿Puedes manejarlo?
Traducido por Val_17 & Anna Karol
Corregido por Danita
Rook
160
Las horas en el gimnasio se han convertido en una necesidad
absoluta estos días, porque de lo contrario, no tengo forma de exorcizar
la energía acumulada e inquieta que proviene de estar cerca de una mujer
hermosa y sexy que también es la madre de mi hijo. Lainey es hermosa
sin hacer ningún esfuerzo, es una madre increíble y paciente… lo cual no
habría sido muy excitante hace menos de un mes.
Para ser justos, he visto mucho pecho recientemente. Visto, pero
no he podido tocar. Es un tipo extraño de tortura. Ha habido muchos
abrazos, besos en la mejilla y toques coquetos, pero no quiero presionar
demasiado tan rápido.
Luego estuvo la noche pasada. Kody ha estado inquieto estos días
porque le están saliendo los dientes, y Lainey parecía exhausta por la
falta de sueño. Me ofrecí a quedarme y alimentarlo por la noche para que
Lainey pudiera dormir más de un par de horas seguidas. Me preparé para
pasar la noche en el sofá, y en retrospectiva, quizás eso hubiera sido
muchísimo más inteligente.
Ella se acostó con Kody en su pecho, y esperé hasta que ambos se
durmieron antes de transferirlo a su cuna. Pensé que solo pasarían un
par de horas antes de que se despertara para comer, y la cama de Lainey
es mucho más cómoda que el sofá, así que me tumbé a su lado.
Sin embargo, la alimentación en medio de la noche nunca llegó, así
que no me trasladé al sofá. En su lugar, me desperté acurrucado con
Lainey, con mi erección matutina presionada contra su espalda y una
mano muy cerca de agarrarle el pecho. Por fortuna eso no puso las cosas
demasiado incómodas, lo que estoy tomando como una buena señal.
De todos modos, la creciente tensión sexual es la razón por la que
estoy en la serie número seis de levantamiento de pesas.
⎯¿Qué demonios se te ha metido en las últimas dos semanas? La
única vez que te veo es en práctica o los entrenamientos. ⎯Lance es mi
observador.
⎯Estoy un poco ocupado en estos días ⎯gruño durante la octava
repetición.
⎯¿Cuándo vas a dejar de esconder a tu guía turística?
⎯No estoy ocultando a Lainey… simplemente no quiero someterla
a mi tormenta de mierda. Y recién estamos descubriendo cómo hacerlo
funcionar. La última vez que salimos, me acosaron y eso la asustó.
⎯No podrá acostumbrarse sin la exposición. ⎯Lance equilibra la
barra para mí⎯. No puedes esconderla del mundo, y no le sirve de nada
si intentas protegerla de los medios. Arranca la bandita, Rook. Llévala a
una práctica, y cuando esté lista, llévala a ella y a Kody a un partido para
que pueda conocer a las esposas. Necesita saber que no está sola. Tu
equipo es tu familia.
⎯Odia las grandes multitudes.
161
⎯Las cabinas son seguras. Y Poppy y Sunny son como el equipo
Zen, la harán sentir como en casa. ⎯Me da una palmada en el hombro⎯.
Voy al sauna, y tú también deberías, si no quieres llorar como tu bebé
más tarde.
Él tiene un punto. Le he preguntado a Lainey si quiere venir a la
práctica casi cada vez que tenemos una. Y sería genial si pudiera asistir
antes de un partido real cuando es un caos total. Decido que volveré a
mencionarlo esta noche, una vez que Kody esté en la cama.
Le mando un mensaje para ver si quiere almorzar. La mayoría de
las veces compro algo y lo llevo al acuario, pero hoy estoy pensando que
podríamos probar una cafetería. Pasos pequeños y todo eso.
No tengo noticias de ella antes de llegar al acuario, pero eso no es
tan sorprendente. No responde a los mensajes cuando dirige un recorrido
o se encuentra con los animales. Me entero por Eden que salió del trabajo
hace aproximadamente una hora y que se sentía febril, con escalofríos y
náuseas.
Intento llamarla de nuevo, pero todavía no hay respuesta. ⎯¿Qué
pasa con Kody? ⎯le pregunto a Eden.
⎯Todavía se encuentra en la guardería, por lo que sé. Al menos eso
espero. No creo que Lainey esté en estado para cuidarlo en este momento.
Realmente no se veía bien cuando se fue.
⎯Voy a comprobarla. Ver qué necesita. ⎯Me encuentro a medio
camino del vestíbulo cuando me doy cuenta de que no tengo una llave, y
si no contesta su teléfono, tampoco puedo estar seguro de que vaya a
abrir la puerta.
Me giro para encontrar a Eden balanceando un llavero en su dedo.
⎯¿Me las prestas?
⎯No. Pensaba burlarme de ti. ⎯Me muestra cuál me hace entrar
al edificio y la del departamento de Lainey.
Me apresuro por la calle y tomo el ascensor hasta su piso. Toco
primero, para no asustarla, pero cuando no responde después de unos
treinta segundos, utilizo la llave para entrar. ⎯¿Lainey? ⎯grito mientras
cierro y bloqueo la puerta detrás de mí.
Deslizo las llaves en mi bolsillo; la ansiedad hace que mi corazón
lata más rápido mientras camino por el pasillo. Miro en la habitación de
Kody, pero continúo cuando la encuentro vacía. Paso por el baño abierto
y desocupado y me dirijo a la habitación de Lainey. El edredón se halla
desarreglado; hay un tazón en el piso y un vaso medio lleno de agua en
la mesita de noche.
⎯¿Lainey? ¿Estás aquí?
⎯¿RJ? ⎯Es más un gemido que mi nombre, y proviene del baño.
⎯Eden dijo que no te sentías bien.
⎯Estoy bien. Solo dame un minuto. ⎯A esa declaración le sigue 162
un horrible sonido de arcadas, un chapoteo, y la descarga del inodoro.
La encuentro abrazando la taza, su mejilla apoyada en el borde.
Lleva una camisola suelta, con las piernas desnudas y, en su mayoría,
expuestas. Su cabello cuelga en una trenza desordenada por su espalda,
sobresaliendo por todos lados, tiene mechones pegados al cuello y frente.
Su piel normalmente bronceada se ve pálida, y una fina capa de sudor
cubre su rostro y cuello a pesar de que está cubierta de piel de gallina.
⎯No te ves bien.
Sus ojos son vidriosos y lentos al moverse. ⎯No deberías verme así.
Me veo horrible.
La ignoro mientras me agacho, y trata de alejarme. Presiono el
dorso de mi mano contra su frente, luego me inclino y siento con mis
labios, como recuerdo que solía hacer mi mamá.
Hace un ruidito, algo así como un zumbido combinado con un
gemido. ⎯Estás ardiendo. ¿Tienes un termómetro por aquí?
⎯Hay uno en el botiquín del baño frente a la habitación de Kody,
pero estoy bien. Es solo un virus. Necesito dormir por unas horas.
⎯No sé si dormir envuelta alrededor de un inodoro sea una gran
opción, Lainey.
⎯La alfombra del baño es bastante suave. ⎯Tiembla y mira por
encima del hombro hacia el suelo.
⎯Déjame ayudarte a volver a la cama.
⎯Todavía no puedo. Las náuseas están vol… ⎯Su rostro palidece
aún más, sus ojos se amplían, y luego se pone de pie, con los brazos
temblorosos, las puntas de sus dedos se ponen blancas mientras agarra
el asiento y vomita violentamente. Trata de decirme que me vaya, pero
apenas puede pronunciar las palabras antes de volver a vomitar; esta vez
no sale nada. Tira la cadena del inodoro, pero los espasmos continúan
atravesándola durante unos buenos dos minutos hasta que por fin se
hunde otra vez, con la mejilla descansando en el asiento.
Agarro una toalla y la humedezco para poder limpiarla. Está tan
débil y agotada que no opone resistencia. ⎯¿Cuántas veces ha sucedido
eso?
⎯No lo sé. Viene en estas olas horribles. He estado aquí desde que
llegué a casa, y eso fue antes de la hora del almuerzo.
⎯Voy a buscar el termómetro para comprobar tu temperatura y
traerte un vaso de agua para que las arcadas no sean tan dolorosas. ⎯Le
quito el pelo de la frente⎯. Ya vuelvo.
Primero lleno un vaso con agua, luego busco el termómetro en el
baño. Para cuando regreso, tiene arcadas nuevamente. Una vez que ha
terminado con esa ronda, le tomo la temperatura, la cual se encuentra
sobre los treinta y nueve grados. Pasa otra hora antes de que al fin deje
163
de vomitar. Se halla pálida, sudorosa y exhausta. La levanto del suelo y
la llevo de regreso a la cama.
Lucha por sentarse, temblando, con los ojos inyectados en sangre
y vidriosos por la fiebre. ⎯Necesito vestirme para ir a recoger a Kody de
la guardería.
⎯No vas a ir a ninguna parte. Yo recogeré a Kody… tú acuéstate
aquí y descansa un poco.
⎯Pero…
⎯Lainey. ⎯Pongo una mano con suavidad sobre su hombro para
evitar que se siente⎯. Tienes que dejar que te ayude. No quieres
arriesgarte a que Kody se contagie.
Sus ojos brillan. ⎯Oh, Dios, no pensé en eso.
⎯Estoy aquí y quiero involucrarme. Déjame mostrarte que puedo
hacer esto contigo.
Se recuesta sobre las almohadas con un gemido, sus dientes aún
castañean a pesar de que tiene diez mantas apiladas encima.
⎯¿Quieres que te traiga algo más cálido para que uses?
Tira de las mantas hasta su barbilla. ⎯No… no. Me pondré pan-
pantalones, y luego tendré que qui-quitármelos de todos modos. De-
dejaré de te-temblar eventualmente.
No es posible que la deje aquí sola cuando sus dientes castañetean
como si estuviera en un congelador. Doy la vuelta al otro lado de la cama
y me quito la camiseta.
⎯¿Qué ha-haces? ⎯pregunta.
⎯Voy a calentarte. ⎯Doblo las mantas y me deslizo debajo.
⎯Pe-pero te enfermaré.
⎯Estaré bien a menos que intentes besarme. ⎯La levanto y la
acomodo en mi regazo, envolviendo los brazos a su alrededor.
Se siente demasiado cansada para resistirse o siquiera considerar
pelear conmigo, así que se acurruca y mete sus pies congelados entre mis
muslos. Su frente húmeda descansa contra el costado de mi cuello, y
coloca las palmas contra mi pecho. ⎯Eres ta-tan cálido.
⎯Gran oso de peluche, ¿recuerdas?
⎯Mmm. Lo recuerdo.
Su cabello me hace cosquillas en el brazo, y froto la mano con
suavidad por su pierna, esperando que los escalofríos disminuyan.
No para de moverse en mi regazo, y a pesar de que se encuentra
enferma como un perro, mi cuerpo comienza a reaccionar de manera
inconveniente a su proximidad, la sensación de sus manos en mi pecho,
y la fricción involuntaria. 164
⎯¿RJ?
⎯¿Sí, nena?
⎯¿Tienes tu teléfono en el bolsillo?
⎯No. ¿Por qué? ¿Necesitas que llame a alguien?
Se contonea un poco más en mi regazo. ⎯No, pero hay algo duro…
oh. ⎯Levanta la cabeza, sus ojos inyectados en sangre encuentran los
míos. Se cubre la boca con la palma de la mano, y por un momento, me
preocupa que vuelva a vomitar, hasta que pregunta⎯: Tú… ¿tienes
una erección?
No me molesto en luchar contra mi sonrisa mientras levanto un
hombro y lo dejo caer. ⎯Te mueves mucho. Algunas partes de mi cuerpo
son desconsideradas y en verdad no les importa que estés enferma.
⎯Me veo como el infierno, y probablemente huelo terrible. ⎯Baja
la mano, dándome un vistazo rápido de su sonrisa antes de acurrucarse
de nuevo contra mí. Por fin, los temblores disminuyen y su respiración
se nivela. Una vez que estoy seguro de que se quedó dormida, la muevo
de mi regazo y la cubro con las mantas.
Me aseguro de que tenga todo lo que necesita antes de volver a
ponerme la camiseta.
Me lavo las manos en el baño del pasillo, haciendo una nota mental
para llamar a la empleada doméstica de Lainey para que pueda venir y
desinfectar. Lo último que cualquiera de nosotros necesita es que esto se
transmita.
Agarro las llaves de Lainey para poder devolverle las suyas a Eden,
luego me apresuro a recoger a Kody. Agradezco que me haya agregado a
su muy corta lista de adultos aprobados que pueden recogerlo. En este
momento somos Lainey, Eden y yo. Me alegra notar que a Walter nunca
se le ha dado ese privilegio.
