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Textos de teóricos

Unidad 1
1) ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA (en Sobre la psicoterapia de la histeria) - FREUD
HISTERIA DE DEFENSA: la histeria se genera a partir de la defensa, mediante represión de
una representación inconciliable. Sucede una conversión del afecto arrancado de la
representación hacia una inervación somática (conversión de la excitación), mientras que la
huella mnémica queda débil. Esta es una histeria de defensa, base de los otros tipos de
histeria (de retención e hipnoide)

TÉCNICA DEL MÉTODO CATÁRTICO: lo primero que se ve es que el material patógeno no


está a disposición del Yo ni interviene en las asociaciones o recuerdos, pero de alguna
manera puede aparecer, así que la idea es eliminar las resistencias que bloquean el
camino.
No se debe esperar un único recuerdo traumático y como su núcleo una única
representación patógena, sino que hay series de traumas parciales y encadenamientos de
ilaciones patógenas de pensamiento, por lo que el material psíquico de una histeria es un
producto multidimensional de TRIPLE ESTRATIFICACIÓN: lo primero que hay es un núcleo
de recuerdos en los que culmina el momento traumático alrededor del cual se ordena un
material mnémico de diversa índole, ordenado de 3 formas.
• Ordenamiento lineal cronológico: que tiene lugar dentro de cada tema singular.
Posee la particularidad de invertir la secuencia. La vivencia más fresca y reciente aparece
primero, mientras que la “hoja de cierre” está constituida por aquella impresión con la que
en realidad empezó la serie (recuerdos últimos a los primeros).
• Ordenamiento concéntrico en torno al núcleo patógeno: diferentes resistencias
concéntricas que crecen más en cercanía del núcleo. Los estratos más periféricos contienen
material de distintos temas, aquellos recuerdos que se rememoran con facilidad y fueron
siempre claramente concientes. Cuanto más hondo se cala, con mayor dificultad se
disciernen los recuerdos aflorantes, hasta que en la proximidad del núcleo se tropieza con
aquellos que el paciente desmiente aún en la reproducción.
• Ordenamiento según el contenido del pensamiento: Enlace por los hilos lógicos
que llegan hasta el núcleo; enlace al cual en cada caso puede corresponderle un camino
irregular y de múltiples vueltas. Este ordenamiento posee un carácter dinámico, por
oposición al morfológico de las dos estratificaciones antes mencionadas. El nexo lógico no
se corresponde con una línea quebrada en zigzag, sino con un sistema de líneas
ramificadas y convergentes. Tienen puntos nodales en los que coinciden dos o más hilos,
en el núcleo desembocan varios hilos de trayectorias separadas o que muestran conexiones
laterales. Esto explica la múltiple determinación de un síntoma. Puede ocurrir también que
en el material patógeno haya en juego más de un núcleo.

DIVISIÓN DEL TRABAJO ENTRE ANALISTA Y PACIENTE: En manos del paciente


queda el ensanchamiento periférico (la superficie del inconciente, superando resistencias
leves de lo que el enfermo cuenta que sabe y recuerda). Esto lo hace por la asociación
libre: diga todo lo que le pase por la cabeza. Al analista le toca el avance en sentido radial,
tomar de la punta un hilo lógico (ej. lapsus) e intentar entrar en ese material. Es totalmente
infructuoso avanzar en forma directa hasta el núcleo de la organización patógena y, aunque
uno fuera capaz de colegirla, el enfermo no sabría qué hacer con el esclarecimiento que se
le obsequia. Es conveniente dejar en sus manos el desmontar materiales dentro del mismo
estrato. Si uno intenta avanzar de la periferia al núcleo aumentaría la resistencia, la idea es
levantar capas de la resistencia para que vayan apareciendo los recuerdos
El grupo patógeno no se puede extirpar del yo porque sus estratos más externos lo
traspasan y pertenecen a él no habiendo una clara frontera entre lo patógeno y lo normal.
La terapia no consiste entonces en extirpar, sino en disolver resistencias y facilitar la
circulación por estos hilos hacia estratos más bajos.

¿Como puede ser que haya tanto escondido detrás de la resistencia? Porque opera
un “estrechamiento de la conciencia”: a la conciencia solo accede un recuerdo y el enfermo
no puede ver todo lo que hay detrás. Si el enfermo no se relaja, se obstruye más el paso
hacia lo inconsciente. El pasaje de lo inconsciente a la conciencia sólo se hace de manera
fragmentaria, y es el trabajo del analista recomponer esa organización. Para esto no sirve
avanzar en forma directa hasta el núcleo de la organización patógena, sino que al principio
hay que mantenerse en la periferia de la estratificación de la resistencia haciendo que el
enfermo cuente y recuerde, luego él mismo se empeñará en colaborar y será bueno dejarlos
reproducir sin ejercer ningún influjo sobre él.

ADVERTENCIAS: - Si se inhibe al enfermo en su reproducción, pueden quedar enterradas


muchas cosas que luego será difícil sacar.
- No hay que subestimar la inteligencia del inconsciente ni confiarle la guía del trabajo del
todo. A veces la exposición del enfermo suena completa, pero si se la analiza se verán
lagunas y fallas que dan cuenta del trabajo del inconsciente, que el paciente no quiere
reconocer. Es en esas lagunas que el analista avanza por los estratos de resistencia.
El enfermo hace el ensanche periférico y el analista hace la apertura hacia estratos
más profundos superando resistencias. Pero antes hay que seguir un tramo del hilo lógico,
cosa que no siempre se continúa hasta el núcleo, sino que a veces habrá que seguir varios
hilos lógicos para ir penetrando en los estratos. Según Freud, no se puede incitar al enfermo
nada de las cosas que el “no sabe”, pero sería inocuo expresar una opinión del posible nexo
de pensamientos. Una vez “tramitada” una imagen en palabras, no volverá más a ser una
imagen si la tramitación fue completa.

INTROMISIÓN DEL SÍNTOMA: cuando se persigue eliminar un síntoma, el síntoma en


cuestión reaparece con gran intensidad tan pronto se entra en la organización patógena que
contiene la etiología del mismo, haciéndose más fuerte cuando uno más se acerca al
núcleo. El síntoma retrocede si uno deja de perseguirlo.

ESTADOS DURANTE EL TRATAMIENTO: al principio el paciente sigue estando afectado


por las fuerzas eficientes del síntoma, pero cuando entra en el análisis en sí y va
adquiriendo esclarecimientos aparece el alivio. La penetración en la resistencia es cada vez
más difícil, pero una vez llegado al núcleo no cabe esperar un empeoramiento. Sin
embargo, para que haya recuperación total, todo síntoma tiene que tener su
esclarecimiento.

VÍNCULO CON EL MÉDICO: puede pasar que donde uno investigue no haya nada o que se
tropiece con una resistencia todavía insuperable, pero también puede fallar si el vinculo con
el médico se ve perturbado, lo que es el obstáculo más difícil con el que uno se puede
topar. Este vinculo se puede perturbar por 3 motivos: - por una enajenación personal, que la
paciente se sienta relegada o que haya escuchado cosas desfavorables del
médico/tratamiento. Es lo menos grave.
- Cuando el paciente tiene miedo a perder su autonomía o a acostumbrarse mucho al
médico. Aquí se juega más el aspecto inconsciente, pudiendo aparecer a veces síntomas
histéricos en respuesta a esto.
- Cuando el enfermo transfiere sobre la persona del médico ciertas representaciones
penosas que afloran del análisis mismo. Acontece una transferencia que opera por enlace
falso. Este caso debe tomarse como un síntoma más del complejo patógeno, haciendo ver
en primer lugar al enfermo que este es un obstáculo para la cura. El trabajo del paciente
aquí es el mismo y muchas veces pueden ver que en estas transferencias con el médico
hay compulsión y espejismos.

2) CONFERENCIA 23: LOS CAMINOS DE LA FORMACIÓN DE SÍNTOMA - FREUD

Unidad 2
1) LAS ENTREVISTAS PRELIMINARES Y LOS MOVIMIENTOS DE APERTURA (en El
aprendiz de historiador y el maestro brujo) - P. AULAGNIER

2) CONSEJOS AL MÉDICO SOBRE EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO - FREUD


Freud propone una serie de reglas y técnicas que son producto de sus años de experiencia.
1- ATENCIÓN FLOTANTE: El médico deberá guardar en la memoria los innumerables nombres,
fechas, detalles de recuerdos, ocurrencias y producciones patológicas del paciente sin confundirlo
con un material parecido proveniente de otro paciente. Para lograr esto, el médico no debe fijarse en
nada en particular y prestar a todo lo que escucha la misma “atención parejamente flotante”,
suspender las motivaciones que habitualmente dirigen la atención, sin recortar o escoger nada. Tan
pronto como uno tensa adrede su atención, empieza también a escoger entre el material ofrecido,
guiado por expectativas e inclinaciones propias, corriendo el riesgo de no hallar nunca más de lo que
ya sabe. El médico deberá abandonarse por entero a sus memorias Inconscientes, deberá volver
“hacia el Inconsciente emisor del enfermo su propio Inconsciente como órgano receptor”, es una
comunicación de inconsciente a inconsciente.
Esta regla permite al analista descubrir las conexiones inconscientes en el discurso del
paciente. Mediante ella, el analista puede conservar en su memoria multitud de elementos
aparentemente insignificantes, cuyas correlaciones sólo más tarde se pondrán de manifiesto.
ASOCIACIÓN LIBRE: Por su parte, como contrapartida, el analizado deberá atenerse a una
particular exigencia, considerada la regla fundamental del psicoanálisis: referir todo cuanto
se le ocurra, sin críticas ni selección previa (Asociación Libre). Así, los elementos del
material que ya se ensamblan en un nexo quedarán a disposición conciente del médico,
mientras que los elementos restantes, todavía incoherentes, surgirán en la memoria del
médico tan pronto como el analizado presente algo nuevo al cual referirlo.
2- NO HACER ANOTACIONES, PRIVILEGIAR LA ESCUCHA: Desaconseja que en el
curso de las sesiones se tomen notas extensas, se redacten protocolos, etc., ya que de esta
manera se practicaría una dañina selección del material, contrario a la atención flotante.
3- NO HACER HIPÓTESIS MIENTRAS ANALIZA, hacerlo luego de concluido el análisis:
Mientras el tratamiento de un caso no esté cerrado, no es bueno elaborarlo científicamente.
La conducta correcta del analista consistirá en no especular ni cavilar mientras se analiza,
someter el material adquirido al trabajo de pensamiento sólo después de concluido el
análisis.
4- SUPERVISIÓN: El médico no puede tolerar aquellas resistencias que aparten de su
conciente lo que su inconsciente ha discernido. Para ello es lícito exigirle que se someta él
mismo a un tratamiento psicoanalítico que le permitirá tomar conciencia de sus propios
complejos que pudieran perturbarlo, para aprehender lo que el analizado le ofrece. El propio
análisis permite vivenciar experiencias e impresiones que en vano buscaría en libros o
conferencias. Cualquier represión no solucionada en su propio análisis corresponderá un
punto ciego en su percepción analítica.
5- NO SER TRANSPARENTE: Freud critica la actitud del médico que considera adecuado
para superar las resistencias del enfermo dejar ver sus propios defectos y conflictos
anímicos. El médico debe mostrar sólo lo que le es mostrado, una relación asimétrica.
6- EVITAR LA AMBICIÓN PEDAGÓGICA: Freud se opone terminantemente a hacer del
paciente un patrimonio personal, a imponerle ideales y a complacerse por su obra luego de
haberlo formado a su imagen y semejanza. No se debe educar al enfermo para que se
asemeje a nosotros, sino para que se libere y consume su propio ser.
7- ABSTINENCIA: Frialdad de sentimientos exigible al analista, crea condiciones más
ventajosas. Para el médico, el cuidado de su propia vida afectiva; para el enfermo, el
máximo grado de socorro que hoy nos es posible prestarle. No otorgarle al paciente una
satisfacción sustitutiva (algo que le falta al paciente y que éste viene a demandar al analista,
relacionado con la castración), no otorgarle un amor que está pidiendo, que en realidad se
lo pide a otro (transferencia) motor del tratamiento: dejar subsistir la angustia.
8- NEUTRALIDAD: No interviene la persona del analista, sino el analista como
función. Sus valores y creencias no tienen lugar. No omitir juicios de valor, ya que no somos
nosotros ante el paciente sino que estamos en el lugar de los primeros objetos todo
poderosos (imagos parentales). El paciente está atento a nuestras opiniones. Aconseja
tomar por modelo al cirujano que deja de lado todos sus afectos y aún su compasión
humana, y concentra sus fuerzas espirituales en una meta única: realizar una operación lo
más acorde posible a las reglas del arte.
9- Es incorrecto dictar al analizado unos deberes: recopilar sus recuerdos, reflexionar sobre cierta
época de su vida, etc.
10- No tratar parientes.
El núcleo duro del método analítico: - Asociación libre; - Atención parejamente flotante; -
Neutralidad; - Abstinencia.

3) SOBRE LA INICIACION DEL TRATAMIENTO - FREUD


Plantea una serie de reglas (que no adquieren carácter de obligatoriedad), sino que han
sido fruto de su experiencia y que han resultado las más adecuadas para su individualidad.
1) PERÍODO DE PRUEBA: Aceptar a los enfermos primero sólo provisoriamente, por una o
dos semanas. Durante ese lapso se toma conocimiento del caso y se decide si es apto para
el psicoanálisis. Este ensayo previo ya es el comienzo del psicoanálisis y debe obedecer a
sus reglas. La interrupción dentro de ese lapso ahorra al enfermo la impresión de un intento
de curación fallida. La iniciación del tratamiento con un período de prueba tiene además una
motivación diagnóstica (para descartar cuadros a los que no recomienda tratamiento
analítico, como la demencia precoz).
Prolongadas entrevistas previas antes de comenzar el tratamiento, así como un
conocimiento anterior entre el médico y la persona por analizar, traen consecuencias
desfavorables: hacen que el paciente enfrente al médico con una actitud transferencial ya
hecha.
2) HORARIOS: Con respecto al tiempo, Freud asignaba a cada paciente una determinada
hora de sesión. La misma era suya y permanecía destinada a él aunque no la utilice.
Consideraba que al tomar una actitud más tolerante, las inasistencias ocasionales se
multiplicaban. Creía que aún interrupciones breves implicaban un prejuicio para el trabajo.
3) DURACIÓN DEL TRATAMIENTO: Una de las preguntas más desagradables que debía
enfrentar el médico era: "¿Cuánto durará el tratamiento?". Esta pregunta es de difícil
respuesta ya que: - Es frecuente que el neurótico en ciertos períodos sólo haga progresos
muy lentos; - Las alteraciones anímicas profundas sólo se consuman con lentitud debido a
la atemporalidad de los procesos inconscientes.
El analista introduce un proceso (la
resolución de las represiones existentes), puede supervisarlo, promoverlo, quitarle
obstáculos del camino, pero una vez iniciado sigue su propio camino. El psicoanálisis
requiere de lapsos más prolongados de los que el paciente espera y esto debe ser
informado al enfermo antes de iniciar el tratamiento.
4) DINERO: consideraba que en la estima de dinero coparticipan poderosos factores
sexuales. Veía que la estima del enfermo por el tratamiento no se elevaba brindándoselo
demasiado barato. El analista tendría derecho a negar asistencia gratuita, ya que la misma
le sustrae una fracción considerable de tiempo de trabajo, además muchas resistencias del
neurótico se acrecientan por el tratamiento gratuito.
El pago al médico establece una
regulación al tratamiento. La ausencia de regulación se hace sentir muy penosamente, la
relación toda se traslada fuera del mundo real y el paciente pierde un buen motivo para
aspirar al término de la cura. Si se acepta a un paciente gratis, puede pensar que es por
amor. No hay posibilidad de prestar asistencia gratuita.
5) DIVÁN: Aconseja hacer que el enfermo se acueste en un diván mientras el médico se
sienta detrás de modo que él no lo vea, a fin de no influir con ningún gesto en sus
interpretaciones o comunicaciones (sus movimientos transferenciales).
6) ¿POR DÓNDE EMPEZAR?: No interesa con qué material se empiece, con tal que se
deje al paciente hacer su relato y escoger el punto de partida. Lo único que se aclara es la
regla fundamental psicoanalítica: “Su relato debe diferenciarse de una conversación
ordinaria. Mientras que en esta usted procura mantener el hilo de la trama mientras expone,
y rechaza todas las ocurrencias perturbadoras y pensamientos colaterales, a fin de no irse
por las ramas, aquí debe proceder de otro modo. Usted observará que en el curso de su
relato acudirán pensamientos diversos que preferiría rechazar o no tiene ninguna
importancia. Nunca ceda usted a esa crítica. Diga, pues, todo lo que se le pase por la
mente”.
Hay que sancionar la conducta de
aquellos pacientes que preparan su relato, supuestamente para asegurarse un mejor
aprovechamiento del tiempo, ya que detrás de su conducta se esconde una actitud
resistencial que le permite protegerse del afloramiento de ocurrencias indeseadas.
En ocasiones se tropezará con
pacientes que empiezan la cura con la afirmación de que no se les ocurre nada que
pudieran narrar, y ello teniendo intacta por delante toda la historia de su vida y de su
enfermedad. No se debe ceder, ni esta primera vez ni las ulteriores, a su ruego de que se
les indique sobre qué debe hablar, ya que esto responde a una situación resistencial.
7) ¿CUÁNDO SE DEBE EMPEZAR A HACER COMUNICACIONES AL ANALIZADO?: Sólo
cuando se haya establecido en el paciente una transferencia operativa (buen rapport). La
primera meta del tratamiento sigue siendo allegarlo a éste y a la persona del médico (que se
instale la transferencia) y para eso hace falta tiempo. Es necesario proceder con cautela
para no comunicar una solución de síntoma y traducción de un deseo antes de que el
paciente esté próximo a ello, de suerte que sólo tenga que dar un corto paso para
apoderarse él mismo de esa solución, ya que se podrá generar una resistencia, lo que
podría hacer que el tratamiento termine prematuramente.
Antes se le daba mucha importancia a lo
que el sujeto sabia o no sabía, por lo que se le comunicaba todo cuanto confirme su
complejo o trauma. Ahora Freud se da cuenta que lo importante es vencer las resistencias
que son causas del no saber. La cura se logra haciendo avanzar a lo consciente sobre lo
inconsciente venciendo las resistencias de la represión.
No se debe comunicar al enfermo la causa de sus síntomas ya que no vencerían la
resistencia. La resistencia de la represión se vencen cuando el proceso conciente del
pensar avanza hasta ese lugar. El motor de la terapia es el padecer del paciente y el deseo
de sanar. Para que ese motor del padecer sea efectivo necesita la energía de la
transferencia y la dirección adecuada. El paciente por sí solo no sabe el camino a recorrer ni
tiene todas las fuerzas para hacerlo, cosa que el médico remienda con la transferencia y
las indicaciones.
Hay que intervenir en función de la singularidad de un caso, no a partir de la rigidez
de las normas. Para hacer un análisis tiene que haber un síntoma al que se supone un
significado. El síntoma tiene que estar dicho por el sujeto, es la queja. No es como en la
medicina que el médico sitúa el síntoma.
8) TRANSFERENCIA: Mientras las comunicaciones y ocurrencias del paciente afluyan sin
detención, no hay que tocar el tema de la transferencia, hay que esperar hasta que haya
devenido resistencia. La transferencia a menudo basta por sí sola para eliminar los
síntomas del padecer, pero ello de manera sólo provisional, mientras ella misma subsista.
Así sería sólo un tratamiento sugestivo, no un psicoanálisis. Se lo puede llamar
psicoanálisis, si la transferencia ha empleado su intensidad para vencer las resistencias.

