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11/07/2016

Asociación Libre

El método terapéutico básico del psicoanálisis clásico se basa en tres


procesos fundamentales: La Asociación Libre, El Análisis de los
fenómenos de Transferencia y Contratransferencia y el Análisis de la
Resistencia.

La asociación libre es el método descrito por Sigmund Freud como la


"regla fundamental", constitutiva de la técnica y que consiste en que el
analizado exprese, durante las sesiones de la cura psicoanalítica,
todas sus ocurrencias, ideas, imágenes, emociones, pensamientos,
recuerdos o sentimientos, tal cual como se le presentan, sin ningún
tipo de selección, sin restricción o filtro, aún cuando el material le
parezca incoherente, impúdico, impertinente o desprovisto de interés.

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La asociación libre consiste en que el paciente debe de expresar todos


sus pensamientos, sentimientos, fantasías y producciones mentales en
general, según le vayan surgiendo en su cabeza y sentimientos sin
exclusiones o restricciones algunas. A veces el analista insta al
paciente a ir asociando a partir de los elementos que el propio paciente
a generado en su propio discurso. El analista se abstiene de responder
a demandas especificas del paciente como el consuelo, la simpatía o
el consejo, y hace de pantalla o espejo en blanco que proyecta el
discurso desplegado por el propio paciente (regla de la abstinencia).
Además el analista no debe de dar prioridad inicialmente a ningún
componente del discurso del paciente, manteniendo una atención de
neutralidad e importancia homogénea hacia todo los elementos del
discurso del paciente (regla de atención flotante).

Las asociaciones pueden surgir de manera completamente


espontánea (asociación libre propiamente tal, en sentido estricto) o
inducidas por algún elemento de un sueño o por cualquier otro objeto
de pensamiento (por ejemplo una fantasía).

En un sentido lato, las asociaciones inducidas por una palabra-


estímulo (por ejemplo en los experimentos de asociación de palabras
de Jung)

Para el psicoanálisis es justamente la observancia de esta técnica


esencial la que contribuye a que afloren las representaciones
inconscientes, actualizando los mecanismos de resistencia. Cuanto
más libre sean las asociaciones, tanto más probable será que los
contenidos inconscientes aparezcan en la sesión analítica.

Con el objeto de que el analizado pueda asociar libremente de


manera óptima, el encuadre o setting terapéutico debe garantizar que
el paciente pueda estar tranquilo, relajado y, en lo posible,
pobremente estimulado o influenciado por el entorno.

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En el encuadre clásico, que sin embargo muchos psicoanalistas no


consideran obligatorio, esta condición se cumple al estar el analizado
recostado en un diván, sin contacto visual con el psicoanalista, de
modo que no se sienta observado, juzgado o evaluado por este último y
pueda así concentrarse completamente en sus asociaciones. Para el
analista este setting posibilita el ejercicio de una manera de escuchar
que a su vez facilita el flujo libre de asociaciones.

Mientras que la instrucción que el paciente (o analizado) recibe es


sorprendentemente sencilla ("hable de todo lo que se le ocurra, sin
filtrar ni seleccionar"), atenerse a la regla suele resultar algo mucho
más complejo, requiriendo tanto de un cierto ejercicio, como de que se
establezca primeramente una relación de confianza entre el analista y
su paciente. No resulta muy fácil dar libre curso a las asociaciones de
ideas porque, por una parte, se trata de una práctica desacostumbrada
(en ningún otro espacio social se espera que las personas hablen sin
estructurar el discurso, prescindiendo además de seleccionar
cuidadosamente los contenidos) y por otra, se trata de vencer fuertes
resistencias al análisis, conscientes e inconscientes.

Cuando Freud utilizó la técnica asociativo, ya pensaba que tal


asociación no tenia nada de libre por cuanto estaba convencido que
dicha asociación era regida por procesos inconscientes. Con ella
obtenía materiales que si bien no aportaban de inmediato los recuerdos
olvidados, contenían claras y abundantes alusiones a ellos, lo que
permitía adivinarlos y reconstruirlos mediante ciertas interpretaciones.

La asociación libre, en otras palabras se basa en el hecho indiscutible,


de que es imposible que el proceso psíquico pase de un pensamiento a
otro si no existe entre ambos una conexión. Hoy se ha demostrado que
muchos de los eslabones asociativos son inconscientes y su función es
tan importante como la de los conscientes de aquí que el psicoanálisis
escrute, no solo la lógica consciente de lo que escucha sino lo que se
barrunta debajo de dicho relato.

La idea esencial es que, si se suprime la selección voluntaria de


contenidos, se estará eliminando la segunda barrera defensiva (situada
de acuerdo a la primera tópica freudiana entre el consciente y el pre-
consciente) con lo que quedará en evidencia la acción de la primera
barrera defensiva, es decir, de la primera censura ubicada entre el
preconsciente y el inconsciente.

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Para aplicarla, el psicoanalista pide al paciente que deje vagar su


pensamiento y vaya diciendo todo lo que pase por su mente, sin
ninguna restricción ni critica y por chocante o inconveniente sea lo que
se le ocurra.

Debe tratar de decir sus pensamientos, o lo que siente, de la manera


mas libre posible y por lo tanto, no querer parecer inteligente o culto,
pues estas cosas implican un proceso de autocrítica que es lo que se
quiere evitar.

Aunque no lo parezca, llegar a una correcta asociación libre es muy


difícil. Muchos pacientes tardan meses de lograrla y otros jamás lo
consiguen. Durante un análisis, la asociación puede verse
obstaculizada por distintas causas: la falta de inteligencia del paciente;
la ansiedad que provoca el hablar libremente ante otra persona; las
emociones que invaden al individuo en su relación con el analista, la
inminencia de la conciencia de un represión, etc.

ASOCIACIÓN LIBRE Y LOS SUEÑOS

La interpretación de los sueños se concibe a menudo como el reverso


del trabajo del sueño. El trabajo del sueño como se apuntó consistía en
la actividad de la censura sobre el contenido latente del mismo y su
revisión secundaria. Interpretar el sueño consiste en desplegar
mediante la asociación libre el contenido latente, la expresión del deseo
inconsciente a partir del contenido manifiesto del relato y recuerdo del
sueño.

1º Paso : Consiste en tener, obviamente un sueño, recordarlo o


registrarlo lo mas fielmente posible, teniendo en cuenta la
censura/resistencia consciente e inconsciente que conlleva esa tarea.
Hay que intentar no hacer ningún esfuerzo por adornarlo ni censurarlo.

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2º Paso: Si se desea hacer una interpretación del sueño a nivel por


parte del terapeuta, este debe tener un conocimiento de la persona del
soñador y su problemática, así como de las personas y lugares a los
que el sueño hace alusión. De esta manera el sueño queda
contextualizado y remitido a la vida del soñador. A esta labor se le llama
de preparación o preambulo.

3º Paso: Es el punto mas innovador del método freudiano de la


interpretación de los sueños. Consiste en segmentar el material del
sueño siguiendo una regla mas o menos razonable (por ejemplo, frase
por frase) y se practica la asociación libre por cada segmento. La
asociación libre es la regla básica del trabajo psicoanalítico y consiste
en instruir al paciente en que diga absolutamente todo lo que se le
viniera a la cabeza sin autocensura; aunque como sabemos antes o
después aparecerá la censura y la resistencia, con lo que posiblemente
habrá que trabajarla también en el proceso psicoanalítico.

Una vez que se ha comenzado a asociar libremente o a escribir


automáticamente o grabar en cassete los propios sueños, y parece que
hemos llegado a un punto en que no se nos ocurre mas asociaciones a
nosotros o al paciente, pasamos a asociar con la siguiente frase, y así
hasta el final de las frases en que hemos descompuesto el sueño. A
medida que se va asociando libremente se obtienen tomas de
conciencia rudimentarias, que se pueden ir elaborando y
correlacionando con otros aspectos de la vida del soñador hasta que
tenemos una comprensión mas profunda de su actividad inconsciente.

Se supone que con la asociación libre se permite que la actividad


mental sea lo mas acrítica posible y despliegue la cadena de
significantes del deseo inconsciente oculto.

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En estos análisis se combinan con mayor o menor preponderancia la


asociación libre y la interpretación simbólica, según las características
de cada uno de ellos.

1. "Comenzaremos por un sueño que se compone tan sólo de dos


breves imágenes: Su tío fuma un cigarrillo a pesar de que era
sábado--- Una mujer le besa y ele acaricia como si fuera hijo suyo.

A propósito de la primera imagen, el sujeto que es judío, nos comunica


que su tío, hombre piadoso, no ha cometido jamás, ni es, en general
capaz de cometer el pecado de fumar en sábado. La mujer que figura
en la segunda imagen le sugiere exclusivamente el recuerdo de su
madre.

Existe desde luego, una relación entre estas dos imágenes o ideas,
pero a primera vista no sospechamos cuál puede ser.

Como el sujeto excluye en absoluto la realidad del acto de su tío, nos


inclinamos a reunir las dos imágenes por una relación de dependencia
temporal: En el caso de que mi tío, tan piadoso, se decidiera a fumar un
cigarrillo en sábado, podría yo dejarme acariciar por mi madre.

Esto significa que las caricias entre madre e hijo constituyen algo tan
poco permitido como para un judío el fumar en sábado. Ya os he dicho
y sin duda lo recordaréis que en la elaboración del sueño todas las
relaciones entre las ideas oníricas quedan suprimidas, siendo éstas
reducidas al estado de materia prima y hallándose a cargo de la
interpretación las relaciones desaparecidas."

