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CUARENTEÓRICOS 2020 de Clínica de Adultos I

UNIDAD I (a cargo de Gabriel Lombardi 2020)


Esta unidad apunta a presentar la clínica de nuestro tiempo, desde una perspectiva que
no es la observación exterior del psicólogo que se ubica por fuera del padecimiento
corporal y subjetivo, sino desde la perspectiva personal, interna, mayormente
inconsciente, de quien consulta. La objetividad de la posición de analista no se basa en
la evidencia externa, sino en la confianza dada a la palabra del paciente, y al desarrollo
de esta palabra, acaso nunca antes escuchada, a través de dos métodos sucesivos.
El primero es el método freudiano de la interpretación, donde se trata de abrir, por vía
asociativa, todo cuanto quiera y pueda decir, lo más libremente posible, el “paciente”.
Es para incentivar (y no para reemplazar) esa libertad asociativa, que el analista puede
permitirse ensayar, lo más libremente posible también, intervenciones; y especialmente
interpretaciones que no tengan el carácter de construcciones teóricas, ni la finalidad de
explicar, adoctrinar o alcanzar un objetivo predeterminado. Por el contrario, el analista
puede apelar al inconsciente para ensayar un decir parcial, a veces sorprendente, y en
general diferente de la explicación sabia y del sentido común. El método freudiano de la
interpretación implica que la intervención ha de jugar con el absurdo, con lo
incompleto, con lo paradójico, con el sinsentido, buscando una reacción asociativa más
amplia del paciente, que añada más ocurrencias por la vía de sus formaciones del
inconsciente, o una reacción crítica e incluso correctiva respecto de la intervención del
analista.
Esta libertad asociativa tanto del lado del paciente como del analista suele lleva a una
experiencia próxima a un verdadero diálogo entre dos sujetos del inconsciente, que no
se entienden pero de todos modos se escuchan, porque reaccionan al decir del otro de
diversos modos que vale la pena retener en su secuencia lo más precisamente posible.
Una objeción muy bien planteada el año pasado por una estudiante fue la siguiente: Si el
analista no interviene desde lo que sabe o desde aquello de lo que es consciente, ¿no se
puede hablar de “el inconsciente del analista” en el sentido de la irresponsabilidad de
quien no sabe lo que dice ni lo que hace, ni hacia dónde orienta la cura?
Esa pregunta lleva a la respuesta que resulta ser el método clínico, sobre el que Lacan
ha reflexionado durante toda su enseñanza, y que consiste en “poner al analista en el
banquillo”. En este segundo método el analista no es ya libre, por el contrario es
conminado a dar cuenta de cuáles fueron los efectos de sus intervenciones, de sus
buenas intervenciones y sobre todo, más importante aún, de las no tan buenas pero
eficaces, porque produjeron un efecto reactivo en el paciente. Esto lleva a reconocer
esos momentos (no ya no intersubjetivos sino transferenciales, como ser verá en la
unidad III) en que el paciente deja de ser tan paciente, y pasa a reaccionar con su
síntoma, y a hacer valer su padecimiento al modo de una revuelta. Padece su síntoma
pero también reacciona con él, plantea con él su descuerdo con el Otro en primer lugar,
y luego, a lo largo del análisis, muestra su incoherencia y su desacuerdo consigo mismo.
Ese desacuerdo que se va revelando es el núcleo estructural de su neurosis, desacuerdo
con sus pensamientos, con su cuerpo, con su identidad, con su pertenencia familiar o
social, con su proyecto de vida, con su pareja, con su deseo y con su analista.
Señalo a continuación algunos puntos de los textos que se encuentran en la bibliografía
de la Unidad I de téoricos, bajo la forma de preguntas o indicaciones.

S. Freud. Interpretación de los sueños, cap. 2: El método de la interpretación.


- ¿Cuáles son las características diferenciales de la interpretación en psicoanálisis
señaladas en ese capítulo?
- ¿Qué le parece decisivo de la nota agregada en 1914 (p.120 de Amorrortu)? ¿Cuál es
el intérprete último, el que en definitiva tiene la última palabra en la tarea del
desciframiento del sueño?
- ¿Cómo explica Freud el nexo entre la “solución” interpretativa del enigma del síntoma
y la “resolución” del síntoma?
- ¿Por qué Freud insiste en la importancia de lo fragmentario y del detalle en la
interpretación? (Se puede tomar aquí la oposición del análisis de discurso entre los
polos interpretativo y explicativo). Otras formas de preguntar sobre esto serían: ¿por
qué Freud privilegia el elemento significante fragmentario, que no entrega rápidamente
su significado? ¿Por qué comenzar por lo que no se comprende? ¿Por qué rechaza todo
libro de los sueños, todo saber prestablecido sobre el sentido de los sueños, que
facilitaría el trabajo de la interpretación?
- ¿De qué modo introduce en ese capítulo la regla fundamental del psicoanálisis?

