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Unidad 1

El método de la interpretación de los sueños. Análisis de un sueño


paradigmático. Freud (dar palabra al paciente, características diferenciales
de la interpretación, versiones de RF, rtas del analizante)

Propuesta de Freud → demostrar que los sueños son susceptibles de una interpretación.
Interpretar un sueño significa indicar su sentido.
Se atiende no sólo al contenido del sueño, sino a la persona y a las
circunstancias de vida del soñante.
El trabajo de interpretación no se dirige a la totalidad del sueño, sino a cada
uno de sus fragmentos por sí. Los fragmentos singulares de su contenido.
Pacientes enseñan a Freud → que un sueño puede insertarse en el encadenamiento
psíquico que ha de perseguirse retrocediendo en el recuerdo a partir de una idea patológica.
Método de descifrado → tomar al sueño como algo compuesto, como un conglomerado de
formaciones psíquicas. No es de Freud. No es interpretar.
Freud → método de interpretación. En diversas personas y en contextos diferentes el
mismo contenido onírico puede encubrir también un sentido disímil. Al seguir
este método se concluye que el sueño tiene un sentido.

Clase (Freud) → El sueño es interpretable, gracias al analizante que permite el


acceso y posee un caracter activo. Con sus asociaciones, se genera una
coproducción entre el analizante y el analizado.
La proliferación del sentido permite el surgimiento del material nuevo.
La interpretación como efecto hace surgir una actividad del lado del analizante
(corroboraciones indirectas)

Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico. Freud (método


clínico, distinción entre conocimiento y saber, icc como huella y camino del
análisis, atención parejamente flotante)
Tarea inmediata a la que se enfrenta un analista → guardar en la memoria el
material que presente en cada paciente.
Atención parejamente flotante → técnica muy simple. No querer fijarse en nada
particular, y prestar a todo cuanto uno escucha la misma atención. Tan pronto como uno tensa
adrede su atención hasta cierto nivel, empieza también a escoger el material ofrecido. No
comprender
Regla fundamental del psa → uno debe alejar cualquier injerencia conciente sobre su
capacidad de fijarse, y abandonarse por entero a sus “memorias inconcientes”, o “uno debe
escuchar y no hacer caso de si se fija en algo”
No recomendaba tomar notas, ya que al hacerlo se realiza forzosamente una dañina
selección en el material.
El analista debe volver hacia el inconciente emisor del enfermo su propio
inconciente como órgano receptor, acomodarse al analizado como el auricular
del teléfono se acomoda al micrófono.
Si el médico está en condiciones de servirse de su inconciente como instrumento
de análisis, no puede tolerar resistencias que aparten de su conciencia lo que su
inconciente ha discernido
El analista no debe ser transparente para el analizado, sino, mostrar sólo lo que le
es mostrado.

La dirección de la cura y los principios de su poder. Cap. 1 (puntos 1, 2 y


3), cap. 4 (punto 7). Lacan (responsabilidad del analista, comprender o
escuchar, efecto analítico y efecto cognitivo)

El psicoanalista dirige la cura. El primer principio de esta es que no debe


dirigir al paciente. La dirección de conciencia queda excluida.
La dirección de la cura consiste en hacer aplicar por el sujeto la regla analítica

El paciente no es el único con sus dificultades que pone toda la cuota. El analista
también debe pagar:
- con palabras → valor de la interpretación, ayuda a que el paciente note cosas que no
había notado. No todo lo que decimos es interpretación (corroboraciones indirectas).
Nivel de la táctica
- con su persona → la presta como soporte a la transferencia. No se interpreta LA
transferencia, sino EN transferencia. Nivel de la estrategia
- con su juicio más íntimo → ideales del analista, su moral y preferencias que van por
fuera del análisis. Refiere a la ética analítica, nivel de la política.

Clase → Cuando una interpretación genera una rta positiva o negativa, hay que
revisar en qué plano se produjo (táctica, estrategia o política). Hay que hacer un
trabajo de lectura, verificar donde uno se equivoca. Tres niveles también de clase.
De la política a la táctica, de menos a más libertad.

Punto 7. “El analista es el hombre a quien se habla y a quien se habla libremente. El


sujeto invitado a hablar en el análisis no muestra en lo que dice, a decir
verdad, una gran libertad.” Ante el “diga lo que quiera” el analizante no muestra
una gran libertad. Palabra plena que le resultaría penosa. En la verdad hay algo
indecible.
Lo que el analista escucha no por eso deja de ser un discurso. No importa si se
comprende o no, si lo hace probablemente obture.
Al invitarlo a hablar, con oferta se crea la demanda. A veces con la escucha
también. La demanda es intransitiva, no supone ningún objeto.
No hay que comprender, el entendimiento supone la escucha.
¿Qué es la clínica psicoanalítica? Lombardi (cuestiones éticas actuales,
terapéutica y clínica)
Lacan en 1977 se plantea esta pregunta. No hacía coincidir la clínica con la
experiencia cotidiana del psicoanálisis.
Si bien la clínica tiene como base lo que se dice en un análisis, no coincide con la
práctica del analista ni con la experiencia de lo que ocurre en un tratamiento.
Desarrolla la respuesta a partir de cuatro perspectivas → su posición singular, su interés en
las elaboraciones de la psiquiatría clásica, su detallada lectura de los textos de Freud y la
relación del psa con la racionalidad y ciencia modernas.

La clínica no se confunde con la experiencia del análisis, sino que se añade a


ella, y eventualmente la orienta y la transforma.
En primer lugar dice que la clínica psicoanalítica consiste en interrogar al
análisis.
La posición del psicoanalista en la experiencia analítica avanzada (pase) ya no
es una posición de saber, sino que es la de un objeto caido del saber icc del
analizante, una suerte de desecho del saber icc de él.
La clínica psa debe consistir no sólo en interrogar el análisis, sino también en
interrogar a los analistas. Urgirlos a dar sus razones.
El prejuicio es enemigo del análisis, y el sentido común es estrictamente el reverso
del psa.
El sentido de un síntoma no coincide con el de otro del mismo tipo, porque no
recorren las mismas vías significantes. De allí la necesidad del respeto del cifrado,
de atención al SSS, que permitirá en un segundo momento el desciframiento con
efecto resolutorio total o parcial de la posición sintomática del analizante.

La práctica del psa implica una interacción con otros discursos, y en primer lugar
con el histérico, el del sujeto que con su síntoma en el cuerpo hace lazo social. Una
certeza puede ser inexplicable, no integrable en la realidad compartida, pero no por
ello menos cierta para el enfermo.

Los buenos psiquiatras decía Lacan, buscaban el elemento incomprensible,


imposible de explicar desde el discurso común. El psa aspira a mostrar que los
síntomas dependen de una estructura, que es la de los efectos de lenguaje
sobre el viviente.
El síntoma dice algo de la estructura, pero sólo en el modo histérico la pregunta del
síntoma puede verdaderamente plantearse. Si el lazo social histérico asegura la
clínica en la estructura del lenguaje, es porque es el síntoma mismo quien plantea la
pregunta.
El sintoma resiste, insatisface al analista.
En la clinica solo puede hacerse a partir de la particularidad del síntoma, que
es lo único realmente analizable.
Histeria → economía del saber es muy distinta a otros tipos clínicos. La transmisibilidad de
la pregunta se apoya directamente en la estructura.
Obsesivo → su síntoma no hace lazo, no comunica, más bien aisla

En su Apertura Lacan afirma que la clínica psa consiste en volver a interrogar todo
lo que Freud ha dicho. Hoy, para nosotros, consiste también en interrogar los textos
de Lacan.

Decir que la clínica psa es lo real en tanto insoportable es decir que no es tomada
solamente como interrogación exterior y posterior a la experiencia, sino que es
devuelta a la experiencia misma, y a la más íntima. Para estar a la altura, es más
evidente aún que se necesita haber pasado por ella primero como analizante.
Para que el síntoma se experimente como imposible de soportar, es preciso que se
separen de él los disfraces narcisísticos y de la fantasía, que lo vuelven tolerable e
incluso valorable.

Tercera parte de la definición → imperativo ético que exige repudiar la idea de


conocimiento. No es tomando al paciente como objeto de conocimiento que
podemos hacer clínica desde el psa. La clínica exige rechazar las
objetivaciones psicológicas de ese sujeto que en la experiencia analítica sólo
encontramos asegurado en su división.
El síntoma es la forma dividida o desgarrada del ser hablante, que el análisis
tiene como tarea y debe mostrar en su faceta insoportable.

El icc es la huella y el camino por el saber que constituye. Es la huella y al


mismo tiempo el camino que nos orienta hacia el ombligo real del síntoma. Si
el paciente es psicótico, suele bastar con dejarle la palabra para que él nos muestre
ese camino del icc “a cielo abierto”. Nos lo muestra con una certeza que implica
mayor o menor angustia y sufrimiento. Puede ser una certeza sin saber, sin
articulación.
El caso del neurótico es diferente, porque es en la incertidumbre donde debemos
encontrar nuestra certeza como analistas.

No hay una definición única y cerrada sobre la clínica psa.


En el caso del analista, el propio análisis es una condición necesaria, pero no
suficiente. Un tramo de la experiencia analítica es sin duda en transferencia, pero la
clínica no puede ser elaborada “bajo transferencia”, porque su deber es interrogar
los usos, los desconocimientos y los abusos del saber que la transferencia fomenta
La clínica psa es un esfuerzo de articulación de saber sobre los impasses del saber,
para situar allí el saber paradójico en el que se mantiene el sujeto del icc.
El acceso al saber no se logra sin un cambio en la posición del sujeto, lo que
exige un trabajo psíquico, un trabajo de duelo.
Unidad 2
Pegan a un niño. Freud (las formas neuróticas de la fantasía)
La fantasía pegan a un niño → con frecuencia en histeria y neurosis obsesiva.
Se anudan sentimientos placenteros. Se abre paso una satisfacción onanista.
Confesión → con titubeos, recuerdo inseguro, vergüenza y sentimiento de culpa
Primeras fantasías → se cultivan temprano, antes de la edad escolar. Modifican su
contenido en base a presenciar otros niños azotados.
¿Quién era el niño azotado? ¿El fantaseador mismo o un extraño? Única respuesta:
“no sé nada más sobre eso; pegan a un niño”.
Al comienzo no fue posible decidir si el placer adherido a la fantasía de paliza debía
caracterizarse como sádico o como masoquista. Solo admite ser concebida como un
rasgo primario de perversión, que no necesariamente dura toda la vida, ya que
después cae.
Insistir en la importancia de las vivencias tempranas no implica subestimar el influjo
de las posteriores. Para Freud en un principio el éxito estaba en conseguir levantar
la amnesia.

FASES
El padre pega al niño (1ra) → fantasía sádica. El fantaseador nunca es el que pega
ni es el niño azotado. Quien pega es un adulto, en un principio desconocido, más
tarde reconocido como el padre.
“El padre no ama a ese otro niño, me ama solo a mi” → contenido y significado de
la fantasía de paliza.