⎯¿Lainey trabaja hasta tarde esta noche? ⎯pregunta Kristen, una
de las cuidadoras infantiles mientras me lleva a donde Kody y los otros
bebés están sentados en sus centros de actividades, jugando con botones
iluminados o cosas arrugadas y pegajosas. Otra chica del personal se
halla sentada con las piernas cruzadas en el suelo, entreteniéndolos.
⎯No se siente bien, así que pensé que sería una buena idea venir
a recoger a Kody. ¿Cómo ha estado hoy?
⎯Ha estado genial, durmió bien esta tarde y realmente le encanta
el cereal que Lainey le ha estado enviando. Anda un virus de la gripe, así
que hemos observado de cerca a todos los niños, y por supuesto, nos
hemos asegurado de que todos se laven las manos.
⎯No creo que trabajar en un acuario con miles de personas yendo
y viniendo a diario ayude mucho con la exposición a los gérmenes. ⎯Me
agacho para estar al nivel de Kody⎯. ¿Cómo está mi hombrecito? ⎯Me
inclino y le doy un beso en la frente, comprobando que no esté demasiado 165
caliente. Él sonríe y hace un sonido feliz, extendiendo los brazos como si
pidiera que lo alce. Lo levanto del centro de actividades y Kristen me
ayuda a reunir sus cosas. No pensé en traer el cochecito conmigo, lo que
suele hacer Lainey, así que es un acto de malabarismo, pero me las
arreglo para cargar los bolsos y mantener a Kody firme con un poco de
ayuda.
Nos dirigimos al departamento de Lainey, el ascensor medio lleno
con gente que regresa a casa del trabajo.
⎯Mami no se siente muy bien, amigo, así que la cuidaremos, y tú
y yo tendremos una noche de chicos. ¿Suena bien? ⎯Me hace sonidos,
como si estuviera de acuerdo con este plan, así que sigo hablando⎯.
Podemos ver un poco de hockey, e incluso te dejaré beber toda la leche
materna que quieras, siempre y cuando no me delates. ⎯Me hace más
sonidos de bebé y se estira para golpearme la cara sin coordinación⎯.
¿Me estás dando los cinco?
El elevador suena y levanto la vista, verificando si es mi parada, es
ahí cuando noto que todas las mujeres en el ascensor me miran. Por
fortuna, es mi piso, así que me disculpo, y todas se apartan o mantienen
la puerta abierta, ya que estoy cargado de cosas de bebé y un bebé.
⎯Creo que mis ovarios explotaron ⎯dice una mujer cuando las
puertas comienzan a cerrarse.
⎯Es como el chico del cartel de DILF3 ⎯dice otra.
No puedo escuchar más comentarios porque las puertas se cierran.
Tengo que dejar todas las bolsas y buscar en mi bolsillo las llaves.
La puerta al otro lado del pasillo se abre y aparece Walter. No me
gusta admitirlo, pero no es un tipo mal parecido. Delgado, de constitución
casi nerviosa, aún tiene todo su cabello, pero hay una pizca de recesión
coqueteando en las sienes, lo que significa que en unos diez años tendrá
entradas prominentes. Sólidamente promedio, tal vez, pero no compensa
el hecho de que es un imbécil.
⎯Parece que tienes problemas.
—Puedo arreglármelas ⎯murmuro, encontrando las llaves al fin.
⎯Para que lo sepas, estaré aquí, esperando el día en que toda la
diversión de jugar a la casita desaparezca y abandones de nuevo a Lainey.
Miro por encima del hombro y lo encuentro apoyado contra la
jamba de la puerta, con los brazos cruzados sobre su pecho. Tiene bolas,
se lo concederé. ⎯Mira, sé que mi aparición arrojó tus planes al carajo,
Walt, y agradezco el hecho de que estuviste aquí para ayudar a Lainey
cuando lo necesitaba, pero ya deberías seguir adelante. No voy a ir a
ninguna parte.
⎯Lo creeré cuando todavía estés aquí dentro de seis meses. Estás
en la carretera todo el tiempo, ¿verdad? Jugador de hockey profesional y 166
todo eso. Debe ser difícil para las relaciones el estar lejos tantas veces.
Lainey seguramente necesitará algo de ayuda cuando no estés cerca, y el
hecho de que yo viva al otro lado del pasillo me facilita la intervención.
⎯Sonríe con ironía⎯. Que tengas una buena noche, RJ. ⎯Dirige su
atención a Kody y le hace cosquillas debajo de la barbilla, su fachada de
tipo duro se convierte en triste melancolía⎯. Sé bueno con tu mami.
Desaparece de nuevo en su departamento, y por unos segundos me
siento mal por él. Estuvo aquí cuando yo no. Quería a Lainey a pesar del
hecho de que venía con un bebé que no era suyo. Sabe lo especial que es.
Pero se equivoca acerca de volver a acercarse para ayudar, porque tan
pronto como Lainey esté lista, los mudaré a mi casa, por lo que Walter
será eliminado de todas y cada una de las ecuaciones.
Puede que me sienta mal por él, pero estoy seguro de que no lo
quiero como mi competencia.
Pongo a Kody en su centro de actividades en la sala de estar antes
de agarrar los cincuenta millones de bolsos que Lainey le envía a la
guardería. Los dejo caer en el sofá, cierro la puerta, levanto a Kody y me
dirijo al pasillo para ver a Lainey.
Miro en la habitación y la encuentro dormida, lo cual es bueno.
Obviamente necesita descansar un poco. Mi mente se desplaza por la
3 Son las siglas de Dad I Like to Fuck, en español: Papá al que me follaría.
lista de cosas que normalmente hace Lainey cuando llega a casa del
trabajo. Por lo general, le da de comer a Kody de inmediato, y teniendo
en cuenta cómo me golpea el hombro con su nariz, tengo la sensación de
que no se quedará callado sobre lo hambriento que se siente por mucho
tiempo. Y de ninguna manera voy a despertar a Lainey para cuidarlo
ahora mismo.
⎯Vamos, hombrecito, vamos a cenar.
Lainey guarda botellas en el refrigerador y hay una caja de cereal
para bebés en el mostrador, probablemente de esta mañana. Pongo a
Kody en su saltarín para que salte mientras sigo las instrucciones para
hacerle de cenar y calentar una mamila para acompañarlo.
Nota sabia: alimentar a un bebé con cereal de la consistencia de…
cosas con las que preferiría no compararlo, es un asunto desordenado.
Cuando termino, Kody tiene comida en el pelo y en todo el cuello, el
babero y las manos.
De alguna manera también me las he arreglado para cubrir toda
mi camisa. No tengo ropa de repuesto, así que me veo obligado a usar un
paño de cocina para limpiar las manchas. Luego llevo a Kody al baño, le
doy un baño tibio y le lavo todo el cereal antes de darle su biberón.
Son más de las seis para cuando terminamos de cenar y bañarnos,
y todavía no he comido. No quiero hacer ruido innecesario en caso de que
despierte a Lainey, además el olor podría no ir bien con las náuseas. 167
Evalúo lo que hay en su despensa y en la nevera y decido que es
necesario un viaje al supermercado. Hay una tiendita de comestibles en
la calle donde puedo recoger algunas cosas para ella y algo para mí. Dejo
una nota en su mesita de noche y visto a Kody con su ropa de calle.
Llevarlo en la carriola es otra hazaña épica, pero me las arreglo.
Lainey tiene una de esas cosas de portabebés donde puedo atarlo a mi
cuerpo, pero hay alrededor de seiscientos cuarenta metros de tela con las
que no sé qué hacer, así que lo dejo para otro momento.
No tengo en cuenta que esta es la hora del día cuando se pone
inquieto, o el hecho de que no puedo verlo mientras chilla con irritación,
seguro que por estar despierto y no en los brazos de su madre. Me las
arreglo para coger lo más necesario, como ginger ale, galletas de soda,
sopa de pollo, bebidas deportivas y algo de pan y fiambres para poder
prepararme unos bocadillos cuando volvamos al apartamento. También
tomo una rebanada de pizza y la devoro mientras pongo las cosas en la
banda transportadora de la caja.
Kody se ha convertido en un alma en pena para cuando termino de
pagar. La gente me da miradas que van desde la pena hasta algo como el
desdén y el juicio. Su cara se encuentra roja como la remolacha, su boca
abierta mientras grita, lágrimas corren por sus mejillas.
⎯Está bien, hombrecito, te escucho. Nos vamos a casa ahora. ⎯Lo
desabrocho de las restricciones, preguntándome si tal vez las tiene
demasiado apretadas, pero tan pronto como me acerco lo suficiente, sé
que no es así.
⎯Oh, mier… ⎯Me las arreglo para censurarme cuando una mujer
con un niño quizás unos años mayor que Kody pasa⎯. Huele como si te
hubieras echado a perder ⎯le digo.
Por supuesto, no preví traer su bolsa de pañales, así que me veo
obligado a comprar un paquete, crema y toallitas para poder solucionar
la situación antes de regresar a casa. Estoy agradecido de que haya un
cambio de ropa en la carriola, porque ha manchado la que lleva puesta.
Utilizo la mitad del paquete de toallitas, consciente de que una
segunda ronda de baño se realizará tan pronto como estemos en casa. El
olor rivaliza con el interior de una bolsa de hockey combinada con una
letrina.
Para cuando volvemos son más de las siete, y para cuando termino
con la rutina de baño son casi las ocho, lo cual es mucho más tarde de
la hora de dormir habitual de Kody, por lo que tiene sentido que esté de
mal humor. Al menos tengo la previsión de preparar una mamila antes
de su baño para poder alimentarlo nuevamente tan pronto como esté
limpio, seco y vestido con sus pijamas. Elijo los de temática de hockey,
por razones obvias. No hace falta mucho para que se duerma, y tengo la
sensación de que no voy a ser muy diferente de él ahora mismo.
Una vez que se encuentra en la cama, vuelvo a revisar a Lainey; 168
todavía duerme. Su teléfono zumba, así que lo levanto mientras cierro la
puerta detrás de mí, sin querer molestarla. El nombre en la pantalla dice
MAMÁ. Lo dejo ir al correo de voz.
Soy consciente de que su madre sabe que he vuelto a su vida. No
he pedido muchos detalles sobre la situación allí, pero esta distancia que
ha creado ha sido intencionada. También sé que habla con su madre
varias veces a la semana, lo que me dice que, por mucho que Lainey
quiera demostrar que puede hacer esto sola, todavía hay mucho amor
allí.
Su madre vuelve a llamar menos de quince minutos después, así
que le contesto esta vez. ⎯Hola.
⎯Lo siento, debo haber marcado el número equivocado.
⎯¿Busca a Lainey?
Eso la hace detenerse. ⎯Yo… sí. ¿Quién habla?
⎯Soy RJ. Rook, el… amigo de Lainey. ⎯Me estremezco un poco por
eso. No creo que me clasifique como su amigo en estos momentos, pero
no se refiere a mí como su novio, y no es que haya habido muchas
oportunidades para salir. Los arrumacos accidentales a medianoche en
realidad no cuentan.
Su madre se burla. ⎯¿Así te llamas ahora? Embarazas a mi hija,
le mientes sobre quién eres y luego pasa un año antes de que muestres
tu rostro nuevamente. Vaya amigo que eres. Supongo que crees que solo
porque eres un gran jugador de hockey, ninguna de las reglas habituales
se aplica a ti.
Por mucho que apeste ser regañado por la mamá de Lainey,
entiendo su proceder. Y se lo hago saber. ⎯Con el debido respeto, señora
Carver, entiendo por qué no se siente contenta conmigo. Si tuviera una
hija y le pasara esto, haría todo lo que esté a mi alcance para protegerla,
y estoy seguro de que no tendría ningún tipo de cariño hacia ese tipo, que
me doy cuenta de que soy yo en este caso.
⎯Bueno, no puedo decir que te equivoques sobre mis sentimientos
hacia ti. Lainey siempre ha sido una chica especial, es delicada…
⎯Sin embargo, tal vez no sea tan delicada como cree.
⎯No sabes por lo que ha pasado.
⎯¿Se refiere al tiroteo en su universidad?
⎯¿Te habló de eso? ⎯Parece sorprendida.
⎯Sí. Alaska tiene algunas tormentas bastante malas en el verano,
lo que es un desencadenante comprensible para ella.
⎯Nunca habla de eso con nadie ⎯dice con voz suave⎯. Me
gustaría hablar con ella ahora, por favor.
⎯Lo siento, señora Carver. Por mucho que me gustaría poder
pasársela, no se siente bien, y ahora duerme. Estoy seguro de que puede 169
entender por qué no querría despertarla.
⎯¿Se siente indispuesta? ¿Qué pasa?
⎯Creo que tiene gripe.
