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UNIVERSIDAD REGIONAL SEDE SALCAJA

ENSAYO

“LA BUENA FÉ EN LA CONTRATACION MERCANTIL”

ANTHONY NOÉ NOGUERA LÓPEZ

DERECHO MERCANTIL II

LIC. LUIS CARLOS MARTÍNEZ

SALCAJÁ 24 DE JUNIO DE 2022.


La buena fe en la contratación mercantil

La buena fe en los contratos se traduce en la honestidad y lealtad que debe imperar entre

las partes. Este concepto es impreciso porque apunta a la conducta humana, que tiene muy

diversos matices; y, además, porque se aplica en sentidos muy diferentes, que varían según la

visión que tengamos de la relación contractual.

La buena fe es un principio general del derecho que consiste en la presunción de que una

persona actúa con un comportamiento adecuado en el tráfico jurídico. El principio de buena fe

es un concepto jurídico indeterminado.

La buena fe es un principio general del derecho, consistente en el estado mental de

honradez, de convicción en cuanto a la verdad o exactitud de un asunto, hecho u opinión, título

de propiedad, o la rectitud de una conducta. Exige una conducta recta y honesta en relación

con las partes interesadas en un acto, contrato o proceso. Además de poner al bien público

sobre el privado dando a entender que se beneficiará las causas públicas sobre la de los

gobernadores o sectores privados.

Para efectos del derecho procesal, Eduardo Couture lo definía como la “calidad jurídica de la

conducta legalmente exigida de actuar en el proceso con probidad, con el sincero

convencimiento de hallarse asistido de razón”. En este sentido, este principio busca impedir las

actuaciones abusivas de las partes, que tengan por finalidad alargar un juicio.

La buena fe es aplicada en diversas ramas del derecho. En el derecho civil, por ejemplo, a

efectos de la prescripción adquisitiva de un bien, en virtud del cual a quien lo ha poseído de

buena fe se le exige un menor tiempo que a aquel que lo ha hecho de mala fe. En general, en

las diversas ramas del derecho reciben un tratamiento diferenciado las personas que actuaron

de buena o de mala fe.


En los circuitos políticos del siglo en curso (generalmente latinoamericanos), se utiliza la

denominación "probidad" como condición de bondad, rectitud o transparencia en el proceder de

los empleados públicos; puede contraponerse al término "corrupción". Las obligaciones y

contratos mercantiles se interpretarán, ejecutarán y cumplirán de conformidad con los principios

de verdad sabida y buena fe guardada, a manera de conservar y proteger las rectas y

honorables intenciones y deseos de los contratantes, sin limitar con interpretación arbitraria sus

efectos naturales.

El concepto de buena fe significa realizar una acción o acto jurídico de acuerdo a las

exigencias morales y éticas que rigen el sistema normativo de una comunidad; es decir, que las

acciones de una persona estén en línea con lo que la sociedad considera un acto honrado y

leal. Como principio general del derecho, establece el deber de actuar acorde a esas exigencias

morales a la hora de ejercitar un derecho o cumplir con un deber. Al ser un principio general, su

ámbito de aplicación es el ordenamiento jurídico al completo y su aplicación es imperativa, es

decir, no debe ser probada y se presume en tanto no se declare judicialmente su inexistencia.

La buena fe se refiere al “estado mental” de la persona que ejercita un derecho o cumple un

deber: creer que se está actuando de manera adecuada. Por ejemplo, supongamos que para

que la compraventa de un coche se realice de forma correcta el vendedor deba entregar dos

juegos de llaves, pero solo trae uno. Él pensaba que era suficiente, que era un detalle menor y

que al no disponer de más copias de las llaves el nuevo dueño se encargaría de realizar nuevos

juegos según los necesitara. Sin embargo, se trata de un error de forma para cerrar el contrato

y estaría incumpliendo, aunque con buena fe, su deber.

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