Conciencia de culpa – trasmuda el sadismo en masoquismo

Yo soy azotado por el padre (2da) – persona que pega es la misma, pero el niño
azotado es otro. Es de carácter masoquista. Puede decirse que nunca ha tenido
una existencia real, se trata de una construcción en análisis y nunca es
recordada.
“El padre me ama” se muda por regresión en “el padre me pega”. Este ser
azotado es ahora una conjunción de conciencia de culpa y erotismo. Permanece por
regla general inconsciente, probablemente a consecuencia de la intensidad de la
represión.
Pegan a un niño (3ra) → la persona que pega nunca es la del padre: o se la deja
indeterminada, o es investida. El paciente exterioriza “yo estoy mirando”.
Presentes muchos niños. La fantasía es ahora la portadora de una excitación
intensa, inequívocamente sexual, y como tal procura la satisfacción onanista.
Solo la forma de esta fantasía es sádica, la satisfacción que se gana con ella
es masoquista.
La perversión infantil puede: convertirse en el fundamento para una futura
perversión que subsista toda la vida y consuma toda la sexualidad de la persona; o
ser interrumpida y conservarse en el trasfondo de un desarrollo sexual normal.

En ambos sexos la fantasía de paliza deriva de la ligazón incestuosa con el padre.

Inhibición, síntoma y angustia. Freud (el síntoma como cuerpo extraño


para el yo)
Cap I
Inhibición → nexo particular con la función y no necesariamente designa algo patológico.
Síntoma → equivale a indicio de un proceso patológico
También una inhibición puede ser un síntoma.
Al ligarse de manera estrecha la inhibición a la función → indagar las diferentes funciones
del yo para ver de qué manera se exterioriza su perturbación:
- la función sexual → sufre diversas perturbaciones, que presentan el caracter de
inhibiciones simples. Resumidas como impotencia psíquica.
Muchas inhibiciones son una renuncia a cierta función porque a raíz de su
ejercicio se desarrollaría angustia.
- función nutricia → displacer frente al alimento por quite de la libido. Tampoco es
raro un incremento del placer de comer. El rehusamiento de la comida a consecuencia
de la angustia es propio de algunos estados psicóticos.
- locomoción → inhibida por un displacer y una flojera en la marche
- trabajo → placer disminuido, torpeza en la ejecución o manifestaciones reactivas
como fatiga cuando se es compelido a proseguir el trabajo.
Inhibición → limitación funcional del yo. Puede tener diversas causas. En neuróticas, el
análisis muestra que la razón de ello es la erotización hipertensa de los órganos
requeridos para esas funciones (x ejemplo, para caminar, los pies).
La función yoica de un órgano se deteriora cuando aumenta su erogenidad, su
significación sexual.
El yo renuncia a estas funciones que le competen a fin de evitar un conflicto con el
ello.
Otras inhibiciones se producen al servicio de la autopunición → el yo renuncia a esas
operaciones a fin de no entrar en conflicto con el superyó, ya que le proporcionarían
provecho y éxito, que el superyó le ha denegado.
Inhibiciones → limitaciones de las funciones yoicas, por precaución o a consecuencia de un
empobrecimiento de energía.

Cap II
Síntoma → indicio y sustituto de una satisfacción pulsional interceptada.
Resultado de un proceso represivo
Represión → parte del yo, quien, por encargo del superyó, no quiere acatar una investidura
pulsional incitada en el ello. Mediante ella el yo consigue coartar el devenir conciente
de la representación que era la portadora de la moción desagradable.
Por obra del proceso represivo el placer de satisfacción que sería de esperar se
muda en displacer. A consecuencia de la represión, el decurso excitatorio intentado
en el ello no se produce. El yo consigue inhibirlo o desviarlo. Con esto se disipa el
enigma de la mudanza de afecto a raíz de la represión

La función del sistema preconsciente se conecta con el fenómeno de la conciencia.


Recibe excitaciones no sólo de afuera, sino de adentro. Tendemos a representarnos
al yo como imponente frente al ello, pero, cuando se resuelve contra un proceso
pulsional del ello, no le hace falta más que emitir una señal de displacer para
alcanzar su propósito con ayuda de la instancia casi omnipotente del principio de
placer.

A raíz de un peligro externo, el ser orgánico inicia un intento de huida → la represión.


La angustia no es producida como algo nuevo a raíz de la represión, sino que es
reproducida como estado afectivo siguiendo una imagen mnémica preexistente.
Represiones primordiales → producidas con anterioridad, y ejercen un influjo de atracción
sobre la situación reciente. Se corre el peligro de sobrestimar el papel del superyó en la
represión.
Los primeros estallidos de angustia se producen antes de la diferenciación del
superyó.
Las represiones emergen en dos situaciones → cuando una percepción externa evoca una
moción pulsional desagradable, y cuando esta emerge en lo interior sin mediar una
provocación así.
Mientras nos atenemos al intento de huida del yo, permanecemos alejados de
la formación de síntoma. Este se engendra a partir de la moción pulsional
afectada por la represión.

A pesar de la represión, la moción pulsional ha encontrado un sustituto, pero


mutilado, desplazado, inhibido. Ya no es reconocible como satisfacción. Y ese
sustituto se consuma, y cobra el caracter de compulsión.
En esta degradación a síntoma del decurso de la satisfacción, la represión
demuestra su poder de otra manera. El proceso sustitutivo es mantenido lejos de su
descarga por la motilidad. Le esta prohibido transponerse en acción. En la represión
el yo trabaja bajo la influencia de la realidad externa, y por eso segrega de ella al
resultado del proceso sustitutivo.
El yo gobierna el acceso a la cc, así como el paso a la acción sobre el mundo
exterior. En la represión afirma su poder en ambas direcciones.

Cap III
Problema del yo → contradicción entre la fuerza y la debilidad que presenta respecto al ello.
La separación parece justificada, pero por otro lado, el yo es idéntico al ello, no es
más que un sector del ello diferenciado en particular. Si ese sector se contrapone al
todo, se hará manifiesta la endeblez del yo. Pero si permanece ligado al ello, no es
separable, entonces muestra su fortaleza.
Parecido es el nexo con el superyó → normalmente solo podemos distinguirlos cuando se
produce una tensión entre ambos
En represión → decisivo el hecho de que el yo es una organización, pero el ello no lo es. El
yo es organizador del ello. El yo procura sofocar parte del ello mediante esta.
Si la represión muestra la fortaleza del yo, al mismo tiempo atestigua su impotencia
y el caracter no influible de la moción pulsional singular del ello.
El efecto que por obra de la represión ha devenido síntoma afirma su
existencia fuera de la organización yoica y con independencia de ella. También
sus retoños gozan de esta extraterritorialidad.
La lucha defensiva contra la moción pulsional desagradable se termina a
veces mediante la formación de síntoma. Ocurre sobre todo en la conversión
histérica.
Por regla general → al primer acto de la represión sigue un epílogo escénico prolongado, o
que no se termina nunca. La lucha contra la moción pulsional encuentra su
continuación en la lucha contra el síntoma.
Lucha defensiva secundaria → dos rostros de expresión contradictoria: primer punto: el
yo es constreñido por su naturaleza a emprender algo que tenemos que apreciar
como intento de restablecimiento o reconciliación.
El yo → organización, se basa en el libre comercio y en la posibilidad de influjo recíproco
entre sus componentes.
Segunda cara: Intenta cancelar la ajenidad y el aislamiento del síntoma,
aprovechando toda oportunidad para ligarlo de algún modo a sí e incorporarlo a su
organización mediante tales lazos. Un afán de ese tipo influye ya sobre el acto de la
formación de síntoma.
Ganancia (secundaria) de la enfermedad → viene en auxilio del afán del yo por
incorporarse al síntoma, y refuerza la fijación de este último. En el análisis las
ligazones de reconciliación entre el yo y el síntoma actúan en el bando de las
resistencias.
Segundo punto: sigue la línea de la represión. El yo está dispuesto a la paz y
querría incorporarse al síntoma, acogerlo dentro del conjunto que él constituye. La
perturbación parte del síntoma, que sigue escenificando su papel de correcto
sustituto y retoño de la moción reprimida.

Cap IV
Caso Hans → incomprensible angustia frente al caballo es el síntoma. la
incapacidad para andar por la calle, un fenómeno de inhibición, una limitación que el
yo se impone para no provocar el síntoma-angustia.
Se trata de una expectativa angustiada (el caballo lo morderá) y no de una angustia
indeterminada frente al caballo. Este contenido procura sustraerse de la conciencia
y sustituirse mediante la fobia indeterminada, en la que ya no aparecen más que la
angustia y su objeto.
Fobia → intento de resolver conflicto de ambivalencia: un amor bien fundado y un odio no
menos justificado. Desenlace típico: una de las mociones en pugna, normalmente la
tierna, se refuerza mientras que la otra desaparece. Se mantiene la tierna en
continuo alerta para tener sofocada a su contraria, y nos permite construir la
formación reactiva. En Hans no aparece esta formación y resuelve el conflicto de
otra forma.
No se puede designar como síntoma la angustia de esa fobia → Lo que la convierte en
neurosis es la sustitución del padre por el caballo
El conflicto de ambivalencia no se tramita en la persona misma, se lo esquiva,
deslizando una de sus mociones hacia otra persona como objeto sustitutivo
El hecho de que el padre hubiera jugado al caballito con Hans fue sin duda decisivo
para la elección del animal angustiante
Ser devorado por el padre → expresión, degradada en sentido regresivo, de una moción tierna
pasiva (ser amado por el padre, como objeto). Para defenderse de una moción pulsional
desagradable (en este caso moción hostil hacia el padre), además de la represión cuenta con la
regresión. Si el yo consigue llevar la pulsión a la regresión, en el fondo la daña de manera
más enérgica de lo que sería posible mediante la represión.
Las dos mociones pulsionales afectadas (agresión sádica hacia el padre y actitud pasiva
tierna frente a él) forman un par de opuestos → mediante la formación de su fobia se cancela
la investidura de objeto-madre tierna. Con la fobia Hans tramitó las dos mociones ppales del
C de E, la agresiva hacia el padre y la hipertierna hacia la madre
Angustia de castración → por esto, Hans resigna la agresión hacia su padre.
Triunfo de la represión → que en el texto de la fobia no aparezca nada de la castración
El motor de la represión es la angustia frente a la castración → el ser mordido por el caballo
es un sustituto desfigurado del contenido de ser castrado por el padre.
La angustia crea a la represión

Capítulo V:
Histeria de conversión:
Sus síntomas son procesos de investidura permanentes (el yo se comporta como si
no tuviera participación alguna) o intermitentes (se registran sensaciones de displacer)
→ sustituyen un decurso excitatorio perturbado. El dolor estuvo presente en el
momento en el que sobrevino la represión

