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PRINCIPIOS ÉTICOS QUE SUSTENTAN A LOS POSTULANTES DEL

DERECHO:

Que es la lealtad como principio básico;

 lealtad es una devoción de una persona o ciudadano con


un estado, gobernante, comunidad, persona, causa o a sí misma.

No existe acuerdo entre los filósofos sobre cosas o ideas a las que se puede ser
leal. Algunos sostienen que se puede ser leal a un espectro muy amplio de cosas,
mientras que otros argumentan que solo se puede ser leal a otra persona y que
ello es una relación estrictamente interpersonal.
La lealtad es un principio que básicamente consiste en nunca darle la espalda a
determinada persona o grupo social que están unidos por lazos de amistad o por
alguna relación social, es decir, el cumplimiento de honor y gratitud, la lealtad está
más apegada a la relación en grupo.
La lealtad es un cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del
honor.

Que es la lealtad en los órganos jurisdiccionales:


En el caso del Poder Judicial de la Federación, incluido el Tribunal Electoral, con
su Sala Superior y sus cinco Salas Regionales, en cada una de las
circunscripciones plurinominales en que se divide el país, se cuenta con un código
de ética5 , que sistematiza y pone por escrito, los principios que indudablemente
han venido siguiendo los integrantes de la judicatura federal. En este sentido,
como se destaca en el propio Código de Ética, su aparición no obedece a que los
juzgadores desconozcan o sean ajenos a estos principios, sino a la necesidad de
plasmar en un documento, de manera sistematizada, las directrices que
constituyen un referente institucional para incentivar y facilitar la reflexión crítica de
cada juzgador sobre su conducta.

La ética que debe haber entre los abogados y sus defendidos.


Como hemos analizado en el caso de los abogados, estos deben conducirse con
la mayor rectitud posible para con sus clientes y así lograr una justicia eficaz en
los tribunales, y no solo en esos aspectos, si no que esto va más allá con la
lealtad que debe inferirse entre ambos (conducirse con la verdad), ha efectos de
defender los intereses íntegros de sus clientes y actuar de una manera justa que
es el fin perseguible.

La ética y la lealtad para la contra parte.

A demás, la lealtad incide también en las relaciones con los miembros de su


colectivo, esto es, con los abogados de su contraparte, con los integrantes de la
administración de justicia, y con el resto de personas con las que se relaciona por
motivos laborales. Desde luego el título que hace exigible la lealtad consiste en
una determinada delegación de funciones cuyo fundamento último es la confianza:
se es leal respeto de aquel que ha confiado una misión que le es particularmente
preciada cuando la razón que le mueve a hacerlo es la confianza depositada en la
competencia profesional y en la honestidad personal de alguien. Por ello me
atrevo a afirmar que, así entendido, el deber de lealtad alcanza también a la
sociedad entera que ha depositado.

La probidad y la buena fe:

La buena fe (del latín, bona fides) es un principio general del derecho, consistente


en el estado mental de honradez, de convicción en cuanto a la verdad o exactitud
de un asunto, hecho u opinión, título de propiedad, o la rectitud de una conducta.
Exige una conducta recta y honesta en relación con las partes interesadas en
un acto, contrato o proceso. Además de poner al bien público sobre el privado
dando a entender que se beneficiará las causas públicas sobre la de los
gobernadores o sectores privados.

Para efectos del derecho procesal, Eduardo Couture lo definía como la “calidad


jurídica de la conducta legalmente exigida de actuar en el proceso con probidad,
con el sincero convencimiento de hallarse asistido de razón”. En este sentido, este
principio busca impedir las actuaciones abusivas de las partes, que tengan por
finalidad alargar un juicio.

La buena fe es aplicada en diversas ramas del derecho. En el derecho civil, por


ejemplo, a efectos de la prescripción adquisitiva de un bien, en virtud del cual a
quien lo ha poseído de buena fe se le exige un menor tiempo que a aquel que lo
ha hecho de mala fe. En general, en las diversas ramas del derecho reciben un
tratamiento diferenciado las personas que actuaron de buena o de mala fe.

En los circuitos políticos del siglo en curso (generalmente latinoamericanos), se


utiliza la denominación "probidad" como condición de bondad, rectitud o
transparencia en el proceder de los empleados públicos; puede contraponerse al
término "corrupción".

probidad, lealtad y buena fe procesal, es el conjunto de reglas de conducta


presididas por el imperativo ético a que deben ajustar su comportamiento todos los
sujetos procesales (partes, procuradores, abogados, jueces, etcétera). Consiste
en el deber de ser veraces y proceder con buena fe, de todos cuantos intervienen
en el proceso, a fin de hacer posible el descubrimiento de la verdad. La lealtad
procesal es consecuencia de la buena fe en el proceso, y excluye las trampas
judiciales, los recursos torcidos, la prueba deformada, las inmoralidades de todo
orden.- La ley 23187 de Ejercicio de la Abogacía en la Capital Federal va más allá,
pues exige este deber "en el desempeño profesional" (art. 6, inc. e), sin limitarlo al
proceso judicial.