⎯¿Gripe? Será mejor que no hayas embarazado a mi hija otra vez.
Hay una auténtica amenaza detrás de sus palabras. ⎯Estoy seguro
de que es la gripe y que definitivamente no se encuentra embarazada.
Eso no es… no sería imposible. ⎯Y eso, justo ahí, tiene que ser la primera
conversación más incómoda con la mujer que supongo que algún día será
mi suegra.
⎯Bueno, eso es un alivio. ⎯Creo que es sarcasmo, pero no puedo
estar seguro⎯. ¿Qué tan enferma se encuentra? ¿Deberías llevarla al
hospital? ¿Necesito ir? Le dije que trabajar en un acuario no sería bueno
para ella. Es un pozo negro de gérmenes y enfermedades. De hecho, es
sorprendente que no se haya enfermado antes. Solo tiene que terminar
con esto y volver a casa para poder tener la ayuda que necesita para criar
a ese niño.
⎯Lainey me tiene a mí.
⎯Ah, ¿sí? ¿Y por cuánto tiempo será ese el caso? ¿Sabes algo sobre
criar hijos? ¿Quién va a estar allí cuando viajes por todos lados y tenga
que cuidar a ese bebé sola?
⎯Tiene amigos aquí, y yo también. Hay otras esposas…
⎯¿Otras esposas? ⎯chilla en mi oído⎯. Oh, Dios mío, ¿se fugaron?
¿Te casaste con mi hija sin siquiera pedir permiso primero?
Ahora puedo ver por qué Lainey terminó mudándose al otro lado
del país. ⎯No, eso no es… Me refería a las esposas de los otros jugadores.
No nos escapamos. He cometido muchos errores con Lainey…
⎯Oh, ¿eso crees? ⎯Su sarcasmo está en punto.
⎯Debería haberle dicho a Lainey la verdad sobre mi trabajo desde
el principio. Mi vida es complicada, y esa no es una excusa, pero sé que
nunca quise perder el contacto con ella. Si soy completamente honesto,
me destrozó no poder localizarla después de que salí de Alaska, y cuando
la encontré de nuevo y me di cuenta de lo que había sucedido, estuve
devastado. Me perdí todo su embarazo, me perdí el nacimiento de mi hijo
y los primeros cuatro meses de su vida. No puedo retroceder en el tiempo
y cambiar cómo pasaron las cosas, pero estoy tratando de compensarlo.
Así que estoy aquí, cuidándola de la mejor manera que sé, que en este
momento es dejarla dormir para que pueda recuperarse.
Permanece en silencio durante un largo momento. ⎯¿Cómo se
encuentra Kody?
⎯También duerme, por ahora. Pero tan pronto como Lainey se
despierte, puedo hacer que la llame.
⎯Sí. Bueno. Me gustaría que lo hicieras. Pero también, me gustaría 170
recibir actualizaciones cada dos horas. Cuando Lainey se enferma, a
veces puede estar débil por días. Le da fiebre alta. Tuvimos que llevarla
al hospital más de una vez cuando era joven. Y asegúrate de mantener a
Kody lejos de ella hasta que su fiebre desaparezca. Querrá alimentarlo,
pero es demasiado arriesgado. Y debes asegurarte de tener té de jengibre
y galletas de soda para cuando pueda comer comida sólida de nuevo.
⎯Tengo todas esas cosas. Y definitivamente enviaré mensajes con
actualizaciones cada dos horas.
⎯Solo desearía que estuviera en casa para poder cuidarla.
Decido que la mejor manera de ganármelos es ofrecerles la
oportunidad de verla. ⎯¿Le gustaría venir de visita?
⎯Es un viaje largo.
⎯Puedo organizar vuelos para ustedes.
⎯Oh… No vuelo. ⎯Casi puedo verla retorciéndose las manos, como
Lainey cuando se siente ansiosa. Ahora veo de dónde viene.
⎯Sin embargo, podría hacerlo por Lainey, ¿no? ¿Cuándo fue la
última vez que vio a Kody?
⎯No desde que nació… Pero la granja…
⎯Tienen mucha ayuda allí, ¿verdad? A Lainey le encantaría verlos.
Y Kody ya se puede sentar. Puede pensarlo.
⎯Déjame preguntarle a su padre, ver si piensa que es algo que
podemos hacer. ⎯Espero mientras tiene una conversación apagada con
el padre de Lainey⎯. Bueno. Sí. Simon cree que una visita es una buena
idea.
⎯Reservaré sus vuelos y organizaré alojamiento para ustedes.
⎯No necesitas hacer eso. Simon puede encargarse.
⎯Por favor, significaría mucho para mí sí me dejan arreglarlo. Solo
necesito información para los boletos y un correo electrónico para
reenviarlos.
Duda por un minuto, pero al final cede. Tomo toda la información
que necesito, agarro la computadora portátil de Lainey y busco los vuelos,
selecciono el primero que sale mañana por la mañana desde Washington
a Chicago. Una vez que tengo todo reservado, reenvío el correo.
Termino la llamada y dejo el teléfono de Lainey en el sofá. Me siento
exhausto. No sé cómo Lainey lo ha hecho sola todos estos meses. Y ahora
he invitado a sus padres para una visita. Ganarse a su mamá es una
cosa, pero su papá… bueno, esperemos que todavía tenga mis bolas para
cuando se vayan.
171
23
Entereza
Traducido por Camila Cruz
Corregido por Pame .R.
Lainey
172
177
24
Huéspedes
Traducido por Ana_V.U
Corregido por Danita
Rook
178
Ha pasado mucho, mucho tiempo desde que conocí a los padres de
una mujer con la que estuviera saliendo. Como, no desde la secundaria.
Y este no es un escenario habitual para conocer a los padres, porque la
realidad es que no soy un chico normal. Ser un jugador profesional de
hockey en Chicago es como ser Britney Spears en Las Vegas. No es la
imagen de bajo perfil que pinté de mí mismo cuando conocí a Lainey, y
esa mentira va a ser un gran problema con sus padres. Lo cual puedo
entender.
Parece que Lainey quiere empacar todo el contenido del dormitorio
de Kody, así que al final admito que ya he convertido uno de mis cuartos
en una habitación para bebés y que solo necesita lo básico.
Deja de llenar una bolsa con ropa y crema para pañales y me da
una mirada incrédula. ⎯¿Cuándo tuviste tiempo para montar un cuarto
para bebés? Has estado aquí más de lo que has estado en casa las últimas
dos semanas.
Meto las manos en los bolsillos. ⎯Pedí un montón de cosas e hice
que fueran pintores y un decorador.
Se sienta en el borde de la cama, luciendo cansada de nuevo. ⎯No
es fácil acostumbrarse al hecho de que puedes permitirte contratar
personas para que hagan todas estas cosas por ti.
⎯Me esforzaré para acondicionarte poco a poco. Mientras tanto,
¿puedes dejar que yo me ocupe de esto? No tenemos que recoger a tus
padres hasta dentro de cinco horas. Pasaste una buena parte de día de
ayer recreando esa escena de El Exorcista en la taza del inodoro. Puede
que te sientas mejor, pero en realidad no te encuentras en condición de
hacer mucho más que estar acostada y mejorar.
⎯Empacaremos el bolso de Kody. Entonces me acostaré.
Me gustaría discutir con ella, pero veo que no podrá relajarse hasta
que su maleta también esté empacada. Y sé, sin que tenga que decir una
palabra más, que no confía en que yo lo haga sin su supervisión.
La obligo a tomar asiento en la mecedora, desde donde grita todas
las cosas que va a necesitar. No me molesto en decirle que ya tengo casi
las mismas cosas en mi casa.
Después de unos minutos, deja de gritar artículos. Echo un vistazo
para encontrarla desmayada en la silla. La dejo ahí mientras le cambio
las sábanas, luego la llevo de vuelta a su habitación. Como todos estamos
faltos de sueño, uso una de sus almohadas de lactancia para rodear a
Kody y colocarlo en el medio para que esté flanqueado a ambos lados, y
los tres tenemos una buena siesta.
Cuando Lainey se despierta, le preparo un baño lleno de sales de
Epsom para los dolores y molestias mientras amamanta a Kody. Se ve
significativamente mejor que hace veinticuatro horas, y ya se siente lista
para un viaje al aeropuerto.
Yo soy un lío, todavía llevo puesta la camisa que Lainey roció con 179
leche materna y Kody escupió antes. También sigo sin afeitarme y sin
bañarme. Al menos tengo una chaqueta para cubrir las manchas de la
camisa, y la gorra cubre mi cabello.
Nos dirigimos a mi camioneta, que ya tiene un asiento para bebé
instalado, y cargamos todas las maletas. Me estaciono en el aeropuerto y
Lainey ata a Kody a mi cuerpo con el canguro que parece una camisa de
fuerza. Quería usarlo, pero pensé que el peso extra y el esfuerzo no le
harían bien. Es impresionante lo rápido que puede envolver trescientos
sesenta y cinco metros de tela a mi alrededor.
Aprendí que el hecho de que no estemos mucho tiempo en el
aeropuerto no significa que debamos dejar la bolsa del bebé en el auto,
así que también debo cargar con eso. Al menos es azul con pequeños
aviones, por lo que es algo varonil.
Mis palmas sudan mientras caminamos desde el estacionamiento
hasta el área de llegadas. Lainey desliza su mano en la mía y la aprieta.
⎯Te amarán tan pronto vean lo mucho que lo intentas.
⎯Crucemos los dedos. ⎯Aprieto su mano⎯. ¿Debería traerte una
silla de ruedas? ¿Te sientes lo bastante bien para esto? Quizás debiste
quedarte en el auto.
⎯Estoy bien. Solo un poco cansada, y esto no tomará mucho
tiempo.
Tan pronto como llegamos, hago que se siente. Luego encuentro la
cafetería más cercana del aeropuerto y le agarro una botella de agua, un
té de menta y un panecillo con mantequilla para picar durante la espera.
Me siento a su lado, ajustando las piernas de Kody para que se
sienta cómodo. También ha logrado dormirse nuevamente. Lainey come
la mitad del panecillo antes de que lleguen sus padres. Su madre y su
padre la abrazan a la vez, murmurando cuánto la extrañaron y cuán
felices se sienten de estar aquí.
Veo, solo con ese abrazo, cuánto les importa, incluso si a veces ese
amor la ha estado sofocando. Y lo entiendo, porque Lainey se ve delicada
a veces, cuando en realidad su inocencia y sentido de la aventura son
exactamente las cosas que la hacen más fuerte y más resistente de lo que
la gente le da crédito. Y si eso no es lo bastante convincente, entonces el
hecho de que viniera a Chicago para criar a un bebé por sí sola debería
hacerlo.
Tener a Kody atado a mi cuerpo funciona bastante bien como un
escudo.
⎯¡Oh! ¿No es una lindura? ¡Toda esa belleza es casi demasiado
para manejar! ⎯La madre de Lainey pellizca la mejilla de Kody con una
mano y palmea la mía con la otra⎯. Y tú tampoco eres feo.
Su padre se para detrás de su madre, con la boca en una línea
sombría… al menos hasta que su mirada cambia de mí a Kody, y luego 180
sus ojos se iluminan. Lainey lo desata de mi cuerpo y se lo pasa a su
papá. No se le permite abrazarlo mucho tiempo antes de que su mamá se
precipite y lo robe.
Le doy la mano a su papá y me presento, no me sorprende en
absoluto su expresión cautelosa y el apretón fuerte.
⎯¿Cómo estuvo el vuelo? ⎯Les quito las dos maletas de las manos
y volvemos al estacionamiento.
⎯Bueno, fue simplemente encantador. ¡Mi médico me dio algo que
ayudaba con la ansiedad, y funcionó como magia! No estuve nerviosa en
absoluto y dormí la mayor parte del vuelo porque los asientos eran muy
cómodos. Y nos sirvieron el mejor desayuno. ¡Si hubiera sabido que volar
sería así, me habría subido a un avión hace mucho tiempo!
⎯Volamos en primera clase, Elaine. Para la mayoría de la gente no
es tan agradable ⎯dice el papá de Lainey, Simon.
⎯Pues, entonces, supongo que la primera clase es el único camino
a seguir entonces, ¿verdad?
Lainey y su mamá se sientan en el asiento trasero. Su mamá hace
un alboroto y le dice que se ve pálida y le pregunta si se cuida. Mientras
tanto, trato de sacarle conversación a Simon. Lo compararía con la
extracción de un diente, sin anestesia, hecho con unas pinzas oxidadas.
Le pregunto sobre su granja, lo que recibe poco más que gruñidos
en respuesta. Puedo sentir la confrontación preparándose.
Una vez que llegamos a mi casa, tengo los nervios por los cielos.
Me pregunto si así es como a menudo se siente Lainey… y si lo es, estoy
aún más impresionado, porque es agotador estar tan ansioso.