Neurosis obsesiva:
Formación de síntoma → Los síntomas son en general de dos clases y de contrapuesta
tendencia. Por un lado de las prohibiciones, medidas precautorias penitencias, de
naturaleza negativa, y por otro la satisfacciones sustitutivas. El más antiguo es el
negativo pero cuando la enfermedad se prolonga prevalecen la satisfacciones, que
burlan toda defensa
Dos impresiones de los sintomas obsesivos → 1) Se asiste aquí a una lucha
continuada contra lo reprimido, que se va inclinando más y más en perjuicio de las
fuerzas represoras. 2) El yo y el superyo participan muy considerablemente en la
formación de síntomas.
La situación inicial de la N.O no es otra cosa que la de histeria, la necesaria defensa contra las
exigencias libidinosas del complejo de Edipo. Cuando el yo da comienzo a sus intentos
defensivos, el primer éxito que se propone como meta es rechazar en todo o en parte la
organización genital hacia el estadio anterior, sádico anal → REGRESIÓN.
Explicación metapsicológica de la regresión → desmezcla pulsional
Nuevo mecanismo de defensa → formaciones reactivas que se producen dentro del yo y que
discernimos como exageraciones de la formación normal del carácter

Seminario 10. Clase VIII (punto 3), clase IX y clase XXI (intro y punto 1).
Lacan (nociones de acting out y pasaje al acto)
Clase VIII → ejemplificación de joven homosexual.
Dos condiciones esenciales del pasaje al acto. La primera es la identificación
absoluta del sujeto con el a al que se reduce. Lo que le sucede a la muchacha en el
momento del encuentro. La segunda es la confrontación del deseo y la ley. Aquí, es
la confrontación del deseo del padre.
Duda del obsesivo → una cura de obsesivo es siempre una verdadera luna de miel entre el
analista y el analizado, en la medida en la que se centra en esa clase de discurso en la que se
mantiene el obsesivo.
La elección de objeto aísla el objeto en cuanto tal como el campo propio del análisis.
Todo gira, en efecto, en torno a la relación del sujeto con a.

Cap IX.
El aislamiento de a se produce a partir del Otro, y es en la relación del sujeto con el
Otro que se constituye como resto.
Segundo esquema de la división → El sujeto tiene su punto de partida en la función del
significante. Es el sujeto hipotético en el origen de dicha dialéctica. El sujeto tachado es el
único al que accede nuestra experiencia, se constituye en el lugar del Otro como marca del
significante. De esta operación hay un resto → el a.

Dejar caer → correlato esencial del pasaje al acto. Es único y al mismo tiempo en el
texto de Freud es tan manifiesto, que para algunos se vuelve casi invisible al leerlo.
Es visto desde el lado del sujeto.
El pasaje al acto estopa del lado del sujeto en tanto que este aparece borrado al
máximo por la barra. Ese momento es el del mayor embarazo del sujeto.
El sujeto se mueve en dirección a evadirse de la escena. Esto distingue el pasaje
al acto del acting out.

La angustia es señal en el yo. Si se encuentra en él, debe estar en algún lugar del
yo ideal. Esta señal es un fenómeno de borde en el campo imaginario del yo, el cual
es una superficie.
Yo ideal → función mediante la cual el yo es constituido por la serie de sus identificaciones
con ciertos objetos.
Si a se llama a en nuestro discurso porque es lo que ya no se tiene. Por esto este a
que en el amor ya no se tiene se lo puede reencontrar por vía regresiva en la
identificación, en forma de identificación con el ser. Por eso: regresión el paso del
amor a la identificación. En esta regresión, a permanece como lo que es,
instrumento.
No es el mundo exterior lo que le falta a uno, sino uno mismo.
Freud dice que la angustia es un fenómeno de borde, una señal que se
produce en el límite del yo cuando éste se ve amenazado por algo que no debe
aparecer. Esto es el a, el resto aborrecido del Otro.
Parece obvio que la despersonalización empieza con el no reconocimiento de la
imagen especular (vacilación despersonalizante). Si lo que se ve en el espejo es
angustiante, es por no ser algo que pueda proponerse al reconocimiento del Otro.
Si la relación que se establece con la imagen especular es tal que el sujeto está
demasiado atrapado en la imagen para que este movimiento sea posible, es que la
relación dual pura lo desposee de su relación con el Otro con mayúscula.
Sentimiento de desposesión → psicosis. La especularización es extraña, impar, fuera de
simetría.

Acting out → oponerse al pasaje al acto. Tiene una relación profunda necesaria con
el a. Joven homosexual: tentativa de suicidio es un pasaje al acto, toda la aventura
con la dama es un acting.
Es esencialmente algo, en la conducta del sujeto, que se muestra. El acento
demostrativo, su orientación hacia el Otro, debe ser destacado. El deseo, para
afirmarse como verdad, se adentra en una vía en la que sólo lo consigue de un
modo singular. Es la demostración, la mostración, sin duda velada, pero no
velada en sí. Solo está velada por nosotros, como sujetos del acting out, en la
medida en que eso habla, que podría hacer verdad.
Entre el sujeto dividido y el Otro barrado, lo que surge es el resto a.
El acting out es un síntoma. El síntoma también se muestra como distinto de lo
que es. Lo demuestra que debe ser interpretado. El síntoma no puede ser
interpretado directamente, se necesita la transferencia, o sea, la introducción del
Otro.
El acting out llama a la interpretación, pero la cuestión es saber si ésta es
posible.
Tratándose del síntoma, está claro que la interpretación es posible, pero con una
determinada condición añadida, a saber, que la transferencia esté establecida. En
su naturaleza, el síntoma no es lo mismo que el acting out.
Lo que el análisis descubre en el síntoma es que el síntoma es llamada al Otro, no
es lo que muestra al Otro. El síntoma es goce, goce revestido.
El acting out → a diferencia del síntoma, es el esbozo de la transferencia. Es la
transferencia salvaje. La transferencia sin análisis es el acting out.
Frente al acting out → interpretar, prohibir, o reforzar el yo.
Acting → se dirige al Otro, y si está en análisis, se dirige al analista.

El icc siempre merece confianza, y el discurso del sueño es otra cosa que el icc,
resulta de un deseo que viene del icc.
Cap XXI
La angustia reside en la relación fundamental del sujeto con el deseo del Otro. El
análisis siempre ha tenido y sigue teniendo como objeto el descubrimiento de un
deseo.
En todo advenimiento del a en cuanto tal, la angustia aparece en función de su
relación con el deseo del Otro, pero ¿cuál es su relación con el deseo del sujeto? El
a no es el objeto del deseo que tratamos de revelar en el análisis, es su causa.
Si la angustia señala la dependencia de toda constitución del sujeto respecto al A, el
deseo del sujeto se encuentra suspendido de esta relación por intermedio de la
constitución antecedente del a. Esta a como causa del deseo se anuncia en la
función de la causa.

Síntoma obsesivo → obsesión, compulsión, articulada en una motivación en su lenguaje


interior. De no seguirla, despierta la angustia. La angustia aparece antes que el deseo.
El proceder analítico no parte del síntoma, sino del reconocimiento de que eso
funciona así. El sujeto tiene que darse cuenta de que eso funciona así. El
síntoma sólo queda constituido cuando el sujeto se percata de él.
El primer paso del análisis es que el síntoma se constituya en su forma clásica, sin
lo cual no hay modo de salir de él, porque no hay modo de hablar de él, no hay
modo de atrapar al síntoma por las orejas. La oreja en cuestión es lo no asimilado
del síntoma por el sujeto.
Para que el síntoma salga del estado de enigma todavía informulado, el paso a dar
no es que se formule, es que en el sujeto se perfile algo tal que le sugiera que hay
una causa para eso.
El verdadero motivo de sorpresa en lo referente al circuito del análisis es cómo,
entrando en él a pesar de la neurosis de transferencia, se puede obtener a la salida
la neurosis de transferencia misma.
El a es la causa del deseo.

Seminario 12. Clase del 5 de mayo de 1965. Lacan (síntoma como campo
de lo analizable: la indicación de saber incluida en el síntoma; particularidad
del síntoma)

Ser psicoanalista es estar en una posición responsable, la más responsable de


todas, en tanto es aquel, a quien es confiada la operación de una conversión ética
radical, aquella que introduce al sujeto en el orden del deseo.
Lo singular → se opone a la relación binaria de lo universal y lo particular, como algo
tercero e irreductible.
¿cómo es que podemos atrapar algo de ello de lo cual no podemos hablar
científicamente? ¿qué es ese algo? es el a. Es por la vía contraria de una incidencia
singular, de una incidencia de la falta que se introduce ese resultado.
El significante es lo que representa un sujeto para otro significante.
La fórmula del psicoanálisis → el sujeto supuesto saber.
“Estoy sola” → se trata de significante aunque parezca tratarse sólo de elementos
semiológicos, porque esto no tiene alcance más que por ser traducible al lenguaje. Que es un
código, sin duda, pero que ese código se traduce y esto es sensible al nivel del primer término
“sola”. En ese significante algo emerge que no es más que del orden del sujeto que
no tiene ninguna suerte de lo real respondiente. Está allí para evocar la falta. Ese
significante puede ser cualquiera.
Ejemplo de llave y cerradura. El significante es lo que representa a un sujeto para
otro significante. Entre la llave y la cerradura existe aún la cifra. La llave es aquí
engañosa, lo que nos interesa es que la cerradura es una composición significante.
No hay juego, el sujeto no es el receptor universal. El tiene la cifra o no la tiene. La
llave es un resto, pero sin duda indispensable, que nos viene de lo que se
representa, el soporte efectivo y real, donde intervendrá el sujeto.
Fuera de la cerradura, el uno de sujeto en la medida en que está reducido a ser la
llave de la cerradura. En ese nivel primero, se presenta el estatuto del saber. El
psicoanalista es llamado a esa situación como siendo el sujeto supuesto
saber. Lo que él tiene que saber no es de clasificación, de lo general. Es definido
por ese nivel primordial donde hay un sujeto que es llevado en nuestra operación,
en ese tiempo de surgimiento, a lo que se articula en el “yo no sabía”. Yo no sabía,
o que ese significante está allí, que reconozco ahora estaba allí donde yo estaba
como sujeto, o bien, que ese significante que está allí, estaba para representarme a
mí cerca de él.
Estructura del síntoma → la tos en Dora. Cuando Freud allí designa un síntoma es en función
en que esta tos toma función de significante, de advertencia.
La categoría del saber → es allí que yace lo que nos permitió distinguir radicalmente, la
función del síntoma. Hay siempre en el síntoma la indicación que él es cuestión
de saber.
Función del síntoma → delimita el campo de lo analizable, porque implica el saber. El
saber implica la falta.
3 planos de la falta → psicosis, sabe que existe un significado pero en la medida que no esta
seguro de nada; perversión, para quien el deseo se sitúa en la dimensión de un sujeto poseído;
neurosis, la falta aparece ante el hipotético saber del analista.