4) LOS TRATAMIENTOS ANALÍTICOS EN LAS INSTITUCIONES (en PSICOANALISIS Y


SALUD MENTAL) - GALENDE

Unidad 3
1) SOBRE LA DINÁMICA DE LA TRANSFERENCIA - FREUD

Todo ser humano, por efecto conjugado de sus disposiciones innatas y de los
influjos que recibe de su infancia, adquiere una especificidad determinada para el ejercicio
de su vida amorosa. Esto da por resultado un clisé que se repite de manera regular en la
trayectoria de la vida. A través de la experiencia se ha averiguado que sólo un sector de
esas mociones determinantes de la vida amorosa ha recorrido el pleno desarrollo psíquico.
Parte de las mociones amorosas se volcarán hacia la realidad objetiva, y otra parte se
desplegará en la fantasía, en el inconsciente. Cuando la persona intente satisfacer su amor,
van a participar ambas corrientes de las mociones para el acomodamiento con un objeto
(persona).
Si la necesidad de amor de alguien no está satisfecha de manera exhaustiva por la
realidad, él se verá precisado a volcarse con unas re-expectativas libidinosas hacia cada
nueva persona. Es entonces normal e inteligible que la investidura libidinal aprontada en la
expectativa de alguien en que está parcialmente insatisfecha, se vuelva hacia el médico.
Esa investidura se atendrá a modelos, se anudará a unos de los clichés preexistentes: el
paciente insertará al médico en una de las series psíquicas que ha formado hasta ese
momento. Esta transferencia de amor consciente/inconsciente se produce no sólo en
personas neuróticas bajo tratamiento, sino que se dan también en personas no analizadas,
por lo cual no es culpa del psicoanálisis que esta aflore.

TRANSFERENCIA COMO LA MÁS FUERTE RESISTENCIA: Sucede también que esta


transferencia, palanca del éxito, salga como la más fuerte resistencia. Cuando las
asociaciones libres del paciente se deniegan, es posible eliminar esa parálisis aseverándole
que ahora él está bajo el imperio de una ocurrencia relativa a la persona del médico o a algo
perteneciente a él. Para explicar la transferencia devenida resistencia, Freud evoca la
condición psicológica del tratamiento: una condición previa, regular e indispensable de toda
contracción de una psiconeurosis, es el proceso que Jung denominó “Introversión de la
libido”. Disminuye el sector de la libido susceptible de conciencia, vuelta hacia la realidad
objetiva y aumenta el sector de la libido extraña a la conciencia. La libido se interna en el
camino de la regresión y reanima los imagos infantiles.
Hasta allí sigue la cura analítica, que quiere volverla de nuevo asequible a la
conciencia y ponerla al servicio de la realidad objetiva. Ahora todas las fuerzas que
causaron la regresión de la libido se elevan como unas resistencias al trabajo para
conservar ese nuevo estado. Para liberarla es preciso ahora vencer esa atracción de lo icc,
cancelar la represión de las pulsiones inconcientes y de sus producciones, represión
constituida desde entonces en el interior del individuo.

Las resistencias acompañan todos los pasos del tratamiento. Cada ocurrencia
singular, cada acto del paciente tiene que tomar en cuenta la resistencia, se constituye
como un compromiso entre las fuerzas cuya meta es la salud y aquellas que las contrarían.
Si se persigue un complejo patógeno desde su subrogación en lo conciente (síntoma) hasta
su raíz en lo inconsciente, enseguida se entrará en una región donde la resistencia se hace
valer con nitidez. En este punto sobreviene la transferencia. Si algo del material del
complejo es apropiado para ser transferido sobre la persona del médico, esta transferencia
se produce y da por resultado la ocurrencia inmediata y se anuncia mediante los indicios de
una resistencia (ejemplo: detención de las ocurrencias).
De esta experiencia inferimos que la idea transferencial ha irrumpido hasta la
conciencia a expensas de todas las posibilidades de ocurrencia, porque presta acatamiento
también a la resistencia. Siempre que uno se aproxima a un complejo patógeno,
primero se adelanta hasta la conciencia la parte del complejo susceptible de ser
transferida y es definida con la máxima tenacidad. Vencida aquella parte, los otros
ingredientes del complejo ofrecen ya pocas dificultades. Estas constelaciones se van
encaminando hacia una situación en que todos los conflictos tienen que liberarse en
definitiva en el terreno de la transferencia
Así, la transferencia se nos aparece siempre en un primer momento sólo como el
arma más poderosa de resistencia, y tenemos derecho a concluir que la intensidad y
tenacidad de aquella son un efecto y una expresión de ésta. El mecanismo de la
transferencia se averigua, sin duda, reconduciéndolo al apronte de la libido que ha
permanecido en posesión de imagos infantiles. Es la única manera del analista de captar los
elementos del conflicto infantil, ya que se repite la neurosis infantil en la transferencia. Se
repite lo reprimido del pasado y se actualiza el conflicto.
No se puede comprender el empleo de la transferencia como resistencia mientras
piense en una transferencia “a secas”. Para entender por qué la transferencia es también
resistencia, Freud separa la transferencia positiva de la negativa. La positiva tiene 2 partes:
- sentimientos amistosos y tiernos (concientes); parte erótica (inconsciente). Estas dos
partes están enlazadas y la tierna se genera a expensas de un debilitamiento de la erótica.
Esta parte positiva erótica, junto con la transferencia negativa, son las que forman la
resistencia en el análisis. La parte tierna de la transferencia positiva es la que lleva al éxito
de la cura.
La transferencia sobre el médico, entonces, sólo resulta apropiada como resistencia
dentro de la cura cuando es una transferencia negativa o una positiva de mociones eróticas
reprimidas. La transferencia erótica y la transferencia hostil son neurosis de transferencia
que es la neurosis infantil que el paciente trae y pone al analista como centro de sus
síntomas. La repetición cae sobre el analista y hay que despegar lo erótico y hostil de la
figura del analista y ligarlo al recuerdo. Cuando nosotros “cancelamos” la transferencia
haciéndola conciente, sólo hacemos desasirse de la persona del médico esos dos
componentes del acto de sentimiento, en cuanto al otro componente susceptible de
conciencia y no chocante, subsiste y es en el psicoanálisis el portador del éxito (favorece la
asociación libre, la parte tierna de la transferencia positiva).
En la pesquisa de la libido extraviada de lo conciente, uno ha penetrado en el ámbito de lo
inconciente. Y las reacciones que uno obtiene hacen salir a la luz muchos caracteres de los
procesos inconscientes, tal como de ellos tenemos noticia por el estudio de los sueños. Las
mociones inconscientes no quieren ser recordadas sino que aspiran a reproducirse en
consonancia con la atemporalidad y la capacidad de alucinación de lo inconciente. Al igual
que en el sueño, el enfermo atribuye condición presente y realidad objetiva a los resultados
del despertar de sus mociones inconcientes, quiere actuar sus pasiones sin atender a la
situación objetiva. El médico quiere constreñirlo a insertar esas mociones de sentimiento en
la trama del tratamiento y en la de su biografía, subordinarlas al abordaje cognitivo y
discernirlas por su valor psíquico. Esta lucha entre intelecto y vida pulsional, entre discernir
y querer actuar, se desenvuelve casi exclusivamente en torno a los fenómenos
transferenciales.

2) RECORDAR, REPETIR Y REELABORAR - FREUD


La técnica psicoanalítica:
1) FASE DE LA CATARSIS BREUERIANA: al principio se enfocó directamente el momento
de la formación de síntoma y había un empeño por hacer reproducir los procesos psíquicos
de aquella situación con el fin de lograr que tuvieran su decurso a través de una actividad
conciente. Recordar y abreaccionar eran las metas que se procuraba alcanzar con auxilio
del estado hipnótico. El recordar, en los tratamientos hipnóticos, adquiría una forma simple:
el paciente se trasladaba a una situación anterior, que no parecía confundir nunca con la
situación presente; comunicaba los procesos psíquicos de ella hasta donde habían
permanecido normales, y agregaba lo que pudiera resultar por la trasposición de los
procesos entonces inconcientes en concientes.
2) COLEGIR DESDE LAS OCURRENCIAS LIBRES DEL ANALIZADO: Luego se renunció a
la hipnosis y pasó a primer plano la tarea de colegir desde las ocurrencias libres del
analizado aquello que él no podía recordar. Se pretendía sortear la resistencia mediante el
trabajo interpretativo y la comunicación de sus resultados al enfermo; de modo que se
mantenía el enfoque sobre las situaciones de la formación de síntoma y sobre aquellas
otras presentes detrás del momento en que se contrajo la enfermedad. La abreacción era
relegada y parecía sustituida por el gasto de trabajo que el analizado tenía que prestar al
vencer, por la obediencia a la regla ya fundamental, la crítica a sus ocurrencias.
3) Por último, se plasmó la técnica que hoy empleamos: el médico renuncia a enfocar un
momento o un problema determinados, se conforma con estudiar la superficie psíquica que
el analizado presenta cada vez, y se vale del arte interpretativo para discernir las
resistencias que se recortan en el enfermo y hacérselas concientes. Se establece una
nueva modalidad de división del trabajo: el médico pone en descubierto las resistencias
desconocidas para el enfermo; dominadas ellas, el paciente narra con toda facilidad las
situaciones y los nexos olvidados. La meta de estas técnicas ha permanecido idéntica:
llenar las lagunas del recuerdo; en términos dinámicos: vencer las resistencias de represión.

El olvido de impresiones, escenas, vivencias, se reduce las más de las veces a un


“bloqueo” de ellas. Los otros grupos de procesos psíquicos, que como actos puramente
internos (fantasías, procesos de referimiento, mociones de sentimiento, nexos) se pueden
oponer a impresiones y vivencias, deben ser considerados en modo distinto en su relación
con el olvidar y el recordar. Aquí sucede, que se “recuerde” algo que nunca pudo ser
“olvidado” porque en ningún tiempo se lo advirtió, nunca fue conciente. Para ciertas
vivencias, sobrevenidas en épocas tempranas de la infancia y que en su tiempo no fueron
entendidas, la mayoría de las veces es imposible despertar un recuerdo (pero se llega a
tomar noticia de ellas a través de sueños, y a través del análisis de neuróticos).
El signo distintivo de esta nueva técnica respecto del tipo anterior, se puede resumir
en que el analizado no recuerda, en general, nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo
actúa. No lo reproduce como recuerdo, sino como acción; lo repite, sin saber, que lo hace.
El paciente empieza la cura con una repetición así. Y durante el lapso que permanezca en
tratamiento no se liberará de esta compulsión de repetición; se comprende que esta es su
manera de recordar.
Relación de esta compulsión de repetir con la trasferencia y la resistencia:
La trasferencia misma es sólo una pieza de repetición, y la repetición es la
transferencia del pasado olvidado; pero no sólo sobre el médico sino también sobre todos
los otros ámbitos de la situación presente. Tenemos que prepararnos para que el analizado
se entregue a la compulsión de repetir, que le sustituye ahora al impulso de recordar, no
sólo en la relación personal con el médico, sino en todas las otras actividades y vínculos
simultáneos de su vida. Tampoco es difícil discernir la participación de la resistencia.
Mientras mayor sea ésta, tanto más será sustituido el recordar por el actuar (repetir).
Si la cura empieza bajo el patronazgo de una trasferencia suave, positiva y no
expresa, esto permite, como en la hipnosis, una profundización en el recuerdo, en cuyo
trascurso hasta callan los síntomas patológicos; pero si en el ulterior trayecto esa
trasferencia se vuelve hostil o hiperintensa, necesitando por eso de represión, el recordar
deja sitio enseguida al actuar. Y a partir de ese punto las resistencias comandan la
secuencia de lo que se repetirá. El enfermo extrae del arsenal del pasado las armas con
que se defiende de la continuación de la cura, y que nos es preciso arrancarle pieza por
pieza.
El analizado repite todo lo que desde las fuentes de su reprimido se ha abierto paso
hasta su ser manifiesto (sus inhibiciones y actitudes inviables, sus rasgos patológicos de
carácter). Y además, durante el tratamiento repite todos sus síntomas. Debemos tratar su
enfermedad como un poder actual. Esta condición patológica va entrando progresivamente
dentro del campo de acción de la cura, y el enfermo lo vivencia como algo real-objetivo y
actual, mientras el analista tiene que realizar el trabajo terapéutico que en parte consiste en
reconducirlo al pasado. El hacer repetir en el curso del tratamiento analítico, en nuestra
técnica, equivale a convocar un fragmento de vida real, y eso no puede ser inofensivo y
carente de peligro.
La transferencia es una manera de repetir, la repetición es la transferencia del
pasado olvidado, el paciente vive su enfermedad como actual. El analista debe hacer una
reconstrucción del pasado olvidado. Vivir lo pasado como actual lleva al empeoramiento en
la cura. Estamos trayendo lo reprimido a la actualidad, el análisis implica una reconciliación
con lo reprimido, es ponerlo en primer plano. Es importante retener las pulsiones patógenas
en el ámbito psíquico, le pedimos al paciente que no tome ninguna decisión importante que
comprometa su vida (no se case, no cambie de trabajo, etc.).
Justificación de la táctica que el médico sigue: Para él, el recordar a la manera
antigua, el reproducir en un ámbito psíquico, sigue siendo la meta, aunque sepa que con la
nueva técnica no se lo puede lograr. Se dispone a librar una permanente lucha con el
paciente a fin de retener en un ámbito psíquico todos los impulsos que él querría guiar hacia
lo motor, y si consigue tramitar mediante el trabajo del recuerdo algo que el paciente
preferiría descargar por medio de una acción, lo celebra como un triunfo de la cura. Cuando
la ligazón transferencial se ha instalado, el tratamiento logra impedir al enfermo todas las
acciones de repetición más significativas y utilizarlas como un material para el trabajo
terapéutico.

Ahora bien, el principal recurso para domeñar la compulsión de repetición del


paciente y transformarla en un motivo para el recordar, reside en el manejo de la
trasferencia. Volvemos esa compulsión inocua y, más aún, aprovechable, si le concedemos
su derecho a ser tolerada en cierto ámbito: le abrimos la transferencia como la palestra
donde tiene permitido desplegarse con una libertad casi total, y donde se le ordena que
escenifique para nosotros todo pulsionar patógeno que permanezca escondido en la vida
anímica del analizado. En este marco, los síntomas de la enfermedad cobran un nuevo
significado transferencial, y se consigue sustituir su neurosis ordinaria por una neurosis de
trasferencia, de la que puede ser curado en virtud del trabajo terapéutico.
La transferencia crea así un reino intermedio entre la enfermedad y la vida, en virtud
del cual se cumple el tránsito de aquella a ésta. El nuevo estado ha asumido todos los
caracteres de la enfermedad, pero constituye una enfermedad artificial asequible por
doquier a nuestra intervención. De las reacciones de repetición, que se muestran en la
trasferencia, los caminos del tratamiento llevan luego al despertar de los recuerdos, que
vencidas las resistencias, sobrevienen con facilidad.

El vencimiento de la resistencia comienza con el acto de ponerla en descubierto del


médico, pues el analizado nunca la discierne, y comunicársela a éste. Pero nombrar la
resistencia no puede producir su cese inmediato. Es preciso dar tiempo al enfermo para
reelaborarla, vencerla prosiguiendo el trabajo y obedeciendo a la regla analítica
fundamental. Sólo en el apogeo de la resistencia descubre uno, dentro del trabajo con el
analizado, las mociones pulsionales reprimidas que la alimentan y de cuya existencia y
poder el paciente se convence en virtud de tal vivencia. Se tiene que esperar y consentir un
decurso que no puede ser evitado y aún menos apurado.
En la práctica, esta reelaboración de las resistencias puede convertirse en una ardua
tarea para el analizado y en una prueba de paciencia para el médico. No obstante, es la
pieza del trabajo que produce el máximo efecto alterador sobre el paciente y que distingue
al tratamiento analítico de todo influjo sugestivo. En teoría se la puede equiparar a la
abreacción de los montos de afecto estrangulados por la represión, abreacción sin la cual el
tratamiento hipnótico permanece infructuoso.