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2. "Tras de mis publicaciones sobre los sueños he llegado a ser, hasta


cierto punto, un consultor oficial sobre todo lo relativo al fenómeno
onírico, y recibo, desde hace muchos años, cartas de las más diversas
procedencias, en las cuales se me comunican sueños o se me pide
opinión sobre ellos. Naturalmente, agradezco que se me envíen
materiales suficientes para hacer posible la interpretación o que se me
propongan por el sujeto de la misma. A esta categoría pertenece el
sueño siguiente, que me ha sido comunicado en 1910 por un
estudiante de medicina muniqués. Lo cito aquí para demostraros cuán
difícil es, en general, comprender un sueño mientras el sujeto del
mismo no nos proporciona todas las informaciones necesarias. Al
mismo tiempo, voy a evitaros incurrir en un grave error, pues sospecho
que os halláis inclinados a considerar como la interpretación ideal de
los sueños aquella que se base en la de los símbolos y a colocar en
segundo plano la técnica fundada en las asociaciones del sujeto.

13 de Julio de 1910: Cerca ya de la mañana sueño lo siguiente:


Desciendo en bicicleta por las calles de Tubinga y un basset negro
(raza de perro) se precipita tras de mí y me muerde en el talón. Bajo de
la bicicleta un poco más lejos, y sentándome en una gradería comienzo
a defenderme contra el furioso animal, que se niega a soltar su presa.
Ni las mordeduras ni la escena que le sigue me hace experimentar
sensación alguna desagradable. Frente a mí se hallan sentadas dos
señoras de edad que me miran con aire burlón. Al llegar el sueño a este
punto me despierto, y como ya me he ha sucedido más de una vez, en
el mismo momento de pasar del sueño al estado de vigilia, todo mi
sueño se me aparece con perfecta claridad.

Los símbolos nos prestarían aquí muy escaso auxilio. Pero el sujeto
nos comunica lo siguiente: Desde hace algún tiempo estoy enamorado
de una muchacha que no conozco sino por haberla encontrado a
menudo en la calle, aunque no he tenido jamás ocasión de
aproximarme a ella. Me hubiera satisfecho grandemente que en esta
ocasión me hubiese sido proporcionada por el basset, pues tengo gran
cariño a los animales y creo haber adivinado el mismo sentimiento en la
muchacha

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Añade después que este cariño a los animales le ha llevado a


intervenir varias veces, causando la sorpresa de los transeúntes, para
separar a perros que se peleaban, y nos dice también que la
muchacha de la que se había enamorado iba siempre acompañada
por un perro como el de su sueño. Pero el contenido manifiesto de
este último desaparece la joven y sólo queda el perro asociado a su
aparición. Es posible que las señoras que en el sueño se burlan del
durmiente constituyan una sustitución de la muchacha, pero las
informaciones del sujeto no bastan para aclarar este punto. El hecho
de verse en el sueño montado en bicicleta constituye la reproducción
directa de la situación recordada, pues en la realidad las veces que
había hallado en su camino a la joven del basset iba él en bicicleta.“

3. "Ya varias veces hemos intentado abordar aquellos sueños sobrios y


triviales que no contienen nada absurdo o extraño, pero que nos hace
preguntarnos porque razón soñamos cosas tan indiferentes. Voy a
citaros un nuevo ejemplo de este género: tres sueños enlazados unos
con otros y soñador por una muchacha en una misma noche

a) Atraviesa el salón de su casa y se da con la cabeza contra la araña


que pende del techo, haciéndose sangre. Ningún recuerdo ni
reminiscencia del suceso alguno real surgen a propósito de este sueño
en la imaginación de la sujeto, y las indicaciones que ésta nos
proporciona versan sobre temas muy diferentes. No sabéis--nos dice--
cómo se me está cayendo el pelo en estos días. Mi madre me dijo ayer
que si continuaba así, mi cabeza me quedaría pronto tan monda como
un trasero. La cabeza aparece, pues, aquí como un símbolo de la
parte opuesta del cuerpo, y siendo también evidente la significación
simbólica de la araña, dado que todos los objetos alargados son
símbolos del órgano sexual masculino, habremos de deducir que se
trata de una hemorragia en la parte inferior del tronco a consecuencia
de una herida causada por el pene. Esta circunstancia podría
interpretarse en varios sentidos, pero las restantes informaciones de la
sujeto nos muestra que el contenido latente de su sueño es la
creencia, muy generalizada en las muchachas aún no llegadas a la
pubertad, de que las reglas son provocadas por las relaciones
sexuales con el hombre.

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b) Ve en la viña una fosa profunda que sabe proviene de haber


arrancado un árbol. A este propósito observa la sujeto que le faltaba el
árbol. Quiere decir con esto que no lo vio en su sueño, pero este modo
de expresarse es idéntico al que serviría para manifestar una distinta
idea que la interpretación simbólica nos revela con toda certidumbre. El
sueño, se refiere en efecto, a otra teoría sexual infantil, según la cual
las niñas poseen en principio los mismos órganos sexuales que los
niños, perdiéndolos después por castración (arrancamiento del árbol)

c) Se halla ante el cajón de su escritorio cuyo contenido le es tan


familiar que nota enseguida la menor intervención de una mano ajena
El cajón de escritorio, es como todo cajón, caja o arca, la
representación simbólica del órgano sexual femenino. La sujeto sabe
que las huellas de las relaciones sexuales (según su creencia también
en los tocamientos) son fácilmente reconocibles, creencia que le ha
procurado grandes preocupaciones. A mi juicio lo más importante de
estos tres sueños son los conocimientos sexuales de la sujeto, la cual
recuerda la época de sus reflexiones infantiles sobre los misterios de la
vida sexual."

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A veces la persona que se explora, invitada a curarse en un espacio


analítico no pone las cosas fáciles. Existen muchos motivos, la mayor
parte inconscientes, para boicotear un tratamiento. Estos "motivos"
inconscientes fueron llamados resistencias.

Llamamos resistencia a aquel fenómeno que, durante el tratamiento


analítico, genera en los actos y palabras del analizado la oposición de
éste al acceso a su inconsciente. (Diccionario de Psicoanálisis. Jean
Laplanche – Jean – Baptiste Pontalis).

El concepto de resistencia fue precozmente introducido por Freud;


puede decirse que ejerció un papel decisivo en la aparición del
psicoanálisis. En efecto, Freud renunció a la hipnosis y a la sugestión
sobre todo porque la resistencia masiva que oponían a estas técnicas
algunos pacientes le parecía por una parte, legítima y, por otra,
imposible de vencer y de interpretar, cosa que el método psicoanalítico
hace posible en la medida en que permite evidenciar progresivamente
las resistencias, que se traducirán especialmente por las diferentes
formas en que el paciente infringe la regla fundamental; en los
Estudios sobre la histeria (1895) se encuentra una primera
enumeración de diversos fenómenos clínicos, evidentes o discretos, de
resistencia.

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La resistencia se descubrió como un obstáculo al esclarecimiento de


los síntomas y a la progresión de la cura. «La resistencia constituye,
en fin de cuentas, lo que impide el trabajo terapéutico».

Durante la cura psicoanalítica, se denomina resistencia todo aquello


que, en los actos y palabras del analizado, se opone al acceso de éste
a su inconsciente. Por extensión, Freud habló de resistencia al
psicoanálisis para designar una actitud de oposición a sus
descubrimientos, por cuanto éstos revelaban los deseos inconscientes
e infligían al hombre una vejación psicológica.

Freud descubrirá la resistencia como un obstáculo al esclarecimiento


de los síntomas y a la progresión de la cura, ya que la resistencia
constituye lo que impide el trabajo terapéutico. En un principio, intentó
vencer este obstáculo mediante la insistencia y la persuasión, para
luego reconocer justamente en dicho obstáculo un medio de acceso a
lo reprimido; en efecto, en la resistencia y la represión se ven actuar
las mismas fuerzas.

Freud renuncia al método de la hipnosis y al método catártico, a causa


de:

1. La resistencia masiva que ciertos pacientes oponían a estas


técnicas, que a su juicio resultaba netamente justificada, puesto que
cuando se intenta dominar a alguien por medio de sugestiones es muy
probable que surja en el paciente su derecho a contra-sugestionarse; y
2. La resistencia se hace imposible de vencer mediante estos
procedimientos, cosa que posteriormente el método psicoanalítico hará
posible en la medida en que permite evidenciar progresivamente las
resistencias, en el marco de la trasferencia.