J. Lacan. En “Más allá del principio de realidad”, la página subtitulada:


Revolución del método freudiano.
Lacan señala la “actitud de sumisión a lo real” en Freud, por este sesgo: reconocer en
primer lugar, en el testimonio del sujeto, que la mayor parte de los fenómenos psíquicos
se refieren a una función de relación social (el hombre es social por naturaleza, decía el
Griego). Freud considera al ser humano como ser social, al punto que para él dice
incluso cuando sueña o fantasea (¡tal vez esto resulte sensible en este tiempo de
aislamiento por el virus antisocial!). Esa actitud implica no dejar de lado lo que es
considerado ilusorio, imaginario por el psiquiatra o por el psicólogo en tanto
representantes del saber o del sentido común. Si se quiere reconocer una realidad propia
a las “reacciones” psíquicas, es necesario comenzar por no elegir entre ellas, y respetar
la sucesión de las asociaciones. Este paso metodológico supone también liberar el texto
inconsciente (significante) de las cadenas del relato preconsciente, que disimulan los
nexos o ataduras significantes que realmente importan en la estructuración subjetiva.
Esto implica dos leyes de la “experiencia analítica”, reunidas por Freud como regla
fundamental del psicoanálisis.
- Ley de no omisión: consiste en promover lo que no parece interesante, lo cotidiano, lo
ordinario, lo que va de suyo, y también lo que cuesta decir, lo que sería más fácil no
decir.
- Ley de no sistematización, que plantea la incoherencia como condición de la
experiencia, otorgando una presunción de significación a todo un campo de desechos de
la vida mental: escenarios del sueño, presentimientos, fantasías y ensoñaciones, delirios
confusos o lúcidos, y también fenómenos negativos tales como recuerdos difusos,
olvidos, lapsus del lenguaje, actos fallidos.

S. Freud, Consejos al médico sobre el manejo {Behandlung} analítico.


La pregunta fundamental de este texto es: ¿cuál es para el analista el correspondiente a
la regla analítica fundamental instituida para el paciente?
Es un texto muy rico, vale la pena estudiar en detalle qué respuestas ensaya Freud para
esa pregunta. Algunas de ellas son:
- Atención parejamente flotante, no hacer caso a sus injerencias conscientes inmediatas,
abandonarse a sus memorias inconscientes, escuchar y no hacer caso si, dominado por
sus prejuicios, se fija en algo del material asociativo del paciente (difícil de cumplir,
¿no?). No seleccionar apresuradamente, porque sería como quedarse con lo que uno ya
sabe, comenta. Debe también el psicoanalista obedecer a la regla psicoanalítica que
indica desconectar la crítica de lo inconsciente y de sus retoños.
- No obsesionarse con tomar notas de “todo”, no se puede.
- Escuchar lo que no se comprende, cuyo significado sólo a posteriori se discernirá.
- No intentar comprender ni cerrar el caso anticipadamente, dejar la investigación para
un momento posterior, propiamente clínico.
- No especular ni cavilar mientras analiza, pensar sólo después de concluida la sesión,
o el análisis. El analista es al menos dos, comentará Lacan al respecto: el que mientras
escucha no piensa, y el clínico-investigador que luego intenta reconstruir lo que ocurrió
en la sesión o en un tramo del proceso analítico.
- Intervenir sin censura: El analista “(…)debe volver hacia el inconsciente emisor del
enfermo su propio inconsciente como órgano receptor”. El inconsciente del analista
como instrumento de análisis. La interpretación es entonces tentativa, a ser evaluada en
función de los efectos que produzca en el analizante (asociativos, transferenciales,
actuación).
- No dictar deberes al analizado ni orientar demasiado su tarea analítica (por ej.
recordar tal período de la infancia o qué soñó cada noche). Lo cual no quiere decir que
el analista no pueda hacerlo cuando le parezca oportuno.

Lacan. La dirección de la cura y los principios de su poder, capítulo I, punto 2.