Mi casa no es ostentosa, pero es grande. He visto fotos de la casa
familiar de Lainey, y aunque es más grande que el promedio ⎯para
acomodar a todos sus hermanos y hermanas de niños⎯ es una granja
tradicional.
⎯¡Oh, guau! Esto es simplemente… mucha casa. ¿Vives solo aquí?
⎯pregunta Elaine mientras les muestro la sala de estar.
⎯Por ahora sí. Tengo un hermano que vive en Los Ángeles, y a
menudo viene a visitarme con su esposa e hijo durante las vacaciones.
Mi madre y mi hermana también vienen a visitarme.
⎯¡Podrías perder a una persona aquí! ⎯No estoy seguro de si
Elaine bromea o no.
Me giro hacia Lainey, que se ha apoyado contra la pared. Presiono
mis labios en su frente. No se encuentra tan caliente como ayer, pero
hemos tenido mucha emoción para alguien que arrojó sus galletas hace
menos de veinticuatro horas.
⎯Deberías acostarte… debes estar aniquilada.
⎯Tal vez solo por un momento. ⎯Me da una sonrisa agradecida.
181
⎯¿Por qué no les muestro las habitaciones, así todos pueden
acomodarse?
Cargo las dos maletas al segundo piso y llevo a los padres de Lainey
a una de las habitaciones, tomando a Kody de Elaine. Los dejamos para
que desempaquen, y pongo a Kody sobre una cadera para poder tomar a
Lainey de la mano, guiándola por el pasillo. ⎯Tengo algo que enseñarte.
⎯De acuerdo.
Abro la segunda puerta a la izquierda y enciendo la luz. La palma
de Lainey cubre su boca y sus ojos se agrandan. ⎯Oh, RJ, esto es…
asombroso.
La habitación de Kody se encuentra decorada con una temática de
hockey, porque, bueno, es mi vida. La cuna está diseñada para parecerse
a una pista de hockey, una idea que obtuve de Alex y Violet, y la ropa de
cama cuenta con el logotipo de nuestro equipo.
Coloco a Kody en la nueva cuna. Levanta la mano, como si tratara
de agarrar el móvil que cuelga sobre su cabeza. ⎯Pensé que sería bueno
presentarle a Kody el hockey a una edad temprana. Tal vez le tenga el
mismo amor que yo. Pero podría ser más como tú, así que pensé que era
bueno tener un poco de los dos aquí. ⎯Enciendo el móvil de la criatura
marina y me dirijo al mural de la Isla Kodiak. Es una calcomanía, en
lugar de una pintura, por lo que podemos cambiarla cuando lo deseemos.
Lainey deambula por la habitación. Se sienta en el planeador y se
balancea varias veces antes de pasar al tocador y al cambiador. Al final,
vuelve a pararse frente a mí, con los ojos brillantes de lágrimas no
derramadas.
⎯No hice esto porque quiera quitártelo, Lainey… entiendes eso,
¿no? Lo hice porque quería que vieras que me importan los dos y quiero
ser parte de su crianza. Juntos o separados, él siempre será nuestro.
Sonríe, un poco triste, un poco melancólica. ⎯Tenías razón, lo
sabes.
⎯¿Acerca de?
⎯Eres exactamente el hombre que pensé que eras.
⎯¿Es eso algo bueno o malo?
⎯Bueno. Es bueno. ⎯Envuelve los brazos alrededor de mi cintura
y apoya la mejilla contra mi pecho.
La envuelvo en un abrazo, aliviado de que esté aquí y de que
parezca entender y creer que en verdad quiero corregir mi error. ⎯Cometí
algunos grandes errores, Lainey, pero estoy haciendo todo lo posible para
compensarlos.
⎯Haces un gran trabajo. ⎯Se aleja y levanta la barbilla. Coloca
una palma contra mi mejilla y sonríe con suavidad⎯. Ahora lo entiendo
mejor, por qué omitiste la verdad al principio.
⎯Todavía lamento no haberte dicho cuándo tuve la oportunidad. 182
⎯Haberme perdido todo este tiempo con ellos es un castigo que no estoy
seguro de poder superar.
⎯Lo sé, pero también entiendo cómo se hizo más difícil decirme
cuanto más tiempo estuvimos juntos. Y voy a ser honesta contigo… no
sé cómo la versión de mí que conocías habría manejado todo eso, porque
muchas cosas han cambiado. ⎯Exhala un aliento tembloroso—. Y siento
no haberte contado sobre Kody de inmediato.
⎯Entiendo por qué esperaste. Te había ocultado la verdad.
⎯Y decirte que tenías el potencial de cambiar toda mi vida, y en
ese momento, no estaba segura de si iba a ser un cambio bueno o malo…
así que gracias por ser paciente conmigo mientras resolvía todo esto.
⎯Gracias por darme la oportunidad de demostrar que soy el mismo
hombre que era hace un año. ⎯Presiono los labios contra su sien y la
sostengo, agradecido por esta segunda oportunidad.
Como Kody parece contento en su cuna, por ahora, lo dejamos allí
mientras le enseño a Lainey el baño conectado a la habitación. Hay otra
puerta que lleva a un dormitorio al otro lado, así que las tres habitaciones
se hallan conectadas.
⎯Si quieres quedarte, puedes hacerlo. ⎯No quiero presionarla por
más de lo que se encuentra dispuesta a dar.
Asiente y se muerde el labio inferior. ⎯¿Dónde se encuentra tu
habitación?
⎯También se conecta a la habitación de Kody, a través del armario.
⎯Era una característica de diseño que no entendí al principio. Pero más
tarde me di cuenta de que la habitación de invitados en la que planeaba
que Lainey se quedara era en realidad una habitación pensada para
niñeras. La llevo a través del vestidor lleno de ropa nueva para Kody hasta
la puerta del otro lado, que nos lleva a mi habitación.
Cruza hacia la cama, que es exactamente como la de la cabaña en
Alaska. Incluso el edredón es el mismo. Pasa la mano por el borde del
estribo. ⎯¿Y si… quiero quedarme aquí en su lugar?
⎯Puedo tomar la otra habitación si es lo que prefieres.
Mira por encima del hombro, con el labio atrapado entre los
dientes, luciendo tímida y nerviosa. ⎯No. Quiero decir, ¿qué pasa si
quiero quedarme aquí contigo?
Cruzo la brecha entre nosotros y la envuelvo en mis brazos. ⎯Te
extrañé todos los días durante más de un año. Extrañaba el olor de tu
champú, la forma en que te sientes en mis brazos, el sonido de tu voz, la
suavidad de tu piel, y aunque tu padre podría matarme si te quedas aquí
conmigo, estoy dispuesto a correr ese riesgo.
Lainey se ríe entre dientes. ⎯Soy una mujer de veintiséis años… y 183
una madre. Creo que todos sabemos que no soy la niña inocente que le
gustaría fingir que soy. Y he echado de menos la forma en que se siente
mi corazón cuando te encuentras cerca de mí… así que, por favor, ten
cuidado con él esta vez.
A pesar del hecho de que todavía podría estar del lado correcto de
la gripe, cuando inclina su cabeza hacia atrás y su mirada se posa en mi
boca, me sumerjo con la intención de besarla.
Gira la cabeza unos centímetros, así que hago contacto con la
comisura de su boca. ⎯No quiero enfermarte.
⎯Mi sistema inmunológico está a tope: voy a tomar una botella de
vitamina C y luego me desinfectaré las manos si es necesario.
Antes de poder moverme para besarla de forma adecuada, Kody
deja escapar un grito fuerte.
Resulta que mi polla termina bloqueada por mi propio hijo. ⎯Me
haré cargo… tú acuéstate.
⎯¿Qué pasa con mis padres?
⎯Puedo entretenerlos. Necesitas descansar y ellos querrán ver a
Kody. ⎯Me ajusto los pantalones de camino al cuarto de Kody. Cierro la
puerta detrás de mí para que Lainey tenga un poco de silencio y entro al
mismo tiempo que su padre. Llega a la cuna antes de que yo pueda y
levanta a Kody⎯. ¿Dónde está Lainey?
⎯Tomando una siesta. La gripe la debilitó mucho.
Asiente y mira alrededor de la habitación. ⎯Esta es, eh… una
habitación cara para un bebé.
Kody sigue llorando… no en voz alta, pero chilla de todos modos.
Quiero llevarlo, pero tampoco quiero privar a su abuelo de la oportunidad
de calmarlo. Definitivamente no es una situación fácil de navegar. ⎯Tal
vez deberíamos llevar a Kody abajo. No quiero molestar a Lainey.
Simon me sigue hasta el piso principal. No estoy cien por ciento
seguro de lo que significan los diferentes gritos de Kody, como sí parece
saber Lainey, pero me doy cuenta por la forma en que rebota la cara en
el hombro de Simon que quizás tenga hambre. Busco en la bolsa del bebé
hasta que encuentro uno de los biberones empacados en el espacio
refrigerante separado y guardo el repuesto en el refrigerador.
Simon frunce el ceño. ⎯Pensé que Lainey estaba amamantando.
⎯Sí, pero se saca leche para que Kody pueda tomar biberones
cuando va a la guardería. También significa que puedo involucrarme en
alimentarlo y que Lainey puede tener un descanso cuando lo necesite.
Le ofrezco la botella, pero sacude la cabeza. ⎯En realidad, nunca
entendí como funciona eso.
⎯Sin embargo, no está de más intentarlo, ¿verdad?
184
Después de una breve mirada intimidante, me permite mostrarle
cómo sostener a Kody para que pueda alimentarlo. Estoy un poco molesto
cuando toma la botella sin problemas, principalmente porque quiero
tener la oportunidad de demostrarle a Simon que soy bueno por algo más
que mi cuenta bancaria y mi donación de esperma.
⎯No puedo creer que Lainey ya esté trabajando de nuevo. Debería
estar criando a Kody, no en una guardería. ⎯Ajusta su control sobre el
bebé y me lanza una mirada acusadora.
Mantengo contacto visual, consciente de que mirar hacia otro lado
sería como retroceder ante un oso. ⎯Le gusta su trabajo. ⎯Al menos esa
es la impresión que me dio. No veo por qué se mudaría al otro lado del
país y aceptaría un puesto como este si no quisiera. O tal vez sentía que
era la única opción.
⎯Si regresara a Washington, podría quedarse en casa y recibir
nuestra ayuda. No necesitaría trabajar. ⎯Examina la sala de estar, sus
ojos rebotando en la costosa electrónica, los muebles de cuero y el arte
con temática de hockey antes de volver a instalarse en mí, acusatorios y
fríos⎯. Investigué un poco sobre ti, hijo… ganas más que suficiente para
apoyarlos a ambos, así que la pregunta es, ¿por qué no lo haces?
Sabía que esta conversación era inminente, y traté de prepararme
para ella, pero no estoy seguro de haber entendido la ira de un padre
enojado hasta ahora. ⎯Nos estamos volviendo a conocer, y si sé algo
sobre su hija, es que no le gusta mucho sentir que la cuidan o que la
obligan a estar en situaciones que escapan de su control. Así que hago
todo lo que puedo, y todo lo que permite, para involucrarme en la crianza
de Kody. ⎯Lucho por mantener las manos a los costados y no revelar mi
nerviosismo metiéndolas en mis bolsillos.
Simon no responde de inmediato: procesa, digiere, tal vez intenta
decidir qué tan sincero soy. ⎯¿Cuáles son tus intenciones con mi hija?
Tengo que reconocérselo. Me confronta directamente, como lo haría
cualquier padre protector. Empiezo a tener dudas sobre todo el asunto
de “Lainey va aquedarse en mi habitación conmigo” mientras Simon está
en la casa. Es un granjero lechero. Ha tenido que matar animales, lo que
significa que sabe usar un arma. No es un pensamiento reconfortante, de
verdad. ⎯Bueno, señor, planeo cuidar a Lainey y a Kody de cualquier
manera que Lainey me permita. Ya me he perdido todo su embarazo y los
primeros meses de la vida de Kody… No quiero perder más tiempo con
ellos.
Arquea una ceja, nada impresionado. ⎯Sin embargo, todavía vas a
perder mucho tiempo, con todo lo que tienes que viajar. Tu carrera no es
muy propicia para la vida familiar.
⎯Tengo muchos compañeros de equipo que están felizmente
casados y con familias.
Frunce el ceño, los ojos entrecerrados y todavía fijos en mí. ⎯¿Es
eso parte de tu plan? ¿Casarte con mi hija? 185
186
25
Niebla de hockey
Traducido por Auris
Corregido por Danita
Rook
187
Basado en el reciente episodio de gripe de Lainey y el hecho de que
sus padres están de visita, el acuario le da el resto de la semana libre.