El empleo fundamental de la fantasía en la neurosis. Lombardi


(camuflajes del síntoma y síntomas actuales. Síntoma incorporado en el yo,
formas neuróticas de fantasía, presentaciones clínicas del objeto a, la
hazaña. Dimensión social del síntoma)

análisis → desintegración, descomposición.


El camino del psa es el que lleva de los síntomas y manifestaciones complejas
de la neurosis a las pulsiones, a las que considera los elementos simples y
últimos que estarían en la base de los síntomas.
La represión impide en las neurosis que esas pulsiones se manifiesten
abiertamente.

Lo que para Freud hace del neurótico un neurótico es que no satisface la pulsión
directamente, ni siquiera cuando todas las condiciones están dadas. El conflicto se
impone sobre la satisfacción directa.
Neurótico → la pulsión divide al sujeto. Es un sujeto inhibido, que no realiza la
acción específica que podría satisfacer la pulsión.
Represión → consiste en que sobre esas pulsiones simples el neurótico “no
sabe”. No sabe, luego no actúa. Las pulsiones sin embargo retornan,
irreconocibles, disfrazadas, bajo la forma de síntomas compuestos.
El trabajo analítico → implica descomposición asociativa de esos síntomas complejos y en
volver conciente los impulsos reprimidos.

Objetivo epistémico del análisis → hacer conciente las mociones pulsionales.


Objetivo del análisis de Freud → saber, superar la represión, para actuar.
Para actuar hay que saber, y para saber, hay que recordar.

Freud se encuentra con un problema → las escenas traumáticas, supuestamente


ocurridas en la infancia, que revelan emergencias accidentales de libido, muchas veces
parecen no ser verdaderas → son fantasías
En el trayecto del análisis que iría de los síntomas a las pulsiones se
interponen las fantasías. En lugar de saber hay una “realidad psíquica” que viene
al lugar de la articulación entre síntoma y pulsión, y encuentra su fundamento en las
fantasías.

El sujeto en análisis no sólo muestra un desconocimiento sorprendente de la


diferencia entre realidad y fantasía, sino que para él más bien coinciden. Si son
cc suelen proporcionarle momentos placenteros. Si son icc son el fundamento
secreto de una realidad de la que no está dispuesto a desprenderse.

Fantasía → no todo en ella es ilusorio, incluye elementos reales. Su función es


ineliminable de la vida del ser hablante, al menos de su vida sexual. Viene a suplir
una carencia fundamental para el hablante: su pulsión sexual no tiene objeto,
y es la fantasía la que le provee uno.
El psa permite constatar que la relación sexual no existe, que el falo en tanto
elemento que podría mediar entre hombre y mujer no existe, que la mujer ella
misma tampoco existe. Estas frases dan cuenta de un real con el que tiene que
lidiar no sólo el psicoanalista, sino también cada sujeto que habla.
Porque el ser habla, entre él y el partenaire se levanta un muro, un muro de
lenguaje, que no permite “entenderse” realmente con el Otro sexo. Porque existe el
muro del lenguaje, no nos entendemos en el plano sexual, y entonces solo podemos
malentendernos.
La fantasía entra en acción porque el icc permite ubicar, en lugar del
partenaire, un objeto que es una parte de sí mismo, una parte del cuerpo,
alrededor de la cual toda la trama de equívocos del icc se organiza.
Objeto a → tiene algo de real. No es un buen objeto, por el contrario es un objeto que
usualmente no se advierte cuando el sujeto mira a través de la ventana o de la
vitrina. No es especularizable, debe estar excluido de la imagen.
Por la fantasía el sujeto se identifica con el efecto a del lenguaje. Sujeto dividido
y objeto a en su fórmula, son efectos del lenguaje en lo real de la estructuración
subjetiva. El efecto ilusorio de la fantasía solo se produce por la operación de
identificación, que la permite el velo mismo.
Angustia → cuando el sujeto advierte el efecto a del lenguaje como separado y se pierde el
efecto ilusorio de la fantasía. La angustia señala la ruptura de identificación con el
objeto a, es un encuentro con el a. Por eso la angustia no es sin objeto. La
angustia es señal de la presencia estructural.
Angustia → posición intermedia entre la fantasía y el acto:
- en la fantasía → el sujeto se identifica inconscientemente con el a
- en la angustia → se encuentra con él como algo que al mismo tiempo se separa de
él y lo despierta en presencia de un deseo en el Otro
- en el acto → el objeto ya intervino como causa del deseo, es una causa que ya no
angustia.

La fantasía permite al neurótico sostener su deseo, pero como inhibido, por


identificación con un objeto a que se define por no satisfacer la demanda. Le
hurta su objeto porque lo propio de la pulsión es la pérdida de objeto.
Es propio del neurótico confundir pulsión y fantasía por sus fórmulas (en vez
del objeto a en la pulsión esta la D)
Cuando la fantasía falta, la función del intervalo fracasa, y reconocemos esa
falta tanto en el síntoma de la psicosis como en ciertos síntomas llamados
psicosomáticos.

El analista puede apoyar su acto en la función de la fantasía, en el empleo


fundamental de la fantasía, ubicándose a sí mismo en el lugar de a.
Terapia analítica → dos etapas de Freud. Primera donde la libido es esforzada a pasar de
los síntomas a la transferencia y concentrada en el analista como objeto (a). La segunda
donde se apunta al desprendimiento, a la separación del analizante de ese objeto.

El neurótico hace equivaler el a con la demanda tal vez para evitar así la
angustia. En la neurosis el síntoma no sólo es expresión de una pulsión reprimida,
sino que además, expresa fantasías, que se distinguen de ella.

Fantasía y fantasma → lo mismo.


Así como la fantasía prolifera, también admite una formulación breve, una cadena
significante, que incluso puede reducirse a “pegan a un niño”.
Freud destaca que la fantasía es algo bien diferente a la pulsión, ya que aún cuando
puede expresarse de manera tan breve, se distingue de ella porque su estructura
tiene varias etapas, capas.
La significación “pegan a un niño” no es socializable, sino que es absoluta, es una
pura significación de deseo.
Pegan a un niño → última fase, que es convocada en el fantasear cotidiano porque suscita una
excitación intensa y placentera, que despierta el deseo y suele propiciar una satisfacción
sexual. Allí el sujeto no aparece, sino como identificado a la mirada. “Probablemente yo
estoy mirando”. Pero en la cadena significante de esta fase, el sujeto está
borrado.
Primera fase → sólo se trata de recuerdos de la infancia, y no ya de fantasías actuales que
suscitan deseo. El niño sigue muchas veces anónimo y no coincide con el fantaseador, pero el
que pega ahora es el padre. “El padre pega al niño”
Segunda fase → intermedia. “Yo soy golpeado por mi padre”. Particularidad de que nunca es
recordada por el sujeto, es una construcción de análisis, decisiva porque restituye al padre en
tanto partenaire de un amor incestuoso. Revela el núcleo estructural del Edipo, el
masoquismo. La fantasía en esta fase consiste en invocar el nombre del padre en vano, por
puro deseo. Se hace en las condiciones de desconocimiento de la represión.

Fantasía → enmarca la realidad psíquica.

Las dos referencias fundamentales del acto, que son la pulsión que él satisface, y el
deseo del Otro que él interesa, requieren que las condiciones del acto no sólo sean
las de un fuera de reconocimiento, sino también la de un afuera de la identificación
de la fantasía.
Psicoanálisis → afrontamiento de la angustia. Es la sensación del sujeto ante el deseo
del Otro cuando ha perdido las coordenadas del reconocimiento, y cuando no logra
tampoco identificarse veladamente al objeto a de la fantasía.

En la neurosis → algo mas penoso que la vergüenza o la angustia eventual que


provoca hablar de la fantasía: hablar del síntoma. Hablar del síntoma en el final
de análisis es hablar de lo insoportable, de lo imposible de asimilar, de lo que no
encuentra en el Otro ni siquiera el eco de deseo o de disgusto que sí encuentra la
fantasía. Por eso no es cierto que el análisis comience por el síntoma y termine
por el fantasma.

Síntoma histérico → se produce por una soldadura entre un síntoma corporal pre-
existente y el significado sexual que le proporcionan una o varias fantasías. El síntoma
adquiere una “significación” por soldadura con la fantasía.

La fantasía no es el síntoma, no es tampoco la pulsión, no es la satisfacción


erótica, pero está “soldada” a cada uno de ellos.
Singular, particular, singular. Lombardi (particularidad del síntoma)
Estructura de una neurosis → enmarañamiento. No solo hay un nudo, sino que está enredado.
Beneficio del análisis → reducir ese nudo en unos pocos cordones que siguen anudados
pero que pueden ser distinguidos unos de otros.

Lacan → los hilos que sostienen nuestra existencia pueden ser reducidos a unos pocos.
- Lo simbólico → Los equívocos en el lenguaje pueden entenderse como la trama
íntima de uno de esos cordones
- Lo real → el cordón imposible de entramar en lo simbólico.
- Lo imaginario → toda estructura lo requiere como consistencia mínima
No alcanza con los tres registros para formar un nudo borromeo → se necesita de alguna
creencia, mito, que ligue → sinthome, síntoma (dolor y goce al mismo tiempo). El síntoma
del anudamiento resulta ser uno.

Valor práctico del psa → no se puede tirar de la soga de lo simbólico tanto como uno
quiera, a nivel asociativo no somos tan libres

Singular y particular → para desenredar la maraña de la neurosis habría que pasar de los
síntomas múltiples al síntoma. Ser un sujeto singular coincide con lo universal,
todo hombre es singular y tiene la virtud de la excepcionalidad. El Otro no
puede reconocerme y si por azar desea algo de mi, no se que es.
Paranoico → ¿Qué quiere el Otro de mi? El Otro quiere gozar de una forma que el sujeto
rechaza, apartándolo de lo social
Neurótico → singularidad no exige mayoritariamente salir del ppio del placer. La f(x) del
padre releva al sujeto de ese lugar, de ese goce de lo que el Otro desea estructuralmente.
Lo que le incomoda es la particularidad de su síntoma → analista → debe buscar
los indicadores y la reacción sintomática a esos indicadores. El síntoma es
algo extraño y el tratamiento analítico tiene como función revelarlo. Por eso
para situarlo no alcanza con la singularidad del caso, se debe pasar además
por enunciados particulares.
Buscar la percepción interna de la tipicidad de su padecimiento a través de la
interpretación

Particularización del síntoma en análisis → ubicación del padecimiento subjetivo →


posibilidad de abordarlo. Se toma al síntoma como aquello de lo que el sujeto
conoce de sí, sin reconocerse en ello. El síntoma es ese punto de opacidad y de
división que constituye y da presencia a un ser irrepresentable para sí y para el
Otro. Es la división instalada en el ser hablante. El análisis da lugar a que se
pueda hacer algo con él, el alivio del dolor ya no depende del Otro. Se singulariza
por su no inscripción en el Otro.
Tres versiones de la angustia. Lombardi (modalidades actuales de
angustia; el valor de “señal” de la angustia. Afectación de un cuerpo y lesión
de un órgano, efecto psicosomático)
Angustia → sensación del ser hablante ante algo, un llamado oscuro de lo real
frente al cual aún no se decide a intervenir. Le concierne en un punto que no
reconoce y en donde tiene la posibilidad de elegir (opciones). Su relación con el acto
está en juego → hacia él lo convoca la señal de angustia
Neurótico → experimenta esa angustia en relación con el acto como angustia de
castración sintomatizada, que requiere elaboración. El psa propone elaborar
esa angustia bajo la forma del síntoma, bajo la forma dividida a diferencia del
acto que propone una entereza.