Honorarios de los abogados justos y equitativos:

Esto supone que el abogado podrá fijar sus honorarios libremente y cerrar el
correspondiente acuerdo con su cliente, careciendo de cualquier referencia
legal o estatutaria para adecuar la determinación de los mismos. Es el
mercado el que ahora manda, y a través de éste deberá el abogado fijar sus
honorarios. No hay mínimos ni máximos, ni orientación colegial alguna, salvo para
los procesos de tasación de costas y reclamaciones de honorarios conforme
al artículo 35 de la LEC.

Esta regulación ha llevado al abogado a una situación verdaderamente


compleja, pues el abogado carece de un arancel o baremo siquiera de
referencia, situación que podemos trasladar igualmente al cliente del despacho,
que desconoce completamente cuales son los honorarios que el abogado puede
cobrarle por sus servicios.

La no corrupción en los abogados:

Se acaba de presentar en el Senado de la República una iniciativa para hacer


efectivo el capítulo de “Delitos” previsto en la Ley de Amparo. Particularmente, la
iniciativa busca poner freno a la corrupción de los abogados, que de forma
contraria a la ética profesional, presentan documentos o testigos falsos para
obtener ventajas procesales indebidas.

La iniciativa propone que exista un procedimiento para sancionar a los abogados


que incurran en prácticas ilegales, cuyo desahogo sería competencia del Consejo
de la Judicatura Federal.

Con independencia de los méritos específicos del texto de la iniciativa, lo cierto es


que se trata de una llamada de atención respecto a una “verdad incómoda”, pero
ampliamente conocida en el gremio de los abogados. Me refiero a las prácticas
tramposas que utilizan algunos colegas para alargar juicios o para inclinar a su
favor la vara de la justicia, faltando a la verdad, vulnerando la ética profesional y
violando principios legales.
Promover medios alternos de solución de controversias conciliación y
mediación.

Es un privilegio para el suscrito, presentar reflexiones respecto de la temática


“Justicia Alternativa en Materias Civil, Mercantil y Familiar”, cumpliéndole al doctor
Cipriano Gómez Lara, que hoy y siempre, estará con nosotros en eventos
académicos de actualización en la ciencia del derecho procesal. Iniciaré
expresando que la “justicia alternativa” tiene como base o soporte a la ciencia
procesal, la cual definía Eduardo Pallares, de la siguiente forma: “El conjunto
razonado y sistemático de conocimientos que recaen o tienen por objeto el
ordenamiento jurídico referente al proceso civil”. A su vez, en el estudio del
“conocimiento”, es importante señalar tres grandes contextos, a saber: El primero
de ellos, denominado “pre-científico”, toda vez que el “conocimiento” se
fundamenta en la experiencia, siendo asistemático.

A su vez, la estructura procesal se identifica con la mediación, estableciéndose en


la fracción X del artículo 2o. de la ley, que se trata de un procedimiento voluntario
por el cual, dos o más personas involucradas en una controversia, a las cuales se
les denomina “mediados”, buscan y construyen una solución satisfactoria a la
misma, con la asistencia de un tercero imparcial denominado “mediador”. El
“mediador” a diferencia del “conciliador”, es un especialista capacitado para
conducir la estructura procesal de mediación, interviniendo como facilitador de la
comunicación y la negociación entre particulares involucrados en una controversia,
sin que pueda influir en la toma de decisiones. Así, se observa que son principios
rectores en la mediación los siguientes: a) Voluntariedad: participación de los
particulares en la mediación, por su propia decisión libre y auténtica. 110 FABIÁN
MONDRAGÓN PEDRERO b) Confidencialidad: la información generada por las
partes durante la mediación, no podrá ser divulgada. c) Flexibilidad: la mediación
carecerá de toda forma rígida, ya que parte de la voluntad de los mediados. d)
Neutralidad: los mediadores tendrán prohibición de influir en la toma de
decisiones. e) Imparcialidad: los mediadores deberán abstenerse de favoritismos
que impliquen ventaja a alguno de los mediados. f) Equidad: los mediadores
propiciarán condiciones de equilibrio, entre los mediados para que éstos obtengan
por sí mismos, acuerdos satisfactorios. g) Legalidad: la mediación se limitará a la
voluntad de las partes, la ley, la moral y las buenas costumbres. h) Economía: la
estructura procesal debe tener un mínimo de gastos, tiempo y desgaste personal.

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