Además del tiempo en el hielo y el entrenamiento, paso cada momento
libre que tengo con Lainey, Kody y sus padres.
Ven, tal vez como nunca antes, cuán increíblemente competente e
independiente se ha vuelto Lainey. También veo la sobreprotección en
acción, y entiendo mejor por qué ella vino a Chicago.
Una vez que Lainey se siente mejor, decido que una buena manera
de ayudar a sus padres a ver que tendrá apoyo cuando yo esté viajando
es invitar a mis compañeros de equipo y sus familias a una cena. En
teoría, parece una gran idea, la realidad es un poco diferente.
En este momento estoy de pie entre la cocina y la sala de estar,
tratando de descubrir cómo, de repente, casi mil doscientos metros de
espacio habitable se sienten estrechos. La sala parece más una tienda de
juguetes saqueada que un lugar donde podemos relajarnos.
Lainey y algunas de las esposas se encuentran sentadas en círculo
en un área que ha sido acordonada con una extensa serie de puertas
ajustables y cercas para bebés destinadas a acorralar a los niños y bebés
que son demasiado pequeños para pasear por la casa. Es una versión
amigable de una prisión para bebés.
Los mayores, que corren menos riesgo de caerse por las escaleras
o meterse objetos peligrosos en la boca, están en el patio trasero con Alex
y Miller, jugando hockey, por supuesto.
La madre de Lainey está en la cocina dándole órdenes a Lance y a
Randy, quienes llevan delantales y parecen estar demasiado asustados o
desconcertados para hacer algo más que seguir sus instrucciones. Veo
de dónde saca Lainey el don de mando en la cocina.
Violet está parada justo afuera del área acordonada donde se
encuentran los bebés, hablando animadamente con Simon y las esposas.
Eso podría ser algo bueno o malo, ya que casi todo lo que piensa Violet
sale de su boca sin filtro.
Kody ha aprendido a darse la vuelta, pero solo en una dirección,
por lo que rueda por el suelo hasta que choca contra la barrera de la
puerta junto a los pies de Violet y Simon.
Recojo una mimosa sin alcohol, que es esencialmente jugo de
naranja y jugo de uva blanca con gas, del mostrador y una botella de
cerveza de la nevera y me dirijo hacia ellos.
⎯Alex se enamoró de Robbie al momento en que salió. ⎯Violet
tiene los ojos muy abiertos, y se inclina hacia adelante⎯. Quiero decir,
los bebés son un poco extravagantes, ¿no? Al menos al principio. Robbie
parecía un extraterrestre. Su cabeza tenía la forma de un maldito cono,
y tenía esos hinchados ojos de loco. Parecía que había estado fumando
todo tipo de cosas verdes mientras esperaba arruinar mi maldita vagina.
⎯Se acaricia el vientre⎯. Espero que este se parezca un poco más a un
ser humano normal que a un pariente lejano de E.T. cuando baje por la 188
rampa.
Espero que Simon se vea escandalizado, pero en cambio echa la
cabeza hacia atrás y se ríe. ⎯El primero siempre parece el más extraño.
Después de eso comienzan a salir luciendo un poco menos aplastados.
⎯Se inclina y baja la voz⎯. Lainey salió luciendo perfecta desde el
principio. Sabíamos que no íbamos a tener más hijos después de Lainey,
así que Elaine le pidió a la partera que arreglara un poco las cosas.
⎯Hace un movimiento de mano debajo de su cintura.
⎯¡Dios mío, papá! ¿En serio? ⎯Lainey parece mortificada.
En defensa de Simon, la gente ha estado entregándole cervezas de
manera constante durante las últimas tres horas, y estoy a punto de
ofrecerle una más.
Violet no parece molestarse en lo más mínimo por esta discusión.
⎯¿Funcionó? Alex quiere que tengamos una alineación de hockey,
gracias a esa. ⎯Señala con el dedo por encima del hombro a Sunny, que
también es la hermana menor de Alex⎯. Le dije que tres es mi máximo,
porque después de ese punto creo que simplemente se deslizan en un
estornudo, ¿sabes?
Simon se ríe entre dientes. ⎯Era como si fuéramos recién casados
de nuevo.
Y eso, allí mismo, es mucha más información de la que necesitaba
sobre mis futuros suegros. ⎯¿Alguien necesita otro trago? ⎯pregunto,
pareciendo un adolescente.
Simon y Violet se sobresaltan un poco, posiblemente por mi voz
chillona. Violet me quita el vaso y lo vacía en dos tragos largos. ⎯Tengo
mucha sed todo el tiempo, pero este niño trata de usar mi vejiga como si
fuera un trampolín. ⎯Acaricia a Simon en el hombro y luego hace un
gesto debajo de su cintura. Para su crédito, él mantiene los ojos en su
rostro⎯. Gracias por la seguridad de que mis partes femeninas no se van
a arruinar de manera permanente, pero si pudieras evitar compartir esa
historia con Alex, sería genial. Preferiría que no supiera que puedo tener
seis hijos y seguir siendo de tamaño extra pequeño. ⎯Violet camina hacia
el baño del piso principal.
⎯Es muy divertida, ¿no? ⎯Simon inclina la botella hacia atrás y
toma un trago.
⎯Sí que puede serlo. Casi siempre dice justo lo que piensa. ⎯Kody
choca contra la barrera, pero cuando Lainey trata de moverlo de regreso
al centro del círculo, chilla con irritación y se estira por mí.
⎯¿Quieres pasar el rato conmigo y tu abuelo, hombrecito? ⎯Lo
tomo de los brazos de Lainey, levantándolo en el aire antes de hacerle
una pedorreta en la barriga. Se ríe ruidosamente y se agita. Otro sonido
menos adorable sale de su parte trasera. 189
Lainey mira el reloj. ⎯Debería alimentarlo pronto, o se va a poner
inquieto.
⎯¿Qué tal si le doy el biberón para que puedas tomar una mimosa
real y disfrutar de tu tiempo con las chicas? ⎯ofrezco.
⎯¿Estás seguro?
⎯Segurísimo. ⎯La beso en la mejilla, le doy una mimosa y caliento
uno de los biberones del refrigerador para poder alimentar a Kody. Al
principio solía negarse cuando intentaba darle el biberón, pero ahora está
acostumbrado. El hecho de que Lainey se enfermara, aunque no fuera
excelente para ella, ha sido útil para facilitarme que él acepte el biberón.
Me pongo cómodo en una de las tumbonas y Kody se acomoda, chupando
con fuerza.
Simon se deja caer en la silla junto a la mía.
⎯Sabes, Lainey nunca solía decir lo que pensaba, no hasta el
verano pasado. Y tengo que decir que creo que es un buen cambio,
incluso si fue difícil acostumbrarse al principio. ⎯Toca el brazo de su
silla y examina la sala de estar⎯. Tus amigos me dicen mucho sobre
quién eres como persona, RJ.
⎯Son como una segunda familia. Lainey nunca estará sola, ni
siquiera cuando tenga que viajar, tendrá personas en las que pueda
confiar.
Simon asiente, su atención se desvía de Elaine en la cocina,
tratando de ayudar a Randy a quitarse la redecilla de la barba ⎯que la
dejara ponérsela en primer lugar es un milagro⎯ hacia Lainey y las
esposas riéndose mientras se turnan en hacerles cosquillas a los bebés.
⎯Puedo ver eso, y por muy difícil que haya sido darle su espacio e
independencia, es claro que ha sido bueno para ella. Eres bueno para
ella. ⎯Lo dice casi a regañadientes, pero con una sonrisa que me dice
que finalmente lo estoy ganando.
⎯Lainey y Kody son lo mejor que me ha podido pasar.
196
26
Comienzos ansiosos
Traducido por Beatrix & MadHatter
Corregido por Pame .R.
Lainey
197
La visita de mis padres es algo bueno y malo a la vez. Lo bueno es
que ven exactamente lo mucho que se esfuerza RJ y lo sincero que es al
querer demostrar que realmente está en esto conmigo. Pero lo malo es
que mis padres se van, porque por mucho que me vuelvan loca con su
sobreprotección, los echo de menos.
No echo de menos vivir bajo su techo ni que se preocupen por mí
como si fuera un bebé indefenso, pero echo de menos tenerlos cerca.
Tampoco hay una solución fácil. No cuando RJ juega en Chicago. Pronto
estará mucho en la carretera, pero esta sigue siendo su localidad.
Mi padre me habrá preguntado, más de una vez, qué pienso hacer
cuando termine mi contrato con el acuario. Se supone que solo es un
puesto temporal de investigación y, sinceramente, debería ser capaz de
completar la investigación en el tiempo asignado. Incluso si acepto un
horario reducido, como ha sugerido RJ, y logro negociar un contrato un
poco más largo, una vez que termine, tendré que empezar a buscar otro
trabajo. A no ser que necesiten más investigaciones sobre los hábitos de
apareamiento de los animales acuáticos relacionados específicamente
con los delfines y las ballenas. Lo cual es poco probable.
Encontrar un nuevo trabajo no debería ser difícil en una ciudad
como Chicago, especialmente con tres maestrías. Pero no me va muy bien
en las entrevistas, ya que me pongo muy nerviosa, y no puedo garantizar
que cualquier otro lugar de trabajo vaya a ser tan complaciente como lo
siguen siendo en el acuario. Por el momento, intento no preocuparme
tanto por las cosas que no puedo controlar. En cambio, me concentro en
investigar cuando estoy en el trabajo, en amar a Kody cuando no lo estoy
y en volver a enamorarme de RJ cada vez que estamos juntos, lo cual,
por el momento, es frecuente.
En la semana transcurrida desde que mis padres volvieron a casa,
he dormido tres veces en casa de RJ. En su cama, con él. Hemos tenido
sexo las tres veces.
Ahora estamos acurrucados en su cama, Kody duerme en la
habitación de al lado y RJ lee artículos relacionados con el hockey en
tanto yo repaso las técnicas de seducción de los delfines. Al igual que los
humanos, un delfín macho le hace un regalo a la hembra (pero sustituye
las flores o el chocolate por una esponja marina) para ganarse su favor
sexual.
Hasta ahora, cuando RJ intenta explicarme el hockey, me siento
como si me estuvieran enseñando un idioma extranjero. Nunca entendí
bien los deportes, así que todo me sobrepasa un poco.
—¿A qué distancia están tus padres de Seattle?
Levanto la vista del artículo que estoy leyendo. —A unas dos horas
y media, dependiendo de las condiciones meteorológicas. ¿Por qué?
—Solo me preguntaba. —Deja su teléfono y se apoya sobre un
codo—. Creo que tenemos que hablar sobre el inicio de la temporada.
—¿Te refieres a la temporada de hockey? 198
Asiente. —Sí. Los partidos de exhibición empiezan pronto. Me
gustaría que trajeras a Kody a un partido de práctica. Muchas de las
otras esposas y novias van, y llevan a sus hijos.
—¿Habrá mucha gente allí? —Mis dedos ya están en mis labios. He
recorrido un largo camino en el último año, he aprendido a lidiar con la
ansiedad que produce estar en lugares con una multitud importante.
Pero un estadio abarrotado de miles de personas no es lo mismo
que el acuario, o que un autobús lleno, o incluso el interior de un centro
comercial, que generalmente evito en la medida de lo posible. En realidad,
la mayoría de los días prefiero evitar dos de los tres.
—Las prácticas son bastante tranquilas, por eso quiero que vengas.
Sé que la idea del estadio te asusta, pero no será una locura como lo es
durante la temporada regular. Incluso los partidos de exhibición no son
tan concurridos. Yo solo… quiero que veas cómo es, para que puedas
acostumbrarte. Y te prometo que será divertido. —Se ve tan nervioso y
esperanzado.
No podemos vivir en la burbujita de su casa y mi apartamento, con
alguna cena ocasional o reunión de amigos y alguna compra aquí y allá.
La mayor parte de nuestra relación se ha construido en un cosmos de
compatibilidad doméstica.
El hockey es su pasión, su trabajo y lo que lo motiva. Es una parte
importante de su vida, y aunque he visto partidos con él en la televisión
y he visto imágenes suyas jugando, no es lo mismo que verlo en el hielo
en la vida real. Amo al hombre que conocí en Alaska y al padre de mi hijo,
pero quiero ser capaz de amarlo en su totalidad, incluso en las partes que
me asustan, y eso incluye a la estrella de la NHL por la que las mujeres
babean.
Para eso mismo, tengo que aprender a manejar la otra parte muy
significativa de su vida. Y no voy a hacerlo limitando nuestra vida en
común al interior de una casa. —Creo que sería una gran idea que Kody
y yo fuéramos a un entrenamiento.
—¿Sí? —Su sonrisa es radiante.