Pasamos el punto I.1 y vamos al I.2 de este texto. Después de diferenciar el análisis de
la reeducación emocional del paciente y de la dirección de conciencia, Lacan sitúa el
nexo entre la dirección cura y la regla fundamental del psicoanálisis.
- La dirección de la cura comienza por hacer aplicar al sujeto la regla fundamental del
psicoanálisis.
- El problema de la dirección se muestra, ya desde las directivas iniciales respecto de la
regla fundamental, como no pudiendo formularse en una línea de comunicación
unívoca. Estas directivas se plantean bajo la forma de consignas de las cuales, por poco
que el analista las comente (y el paciente suele pedirle que lo haga), puede sostenerse
que hasta en las más mínimas inflexiones de su enunciado (explicaciones más o menos
detalladas, estilo, vacilaciones), servirán de vehículo a la doctrina que sobre ellas se ha
hecho el analista, en el punto de consecuencia a que han llegado para él. Es que no llegó
a esa posición de analista sino pasando antes por su análisis personal (a diferencia del
psicoterapeuta o del psicofarmacólogo, que acaso no necesitan ni terapia ni medicación
para autorizarse como tales). Hasta dónde haya llevado las consecuencias de la regla
fundamental impacta sobre el modo en que el analista dirige la cura ya desde el
comienzo. Lacan alude a algunas de esas consecuencias en el punto 1.2 y en el 4.7

Cap 1, punto 3
Evidentemente, es por el lado de la relación del analista con el análisis por donde Lacan
quiere abordar el tema de la dirección de la cura. El paciente paga con sus dificultades,
que son las dificultades de su palabra. Pero el analista también debe pagar. Investigar un
poco en este breve punto cuáles son esos pagos, que de todos modos luego se irán
retomando en lo que sigue de la cursada.

Cap 1, punto 4
El clínico (analista 2) coloca al intérprete (analista 1) en el banquillo del acusado {sur la
sellette}, ya que como intérprete es libre, “libre siempre del momento y del número,
tanto como de la elección de sus intervenciones”. Esto remite al punto 3 de la unidad I
del programa de teóricos, cuestiones éticas. Si también él interviene desde el
inconsciente, cómo ubicar su responsabilidad.
Destaquemos nuevamente la necesidad de distinguir entre el momento interpretativo y
el momento clínico. En este último el analista ya no es libre sino que es llamado al
banquillo del encausado, para que de cuenta de los efectos de sus intervenciones
eficaces, las que han producido reacciones asociativas nuevas (apertura de estratos
asociativos más próximos al núcleo patógeno, decía Freud) o sorprendentes (índice de
lo que viene del inconsciente); y también para que consigne si se han producido
reacciones transferenciales, que objetan la intersubjetividad del nivel interpretativo (la
transferencia se revisará en este sentido en la unidad 3 del programa de teóricos). Las
malas intervenciones, los errores, a veces son más eficaces que las interpretaciones
canónicas, por la reacción que producen y por las posibilidades de rebeldía sintomática
que revelan.

Cap 4. Punto 7 Lacan señala la dificultad inherente al cumplimiento de la regla


fundamental, que sin embargo el analista ha de apostar por que el analizante cumpla. No
solamente porque la palabra no siempre es tan libre, ya que hay cierto encadenamiento
inconsciente de las asociaciones significantes, por lo cual cada uno vuelve sobre lo
mismo. Pero también porque una palabra más libre puede ser penosa, y temible. El
riesgo de la palabra libre es que “podría ser verdad” (o certera y realizativa, diría Lacan
más adelante), y ya no podría volver a entrar en la duda. Allí la palabra alcanza un valor
de acto (tema de la unidad 4 del programa). En el proceso de acercarse a esa palabra
libre, se experimenta el tironeo del síntoma (bien explicado por Lacan en su
Comentario a una respuesta de André Albert), tironeo que ya no se puede disimular, y
que se vuelve cada vez más difícil de soportar. Sólo cuando el síntoma deviene
insoportable, empuja a una resolución. Es la ventaja que Freud señaló de la agravación
del síntoma durante la cura.
Otro punto que toma allí Lacan es la “acción de escuchar” del analista, que no obliga a
comprender, más bien lo contrario, incita a desplegar lo que no se entiende. Está
traducido de un modo problemático: “el entendimiento no me obliga a comprender”,
dice la versión en español, peor convendría traducirlo como “la escucha no me obliga a
comprender”, si comprender es decir OK, todo bien, ya está.
“¿Todo bien?”, decimos para decir “hola-chau”, no para saber.
En el tratamiento analítico el síntoma duele, divide, se revela como ese real del hablante
indeciso, que Lacan “enseña” literalmente a escribir con el “matema” $. Literalmente
porque “matema” quiere decir: elemento enseñable, transmisible.

Lombardi. El método clínico, cap. 2. ¿Qué es la clínica psicoanalítica?