Diferencia del concepto repetición (1914 recordar, repetir…-1920 Más allá del
principio del placer)
La Repetición en 1914, se basa en el texto Repetir, Recordar, Reelaborar. Aquello
que no se puede recordar, se repite en acto; el analista tiene que apuntar su intervención
para que el paciente recuerde, elabore y así tramite lo displacentero. Es decir, el quantum
de afecto que se liga a una representación proviene de otra representación que está
reprimida y está produciendo efectos. Siempre lo que se reprime es una representación,
pero no el afecto ligada a ella, por ende, mediante desplazamiento y condensación se liga a
otra representación pre-conciente para poder devenir conciente. Lo pre-conciente a
diferencia de lo inconciente puede devenir conciente porque no es intenso, es débil. Freud
en esta época todavía no tiene conceptualizada la 2º tópica del aparato, por ende, tampoco
conceptualizó aún la dualidad pulsional Eros y Thánatos.
El dualismo pulsional vigente es el del narcisismo: Pulsiones Yoicas y Pulsiones
Objetales.
En 1919, en el texto Lo Ominoso ya va introduciendo el nuevo dualismo Pulsional y va
dándole forma a la 2º tópica. Allí relata su cambio de posición en relación a los dos tiempos
del trauma que proponía en el caso Emma.
En este texto de 1919 comienza estableciendo que lo traumático irrumpe con una "otra
escena" que se produce como un estallido. En 1921, en Más allá… relaciona ésto con la
Compulsión a la Repetición, aquella carga que no puede ser tramitada y se repite mediante
sueños traumáticos, como en las neurosis de guerra, es energía libre que no logra ligarse a
una representación. Conceptualiza la Comp. a la repetición como la expresión de la Pulsión
de muerte. A raíz de las situaciones traumáticas que enumera en ese texto se pregunta
¿Cómo pude ser que se repita una situación que es displacentera para el aparato? Es ahí
que comienza a postular que hay algo que va más allá del principio del placer, por lo cual
este principio del placer pierde la hegemonía que le daba hasta entonces.
En 1914 todavía este principio rige al Aparato Psíquico, cuya función es mantener el
equilibrio (homeostasis) del Aparato, es decir, ante un aumento de tensión el aparato
(displacer) tiende a disminuirla produciendo una descarga energética (placer),
produciéndose así el principio de constancia.
Repetición 1914 Repetición 1920
Resistencia del yo. Al servicio del principio Resistencia del ello. Repetir vivencias
de placer. Puede ahorrar el displacer, displacenteras. Ni siquiera los produjeron
conseguir la ambición de tal displacer sentimientos pulsionales reprimidos. Lo
llamando al principio de realidad. no tramitado. Inundación del aparato,
Narcisismo, Edipo, castración, represión, perturbación de la economía psíquica.
síntoma. Llego a proceso secundario. Queda abolido el principio de placer.
Síntomas, rasgos de carácter. Hay una Falta de angustia. Sueños traumáticos
satisfacción pulsional ahí. intentando recuperar el dominio. Es una
labor preliminiar; dominar la excitación
independientemente del principio de
placer, ni siquiera lo tiene en cuenta.
Eterno retorno de lo igual. EJ: Descargas
corporales en los pacientes border:
Retorno de lo escindido. No llego a
proceso secundario. Del lado del goce y
de la pulsión de muerte.

3) PUNTUALIZACIONES SOBRE EL AMOR DE TRANSFERENCIA - FREUD


Las dificultades más serias en el análisis son las de la transferencia. Aquí en
particular se trata del amor que siente una paciente sobre el médico, inevitable y difícil. Si
tomamos el caso de que el médico sienta este amor como legitimo y lo corresponda, se
trata de contratransferencia, por no entender que el amor surge de la situación analítica y no
por su personalidad. La paciente tiene la alternativa en este caso de renunciar al tratamiento
o de aceptar el enamoramiento como algo inevitable dentro del tratamiento, pero que no
habilita a que el analista intente generar ese amor en “pos del tratamiento”. El
enamoramiento puede ser poco fructífero para la cura porque la analizada puede resignar
los síntomas y declararse sana incluso para ser correspondida. Pero el amor no va a durar
para siempre y los síntomas volverán.
¿De qué modo debe comportarse el analista cuando la cura tiene que abrirse paso a
pesar de la transferencia amorosa y a través de ella? Hay que dejar subsistir en el enfermo
necesidad y añoranza como fuerzas pulsionantes de trabajo y no apaciguarlas mediante
subrogados. Si su cortejo de amor fuera correspondido, sería un gran triunfo para la
paciente y una total derrota para la cura. Ella habría conseguido aquello a lo cual todos los
enfermos aspiran en el análisis: actuar, repetir en la vida algo que sólo deben recordar,
reproducir como material psíquico. Consentir la apetencia amorosa es tan funesto como
sofocarla. Exhortar a la paciente, tan pronto como ella ha confesado su transferencia de
amor, a sofocar lo pulsional, a la renuncia y a la sublimación, no sería un obrar analítico sino
un obrar sin sentido: uno habría llamado lo reprimido sólo para reprimirlo de nuevo.
La técnica analítica impone al médico el mandamiento de denegar a la paciente
necesitada de amor la satisfacción apetecida. La cura tiene que ser realizada en la
ABSTINENCIA. Uno debe guardarse de desviar la transferencia amorosa, de ahuyentarla o
de disgustar de ella a la paciente, y con igual firmeza uno se abstendrá de corresponderle.
Uno retiene la transferencia de amor, pero la trata como algo no real, como una situación
por la que se atraviesa en la cura, que debe ser reorientada hacia sus orígenes icc, y
ayudará a llevar a la conciencia lo más escondido de la vida amorosa de la enferma, para
así gobernarlo.
La participación de la resistencia en el amor de transferencia es indiscutible y muy
considerable. Sin embargo, la resistencia no ha sido creada por ese amor; lo encuentra ahí,
se sirve de él y exagera sus exteriorizaciones. Y el carácter genuino del fenómeno tampoco
es despotenciado por la resistencia. El amor se compone por entero de repeticiones y
calcos de reacciones anteriores, infantiles. El Amor de Transferencia consta de reediciones
de rasgos antiguos y repite reacciones infantiles.
Justamente lo compulsivo, que recuerda a lo patológico, procede de su
condicionamiento infantil. Pero ese es el carácter esencial de todo enamoramiento. No hay
ningún derecho a negar el carácter genuino al enamoramiento que sobreviene dentro del
tratamiento analítico. Si parece tan poco normal, ello se explica por la circunstancia de que
todo enamoramiento, aún fuera de la cura analítica, recuerda más a los fenómenos
anímicos anormales que a los normales. De cualquier modo, se singulariza por algunos
rasgos que le aseguran una particular posición:
1) Es provocado por la situación analítica
2) Es empujado hacia arriba por la resistencia. Esta no lo crea, sino que se sirve de él y
gobierna la situación.
3) Carece en alto grado del miramiento por la realidad objetiva, es menos prudente, menos
cuidadoso de sus consecuencias, más ciego en la apreciación de la persona amada.

Motivos éticos se suman a los técnicos para que el médico se abstenga de consentir
el amor de la enferma. Debe tener en vista su meta: que esta mujer, estorbada en su
capacidad de amar por unas fijaciones infantiles, alcance la libre disposición sobre esa
función de importancia inestimable para ella, pero no la dilapide en la cura, sino que la
tenga aprontada para la vida real cuando después del tratamiento esta se lo demande. Para
el analista queda excluido el ceder; por alto que él tase el amor, tiene que valorar más su
oportunidad de elevar a la paciente sobre un estadio decisivo de su vida. Ella tiene que
aprender de él a vencer el principio de placer, a renunciar a una satisfacción inmediata.
El psicoterapeuta debe así librar una lucha triple: en su interior, contra los poderes que
querrían hacerlo bajar del nivel analítico; fuera del análisis, contra los oponentes que le
impugnan la significatividad de las fuerzas pulsionales sexuales y le prohíben servirse de
ellas en su técnica científica; y en el análisis, contra sus pacientes que luego dejan conocer
la sobrestimación de la vida sexual que los domina, y quieren aprisionar al médico con su
apasionamiento no domeñado socialmente.

4)LA TAREA PRÁCTICA (en ESQUEMA DEL PSICOANALISIS) - FREUD


Freud plantea en el comienzo que el sueño es una psicosis, de duración breve, inofensiva,
consentida y de fácil restablecimiento. Se plantea entonces la pregunta de si pueden
tratarse las psicosis al igual que se tratan los sueños. La respuesta, nos dice luego, es que
no es posible.
Freud plantea que las condición básica para un estado patológico es que el yo se vea
imposibilitado de cumplir sus funciones normales por un debilitamiento fruto de los
vasallajes del Ello, SYO y realidad externa. En el caso de que los influjos del Ello y del SYO
sean muy fuerte el nexo del yo con la realidad se puede ver muy perturbado. Seremos
capaces de ayudar al Yo siempre y cuando éste haya conservado cierta medida de
coherencia. Esto es imposible en el caso de los psicóticos ya que su nexo con la realidad
tan perturbado hace que el analista sea arrojado junto con el resto de los elementos del
mundo exterior. Con el neurótico grave sí se podrá trabajar, porque si bien las causas y
mecanismos patógenos son los mismos, su yo se ha demostrado más resistente.
Podremos ayudar al neurótico siempre y cuando nos prometa su más profunda
sinceridad desde su Yo, entendida ésta bajo la forma de la regla fundamental según la cual
el paciente debe comunicarnos todo cuanto se pasa por su mente, por más desagradable
o absurdo que le parezca. El yo del paciente no sólo nos transmitirá sus ocurrencias sino
que también va a transferir sentimientos que antes sentía por sus figuras parentales. Esta
transferencia puede ser tanto positiva como negativa, por lo que se dice que es
ambivalente. Dentro de la positiva está el motor de la cura, las ganas de agradarle al
analista será lo que posibilite la eliminación del síntoma. Esta transferencia tiene a su vez
otras 2 ventajas: 1. Permite que el Analista tome el Lugar del SYO, corrigiendo los errores
cometidos por los padres del sujeto en su educación: y 2. Permite que el paciente actué, lo
que no puede contarnos.
La parte negativa de la transferencia puede aparecer también durante la relación
analítica, lo que barre todos los éxitos terapéuticos que se podrían haber alcanzado. El
peligro con ambos polos de la transferencia es que el sujeto tome por real una situación que
en realidad es una repetición del pasado, siendo la tarea del analista eliminar esa ilusión,
para quitar un arma poderosa a la resistencia.

1) El primer de la tarea analítica es la ampliación del autoconocimiento del Yo,


tomando el material para esto de diversas fuentes: sueños, fallidos, asociaciones libres, etc.
Esto permite reconstruir lo que pasó y lo que pasa en la relación transferencial. No debemos
transmitir al paciente nuestras inferencias hasta que éste no se halle lo suficientemente
cerca de hacerlo él mismo, ya que de otra manera se levantaría la resistencia nuevamente.
2) La segunda parte del tratamiento consiste en trabajar con la resistencia. La
primera resistencia es la de la represión, que trabaja contra la irrupción de elementos
indeseables del Ello. El desenlace contra esta resistencia puede ser que el Yo acepte la
exigencia instintiva del Ello o que la rechace definitivamente. Esto es indistinto. Lo que se
logra superando esta resistencia es una modificación positiva del yo y una eliminación de
sus partes modificadas por influjos de lo inconsciente.
No solo está la resistencia de la represión, sino que hay otras 2 fuentes, desconocidas por
el enfermo y que no parten de su yo, que pueden englobarse bajo el término “necesidad de
estar enfermo”. La primer fuente es el sentimiento de culpabilidad, que el enfermo no
siente, pero que parte del SYO, bajo la premisa de que “el enfermo no merece nada mejor”.
La segunda resistencia es una inversión del instinto de autoconservación que hace que el
enfermo no busque otra cosa que dañarse. El instinto de destrucción se dirige hacia
adentro.
En definitiva, la cura depende de las relaciones cuantitativas de fuerzas psíquicas que
se pongan en uno u otro bando del aparato psíquico.

5) TRANSFERENCIAS CRUZADAS (en El oficio del analista) - KORMAN


Según Korman el psicoanálisis es una actividad transformativa cuyo agente de las
modificaciones subjetivas es el propio analizado, no el analista. Hace referencia a las
primeras entrevistas y refiere que la inmensa mayoría de las demandas que recibe son de
personas en estado de sufrimiento, que vienen a pedir alivio a su malestar. En ese contexto
inicial prefiere hablar de “consultantes” y no de pacientes ni de analizantes. Con más o
menos dificultades, ellos suelen hacer la presentación de sus síntomas manifiestos:
ansiedad, angustia, dificultades de relaciones, perturbaciones laborales, etc. A veces
explican espontáneamente los motivos posibles de esos malestares, en otras ocasiones
responden a sus preguntas orientadas a descubrir cuál es la teoría causal que ellos
elaboran. Suele existir en el consultante una cierta ruptura del equilibrio psíquico previo,
asociándose a esto un aumento de los montantes de sufrimiento.
Lo que conduce generalmente al analista, además de la búsqueda de alivio, es el
enigma respecto de ese sufrimiento. Intuyen que ellos están involucrados en sus propios
síntomas. Esta actitud no suele ser única ni pura, se mezcla con hechos victimistas y
paranoides: los otros son los que provocan su desasosiego. Suelen esperar que para sus
interrogantes existan distintas respuestas de las que ellos ya se dieron cuenta durante todo
el tiempo en que dudaron en consultar. Atribuyen al analista sabiduría y le suponen
capacidad para transformar la situación que están viviendo.
El sufrimiento determina habitualmente en el paciente la actitud de “espera creyente”
frente al analista. Otorga al analista un saber y un poder quedando dotado de una fuerza.
En este estado, el paciente podrá, en menor o mayor grado, despojarse de su modo
habitual de hablar y entregarse a nuestra solicitud de asociar libremente.

Con respecto a la ASOCIACIÓN LIBRE, dice: es donde se obtiene la materia prima


para la elaboración analítica; la regla fundamental y el contexto analítico estimulan a que el
lenguaje sea utilizado de forma distinta del habitual y que el paciente se vea entonces
arrastrado por sus palabras. El estado de asociación libre constituye una especie de trance
en el que suele haber un decir disperso, con hilos de fuga, pero con anudamientos posibles
en diferentes niveles. Esta pérdida de control elemental sobre los decires provoca la
irrupción de aquello que no se preveía. El fenómeno en su reiteración produce una pérdida
de las coordenadas habituales que mantienen la unidad narcisista. Si se pide al paciente
que asocie libremente no es por puro formalismo, es para que surja lo propio, lo singular.
El análisis es una REESCRITURA DE LA NOVELA FAMILIAR: en la relación
transferencial el analizado escribe una novela familiar nueva, a través de transformaciones
subjetivas, distinta de la que llevó a consulta. El analista debe sostener un contexto que
posibilite esa reescritura. Esto se logra poniendo a trabajar la transferencia relanzando la
tarea asociativa y elaborarla, aún con el silencio mismo. Toda intervención activa debe estar
destinada a evitar distorsionar el trabajo del paciente.
El psicoanálisis no apunta a la reconstrucción de un pasado, sino a su re
significación, a construir un sentido que antes no tenía. Lo importante es que descubra
cosas y que las vea de otra manera, lo que implica una re significación personal de la
historia, una reescritura de la novela familiar. En la transferencia no hay sólo repetición sino
también creación. El paciente piensa que el analista sabe, pero el saber está en el paciente
y que en realidad muchos re-acomodamientos subjetivos nacen a partir de la labor del
paciente.

El ENCUADRE para Korman varía con cada analizante y con cada etapa del
análisis. Lo mismo va para el analista, cada uno tendrá un estilo propio. El dispositivo
analítico debe adecuarse a ambos. En cuanto a la INTERPRETACIÓN Y LAS VERDADES
SUBJETIVAS, afirma que hay situaciones donde se produce un “shock” frente a lo dicho
que hace que el analizante ya no sea el mismo. En determinado momento del análisis surge
en el campo transferencial un deseo de cambiar la forma de vivir. No es algo consciente que
se pueda buscar sino que aparece repentinamente quizás propiciado por la situación
analítica, fortaleciendo el poder de las interpretaciones.
Se llega a un momento tal de padecimiento psíquico que nace una fuerza que se
opone a la fuerza que encadena repeticiones. Primero hay que sacar al dolor del circuito
masoquista. No se busca el padecer, sino que a partir de ese hecho se despierta ese deseo
de cambiar de vida y el analista debe dirigir la cura de tal manera que el analizado pueda
tomar las decisiones de qué hacer con esa fuerza que surge. A veces son más útiles las
interpretaciones que haga el analizado que las del analista, porque la vida psíquica no está
infantilmente determinada en su totalidad.

