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3- NO HACER HIPÓTESIS MIENTRAS ANALIZA, hacerlo luego de concluido el
análisis: Mientras el tratamiento de un caso no esté cerrado, no es bueno elaborarlo
científicamente. La conducta correcta del analista consistirá en no especular ni cavilar
mientras se analiza, someter el material adquirido al trabajo de pensamiento sólo
después de concluido el análisis.
4- SUPERVISIÓN: El médico no puede tolerar aquellas resistencias que aparten de
su conciente lo que su inconsciente ha discernido. Para ello es lícito exigirle que se
someta él mismo a un tratamiento psicoanalítico que le permitirá tomar conciencia de
sus propios complejos que pudieran perturbarlo, para aprehender lo que el analizado
le ofrece. El propio análisis permite vivenciar experiencias e impresiones que en vano
buscaría en libros o conferencias. Cualquier represión no solucionada en su propio
análisis corresponderá un punto ciego en su percepción analítica.
5- NO SER TRANSPARENTE: Freud critica la actitud del médico que considera
adecuado para superar las resistencias del enfermo dejar ver sus propios defectos y
conflictos anímicos. El médico debe mostrar sólo lo que le es mostrado, una relación
asimétrica.
6- EVITAR LA AMBICIÓN PEDAGÓGICA: Freud se opone terminantemente a hacer
del paciente un patrimonio personal, a imponerle ideales y a complacerse por su obra
luego de haberlo formado a su imagen y semejanza. No se debe educar al enfermo
para que se asemeje a nosotros, sino para que se libere y consume su propio ser.
7- ABSTINENCIA: Frialdad de sentimientos exigible al analista, crea condiciones más
ventajosas. Para el médico, el cuidado de su propia vida afectiva; para el enfermo, el
máximo grado de socorro que hoy nos es posible prestarle. No otorgarle al paciente
una satisfacción sustitutiva (algo que le falta al paciente y que éste viene a demandar
al analista, relacionado con la castración), no otorgarle un amor que está pidiendo,
que en realidad se lo pide a otro (transferencia) motor del tratamiento: dejar subsistir
la angustia.
8- NEUTRALIDAD: No interviene la persona del analista, sino el analista
como función. Sus valores y creencias no tienen lugar. No omitir juicios de valor, ya
que no somos nosotros ante el paciente sino que estamos en el lugar de los primeros
objetos todo poderosos (imagos parentales). El paciente está atento a nuestras
opiniones. Aconseja tomar por modelo al cirujano que deja de lado todos sus afectos
y aún su compasión humana, y concentra sus fuerzas espirituales en una meta única:
realizar una operación lo más acorde posible a las reglas del arte.
9- Es incorrecto dictar al analizado unos deberes: recopilar sus recuerdos, reflexionar
sobre cierta época de su vida, etc.
10- No tratar parientes.
El núcleo duro del método analítico: - Asociación libre; - Atención parejamente
flotante; - Neutralidad; - Abstinencia.
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SEMINARIO 7: LA ÉTICA DEL PSICOANALISIS – LACAN (1959-1960)
¿Qué tiene que haber para que haya psicoanálisis? Ética: Lo que importa es que haya
ética, posición del sujeto, intervención analista.
Lacan sostiene que la ética tradicional se postula como búsqueda de un bien, existe
el bien supremo y este bien es al que hay que aspirar por encima de todos los
demás. Hay aquí una cuestión del bien que corresponde a un bien ideal.
Si se tiene en cuenta el deseo, encontramos lo revoltoso que puede resultar en
cuanto a la ética tradicional. Uno de los fines del psicoanálisis va en contra de la
búsqueda de algún tipo de bien, puesto que esto ocasiona un obstáculo en la vía del
deseo. Podemos considerar que la búsqueda del bien está guiada por el placer.
El placer tiene una doble concepción, se vive hasta un límite como placer, como
descarga, como la reducción de tensión, pero cuando se atraviesa ese punto límite,
tenemos que el placer se experimenta como dolor, eso es lo que en psicoanálisis
llamamos goce. Es decir, el placer no solamente seria satisfacción posible, deseable y
buena, sino que el goce viene a cuestionar cualquier estatuto de búsqueda del bien,
de cualquier vía direccionada por el placer.
Lacan decide fundar el campo de una ética posible para el psicoanálisis, ¿Cuál sería
una ética posible para el psicoanálisis? “¿Ha actuado en conformidad con el deseo
que lo habita?”. El alcance de esta fórmula constituye la posibilidad de introducir
el deseo en el campo de la acción. Un campo olvidado por la ética tradicional. La
ética del psicoanálisis no puede referirse a la búsqueda del ideal del bien, mucho
menos a la búsqueda de este bien a través del placer. La ética del psicoanálisis se
remite a la experiencia del sujeto y se inscribe en la estricta relación entre acto
y deseo, apunta a interrogar al sujeto por el deseo en los actos que este realiza,
en las acciones de la vida cotidiana.