La pregunta por la clínica psicoanalítica se plantea detalladamente en este libro reciente
a partir de un texto más escueto de Lacan: Apertura de la Sección Clínica, que se
encuentra en la bibliografía optativa de la Unidad 1.
- La clínica psicoanalítica tiene una base: lo que se dice en un análisis. Pero esa base no
es la clínica. Esta recién se activa en el intento de dar cuenta de la eficacia de lo que se
dice en el diván.
- La clínica es retroactiva. Es un camino de interrogación sobre lo acontecido, sobre las
secuencias de asociación-interpretación-asociación que permiten leer una eficacia.
- Esa perspectiva clínica lleva a Lacan a afirmar:
- la clínica psicoanalítica consiste en obligar al analista a dar sus razones;
- la clínica no está en el momento acto, sino la lectura del acto, por eso la clínica
psicoanalítica consiste en volver a interrogar todo cuanto Freud ha dicho, para
extraer las consecuencias del campo enorme que abrió, de sus aciertos, de sus errores,
de sus impasses. Se trata de hacer el inventario de los efectos de ese acto..
- Poco antes de la inauguración de la Sección Clínica, espacio de enseñanza
universitario, Lacan propuso la siguiente definición, comienza directamente por el final:
1. La clínica es lo real en tanto que imposible de soportar.
2. El inconsciente es la huella y el camino por el saber que constituye.
3. Haciéndose un deber repudiar todo cuanto implica la idea de conocimiento.
Para comentarla, es más fácil comenzar por la distinción entre conocimiento y saber. La
hipótesis de Lacan es que el inconsciente es mero saber, mera articulación significante
que involucra realmente al sujeto, mientras que la relación entre sujeto y objeto del
conocimiento es del reino de la fantasía. Por ejemplo, que Adán “conoció” a Eva, la
mujer extraída de su costilla según figura en la versión griega del Génesis es mito que
se reitera en las fantasías del varón que cree “conocer”. Y esa fantasía puede enmarcar
la realidad, una realidad que Freud en el texto La negación sitúa como el lugar donde no
se encuentra, donde el objeto está perdido, justamente por creer conocerlo.
- La clínica analítica es anticognitiva. A la realidad de la fantasía, donde el objeto
parece cognoscible y que puede ser poseído y luego ¡enorme frustración! porque no era
lo que uno pensaba, a ese “conocimiento” Lacan opone lo real, un real padecido, el
síntoma como imposible de soportar del que el partenaire puede ser una forma.
- Los psicólogos pueden creen que se accede al padecimiento por vía del conocimiento,
de la evidencia para todos, o por el darse cuenta, el insight, la experiencia del “¡Ah ha!”
(el Aha-Erlebnis de Wolfgang Köhler). Lacan sitúa ese conocimiento o comprensión en
la experiencia más imaginaria. Ese “darse cuenta” puede tener alguna utilidad para las
terapias lo-más-breve-posibles, y para el psicólogo que con todo derecho busca
insertarse en el mercado de la medicina prepaga y de sus tratamientos económicos en
todo sentido. Una terapia, focalizada, con objetivos predeterminados, es todo lo contario
de la orientación libertaria, aunque más penosa, en que se basa la clínica del
psicoanálisis.
- La distinción entre terapia y clínica. Si hay algo que en nuestros autores de referencia
encontramos es la advertencia “que la terapia no mate a la investigación”, que el afán
por resultados rápidos e inestables no haga que se pierda la oportunidad de resolver una
posición existencial sintomática e insatisfactoria. Lo cual no quiere decir que el análisis
instale una temporalidad lenta, morosa, rutinaria.
- Una vez que se revela el momento clínicamente nítido del síntoma como imposible de
soportar, el “paciente” deviene “analizante” e impaciente, deviene un caso de urgencia,
y los dispositivos clínicos actuales del psicoanálisis lacaniano, especialmente el del
pase, tienden a hacerlo evidente. En la unidad V trataremos este punto.
- El síntoma alcanza lo real cuando se manifiesta como división subjetiva sin
justificación sacrificial (“la pena vale”). Dicho de otro modo, el síntoma deviene real
cuando pierde la compensación de la fantasía que justifica y hasta vuelve placentera
cualquier mortificación (Pegan a un niño, por ejemplo). Porque la fantasía borra la
división del sujeto $, en ella el sujeto no está dividido, está más bien desvanecido o
desaparecido.
- El derecho a ser escuchados se impuso en la Argentina, en nuestro querido país-
síntoma, siempre al borde, siempre en duda, siempre en deuda, siempre incumpliendo
sus promesas (de gran pueblo, de igualdad, de rotas cadenas), con una moneda sin peso,
que miente, que cada mes traiciona su valor. Tal vez por eso Argentina produce y
exporta psicoanálisis y psicoanalistas. Cada uno tiene derecho a protestar y también a
proponer recetas ideales para mejorar la sociedad. Pero la clínica es otra cosa, se guía
por un real fuera de la realidad común y de los ideales contrapuestos. El síntoma
personal no coincide con la grieta política; que también nos afecta, pero no es de eso
que padecen los pacientes ni de un lado ni del otro de nuestro arco político quebrado.

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