Freud → La neurosis de angustia se produce cuando la angustia no encuentra


derivación psíquica. Al faltar toda preparación subjetiva, el paciente lo ve como
angustia automática, sin tramitación. No tiene objeto ni significación alguna. Ni
siquiera sabe de forma inconsciente por qué se angustia, la génesis. La causa
específica de la neurosis de angustia es para Freud un mal hábito sexual.
El núcleo de estas neurosis es el apronte angustiado que no deriva ni hacia la
elaboración psíquica ni hacia un acto más plenamente satisfactorio. Aquí es donde
la angustia señala la oportunidad de la acción, la puerta del acto.
Es neurosis “actual” ya que basa su etiopatogenia en un trauma previo y desconoce
sus antecedentes. Es una angustia desprendida de sus referencias inconscientes.
En esa versión automática, el angustiado no participa en cuanto ser que puede
elegir, entonces, no hay nada que elaborar.

Lacan → La angustia aunque es displacentera, es una señal, no engaña, ofrece


certeza. Actuar es arrancar a la angustia su certeza

No hay acto verdadero que no implique el pasaje por el momento precedente de la


angustia. La angustia es la apertura de la conexión causal del ser hablante y
corpóreo con el Otro en su deseo

Otra lectura de la angustia → La entiende como la sensación específica del ser ante
coordenadas en las que su acción es requerida. El ser hablante es convocado a
un cambio de posición, un llamado a su intervención que consiste en elegir en
perder algo para ganar algo. Esta lectura reconoce al angustiado una posibilidad
de respuesta distinta del pánico y la conducta de huida, representa una
apertura que singulariza al convocar a una elección. La angustia, afecto de lo
real, señala que el sujeto puede a partir de esa brújula hacer de tripas corazón para
hacerse causa de un deseo en el Otro.
La angustia no está completamente desprovista de sentido, es displacer
corporal que señala un real. Entonces podría tener un valor ético, de orientación
para la acción. Sin embargo el neurótico no sabe, no puede o no quiere servirse
de esa brújula. La angustia indica una posibilidad de elegir, pero el neurótico
considera a la contingencia como una elección forzada, por lo que la evita mientras
puede.
En neurosis → la angustia es reemplazada por una suerte equivalente, el síntoma, que
obstaculiza el pase electivo al acto. Es mediante el análisis, autorizado por el acto del
analista, que se reemplaza el umbral de la angustia. El síntoma implica división en
lugar de opción, la división del sujeto reemplaza la elección. El síntoma permite
un pasaje de lo simbólico a lo real.
Lacan → separa la angustia de la castración. Los toma como dos conceptos
separados.
Posible resumen → Se trata de analizar la identificación del sujeto al falo, el objeto de una
pulsión inexistente, la pulsión genital, para restituir la angustia a sus fuentes pulsionales que
sí existen y que, a falta de objeto, se satisfacen en la reducción del ser al ser causa de deseo
Psicoanálisis → es una suerte de preacto, como la angustia. El psa es una
angustia subjetivada que se elabora mediante sus equivalentes indecisos. El
analista acompañó al analizante hasta esa segunda puerta, que en realidad es la
primera, que es el acto a secas, y ahora es su turno

Unidad 3
Sobre la dinámica de la transferencia. Freud (transferencia, resistencia
operativa; al paciente no se le ocurre nada)
Transferencia → se produce necesariamente en una cora psa y alcanza su consabido papel
durante el tratamiento
Clisé → El resultado de las disposiciones innatas de todo ser humano que
recibe en su infancia, que generan que se adquiera una especificidad
determinada para el ejercicio en su vida amorosa. Se repite de manera regular
en la trayectoria de la vida. Sólo un sector de esas mociones determinantes de
la vida amorosa ha recorrido el pleno desarrollo psi. Ese sector está vuelto
hacia la realidad objetiva y constituye una pieza de ella.

Es del todo normal que la investidura libidinal aprontada en la expectativa de


alguien que está parcialmente insatisfecho se vuelva hacia el médico. Esa
investidura insertará al médico en una de las series psíquicas que el paciente ha
formado hasta ese momento. Responde a los vínculos reales con el médico que
para semejante seriación se vuelva decisiva la imago paterna. La transferencia no
está atada a este modelo, también puede producirse bajo la imago materna o de un
hermano varón.

Enigma → por qué en el análisis la transferencia aparece como la más fuerte


resistencia al tratamiento y la mayor palanca del éxito. Rta: la transferencia
sobre el médico solo resulta apropiada como resistencia dentro de la cura
cuando es una transferencia negativa, o una positiva de emociones eróticas
reprimidas. Cuando nosotros cancelamos la transferencia haciendola consciente,
solo hacemos desasirse de la persona del médico esos dos componentes del acto
del sentimiento; en cuanto al otro componente susceptible de conciencia y no
chocante subsiste y es en el psicoanálisis, al igual que en los otros métodos del
tratamiento, el portador del éxito.

Instalación de neurosis de transferencia


No puede pensarse en la transferencia como resistencia si no se tiene en
cuenta que hay una transferencia positiva, sentimientos tiernos (cc o icc) y
una negativa, hostiles.

Recordar, repetir, reelaborar. Freud (repetición; lo conservador del síntoma


histérico frente a la variabilidad de fantasía histéricas; tabú de contacto
asociativo de neurosis obsesiva)

Nueva modalidad de división del trabajo → el médico pone al descubierto las resistencias
desconocidas para el enfermo. Dominadas ellas, el paciente narra con toda facilidad las
situaciones y los nexos olvidados.
En términos descriptivos → llenar las lagunas del recuerdo
En términos dinámico → vencer las resistencias de la represión

El olvido de impresiones, escenas, vivencias, se reduce las más de las veces a un


bloqueo de ellas. Cuando el paciente se refiere a este olvido rara vez omite
agregar: “en verdad lo he sabido siempre, sólo que no se me pasaba por la cabeza”
Los grupos de procesos psíquicos que como actos puramente internos uno puede
oponer a las impresiones y vivencias (fantasías, mociones de sentimiento, nexos)
deben ser considerados separadamente en su relación con el olvidar y el recordar.

Para un tipo particular de importantisimas vivencias, la mayoría de las veces es


imposible despertar un recuerdo. Se llega a tomar noticia de ella a través de sueños,
y los más probatorios motivos extraídos de la ensambladura de la neurosis lo
fuerzan a uno a creer en ellas.

Podemos decir que el analizado no recuerda, en general, nada de lo olvidado y


reprimido, sino que lo actúa. No lo reproduce como recuerdo, sino como
acción; lo repite, sin saber que lo hace.
La cura se empieza con estas repeticiones. La transferencia misma es sólo
una pieza de repetición, y la repetición es la transferencia del pasado
olvidado; pero no sólo sobre el médico, también sobre todos los otros
ámbitos. Por eso tenemos que estar preparados para que el analizado se entregue
a la compulsión de repetir, que le sustituye ahora al impulso de recordar, no
sólo en la relación personal con el médico, sino en todas las otras actividades y
vínculos simultáneos de su vida.
Tampoco es difícil discernir la participación de la resistencia. Mientras mayor sea,
tanto más será sustituido el recordar por el actuar.

El analizado repite todo cuanto desde las fuentes de su reprimido ya se ha abierto paso hasta
su ser manifiesto → sus inhibiciones y actitudes inviables, sus rasgos patológicos de carácter.
Y además, durante el tratamiento repite todos sus síntomas.

La introducción del tratamiento conlleva que el enfermo cambie su actitud conciente


frente a la enfermedad. Es preciso que el paciente cobre el coraje de ocupar su
atención en los fenómenos de su enfermedad.

El principal recurso para domeñar la compulsión de repetición del paciente, y


transformarla en un motivo para el recordar, reside en el manejo de la
transferencia.
La transferencia crea un reino intermedio entre la enfermedad y la vida. De las
reacciones de repetición, que se muestran en la transferencia, los caminos
consabidos llevan luego al despertar de los recuerdos, que, vencidas las
resistencias, sobrevienen con facilidad.

Es preciso dar tiempo al enfermo para enfrascarse en la resistencia, no


consabida para él; para reelaborarla, vencerla prosiguiendo el trabajo en desafío a
ella y obedeciendo la regla analítica fundamental. Solo en el apogeo de la
resistencia descubre uno, dentro del tratamiento común del analizado, las
mociones pulsionales reprimidas que la alimentan y de cuya existencia y
poder el paciente se convence en virtud de tal vivencia.

Los vasallajes del yo. (Cap 5 de El Yo y el Ello). Freud (valor del


agravamiento del síntoma en la cura: manifestaciones más resueltas del
síntoma; que interrogan la equivocación del SSS; y reacción terapéutica
negativa)
El yo se forma en buena parte desde identificaciones que toman el relevo de
investiduras del ello, resignadas.
El superyó debe su posición particular dentro del yo o respecto de él a un factor que se ha de
apreciar desde dos lados → el primero, la identificación inicial, cuando el yo todavía es
endeble; y el segundo, es el heredero del complejo de Edipo. Conserva durante toda la vida su
carácter de origen: la facultad de contraponerse al yo y dominarlo.
El yo se somete al imperativo categórico de su superyó.
El superyó mantiene duradera afinidad con el ello, y puede subrogarlo frente al yo.

Personas que se comportan de manera extraña en el trabajo analítico → reacción


terapéutica negativa: empeoran en el curso del tratamiento en vez de mejorar. No
prevalece la voluntad de curación, sino la necesidad de estar enfermas.
Es la inaccesibilidad narcisista, la actitud negativa frente al médico y el aferramiento
a la ganancia de la enfermedad. Es un retroceso a una posición libidinal anterior.
Se trata de un factor por así decir “moral”, de un sentimiento de culpa que halla su
satisfacción (refugio) en la enfermedad y no quiere renunciar al castigo del padecer.
Es mudo para el enfermo; él no se siente culpable, sino enfermo. Solo se
exterioriza en una resistencia a la curación. Resulta particularmente trabajoso
convencer al enfermo de que ese es un motivo de su persistencia en la enfermedad.
El dirá que la cura analítica no es el medio correcto para sanarlo.