El sujeto actúa regido por el deseo, el deseo esta siempre ahí en el acto del hombre.
Lacan no para ahí, puesto que el Bien –Decir es un acto en sí mismo. Entonces, el
bien- decir corresponde al deseo, en tanto que el sujeto debe hacerse responsable
por él hay un cambio que va de saber si ha actuado en conformidad con él o no al
reconocimiento en la estructura. Lacan toma el concepto de ética para imprimirlo a los
dos vértices del dispositivo analítico: analista y analizante, el bien- decir afecta a los
dos. El analizante debe reconocerse en lo ICC a través de la asociación libre y el bien
– decir en el analista se presenta en el campo de la interpretación, en el campo de la
dirección a la cura, una cura que no responde a una idealización del analista. El bien-
decir es un acto que permite llegar a un final de análisis posible en lo tocante a la
operación por la cual el sujeto modifica su posición con respecto al goce. Esto es, el
fin de análisis no consiste en disecar el ICC, tampoco en que el sujeto deje de soñar,
menos en la extinción del goce, el fin de análisis consiste en una posición nueva
con respecto al goce.
El psicoanálisis se constituye como acto, a saber; el acto analítico. En cuanto al acto
Lacan expresa la diferencia con respecto a la conducta, en el sentido de pensar que
solo los sujetos se encuentran inmersos dentro del campo de la responsabilidad. Así
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se articula lo que es ético con la capacidad del sujeto de responder por sus actos.
Entonces, el estatuto de acto se funda en la responsabilidad que se presenta en el ser
humano, único ser capaz de responder por lo que hace. Por tal razón todo acto es
ético.
“La ética consiste en un juicio sobre nuestra acción” ¿Qué significa? Que la ética,
consiste en los actos y estos comprendidos dentro del marco de la responsabilidad.
El analista tiene que pagar algo para sostener su función. Paga con palabras-
táctica (interpretaciones), paga con su persona- estrategia (en la transferencia
porque queda destituido como persona) y paga con su juico- política en lo
concerniente a su acción, el analista tiene conciencia de que no puede saber que
hace en el psicoanálisis, una parte de esa acción permanece velada para él mismo.
No piensa teóricamente cuando está con el paciente, allí es el analista que hace, que
está en la escena. Es al menos dos, el que sostiene el acto y aquel que produce un
saber.
En la medida en que la demanda está a la vez más acá y más allá, demanda
siempre otra cosa, en toda satisfacción de la necesidad demanda siempre otra cosa,
que el deseo se forme como lo que sostiene la metonimia a saber que quiere decir la
demanda más allá de lo que formula. Por eso la cuestión de la realización del deseo
se formula desde la perspectiva de juicio final (muerte real). Toma la metáfora
cristiana donde todo se contabiliza en nuestros actos en alguna parte y que no hay
libertad. Haber realizado sus deseos es haberlo hecho al final. A esto Lacan llama
intrusión de la muerte sobre la vida (castración).
Freud en análisis terminable e interminable dice que en último término, la
aspiración del paciente se quiebra en una nostalgia irreductible en torno al hecho de
que en modo alguno podría ser falo y que por no serlo solo podría tenerlo en el caso
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de la mujer y en el hombre de la castración. No solamente lo que se demanda, el
analista no lo tiene sino que sabe que no existe y haber llegado al fin de análisis no es
más que haber encontrado ese límite en el que se plantea toda problemática del
deseo.
El analista tiene para dar su deseo, pero es un deseo advertido. El deseo del
analista es un operador clínico que tiene que ver con el "deseo de ser espacio
vacante para el deseo del analizante", que es el único en juego en un análisis (ahí se
relaciona con destitución). Se obtiene si y solo si uno se analiza. Otra definición del
teórico es "deseo de que el paciente asocie libremente". Desea causar el deseo del
analizante ubicándose como objeto a.
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algo para alguien. Un significante es algo que significa, promete significación pero no
la entrega porque un significante puede querer decir cualquier cosa.
3- La clínica es lo real, en tanto imposible de soportar: ya no es clínica como
producción de un saber, sino que es una referencia a la clínica en tanto un real
como lo imposible. Imposible que tenga solución por la vía lógica. El ICC es todo
este trabajo que va a llevar necesariamente a ese punto de lo imposible de
soportar. El ICC es a su vez huella y camino por el saber (simbólico) que
constituye; haciéndose un deber repudiar todo lo que implica la idea de
conocimiento (imaginario).