PUNTUALIZACIONES SOBRE LA CURA PSICOANALÍTICA: La cura es un proceso que se


va dando en la propia trayectoria descrita por un análisis. La cura está en mi horizonte pero
no la busco, la encuentro como efecto del trabajo analítico. Cuando analizo no pienso en la
curación, trato de despojarme lo más que puedo del querer que el paciente se cure o que se
sienta bien. No hay análisis que marche sin que está impregnado de dolor y angustia
durante períodos importantes.
PUNTUALIZACIONES RESPECTO AL ICC: El Icc. es una hipótesis explicativa. No es un
recipiente, no está “dentro” de un sujeto, no tiene existencia real, carece de lugar y espacio,
tampoco tiene existencia previa a sus efectos. Se desprende la necesidad de mi presencia
para escuchar o producir ese Icc. que se crea en la trama discursiva que nos incluirá a
ambos. El análisis es el único lugar donde la compulsión repetitiva es objeto de estudio con
el fin de romper ciertas ataduras que ella impone. La transferencia no es pura repetición,
hay algo novedoso en cada repetición transferencial el análisis va a crear lo Icc. , a construir
junto al paciente algo del orden de la verdad respecto a sus producciones que se
manifiestan en sesión mediante la asociación libre y bajo transferencia. Nuestra tarea no
consistirá en hacer consciente lo Icc. sino, en el espacio de la sesión, dar posibilidad al
despliegue de los decires del analizante para construir lo Icc.

Si bien se favorece la asociación libre, se reconocen sus riesgos, como


desubjetivaciones masivas que pueden provocar desmoronamiento psíquico. No siempre
enfrentar los deseos inconscientes trae el bienestar y la felicidad y no es lícito tampoco ser
indiferente ante el dolor del analizado. La pulsión de muerte en transferencia puede
afectarnos, como si fuera tóxica. La transferencia va mas allá de la situación analítica y el
análisis tampoco lo puede todo, así que se respeta que no todo se haya trabajado y no hay
que oponerse si tras una reacomodación subjetiva el analizado decide dejar el tratamiento,
porque seguirlo tampoco es garantía de seguir avanzando.

Korman habla de TRANSFERENCIAS CRUZADAS: en el campo analítico está el


discurso del paciente y el psicoanalista operando sobre la transferencia con su propia
condición de sujeto y de analista particular. Toda interpretación que haga el analista nunca
va a estar despojada de los deseos, síntomas o fantasmas de él. Si bien se propone el
paradigma del borramiento para que haya saturación del material del analizado, es un ideal
que se alcanza asintóticamente. La subjetividad del analista está implicada en todo análisis,
está implicado en forma consciente-inconsciente, lo que complica la concepción de un
análisis puro. El análisis no se conforma sólo del camino que va del paciente al analista,
sino también del que va del analista al paciente.
Lo que indica Lacan en el seminario VIII en cuanto al DESEO DEL ANALISTA es
que la transferencia se origina a partir del analista, quien la provoca, poniendo en juego el
deseo del analista cuya función es hacer emerger el deseo del analizante. El analista es
activador de la transferencia. Que el analista busque hacer surgir el deseo del analizante no
quiere decir que no se pongan en juego sus propios deseos a través de fantasmas o
síntomas. Ningún analista, por más analizado que esté, escapa del funcionamiento del
inconsciente.
La idea de la transferencia cruzada indica que ambos, analista y analizado, están en
el campo transferencial con sus deseos, síntomas, fantasmas, etc., pero esto tampoco
quiere decir que sus posiciones y funciones sean simétricas. Debemos saber que ser
soporte de la transferencia implica que su peso recaerá sobre nosotros, tanto nuestra
psique como nuestro cuerpo sufrirán sus efectos. Hay una cierta toxicidad en la tarea que
realizamos. El análisis no lo puede todo. Es conveniente saber que ser analista es un oficio
y no un modo de vida que se extienda más allá del consultorio.

El influjo del analista no se disipa separando la “FUNCIÓN DEL ANALISTA” y la


persona que la lleva a cabo. La función no es independiente de la persona que encarne esa
función, cosa que hay que tener en cuenta para limitar o controlar sus influencias. Por
ejemplo, dos analistas no harían exactamente la misma intervención, y esto modificaría la
reacción del analizado. Varias modificaciones de estas y el análisis serán totalmente
diferentes. Es imposible borrarse como sujeto del análisis. Percatarse de esto significa que
el analista evitará dirigir la vida del paciente (ya que sabrá que no es observador neutro) y
que el analizado pueda en determinado momento adoptar una postura crítica de las
intervenciones y de su análisis sin que ese cuestionamiento sea tomado como parte de la
“resistencia”.
Pretender que es posible borrarnos completamente para que el espacio
transferencial sea ocupado sólo por el analizante es estar proponiendo ideales
inalcanzables. El analista no es jamás un observador neutro, sino que forma parte de la
situación analítica. El reconocimiento de estos hechos permitiría limitar esa incidencia por
parte de ambos. Como la transferencia misma, el ANALISTA ES BIFRONTE: condición de
posibilidad y obstáculo de una cura.
La teoría sirve como un mapa cuando uno hace una excursión por la montaña y se
pierde, es útil para los momentos en que estamos extraviados. Entonces sacamos el mapa
y una vez orientados lo volvemos a guardar. Cuando estoy convencido de que el análisis
hay que reinventarlo con cada analizante y que debe ser hecho a la medida de este. Se
trata en principio y durante la sesión de crear algo válido para el paciente no para el corpus
psicoanalítico.

6) SEMINARIO 1: LOS ESCRITOS DE FREUD (CAP 1-4) - LACAN


1) La soltura con que Freud encara el problema de las reglas prácticas que se deben
observar nos permite ver en qué medida ellas eran para él un instrumento, en el sentido en
que se dice una herramienta hecha a medida. La inter-reacción imaginaria entre analizado y
analista es algo que deberemos tener en cuenta. Si se toma la palabra tal como se debe,
como perspectiva central, la experiencia analítica debe formularse en una relación de tres y
no de dos: paciente, analista y palabra. La reconstrucción completa de la historia del sujeto
es el elemento esencial, estructural, del progreso analítico. Este es el punto de partida para
Freud, siempre se trata de un caso singular.
Esto es que para él la dimensión propia del análisis es la reintegración por parte del
sujeto de su historia hasta sus últimos límites sensibles. La historia no es el pasado, es el
pasado historizado en el presente porque ha sido vivido en el pasado. El camino de la
restitución de la historia del sujeto adquiere la forma de una búsqueda de restitución del
pasado y éste es el punto hacia el que apuntan las vías de la técnica. No es tan importante
que el sujeto rememore los acontecimientos formadores de su existencia, lo que cuenta es
lo que reconstruye de ellos. Se trata menos de recordar que de reescribir la historia.

2) El campo de Freud es la verdad del sujeto. El análisis es una experiencia de lo particular.


Cuando nos esforzamos en alcanzar los hilos lógicos de discursos más próximos al nódulo
reprimido, desde él se ejerce una fuerza de repulsión positiva y experimentamos la
resistencia. La fuerza de la resistencia es inversamente proporcional a la distancia que nos
separa del nódulo reprimido. La resistencia que encontramos es tanto mayor cuanto más se
aproxima el sujeto a un discurso que sería el último y el bueno, pero que rechaza de plano.
3) La contratransferencia es la función del ego del analista, la suma de los prejuicios del
analista. Conviene abstenerse de una interpretación de la defensa que llamo de ego a ego,
fuera cual fuese su eventual valor. En las interpretaciones de la defensa es necesario
siempre al menos en tercer término. Todo lo que suspende, destruye, interrumpe la
continuidad del tratamiento, es una resistencia, la cual se produce del lado de lo conciente y
se regula por su distancia a lo originariamente reprimido, es muy visible el vínculo de la
resistencia con el contenido del inconciente mismo. Lo que fue originariamente reprimido es
el pasado, un pasado que debe ser restituido. El centro de gravedad del sujeto es esta
síntesis presente del pasado que llamamos historia.
La resistencia del sujeto se ejerce en ese plano, pero se manifiesta de una manera
curiosa. Al final de “ Estudios sobre la histeria” Freud define el nódulo patógeno como
aquello que se busca pero que el discurso rechaza, que el discurso huye. La resistencia es
una inflexión que adquiere el discurso cuando se aproxima a este nódulo. Sólo podremos
resolver la cuestión de la resistencia profundizando cuál es el sentido de este discurso que
es histórico.

4) La PALABRA ES MEDIACIÓN entre el sujeto y el otro e implica la realización del otro en


la mediación misma. Un elemento esencial de la realización del otro es que la palabra
puede unirnos a él. Pero existe otra faceta de la palabra que es la REVELACIÓN, que es el
resorte último de lo que buscamos en la experiencia analítica. La resistencia se produce en
el momento en que la palabra de revelación no se dice. El advenimiento inconcluso de la
palabra es el punto pivote donde la palabra, en el análisis, fluye por entero hacia su primer
vertiente y se reduce a su función de relación con el otro. Si la PALABRA funciona entonces
como mediación es porque no ha culminado como revelación. El problema consiste siempre
en saber a qué nivel se produce el enganche del otro, a que distancia está de ese otro; y
esta distancia varía incesantemente en la experiencia analítica.
Oposición entre PLABRA PLENA Y PALABRA VACÍA: LA PALABRA PLENA realiza la
verdad del sujeto y LA PALABRA VACÍA está en relación a lo que él tiene que hacer hit et
nunc con su analista. Cuanto más íntimo le es al sujeto su discurso, más me centro yo
sobre este discurso, más me siento llevado yo también, a aferrarme al otro y a buscar más
allá del discurso, tal como se hace en el análisis de las resistencias.

7) PRELIMINARES SOBRE LA CONTRATRANSFERENCIA - R. PAZ


Definir la contratransferencia como las respuestas del analista a las transferencias del
analizado, es una solución impecable pero arrastra un supuesto: podría no tener lugar o
acontecer de manera episódica o circunstancial. Paz propone tomar la contratransferencia
como emergentes intrínsecos y constantes de la estructura básica del campo transferencial.
Entiende por contratransferencia la activación de vínculos y fantasías primarias,
suscitadas en el analista a partir de lo manifestado por el analizado. Esto supone
varias cosas:
1. Que no es algo circunstancial ni excepcional, es producto de la situación analítica y
estructura la situación analítica y el “ojo” del analista.
2. Siempre se inicia con dificultad pero el destino que el movimiento tenga obedecerá a
factores que dependen del modo en que se tramite
3. Trabajar con la contratransferencia es inevitable si uno pretende un campo analítico con
mayor densidad
4. No toda respuesta emocional es contratransferencia
5. Requiere de contención y elaboración
6. Puede trazarse una secuencia esquemática:
a) Respuesta emocional profunda y enigmática
b) Los sentimientos y recuerdos suscitados conmueven, perturban o dislocan el lugar de
observador no participante
c) Se hace necesario elaborar algún tipo de intervención para rehacerse del involucramiento
d) Cuando esto se logra se evidencia un avance y consolidación de todo lo que sostiene el
proceso analítico
La contratransferencia se usa como instrumento en una segunda instancia, porque en una
primera instancia es algo sorpresivo de lo que hay que recuperarse para que no provoque
una ruptura de la situación analítica o a un trabajo psíquico fuera del lugar en el analista.

En FREUD: Entre los factores que influyen sobre la perspectiva de la cura analítica y la
dificultan tal como lo hacen las resistencias, se encuentran también las peculiaridades del
analista. La contratransferencia sería la influencia del paciente sobre los sentimientos
inconscientes del analista. Hay tres formas posibles de trabajar la contratransferencia:
· Disminuir lo máximo posible las manifestaciones contratransferenciales
mediante el análisis personal del analista
· Utilizar las manifestaciones contratransferenciales pero controladamente (el
inconsciente de uno posee un instrumento para entender el inconsciente de los demás)
· Guiarse para la interpretación por las manifestaciones contratransferenciales

En WINNICOTT: La tarea del analista que emprende el análisis de un psicótico se ve


seriamente influida por el fenómeno de odio contratransferencial. Para que el análisis sea
posible, el odio del analista debe ser conciente y bien delimitado. Por ello debe someterse a
análisis y así poder separar y estudiar sus reacciones objetivas ante el paciente. En ciertas
etapas el paciente llega, efectivamente, a buscar el odio del analista, y lo que entonces se
necesita es un odio objetivo. Si el paciente busca odio objetivo o justificado, debe ser capaz
de encontrarlo, de lo contrario es imposible que se crea capaz de encontrar amor objetivo.

Unidad 4
1) INHIBICION, SINTOMA Y ANGUSTIA - FREUD
A) Modificación de opiniones anteriores
La represión no se consuma en un solo acto, sino que requiere un gasto constante
de energía por la naturaleza continuada de la pulsión. Esa fuerza constante por mantener la
represión es la resistencia, que presupone una contrainvestidura. Esta contrainvestidura se
ve por ejemplo en el neurótico obsesivo como rasgos de carácter, y en la histeria a los
modos de relacionarse. La moción pulsional reprimida puede reactivarse, desde adentro por
un refuerzo de la pulsión, o desde afuera por la percepción del objeto de la pulsión.
La resistencia que se verifica en la cura parte del Yo, que reafirma las
contrainvestiduras contra aquello inconciliable. Como se relaciona con lo reprimido, es
inconsciente esta resistencia, y se busca en el análisis hacerla conciente para que se
abandone, por un método menos nocivo. Este proceso se llama reelaboración, es la fase de
resignación de las resistencias. Una vez superada esta resistencia, queda la compulsión de
repetición. Esta resistencia parte del Ello.
Resistencias:
-Del Yo: 1. Resistencia de represión.; 2. Resistencia de transferencia: repetición en
acto de lo reprimido a través de la transferencia con el analista; 3. La ganancia de la
enfermedad. Integración del síntoma en el Yo
- Del Ello: 1. Compulsión a la repetición.
- Del Súper-YO: 1. Conciencia de culpa o necesidad de castigo.

ANGUSTIA POR TRASMUDACIÓN DE LIBIDO: Antes pensaba que la angustia partía de la


frustración pulsional, del displacer. La libido de la moción pulsional reprimida era la fuente
de angustia. Pero ahora, es el Yo el responsable de la angustia, y no la libido insatisfecha
de la moción pulsional reprimida.
REPRESIÓN Y DEFENSA: En un momento, Freud sustituyó la “defensa” con la “represión”.
Pero ahora “defensa” se refiere a todas las técnicas del YO, y “represión” pasa a ser sólo
una de estas técnicas de defensa. Otras técnicas son: el aislamiento en la neurosis, la
regresión, la anulación, la conversión histeria, etc.

B) Complementos sobre la angustia.


La angustia es una expectativa ante algo, pero indeterminada y sin objeto. Cuando
tiene objeto se llama miedo. Pero hay varios tipos de angustia: esta la angustia neurótica y
la angustia realista. La angustia realista es aquella que se siente frente a un peligro notorio.
La angustia neurótica es ante un peligro del que no se tiene noticia, es contra algo de lo
pulsional, y una vez que se hace consciente la causa de esta angustia se la puede tratar
como una angustia realista.
El Yo se defiende del peligro interior, pulsional, de la misma manera que se defiende
del peligro externo, mediante la reacción de angustia, y desemboca en una neurosis. Esta
exigencia pulsional interna es sentida como peligrosa sólo si conlleva un peligro externo.