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Freud nos ofrece un cuadro preciso de las diversas formas en las que
la resistencia se exterioriza, que tal vez convenga recordar:

a. Los enfermos olvidan con frecuencia el compromiso contraído al


comenzar el tratamiento. Han prometido decir todo lo que se les
ocurriera aunque les pareciera inoportuno o les fuera desagradable
comunicarlo, sin ejercer sobre ello selección o crítica alguna; pero
jamás cumplen esta promesa, que aparece como superior a sus
fuerzas.

b. Las manifestaciones más importantes de un paciente aparecen, a


veces, como si se tratara de “princesas disfrazadas de mendigas”,
acompañadas con observaciones superfluas, como una introducción
despreciativa de la ocurrencia que va a pronunciarse. El hecho de que
las representaciones patógenas aparezcan al resurgir, tan exentas de
importancia, dan cuenta del trabajo que implicó rechazarlas
victoriosamente. ¿En qué consistió el proceso de rechazo? en hacer de
la representación enérgica una representación débil, despojándola de
su afecto. Reconocemos el recuerdo patógeno por el hecho de que el
enfermo lo considera nimio y, sin embargo, se resiste al tener que
reproducirlo

c. Existen casos donde la resistencia del enfermo aparece negando la


autenticidad del recuerdo patógeno, en estas ocasiones aceptan tener
ocurrencias pero plantean que no se trata de recuerdos, sino de
invenciones propias, surgidas en las circunstancias presentes.

d. En otros casos, la resistencia del sujeto se exterioriza en la


incoherencia de los elementos mnémicos emergentes, que no surgen
sino incompletos y borrosos. Cuando en un período ya avanzado del
análisis volvemos la vista atrás, es asombroso comprobar cuán
fragmentarias fueron las ocurrencias del enfermo.

Freud comprueba que el material psíquico patógeno, que


aparentemente ha sido olvidado, no hallándose a disposición del Yo ni
desempeñando papel alguno en la memoria ni en la asociación se
encuentra, sin embargo, dispuesto y en perfecto orden, y de lo que se
trata es de suprimir las resistencias que cierran el camino hasta él.

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En psicoanálisis y en la terapia psicodinámica, se llama resistencia a


todo acto o palabra de oposición a que aparezcan en el análisis
contenidos que revelen deseos inconscientes. Freud distinguió cinco
tipos de resistencia: la represión, la resistencia de transferencia,
el beneficio secundario de la enfermedad, la resistencia
del inconsciente y la del superyó.

La resistencia, desde el punto de vista de la teoría psicoanalítica, es un


proceso mental o acción dirigida por el inconsciente hacia no hacer
consciente ciertos contenidos reprimidos los que desde el exterior
están estimulados a brotar a la conciencia, para una mejor lectura de
los mismos. Fuerzas que se oponen al tratamiento, parte de la mente
se opone porque es doloroso o difícil el conocimiento de algunas partes
de nosotros mismos, actúa como sensor en los sueños, la censura
proviene del Yo. "La fuerza en sí misma tiende a la descarga" En el
neurótico todo lo que se da en análisis es fantasía y en el psicótico esta
fantasía se vive como algo real y en el neurótico éste se da cuenta de
que es irreal, es decir, que para ambos existen tratamientos distintos. El
paciente "se resiste" a saber de algunos a hechos o impulsos.

CLASES DE RESISTENCIAS

Resistencia de represión: puede ser consciente o inconsciente y los


mecanismos de defensa que sirven a ésta vienen de la parte
inconsciente del Yo por eso no podemos saber de ellos. Es inherente a
la estructura psíquica del individuo (no querer saber de cosas que
pueden ser dolorosas).

Resistencia de transferencia: Lucha contra los impulsos infantiles


relacionados con el análisis (en lugar de recordar, repetimos)
"posibilidad" de repetir para cambiar la historia(repetición con
diferencia) o sólo repetir sin cambiar y estancarse(repetición sin
diferencia).

Resistencia por ganancia secundaria: se obtiene "algo" con la


enfermedad(síntoma.- compromiso entre deseo y defensas) y hay que
tratar de ver qué significa el síntoma y hay dos tipos de síntomas:
Egosintónico.- de acuerdo con el Yo y Egodistónico.- en conflicto con el
Yo.

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Resistencia del ello: hay resistencias que vienen del ello. Toma como
"mala" la vida pulsional.

Resistencia del superyó: produce "culpa". alguien puede tener deseos


masoquistas. Sentimiento inconsciente de culpa.- lo que lleva a querer
estar enfermos pero no puede haber un sentimiento inconsciente de
culpa porque no hay sentimientos inconscientes, así que se le llama
"Necesidad por el castigo". El Superyó tiene como "castigo" la culpa.
Culpa persecutoria.-le hago algo a alguien y temo que se vengue.
Culpa reparatoria.- le hago algo a alguien y trato de repararlo, por
ejemplo, pedir disculpas. Esta resistencia tiene que ver con la
resistencia de represión. También la resistencia del Superyó es
característica del obsesivo y la represiva es característica de la
histérica. A mayor resistencia, mayor distorsión.

El silencio puede o no ser una forma de resistencia, y por tanto puede o


no ser interpretable, dependiendo de la particular estructura de la
comunicación:

Silencio depresivo: No hay que interpretar sino acompañar.


Silencio paranoide: No habla porque cree que todo lo que diga será
usado en su contra.
Silencio resistencial: Éste es interpretable.

Freud considera la resistencia como una manifestación, inherente al


tratamiento y a la rememoración que él exige, de la misma fuerza
ejercida por el yo contra las representaciones penosas. Sin embargo,
parece ver el origen último de la resistencia en una repulsión
proveniente de lo reprimido como tal, en su dificultad en volverse
consciente y, sobre todo, en ser plenamente aceptado por el sujeto.
Hallamos, pues, aquí dos elementos de explicación: la resistencia viene
regulada por su distancia respecto a lo reprimido; por otra parte,
corresponde a una función defensiva.

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Esta ambigüedad persiste en los escritos técnicos. Pero, con la


segunda tópica, se hace recaer el acento en el aspecto defensivo:
defensa, como subrayan varios textos, ejercida por el yo.

«El inconsciente, es decir, lo "reprimido", no opone ningún tipo de


resistencia a los esfuerzos de la cura; de hecho, sólo tiende a vencer la
presión que actúa sobre él y abrirse camino hacia la conciencia o hacia
la descarga mediante la acción real. La resistencia durante la cura
proviene de los mismos estratos y sistemas superiores de la vida
psíquica que en su tiempo produjeron la represión».

Este papel primordial de la defensa del yo Freud lo mantendrá hasta en


uno de sus últimos escritos: «Los mecanismos de defensa contra los
antiguos peligros retornan en la cura en forma de resistencias a la
curación, lo cual es debido a que la misma curación es considerada por
el yo como un nuevo peligro».

La resistencia del superyó deriva de la culpabilidad inconsciente y de la


necesidad de castigo (véase: Reacción terapéutica negativa). Se trata
de un intento de clasificación metapsicológica que no satisfacía a
Freud, pero que tiene, por lo menos, el mérito de subrayar que siempre
rehusó asimilar el fenómeno inter- e intrapersonal de la resistencia a los
mecanismos de defensa inherentes a la estructura del yo. La pregunta:
¿Qué resiste?, sigue siendo para él problemática y queda sin
responder.

Más allá del yo, es preciso reconocer, como obstáculo último al trabajo
analítico, una resistencia radical, acerca de cuya naturaleza las
hipótesis freudianas variaron, pero que de todos modos es irreductible
a las operaciones defensivas.

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En todo análisis las resistencias tienen una función particular en el seno


de la transferencia, pero en el análisis con adolescentes en particular
debemos considerar también las resistencias que promueve en los
padres del paciente y aún en el analista.

Freud formula una ley que ordena interpretar como resistencia al


análisis, la reserva de quien quiera que no acepte nuestra solución.
Entonces, analizar sería decirle al otro: escoge mi solución, estarás en
lo cierto si no te resistes a mi solución.

El análisis progresa en la medida en que supera resistencias y se


aproxima al sentido. No obstante, Freud plantea un límite absoluto a
ese progreso: no se debe de ir más allá porque no tiene sentido. Por
tanto, hay dos tipos de resistencia: la que puede ser interpretada y
reinscrita en un sentido, y la que simplemente no puede ser explicada.

La resistencia irreductible está dada por la compulsión de repetición.


Es la resistencia del inconsciente a secas. Es una resistencia que no
tiene sentido. Lo que resiste es una no resistencia que supone la
desligazón y la pulsión de muerte. Es decir, el carácter regresivo,
disociativo, asocial y desligante de la compulsión de repetición.

La resistencia absoluta marca el fin de la capacidad de análisis y el


surgimiento de la pasión. Sin la existencia de esta tensión habría sólo
programas o causalidades, nunca habría tenido lugar ninguna
decisión. Ninguna responsabilidad. “Yo llegaría incluso a decir que no
habría tenido lugar ningún acontecimiento. Ni siquiera el análisis. Ni
siquiera el lugar”.

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Tratar, pues, de una transferencia de sentimientos sobre la persona del médico,


pues no creemos que la situación creada por el tratamiento pueda justificar la
génesis de los mismos. Sospechamos más bien que toda esta disposición
afectiva tiene un origen distinto; esto es, que existía en el enfermo en estado
latente y ha sufrido una transferencia sobre la persona del médico con ocasión
del tratamiento analítico.

La transferencia puede manifestarse como una apasionada exigencia amorosa o


en formas más mitigadas. Ante un médico entrado en años, la joven paciente
puede no experimentar el deseo de entregarse a él, sino el de que la considere
como una hija predilecta, pues su tendencia libidinosa puede moderarse y
convertirse en una aspiración a una inseparable amistad ideal exenta de todo
carácter sensual. Algunas mujeres llegan incluso a sublimar la transferencia y
modelarla hasta hacerla en cierto modo viable. En cambio, otras la manifiestan
en su forma más cruda y primaria, la mayor parte de las veces irrealizable, pero
en el fondo se trata siempre del mismo fenómeno, que tiene, en todos los casos,
idéntico origen.