Aleteia (verdad): Planteada como un camino, búsqueda de la verdad donde lo oculto
se haga evidente. Tiene que ver con el desocultamiento.
Episteme (conocimiento): Dentro del psicoanálisis no se trata de conocimiento porque
éste se desentiende del sujeto. Es una especie de algo CC donde no hay lugar para el
sujeto.
Saber: se trata de saber ICC, que es desconocido por el sujeto. Es lo advendrá y que
desde lo más profundo comanda al sujeto. Se trata de llevar al sujeto, en el trabajo
preliminar, del conocimiento al saber, al que solo se accede por la vía de la
interpretación. No se trata de comprender, sino de comenzar a escuchar lo que no se
comprende.
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2.1 La triada freudiana: inhibición, síntoma y angustia. La utilidad de la pregunta
freudiana: ¿cuál es el síntoma? 2.2 La función diagnóstica del síntoma, el valor de
“señal” de la angustia y el efecto inhibitorio de la fantasía. 2.3 El acting out y los
síntomas llamados “actuales”: su prevalencia en el apogeo del discurso del
capitalismo. 2.4 Variantes clínicas del rechazo del deseo: culpabilidad, depresión,
melancolía y pasaje al acto. 2.5 El síntoma como campo de lo analizable: “cuerpo
extraño” (conocimiento por fuera del reconocimiento) y partenaire privilegiado del
analista (saber que “no se sabe que se sabe”). 2.6 La “responsabilidad” del analista: el
síntoma en transferencia y la “conversión ética radical”.
CAPITULO II – SINTOMA
A diferencia de la inhibición, el síntoma es de otro terreno. No puede decirse que el
síntoma está dentro del Yo, sino más bien es una formación del ICC.
Es extraterritorial, aparece como ajeno. El yo no soporta la ajenidad e intenta
cancelarla y también intenta cancelar el aislamiento del síntoma para poder ligarlo a
su organización. El síntoma trata de ser captado a la conducta. Trata de volverlo
egosintónico (aceptable para el Yo).
El síntoma es el sustituto de una satisfacción pulsional interceptada, es el
resultado del proceso represivo. La represión parte del Yo, quien por encargo del
SYO, no quiere acatar una investidura pulsional incitado en el Ello.
Todo lo reprimido queda en el ICC sometido a la repetición. Si se resuelven las
represiones no queda todo en el ICC condenado a repetición.
El síntoma es satisfacción sexual sustitutiva. No hay síntoma sin represión. Hay
monotonía repetida, hay degradación de otro posible destino pulsional en donde
interviene la represión, la sublimación.
La cátedra plantea al síntoma como lucha entre la pulsión y la defensa. Hay división
del sujeto, el sujeto está dividido entre pulsión y defensa.
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represión se vuelve decisivo el hecho de que el Yo es justamente el sector organizado
del Ello. Seria injustificado representarse al Yo y al Ello como dos caras diferentes, en
donde el Yo procurara sofocar una parte del Ello mediante represión, y el resto del
Ello acudiera en socorro de la parte atacada y midiera sus fuerzas con las del Yo.
El acto de la represión muestra al mismo tiempo, la fortaleza y la impotencia del Yo
y el carácter no influenciable de la moción pulsional singular del ello. La lucha
defensiva contra la moción pulsional desagradable se termina a veces mediante la
formación del síntoma.
Pero por regla general la trayectoria es otra; al primer acto de represión, le sigue un
final prolongado o que no se termina nunca, la lucha contra la moción pulsional
encuentra su continuación contra el síntoma.
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presenta la diferencia de estar presente toda entera; a veces aparece en forma de
callejón sin salida, es decir que a veces desemboca en un perfecto estancamiento de
las relaciones entre el analizado y el analista. No tiene más diferencia con todo lo que
se produce de análogo al comienzo del análisis, que la de estar toda entera reunida.
Si enuncio que el camino pasa por a, único objeto a proponer al análisis de la
transferencia, esto no quiere decir que no se deje abierto otro problema.
Precisamente en esta sustracción puede aparecer una dimensión esencial, la de una
cuestión siempre planteada pero nunca re suelta, pues cada vez que se la plantea la
insuficiencia de las respuestas es verdaderamente clamorosa para todos: la del deseo
del analista.
El a es la causa, la causa del deseo.
A esa función presente por doquier en nuestro pensamiento la consideramos como la
sombra portada; pero muy precisamente y mejor aún, la metáfora de esa causa
primordial, sustancia de esa función de la causa, es precisamente el a, en tanto que
anterior a toda esta fenomenología. Hemos definido al a como el resto de la
constitución del sujeto en el lugar del Otro en tanto que tiene que constituirse como
sujeto hablante, sujeto tachado, $.