2) MÁS ALLÁ DEL PRINCIPIO DEL PLACER - FREUD

En 1920 Freud escribe “Más Allá..” en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, en el cual
la mayoría de los pensadores de la época se preguntaban por qué el hombre se destruye a
sí mismo. Freud introduce el concepto de PULSIÓN DE MUERTE, que alude a lo NO
LIGADO (e imposible de ligar), a algo que va más allá del P de P. Si bien cae la hegemonía
de este principio, este no desaparece ni se sustituye, sólo se incorpora algo que va más allá
de él.
Freud utiliza 2 referentes clínicos para ejemplificar el más allá del P de P:
A) Sueños traumáticos en las N. Traumáticas: Freud distingue dos condiciones de la
neurosis traumática:
- El centro de gravedad para causación parece situarse en el factor sorpresa que genera
afecto de TERROR.
- Un simultáneo daño físico contrarresta la producción de neurosis (la herida física
simultánea ligaría el exceso de excitación al reclamar una sobreinvestidura narcisista del
órgano dañado)
En este punto Freud hace una distinción entre terror, miedo y angustia. El TERROR se
caracteriza por el factor sorpresa (estado en que se cae cuando se corre un peligro sin estar
preparado); el MIEDO, está ligado a un objeto determinado e implica cierta expectativa de lo
que podría ocurrir. En la ANGUSTIA hay un estado de expectativa constante, pero a
diferencia del miedo el objeto es desconocido. La angustia es una forma de protegerse
contra el terror. El terror tiene por condición la falta de apronte angustiado. Esto último
conlleva la contrainvestidura de los sistemas que reciben último el estímulo; el apronte
angustiado constituye la última trinchera de la protección antiestímulo. En ISA Freud
redefine estos conceptos como “angustia señal” (corresponde al apronte angustiado, implica
la puesta en marcha de la defensa) y “angustia automática” (corresponde al terror, aparece
como una neoproducción automática e involuntaria de la angustia).
Freud pone especial énfasis a los sueños de la neurosis traumática. Estos reconducen al
enfermo una y otra vez a la situación de su trauma, de la cual se despierta con renovado
terror, el enfermo está fijado psíquicamente al trauma. Freud se pregunta cómo concilia ésto
con el P de P, se pregunta acerca de “enigmáticas tendencias masoquistas del yo”. Los
sueños de las neurosis traumáticas llevan a Freud a repensar su teoría de los sueños: él
había planteado que la fuerza impulsora del sueño era un deseo por cumplir. Si en la
neurosis traumática los sueños reconducen tan regularmente al enfermo a la situación en la
que sufrió el accidente, es palmario que no están al servicio del cumplimiento de deseo. La
fijación inconciente al trauma impide la función del sueño: el dormir vuelve activa la pulsión
aflorante de la fijación traumática. Estos sueños buscan recuperar el dominio sobre el
estímulo por medio de un desarrollo de angustia cuya omisión causó el trauma. Esta
función del aparato psíquico es independiente del P de P y parece más originaria que
el propósito de ganar placer y evitar displacer.
Los sueños de la Ns. Traumática entonces ya no pueden verse como cumplimiento de
deseo, sino que obedecen a la compulsión de repetición que se desarrolla en interés de la
ligazón psíquica de impresiones traumáticas.
B) JUEGO INFANTIL: Freud describe un juego que el niño realiza cuando la madre se
ausenta: Fort- Da (se fue, acá está). Distingue dos momentos de este juego: cuando el
juego es completo (fort-da) y cuando el juego es incompleto (fort) Cuando el juego es
completo está regulado por el P de P y el niño encuentra placer en él: el niño trueca la
pasividad del vivenciar por la actividad del jugar, juega a la partida de la madre porque era
la condición previa de la gozosa reaparición, la cual tendría el genuino propósito del juego.
El juego Fort-Da entonces escenifica la partida y el regresar de la madre.
En cuanto al juego incompleto (Fort, el niño juega sólo a que la madre se va pero no vuelve)
Freud se pregunta cómo puede ser que el niño repita las más de las veces algo que le
causa tanto displacer, como lo es la partida de su madre, se pregunta si puede el drang
pulsional exteriorizarse de una manera primaria e independiente del P de P. Este esfuerzo
que no consigna directamente con el P de P es que llevó al niño a repetir en el juego una
impresión desagradable. La repetición iba conectada de una ganancia de placer de otra
índole, pero directa. Freud llega a la conclusión de que este modo incompleto del juego
Fort-Da se relaciona con la constitución del sujeto, con el pasaje entre los momentos en que
el niño es objeto de una presencia (cuando la madre se ausenta el niño “deja de existir” ya
que no cuenta con una aparato psíquico que funcione en ausencia) y los momentos en que
el niño se reconoce como un yo que existe fuera de la madre y aún en ausencia de ella.
Momento fundante del aparato psíquico: inscripción del par significante presencia-
ausencia, principio elemental de la existencia de la representación (y por lo tanto del
lenguaje). Entonces, el niño escenifica esto displacentero para elaborarlo psíquicamente,
apara ligarlo. Hay que elaborar psíquicamente lo que impresiona. A este hecho real, de
alejamiento de la madre, necesita inscribirlo para luego poder operar con él. Necesita
hacerlo entrar en otro registro, de lo simbólico, para luego operar sobre él con las leyes del
proceso primario
A partir de esto FREUD DIFERENCIA LA REPETICIÓN EN ACTO DE LO REPRIMIDO, DE
LA COMPULSIÓN DE REPETICIÓN DE LO NO LIGADO E IMPOSIBLE DE LIGAR (en la
cual no se repite una representación).
El enfermo puede no recordar todo lo que hay en él reprimido, acaso justamente lo más
importante, lo esencial. Se ve forzado a repetir lo reprimido como vivencia presente, en vez
de recordarlo en calidad de fragmento del pasado. Esta reproducción que emerge con
fidelidad no deseada, tiene siempre por contenido un fragmento de la vida sexual infantil, y
por tanto, del Complejo de Edipo y sus ramificaciones; y regularmente se escenifica en el
terreno de la transferencia. Cuando en el tratamiento se ha llegado a este punto, puede
decirse que la neurosis anterior ha sido sustituida por una nueva, una neurosis de
transferencia. Para hallar más inteligible esta compulsión a la repetición de lo reprimido
Freud aclara que las resistencias no provienen de lo ICC, lo reprimido, lo ICC no ofrece
resistencia alguna a la cura, no aspira a otra cosa que a irrumpir hasta la CCIA. Aparece
aquí una primera aproximación a la segunda tópica: Freud no opone más lo CC y lo ICC,
sino el YO COHERENTE y lo REPRIMIDO, argumentando que también en el interior del yo
hay mucho de ICC. La resistencia del yo conciente y preconciente está al servicio del P de
P: quiere ahorrar el displacer que generaría la liberación de lo reprimido. Lo que la
compulsión de repetición devuelve en estos casos las más de las veces es displacentero,
sin embargo no contradice al P de P: es displacer para un sistema y placer para otro.
Sin embargo, muchas veces la compulsión de repetición devuelve también vivencias
pasadas que no contienen posibilidad alguna de placer, que tampoco en aquel momento
pudieron ser satisfactorias. Se trata de la acción de pulsiones que estaban destinadas a
conducir a la satisfacción, pero ya en aquel momento no la produjeron, sino que conllevaron
únicamente displacer. Se la repite, a pesar de todo, una compulsión esfuerza a ello. Esta
repetición equivale a convocar un fragmento de la vida real que no terminó de ligarse a una
representación.
Esta misma compulsión a la repetición se exterioriza en algunas personas a modo de un
“destino que los persigue”. Se conoce individuos en quienes toda relación humana lleva a
idéntico desenlace, muchas veces las personas parecen vivenciar pasivamente algo
sustraído a su poder por lo cual vivencian una y otra vez la repetición del mismo destino.
En vista de estas observaciones Freud supone que EN LA VIDA ANÍMICA EXISTE UNA
COMPULSIÓN DE REPETICIÓN QUE SE INSTAURA MÁS ALLÁ DEL P DE P, QUE ES
MÁS ORIGINARIA, MÁS ELEMENTAL Y MÁS PULSIONAL QUE ESTE, QUE SE
DESARROLLA EN INTERÉS DE LA LGAZÓN PSÍQUICA DE IMPRESIONES
TRAUMÁTICAS NO LIGADAS QUE SE ENCUENTRAN POR FUERA DEL CAMPO DE
LAS REPRESENTACIONES. Cuando Freud dice MÁS ALLÁ DEL PRINCIPIO DE
PLACER, está diciendo más allá del proceso primario, más allá de las formaciones del
icc, más allá de la realización de deseos, más allá de lo simbólico. Lo Real.

Segunda tópica
En la primera tópica Freud piensa al aparato psíquico como un instrumento compuesto por
sistemas de representaciones: ICC-PRCC-CC. Esta primera tópica estaba destinada a
explicar la eficacia del tratamiento analítico en el abordaje de los síntomas neuróticos y su
relación con el deseo icc. Esta primera tópica le plantea a Freud dificultades, porque la
oposición cc-icc no alcanza para dar cuenta de las vicisitudes del conflicto psíquico
planteado a partir de la oposición pulsión de vida-pulsión de muerte.
En “El yo y el ello” Freud formula la segunda tópica, una nueva ordenación
metapsicológica que no supera ni invalida la primera, destinada a explicar y abordar los
obstáculos que evidencian el accionar de resistencias que no provienen de lo reprimido,
y están asociadas a una satisfacción pulsional que excede el marco del Principio de
Placer.
ELLO: es el reservorio de las pulsiones, la parte primitiva, desorganizada e innata del
aparato psíquico; cuyo único propósito es la satisfacción inmediata de las tensiones
generadas por las pulsiones primitivas, ya que está regulada por el P de P y desconoce las
demandas de la realidad. El ello se comporta como ICC, pero no es sinónimo de ICC,
también las otras dos instancias tienen amplios sectores no asequibles a la CCIA. El ello
contiene tanto lo ICC reprimido como lo ICC no reprimido, un “otro cuantitativo-cualitativo”
(energía no ligada a representaciones) al cual la función de síntesis del yo no alcanza a
ligar. Los contenidos no ligados del ello constituyen algo externo al campo de las
representaciones, dentro del aparato psíquico. Este otro cuantitativo-cualitativo puede
desplegar fuerzas pulsionantes sin que el yo note la compulsión; es el responsable de la
necesidad de reelaboración que es la fuerza que empuja a la compulsión de repetición de lo
imposible de ligar.
YO: fue definido en un primer momento como una masa homogénea de representaciones;
más tarde el yo del narcisismo fue definido como una imagen homogénea. En la segunda
tópica se trata de un yo alterado, agujereado, escindido por un elemento heterogéneo a la
masa de representaciones (ello). El yo es la parte del ello alterada por la influencia directa
del mundo exterior, con mediación de P-CC (que constituye su núcleo). Se empeña en
hacer valer sobre ello el influjo del mundo exterior, así como sus propósitos propios; se
afana por reemplazar el P de P (que rige en el ello), por el P de realidad. Para el yo la
percepción cumple el papel que en el ello corresponde a la pulsión. El yo es el
representante de la prudencia y la razón, el ello de las pasiones. Además del influjo del
sistema P, otro factor parece ejercer una acción eficaz en la génesis del yo y su separación
del ello. El cuerpo propio, y sobre todo su superficie es un sitio del que pueden partir
percepciones internas y externas. Es visto como un objeto otro, pero proporciona al tacto
dos clase de sensaciones, una de las cuales puede equivaler a una percepción interna. El
yo es sobre todo ESCENCIA CUERPO, no sólo es una esencia superficie, sino, él mismo la
proyección de una superficie.
SUPERYO: Puede ubicarse su antecedente en los diques psíquicos. El SY ubica su génesis
en la represión del complejo de Edipo. Como consecuencia de la resignación de las metas
sexuales de las aspiraciones libidinosas parentales se ve reforzada la identificación primaria
con el padre, que Freud ubica como la más temprana exteriorización de una ligazón afectiva
con otra persona. Esta identificación no se agota en la advertencia “Así como el padre
debes ser”, sino que también impone la prohibición “Así como el padre no te es lícito ser: no
pueden hacer todo lo que él hace, algunas cosas le están reservadas”. El SYO de esta
manera es heredero de las cargas libidinosas de las primeras elecciones del ello, y al
mismo tiempo constituye una enérgica formación reactiva frente a ellas. Del SYO brota la
necesidad de castigo, que se opone a todo éxito y por tanto, a la cura mediante análisis. El
SYO sabe de las mociones pulsionales presentes en el ello y culpa al yo, impulsándolo
muchas veces a la neurosis como castigo. El SYO es imposible de satisfacer:
paradójicamente con cada renuncia pulsional aumenta su intolerancia, el sadismo del SYO
es correlativo al masoquismo del yo (masoquismo moral). La desexualización de la meta
pulsional ocurrida en la génesis del SYO hace que éste apunte a la desmezcla, a la
fragmentación: es puro cultivo de pulsión de muerte. A menudo el SYO logra impulsar al yo
a la muerte, cuando el yo no consiguió defenderse mediante el vuelco a la manía.

3) EL YO Y EL ELLO (CAP 3 Y 5) - FREUD


Reacción Terapéutica Negativa
Hay personas que en el trabajo analítico, si uno les da esperanza y les muestra contento
por la marcha del tratamiento, parecen insatisfechas y su estado empeora. Uno termina por
convencerse no sólo de que estas personas no soportan elogio ni reconocimiento alguno,
sino que reaccionan de manera trastornada frente a los progresos de la cura. Toda solución
parcial, cuya consecuencia debiera ser una mejoría o una suspensión temporal de los
síntomas, les provoca un refuerzo momentáneo de su padecer; empeoran en el curso del
tratamiento en vez de mejorar. Presentan la llamada reacción terapéutica negativa. Son
personas en las cuales no prevalece la voluntad de curación sino la necesidad de enfermar
(de castigo). Se trata de un Sentimiento de Culpa, icc/mudo, que halla su satisfacción en la
enfermedad y no quiere renunciar al castigo de padecer. Sentimiento de Culpa que no es
sentido por el paciente, no se siente culpable sino que se siente enfermo.
¿Qué puede hacer el analista frente al Sentimiento de Culpa?
· No puede hacer nada de manera directa
· Indirectamente, puede poner poco a poco en descubierto sus fundamentos
reprimidos inconscientes, con lo cual va mudándose en un sentimiento conciente de
culpa
· Se puede influir sobre él cuando ese sentimiento inconsciente de culpa es
prestado, es decir, él es el resultado de la identificación con otra persona que en el
pasado fue objeto de una investidura erótica

Sentimiento de Culpa normal (cc): conciencia moral, no ofrece dificultades a la


interpretación, descansa en la tensión entre el Yo y el Ideal del Yo. Corresponde a la
percepción de la crítica al yo por parte del SY. En dos afecciones el sentimiento de culpa
es conciente/notorio de manera hipertensa:
Neurosis Obsesiva:
· El sentimiento de culpa es hiperexpreso, pero no puede justificarse ante el Yo,
quien se revuelve contra la imputación de culpabilidad. El SYO ha sabido más que el Yo
acerca del Ello inconsciente
· Se trata de mociones repelentes que permanecen fuera del Yo. El SYO está
influido por procesos de que el Yo no se ha percatado.
· El Neurótico Obsesivo nunca llega a darse muerte ya que es la conservación del
objeto lo que garantiza la seguridad del Yo (por una regresión a la organización
pregenital, la pulsión de destrucción queda liberadas pero no es acogida por el yo,
permanecen en el Ello, que se defiende con formaciones reactivas y medidas
preventivas).
Melancolía:
· El Yo no impone ningún veto, se confiesa culpable y se somete al castigo
· El objeto a quien se dirige la cólera del SYO ha sido acogido en el Yo por
identificación
· El componente destructivo se ha depositado en el SYO y se ha vuelto hacia el yo.
Lo que ahora gobierna en el SYO es como un cultivo puro de la Pulsión de Muerte.

Casos en que el Sentimiento de Culpa permanece Inconsciente:


Histeria:
· El Yo se defiende de la percepción penosa con que lo amenaza la crítica de su
SYO mediante un acto de represión. Se debe al Yo que el sentimiento de culpa
permanezca inconsciente. El Yo suele emprender las Represiones al servicio y por
encargo de su SYO, pero en este caso utiliza la misma arma contra su severo amo. En
la histeria, el yo sólo consigue mantener lejos el material a que se refiere el sentimiento
de culpa.

¿De dónde viene el Sentimiento de Culpa –como expresión de la cc moral-?


Freud describe dos distintos orígenes del sentimiento de culpa:
1- Angustia frente a la autoridad (que lleva a renunciar a la satisfacción pulsional), a
poderes externos.
2- Angustia frente al SYO (esfuerza hacia la punición debido a que ante el SYO nada puede
ocultarse). Pese a la renuncia pulsional sobrevendrá el sentimiento de culpa.
Al comienzo, la angustia, que más tarde deviene conciencia moral, es la causa de la
renuncia pulsional, pero esa relación se invierte después. Cada renuncia pulsional
deviene una fuente dinámica de conciencia moral (es una de las funciones atribuidas al
Superyó y comprende: la vigilancia y el enjuiciamiento de las acciones y propósitos del Yo).
La renuncia pulsional deviene fuente dinámica de conciencia moral que después
reclama más y más renuncias.

Sentimiento de Culpa: Es la percepción deparada al Yo de la tensión entre sus


aspiraciones y los reclamos del SYO (a su crítica como instancia de la conciencia moral).

Superyó:
Premisas que constituyen la base para la génesis del SYO:
ü Es el heredero del Complejo de Edipo y se constituye por una identificación con el
arquetipo paterno. Esta identificación tiene el carácter de una desexualización, y a raíz
de tal trasposición se produce también una desmezcla de pulsiones (de esta extrae el
sesgo duro y cruel del deber-ser). El SYO debe su particular posición dentro del yo a
estar constituido por una identificación inicial, que se comportará como una instancia
particular dentro del yo, cuando el yo era todavía endeble. Es de destacar que parte del
sentimiento de culpa tiene que ser icc, porque la génesis de la conciencia moral se
enlaza de manera íntima con el complejo de Edipo, que pertenece al inconciente.
Mediante su institución, el yo se apodera del C de Edipo y, simultáneamente se somete
él mismo al Ello.
ü Prolongada dependencia del ser humano y desvalimiento durante la infancia: El
SYO es el monumento recordatorio de la endeblez y dependencia en que el yo se
encontró en el pasado, y mantiene su imperio aun sobre el yo maduro. Así como el niño
estaba compelido a obedecer a sus progenitores, de la misma manera el yo se somete
al imperativo categórico de su SYO. Por lo tanto, el SYO conserva a lo largo de la vida
su carácter de origen: la facultad de contraponerse al yo y dominarlo
El Superyo no es simplemente un residuo de las primeras elecciones de objeto del Ello,
sino una enérgica formación reactiva contra ellas mismas. Por eso, el SYO mantiene
duradera afinidad con el ello, y puede subrogarlo frente al yo. Se sumerge profundamente
en el ello, en razón de lo cual está más distanciado de la conciencia que el yo.
La energía de carga del SYO es aportada de las fuentes del Ello (que es amoral, el Yo se
esfuerza por ser moral y el Superyó puede ser hipermoral).
Su relación con el Yo no se limita a la advertencia “así (como el padre) debes ser”, sino que
comprende también la prohibición: “así (como el padre) no debes ser, no debes hacer todo
lo que él hace, pues hay algo que le está exclusivamente reservado”.
Cuanto mayor fue la intensidad del Complejo de Edipo y la rapidez de su represión,
más severamente reinará después sobre el Yo como conciencia moral o como
Sentimiento Inconsciente de Culpa.
La angustia de la cc moral puede ser concebida como un procesamiento de la angustia de
castración, que es el núcleo en torno del cual se depositó la posterior angustia de la cc
moral. El superyó subroga la misma función protectora y salvadora que al comienzo recayó
sobre el padre, y después sobre la Providencia o el Destino. El yo no puede menos que
extraer la misma conclusión cuando se encuentra en un peligro objetivo desmedidamente
grande, que no cree poder vencer con sus propias fuerzas. Esta situación sigue siendo la
misma que estuvo en la base del primer gran estado la angustia infantil de añoranza: la
separación de la madre protectora, la pérdida del amor.