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En la intimidad del consultorio del psicoanalista este aislamiento de dos, los


secretos confesados por uno, la escucha atenta del otro, la creencia en el
alivio, la invitación, en ocasiones, a recostarse en un diván… es, más que
teatral, una situación que por sí misma revela el engaño del amor.

El descubrimiento de un sentimiento amoroso del paciente hacia el analista,


que nacía casi al inicio de los tratamientos, fue una sorpresa para Freud. Este
amor sucede sin que se haga mucho en ese sentido, pues (adiós ilusiones),
poco importa la gracia o atractivo de la persona del analista, este es un
amor incondicional, “que prescinde de todo”.

Cuando alguien acude a consulta porque quiere que se le desembarace de su


malestar y recibe la relajante conminación: “Diga Ud. todo lo que le viene a la
mente sin ejercer ninguna crítica sobre lo que dice”, se dan, con mayor o menor
intensidad, ciertas consecuencias lógicas.

Primera suposición de saber: El analista sabe acerca de lo que me pasa;

Segunda suposición de saber: Eso de lo que me quejo, mi síntoma, quiere


decir algo, encierra un saber a descifrarse.

Esta condición (supuesta al analista) de “intérprete” del sentido inconsciente del


malestar, está en los cimientos del surgimiento de un amor, de un
enamoramiento, que fue llamado en la clínica “amor de transferencia”. En un
giro del más puro estilo freudiano, se traduce en que el paciente transfiere a la
persona del analista aquellos sentimientos que dirigía hacia sus padres y
demás personas de su infancia.

Pero el amor, a la vez que lanza el trabajo en análisis, es también obstáculo…


demasiadas ganas de agradar, demasiadas ganas de decir todo de la buena
manera para ser amado, a su vez, por quien es objeto de amor…

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Transferencia, el amor simbólico.

El allí declara que "la transferencia es el puesta en acto de la realidad


del inconsciente";
Freud definió la transferencia como el amor desmedido que el
analizante pone sobre la figura del médico. Más tarde descubre que no
en todos los analizantes se despiertan sentimientos de amor, sino que
algunos manifiestan sentimientos hostiles y de desconfianza hacia el
médico. Y, por último, observó que algunos casos se resistían al
fenómeno de la transferencia.

Ante estas observaciones, existen tres clases de trasferencia:


positiva, cuando los afectos son amorosos,
negativa, cuando los afectos son hostiles y
ausencia de transferencia, cuando no hay vinculación con la figura del
médico, esta última propia de los psicóticos.

Lacan admitirá esos tipos de transferencia, pero añadirá un elemento de


cambio en relación a la psicosis permitiendo la aplicación del análisis a
la misma.

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El vocablo contratransferencia hace su primera aparición en la obra


freudiana durante el discurso inaugural del 2do Congreso Internacional
de Psicoanálisis, llevado a cabo en la ciudad de Nuremberg el año
1910. En tal oportunidad, Freud (1910) señala que la
contratransferencia "se instala en el médico por el influjo que el
paciente ejerce sobre su sentir inconsciente". Resultaría menester que
el analista vislumbrara y dominara tales sentimientos, de modo que sus
complejos y resistencias no influyeran en la comprensión de las
problemáticas presentes en el analizando.

En las ‘Puntualizaciones sobre el amor de transferencia', Freud (1915)


vuelve a centrar su atención sobre este término al apuntar que el
terapeuta puede obtener un "esclarecimiento valioso y una buena
prevención de una contratransferencia acaso aprontada en él", al
discernir el enamoramiento de la paciente como una respuesta a la
situación analítica y no como vinculado a características propias de su
atractivo personal.

Sigmund Freud se refirió de manera directa al fenómeno de la


contratransferencia sólo en escasos pasajes de su obra. En 1910 , en su
discurso inaugural del II Congreso de Psicoanálisis y hablando acerca de las
innovaciones introducidas en la técnica psicoanalítica y de la necesidad de
seguir desarrollándola, Freud señala que la contratransferencia «se instala en
el médico por el influjo que el paciente ejerce sobre su sentir inconsciente» y
agrega que es necesario que el psicoanalista esté en condiciones de
detectarla como tal y de dominarla.

Fundamenta además que, al existir en 1910 un mayor número de personas


que ejercen el psicoanálisis, se hacía posible concluir algunas cuestiones
acerca de su trabajo, entre otras, determinar que «cada psicoanalista sólo
llega hasta donde se lo permiten sus propios complejos y resistencias
interiores» por lo que el autoanálisis como actividad inicial y su permanente
profundización es para todo psicoanalista una condición imprescindible para
ejercer su oficio. «Quien no consiga nada con ese autoanálisis puede
considerar que carece de la aptitud para analizar enfermos». Aunque algunos
años más tarde a Freud ya no le parecerá suficiente el autoanálisis y
postulará la necesidad del psicoanálisis didáctico, lo esencial se mantiene: la
única manera de discernir y controlar el fenómeno de la contratransferencia
es el análisis del propio analista.

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El concepto de contratransferencia, definido como el conjunto de


reacciones y sentimientos que el analista experimenta respecto al
paciente, ha despertado desde su concepción, serias polémicas en las
diferentes escuelas dentro del movimiento psicoanalítico.

Ya desde su descubrimiento, la contratransferencia fue puesta por su


padre espiritual en una relación dinámica con la transferencia del
paciente (1910) “ella surge en el médico por el influjo que el paciente
ejerce sobre su sentir inconsciente”. Señalando: “cada psicoanalista
sólo llega hasta donde se lo permiten sus propios complejos y
resistencias interiores” (1910). Para ello, implanta el análisis didáctico
como medio para resolver los “puntos ciegos” de los analistas.

La contratranferencia, mantuvo durante décadas su imagen negativa,


debido a la interpretación literal de las recomendaciones técnicas
de Freud: “sé aséptico como un cirujano en el quirófano” “sé el reflejo
de un espejo”. Siendo prioritario para él, la consideración del
psicoanálisis, en la condición de método científico. Esto le hace
prevenir y luchar contra las resistencias exteriores, y también contra
las interiores que ponen en peligro este objetivo. Por tanto, le daba
gran valor a la comprensión del paciente de una manera pura, sin
contaminaciones colaterales, producidas por las valoraciones
personales.

Fue considerada el patito feo del psicoanálisis, que nadie quería mirar
de frente, durante 30 ó 40 años. Sólo después de convertirse en bello
y elegante cisne, se empezarán a vislumbrarse sus cualidades, que
algunos ya intuían. Siendo necesario un gran lapsus de tiempo para
que se produjera la aceptación de esta metamorfosis.

Numerosos psicoanalistas contribuyen al enriquecimiento de este


concepto.

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11/07/2016

Por ejemplo Heinmann define: “La contratransferencia del analista es,


no sólo parte esencial de la relación analítica, sino que es la creación
del paciente. Ella es una parte la personalidad del paciente” (1950).

Su contribución, tiene consecuencias dignas de enumerar, entre ellas,


su presentación en 1950, marca el cambio de rumbo, hacia la
concepción total, en que todos sentimientos del analista respecto al
paciente, son considerados como contratransferencia. Señalando la
importancia de la misma como ayuda diagnóstica esencial y también
como herramienta de investigación psicoanalítica, explicándola como
originaria del paciente. Por último, alude a la importancia de que el
analista se deje llevar por la contratransferencia, ya que cuanto más se
abra, su diagnóstico será proporcionalmente más fidedigno. Puesto que
en un principio su origen fue explicado por la identificación proyectiva,
en el sentido de Klein.

La contratransferencia da cuenta de un hecho generalmente olvidado otro tipo


de terapias: tanto el paciente como el terapeuta se encuentran dentro de una
relación que es interactiva, por lo que el paciente se verá influido por el
terapeuta, tanto como éste por el paciente (Menninger y Holzman, 1973).

Al igual que la transferencia positiva, la contratransferencia positiva le ofrece al


terapeuta la energía necesaria para comprender el inconsciente del paciente.
La contratransferencia negativa, por su parte, interferiría en la motivación y en
la "objetividad" del terapeuta para realizar sus intervenciones y sería resultado
de la adopción de objetos negativos del paciente, aunque también podría ser
consecuencia de una falsa comprensión debida la desintegración de los propios
objetos del analista. Así, Racker (1990) distingue dos tipos de
contratransferencia: la resultante de la identificación concordante, o sea, con el
yo y el ello del paciente y la complementaria que resulta cuando el terapeuta se
identifica con objetos internos del paciente. En este último caso nos
encontraríamos frente a neurosis contratransferencial, la cual es producto de la
neurosis del propio analista, que en la situación analítica revive sus conflictos
estableciendo una transferencia negativa con el paciente.

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Para evitar los efectos perjudiciales de la contratransferencia, el analista debe


tener una actitud activa, que le permita sublimar su contratransferencia y
mantenerla positiva, o sea, debe mantener una actitud de amor hacia el
paciente, a pesar de las agresiones que éste le infiera. Esto responde a un
principio fundamental "sólo Eros origina Eros"; vale decir, sólo el amor que
entregue el analista será capaz de producir amor en su paciente, de modo tal
de transformar las resistencias de éste en la transferencia positiva sublimada
que permite el trabajo terapéutico. Por lo tanto, el consejo que Freud daba para
dominar la contratransferencia, "la actitud de cirujano", no se refiere mostrarse
inhumano y frío, sino que a la conveniencia de no contestar a una transferencia
negativa.