El sentimiento de culpa normal, conciente, no ofrece dificultades a la


interpretación, descansa en la tensión entre el yo y el ideal del yo. En dos
afecciones familiares (neurosis obsesiva y melancolía) el sentimiento de culpa es
conciente de manera hipertensa. El ideal del yo muestra una particular severidad, y
se abate sobre el yo con una furia cruel.

Neurosis obsesiva → sentimiento de culpa es hiperexpreso, pero no puede justificarse ante


el yo. Por eso el yo del enfermo se revuelve contra la imputación de culpabilidad, y demanda
al médico le ratifique su desautorización de esos sentimientos. Puede descubrirse que los
impulsos reprimidos son el fundamento de este sentimiento. El superyó ha sabido más que el
yo acerca del ello icc. Se trataba de mociones repelentes que permanecían fuera del yo.
Prevalecen los fenómenos de formación reactiva.

Melancolía→ más fuerte la impresión de que el superyó ha arrastrado hacia sí a la cc. El yo


no interpone ningún veto, se confiesa culpable y se somete al castigo. El objeto, a quien se
dirige la cólera del superyó, ha sido acogido en el yo por identificación.

Principal problema → sentimiento de culpa inconsciente. Ocurre esencialmente


en la histeria y en estados de ese tipo. El yo histérico se defiende de la percepción
penosa con que lo amenaza la crítica de su superyó de la misma manera como se
defendería de una investidura de objeto insoportable: mediante un acto de
represión.
Se debe al yo que el sentimiento de culpa permanezca icc. El yo consigue sólo
mantener lejos el material al que se refiere este sentimiento de culpa.
Gran parte del sentimiento de culpa tiene que ser normalmente icc, porque la
génesis de la conciencia moral se enlaza de manera íntima con el complejo de
Edipo, que pertenece al icc.
Un incremento de este sentimiento de culpa icc puede convertir al ser humano en un
delincuente. El superyó da prueba de su independencia del yo conciente y sus
íntimos vínculos con el ello icc.

Melancolía → superyó hiperintenso, que ha arrastrado hacia sí a la conciencia, se abate con


furia inmisericorde sobre el yo, como si se hubiera apoderado de todo el sadismo disponible
en el individuo. Sadismo → el componente destructivo se ha depositado en el superyó y se ha
vuelto hacia el yo. Lo que ahora gobierna al superyó es un cultivo puro de la pulsión de
muerte.

Neurosis obsesiva → en determinadas formas los reproches de cc moral son igualmente


penosos y martirizadores, pero aquí la situación es menos transparente. Nunca llega a darse
muerte, es como inmune al peligro del suicidio. Es la conservación del objeto lo que
garantiza la seguridad del yo.
Se genera una regresión a la organización pregenital que hace posible que los
impulsos de amor se traspongan en impulsos de agresión hacia el objeto. Así la
pulsión de destrucción queda liberada y quiere aniquilar al objeto, pero el yo no
acoge estas tendencias y se vuelve contra ellas con formaciones reactivas que
permanecen en el ello. El superyó se comporta como si el yo fuera responsable y
nos muestra que no se trata de una apariencia provocada por la regresión, sino de
una efectiva sustitución de amor por odio. El yo se defiende en vano de la
insinuaciones del ello asesino y de los reproches de la cc moral castigadora. Solo
consigue inhibir las acciones más groseras de ambos.

Peligrosas pulsiones de muerte → tratadas de tres maneras en el individuo: se las torna


inofensivas; se desvían hacia afuera como agresión; y prosiguen su trabajo sin ser
obstaculizadas.

Limitación de las pulsiones → el ello es totalmente amoral; el yo se empeña por ser moral,
y el superyó puede ser hipermoral.
El ser humano mientras más limita su agresión hacia afuera, tanto más severo se
torna en su ideal del yo. Es como un descentramiento (desplazamiento) hacia el yo
propio.

Sublimación → identificación con el arquetipo paterno mediante el cual se engendra el


superyó. Tras esta, el componente erótico ya no tiene mas fuerza para ligar toda la
destrucción aleada con él, y esta se libera como inclinación de agresión y destrucción.

Neurosis obsesiva → la desmezcla del amor en agresión no se ha producido por una


operación del yo, sino que es la consecuencia de una regresión consumada en el ello.

El yo se enriquece a raíz de todas las experiencias de vida que le vienen de afuera;


pero el ello es su otro mundo exterior, que él procura someter. Con ayuda del
superyó se nutre de una manera todavía oscura para nosotros.
Dos caminos por los que el contenido del ello penetra al yo → uno es el directo y el otro pasa
a través del ideal del yo.

Psa → instrumento destinado a posibilitar al yo la conquista progresiva del ello.


Peligros que sufre el yo → de parte del mundo exterior; de la libido del ello; y de la severidad
del superyó. Tres variedades de angustia corresponden a estos tres, ya que la angustia es la
expresión de una retirada frente al peligro.
El yo → genuino almácigo de la angustia. Desarrolla el reflejo de huida retirando su
propia investidura de la percepción amenazadora, o del proceso del ello estimado
amenazador, y emitiendo aquella como angustia.
Obedece a la puesta en guardia del ppio del placer.

Separar la angustia de muerte de la angustia de objeto (realista) y de la libidinal


neurótica.
Unico mecanismo posible de la angustia de muerte → sería que el yo diera de baja en
gran medida su investidura libidinal narcisista, y por tanto se resignase a sí mismo tal como
suele hacerlo en caso de angustia otro objeto. Noticia de la emergencia de la angustia de
muerte → como reacción frente a un peligro exterior y como proceso interno.

Melancolía → en su angustia de muerte el yo se resigna a sí mismo porque se siente odiado


y perseguido por el superyó, en vez de sentirse amado. Vivir tiene para el yo el mismo
significado que ser amado, por el superyó.
La angustia de muerte puede ser concebida como la angustia de cc moral, como un
procesamiento de la angustia de castración.

Clase → Sentimiento icc de culpa:


- neurosis obsesiva → culpable no de lo que hizo sino de lo que deseó
- histeria → reproche que tras él hay un autorreproche
- paranoia → inocencia, el mundo le hace a él
- melancolía → delirio de insignificancia, de indignidad. Es culpable de todo.

De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis.


Cap. 1. Lacan (transferencia en psicosis; analizante psicótico; distinción
entre disociativo y división subjetiva)
Clase → frente a la psicosis no hay que retroceder. La RF no es una coordenada a aplicar
porque descansa en la suposición del saber, y en la psicosis no se genera esta transferencia
del sujeto del saber.
Hay que ser secretario del alienado, alojar algo de su propia realidad. No pensar a la
psicosis del lado del déficit sino como una modalidad subjetiva distinta.

Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la


escuela. Lacan (suposición de un sujeto al saber cc; el analista paga con su
persona es “otro significante”, o semblante de objeto a)
El psicoanalista no se autoriza sino a sí mismo. No excluye que la Escuela garantice
que un psicoanalista dependa de su formación.
Lacan intenta diferenciar la formación del psicoanalista de la burocracia de las
Sociedades analíticas, las cuales Freud sostuvo en función de evitar la extinción de
la experiencia.

Al comienzo del psa está la transferencia. Constituye una objeción a la


intersubjetividad, que implica el uso de la palabra (alcance).
Sujeto supuesto saber → pivote desde donde se articula todo lo que tiene que ver con la
transferencia. ¿Sujeto supuesto por quién si no por otro sujeto?
Un sujeto no supone nada, es supuesto, por el significante que lo representa
para otro significante
Formula → primera línea sgte S de la transferencia (de un sujeto), articulado a un sgte
cualquiera (Sq). Debajo de la barra: sujeto que resulta de la suposición (s), y en el
paréntesis el saber de los sgtes en el icc

Psa → situación convenida entre dos partenaires: psicoanalizante y psicoanalista. No se


puede desarrollar sin el sujeto supuesto saber, desprendido del psicoanalizante. Hay que
ver qué del psicoanalista hace que vaya a parar a ese lugar. Él no sabe nada de ese saber
supuesto, por esto no es real.
El sgte cualquiera justamente es cualquiera porque depende del caso por caso.
Lo no sabido se ordena como del marco del saber.

Amor de transferencia → ama al saber, no al Otro.

El deseo del psicoanalista es su enunciación.

Fin de análisis → término de la relación de transferencia, cuando el resto, el


cual determinaba su división, lo hace caer de su fantasma y lo destituye como
sujeto. Se pasa de psicoanalizante a psicoanalista.
El sgte cualquiera por regresión resignifica al sgte de la transferencia.
El analista se reduce al Sq. Deviene saber supuesto cuando rechaza su
fantasma.

Final de análisis → ingenuidad. ¿Es garantía para el paso al deseo de ser psicoanalista?
Adulto (clase) → puede demandar un análisis a partir de un síntoma.
Clase → Para Lacan no hay análisis sin división del sujeto. La destitución subjetiva es un
modo de entender el acto analítico y es el pase de analizante a analista.
Cada intervención del analista es un acto analítico. El analista se posiciona como
objeto para ubicarse como causa del analizante y que este emerja como sujeto.

Unidad 4
Addenda. Inhibición, síntoma y angustia. Freud (del trauma a la certeza
de la angustia; noción de apronte angustiado; el acto toma de la angustia su
certeza)
Modificación de opiniones anteriores
a. Resistencia y contrainvestidura:
Represión → no consiste en un proceso que se cumpla de una vez, sino que reclama
un gasto permanente. Si este faltara, la moción reprimida retomaría el mismo camino
que fue esforzada a desalojar.
La naturaleza continuada de la pulsión exige al yo asegurar su acción
defensiva mediante un gasto permanente. Esta acción en resguardo de la
represión → resistencia. Presupone la contrainvestidura.

Contrainvestidura → en neurosis obsesiva: alteración del yo como formación


reactiva en el interior de este. Son exageraciones de rasgos de caracter
normales.
En histeria, más difícil de pesquisar. Es inequívoca también la presencia de
alteración del yo por formación reactiva. En la histeria el odio hacia una
persona amada es sofrenado por una hiperternura hacia ella y un desmedido
temor por su suerte. Sus formaciones reactivas no muestran la naturaleza
general de rasgos de caracter, sino que se limitan a relaciones muy
especiales.
Otra clase de contrainvestidura en la histeria: la moción pulsional puede ser
activada (de nuevo investida) desde dos lados: desde adentro por un refuerzo
de la pulsión, y desde afuera. La contrainvestidura histérica se dirige
preferentemente hacia afuera contra una percepción peligrosa.

La defensa contra la percepción peligrosa es una tarea universal de las


neurosis.