4) EL PROBLEMA ECONOMICO DEL MASOQUISMO - FREUD


Masoquismo hasta 1920 es la vuelta del sadismo contra la persona, desde 1920
masoquismo independiente del sadismo.
En tres ensayos, define masoquismo como una perversión sexual.
1924- Excede lo que es una perversión sexual. Es primario porque no deriva de nada, es
constitucional.
Problema económico: Hay una búsqueda activa del sujeto por lograr un aumento de la
tensión de energía que le provoque placer.
Tres principios:
1. Principio de nirvana: Hace que la energía en el aparato psíquico sea cero, intenta
mantener las excitaciones en el mínimo grado posible. Tiene que trasmudar en principio del
placer. Expresa la tendencia de la pulsión de muerte.
2. Principio del placer: Aunque sea poca la energía la mantiene en el aparato.
3. Principio de Realidad:
Los tres principios rigen en la vida anímica, el principio del placer hace que la energía cero
no sea posible, es el guardián de la vida.
El principio de realidad recibe influjos del mundo exterior.

3 aspectos del masoquismo:


1- Como una condición de excitación sexual (masoquismo erógeno).
2- Como una expresión de la feminidad. (masoquismo femenino).
3- Norma de conducta en la vida, manera de conducirse (masoquismo moral).

Masoquismo erógeno y primario: Base de las otras dos formas de masoquismo, con
componentes biológicos y constitucionales. La libido se encuentra con la pulsión de muerte
y su tarea es volver inocua esta pulsión. Lo que hace es desviarla hacia fuera, hacia objetos
del mundo exterior como pulsión de apoderamiento, esto lo hace con ayuda de la
musculatura. Una parte es puesta al servicio de la función sexual, es el sadismo
propiamente dicho. Otro sector no obedece al traslado hacia afuera, se queda en el interior
del cuerpo y es ligado libidinosamente. Eso es masoquismo erógeno. Hay mezcla de
pulsión de vida y muerte a una desmezcla de pulsiones puede corresponderle una
desmezcla. La pulsión de muerte actuante en el interior del organismo es masoquismo
erógeno.
Masoquismo Femenino: Freud lo encuentra en el varón, el masoquismo femenino pone a
estos hombres en un lugar ligado a la feminidad. Tiene formas clínicas diversas desde el
origen con fantasías como ser castrado, ser poseído sexualmente o parir. El contenido
manifiesto de las fantasías tiene que ver con ser maltratado, amordazado, atado, etc.
Masoquismo Moral: Parece haber aflojado sus nexos con lo sexual. Todo padecer
masoquista tiene por condición la de partir de la persona amada, en este, el padecer es lo
que importa, no interesa que lo inflija la persona amada o una indiferente.
La forma más extrema es la Reacción terapéutica negativa: Sentimiento inconciente de
culpa, esto lo modifica luego a necesidad de castigo por un poder parental. (Lo modifica
porque es incorrecta ya que no esta bien llamar inconciente a los sentimientos).
El súper-yo es producto de una desexualizacion de los padres que deviene identificación.
En el masoquismo moral, la moral es resexualizada, se resexualiza el complejo de Edipo,
porque el deseo de ser castigado por determinado poder parental desfigurado, es el deseo
de ser poseído por el padre.
En el masoquismo moral la conciencia moral nació por la superación del complejo de
Edipo.
La pulsión de muerte en el súper-yo provoca sadismo en el yo, en el yo produce
masoquismo. A un yo que quiere castigo le corresponde un súper-yo que quiere castigar.
La satisfacción esta en el padecer, mejor llamado goce mas que satisfacción. El
masoquismo del yo es mudo, no se sabe nada de eso. El masoquismo del yo es mas grave
que el sadismo del súper-yo.

Unidad 5
Neurosis
1) EL USO DE LA INTERPRETACION DE LOS SUEÑOS EN EL PSICOANALISIS -
FREUD

FREUD: “EL USO DE LA Interpretación de sueños EN PSA”


No es aconsejable que se intente descifrar todo el contenido de un sueño. Perseguir el
significado completo de un sueño se puede interponer con una regla fundamental de la
terapia: es más importante tomar noticia de la superficie psíquica del enfermo y orientarse
hacia los complejos y resistencias y a la reacción consciente que se levanta contra ellos,
más que demorarse en la interpretación de un sueño. Si en una sesión entonces no se
alcanza a colegir la totalidad del significado de un sueño, no se prosigue en la sesión
siguiente, salvo que no haya otra cosa que se esfuerce a primer plano. Hay que seguir la
regla de tomar siempre lo primero que se venga a la mente del paciente, por lo tanto si
aparece un nuevo sueño, se debe dejar de lado el anterior para seguir con el nuevo.
Tampoco hay que mostrar demasiado interés en la producción onírica porque se corre el
riesgo de guiar la resistencia hacia ella.
Hay una clase particular de sueño, el sueño “programático” o “biográfico”, que se edifica
sobre el material patógeno en su conjunto, por lo tanto descifrarlo completamente equivale a
analizar todo el complejo patógeno. Esto es imposible e incluso contraproducente porque
puede que se activen resistencias intactas que impidan la intelección de partes del material
patógeno. Siempre un sueño se debe seguir por sus fragmentos, y no importa si algún
fragmento se escapa, porque cada moción de deseo que se presenta en un sueño retornará
en otro.
La interpretación de los sueños debe ser una técnica más dentro del análisis que se
acomode a los objetivos y premisas de este.
Los primeros sueños que se presentan en el análisis son “ingenuos”, porque no ocultan
fácilmente el material que esconden, pero mientras sepa el sujeto de los mecanismos
interpretativos de los sueños, éstos se volverán cada vez más oscuros.
Otro tipo de sueño es el “sueño confirmatorio”, fáciles de interpretar y cuya interpretación no
arroja más que lo que ya se había inferido durante el tratamiento en las sesiones anteriores.

2) RECORDAR, REPETIR Y REELABORAR (REPETIDO UNIDAD 3) - FREUD

3) PREMISAS Y TECNICA DE LA INTERPRETACION (EN CONFERENCIAS DE


INTRODUCCIÓN AL PSICOANALISIS) - FREUD

4) CONSTRUCCIONES EN EL ANALISIS - FREUD


El trabajo analítico consta de 2 piezas:
1) El analizado debe ser movido a recordar algo vivenciado y reprimido por él.
2) El analista tiene que colegir lo olvidado desde los indicios que esto ha dejado tras si,
tiene que construirlo. El analista elabora una construcción y la comunica al analizado para
que ejerza efecto sobre él. Luego construye otra pieza a partir del nuevo material que
afluye, procede con ella de la misma manera y en esta alternancia sigue hasta el final.
Para Freud, hablar de construcción es más apropiado que referirse a interpretación.
Interpretación se refiere a lo que uno emprende con un elemento singular, con un
elemento sencillo del material, como una ocurrencia, un fallido, etc. Es construcción, en
cambio, que al paciente se le presente una pieza de su prehistoria olvidada. La construcción
es una elaboración del analista, destinada a reconstruir tanto en sus elementos reales y
fantaseados, la historia infantil del Sujeto
Freud: dice que cuando no puede interpretar más, tiene que construir.
- Lo único que valida una construcción, es que a posteriori aparezca
material que la confirme.
- Si la construcción es mala, no hay cambios en el paciente, pero si es
acertada o se aproxima a la verdad, reacciona a ella con una inequívoca agravación de sus
síntomas y de su estado general.
- En la neurosis, se trata de desarmar una estructura defensiva,
represiva.
- En la psicosis, de armar algo, que está desarmado, algo de su Yo.
- En la psicosis, se destruye la representación cosa, y el delirio se
construye a pura representación palabra, le faltan las huellas de la experiencia.
El “si” y el “no”: Ni el “si”, ni el “no” del analizado son garantía de que una construcción
fue certera. El si tiene muchos significados, aparte de reconocer la construcción como
correcta, puede ser un medio de la resistencia para seguir encubriendo lo importante. El si
es solo valioso, cuando seguido de él se producen nuevos aportes por parte del paciente
que amplían la construcción. El “no” también es multifocal. Toda exteriorización directa del
paciente (si, o no) solo pueden tomarse como confirmadoras de la construcción a través de
manifestaciones indirectas como: 1. “giros” del tipo “no me parece” o “no se me hubiera
pasado jamás por la cabeza”. 2. Que tras la afirmación o negación de la construcción se
responda con una asociación que incluya algo análogo a lo de la construcción. 3. En casos
donde se filtra un fallido junto con lo que se dice. 4. Cuando tras la transmisión de la
construcción aparece una reacción terapéutica negativa. En definitiva, solo después de
transmitida la construcción se sabrá si fue justa o no.
La meta de la construcción, de su transmisión, es el recuerdo en el paciente. Aunque no
siempre se llega tan lejos, uno se convence de que la justeza de la construcción rinde lo
mismo que el recuerdo.
Puntualizaciones: A veces tras la comunicación de la construcción aparecen recuerdos
hipernitidos, que en realidad solo muestra detalles de la escena. Esto sucede porque lo
reprimido que quiere pasar a la conciencia es desviado por la resistencia a las partes
accesorias de ese recuerdo. En otras ocasiones tras la comunicación de la construcción hay
alucinaciones, diferente de las psicóticas. Esto hace pensar a Freud que toda alucinación en
realidad trae dentro de sí algo del pasado del sujeto. Es algo que se quiere abrir paso a la
conciencia pero llega desfigurado, serían quizás pulsiones que emergen desde lo
inconsciente.

4) CLINICA DEL PASAJE AL ACTO EN LA NEUROSIS - IUNGER

El pasar al acto y el pasaje al acto tienen elementos estructurales en común, en ambos


casos se trata de la conclusión de una escena (que representa la relación del sujeto con el
fantasma), de una escena que alcanza su punto final.
Diferencias:
Pasar al Acto: Hay un efecto de Sujeto. Hay un efecto de máxima subjetividad. Hay un
cambio de posición subjetiva.
Pasaje al Acto: Hay un efecto de aniquilación del Sujeto en un intento fracasado de hacer
surgir su subjetividad. Aniquilación que deja a lo sumo, una marca de ese acto que fracasa,
en el cual converge la conmemoración de esa aniquilación y al mismo tiempo del intento de
subjetivación.
El pasaje al acto se diferencia también del Acting Out. En este último hay un Sujeto en una
condición subjetiva dudosa le muestra al Otro el objeto de su deseo (objeto señuelo del
deseo). Es una escena que se sostiene; el Sujeto está diferenciado del objeto y se lo
muestra al Otro. Es una mostración porque hay un fracaso en la articulación significante del
Deseo. Hay en ese punto una falla en la cadena significante, y en vez de la articulación
metonímica del deseo, hay una mera función de señal. El deseo le es señalado al Otro, a
través de esta mostración del objeto señuelo.
En el caso del Pasaje al Acto, en cambio, no se trata de una escena que se sostiene sino
de una escena que concluye. Es una escena en la que se diferencian dos momentos:
1- Se ve la instauración progresiva de una escena que avanza y abarca progresivamente
más y más aspectos de la vida del Sujeto.
2- La escena se corta repentinamente; el sujeto corta de pronto la escena haciéndola
cesar. Este segundo momento es lo que se designa como Pasaje al Acto.
Del lado del Sujeto hay un movimiento progresivo por el cual el sujeto se encuentra cada
vez más identificado a en tanto desecho. EL sujeto va presentándose progresivamente en el
análisis en posición de desecho, hasta llegar al punto en el cual el Sujeto es el objeto en
tanto desecho.
¿Qué ocurre del lado del Otro? Va quedando configurado progresivamente como absoluto
en un borramiento cada vez mas acentuado de su borradura. El Otro va presentándose
cada vez más identificado al Ideal del Yo, en una conjunción entre totalización del saber y
totalización del goce. El Otro se totaliza en una dimensión de goce y el Sujeto, en tanto
objeto resto, es el objeto de ese goce. Esta es esquemáticamente la configuración de la
escena del pasaje al acto.
En la neurosis, el Pasaje al Acto tiene la particularidad de irse anunciando por indicios que
se tornan más y más evidentes tendiendo a abarcar toda la escena del Sujeto.
¿Cómo se dirige la cura frente al Pasaje al Acto?
1- Semblante del Otro Barrado: Se trata de romper, a través de la presencia del analista (en
tanto Otro barrado) con la instancia de Otro absoluto. Ofrecer el semblante del Otro barrado
es una primera operación básica. Hay una relación estrecha entre el sujeto identificado
totalmente al objeto-resto y el goce del otro que es necesario cortar. Señalando que allí
donde el Otro está totalizado el analista debe sostener su presencia barrada, dando lugar
para el analizante como sujeto.
2- Muchas veces el Pasaje al Acto es una vicisitud necesaria de la cura; el análisis no
podría dejar de pasar por allí y está en el arte del analista permitir un suficiente despliegue
de la escena en la transferencia. Este despliegue puede hacerse con la confianza de que si
la operación de mantenimiento de la transferencia funciona, si la operación del semblante
del Otro barrado en la transferencia funciona, si la operación clivaje del sujeto y del objeto
funciona, el analizante podrá atravesar el tiempo del pasaje al acto bajo transferencia sin
necesidad de concluir la escena con el pasaje al acto propiamente dicho. Es el acto del
analista el que tiene que cortar la escena y no dejar que sea la propia escena la que
conduzca al analizante a cortarla en la culminación del Pasaje al Acto.
3- Se trata de poner en continuidad la escena del análisis con la escena de la vida del
analizante,
4- Operación mantenimiento de la transferencia: No se puede dejar librado el sostén de la
transferencia solamente al analizante. Es el analista quien debe hacerse cargo (operación
mantenimiento de la transferencia)
5- El analista ofrece allí su mirada o su voz en tanto objeto a para clivar al sujeto del objeto
a en tanto desecho al cual está identificado. Son operaciones a nivel de lo REAL
PULSIONAL. En tanto estas operaciones no son sin palabra, ella también puede operar
como corte simbólico en relación al Goce del Otro. Ocurre que muchas veces esta función
de la palabra está en suspenso, o es demasiado endeble frente a la intensidad del goce en
juego en la configuración progresiva de la escena del pasaje al acto. En la medida en que
esta eficacia se recupera y el sujeto logra hablar del fantasma del pasaje al acto, el propio
hablar constituye una operación de corte. Si las cosas van bien, el deseo del sujeto
comienza a tener una presencia en el texto de la cura. Esta presencia del deseo es una
barrera esencial frente al goce y por lo tanto un acotamiento estructural del pasaje al acto.

5) ESTUDIOS SOBRE LA PSICOSIS: QUÉ LUGAR PARA EL ANALISTA - SOLER

6) FRONTERAS, BORDES Y LIMITES - Ulanosky, en LERNER Y STERNBACH


ULANOSKY: FRONTERAS, BORDES, LIMITES
A estas patologías se las denomina “fronterizos, Borders, Limites” Aludiendo a su
organización psíquica y a las fronteras de la analizabilidad con la que nos topamos. Son
sujetos que acarrean un enorme sufrimiento por sentirse inconsistentes, con poco valor, con
dudas acerca de su propia existencia e identidad. Desde su infancia han sido privados de
un espejo, de una mirada y de un discurso que les devolviera una imagen cohesiva y
deseada de sí mismos con la cual identificarse, reconocerse y quererse. Se han visto en la
necesidad de sobrevivir y por esto han convocado a sus objetos, entre ellos el analista,
anhelando hallar una prótesis de sí mismos, incondicionalidad, sostén y un aparato para
pensarse. La sensación de vacío, las depresiones, los desbordes afectivos, las impulsiones,
la intolerancia, no los definen sino que están enraizados en las fallas primarias de su
constitución psíquica. La dependencia a un objeto es vivida por ellos como una herida
contra su integridad narcisista. Muchas veces desertan del análisis porque prefieren
abandonar antes que sentirse abandonados. La estancia y desarrollo de cada sesión del
proceso terapéutico transcurren en una estable inestabilidad.
Son seres que sufren de excesos, tanto del orden interno pulsional como del afuera, de la
realidad exterior. La manera que encuentran de tramitarlos es por medio de descargas, en
el cuerpo (amenazas o intentos de suicidios, conductas autolesivas: cortarse, rasguñarse,
quemarse, golpearse) como actuaciones en el afuera y con los otros. Los fines de estas
impulsiones pueden ser diversos: aliviar estados afectivos que resultan intolerables,
castigarse, expresar enojo o rabia, sentir dolor. Las impulsiones y la descarga inmediata
sustituyen el poder de decisión. Pueden pasar de un estado de indiscriminación y
omnipotencia a sentirse como un chico sorprendido con temor a ser abandonados.
El paciente Borderline vive el objeto en función de la satisfacción de sus necesidades. No
alcanzan la constancia objetal es decir la carga de representante psíquico constante de
objeto independiente del estado de necesidad. Un rasgo que presentan es la manipulación
del otro para así intentar dominarlo y que el objeto haga lo que ellos necesitan. En la
transferencia esta modalidad se repite con diversas técnicas: victimismo, conductas
psicopatitas, seducción. Cuando no lo logran pueden aparecer reacciones agresivas.
Hay madres que están presentes en cuerpo pero ausentes en alma, se conectan
formalmente con sus hijos colmando sus necesidades básicas, hambre, sueño, vestimenta,
pero sin deseo ni investimento libidinal por ese hijo, o están muy preocupadas y ocupadas
en satisfacer sus propias necesidades Narcisísticas, no tienen mirada más que para sí
mismas y sus hijos pueden ser vividos como potenciales competidores a quienes neutralizar
o marginar. Es en estos casos que la comunicación primaria, preverbal; la proyección de
deseo y de contacto corpóreo sensorial, la devolución de una mirada que confirme su
existencia y su valor y el discurso identificatorio de base necesario para que el niño vaya
conformando su identidad falla o está ausente. Lo cual incidirá y afectara en la organización
psíquica del niño, en sus sentimientos de existencia, de identidad y de estima de sí. Este
proceso se va a articular con la manera particular en que se incluye el tercero. La presencia
- ausencia real del padre y en el cumplimiento de su función, el deseo de la madre hacia el
padre, la autorización o la idealización y desvalorización de su palabra, la autoridad o
autoritarismo en la implementación de la ley.
La intolerancia a estar solos convoca al afán de aferrarse a la voz o a la presencia física del
otro, cuando esto no es posible suelen suplantarlo por la droga, el alcohol, el sexo, el
alimento en una atracón. En el lapso en el cual transcurre la separación reproducen
actuaciones de tipo de promiscuidad sexual, droga, Bolivia, forma de vengarse del objeto
que siente que los abandona. En la medida que no hay una discriminación con el objeto, no
toman conciencia del daño que se auto infligen.
El paciente Borderline siente que está amenazado en su existencia psíquica. Cuando hay
perturbaciones en la organización yoica la angustia no puede ser procesada como señal si
no que se vive como amenaza de aniquilación y es poco canalizada por la simbolización.
Aunque anhelan experimentar emociones genuinas no pueden ser toleradas. De ahí la
inestabilidad y labilidad de sus relaciones. Hay una insatisfacción permanente una
frustración constante, los objetos son inalcanzables o cuando se alcanzan pierden su valor
inmediatamente. La tendencia a evitar el displacer se hace más fuerte que la búsqueda de
placer, deben luchar contra la impotencia el desamparo y la frustración.
Son sujetos cuyos valores y opiniones pueden mimetizarse con los que lo rodean .las
intervenciones del terapeuta pueden ser vividas como ordenes, la formulación de las
mismas deben ser cuidadas, atendiendo de no aseverar ya que estos pacientes son
proclives a dar un carácter de certeza al discurso del otro. Al instalarse rápidamente la
transferencia se activan prematuramente relaciones objétales conflictivas y ambivalentes,
aparece una proyección masiva y caótica que muestra una alternancia entre la idealización
y la devaluación. No escapa a esta descripción la posible aparición de una transferencia
erótica con características perverso polimorfa con características infantiles. Estos pacientes
pueden despertar en el terapeuta sentimientos contratransferenciales de enojo impotencia,
frustración y hasta sentimientos hostiles, así como sentimientos de rescate y salvación que
pueden provocar la sobre involucración del analista y la ruptura del encuadre
psicoterapéutico, el análisis de la contratransferencia es un elemento de gran importancia y
se torna vital para prevenir el acting out del terapeuta. Las interpretaciones no van dirigidas
únicamente a los contenidos reprimidos del ello, sino directamente al yo y a un superyó que
esta a sus anchas frente a un yo tan débil. Nuestro trabajo es crear representaciones con
las cuales el yo vaya lentamente adquiriendo consistencia y pueda identificarse. A construir
una historia para ese yo en forma conjunta. Pese a presentar síntomas neuróticos las
defensas que utilizan son más primarias. La escisión es el mecanismo de defensa principal.
La idealización es otro mecanismo defensivo, la tendencia a ver los objetos totalmente
buenos para protegerse de los malos, sin embargo no hay real estima del objeto sino
necesidad de su protección. La fusión con un objeto ideal desvanece los limites yoicos,
como ocurre en la transferencia, dando lugar a transferencias masivas y exigentes.
Lo que sostiene en principio el tratamiento de estos pacientes es la presencia del terapeuta-
objeto como forma de crear una nueva modalidad vincular