De lo anteriormente expuesto, se deduce que el terapeuta no puede actuar los


papeles que espera el paciente que asuma, situación de gran importancia
cuando los pacientes tienden a ser manipuladores y difícil de controlar cuando
tienen personalidad limítrofe. Sin embargo, puede hacerlo cuando las
interpretaciones no surjan efecto, y luego de esta actuación se analiza lo
sucedido, convirtiéndose la actuación en un medio consciente para lograr una
interpretación.

Menninger y Holzman (1973) mencionan algunos indicadores de


contratransferencia que podrían interferir con la terapia:

•Descuido del encuadre.


•Somnolencia durante la atención del paciente.
•Tendencia a pedirle favores al paciente.
•Tratar de ayudar al paciente extraterapéuticamente.
•Discutir con el paciente.
•Cultivar la dependencia del paciente.
•Tratar de impresionar al paciente o a colegas con el caso.
•Demasiado interés en el caso.
•Fomentar la resistencia del paciente.

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Menninger y Holzman otorgan algunas recomendaciones ante este tipo


de contratransferencia:

•Hay que estar atento ante la presencia de la contratransferencia,


reconociendo sus fallas y aplicaciones.
•Reconocer las manifestaciones de una contratransferencia
perturbadora.
•Al ser conscientes de la contratransferencia hacer un repaso de la
situación analítica con el paciente tratando de identificar los actos,
palabras del paciente que desencadenaron su reacción en nosotros.
•No hacer una introspección tan grande sobre la propia
contratransferencia que pierda de vista al paciente.

La Contratransferencia en la Teoría Junguiana

(Samuels, 1985). La contratransferencia es un fenómeno clínico, el


sandplay usualmente se considera como simbólico. Este es un tema
central dentro de la comunidad Junguiana, y un tema teórico importante
en el sandplay. Sin embargo, muchos Junguianos ven esta división de
simbólico y clínico como una dicotomía falsa, y prefieren pensar en el
trabajo como un entrelazamiento de las dos, en otras palabras, como
“simbólico/clínico”.

Cuando uno los piensa como una unidad, hay una riqueza, una
fertilización cruzada que no existe cuando colocados teóricamente en
cuantos opuestos.

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El mayor trabajo de Jung sobre la contratransferencia, Psicología de la


Transferencia (1946/1966), se centra en la dimensión arquetípica de la
transferencia/contratransferencia usando la imaginería intrincada de la
alquimia para ilustrar la mezcla de los procesos inconscientes entre el
terapeuta y el cliente. Jung nota la centralidad de la psique del analista
en el trabajo clínico, pero realmente usa la palabra contratransferencia
solo tres veces y no da ejemplos clínicos.

Jung (1946/1966) nos dijo que el mero éxito y falla de una terapia
dependía del trabajo con la transferencia. Pero a diferencia de Freud, el
acentuó la importancia de la transferencia y la contratransferencia
como una forma de relación compleja, y enfatizó que no se podría lidiar
con la transferencia simplemente con la razón o la inteligencia

En lugar de eso, el usó la metáfora de la alquimia, rica y misteriosa para


describir los complicados procesos inconscientes en juego en las psiques del
terapeuta y del cliente, y en el campo de la transferencia/contratransferencia
entre ellos. En suma, Jung estuvo entre los primeros en afirmar un número de
principios clínicos (Sedgwick, 1994): la utilidad de la experiencia subjetiva del
terapeuta (Samuels, 1985); la contratransferencia como una técnica terapéutica
(Jung, 1911, 1930, 1934, 1936); y la importancia del propio análisis del analista
(1913, 1929, 1935). Jung vio que los terapeutas que no usan activamente la
información disponible a través de la contratransferencia se niegan a sí de una
herramienta terapéutica poderosa (Machtiger, 1982).

Sin embargo, el mismo Jung no elaboró sus ideas acerca de la


contratransferencia sino que en lugar dejó eso a sus seguidores (Sedgwick,
1994). El volcó su atención a amplificar reinos de significado
simbólicos/arquetipales, y por muchos años sus seguidores hicieron lo mismo.
Por lo tanto, no hay la abundancia de literatura sobre la visión Junguiana de la
contratransferencia que hay para la literatura psicoanalítica, sin embargo, Jung
anticipó muchos de los desarrollos actuales en la teoría de la
contratransferencia.

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Donde Freud intentó evitar los efectos de la contratransferencia, Jung


(1946/1966) hizo claro que la contratransferencia era un fenómeno
inevitable. El usó el término “infección psíquica” para referirse a
situaciones clínicas donde el paciente y el analista tienen heridas
enclavantes similares o complementarias y el analista es atrapado en
una identidad inconsciente con el paciente. Jung (1946/1966) discute la
idea del analista como un curandero herido literalmente tomando el
control sobre el sufrimiento del paciente, llevando a una transformación
analista – paciente mutua.

En contraste con la visión psicoanalítica, la definición de Jung de


transferencia/contratransferencia toma en consideración el nivel
arquetípico de la experiencia. Esto realmente no es muy diferente a
ninguno de los mayores teóricos psicoanalíticos; todos ellos se refieren
a las experiencias arquetípicas tales como los impulsos básicos hacia
el apego y sus vicisitudes – el anhelo por ello y al mismo tiempo, el
miedo a ello (Bárbara Steven Sullivan, comunicación personal, Agosto
9 de 2001).

Pero Jung nombró esto patrones innatos de lucha en el desarrollo


como arquetipales, enfatizando que son patrones compartidos por
todos los seres humanos. El habló de un patrón de experiencia
universal que es llenado por los detalles personales de la vida de uno.

Jung enfatizó que esta visión arquetipal no era un sustituto para la


visión personal de transferencia/contratransferencia (Stevens, 1986),
pero que era importante considerar la transferencia/contratransferencia
arquetipal en el trabajo clínico. Especialmente en el trabajo con la
contratransferencia, es importante entender que todos nosotros somos
arquetipalmente vulnerables en la manera en que todos los seres
humanos son vulnerables – por ejemplo, en necesidades de
dependencia y de autonomía, o en nuestros miedos de abandono e
inmersión. Estos aspectos de la condición humana fundamental nunca
se analizan. Ellos a menudo son comunicados a través de algo como
la identificación proyectiva, o para los Junguianos, se hacen
“constelados” en la relación terapéutica y en otras relaciones en la
vida.

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La intervención del analista que adquiere el status de interpretación, lo


es en la medida que permita la producción de cierto saber, de un nuevo
sentido, de un cambio de posición subjetiva por parte del analizante.

Este acto del analista tiene como lugar de origen su propio


inconsciente, y se aunará a las formaciones del inconsciente del
analizante, un error, un sin sentido que hará eco, permitiendo la
producción de otro equívoco, ante lo cual se abrirá paso la verdad.

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Transferencia e interpretación son dos conceptos elaborados a partir


de la experiencia clínica del psicoanálisis. Es Freud quien debe
inicialmente construirlos luego de sus primeras experiencias y
estudios sobre la histeria. Experiencia que tuvo el primer efecto de
hacerle sentir el peso de la transferencia a un experimentador que ya
no podía, como pretendía la psiquiatría o la neurología, refugiarse en
la supuesta objetividad del científico. Pero es en un tiempo posterior, a
partir de su autoanálisis, del descubrimiento del inconsciente y la
invención del dispositivo analítico, cuando Freud da el paso que
implica dejar atrás la sugestión hipnótica para pasar al análisis de
la transferencia, dejar caer el método catártico para sumergirse en la
vía de la interpretación.

La interpretación es la intervención del analista tendiente a hacer surgir


un sentido nuevo más allá del sentido manifiesto que un sueño, un
acto fallido, y aun cualquier parte del discurso del sujeto puedan
presentar. La idea de que los sueños, los lapsus y los actos fallidos, el
conjunto de las formaciones del inconsciente, o incluso los síntomas,
pueden interpretarse; la idea de que ocultan un sentido diferente de su
sentido manifiesto, un sentido latente, constituye uno de los principales
aportes de Freud al conocimiento del sujeto humano y uno de los
modos de acción decisivos del analista en la cura.

La interpretación está presente desde el principio en las obras de


Freud. En los primeros tiempos, sin embargo, el trabajo de la cura
consiste sobre todo en hacer volver los recuerdos patógenos
reprimidos. Sólo a medida que la dificultad de esta reconstitución
mnémica se fue haciendo sentir, y especialmente con el abandono de
la hipnosis, Freud se dedicó más a servirse del material que sus
pacientes le traían espontáneamente y a interpretarlo.

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Debe reconocérsele aquí un valor particular al sueño. Si este realiza


un deseo, pero al mismo tiempo el compromiso con la censura hace
que ese deseo quede disimulado, es necesario interpretar el sueño
manifiesto para hacer surgir el sueño latente. Hay que notar además
que, si el sujeto, al contar su sueño, tiende a borrar los aspectos
absurdos o incoherentes, a darle muy rápidamente sentido, la
interpretación psicoanalítica suele ir a contrapelo de esta primera
interpretación. Sin embargo, la interpretación del sueño recurre al
soñante.

Para el psicoanálisis, en efecto, no se trata de construir una clave de


los sueños, un diccionario universal de símbolos que permitiera
traducir toda producción onírica. Aunque Freud no excluya la idea de
que la cultura o la lengua vehiculicen símbolos válidos para todos
(especialmente el simbolismo sexual), la práctica de la interpretación
supone tomar en cuenta las asociaciones del sujeto.