Le devuelvo la sonrisa, aunque estoy segura de que la mía es
nerviosa en lugar de impresionante, y asiento con la cabeza. Me lo pasé
muy bien con las chicas cuando vinieron mientras mis padres estaban
de visita.
RJ me levanta la mano y me besa los nudillos. —Puedo hablar con
Lance y Miller, parecías llevarte muy bien con sus esposas.
—¿Te refieres a Poppy y Sunny? Son un encanto, y no hace falta
que hables con Lance y Miller. Puedo enviar un mensaje a las chicas, ya
estamos en un chat de grupo. Podemos organizar algo. Ya han estado
preguntando cuándo iré a un entrenamiento, así que estarán contentas
cuando les diga que al próximo.
—Eso es perfecto. —Tira de mi cintura, acercándome más—. Hay
199
algo más de lo que quiero hablar contigo.
Me siento un poco más erguida, y él también. —¿Qué?
Se da la vuelta, acariciando sus muslos. —Ven aquí.
Lo miro. —Tuvimos sexo hace dos horas.
—No se trata de sexo. Solo te quiero cerca de mí.
No sé si creerle o no, pero me pongo a horcajadas sobre su regazo.
Él pasa sus manos por la parte exterior de mis muslos y se lame los
labios. Sin embargo, no es algo sexual, sino que se trata de nervios.
—¿Que está pasando?
—Sé que todo es bastante nuevo, y que ha habido muchos cambios
en poco tiempo, quizá más para mí que para ti, pero no sé... Pronto estaré
mucho en la carretera, lo que significa que no tendré tanto tiempo contigo
y con Kody.
—Todos nos adaptaremos al horario.
Asiente. —Lo sé. He estado pensando en contratar a una niñera a
tiempo parcial, alguien que cuide de Kody cuando tú estés trabajando y
yo esté jugando fuera.
—Ya tengo la guardería, y Kody está bien allí.
—Sí, lo sé. —Se mordisquea el interior de su labio—. Kristen es
fantástica con él.
—Sí. —Por mucho que no me guste estar lejos de él, me encanta
que haya alguien con quien me sienta cómoda cuidándolo.
—Por eso le ofrecí pagarle el doble de lo que gana si está dispuesta
a cuidar solo a Kody.
—¿Qué?
Levanta las manos. —Escúchame: a esas mujeres no se les paga lo
suficiente por lo que hacen, y Kristen es genial con Kody.
—Pero me gusta que tenga interacción con otros niños. Esa parte
es muy importante, RJ. Yo pasé la mayor parte de mi tiempo con mis
hermanos, aparte de los eventos de la comunidad educativa en casa.
Quiero que Kody tenga una vida social completa con muchos amigos. No
quiero que le cueste lo mismo que a mí, como todavía me pasa a veces.
Muchas veces —rectifico.
—Estoy totalmente de acuerdo, aunque creo que eres mejor de lo
que crees con la gente. Pero también pensé que dirías eso. Miller y Lance
viven en este vecindario. Sus niñeras pueden coordinar citas de juego con
Kristen y Kody. Tendrá muchos amigos.
—Pero tendré que traerlo aquí todos los días antes de ir a trabajar.
¿Qué tan eficiente es eso? —He estado pasando mucho más tiempo en su
casa, pero no hemos tenido la conversación de la relación. Toda nuestra
situación es poco convencional, y nada parece encajar en una caja limpia
200
en lo que a nosotros respecta.
—Bueno, eso es lo otro que quería mencionar. —Sigue pasando sus
manos sobre mis muslos—. ¿Y si te mudaras? Entonces sería más fácil
todo, ¿no? Sobre todo si puedes trabajar desde casa de vez en cuando y
el acuario es flexible con tus horarios.
—¿Quieres que nos mudemos contigo? —Ahora es mi turno de
ponerme nerviosa. Las únicas personas con las que he vivido, aparte de
cuando RJ y yo nos encontrábamos en Alaska, son mi familia.
—Es un gran paso, pero tiene más sentido, ¿no crees? Ya los voy a
echar de menos a ti y a Kody cuando esté de viaje, y cuando esté en casa
quiero estar contigo. Esperaba que tú quisieras lo mismo.
Mudarse con él significa que esa porción de independencia total se
ha ido, pero al mismo tiempo, tiene un buen punto. No podemos ser
compañeros, no de la manera que creo que ambos queremos, si estoy
viviendo bajo otro techo. Él quiere ser parte de nuestras vidas, y yo quiero
lo mismo. Y eso es el amor: aprender a apoyarse en otra persona, hacerlo
juntos.
—Será como en Alaska, excepto que ya tienes amigos aquí, y una
vez que vengas a la práctica conocerás mejor a las chicas. No tienes que
decidir ahora. Solo quiero que sea más fácil para nosotros pasar tiempo
juntos, como familia y como pareja. Piénsalo, ¿de acuerdo?
—Está bien. Puedo hacer eso.
—Bien. —Sus manos se posan en mi cintura—. Ahora trae esos
labios aquí, necesito un poco de tu amor antes de dormir.
Me inclino para un beso que se convierte en un dulce y lento acto
de amor. Es tanto una distracción de todas las cosas que me pide RJ
como una forma de demostrarme que me ama y me necesita tanto como
yo empiezo a aceptar que le necesito.
4Personaje de Winnie the Pooh, un viejo burro de peluche gris bastante pesimista y
melancólico.
asumió el papel de capitán, y desde entonces ha estado muy centrado.
Es difícil meterse en problemas cuando todos tus amigos tienen hijos y
esposas.
Estas son todas las cosas que necesito escuchar, me doy cuenta.
Confirma de nuevo que el hombre que conocí en Alaska y el que ha vuelto
a mi vida recientemente no son diferentes para nada. Solo que su trabajo
no es el que yo creía. Esa omisión no cambia lo que él es en su totalidad,
y no disminuye la conexión que teníamos antes o lo que estamos tratando
de construir ahora. A medida que me siento con estas mujeres y llego a
conocerlo a través de ellas, me siento más segura de que puedo manejar
esta parte de su vida. Cuanto más lo conozco fuera de nuestro pequeño
cosmos, más quiero que esto funcione. Y será mucho más fácil para
ambos si me mudo con él.
Rook
Rook
215
Tres meses después…
Cada vez que abro el cajón de la ropa interior me entran sudores
nerviosos. Me hace respetar más a mi novia, la madre de mi hijo y futura
esposa, porque muchas cosas la hacen sentir así y siempre sale adelante.
—Entonces, ¿estamos planeando una boda o qué? —pregunta mi
hermana.
—No te le preguntado...
Un fuerte golpe me interrumpe, como si algo de metal golpeara el
suelo. —¿Por fin te declaraste? —grita mi madre con entusiasmo. La veo
como una mancha indistinta moviéndose por la cocina.
Le doy una mirada a mi hermana. Podría haberme advertido que
nuestra madre estaba escuchando. Me pone su cara de lo siento, pero no
es muy convincente.
—Aún no le ha preguntado, mamá —dice Stevie.
—Oh. Y aquí yo me emocioné por nada —grita.
—Podrían intentar entusiasmarse con el hecho de que los playoffs
se acercan y Chicago es el número uno en este momento.
Stevie pone los ojos en blanco. —He estado comprando mi disfraz
en caso de que mamá y yo necesitemos ir a la final de este año.
Hay ruido de fondo, y mi madre pregunta algo que no entiendo.
Stevie sonríe a lo que sea que haya dicho. —Mamá quiere saber por
qué se retrasa la propuesta de matrimonio y, francamente, yo también.
Hace meses que tienes ese anillo.
Increíble... ahora las dos me están molestando por esto. —Estoy
esperando el momento adecuado.
—¿Y cuándo será eso? ¿Cuando la dejes embarazada otra vez? —
El descaro de mi madre solo queda relegado por el de Violet.
Stevie se ríe. —Bien dicho, mamá.
—No creo que vivir juntas en Los Ángeles sea bueno para ustedes.
—No intentes cambiar de tema. —La cara de mi madre aparece al
lado de la de Stevie, y me mira con dureza—. Y Stevie quizás se mude con
su novio al final del verano, así que voy a disfrutar de lo que seguramente
será la última vez que tenga un compañero de piso divertido.
—Guau. ¿Qué? ¿Te mudas con tu novio? ¿Qué demonios? ¿Por qué
no sé nada de esto? —Stevie suele contarme todo, incluso las cosas que
con seguridad no quiero saber.
—Porque en realidad no sé si va a suceder. —Stevie le da un golpe
a nuestra madre en el hombro—. Tengo que saber cuáles van a ser mis
planes de verano, y tú tienes que dejar de arrastrar el culo, porque estoy
contando con un compromiso corto para que tú y Lainey puedan
ocuparse de hacer más bebés para que los ame. 216
—Se dan cuenta de que esta es una conversación súper incómoda
para tener con mi mamá y mi hermana, ¿verdad?
—Intentaste tener la charla de sexo conmigo hace dos años, como
si aún tuviera quince años, así que esto es una venganza. Deja de perder
el tiempo y pregúntale, maldita sea.
—No estoy perdiendo el tiempo. Solo trato de encontrar la mejor
manera de preguntárselo. Y quiero asegurarme de que esté lista.
Stevie arquea la ceja. —Tienen un bebé juntos, viven juntos, la
última vez que la visitamos hablaba de cómo cree que sería mejor tener
niños con poca diferencia de edad. Estoy bastante segura de que está
preparada.
—Me gustaría tener más nietos —añade mamá—. Y sería genial si
pudieras tener una boda antes de darme otro. También me gustaría pedir
una nieta si es posible.
—Primero hagamos que se declare, mamá. —Stevie sonríe de forma
malvada mientras mamá vuelve a la cocina—. Mira, Lainey no necesita
un gran gesto. Solo necesita que le preguntes para poder decir que sí, y
entonces podremos empezar a planear, y ustedes dos podrán tener más
bebés o lo que sea. Yo digo que vayamos con lo simple. Tal vez hacer eso
de poner el anillo en el fondo de una copa de champán o algo así.
—¿Y si se atraganta con eso? —pregunta mamá.
—Era una sugerencia. —Stevie se palmea los muslos—. ¿Qué es lo
más simbólico de su relación?
—Kody. —Eso es algo obvio.
—Pues inclúyelo de alguna manera. Él es la razón por la que están
juntos, así que háganlo parte de ello.
—La verdad es que es una gran idea. —Simon y yo hemos tenido
pláticas similares en los últimos meses. Le pedí permiso en Navidad para
casarme con Lainey, y desde entonces ha estado molestándome sobre
cuándo le haré la pregunta. También ha mencionado la expansión del
equipo varias veces, y a menudo esas dos conversaciones pasan al mismo
tiempo.
Stevie sonríe y agita sus pestañas.
—¿Ves? No soy solo una cara bonita.
—Siempre has sido más que una cara bonita, Stevie.
—Tú también, RJ.
Nos reímos, y prometo llamar cuando haya hecho la pregunta, que
espero que sea esta noche.
Termino la llamada y exhalo larga y lentamente. Ya he pospuesto
esta conversación lo suficiente. El contrato de Lainey con el acuario se
termina en tres semanas. Ya es marzo, y las eliminatorias se hallan a la 217
vuelta de la esquina. Y después de eso las elecciones de la expansión
ocurrirán.
Uno de los miembros de nuestro equipo irá a Seattle. Si Lainey está
de acuerdo con mi plan, seré yo.
Acabo de terminar de vestirme y arreglarme el pelo cuando oigo la
alarma abajo, que indica que Lainey está en casa. Me encuentro con ella
en la entrada principal, tratando de quitarle a Kody su traje de nieve
antes de que salga corriendo por el pasillo. Sin dudas es mi hijo. Tiene
dos velocidades: rápida y más rápida. Gateó a los seis meses, se puso en
pie a los ocho y caminó a los nueve. Ahora anda dando tumbos como un
borracho de fraternidad en miniatura. También está entre los más altos
de su edad, lo que significa que va a ser un niño grande, como yo.
—¡Pa! —grita. Empieza a agitarse, luchando con las manos de
Lainey, cuando me ve. No estoy seguro de si me llama papá o si solo hace
ruido porque puede, pero voy a fingir que es lo primero.
Lainey levanta las manos en derrota y se da la vuelta, y luego él
comienza a moverse. Se parece a un malvavisco relleno, con los brazos
extendidos mientras se inclina hacia mí. Me agacho y extiendo los brazos,
listo para atraparlo. Llega a la mitad del camino antes de caer, pero no
se rinde. Se levanta con paso inestable y camina a tropezones los últimos
pasos hacia mis brazos. —¡Buen trabajo, hombrecito!
Lo levanto y hago sonidos de avión. Se ríe y grita. Lo arropo bajo
mi brazo como un balón de fútbol cubierto de nieve y acorto la distancia
entre Lainey y yo.