Unidad 6
1) ANALISIS TERMINABLE E INTERMINABLE - FREUD
La terapia psicoanalítica es un largo trabajo, por eso desde el comienzo se hicieron intentos
de abreviar la duración del análisis:
Otto Rank suponía que el acto de nacimiento era la genuina fuente de la neurosis y que
mediante el tratamiento analítico de ese trauma primordial eliminaría las neurosis
integralmente en pocos meses.
Freud hace algunas advertencias con respecto a la fijación de un plazo:
- Es eficaz sólo bajo la premisa de que se adopte en el momento justo
- No puede dar garantía de una tramitación completa de la tarea
- No se puede extender el plazo una vez que se lo fijó, de lo contrario el paciente no daría
crédito a la continuación
¿Cuándo se considera terminado un análisis?
A) El análisis se ha terminado cuando el analista y el paciente ya no se encuentran en la
sesión de análisis y esto ocurrirá cuando estén cumplidas dos condiciones:
1- Que el paciente ya no padezca a causa de sus síntomas y haya superado sus angustias
e inhibiciones
2- Que el analista haya hecho conciente lo reprimido, esclarecido lo incomprensible y
eliminado las resistencias
B) El otro significado que se le puede dar al “término” del análisis supone que la influencia
sobre el paciente haya sido tal que no sea esperable ninguna alteración ulterior,
alcanzándose un nivel de normalidad psíquica absoluta y contar con la capacidad de
mantenerse estable.
Para entender los alcances de este segundo significado, es necesario tener en cuenta que
la etiología de todas las perturbaciones es mixta: o se trata de mociones pulsionales
hiperintensas que el Yo no puede dominar, o del efecto de unos traumas tempranos. Sólo
en el caso con predominio traumático se puede hablar de un análisis terminado
definitivamente (se sustituye la decisión deficiente que viene de la edad temprana por una
tramitación correcta).
¿Cuáles son los factores decisivos para el éxito o fracaso del tratamiento psicoanalítico?
La prolongación de la duración del análisis hasta lo inconcluible se debe a:
1) Intensidad constitutiva de las pulsiones
2) Alteración perjudicial del Yo (adquirida en la lucha defensiva).
3) Influencia de los traumas (factor accidental): por el refuerzo del yo del paciente, se
logra sustituir por una solución correcta la inadecuada hecha en la primera época de la vida.
Se puede hablar de un análisis terminado.
El primer factor y el segundo son los factores perjudiciales para la eficacia de un análisis y
pueden hacer su duración interminable.

1) Intensidad constitucional de las pulsiones: mediante la terapia analítica, ¿es posible


tramitar de manera duradera y definitiva un conflicto pulsional en el Yo? La “tramitación”
duradera de la exigencia pulsional se refiere al dominio/ domesticación/domeñar de la
pulsión, es decir:
- Que la pulsión sea admitida en su totalidad dentro de la armonía del Yo.
- Asequible a toda clase de influjos por otras aspiraciones que hay en el interior del Yo.
- Ya no sigue su camino propio hacia la satisfacción.
La posibilidad de tramitar de manera duradera y definitiva un conflicto de la Pulsión con el
Yo, dependerá de la intensidad pulsional.
Para comprender el conflicto pulsional se deberá tener en cuenta la relación entre robustez
de la Pulsión y robustez del Yo. Se puede pensar que cualquier solución de un conflicto
pulsional solo resulta buena para una particular intensidad o quantum pulsional, es decir de
una cierta relación entre fuerza pulsional y fuerza del yo. Si ésta última se rebaja emergerán
nuevamente todas las pulsiones que fueron dominadas.
El análisis hace que el Yo maduro y fortalecido emprenda una revisión de las antiguas
Represiones. Esta sería la operación genuina de la terapia analítica.
Para explicar su inconsistencia, Freud argumenta que no se ha alcanzado en toda su
extensión, el propósito de sustituir las Represiones por unos dominios confiables y acordes
al Yo (egosintónicos). La transmudación sólo se consigue parcialmente y sectores del
mecanismo antiguo permanecen intocados/inalterados por el trabajo analítico (de ahí se
derivan los resultados variables de la terapeutica analítica).
El hecho de que el análisis asegure el gobierno sobre lo pulsional es posible solo en
teoría. En la práctica, el factor cuantitativo de la intensidad pulsional pone un límite a
la tarea analítica. No siempre se logra asegurar las bases sobre las que se asienta el
control de una pulsión; la causa se descubre en el pasado donde el factor cuantitativo de la
pulsión se oponía a los esfuerzos defensivos del yo; y ahora este mismo factor pone límite a
la eficacia de la tarea analítica; el yo maduro cuando la fuerza es excesiva fracasa en su
tarea como antes lo había hecho. Es de esto de lo que depende el resultado.
Durante el tratamiento de un conflicto pulsional, ¿uno puede proteger al paciente de
conflictos futuros?
No. Si un conflicto pulsional no es actual (no esta activo) es imposible influir sobre él
mediante el análisis.
El Psicoanálisis busca agudizar un conflicto actual y llevarlo a su máximo desarrollo
para elevar la fuerza pulsional que habrá de solucionarlo. Un tratamiento profiláctico
supondría convocar un padecer nuevo, crear un conflicto fresco no haría más que prolongar
y dificultar el trabajo analítico. En estados de crisis el análisis es casi inutilizable.
El despertar tales conflictos en la respuesta del analizado hablando de ellos y
familiarizándolo con su posibilidad no trae el resultado esperado. Uno aumenta el saber del
paciente sin alterar nada en él. Además los pacientes no pueden llevar por si mismos todos
sus conflictos a la transferencia, ni el psicoanalista puede incitar todos sus posibles
conflictos pulsionales a partir de la situación transferencial.

2) Alteración perjudicial del Yo: la situación analítica consiste en que nos aliamos con el
yo de la persona sometida al tratamiento, con el fin de dominar partes de su ello que se
hallan incontroladas (es decir, incluirlas en la síntesis del yo), para hacer tal pacto dicho yo
tiene que ser normal (excluye Psicosis). ¿Las modalidades y los grados de alteración del Yo
son originarios o adquiridos? Si se los ha adquirido fue en el curso de las primeras etapas
de la vida: Desde el comienzo el Yo debe cumplir con su tarea de mediar entre su Ello y el
mundo exterior al servicio del Principio de Placer, y proteger al Ello de los peligros del
mundo exterior. También el yo aprende a adoptar una actitud defensiva hacia su propio ello
y a tratar las demandas pulsionales como peligros externos (su satisf. llevaría a conflictos
con el mundo exterior). Durante esta lucha, el Yo se vale de distintos procedimientos para
realizar su tarea (evitar el peligro, angustia y displacer) que se denominan “Mecanismos de
Defensa”.
Los Mecanismos de Defensa sirven al propósito de apartar peligros. Durante el desarrollo el
Yo no puede renunciar completamente a ellos, pero también estos pueden convertirse en
peligros. Pueden suponer un gasto energético considerable para la economía psíquica y
restricciones al yo. Cada persona emplea cierta selección de ellos, pero estos se fijan en el
interior del Yo, devienen unos modos regulares de reacción de carácter, que durante toda
la vida se repiten tan pronto como retorna una situación parecida a la originaria. El yo del
adulto reacciona de igual manera que antaño, defendiéndose de peligros que ya no existen
en la realidad.
¿Cómo influyen estas alteraciones del yo sobre los empeños terapéuticos?
El analizado repite tales modos de reacción aún durante el trabajo analítico, solo por este
camino se los puede conocer. Los Mecanismos de Defensa, icc retornan en la cura
como Resistencias al reestablecimiento. Estas resistencias pertenecientes al yo son icc,
y se hallan aisladas dentro de él. La cura es tratada por el Yo como un peligro nuevo, en la
cura el yo se aferra a sus antiguas. Los Mecanismos de Defensa son Resistencias no sólo
contra el hacer conciente el contenido del Ello, sino también contra el análisis en general. Al
efecto producido en el Yo por las defensas se lo designa Alteración del Yo.
Durante el tratamiento el trabajo terapéutico oscila como un péndulo entre un
fragmento de análisis del ello y otro del análisis del yo; se necesita hacer consciente
algo del ello y también colegir algo del yo. Esto es necesario, porque durante el trabajo
sobre las resistencias, el yo abandona el acuerdo sobre el que se basa la situación
analítica, cesa de apoyar los esfuerzos para descubrir el ello, desobedece la regla
fundamental y no permite que emerja nada de lo reprimido. El resultado del tto depende de
la fuerza y de la profundidad de esas resistencias, que dan lugar a una alteración del yo (de
nuevo el factor cuantitativo), el análisis solo puede disponer de cantidades de energía
definidad y limitadas que hay de medirse con las fuerzas hostiles.
Agrega también que no se puede rechazar la existencia de alteraciones del yo que son
originarias, congénitas. Se han hallado Resistencias que parecen depender de
constelaciones fundamentales dentro del aparato psíquico.
-Personas que tienen una particular viscosidad/adhesividad de la libido, es decir, no pueden
desasirse de investiduras libidinales de un objeto y desplazarla a otro objeto nuevo
- Uno puede toparse también con el caso contrario. La libido aparece dotada de una
especial movilidad. Entra con rapidez en las investiduras nuevas, propuestas por el análisis,
y resigna a cambio las anteriores. Los resultados en este grupo son muy lábiles.
- Agotamiento de la plasticidad, de la capacidad para variar y para seguir desarrollándose.
- La Reacción Terapéutica Negativa (RTN), fenómenos del masoquismo y la Cc de
Culpa ponen en evidencia la presencia, en la vida anímica, de la pulsión de agresión, de
destrucción, de muerte, que es una parte constitucional del aparato anímico. En estos caso,
durante el trabajo analítico se tiene la impresión de una fuerza que se defiende por todos los
medios de la curación y se aferra a la enfermedad y al sufrimiento. Parte de esta fuerza es
reconocida como sentimiento de culpa y necesidad de castigo, localizada en la relación del
yo con el SYO.
Ferenzi consideraba que el análisis no es un proceso sin término, sino que puede ser
llevado a un cierre natural, si el analista tiene la paciencia y pericia debida. Sostenía que era
decisivo para el éxito, que el analista haya aprendido bastante de sus propios errores y
cobrado imperio sobre los puntos débiles de su personalidad.
Para Freud, no sólo la complejidad yoica, sino también las peculiaridades del analista
influyen sobre la cura analítica y la dificultan tal como lo hacen las Resistencias.
Para Freud, la terminación de un análisis es un asunto práctico: el análisis debe
crear las condiciones psíquicas más favorables para las funciones del Yo. Con ello
quedaría tramitada la tarea.
En todo análisis hay dos temas que se destacan y dan guerra al analista. Los dos
temas están ligados a la diferencia entre los sexos:
- La envidia del pene en la mujer
- La revuelta contra la actitud pasiva o femenina en el hombre (protesta masculina, es
decir Angustia de Castración)
En el varón, la masculinidad aparece desde el comienzo mismo y es acorde con el Yo; la
actitud pasiva, puesto que presupone la castración, es enérgicamente reprimida.
También en la mujer el querer alcanzar la masculinidad es acorde con el Yo en cierta
época, a saber, en la fase fálica (antes del desarrollo hacia la feminidad). Luego del
insaciable deseo del pene, devendrán el deseo del hijo varón, portador del pene.
Hallaremos que el deseo de masculinidad se ha conservado en lo Inconsciente y despliega
desde la represión sus efectos perturbadores.
Ferenzi planteaba que sólo un análisis era exitoso si se lograba dominar esos dos
complejos. Freud, en cambio, sostenía que es difícil decir si se ha logrado dominar estos
factores y cuando se lo ha logrado. El analista debe consolarse con la seguridad de haber
ofrecido al analizado toda la incitación posible para reexaminar y rever su actitud frente al
complejo. Deseo del pene y protesta masculina, llegada a la roca de base y término de
la actividad analítica.
2) CONSIDERACIONES SOBRE EL FINAL DE ANALISIS - KORMAN
La operación analítica produce la metamorfosis de la neurosis inicial que conduce a la
neurosis de salida: al “Temple Analítico”. Korman propone este nombre para caracterizar
a la neurosis de fin de análisis.
La expresión “Neurosis al Temple Analítico” propone nominar un estado peculiar de la
psiquis que surge como producto de una tarea psicoanalítica efectiva.
El fin de análisis sigue siendo una neurosis, aunque ahora analizada. Neuróticos no
dejamos ser nunca.
Korman elige una serie de ítems para dar cuenta de lo que acontece en el período
medio del análisis y que permite vislumbrar las transformaciones subjetivas que van
aconteciendo, y que hacen posible la neurosis de salida. Ellos son:
1) Síntomas: Suelen ser los determinantes iniciales de la demanda inicial y, aunque se
trabaje sobre ellos hasta en las últimas sesiones, en los períodos finales del análisis al
analizante se le impone la tarea de hacer algo con los síntomas que persisten. El humor y
la ironía suelen ser de ayuda para esto. No es poca cosa que el analizante se descubra
viviendo mejor al haber cambiado unos síntomas insufribles por otros más tolerables.
2) Fantasma: Lo que genera una modificación psíquica en el analizante no sólo es el
conocimiento del argumento básico del fantasma, a ello se debe agregar un cambio en la
posición subjetiva en el fantasma, un mayor libre juego en la escena fantasmática. Uno de
los efectos del análisis sería un relajamiento de la fijeza del fantasma. El analizante puede
dejar de estar capturado, sometido y obligado a actuar por el fantasma, siempre de la
misma manera.
3) El trabajo en torno a las identificaciones: Los efectos del análisis sobre la trama
identificatoria consiste en una reorganización de la misma como producto del
desprendimiento de los aspectos alienantes de algunas identificaciones y de haber logrado
establecer nuevas relaciones intrapsíquicas con los rasgos y detalles de los objetos hechos
propios.
No hay renacimiento del sujeto, sino una recomposición del mosaico identificatorio.
Korman se refiere a la clínica de las identificaciones sintetizando la tarea sobre la misma por
medio de un neologismo: “Siniestrar”. Siniestrar es hacer que lo propio comience a devenir
extraño.
Las identificaciones narcisísticas se caracterizan por la soldadura del Yo al objeto de
identificación. La operación analítica hace posible la separación de este objeto incorporado
con el que se sostenía ese vínculo narcisista. Esta labor suele tener efectos desalienantes,
se va creando un espacio para nuevas ópticas, se va armando otro andamiaje simbólico
que da al sujeto una consistencia distinta. Se elabora, se escribe una historia con
elementos que recién ahora empiezan a surgir.
4) El Ideal de Yo y el tener proyectos: Aproximándose al fin de análisis parte de la
energía robada por la neurosis de transferencia comienza a estar más disponible para
empresas y proyectos personales. Se está elaborando silenciosamente el duelo del fin de
análisis. Lo esencial de todo trabajo de duelo (el retiro de catexias para dedicarlas a otros
objetos) ya está en marcha.
5) Transformación de las instancias narcisistas en el registro de la castración: La
idealización es un proceso subjetivo que produce una sobrevaloración del objeto. Sostiene
a otro omnipotente, todopoderoso, no castrado. Reconocer al Otro sería aceptar la propia
castración, sería dejar de buscar culpables externos. No se trata de una abolición de los
ideales, sino de un pasaje de ellos por el registro de la castración. Estos movimientos
implican duelos importantes, ídolos caídos, incluido el analista.
Dos aspectos polares marcan el pasaje del narcisismo por la castración simbólica, son: el
humor (reírse de uno mismo y de los demás, dejar que los demás se rían de uno mismo) y
la muerte (el tener conciencia de la muerte nos aporta una nueva visión de la vida, la
modifica, la amplía).
6) Sublimación: En los períodos de terminación del tratamiento se produce un aumento de
la capacidad de sublimar.
7) Superyó: Las relaciones imaginarias del Superyó (esas figuras severas, persecutorias y
cargadas de autoridad) van adquiriendo rostros más benévolos, más permisivos. Se abre
la posibilidad de actuar sin tanta necesidad de aprobación ajena. La culpa cede y puede ser
reemplazada por la responsabilización de los actos.
8) Relación con el tiempo: El pasado resignificado se aligera y pierde su carácter de
pesada carga. Puede entonces pasar de la Represión al olvido. Simultáneamente la
dimensión del futuro queda abierta. Se percibe la diferencia entre luchas contra el tiempo y
dejarse llevar por él, acompañándolo. Se rompe en parte el querer dominarlo. Suele haber
una mejor relación del sujeto con la soledad.