Si el síntoma es lo que decimos, o sea que resulta enteramente implicable en el
proceso de la constitución del sujeto en cuanto tiene que efectuarse en el lugar del
Otro, la implicación de la causa en el advenimiento sintomático, tal como lo define,
forma parte legitima de dicho advenimiento. Esto quiere decir que la causa implicada
en la cuestión del síntoma es literalmente una cuestión, pero de la que el síntoma no
es el efecto. Es el resultado. El efecto es el deseo. Es que el efecto primordial de esa
causa a, a nivel del deseo, ese efecto que se llama deseo y que acabo de calificar de
extraño pues es precisamente el deseo, es un efecto que no tiene nada de efectuado.
El deseo, tomado en esta perspectiva, se sitúa en efecto esencialmente como una
falta de efecto. La causa se constituye entonces suponiendo efectos por el hecho
primordial de que el efecto falta.
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- Cuarto, el piso escópico, que es propiamente el del fantasma, a nivel de A nos
hallamos ante la potencia en el Otro, esa potencia en el Otro que es el espejismo del
deseo humano.
- Quinto y último piso, ¿qué hay a nivel del A? Aquí debe emerger, con una forma
pura el deseo en el Otro. Para cubrir el deseo del Otro el obsesivo tiene un camino, el
recurso a su demanda. Observen a un obsesivo en su comportamiento biográfico, lo
que antes llamé sus tentativas de pasaje para con el deseo. Sus tentativas, aún las
más audaces, siempre están marcadas por una condena original a alcanzar su fin.
Por refinadas, por complicadas, por lujuriosas y perversas que sean sus tentativas de
pasaje, siempre necesita hacérselas autorizar: es preciso que el Otro le demande eso.
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otros. Dichas vivencias infantiles y fantasías celebran su resurrección en ese
fragmento, q es como una suerte de memorial.
Para tener algún éxito, la represión debe en este caso decidirse a un compromiso:
tiene q permitir q se conserve el placer ligado a un “complejo parcial” integrándolo en
el yo, ratificándolo. Los restantes componentes de ese complejo se dejaran reprimir y
mantener bajo represión con mayor facilidad cuanto mas hayan sido debilitados por el
cambio de bando de su antiguo aliado.
Este recurso de la división x el q un elemento pasa al servicio de la represión al
mismo tiempo q introduce en el yo el placer de un periodo pregenital –mientras q el
resto del mismo complejo sucumbe a la represión- parece ser el mecanismo
específico de la perversión.
El mecanismo expuesto permite además comprender el pasaje de la perversión a la
neurosis, si no perdemos de vista q la represión correspondiente al desarrollo de la
organización libidinal es un proceso gradual. Puede entonces suceder con facilidad q
el complejo mismo puesto al servicio de la represión en el curso del desarrollo ulterior.
Pero también puede ocurrir q el mismo vuelva a emerger favorecido por
circunstancias exteriores, y entonces, según se ve con frecuenta, como consecuencia
de esa ruptura resulta no una neurosis sino una perversión.
Una pulsión parcial conduce a la perversión cuando una parte de las representaciones
del yo q la pulsión inviste se encuentra en posición excepcional en cuanto al deseo a
satisfacer y al placer a obtener, y cuando se logra una alianza entre dicha pulsión
parcial y esta parte del yo en el momento de los combates q libra la represión, en
particular contra el complejo de Edipo. Es necesario señalar q este es solo el
mecanismo, y no el motivo de su predominio. Su elección responde al hecho de q ha
sido dotada de una fuerza superior a la normal.
Los legos son los “no médicos” y Freud se pregunta con respecto a la formación de
los analistas. Dice que no puede ejercer al análisis nadie que no haya adquirido titulo
para ello. Le parece accesorio que esa persona sea o no un medico. La formación del
analista es específica y tiene que ver con tres etapas:
1- El propio análisis: hay que hacer la experiencia del ICC.
2- La formación teórica
3- Supervisión o Control: Es la discusión con un analista de mayor experiencia
de los casos que uno lleva adelante (donde también se juega la transferencia).
Se trata de una supervisión del analista, sus puntos ciegos, ver si se mantiene
en su posición.
¿Cómo se puede trasmitir la experiencia del análisis si en su disposición no se admite
un tercero?
- Hace que el interlocutor se ponga del lado del paciente inexperto
- Luego dice que se ponga en el lugar del analista haciendo el pasaje.
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El diagnóstico diferencial no siempre es fácil y hay que tratar de ver que el paciente es
apto para la terapia. Las neurosis son de una naturaleza psicógena; endeblez relativa
del Yo + posterior enfermedad corporal.
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