Tiene un brazo fuera de su chaqueta y otro todavía dentro. Meto
mis dedos en su cabello, inclino su cabeza hacia atrás, y la beso, con
lengua, mientras Kody se retuerce y se ríe bajo mi brazo.
La suelto y doy un paso atrás. —Hola.
—Hola a ti también. —Arquea una ceja y se quita el resto de su
chaqueta. Dejo a Kody en la alfombra y le ayudo a quitarse el traje de
nieve. Una vez que está libre, se hunde en el suelo y empieza a revisar el
contenido del bolso de Lainey, lo que estaría bien si no intentara meterse
todo en la boca como si fuera comida.
—Dale eso a mami. —Lainey saca un bálsamo labial de sus dedos
gorditos. Él grita con disgusto hasta que lo reemplaza con un suave disco
de hockey. Inmediatamente va a su boca.
—Le deben estar saliendo los dientes otra vez.
—Estás masticando todo, como un pequeño castor, ¿no es así? —
Lainey lo levanta y le hace cosquillas en el costado, dirigiéndose a la sala
de estar, la cual ha sido lentamente sobrepasada por sus juguetes.
Estamos en el proceso de tratar de dividir el espacio para que no
parezca un parque de diversiones para niños. 218
Lainey lo pone frente a uno de sus juguetes educativos que se
ilumina y parpadea... y toca música molesta, pero le encanta y lo
mantiene entretenido mientras hacemos la cena, así que aguantamos el
ruido.
—¿Cómo fue tu tarde en el spa? —Lainey se fue con algunas de las
otras esposas. Se merece el descanso, porque es una mamá fuerte la
mayor parte del tiempo.
Han sido pasos de bebé durante todo el camino: acostumbrarla a
preocuparse menos por las finanzas, infundirla en mi vida y en mi
mundo, aclimatarse a la atención de los medios. No creo que sea algo con
lo que se sienta particularmente cómoda, pero parece que está lidiando
bien con ello, siempre y cuando no le arroje demasiadas cosas a la vez.
Extiende las manos y mueve los dedos. Están pintados con los
colores de Chicago.
Tomo su mano con la mía y beso la punta de sus dedos. —Me
gustan.
—Apuesto a que sí. —Se me acerca, bajando la voz—. Y apuesto a
que no puedes esperar a ver cómo lucirán envueltos alrededor de tu pene
más tarde.
Puedo sentir mis cejas tratando de golpear el techo. En realidad no
se equivoca, pero Lainey por lo general no es tan audaz ni explícita. Se
muerde el labio, y sus mejillas se ponen rosadas. Sonrío y no digo nada,
esperando.
—Violet me dijo que dijera eso —espeta.
—Eso suena mucho más plausible. Puedes agradecerle a Violet las
horas de incomodidad que enfrento como resultado, ya que tengo que
esperar a que Kody esté en la cama para tener esa experiencia.
Hace una cara y mira por encima del hombro hacia donde Kody
está jugando feliz, sin meterse en problemas. —Podríamos ponerlo en su
cuarto durante diez minutos.
Me río. —Creo que aceptaré la prolongada anticipación, pero te
agradezco tu consideración. Tal vez podamos llevarlo a la cama un poco
más temprano esta noche.
—Me gustaría eso. —Baja las manos por mi pecho con un suave
suspiro, y luego retrocede, consciente de que si seguimos tocándonos y
provocándonos nos preparamos para una tarde rápida y sucia, y eso no
es parte de mi plan para esta noche.
Lainey y yo caemos en nuestra rutina de cena habitual, lo que
significa que me dice lo que tengo que hacer y yo lo hago mientras me
meto simultáneamente en su espacio personal.
Se pone delante de la nevera y se agacha para coger algo del cajón,
así que aprovecho la oportunidad y me coloco detrás de ella. Cuando se 219
endereza y da un paso atrás, choca con mi pecho. Le quito la bolsa de
zanahorias y le beso el cuello. Lainey se relaja contra mí, ladeando la
cabeza, así que la beso hasta el lóbulo de su oreja antes de tirar las
zanahorias en el mostrador.
Cuando abre un armario para tomar una taza medidora, me estiro
y la agarro por ella. Nos movemos alrededor del otro, robando besos y
toques furtivos todo el tiempo. La preparación de la cena es nuestro juego
previo.
—¿Cómo fue tu reunión con tu agente esta tarde? —me pregunta
Lainey mientras pone la sartén en el quemador y me roza para poder
llegar al armario de las especias.
Hago una pausa en mi misión de cortar zanahorias. —Bien. Tengo
algo que quiero discutir contigo.
Pone el jengibre en el mostrador y se gira para mirarme. —Eso
suena serio.
Tiro de su delantal, temático del equipo, y la acerco más. —No es
nada malo. Solo tengo algunas opciones que quiero contarte.
—Bien. —Mira a Kody. Está masticando un libro. Está hecho para
ser masticado, así que se vuelve a centrar en mí.
—Hemos hablado de la expansión de Seattle...
Asiente. —Muchas de las chicas están especulando a quién van a
mantener a salvo. Tienes una cláusula de no comercio, lo que te convierte
en uno de los nueve.
—Así es, a menos que opte por renunciar a la cláusula para el
proyecto de expansión.
Las cejas de Lainey se juntan. —Pero, ¿por qué harías eso? Eres el
capitán del equipo, y te encanta estar aquí.
—Mi contrato expira en dos años, con el tiempo seré intercambiado.
Hablé con mi agente y, si renuncio a la cláusula, Seattle me escogerá.
Lainey se muerde el labio inferior. —¿Eso es lo que quieres?
Libero su labio de los dientes. —Estaríamos más cerca de tu
familia.
Aplasta su palma contra mi pecho. —Pero estos hombres son como
tu familia. Tienes años con ellos.
Cubro su mano con la mía. —Sin embargo, no son mi pareja... tú
sí.
Ella asiente despacio. —Me estoy acostumbrando a todo aquí. Si te
cambian tendríamos que mudarnos al final de la temporada, ¿no?
—Pero el momento sería bueno. Tu contrato con el acuario se acaba
pronto. Estoy seguro de que les encantaría renovarlo, pero también sé 220
que quieres trabajar en tu doctorado. Y estando en Seattle sería mucho
más fácil ver a tu familia.
Se da cuenta, y cruza los brazos. Sería lindo si no pareciera tan
irritada. —Esa no puede ser la razón por la que renuncies a tu cláusula
de no intercambio. No te alejaré de tu familia para poder estar más cerca
de la mía.
—Los extrañas.
—No podemos poner en peligro tu carrera y todo por lo que has
trabajado tan duro solo para que me sea más fácil ver a mi familia hasta
que te cambien de nuevo.
La levanto y la pongo en la encimera. —En primer lugar, ir a Seattle
no pondrá en peligro nada. Y esto ya no se trata solo de mi carrera o de
mí, Lainey. Se trata de lo que es mejor para ti, para mí y para Kody, los
tres juntos. Y si estar más cerca de tu familia es lo mejor para ti, entonces
automáticamente lo hace mejor para Kody y para mí.
—Tendrías que dejar a toda esta gente que te importa.
—No a todos. —Pongo mis manos sobre sus rodillas—. Alex y Violet
se van a Seattle.
—¿Sí?
—Todavía no es público, pero lo van a contratar como el entrenador
principal. Conoce al director general del equipo en persona. Me quieren.
Los jugadores son intercambiados todo el tiempo, la gente va y viene,
Lainey. Un montón de contratos se acaban el próximo año más o menos.
Si dices que sí a esto, mi agente está listo para hacer una llamada. Ya ha
estado en conversaciones con el dueño en Seattle. Quieren contratarme
durante cinco años, y ofrecen un millón extra al año como incentivo pero,
dinero aparte, sería un buen movimiento para nosotros como familia.
—¿Cuánto tiempo has estado pensando en esto?
Separo sus piernas y doy un paso para poder acercarme un poco
más. —Un rato.
—Es un gran cambio, RJ. —Une sus manos detrás de mi cuello, los
dedos se deslizan en el pelo de mi nuca.
—Solo para uno de nosotros. Tú eres la que ha tenido que lidiar
con más cambios entre nosotros. Mira, Lainey, esas seis semanas que
pasamos en Alaska fueron las mejores que he pasado en toda mi vida, y
el año que siguió fue oscuro sin ti. Tenerte de vuelta, enamorarme de ti
otra vez, y de Kody por primera vez, me ha hecho un hombre mejor. —
Entrelazo las manos en su espalda para sentirme anclado.
—Quiero que hagamos esto juntos. Tomar decisiones juntos, vivir
la vida, aprender a ser padres y cómo hacer que nuestro hijo coma cosas
verdes. Quiero amarte. Quiero que tus hermanos arrasen conmigo en las
cenas de Navidad. Estaremos más cerca de nuestras dos familias, ya que
la mía también se encuentra en la costa oeste. Tiene mucho sentido, ¿no?
Si quieres quedarte, entonces la cláusula de no comercio se mantiene en 221
efecto, pero si quieres ir a Seattle, entonces levanto la cláusula y nos
vamos.
—¿Estás seguro? —Se muerde el labio.
—Segurísimo. ¿Qué dices?
—Digo... vayamos a Seattle y empecemos un nuevo equipo.
Lainey me da un beso que dura hasta que Kody se acerca por detrás
de mí y me abraza la pierna, recordándome que tenemos unas horas
antes de que podamos celebrar esta decisión en privado.
Lo levanto. —Nos vamos a una nueva aventura, hombrecito.
Me da palmaditas en las mejillas y sonríe, como si lo entendiera.
Lainey le da un trozo de fruta congelada dentro de una pequeña bolsa de
malla para que la mastique mientras le ayudo a preparar la cena.
Después de comer, decido que si estamos celebrando una cosa bien
podríamos celebrar dos. Lainey está de acuerdo en mudarse a Seattle, así
que estoy bastante seguro de que eso significa que estamos a largo plazo
en esto.
—Llevaré a Kody arriba y lo prepararé para la cama. —Le beso la
coronilla.
Deja caer una bolsita de té en su taza y me mira. —Puedo hacerlo
yo.
—Yo lo hago. Disfruta tu té, bajaremos en un momento para darte
las buenas noches.
Me sonríe. —Gracias.
Lo llevo arriba, le pongo sus pijamas y hago una parada en nuestro
dormitorio. —Necesito tu ayuda esta noche, hombrecito, ¿bien?
—¡Pa! —Se mete los dedos en la boca.
Deslizo la mano debajo de un par de calcetines y encuentro la caja.
Cerrando el cajón con mi cadera, respiro profundamente. He practicado
esto un millón de veces en los últimos meses, lo que voy a decir, cómo
voy a hacer esto. Pero mi familia tiene razón, no necesito un gran gesto,
porque eso no es lo que le gusta a Lainey.
A ella le gusta lo simple y considerado.
Volteo la caja entre mis dedos y vuelvo a bajar a Kody. Lainey está
acurrucada en la esquina del sofá, leyendo una revista.
Pongo a Kody en el suelo y levanto la caja pequeña, atada con una
cinta blanca. —¿Puedes darle esto a mami?
Se la paso, sin saber con seguridad si entregarle algo como esto a
un niño de once meses en verdad es una buena idea o no. Lo primero que
intenta hacer es empujarlo en su boca.
Lo aparto de su boca. —Llévaselo a mamá. 222
Señalo a Lainey, y él se tambalea en su dirección, sosteniendo la
caja en un puño. —¡Ma! —Lo sigo y me aseguro de que no intente volver
a comérselo.
Ella deja la revista en la mesa y descruza las piernas. Sentándose,
extiende los brazos, lista para atraparlo si se cae. —Hola, bebé, parece
que estás listo para ir a la cama. ¿Quieres que mami vaya a arroparte?
Él agita la caja en su cara y la mirada de ella cambia de Kody a mí.
Ladea la cabeza en una pregunta silenciosa.
—Dale la caja a mamá. —Me dejo caer frente a ella y ayudo a
estabilizar la mano de Kody… o eso intento, ya que la mía también está
temblando.
—¿Qué es esto? Mi cumpleaños no es hasta dentro de dos meses.
—No es un regalo de cumpleaños. Adelante, ábrelo. —Pongo a Kody
en mi rodilla.
Hay una mancha húmeda en la caja y algunas marcas de dientes,
pero eso es habitual en estos días.
La cinta se despliega cuando Lainey tira del extremo. Beso la cima
de la cabeza de Kody mientras ella abre la tapa, y mi estómago está en
nudos, mis palmas sudorosas. Retira la cajita de terciopelo dentro.
—¿RJ? —Sus ojos están muy abiertos y nublados con la promesa
de las lágrimas. Me encanta eso de ella, que puedo ver sus emociones
desplegadas en su rostro mientras las experimenta.