En el pasaje de la Neurosis de Transferencia a la fase de finalización, se da una


disminución en el analizante de su necesidad de venir y hacerse escuchar en sesión,
cosa que va asociada al reconocimiento de la falta en el propio analista. Se produce lo
que Korman denomina “Centrifugaciones de la Transferencia”, el círculo de interés y de
investimentos libidinales del analizante se ha ido alejando del analista. Esta modificación
cuanti y cualitativa de la Transferencia es un elemento fundamental para la confirmación del
Temple Analítico.

Definición de Temple analítico: nombre que da a la neurosis de fin de análisis. Los efectos
del psicoanálisis en un sujeto puede expresarse sintéticamente como el movimiento que
transforma la neurosis inicial (con la que vino el analizante) en “Neurosis al Temple
Analítico”. Con esta expresión pretende nominar un estado peculiar de la psique, que surge
como producto de una tarea psicoanalítica efectiva, exitosa. Expresión que intenta reflejar la
configuración de la subjetividad y de la dinámica psíquica en los finales de análisis, que se
espera que pueda conservarse de manera duradera aunque contempla la idea de una
oscilación, de variación, de sufrir modulaciones (caracteres también válidos para las
adquisiciones del proceso analítico). Esta expresión tiene la ventaja de subrayar que el
producto del fin de análisis sigue siendo una neurosis, aunque sea una neurosis analizada.
Supone remarcar que de la escisión que nos hace sujetos no es posible curarnos, sino que
al contrario, después del análisis se la percibe más claramente.
La idea de Metamorfosis de la Neurosis implica que lo terapéutico, es decir la
modificación favorable de los sufrimientos ligados a los síntomas, es consecutiva a la
transformación global de la dinámica psíquica del analizante. Por el largo rodeo de la
conmoción del sujeto es que lo terapéutico se alcanza.

Elementos del temple Analítico:


- Relación del sujeto con la asociación libre: Ante la emergencia de un material que
retorna de lo reprimido, el analizante puede reconocerlo como algo propio y establecer otro
tipo de vínculo con lo icc (a esta mayor porosidad para la emergencia de lo icc se le puede
responder quiza mediante procedimientos psíquicos que no impliquen necesariamente la
represión).
- Capacidad para la acción: Actitud más resuelta en actuar, se produce el
desvanecimiento de la duda, las vacilaciones e inhibiciones. Hay mayor capacidad de
decisión. El saber un poco más sobre el propio deseo amplía la aptitud para el acto…
- Talento para vivir: Capacidad para precisar las actitudes, personas o cosas acordes al
talento; y saber luchar para conseguirlas sorteando los obstáculos propios y ajenos en la
obtención. Es distinto para cada sujeto.
- Me duele la vida/ me gusta la vida: El dolor de vivir se hace más soportable. El
sufrimiento no desaparece pero es más tolerable, se puede maniobrar mejor con él. Hacer
algo creativo, productivo con el sufrimiento.
1) REPETIDO. LOS TRATAMIENTOS ANALÍTICOS EN LAS INSTITUCIONES (en
PSICOANALISIS Y SALUD MENTAL) - GALENDE
Galende, el psicoanálisis y la salud mental
Propone problematizar. Recuperar en toda su amplitud el conjunto de factores que
determinan los modos en que se plantean los problemas de la Salud Mental, la manera de
comprenderlo y las respuestas políticas que se efectúan. Se trata de potenciar el análisis
para mejorar las respuestas prácticas.
Los problemas de Salud Mental son cualitativos, es decir, tienen que ver con la calidad
de la vida. Son las relaciones humanas concretas que genera la sociedad industrializada
las responsables del crecimiento de poblaciones con mayor riesgo de fracasar o enfermar.
La idea que sustentó la Psiquiatría, de considerar a los trastornos psicológicos como a las
demás enfermedades que trata el médico fue mostrando su insuficiencia, su incapacidad de
dar respuesta a los nuevos problemas.
Es necesaria una revaloración de lo subjetivo para esta vuelta a la preocupación y al interés
por los sujetos reales y actuales, el psicoanálisis ha cobrado importancia. Pero no hay que
olvidar que la respuesta psiquiátrica al malestar cultural no puede suplirse con una
respuesta psicoanalítica igualmente reductora e ilusoria.
RESPUESTA PSIQUIATRICA RESPUESTA PSICOANALITICA

Tiende a la exclusión, segregación y No avala la exclusión y custodia de los


encierro del loco y su custodia en los enfermos, siempre sostuvo una práctica
manicomios. de respeto por la palabra del enfermo y
una ética de la verdad y el deseo

Establece una relación de asistencia No establece una relación de asistencia

Busca lo patológico en el signo biológico Centra la cuestión de la producción de lo


para lo cual necesita excluir al sujeto patológico en el seno mismo de la
estructura de producción subjetiva
Responde a la demanda. Presenta una No responde a la demanda sino que lo
relación asimétrica de poder. El poder está interroga
en posición del psiquiatra (sujeto de la
enunciación que tiene la palabra), el sujeto
es hablado por el saber
psiquiátrico (sujeto del enunciado)

Coloca al individuo en el lugar de objeto Su intervención es singularizante, tiende


natural por su condición de enfermo. El a resituar en el sujeto su relación con lo
sujeto ya no es más objeto de esta colectivo
medicina, es solo terreno, hábitat en el
que la enfermedad evoluciona

Presenta modelos clasificatorios y Se caracteriza por su capacidad de


objetivantes. Nombra por sus diagnósticos problematizar la realidad sobre lo que
y hace entrar al enfermo en sus categorías. piensa, mostrar su complejidad,
Generaliza tensiones, fuerzas y los caminos de
resolución de sus conflictos

Intervenciones del Psicoanálisis:


Hay 3 posibles:
1) Prácticas de tratamiento analítico en las Instituciones
2) Prácticas centradas en el análisis de la Institución
3) Intervención en prevención y promoción

Abordar cuestiones relativas al tratamiento analítico en una institución es preguntarse por la


transferencia. Lo que agrega la Institución a estos tratamientos es justamente la
presencia de la Institución en la Transferencia.
- Esta transferencia es previa a la transferencia analítica propiamente dicha y suele
permanecer como un obstáculo, telón de fono de todo tratamiento en la Institución.
- Está configurada por la relación regresiva que el paciente mantiene con la Institución
médico-asistencial, y suele expresarse tanto como formas de sometimiento, como de
exigencias despóticas de cuidados y atenciones.
- Está infiltrada por la compulsión repetitiva, buscando repetir el vínculo simbiótico materno
sostenido en el Yo Ideal.
El psicoanalista no está exento de su propia identificación con la Institución. Es
frecuente que los analistas depositen en la Institución sus propias demandas regresivas de
protección, seguridad y cuidados.
Si la Institución sirve al analista para protegerse de la transferencia del paciente y al mismo
tiempo, sirve al paciente como resistencia para el análisis, entonces logra impedir el
análisis. Aquí es preciso que se interrogue sobre la demanda de Institución.
La propuesta de GALLENDE:
Desde la admisión misma del paciente se debe generar un espacio analítico en el que la
demanda pueda ser escuchada con el mínimo de interferencia institucional. El modelo de
intervención analítico no tiene por qué ser distinto al que se realiza en la práctica privada.
El Psicoanálisis se diferencia de las Psicoterapias en:

PSICOTERAPIAS PSICOANALISIS

Son más fenomenológicas en la Se propone una disección? de las


captación del síntoma estructuras productoras de conflicto

Parten de y tienden a la unidad del Su sujeto es estructuralmente escindido


sujeto

Se proponen la resolución del síntoma, Devela la relación entre síntoma y verdad


en lo cual basan su eficacia histórica del sujeto. La disolución del
síntoma sobreviene por añadidura, por
develamiento de esa unidad

Responden a la demanda del paciente Interroga la demanda sin satisfacerla

Autorizan en el terapeuta la utilización Se rige por el principio de abstinencia


de su propia persona para lograr la
cura

Utilizan un saber y una experiencia que Se evita toda intención pedagógica


hacen de su acción una pedagogía
subyacente

2) NOVELA CLINICA PSICOANALITICA - ULLOA

El enriquecimiento conceptual y metodológico que va adquiriendo un psicoanalista, decidido


a sostener su quehacer en la numerosidad social, con frecuencia lo llevará a considerar el
campo de la pobreza como ámbito de su acción clínica, dado que es en el escándalo de la
marginalización y sus miserias donde el sujeto parece en situación de máxima emergencia.
Un psicoanalista que pretenda trabajar en sectores sociales empobrecidos habrá de operar
sobre el tríptico: SM –ÉTICA-DERECHOS HUMANOS, como ruedas, engranajes del
abordaje clínico.
No me estoy refiriendo a un Psicoanálisis de la pobreza, sino al Psicoanálisis en la
pobreza.
El Psicoanálisis concebido como una disciplina, en la teoría y práctica se cierran sobre sí
mismas, puede impulsar un proceso de mortificación que promueve formas rituales
propias del “iawismo”.
Un psicoanalista que se proponga no retroceder frente a las condiciones del sujeto en
emergencia, deberá presentar un equipamiento conceptual y metodológico nada pobre,
capaz de representar alguna oportunidad para revertir la agonía del sujeto coartado.
Hace un tiempo, en un reportaje acerca de una estadística de una notoria merma de las
relaciones sexuales en la población general, introduje la noción de “mortificación”. Me
refería con ella a una verdadera producción cultural, que cada vez parece involucrar a
sectores sociales más amplios. La idea central consideraba que, entonces, debía existir
alguna razón específica, con valor de factor epidemiológico, para esta situación. A esta
supuesta razón la denomine “cultura de la mortificación”.
En esas condiciones, en que están muy mermadas las posibilidades de conseguir algún
beneficio clínico para quien demanda, solemos experimentar un particular empeño por
aliviar el sufrimiento. La experiencia muestra lo importante que resulta para ese propósito
nombrar, con sentido diagnóstico no el afecto angustia destacado sino un matiz más preciso
de ese sufrimiento. La CCIA compartida de un sufrimiento reconocido abre la posibilidad de
reducir los efectos de la angustia tóxica sobre el vegetativo corporal de quien demanda
ayuda. Algo semejante parece hacer ocurrido cuando introduje la frase “cultura de la
mortificación”. Debo haber nombrado, sin proponérmelo, un matiz del sufrimiento social
contemporáneo, en donde advirtieron una salida, aunque simplemente sea la de hacer
inteligencia compartida sobre esa realidad.
Entendiendo por mortificación a la “falta de fuerza”, “apagado”, “sin viveza” al
cuerpo agobiado por la astenia cercano al viejo cuadro de la neurastenia, al mal
humor, al sentimiento de dolor enojado e impotente. La mortificación, a veces
aparece acompañada de diferentes grados de fatiga crónica, cansancio sostenido.
Este estado parece ser la actualización de las Neurosis actuales de Freud.
(hipocondría, Neurosis de angustia y neurastenia)
Una vez que ella se ha instalado, el sujeto, se encuentra coartado, al borde de la supresión
como individuo pensante. Existen algunos indicadores como ser: la desaparición de la
valentía, que da lugar a la resignación acordada, la merma de la inteligencia,
idiotismo, ausencia de alegría y resentimiento de la vida erótica. En estas
condiciones desaparece la autocrítica y en su lugar se instala una queja que nunca
asume la categoría de protesta.

Para una mayor aproximación a la mortificación constrastémosla con la “institución


de la ternura” (relación con el bebé al nacer). A la ternura se la identifica ,en general,
con la debilidad y se la refiere tanto a la invalidez infantil como a los aspectos débiles
del amor. La ternura será abrigo, alimento, buen trato.
De “buen trato” proviene “tratamiento” en el sentido de cura y esto por contraste nos
eleva a entender más la mortificación cuando nos enfrentamos con una de sus formas
terminales que es el manicomio, que es el paradigma del maltrato.
Lo que se configura como un proceso cultural en la manicomialización es que la locura
promueve reacciones de maltrato y el maltrato incrementa el sufrimiento de la locura,
incluso la psicosis.
Por las dificultades diagnósticas, a menudo el sujeto queda encuadrado en una
nosografía estándar, etiquetado, anulando así, la singularidad clínica de ese sujeto.
En esta estandarización que anula al sujeto puede fácilmente deslizarse el maltrato.
Es en este sentido que la mortificación, bajo su aspecto manicomial terminal es el
paradigma opuesto a la ternura.
No siempre es sencillo vaciar un manicomio, pero el objetivo perentorio es romper la
anestesiada ideología manicomial.
La constitución de toda cultura institucional supone cierta violentación legítimamente
acordada, que permita establecer las normas indispensables para el funcionamiento de las
actividades de esa institución.
Cuando esta violentación se hace arbitraria en grados y orígenes diferentes, se configura el
síndrome de violentación institucional (SVI). Las personas que conviven con esta
violentación verán afectados la modalidad y el sentido de su trabajo, éste empieza por
perder funcionalidad vocacional a expensas de los automatismos sintomáticos. Se
configuran caracteropatías, en las que los síntomas cobran valor de normalidad.
El SVI está integrado por una constelación sintomática: en 1er lugar, una tendencia a la
fragmentación, en el entendimiento, cada uno parece refugiarse aisladamente en el nicho
de su quehacer. En esta comunidad de individuos cada vez más aislados de la realidad
contextual y con una enajenación paulatinamente mayor, reina el empobrecimiento propio
de la alienación. A estos 2 síntomas se le agrega un 3ro, que completa el síndrome, que
es el desadueñamiento del propio cuerpo, relacionado con al falta de especularidad
comunicacional y la merma de estímulos libidinales, efecto de la enajenación.
Ahora consideramos lo que denominó “encerrona trágica”, cuyo paradigma es la mesa de
torturas. Debe entenderse por encerrona trágica a toda situación donde alguien que lo
maltrata o que lo destrata. (torturado- torturado)
El afecto específico es lo SINIESTRO, que provoca dolor psíquico, en la que se
termina viviendo familiarmente aquello que por hostil y arbitrario es la negación de
toda condición familiar amiga. Es una situación sin salida, en tanto no se rompa el cerco
de los 2 lugares por el accionar de un tercero que habrá de representar lo justo.
Esta situación donde se vive cotidianamente con algo que ha perdido toda calidad amigable,
me ha inducido a reactualizar el antiguo concepto de Neurosis actuales, como figuras de
particular utilidad para entender la patología institucional. La cultura de la mortificación bien
podría ser denominada cultura de las neurosis actuales.

Mortificación: el paradigma se da en el manicomio. Imposibilidad de crítica queja que no


llega a ser protesta. La locura genera maltrato y el maltrato mayor sufrimiento en la locura.
Síndrome de violentación institucional: Toda institución necesita normas para funcionar,
un mínimo de violentación. Se relaciona con que las cosas son así inmodificables. El
profesional no se preocupa por su trabajo en el hospital, por las condiciones, menos se va a
preocupar por sus pacientes.
Encerrona trágica: toda situación donde alguien para vivir, trabajar o recuperar su salud
depende de otro que lo maltrata o lo destrata sin tener en cuenta su situación de invalidez.
3) PSICOANALISIS Y HOSPITAL - ZUBERMAN
Zuberman, psicoanálisis y hospital
La historia del Psicoanálisis con el Hospital es compleja. Aceptado a veces en el hospital
porque trae respuestas a aquello con que la medicina no puede, rechazado otras tantas
veces por interrogar al discurso médico.
Para los analistas surgen preguntas novedosas: ¿Qué hacer con aquellos pacientes que
consultan en el hospital y que no se presentan como síntomas neuróticos? Para
algunos la respuesta es fácil: inanalizables. Para otros, en cambio, es una oportunidad de
investigar qué demanda, qué busca. No se trata ya de discutir si hay o no Psicoanálisis en
el hospital, sino de discutir la práctica de los analistas que deciden sostenerla en ese
preciso lugar.

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