La resistencia que debemos superar en análisis es operada por el yo,


que se afirma en sus contrainvestiduras. Hacemos conciente la resistencia
toda vez que ella misma es icc a tapiz de su nexo con lo reprimido.
Tras cancelar la resistencia yoica, es preciso superar todavía el poder de la
compulsión de repetición, la atracción de los arquetipos icc sobre el proceso
pulsional reprimido. Y nada habría que objetar si se quisiese designar ese
factor como resistencia de lo icc. Son las que nos topamos en el análisis.
Clases de resistencias: del yo → resistencia de represión; de transferencia,
que en análisis crea fenómenos diversos ya que consigue establecer vínculo
con la situación analítica; y la que parte de la ganancia de enfermedad, que
se basa en la integración del sintoma en el yo. Del ello → responsable de la
necesidad de reelaboración. Del superyó → la más oscura pero no siempre la
más débil, y parece brotar de la cc de culpa o necesidad de castigo; se opone
a todo éxito y por ende a toda curación.
b. Angustia por trasmudación de libido.
Antes → angustia como reacción general del yo bajo las condiciones del
displacer. Y surgió un vínculo estrecho entre angustia y libido.
El veto a esta concepción partió de la tendencia a hacer del yo el único
almácigo de la angustia.
Nueva concepción → debe ser el yo el responsable de esa angustia. Por
lo tanto: angustia yoica o angustia pulsional (del ello). También se aflojó
el nexo íntimo entre angustia y libido.
Se remonta de la reacción de angustia a la situación de peligro que
estaba tras ella.
Dos modalidades al origen de la angustia en la vida posterior → una involuntaria,
automática, cuando se había producido una situación de peligro análoga a la del
nacimiento; y la otra generada por el yo cuando una situación así amenazaba
solamente, y a fin de movilizar su evitación

c. Represión y defensa
Proceso defensivo en su momento se sustituyó por represión.
Defensa → designación general de todas las técnicas de que el yo se vale en
sus conflictos que eventualmente llevan a la neurosis
Represión → nombre de uno de los métodos de defensa en particular

Proceso mediante el cual la neurosis obsesiva elimina una exigencia


pulsional no puede ser el mismo que en la histeria.
Neurosis obsesiva → se llega bajo el influjo de la revuelta del yo a la meta de una
regresión de las mociones pulsionales a una fase anterior de la libido, que opera en el
mismo sentido que la represión.

Complemento sobre la angustia


Angustia → inequívoco vínculo con la expectativa: es angustia ante algo. Tiene un
carácter de indeterminación y ausencia de objeto.
¿por qué no todas las reacciones de angustia son neuróticas, por qué admitimos a
tantas de ellas como normales?

Angustia realista → se siente frente a un peligro realista, del cual tomamos noticia
Angustia neurótica → es ante un peligro del que no tenemos noticia. Un peligro
pulsional.
Tan pronto como llevamos a la cc al peligro desconocido para el yo, borramos la
diferencia entre realista y neurótica.
Dos reacciones ante el peligro realista → la afectiva, el estallido de angustia; y la acción
protectora.
Hay casos que presentan contaminados los caracteres de la angustia realista y la
neurótica. El peligro es notorio y real pero la angustia ante él es desmedida. En esta
“plus” es que se delata el elemento neurótico.
El análisis muestra que al peligro realista notorio se anuda un peligro pulsional no
discernido.

Situación traumática → situación de desvalimiento vivenciada. Se diferencia de la


situación de peligro. Esta última es aquella en que se contiene la condición de la
expectativa, en ella se da la señal de angustia.
Resumen → yo tengo la expectativa de que se produzca una situación de
desvalimiento, o la situación presente me recuerda a una de las vivencias
traumáticas que antes experimenté. Por eso anticipo ese trauma, quiero
comportarme como si ya estuviera ahí, mientras es todavía tiempo de extrañarse de
él.

Angustia → es por una parte, expectativa del trauma; y por otra, una repetición
amenguada de él.

La situación de peligro es la situación de desvalimiento discernida, recordada,


esperada. La angustia es la reacción originaria frente al desvalimiento en el
trauma, que más tarde es reproducida como señal de socorro en la situación de
peligro. El yo, que ha vivenciado pasivamente el trauma, repite ahora de manera
activa una reproducción morigerada de este, con la esperanza de poder guiar de
manera autónoma el decurso.

Diferencia de los dos peligros → el realista amenaza desde un objeto externo; y el


neurótico desde una exigencia pulsional.
La apariencia de un vínculo íntimo entre angustia y neurosis se reconduce al hecho
de que el yo se defiende con auxilio de la reacción de angustia del peligro
pulsional del mismo modo que del peligro realista. Pero esta orientación de la
actividad defensiva desemboca en la neurosis a consecuencia de una
imperfección del aparato anímico.

En el nexo con la situación traumática, frente a la cual uno está desvalido, coinciden
peligro externo e interno, peligro realista y exigencia pulsional.

Angustia, dolor y duelo.


Deberíamos decir que la angustia nace como reacción frente al peligro de la pérdida
de objeto. Pero, ya sabemos que una reacción así es el duelo. También en el duelo
aparece su carácter particularmente doliente. Entonces ¿cuándo la separación del
objeto provoca angustia, cuándo duelo y cuándo quizás sólo dolor?
Punto de partida → lactante que avista a una persona extraña. Se angustia ante la pérdida
del objeto. No ofrece duda alguna pero la expresión del rostro y la reacción del llanto
hacen suponer que también siente dolor.
La situación en la que echa de menos a su madre es para él, a consecuencia de su
malentendida, no una situación de peligro, sino una traumática. Se muda en
situación de peligro cuando esa necesidad no es actual.
La primera condición de angustia que el yo mismo introduce es la de la pérdida de
percepción, que se equipara a la del objeto.

El dolor es la genuina reacción frente a la pérdida del objeto; la angustia lo es


frente al peligro que esa pérdida conlleva, y en ulterior desplazamiento, al
peligro de la pérdida misma del objeto.
A raíz del dolor corporal se genera una investidura elevada, narcisista, del lugar
doliente del cuerpo. Esa aumenta cada vez más, y ejerce sobre el yo un efecto de
vaciamiento.
El paso del dolor corporal al anímico corresponde a la mudanza de investidura
narcisista en la investidura de objeto.

Otra reacción de sentimiento frente a la pérdida del objeto → el duelo. Se genera


bajo el influjo del exámen de realidad, que exige categóricamente separarse
del objeto porque él ya no existe más.
El carácter doliente de esta separación armoniza con la explicación de que la
elevada e incumplible investidura de añoranza del objeto en el curso de la
reproducción de las situaciones en que debe ser desasida la ligazón con el objeto.

La dirección de la cura y los principios de su poder. Cap 4. Lacan (de la


pasión del sgte al decir como acto; angustia como previa al acto; el síntoma
reemplaza al acto por un decir que se contradice)

Carencia del sujeto → corazón de la experiencia analítica, campo donde se despliega la


pasión del neurótico.
El neurótico → quiere justificar su existencia y distinguir la relación con el Otro en que el ser
encuentra su estatuto

Definido el final de análisis por la identificación del sujeto con el analista. La opinión
varía según se trate del yo o del superyó. No se domina tan fácilmente la estructura
que Freud desbrozó en el sujeto si falla la distinción entre lo simbólico, lo imaginario
y lo real.

Los objetos parciales o no son significantes. El sujeto ES esos objetos, según el


lugar donde funcionan en su fantasía fundamental.
Es en la relación con el donde el analista debe tomar su nivel operatorio.
Los más grandiosos éxitos no implican que se sepa adónde se va. Vale más
no comprender para pensar.

Oblatividad → es una fantasía de obsesivo, por sí misma incomprendida: todo para el


otro, mi semejante, se profiere en ella, sin reconocer la angustia que el Otro inspira
por no ser un semejante.

La oferta que se crea con la demanda es radical. El analista toma el relevo de


la demanda.
La regresión no muestra otra cosa que el retorno al presente de significantes
usuales en demandas para las cuales hay prescripción.

Si el amor es dar lo que no se tiene, el sujeto puede esperar que se le de, puesto
que el psicoanalista no tiene otra cosa que darle. Pero incluso esa nada, no se la
da.
Transferencia primaria → estado de sobra. No impedirá soñar y reproducir su demanda, que
por ser vacía no será por ello sino más pura.
El analista da su presencia, que no es sino la implicación de su acción de escuchar,
que es la condición de la palabra.
Así el analista es aquel que la demanda, no como suele decirse para frustrar al
sujeto, sino para que reaparezcan los significantes en que su frustración está
retenida.

En la más antigua demanda es donde se produce la identificación primaria, que se


opera por el poder absoluto materno, que no sólo suspende del aparato significante
la satisfacción de las necesidades, sino que las fragmenta.

El superyó no es la fuente de la realidad sino que traza sus caminos.

Identificación con el analista → es la identificación con los significantes. A medida que


se desarrolla un análisis, el analista tiene que vérselas con todas las articulaciones
de la demanda del sujeto. No debe responder ante ella sino de la posición de la
transferencia.
No hay más salida para la neurosis de transferencia que la de hacer sentarse
al enfermo para mostrarle por la ventana los aspectos risueños de la
naturaleza.

Clase → conviene que el analista se ubique por la falta en ser. Esta falta es
estructural y se intenta taparla.
Dos vías de curación para sobrellevar la falta → identificación: significante tomado del
otro (“soy”); y objetos parciales: articulados a sgtes.
La demanda de amor no es a cualquier cosa. No hay que satisfacerla, solo
escucharla. El silencio ya es respuesta. Aparece no en función de frustrar sino para
alojar el decir del paciente, para dejar vacante el lugar del deseo.
La demanda no es de un objeto, sino que el hecho de demandar instituye al
Otro a quien se dirige la demanda (punto 9). Cómo se responde sin satisfacerla
implica la presencia del analista, la implicación de su acción de escuchar que no es
sino condición de la palabra.

Seminario 10. Cap VI. Lacan


Hay una estructura de la angustia. Ésta está enmarcada.
A veces sucede que se ve aparecer en sueños, y de un modo no ambiguo, una
forma pura, esquemática, del fantasma. Es el fantasma puro develado de su
estructura. Se trata de la relación del fantasma con lo real. Este está enmarcado.

El campo de la angustia refiere a la relación de la escena con el mundo. Es


aquello que no puede decirse.
No hay ninguna necesidad de la espera, el marco siempre está ahí. Pero la angustia
es otra cosa.
Es falso decir que la angustia carece de objeto.
El significante engendra un mundo, el mundo del sujeto que habla, cuya
característica esencial es que en él es posible engañar.
La angustia es este corte, sin el cual la presencia del sgte es impensable. Es
este corte que se abre y deja aparecer lo inesperado.
A partir de la angustia se puede tomar cualquier orientación. Su verdadera
sustancia es lo que no engaña, lo fuera de duda. La angustia no es la duda, es
la causa de la duda.
Dimensión en la que tenemos que buscar la verdadera función es en la dirección de
la apertura de la angustia. La duda, los esfuerzos que invierte, todo ello no es sino
para combatir la angustia, y precisamente mediante engaños. Se trata de evitar lo
que en la angustia es certeza horrible.