Kody agarra la caja azul pálido, así que le doy las piezas y lo dejo
en el suelo. Se deja caer a mi lado… no es el mejor compinche, pero ni
siquiera tiene un año, así que puedo darle un descanso. Golpea las dos
piezas y chilla de alegría.
—Permíteme. —Giro la caja de terciopelo hacia ella y la abro. La luz
en la mesita lateral se enfoca en el diamante, haciéndolo brillar y arrojar
prismas al piso, los que Kody intenta atrapar, riendo contento.
—¡Oh! —Lainey se lleva una mano a la boca, parece atrapada en
algún lugar entre la risa y las lágrimas.
—Te amo, Lainey… a los dos, muchísimo. Pensé que esas semanas
en Alaska contigo fueron las mejores de mi vida, pero me equivoqué. Cada
día contigo a mi lado es mejor que el anterior, y prometo que pasaré el
resto de mi vida amándote, todo lo que tienes que hacer es decir que sí.
¿Te casas conmigo?
El sonido que se le escapa definitivamente es mitad risa y mitad
sollozo. —Sí. Un millón de veces sí. Te amo, y no puedo imaginar mi vida
sin ti y Kody.
Saco el anillo de su casa acolchada y lo deslizo en su dedo. Lainey
me abraza, besa mi cuello, mi mejilla y finalmente mis labios, susurrando
te amo una y otra vez.
Kody usa mi rodilla para ponerse de pie, gritando: —¡Ma!
223
Ambos nos reímos, y sé que —a pesar de la falta de romance— este
es el tipo de propuesta que funciona para nosotros, porque Kody es parte
de cada ecuación.
Lo llevamos a la cama. Cuando ve el anillo en el dedo de Lainey,
trata de sacarlo, y cuando eso no funciona, intenta poner la mano en su
boca.
Lainey sostiene su oso de peluche favorito frente a él como una
distracción. Lo agarra y lo abraza contra su pecho. Le damos un beso de
buenas noches, ponemos su música y encendemos la luz de la mesita de
noche antes de salir de su habitación.
—Esto es hermoso. Es exactamente lo que hubiera elegido para mí
—dice Lainey mientras descorchamos una botella de champán para
poder tener nuestra propia celebración privada.
Debato si debo o no tomar el crédito por eso. —¿Recuerdas cuando
llevé a Stevie de compras durante las vacaciones?
—Necesitaba algo para algún tipo de evento, pero regresaron con
las manos vacías.
—Puede que haya mentido sobre eso.
—Me imaginé que solo era una excusa para que los dos pudieran
pasar un tiempo juntos.
—Bueno, también eso. Pero en realidad quería su ayuda para elegir
el anillo. Estaba entre ese y otro.
—Eres tan astuto. —Agarra la parte delantera de mi camiseta y
acerca mi boca a la suya—. ¡No puedo creer que te hayas guardado esto
durante meses!
—Estaba esperanddo el momento correcto para preguntar. Quería
asegurarme de que estuvieras lista.
—Aun así, es mucho tiempo para guardarte esto. Y no puedo creer
que Stevie nunca dijera nada.
Me río. —Es sensata.
Lainey se muerde el labio, una sonrisa tímida apareciendo en la
esquina de su boca. —Sabes, si estamos siendo honestos entre nosotros,
hay algo que probablemente debería decirte.
—¿Oh? ¿Qué cosa?
—¿Recuerdas esa vez que me enseñaste a conducir cuando nos
encontrábamos en Alaska?
—Por supuesto. —Tuve una erección todo el tiempo. Lainey detrás
del volante de una camioneta es demasiado sexy.
—Entonces, te dije que no tenía una licencia, no que no sabía cómo
conducir.
—No entiendo.
—Solía conducir la camioneta de mi papá todo el tiempo. Solo que 224
nunca me molesté en conseguir una licencia, porque no me gustaba
conducir por la autopista… y parecías tan entusiasmado de enseñarme,
así que no quise arruinarlo para ti, o para mí, en realidad.
Envuelvo un brazo alrededor de su cintura y la presiono contra mí.
—¿Ahora quién es la astuta?
—Fue una mentirilla blanca.
—Supongo que eso significa que estamos a mano, ¿no? —Dejo un
beso en el borde de su mandíbula.
—Mmm. Una mentira por una mentira. Creo que ya hemos
terminado con eso, ¿no?
—Definitivamente. Pero esta tenía un propósito. ¿Está lista para
una pequeña celebración privada, futura señora Bowman?
—Muy lista.
Paso la siguiente hora demostrándole a Lainey con acciones, y
palabras, cuánto la amo, y que jamás quiero volver a estar sin ella.
Epílogo
Vida en formación
Traducido por Beatrix
Corregido por Lizzy Avett’
Rook
225
Cuatro meses después…
Los dedos de Lainey están en mi pelo, tirando suavemente mientras
sus caderas se mueven al compás de mi lengua. Mañana la haré mi
esposa en el mismo lugar donde me enamoré de ella: la Isla Kodiak. Así
que esta noche tendremos una pequeña precelebración.
Vale, en realidad, dentro de una hora vendrán los padres de Lainey
y mi madre para que Lainey pueda pasar una noche con sus amigas, y
yo saldré con los chicos. Las opciones de bares son limitadas aquí, así
que vamos a hacer una fogata y beber algunas cervezas en una de las
cabañas que hay en el camino. Es el mismo lugar en el que Lainey se
alojó por primera vez, salvo que lo compré, desmonté la cabaña y mandé
construir una nueva. Puede que sea un poco exagerado, pero no estaba
seguro de que la cabaña de cuatro habitaciones de mi familia fuera a ser
suficiente para nosotros, y pienso pasar aquí una buena parte de mis
veranos, así que también podría tener espacio para mi familia y amigos.
La nueva cabaña tiene ocho dormitorios, ocho baños, dos cocinas, dos
grandes salones y un enorme comedor. También tiene una casa de
huéspedes con tres dormitorios.
Tanto la familia de Lainey como la mía caben allí. Nuestros amigos
de Chicago y algunos de los chicos de Seattle con los que ya tengo una
relación estrecha han alquilado la mayor parte de uno de los alojamientos
no muy lejos de la carretera. El traslado a Seattle ha sido bueno para
Lainey y para mí, y aunque echaré de menos a los chicos de Chicago,
tener a Alex como entrenador y a la familia de Lainey cerca ha sido
increíble. Y lo que es mejor, mi hermana se va a trasladar a Seattle por
un trabajo, así que cada uno tendrá a su familia cerca.
Ya me estoy adaptando a mi nuevo equipo, y la mayoría de los
chicos son muy buenos. Aparte de un par de molestias, ha sido una
transición bastante suave. Ser capitán de un equipo totalmente nuevo es
desalentador, pero también es inspirador. Fue un puesto que casi no
obtuve, gracias a un pez gordo llamado Bishop Winslow, pero al final me
salió bien. Pero lo más importante es que Lainey es feliz en Seattle, y Kody
también.
Y en este momento, basado en los pequeños lloriqueos y gemidos
de ánimo, mi casi esposa definitivamente se siente feliz.
Una de las manos de Lainey desaparece de mi pelo para coger una
almohada, lo que significa que está a punto de correrse y que quiere
amortiguar el sonido porque teme despertar a Kody. No es especialmente
ruidosa en la cama, pero me gustaría terminar lo que hemos empezado
sin interrupciones, así que no la detengo.
Treinta segundos después, sus muslos internos se aprietan contra
mi cabeza, bloqueando todo el sonido, aparte del torrente de sangre en
mis oídos, cuando se viene. Tan pronto como sus piernas se relajan de
nuevo, subo con un camino de besos por su cuerpo y me acomodo entre
sus muslos, introduciéndome en su interior.
—La próxima vez que te haga el amor, serás mi esposa. 226
—Eres un prometido sexy, pero vas a ser un marido aún más. —
Acerca mi boca a la de ella, lamiendo el interior con un gemido bajo, en
parte porque la estoy llenando, pero también porque le encanta besarme
después de haberle hecho sexo oral. A pesar de lo dulce y protegida que
era Lainey, es una aventura dentro y fuera del dormitorio, especialmente
en estos días.
Me muevo sobre ella, haciendo coincidir el balanceo de sus caderas
mientras acuno la parte posterior de su cabeza.
—Estoy tan contento de que hayas vuelto a mí —le digo contra sus
labios.
—Volvimos el uno al otro.
Nos besamos, nos aferramos y gemimos en la boca del otro. Lainey
hace eso con su lengua que siempre me excita, y muevo su pierna
derecha, presionando su rodilla contra mis costillas para poder golpear
el punto que la hace gemir mi nombre y clavar sus uñas en mi nuca.
—Te amo tanto. —Empujo mi antebrazo, consciente de que está a
punto de correrse de nuevo, y quiero ver que suceda, porque la próxima
vez que lo haga oficialmente será mía para siempre.
Toca mi mejilla, ojos suaves y llenos de necesidad. —Te amo. —Su
jadeo suave es seguido por “Oh Dios” y mi nombre. No es hasta que la
rigidez en su cuerpo disminuye y sus caderas dejan de sacudirse contra
las mías que cambio el ritmo, me muevo más rápido, persiguiendo mi
propio orgasmo.
Arrastra sus uñas por mi espalda. —Déjame terminar encima.
Me encanta cuando dice cosas así. No sé qué tiene esa frase, pero
insinúa una posesividad que me excita. Me pongo de espaldas, llevándola
conmigo. Estira sus manos sobre mi pecho y me cabalga, moviendo las
caderas en forma de ocho, manteniéndome en lo más profundo durante
varios golpes antes de que se levante y su trasero se asiente sobre mis
muslos, con los pechos rebotando y el largo cabello ondeando por su
espalda.
Se inclina hacia abajo, arqueando la espalda, rozando los pezones
con mi pecho. —Eres tan hermosa. —Muerde mi labio inferior—. Y eres
toda mía. —Se mueve sobre mí, duro y constante, apretándome desde el
interior—. Cada parte de ti es mía, al igual que cada parte de mí es tuya.
La sostengo por las caderas, me siento y envuelvo sus piernas
alrededor de mi cintura, levantándola y bajándola, más rápido, más
fuerte, hasta que su boca se abre. —Estoy a punto —susurra contra mis
labios—. Acaba conmigo.
Esta vez caemos por las nubes uno tras otro.
Nos quedamos envueltos el uno en el otro, besándonos, acariciando
las manos, durante largos minutos. Al menos hasta que nuestros dos
227
teléfonos empiezan a sonar. Ahora que tenemos a Kody, he actualizado
el servicio.
Los cogemos, nos aclaramos la garganta al mismo tiempo y nos
reímos contra los hombros del otro mientras respondemos a nuestras
respectivas llamadas.
No puedo oír la conversación de Lainey, pero por sus respuestas
estoy seguro de que las preguntas son las mismas.
—Es tuya para siempre a partir de mañana, puedes sobrevivir sin
ella por una noche.
Mi hermano tiene un punto: nos vamos a Hawái en dos días para
un viaje de una semana. Los abuelos cuidarán a Kody y disfrutarán de
Alaska y la cabaña.
—Estaré listo en quince minutos —le digo a Kyle antes de terminar
la llamada.
Lainey cuelga y gimo por el aire frío que no se parece en nada a su
suavidad cálida y húmeda.
Presiona un beso en mis labios. —Menos de veinticuatro horas y
puedes volver a tenerme.
—Para siempre.
—Para siempre.
Nos cambiamos a vaqueros y camisas a cuadros a juego, porque
somos completamente esa pareja. También dicen Futuro marido y Futura
esposa en la espalda. Abro la ventana para dejar entrar un poco de aire
fresco y ayudar a deshacerme del aroma a sexo reciente en nuestra
habitación.
Lainey pasa distraídamente un cepillo por su cabello, sonriendo
diabólicamente mientras las cortinas se agitan con una brisa fresca. Se
encuentra a punto de hacer un comentario concienzudo, basado en su
expresión. Al menos hasta que algo blanco se desliza por debajo de la
cama y por el suelo. Grita y trepa sobre la cama sin hacer. Es innecesario,
ya que es solo un trozo de papel, no un ratón, con lo que descubrí que no
les molesta cuando están afuera, pero no tanto en la cabaña. Me agacho
para recogerlo, reconociendo la letra distintiva de Lainey. Tiene fecha del
día después de que salí de Alaska, hace dos años.
RJ:
Una tormenta cortó el suministro eléctrico y las líneas telefónicas
estuvieron inactivas hasta esta mañana. Esperé todo lo que pude para
saber de ti. Incluso si no recibes esto durante otro año, que sepas que no
es donde quiero que terminemos, así que, si sientes lo mismo, llámame.
Tuya, Lainey.
228