Sólo él está en condiciones de indicar el episodio o el pensamiento que


un elemento de su sueño le evoca, y la interpretación no es posible si
no se han producido las asociaciones necesarias. Podrán ser tenues
(basta a veces, por ejemplo, que el marco en el que sucede la acción
del sueño manifiesto remita a una situación anterior para que esta se
encuentre en el centro de la cuestión del sueño latente): pero son
siempre necesarias.

Forjada principalmente en relación con el análisis de los sueños, la


interpretación ciertamente se aplica a un material mucho más amplio,
que incluye los lapsus, los actos fallidos, los olvidos y, en general, todo
lo que lleva la marca del inconsciente. En este sentido, incluso una
frase aparentemente anodina puede revelarse portadora de un sentido
latente si el contexto permite oírla de otro modo. Se ha reprochado a
veces al psicoanálisis un uso sistemático de la interpretación, que
reduce todo discurso y toda acción a una significación sexual
estereotipada.

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Pero, en realidad, personas ajenas al psicoanálisis y basadas en un


saber superficial han hecho proliferar el uso degradado de
interpretaciones simplistas, del tipo de la que reza que cada vez que un
señor se olvida su paraguas en la casa de una dama eso significa que
le hace una proposición sexual.

Ya Freud criticó con el nombre de «psicoanálisis silvestre» (wilde


Psychoanalyse) la tendencia de ciertos médicos poco informados sobre
el psicoanálisis a hacer a sus pacientes interpretaciones prematuras,
mal elaboradas en sí mismas, y que para sus pacientes intervenían en
un momento en el que todavía no podían aceptarlas. Los
psicoanalistas, por su parte, han tenido cada vez más tendencia a ser
prudentes en sus interpretaciones. Desde que un elemento de un
sueño, por ejemplo, puede estar sobredeterminado, es decir, puede
remitir a varias cadenas asociativas diferentes, una interpretación que
privilegie un solo y único sentido es totalmente problemática. Por cierto,
este es el modelo más espontáneo de interpretación: asociar una
significación a todo lo que pueda llegar a presentarse como formación
del inconciente o como síntoma.

Pero este modelo espontáneo no lleva muy lejos. Hace de obstáculo,


más que de apertura, a la prosecución del discurso. Cita y enigma, [Se
trata de dos términos analizados por Lacan en su Seminario XVIII, «De
un discurso que no sería un semblante», inédito.] Pero, entonces,
¿todavía es posible la interpretación? El recentramiento operado por J.
Lacan del psicoanálisis en el campo del lenguaje («el inconciente está
estructurado como un lenguaje») permite responder a esta pregunta. Lo
que caracteriza al lenguaje humano es la polisemia. Una misma
palabra tiene muy a menudo varios sentidos diferentes. La poesía le
debe mucho a esta propiedad, al hacer oír en una forma
frecuentemente concisa las resonancias más diversas.

El psicoanálisis sólo va un poco más allá. Lo que un paciente dice no


vale sólo por su sentido, que se articula a partir de palabras
organizadas en oraciones.

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11/07/2016

A lo que el analista presta atención es a la secuencia acústica misma, a


la cadena significante (véase significante), que puede recortarse, en el
inconsciente, de una manera totalmente distinta. Para retomar un
ejemplo bien conocido, recogido de S. Leclaire, un analizante puede
soñar con un «palan» [aparejo elevador]. Pero no es imposible que en
el nivel inconsciente el significante «palan» evoque el encanto de un
paseo efectuado a paso lento [homofonía francesa palan = pas lents
(pasos lentos)], y hasta el horror de un suplicio (pal [palo] en). Más aún,
es frecuente que un mismo significante vehiculice a la vez las
significaciones más contradictorias. La interpretación, entonces, debe
hacer valer, o al menos dejar abiertos los efectos de sentido del
significante. Lo logra principalmente siendo enigma o cita. Cita: el
analista recuerda, en un punto determinado de lo que el analizante
pueda decir, otra palabra que ha pronunciado un poco antes, tal
fragmento del discurso que ha desarrollado, o tal recuerdo que hace
eco al que está relatando.

El acento aquí se pone no en la significación de un término aislado,


sino en las correlaciones obligadas, que hacen que en una vida se
repitan los mismos temas, las mismas elecciones, el mismo destino.

Enigma: el analista evita que sus propias intervenciones se dejen oír


como unívocas. Si quiere introducir al analizante al lenguaje del
inconsciente, debe hacer valer el carácter polisémico de lo que se dice
en la cura y, especialmente, de las palabras maestras [maitres mots:
palabras dueñas, amas, rectoras, implica el concepto lacaniano de
significante, SI, discurso del amo] que orientaron la historia del
paciente. De esta manera, la interpretación tiene efectos de sentido.
Pero este sentido queda abierto al cuestionamiento para el analizante;
no se clausura en el establecimiento de una imagen de sí definitiva y
alienante.

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11/07/2016

Por otro lado, la interpretación no hace más que introducir al sujeto a


significaciones nuevas. Sobre las significaciones que el analizante
desarrolla, las anécdotas que cuenta, los afectos que expresa, el
analista puede, en cierto modo, poner el sello del significante. Así, tal
sujeto puede perderse un poco en la expresión de sentimientos
ambivalentes frente a otro: si al mismo tiempo ha soñado que aquel de
quien habla le clava una copa, le basta al analista con proferir un
«usted está copado» para convalidar la expresión de una pasión que el
analizante no lograba expresar totalmente, sin negar sin embargo su
carácter doloroso.

CALIBRACIÓN

ESTILOS DE
COMUNICACIÓN

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11/07/2016

Calibrar supone reconocer una serie de signos


externos, como el ritmo de la respiración o el color
de la piel, con la finalidad de saber los cambios
psicofisiológicos que se producen en cada estado
interior de un individuo. Cada uno de los cambios
externos que se producen a nivel psicofisiológico los
llamamos microconducta.

La calibración puede ser: visual, otro auditivo, o


kinestésico.

Los signos de la macrodonducta son:

· Tonalidad y color de la piel


· Movimientos de la nariz (apertura o cierre de las aletas)
· Dilatación de los poros
· Posición de la respiración (alta, baja, completa)
· Ritmo de la respiración
· Movimientos y tamaño de los labios
· Ritmo cardíaco (se puede observar en el cuello o en las
sienes)
· Movimiento de las mandíbulas
· Pequeños movimientos, gestos, inclinación del cuerpo o de
la cabeza
· Dilatación o contracción de las pupilas
· Posición del cuerpo
· Movimiento de los ojos, velocidad del parpadeo

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FORMAS DE
INTERVENCIÓN
EN
PSICOTERAPIA

ATENCION

El terapeuta debe tratar de dar completa atención al paciente. Esto se


hace a través de:
a. Contacto Visual, mirando directamente, como una forma de transmitir
interés y entendimiento;
b. Postura, la cual debe ser relajada y no tensa, a menudo involucra
inclinarse hacia el aconsejado; y
c. Gestos, que sean naturales, pero no excesivos o que distraigan. El
consejero debe ser cortés, amable y fuertemente motivado a entender.

En la medida que aconseje, reconozca que la fatiga, impaciencia,


preocupación por otros asuntos, fantasear, o la falta de descanso,
pueden impedirle dar una atención cuidadosa al paciente. A la gente
que ayuda se la demanda un trabajo que involucra sensibilidad,
genuinas expresiones de interés, y estar alerta a lo que el aconsejado
pueda estar tratando de comunicar.

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11/07/2016

ESCUCHAR

Implica algo más que darse cuenta pasivamente o a medias de las


palabras que vienen de la otra persona. Escuchar efectivamente es un
proceso activo.

Esto involucra:

a. Atender. Poner aparte sus propios conflictos, prejuicios y


preocupaciones de manera que usted pueda concentrarse en lo que el
aconsejado está comunicando. Mirar al paciente cuando habla, pero sin
desviar la mirada o dejar que sus ojos vaguen alrededor de la habitación.
b. Evitar expresiones sutiles verbales o no verbales de desaprobación o
juicio sobre lo que se ha dicho, aún cuando el contenido sea ofensivo.
c. Detectar mensajes verbales y no verbales: tono de la voz, la postura,
gestos, expresiones faciales y otras claves no verbales, como lo que no
dice.

d. Aceptar al paciente aún cuando no acepte sus acciones, valores o


creencias. Le puede ayudar el tratar de imaginarse en la posición del
aconsejado y tratar de ver las cosas desde su punto de vista.
e. Empatía. Esperar pacientemente en períodos de silencio o lágrimas, de
acuerdo a cómo el aconsejado reúna el coraje suficiente para compartir
algo doloroso o pausas para re-ordenar sus pensamientos y recuperar la
compostura.

Es fácil ignorar todo esto, dejar que su mente divague (especialmente si la


historia del paciente es aburrida o repetitiva), o caer en hablar
excesivamente y dar consejo. Cuando esto sucede, el paciente no se
siente entendido, y a menudo está renuente a expresar sus heridas
honestamente o a compartir detalles.

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11/07/2016

Los terapeutas que hablan demasiado pueden dar buenos consejos


pero raramente son escuchados y es aún menos probable que sean
seguidos. En tales situaciones los pacientes a menudo sienten que no
han sido entendidos. En contraste, escuchar activamente es un modo
de decirle al aconsejado "estoy realmente interesado y sinceramente
me preocupas". Cuando no escuchamos y tratamos de aconsejar
hablando, esto a menudo expresa la propia inseguridad del terapeuta o
su inhabilidad para tratar con asuntos amenazantes, vagos o
emocionales.

