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PRIMERA CONSULTA

1) Indagar acerca del motivo de consulta


2) Anamnesis exhaustiva (identificando primero si come así normalmente o está intentando
comer saludable o para bajar de peso)
3) Propuesta:
- Prohibición acerca de imaginar el árbol de manzanas por los próximos 60 segundos. Pag
188.
- Contar a modo de anécdota lo de la pregunta a los pacientes sobre tratamientos
anteriores, con dietas estrictas y muchos kg bajados anteriormente y efecto rebote.
-¿Por qué no funcionan las dietas de hambre?: deseamos lo que nos prohíben, no nos
permite compartir comidas sociales, terminamos finalmente comiendo de más (lo que sí
“podemos” y lo que “no podemos” pero deseamos, con culpa y sin placer, porque bajamos
rápido y viene el efecto rebote inevitablemente, transforma la comida en obsesión, pone
el foco en la rapidez y toma como resultado exitoso los kg bajados y no aprendemos nada
ni obtenemos herramientas para el después. El esfuerzo y el hambre no pueden ser
sostenidos durante mucho tiempo.
-En esta propuesta, el objetivo no va a ser un número que indica la balanza. El peso solo
será un indicador a tener en cuenta entre tantos otros para evaluar si estamos comiendo
mas comida de la que nuestro cuerpo necesita. Pero el objetivo central será comer para
mejorar nuestra calidad de vida, para tener un cuerpo comodo y sano, más alla del
número que indique la balanza. El objetivo será comprender nuestro cuerpo y las
necesidades de alimentos que tenemos, aprender a identificar el hambre real y
diferenciarlo del hambre emocional. Comer por necesidad, pero con placer, y no utilizar la
comida para tapar problemas o pensamientos y sentimientos que no podemos
exteriorizar. No buscar en la comida la solución a los problemas que la comida no puede
solucionar. Crear un plan de alimentación en conjunto, adaptándolo lo más posible a
nuestros gustos y hábitos, sin prohibir alimentos, sin “permitidos” una vez al mes. Comer
es un derecho, hay que “legalizar el placer de comer”. Esto no significa comer todo el
tiempo comida que sabemos que es poco saludable sin límites y descontroladamente.
Significa tomar conciencia de qué comemos y por qué lo comemos. Significa poder elegir
pero desde el hambre real, reevaluando el tamaño de la porción, entendiendo que esto
que me gusta comer puedo incluirlo en mi alimentación pero que no será la última vez que
lo coma, no será la última cena. Se trata de un cambio de hábitos y de estilo de vida. Se
trata de salir de la zona de confort, y eso requiere compromiso. Requiere “hacerse cargo”.
Pasar de la típica consulta al nutricionista que me da una hoja sacada del cajón con una
dieta que es igual para todos y no se adapta a mis gustos y necesidades y mi única función
es acatar órdenes, a otro estilo de alimentación que implica que yo soy el responsable de
mis decisiones alimentarias y del mayor o menor esfuerzo que decida hacer para cambiar
de estilo de vida para poder sentirme cómodo y a gusto en mi cuerpo. Pero será un
esfuerzo para cambiar de hábitos y mejorar mi relación con la comida, un esfuerzo que dé
frutos a largo plazo, que me dé herramientas para formar hábitos y tomar consciencia de
lo que decido comer para nutrir mi cuerpo. Luego de alcanzarlo, todo será mucho más
fácil. Pero se trata de desestructurarse y aprender a comer nuevamente, escuchando las
señales de mi cuerpo y teniendo una relación saludable con la comida, desde el placer y
no desde la culpa, desde las necesidades reales y no desde las emocionales y el descontrol
alimentario. Una vez que tomemos consciencia de eso, que nos amiguemos con la comida,
podremos empezar a elegir lo que nos hace bien y no sólo hacerlo porque me lo indicaron.
Después de todo, el descenso de peso será el resultado del cambio de hábitos, y no el
objetivo final.
Es fundamental recordar que nacemos con el derecho a comer, no lo merezco solamente
algunas veces. Pero solo si tengo la absoluta certeza de que comeré toda la vida lo que yo
elijo, toda vez que así lo decida, en libertad, no a escondidas en la cocina, no frente a la
heladera durante un atracón, no solo cuando quedan restos de la fiesta y me juro que ésta
es la última vez. Solo si elijo libremente, si opto por una porción razonable de lo que me
gusta, pues merezco y quiero un cuerpo sano y cómodo, podré manejar la comida.

UN ENFOQUE NO DIETANTE
- No propone exceso de ejercicio ni obsesión por el gimnasio.
-No defiende la rigidez alimentaria, sino el placer por la comida y el respeto por las
preferencias alimentarias.
-Propone aprender a escuchar siempre al cuerpo y desde allí tomar la decisión en
respuesta al hambre real, solo en cantidades lógicas.

Esta experiencia de libertad es vivida como peligrosa por los dietantes. En el primer
encuentro con este estilo de abordaje, la gente siente temor porque tiene la impresión de
que si nadie lo reta ni le dice exactamente qué debe comer cada día, ¡No se detendrá
nunca y se comerá todo!. Por supuesto, en la realidad esto no sucede, pues cuando una
persona come lo que desea, solo come eso. En cambio, toda vez que come lo que debe,
comerá el doble: lo que debe y lo que realmente desea.
La propuesta de este programa es, entonces, una vuelta al placer, al sentido común: un
descenso de peso lento pero sostenido y progresivo, mantenido en el largo plazo.

Esta propuesta incluye un combo de:


*Alimentación: saludable y balanceada pero sostenible a largo plazo.
* Actividad física: con foco en el incremento de la actividad física habitual o no planificada,
y, de ser posible, la planificada – deporte o gimnasio.
* Mente: aprendizaje de técnicas para el manejo de las emociones y del estrés, para
COMER SOLO POR HAMBRE REAL.

Realizar EJERCICIO DEL GRAFICO DE LOS CAMBIOS DE PESO A LO LARGO DE LA VIDA.


(Pagina 196)

ETAPAS DEL PROCESO DE CAMBIO DE HABITOS (Pag 202, 203)

“Si crees que puedes, o que no puedes, siempre estarás en lo cierto”. Henry Ford

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