Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Psicosis puerperal
Se calcula que entre un 10 y un 15 % de las mujeres experimentan un episodio de
depresión después del parto (entre 2 semanas y 3 meses posparto). En general se
manifiesta por crisis de llanto o estados de tristeza o preocupación. Desaparece
espontáneamente y no suele requerir ningún tipo de tratamiento.
La expresión psicosis puerperal abarca un grupo de enfermedades psiquiátricas
caracterizadas por delirios, alucinaciones y percepción alterada de la realidad. La
mayoría son de tipo afectivo (las que se conocen como psicosis maniacodepresivas).
Lo más frecuente es que se presenten de forma muy brusca entre los días 3 y 14 del
puerperio.
Etiología
Pese a que es probable que la alteración hormonal propia del posparto se relacione
con el cuadro de depresión o tristeza posnatal, a que antes hacíamos referencia, no
existen datos que sugieran que el estado hormonal de las mujeres que sufren psicosis
puerperal sea diferente del de aquellas otras no afectadas. Posiblemente, hay una
predisposición personal o familiar, y ello se corrobora por la comprobación de una
historia familiar de enfermedad maniacodepresiva más significativa que en el resto de
las puérperas.
Manifestaciones clínicas
En los primeros días, el cuadro clínico se manifiesta por perplejidad, confusión, miedo
y ansiedad. Hay nerviosismo manifiesto e insomnio. Suele acompañarse de mal
estado físico e incluso desorientación en el tiempo y el espacio. Posteriormente,
aparecen delirios, alucinaciones y alteraciones del comportamiento. En pocos días
puede establecerse un patrón de psicosis depresiva, maníaca o incluso de tipo
esquizofrénico.
Aunque la forma de las psicosis puerperales tiene mucho en común con las que
aparecen en otras épocas de la vida, el contenido suele reflejar el hecho primordial de
la presencia del recién nacido y del parto reciente.
Pronóstico
Salvo casos excepcionales que incluso pueden desembocar en el suicidio, y que en
realidad revelan la existencia de una alteración previa de base, el pronóstico es bueno,
incluso a largo plazo. Los cuadros leves responden al tratamiento en dos semanas, las
psicosis puerperales depresivas se resuelven en un período de 4 a 6 semanas, y las
alteraciones de tipo esquizofrénico se curan en 6 a 8 semanas.
Tratamiento
Estas mujeres requieren cuidados de enfermería especializada psiquiátrica, y para ello
es preferible su ingreso hospitalario acompañadas de sus bebés.
La prioridad inmediata es la sedación de la paciente junto con una nutrición e
hidratación adecuadas.
Los medicamentos que se deben emplear son las fenotiacinas o las butirofenonas, a
las que responden tanto las manías como las alteraciones de tipo esquizofrénico. Si la
paciente no responde en 3-7 días, la terapia electroconvulsiva puede ser el tratamiento
de elección. Ésta terapia puede ser el tratamiento inicial adecuado en casos de
psicosis depresiva de comienzo precoz.
Infección Puerperal
La infección puerperal, conocida de siempre como fiebre puerperal, puede definirse
como la aparición en el puerperio de una infección del aparato genital que se
acompaña de morbilidad febril. La
infección, inicialmente genital, puede
extenderse a otros órganos. Por
morbilidad febril se entiende la aparición
de una temperatura superior a 38 °C,
después de 24 horas del parto, durante al
menos dos veces, no separadas entre sí
más de 24 horas. Suele ir acompañada
de los signos generales de infección:
taquicardia, sudoración y oliguria.
Los lugares en que más frecuentemente
se produce la infección son el útero,
dando lugar a la endometritis puerperal,
la herida de la episiotomía y la herida de
la laparotomía en caso de cesárea.
La herida laparotómica de la cesárea
tiene una evolución similar a la de
cualquier herida operatoria fuera de la
gravidez, pero, como luego se verá, la
cesárea, debido a su frecuencia,
constituye hoy en día un importante factor
de riesgo de infección puerperal.