RESPONDER

No debe asumirse que el consejero escucha y no hace nada más.


También se caracteriza por la acción y respuestas verbales
específicas.
a. Dirigir es una habilidad con la cual el consejero dirige
amablemente la conversación."¿Qué pasó después?" "Dígame
lo que quiere decir con esto...?" preguntas breves que pueden
guiar la discusión en direcciones que darán información útil.

b. Reflejar es una forma de hacer saber a los pacientes que estamos


"con ellos" y podemos entender cómo se sienten o piensan. "Ud. debe
sentir...“ "me imagino que eso fue frustrante," "eso debe haber sido
divertido" refleje lo que está pasando en la clínica. Sea cuidadoso de no
reflejar después de cada frase; hágalo periódicamente. Trate de no
repetir palabra por palabra lo que el paciente dice. Eso puede ser
molesto para él. Resista la urgencia de empezar casi cada oración con
una estereotipada frase de "Ud. debe de pensar..." o "oí que Ud. dijo...."
Un breve resumen periódico de lo que ha estado pasando puede ser una
manera de reflejar y estimular más a la exploración por el paciente.

El terapeuta puede resumir los sentimientos ("Eso debe haber dolido")


y/o temas generales de lo que se ha dicho ("Viendo todo esto, suena
como si usted hubiese tenido una serie de fracasos").

Cuando haga un comentario, dé al paciente tiempo y oportunidad de


responder a lo que usted ha dicho.

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11/07/2016

c. Preguntar, si se hace con habilidad, puede obtener bastante información


útil. Las mejores preguntas son las que requieren por lo menos una o dos
oraciones para responder (Ej., "Dime sobre tu matrimonio." "¿Qué clase de
cosas te están haciendo infeliz?") en lugar de aquellas que pueden ser
contestadas con una palabra ("¿Estás casado?" "¿Eres infeliz?"
"¿Cuántos años tienes?")

Los terapeutas principiantes tienden a hacer más preguntas que los


consejeros experimentados, y debido a que demasiadas preguntas
pueden obstruir la comunicación, se instruye a menudo a los estudiantes a
hacer pocas preguntas. También las preguntas que se inician con "porqué"
generalmente se evitan porque tienden a sonar como que se está
juzgando o estimulan largas discusiones intelectuales que impiden al
terapeuta ver o acercarse a los verdaderos sentimientos o heridas.

d. Confrontar no es lo mismo que atacar o condenar viciosamente a otra


persona. Cuando confrontamos, presentamos alguna idea al paciente que
él o ella quizá no pueda ver de otra manera. Los pacientes pueden ser
confrontados con pecado en sus vidas, fracasos, inconsistencias, excusas,
actitudes dañinas, o auto-engaño. La confrontación se hace mejor cuando
se hace de una manera neutral, amable y no juzgando. Algunas veces los
pacientes responden a la confrontación con confesión y una experiencia
significativa de perdón. A menudo, sin embargo, la confrontación trae
resistencia, culpa, heridas o enojo. Es importante dejar a los pacientes
responder verbalmente a la confrontación. Darles tiempo para discutir
diferentes alternativas de comportamiento.

La confrontación es una parte importante y algunas veces difícil de la


psicoterapia, pero no es la única habilidad que puede usarse para ayudar
a la gente.

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11/07/2016

e. Informar involucra dar hechos a la gente que necesita información. Evita


dar demasiada información en una sola ocasión, sea claro y recuerde que
cuando la gente está lastimada reacciona mejor a la información que es
relevante a su necesidad o preocupación inmediata. Este tipo de informar
es común y ampliamente aceptada como una parte de psicoterapia; dar
consejo es mucho más controversial.

Los que dan consejo, a menudo no tienen el suficiente conocimiento de una


situación para dar un consejo competente, el consejo que dan anima al
paciente a ser dependiente, y si el consejo prueba no ser el correcto, es al
terapeuta a quien más tarde se le hace sentir responsable por dar mala
dirección.

Siempre que se le solicite un consejo, o se sienta inclinado a dar consejo,


esté seguro de que está bien informado sobre la situación. ¿Tiene suficiente
información y experiencia para aconsejar a otro competentemente?

Pregúntese cuál será el resultado final de este consejo dado. ¿Hará al


paciente más dependiente? ¿Puede usted manejar los sentimientos
que puedan surgir si su consejo es rechazado o prueba que está
equivocado? Si usted decide dar el consejo, delo en una forma de
sugerencia tentativa, dé al paciente tiempo de reaccionar o pasar
revista a su consejo y dele seguimiento más tarde para ver hasta qué
punto fue de ayuda su consejo.

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f. Interpretar involucra explicar a los pacientes lo que su conducta u otros


eventos significan. Esto es una habilidad altamente técnica con un gran
potencial que le permite a los pacientes verse a sí mismos y a sus
situaciones más claramente. Pero, las interpretaciones pueden ser también
dañinas, especialmente si se introducen a los pacientes antes de que ellos
puedan manejar el material emocionalmente, o si las interpretaciones son
erróneas.

Si usted empieza a ver posibles explicaciones para los problemas o


acciones de otra persona, pregúntese a sí mismo si el paciente está listo
emocionalmente e intelectualmente para manejar tales ideas, guarde los
términos simples mientras interpretes, presente sus interpretaciones en una
forma tentativa (Ej., "¿Podría ser que...?") y dele tiempo al paciente para
responder. A medida que usted discuta la interpretación, el paciente a
menudo desarrollará perspectivas más grandes y podrá explorar los futuros
cursos de acción con el terapeuta.

g. Alentar es una parte importante de cualquier situación de psicoterapia,


especialmente al principio. Cuando la gente está cargada por conflictos y
necesidades, se pueden beneficiar de la estabilidad, cuidado y empatía de
la persona que muestra aceptación y da seguridad. Esto es más que
apoyar a los oprimidos. Dar apoyo incluye guiar al paciente a darse cuenta
de sus recursos espirituales y psicológicos, animarles a la acción, y
ayudarles con cualquier problema o fracaso que pudiera resultar de esta
acción.

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ENSEÑAR

Todas estas técnicas son formas especializadas de educación


psicológica. El terapeuta es un educador, enseñando por instrucción, por
el ejemplo, y guiando al paciente a que él o ella aprendan por experiencia
a enfrentar los problemas de la vida. Como otras formas menos
personales de educación, la psicoterapia es más efectiva cuando las
discusiones son específicas en lugar de vagas, y se enfocan en
situaciones concretas ("¿Cómo puedo controlar mi mal genio cuando soy
criticado por mi esposa?") en lugar de una meta nebulosa ("Quiero que
mi vida sea más feliz").

Una poderosa herramienta de aprendizaje es la respuesta de inmediatez.


Esto involucra la habilidad de que un terapeuta y paciente discutan
abiertamente y directamente lo que está pasando en lo inmediato de "el
aquí y ahora" de la relación. "Me siento muy frustrado contigo ahora
mismo", alguien puede decir, por ejemplo, o "me estoy enojando porque
creo que no me estás escuchando."

Tal honestidad le permite a los individuos expresarse y tratar con los


sentimientos antes de que los problemas crezcan y se hagan conflictos.
La respuesta inmediata también ayuda al paciente (y terapeuta) a
entender cómo sus acciones afectan a otros y cómo ellos responden
emocionalmente a las relaciones interpersonales. Este entendimiento es
un aspecto educacional importante de la psicoterapia.

FILTRAR

Los buenos terapeutas no son gente escéptica que no cree todo lo que el
paciente dice, pero es sabio recordar que los pacientes no siempre dicen
toda la historia y no siempre dicen lo que ellos realmente quieren o
necesitan. Algunas veces un paciente deliberadamente presenta una
imagen distorsionada, dejando fuera lo que es embarazoso o detalles
potencialmente incriminatorios. Más frecuentemente, los pacientes fallan
al ver sus problemas en una perspectiva más amplia. Algunas veces ellos
quieren ayuda en un problema y fallan en ver o están renuentes a ver los
otros problemas más profundos.

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ESTRUCTURA DE LA TERAPIA PSICODINAMICA:

- La primera visita:
Con los adolescentes, particularmente los mayores, el terapeuta se
entrevista con él una o varias sesiones antes de encontrarse con los
padres.

Esto le permite al adolescente explorar problemas de confianza con el


médico
Se le demuestra que la relación primaria del terapeuta es para el
adolescente.

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En los niños más pequeños, es típico que los padres se entrevisten


con el terapeuta para poder proporcionar los datos, pero también,
para establecer su propia confianza el profesional que los atiende y
así puedan asegurar al niño de la adecuación de la tarea
psicoterapéutica.

•Es importante explorar con los padres cómo prepararán al niño para
la primera visita.
•Si el niño ha expresado el dolor con un síntoma particular, el padre
puede explicar que el terapeuta le ayudara con ese síntoma.
•Adecuándose al idioma apropiado a la edad del niño, los padres
deben decirle que el terapeuta ayuda a los niños con sus
sentimientos, hablando y jugando con ellos.