Toda actividad humana se desarrolla en la certeza, o engendra la certeza.


Es quizás de la angustia de donde la acción toma prestada su certeza. Actuar es
arrancarle a la angustia su certeza, es operar una transferencia de angustia.

El significante como posibilidad de engaño no es vano.


Dominar el fenómeno mediante el pensamiento consiste siempre en mostrar cómo
se puede hacer de un modo engañoso, implica poder producirlo, o sea, hacer de él
un significante.
El falo es significante.

Comprender es siempre adentrarse dando tumbos en el malentendido.

Clase → la angustia como señal es lo que no engaña. Lo que engaña deriva


significante.
Actuar es arrancarle a la angustia su certeza, es ubicar el signo del deseo. El
acto no es sin angustia.
La estructura de la angustia es la del fantasma, y también la de la defensa.
La angustia surge cuando un mecanismo hace aparecer algo en el lugar de la
castración, que viene a colmar el lugar que debería estar vacío.
El objeto a es también el objeto pulsional, el objeto perdido freudiano. Es el
resto en el punto de división del sujeto y el Otro, no es sgte.

Modos de tratamiento de la angustia → en Freud la inhibición y el síntoma; y en Lacan,


el acting out y el pasaje al acto.

Unidad 5
La negación. Freud (conocimiento y saber; realidad como sumatoria de
prejuicios; fantasía como marco de la realidad, donde el objeto no se
encuentra; gasto de energía, fijación e inhibición que conlleva)
“Ahora usted pensará que quiero decir algo ofensivo, pero no tengo ese propósito” → es el
rechazo por proyección de una ocurrencia que acaba de aflorar.
Al decir “mi madre no es”, nosotros rectificamos: entonces es su madre. Nos
tomamos la libertad de prescindir de la negación y extraer el contenido puro
de la ocurrencia.

Un contenido de representación o de pensamiento reprimido puede irrumpir


en la cc a condición de que se deje negar. Negación → modo de tomar noticia de lo
reprimido. Es una cancelación de la represión, aunque no una aceptación de lo
reprimido.
La función intelectual se separa del proceso afectivo.
Negar algo en el juicio quiere decir, en el fondo, “eso es algo que yo preferiría
reprimir”. Por medio del símbolo de la negación, el pensar se libera de las
restricciones de la represión y se enriquece con contenidos indispensables para su
operación.
La función del juicio → dos decisiones: atribuir o desatribuir una propiedad a una
cosa, y debe admitir o impugnar la existencia de una representación de
realidad. El yo-placer originario quiere introyectarse todo lo bueno, arrojar de sí todo
lo malo. La segunda decisión recae sobre la existencia real de una cosa del
mundo representada, es un interés del yo-realidad definitivo, desde el yo-
placer inicial. Ya no se trata de si algo percibido debe ser acogido o no en el
interior del yo, sino de si algo presente como representación dentro del yo puede ser
reencontrado también con la percepción.

Todas las representaciones provienen de percepciones, son recepciones de estas.


La oposición entre objetivo y subjetivo solo se establece porque el pensar posee la
capacidad de volver a hacer presente. Lo no real, lo subjetivo, es solo interior; y lo
real, lo otro, está presente desde afuera.
El fin primero y más inmediato del examen de realidad es reencontrarlo,
convencerse de que todavía está ahí,
Discernimos una condición para que se instituya el examen de realidad → tienen que haberse
perdido objetos que antaño procuraron una satisfacción objetiva.

El juzgar → acción intelectual que elige la acción motriz, que pone fin a la dilación que
significa el pensamiento mismo, y conduce del pensar al actuar.
Es el ulterior desarrollo de la inclusión dentro del yo o la expulsión de él, que
originariamente se rigieron por el ppio del placer.

El gusto de negarlo todo debe comprender probablemente como indicio de la


desmezcla de pulsiones por débito de los componentes libidinosos.
La operación de la función del juicio se posibilita únicamente por la vía de que
a creación del símbolo de la negación haya permitido al pensar un primer
grado de independencia respecto de las consecuencias de la represión, y, por
lo tanto, de la compulsión del principio de placer.

No hay mejor prueba de que se ha logrado descubrir lo icc que “no me parece”, o
“no se me ha pasado por la cabeza”.

La responsabilidad moral por el contenido de los sueños. En Algunas


notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto.
Freud (sentimiento icc de culpa como indicador clínico, su relación con el
deseo; de la culpabilidad a la responsabilidad, y de la angustia de castración
al apronte para la acción; la clínica freudiana del juicio)
El contenido manifiesto es una apariencia falsa, una fachada. Cuando se habla
del contenido del sueño, no puede mentarse otra cosa que el contenido de los
pensamientos pcc y el de la moción de deseo reprimida, descubierto tras la
fachada por el trabajo de interpretación.
Los pensamientos oníricos latentes tienen que soportar una censura rigurosa antes
que se les permita ser acogidos en el contenido manifiesto.
El contenido chocante de los sueños tiene como portadora a la excitación
sexual que alcanzó su punto álgido mientras se dormía. La mayoría de los
sueños se revelan, después de que uno deshizo las desfiguraciones de la censura,
como cumplimiento de mociones de deseo inmorales.
¿Debemos asumir la responsabilidad por el contenido de nuestros sueños?
Uno debe considerarse responsable por sus mociones oníricas malas. El
contenido del sueño es parte del ser soñante.
Se puede llegar a averiguar que eso desmentido en esa persona no solo “está” en
ella, sino que en ocasiones también “produce efectos” desde ella. Es verdad que en
el sentido metapsicológico esto reprimido malo no pertenece al yo, sino a un ello
que se asienta en el yo.
El narcisismo ético del ser humano debería contentarse con saber que en la
desfiguración onírica, en los sueños de angustia y de punición, tiene documentos
tan claros de su ser moral como los que la interpretación de los sueños le
proporciona acerca de la existencia e intensidad de su ser malo.
Ante un sueño, el soñante es responsable y no culpable. El analista debe
inquirir al soñante y no al yo

Epílogo. En ¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis? Freud


(dispositivos freudianos para la formación clínica; coordenadas del final de
análisis y finales fallidos; efectos didácticos y autorización del analista)
¿Cuál es la formación más apropiada para los analistas? No es la que la universidad
prescribe al futuro médico.
La formación médica parece un fatigoso rodeo para la profesión analítica. Lo
recarga con cosas que nunca podrá aplicar, y conlleva el peligro de desviar su
interés de los fenómenos psíquicos.
El psa no es una rama especial de la medicina. Es una pieza de la psicología. No
es del todo ella sino que es su base, acaso el fundamento mismo.
El gremio médico no tiene derecho alguno sobre el psa.

El análisis no posee otro material que los procesos anímicos de los seres
humanos, y solo en estos puede ser estudiado.
Los analistas nos proponemos como meta un análisis del paciente lo más
completo y profundo posible. No queremos aliviarlo moviéndolo a ingresar a
una comunidad como la católica, sino enriquecerlo a partir de su propia
interioridad devolviéndole a su yo las energías que por obra de su represión
están ligadas en su icc, inaccesibles para él, así como aquellas otras que el yo se
ve precisado a malgastar sin fruto alguno en el mantenimiento de las represiones.

Solo cuando cultivamos la cura analítica de almas ahondamos en la intelección de la


vida anímica del ser humano.

Análisis terminable e interminable. Cap. VII. Freud (dispositivos freudianos


para la formación clínica; coordenadas del final de análisis y finales fallidos;
efectos didácticos y autorización del analista)
No sólo la complexión yoica del paciente, también la peculiaridad del analista
demanda su lugar entre los factores que influyen sobre las perspectivas de la cura
analítica y dificultan esta tal como lo hacen las resistencias.
Los psicoanalistas no han alcanzado por entero en su propia personalidad la
medida de normalidad psíquica en que pretenden educar a sus pacientes
Tiene un buen sentido que al analista se le exige como parte de su prueba de
aptitud, una medida más allá de la normalidad y de corrección anímicas.
El vínculo analítico se funda en el amor por la verdad, en el reconocimiento de
la realidad objetiva, y excluye toda ilusión y todo engaño.

¿Dónde y cómo adquiriría aquella aptitud ideal que la falta a su profesión? → En el


análisis propio, con el que comienza su preparación para su actividad futura. Aquel
solo puede ser breve e incompleto, su fin principal es posibilitar que el didacta
juzgue si se puede admitir al candidato para su ulterior formación

Peligros del análisis → no amenazan al copartícipe pasivo, sino al activo de la situación


analítica.
Todo analista debería hacerse de nuevo objeto de análisis periódicamente.
Ello significaría que el análisis propio también, con el terapéutico de
enfermos, se convertiría en una tarea terminable (finita) e interminable
(infinita).

No tengo el propósito de aseverar que el análisis como tal sea un trabajo sin
conclusión. La terminación de un análisis es un asunto práctico.
El análisis debe crear las condiciones psicológicas más favorables para las
funciones del yo; con ello quedaría tramitada su tarea.

Clase → Finalización de análisis: cuando desaparecen síntomas, inhibiciones,


rasgos patológicos de carácter, condiciones de formación de nuevos
síntomas.
Freud cuenta distintos modos de finalización del tratamiento, entre ellos, el
desgarro del lazo analítico, que genera un accidente en la cura donde se
genera un tropiezo dentro del dispositivo que lleva a que la experiencia
termina repentinamente (joven homosexual, Dora).
Freud desarrolla esto para decir que no se puede finalizar porque se tropieza con una
roca dura → envidia del pene y complejo de castración.
Lacan → análisis se termina. No quiere decir que se terminen síntomas, inhibiciones,
etc., sino que hay un desmontaje de la transferencia. En la cura hay un
tratamiento de lo real por vía del sgte, hay un punto final que resiste.
En el neurótico no es el problema su castración, sino la del Otro. Toda su vida
ofertó su propia castración para velar la del Otro, para velar lo imposible, sostener al
Otro como completo.
El fin del análisis posibilita un alivio, implica saber hacer con el Otro barrado.
Se pasa de impotencia a imposibilidad.
Para suponer al Otro completo el fantasma vela que el Otro está barrado, en la
neurosis es el protector del trauma. Cuando este fantasma falla se filtra la
angustia. Modos de rta → inhibición, restrinjo para no angustiarme; angustia, no como
estado sino como emergencia; síntoma, como estructura de metáfora, responde con leyes del
icc.
Hacia el final se debería poder soportar castración del Otro de algún modo
menos sufriente. Muta la relación con el fantasma, con el síntoma, etc.
Destitución subjetiva → analista opera ahí no como sujeto, cede esta posición para
ubicarse como desecho. Dejarse caer, no resistir, no insistir.

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