Absceso pelviano puerperal. Los síntomas vienen a ser similares a los de toda
infección puerperal, pero hay dos signos que nos deben hacer pensar en la
existencia de una colección de pus: a) Fiebre persistente, en agujas, muy típica
y que refleja el paso de gérmenes en oleadas a la circulación sanguínea, b) A
pesar de una terapéutica adecuada, la enfermedad no remite. Además de por
los síntomas y la presencia de leucocitosis con desviación a la izquierda
mantenida, el diagnóstico se hace por la ecografía, que demuestra una
colección dentro de la pelvis.
Tratamiento: Deberá valorarse el drenaje del absceso, por vía vaginal,
mediante la punción del fondo de saco de Douglas.
Hemorragias Puerperales
Pérdidas sanguíneas de cierta intensidad que aparecen por la vulva después de las 24
horas de terminado el alumbramiento (antes serían consideradas como hemorragias
del alumbramiento) y antes del final de la 6.a semana del puerperio. Se dividen en
precoces (en la 1.a semana) y tardías (entre la 2.a y la 6.a semana). Las precoces son
mucho más frecuentes.
Descartados los procesos coincidentes (mioma, erosión cervical, carcinoma, pólipos),
las causas de la hemorragia pueden ser diversas. A continuación, señalaremos las
más frecuentes.
Hematoma Puerperal
Se deben a hemorragias surgidas durante el parto o después del alumbramiento y que
no encuentran salida hacia el exterior. La pérdida sanguínea puede llegar a ser grave
si no se identifica a tiempo y se trata adecuadamente.
La incidencia de hematomas
puerperales es de alrededor de 1
cada 500 partos, pero los grandes
hematomas se dan en 1 de cada
4000 partos aproximadamente.
Lo más frecuente es que un
desgarro (vaginal, perineal) no haya
sido suturado con una hemos-tasia
adecuada, pero también puede
ocurrir que, por ejemplo, en un
parto instrumental se produzcan lesiones de vasos por debajo de tejidos
aparentemente indemnes. O que se produzcan hemorragias a partir de la sutura de la
cesárea. O, en fin, que haya pasado desapercibida una rotura uterina.
Manifestaciones clínicas y tratamiento
Los hematomas situados por debajo del elevador del ano, o hematomas
vulvovaginales, son los más frecuentes si el parto ha sido vaginal. La hemorragia se
extiende hacia la vulva, la vagina y la fosa isquiorrectal, e incluso hacia el ano, y está
limitada hacia arriba por el elevador del ano y hacia abajo por la aponeurosis de Colles
y la fascia lata, que impiden su diseminación hacia el muslo. El núcleo tendinoso del
periné impide la propagación hacia el lado contrario. Aparece como una tumoración de
color rojo vinoso bajo la piel o que abomba la pared vaginal.
dolor local, molestias en la micción e incluso retención urinaria.
Los situados por encima del elevador del
ano, o hematomas pelviabdominales, se
extienden en el espacio rectovaginal y
vesicovaginal, en la zona del ligamento
redondo, y pueden distender el ligamento
ancho. Se forma un tumor fluctuante que
rechaza el útero, que queda desplazado
lateralmente con posible abombamiento
del fondo de saco lateral correspondiente. Puede abrirse en la cavidad peritoneal y
provocar un hemoperitoneo.
Los hematomas vulvovaginales, si son de cierto volumen o tienen tendencia a crecer,
deben tratarse de inmediato mediante incisión, evacuación, sutura de puntos
sangrantes y taponamiento o drenaje.
Los hematomas situados por encima del elevador del ano se vigilarán cuidadosamente
mediante ecografía. En principio, serán tratados con reposo y aplicación de hielo. Pero
si no tienen tendencia a cohibirse puede ser necesaria una intervención quirúrgica por
vía extraperitoneal o incluso por laparotomía.
Sepsis Puerperal