-la terapia:

•La intención en la terapia individual es trabajar terapeuta-niño juntos y


separadamente de los padres.
•El niño puede tener dificultad en dejar al padre, ya que esta conducta
es normal en niños preescolares o en un niño más grande debido a los
conflictos subyacentes.
•Las dificultades de la separación requieren una adaptación de la
técnica y un trabajo preliminar con el niño y los padres que permita
entender y trabajar a través del problema.
•La idea de trabajar con el niño sin el padre se establece para crear
una zona de confidencialidad y seguridad psíquica en la sesión que
permitan explorar sentimientos, pensamientos, y conductas, niño y
terapeuta.

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•Si el padre está presente, la espontaneidad del niño se frena o


estimula en parte por la posible reacción del padre. Cuando el niño se
ve exclusivamente, el terapeuta está en una buena postura para ver
cómo el niño internaliza la autoridad de los padres.
•El terapeuta debe clarificar a los padres y al niño que, aunque se
encuentran regularmente con los padres, se mantiene como norma
básica la confidencialidad en la terapia.
•Los niños, particularmente al principio de terapia, frecuentemente no
informarán al terapeuta sobre eventos actuales, manteniendo distancia
afectiva.
•Las reuniones o llamadas telefónicas a los padres son importantes
para que el terapeuta sepa la evolución de los eventos. El terapeuta
compartirá las comunicaciones de los padres con el niño.

-Función del terapeuta:

-Una de las tareas del terapeuta será el comunicar al niño que él no puede
controlar a los padres y no tomará partido entre los conflictos niño-padres.

-El terapeuta trata al niño sin hacer juicios de valor y manteniendo un postura
no directiva. Se mostrará como un participante empático que se acerca al niño
con el deseo de saber que le gusta.

- Para trabajar de manera no directiva, se le ofrecerá al niño el material


adecuado para su edad, así pues, es beneficioso disponer de una sala de
juego para los más pequeños.

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-El terapeuta intentará prevenir una acción peligrosa sin crear un forcejeo físico
si el niño no puede controlarse.

-El terapeuta no ha de dar la sensación de enfado, culpabilizante ni punitivo


cuando está haciendo un comentario sobre el forcejeo del niño en relación al
deseo destructivo.

- El terapeuta ha de recordar al niño que debe intentar encontrar las palabras


para expresar los sentimientos.

Sala de juego:

- Los juguetes no necesitan ser numerosos o detallados.


- Las actividades de los niños en una terapia tienden ser:
- Los juegos con reglas.
- Actividades físicas,
- Proyectos creativos
- Lápiz, cinta y tijeras de niño
- Juego de bloques
- Títeres
- Muñecas, figuras de acción o figuras de animales.

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Normas básica de la sesión:

- Dentro de la sesión con el niño se estipulan las normas de:


• Respetar el material,
• recoger los objetos
• no hacerse daño
- La aplicación de un horario fijo de inicio y final de la sesión.
- La reacción del niño esperando en la sala de espera hasta la hora de
inicio de la sesión sirve para revelar los conflictos particulares del niño.
- La sesión interpretativa: el trabajo con los padres:

* La terapia psicodinámica individual intensiva empieza después de un


periodo de evaluación, orientación terapéutica o farmacología.
* El terapeuta y los padres se encuentran en una o dos sesiones
interpretativas donde se expone la formulación del diagnóstico, el
desarrollo del niño, y la recomendación del tratamiento.
* La terapia intensiva implica dos o más sesiones por semana.
* Los padres han de entender que la frecuencia refuerza el resultado y
acorta la duración del tratamiento.
•El niño ha de aprender y desarrollar nuevas habilidades para dominar
sentimientos e impulsos.
* El terapeuta ha de ser cauto al estipular la duración de tratamiento.
* La duración del tratamiento dependerá de la estabilidad del ambiente
y el grado de desestabilización de las tensiones.
* También deben estipularse la frecuencia y el propósito de las
sesiones con los padres.
* Los padres y terapeuta necesitan encontrarse para mantener una
alianza y evitar roturas y competición con el niño.

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- Trabajo con los padres en la fase media:

El éxito de una terapia psicodinámica individual intensiva con niños y


adolescentes descansa en la habilidad del terapeuta del trabajo
colateral con los padres.
El terapeuta debe entender las fantasías y miedos de los
padres sobre la terapia, su niño, y ellos como padres.
- Los padres pueden considerar que el terapeuta los culpabilizará de
transgresiones del pasado que han afectado al niño.
- Los padres pueden esperar que el terapeuta rescatará al niño.
-Los padres pueden ver al terapeuta como un rival en el afecto del niño
o como una figura de autoridad que busca encontrar faltas o culpar al
padre.
- Muchos padres encuentran beneficioso el tratamiento individual.
- Si existe conflicto matrimonial el terapeuta explorará diplomáticamente
su papel en las dificultades del niño.

Si la terapia matrimonial es indicada debe tratarse apropiadamente,


para aumentar al máximo la efectividad de los padres en su papel
parental, y minimiza la posibilidad que el conflicto matrimonial rompa el
tratamiento del niño.
Los padres pueden romper el tratamiento con anterioridad a lo prescrito
pues se han resuelto los síntomas, pero el terapeuta es consciente que
los conflictos de la psicopatología subyacentes no se han estabilizado.
El trabajo con los padres en esta fase tiene la función de:
- facilita información a los padres sobre el niño.
- aconsejar y educar a los padres sobre los problemas sensibles en la
relación parental y el diagnóstico del niño, fuerzas, y vulnerabilidades.
Deben darse las sugerencias con el conocimiento cauto que los padres
pueden resistirse a dejar una conducta parental o una relación
determinada con el niño.
Si están presentes las resistencia o aparecen los conflictos del padre
pueden desestabilizar el progreso del niño en la terapia. El terapeuta
tiene la tarea adicional de ayudar hábilmente al padre emprender la
terapia para sí mismo.

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- La Fase de cierre: (terminal)

Presenta dos tareas distintas:


- La decisión de concluir el tratamiento y la finalización del proceso
terapéutico.
-La habilidad del psiquiatra de mantener la alianza activa con el
paciente y los padres para consolidar las ganancias de la terapéutica
que permitan al paciente o a la familia que busquen ayuda en el futuro
si lo necesitan.

Decisión para detener el tratamiento:


- La terapia psicodinámica intensiva en niños y adolescentes es un
contrato a tres (terapeuta, niño, y padres)Por ello, la conclusión del
tratamiento puede empezar por cualquiera, uno, dos, o todos.
- La situación óptima es la cita de todos los componentes para evaluar
el logro de las metas de tratamiento.

-La finalización prematura ocurre cuando hay una decisión de acabar


la terapia antes de conseguir las metas del tratamiento.

Hay dos tipos de finalizaciones prematuras: la ruptura e interrupción.


• La ruptura se refiere a la decisión para acabar el tratamiento debido a
factores externos que afectan cualquiera de los tres componentes.
• La interrupción se refiere a una decisión unilateral por una de las
partes en acabar el tratamiento basado en los factores intrapsíquicos,
como pueden ser la conciencia de los padres de conflictos
intrapsíquicos despertados por la terapia.

En todas las finalizaciones, y particularmente en el caso de las


prematuras, el terapeuta debe estar alerta a las fantasías del paciente
sobre las razones por acabar el tratamiento para que puedan trabajarse
durante el proceso de cierre.

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- El proceso de cierre:

Todas las psicoterapias tienen una fase de cierre sin tener en cuenta la
orientación teórica. Los psicoanalistas prestan una atención particular a
esta fase de tratamiento.
A nivel teórico, la finalización se conceptúa como una experiencia de
separación y pérdida.
El paciente, padres, y terapeuta tienen sus propia manera de
conceptualizar la separación y pérdida del proceso.
Es esencial evaluar y dirigirse las necesidades de los padres ante la
pérdida inminente del terapeuta como un aliado.
La reacción de la transferencia de finalización está mediatizada por las
experiencias anteriores del paciente con la separación y pérdida.
Las funciones de ego pueden retroceder y repetir síntomas.

El terapeuta trabaja para ayudar al niño a poner en palabras


sentimientos e ideas sobre el cambio inminente y trabaja a través de
estas reacciones realzando las capacidades actuales del paciente,
evaluando el nivel de desarrollo del paciente y las ganancias en la
terapia.

Cuando el paciente abandona la relación real con el terapeuta, el


terapeuta ayuda al paciente a internalizar las funciones del terapeuta
para que el paciente pueda continuar la autocomprensión para poder
tolerar y examinar conflictos interiores y ambivalencias.

Deben reconocerse las razones para concluir el tratamiento, las metas


del tratamiento, los logros del niño, y las preocupaciones,
permitiéndoles al terapeuta, paciente, y padres calibrar la reacción del
paciente a la pérdida inminente.

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Las reacciones típicas de niños y adolescentes frente a la proposición


de finalizar la terapia son:

- Miedo, enojo, agresión, o depresión;


- El retorno de síntomas;
- La recapitulación de los temas de la terapia.
- La demanda de no acabar la terapia.
Se pautan las fechas, incluyendo la fecha para la última sesión,
decidiendo si hacer un descanso o una disminución gradual en la
frecuencia de sesiones, y clarificando los planes de las visitas de
control.
Se deben evitar los finales precipitados sin tiempo para la despedida y
sin poder trabajar las reacciones del paciente.
Se puede buscar un momento natural de separación, como el final del
curso escolar, la Navidad o el verano, ya que tiende a bajar la reacción
de la finalización.

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