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INFORME

POÉTICOS Y SAPIENCIALES
LIBRO DE LA SABIDURÍA
9, 1 - 7

Asignatura: Poéticos y Sapienciales.


Profesor: Pablo Uribe Ulloa
Estudiante: César Paredes Poblete
Fecha de entrega: 13 de julio de 2022
2

TEXTO ESTUDIADO
SABIDURÍA 9, 1 - 7

9 1 “Dios de mis antepasados, Señor de misericordia,


que hiciste todas las cosas con tu palabra,
2
y con tu sabiduría formaste al hombre
para que dominase sobre tus criaturas,
3
gobernase el mundo con santidad y justicia
y juzgase con rectitud de espíritu;
4
dame la Sabiduría entronizada junto a ti,
y no me excluyas de entre tus hijos.
5
Porque soy siervo tuyo, hijo de tu esclava,
un hombre débil y de vida efímera,
incapaz de comprender el derecho y las leyes.
6
Pues, aunque uno sea perfecto entre los hombres,
si le falta la sabiduría que viene de ti,
será tenido en nada.
7
Tú me elegiste como rey de tu pueblo,
para gobernar a tus hijos y a tus hijas”.

1.- Dimensión Literaria del Libro de la Sabiduría y del contexto de la Perícopa:

1.1.- Estructura y Características Principales del Libro de la Sabiduría: El libro de la


Sabiduría se compone de tres partes1:

Primera parte: 1, 1 – 6, 21. La Sabiduría como norma de vida ante el juicio escatológico.
Muestra el papel de la Sabiduría en el destino del hombre y compara la suerte de los justos
y de los impíos en el curso de la vida y después de la muerte2.

Segunda parte: 6, 22 – 9, 18: La Sabiduría en sí misma; “Elogio de la Sabiduría”. Expone


el origen y la naturaleza de la Sabiduría y los medios de adquirirla3.

Tercera parte: 10, 1 – 19, 22: La Sabiduría en la historia de la salvación. Ensalza la acción
de la Sabiduría y de Dios en la historia del pueblo elegido, insistiendo únicamente en el
momento capital de esta historia, la liberación de Egipto, salvo una breve introducción que
se remonta a los orígenes; y una larga digresión (13 – 15), contiene una severa crítica de la
idolatría4.

1
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales y otros escritos”. Editorial Verbo Divino. Cuarta Edición.
España, 2002. Pág. 270.
2
Cf. Biblia de Jerusalén. Introducción al Libro de la Sabiduría. Editorial Desclée de Brouwer. Cuarta Edición.
España, 2009. Pág. 967.
3
Cf. Biblia de Jerusalén. Pág. 967.
4
Cf. Biblia de Jerusalén. Pág. 967.
3

Lo que más sorprende de este Libro es que presenta una significativa cantidad de
términos ajenos a la literatura bíblica, independientemente de la lengua en la que fueron
transmitidos: expresiones y adjetivos de nuevo cuño, términos compuestos [hypermakhos
(10, 20; 16, 17); kakotekhnos (1, 4; 15, 4); pantodynamos (7, 23; 11, 17; 18, 15); protoplastos (7, 1;
10, 1)], y léxico de características filosóficas 5. Además, llama la atención el mundo de ideas
que contiene, especialmente, la afirmación de la inmortalidad en lugares claves del Libro:
1, 15; 3, 4; 8, 13. 17; 15, 3. Habla de un juicio en el que las almas de los justos brillarán y
juzgarán a los reinos impíos de la tierra, mientras que los malvados recibirán el castigo de
sus acciones criminales, no quedando claro si los malvados se verán sometidos a un doble
juicio: uno inmediato tras la muerte y otro cuando Dios venga a visitar a los justos, y o si
tras la muerte les espera automáticamente el Sheol hasta que, en el juicio definitivo, tengan
que enfrentarse a su condena en presencia de sus antiguas víctimas6.

Por otra parte, la figura de la Sabiduría 7 es clave para la comprensión del Libro.
Se afirma que procede de Dios y que tiene directa relación con la creación, lo que
concuerda con Prov. 1, 20 ss.; Job. 28; Eclesiástico 24. Se señala que la Sabiduría
atraviesa todas las cosas (Sab. 7, 24; cf. 1,6), idea paralela a Eclo. 1,9; que la Sabiduría se
identifica con la Ley de Dios, idea paralela a Eclo. 24, 23; que para ella Dios ha construido
un hábitat entre los hijos de Israel, idea paralela a Eclo. 24, 10 – 11. El Libro de la
Sabiduría menciona la presencia y la actividad de la Sabiduría en la historia del pueblo, y
pone de manifiesto su carácter soteriológico (Sab. 10, 1 – 19, 22), relación que fue
tímidamente sugerida por Eclo. 44, 1 – 50, 24.

En cuanto a la lengua y ambiente cultural del Libro de la Sabiduría, actualmente


se acepta que la obra fue originalmente escrita en griego 8. Por un lado, se aprecia en ella el
paralelismo típico de la poesía hebrea, especialmente, el uso abundante de recursos
retóricos tales como la aliteración, la paronomasia y la asonancia. Y los frecuentes
hebraísmos de Sabiduría pueden explicarse por el conocimiento que el autor tenía de la
tradición literaria israelita y por el uso que, sin duda, hizo de la Escritura 9. Y por otro lado,
la influencia del helenismo es sorprendente e innegable. Se ha calculado que el Libro
contiene un vocabulario de 1.734 palabras diferentes, de las que 1.303 aparecen sólo una
vez, y 335 no son utilizadas en ningún otro libro canónico del Antiguo Testamento. Son
claros los ejemplos de las cuatro virtudes cardinales (Sab. 8, 7), materia sin duda de la
doctrina moral de los griegos; y del tratamiento filosófico del conocimiento de Dios (13, 1 –
9), tal vez adoptando una postura ecléctica en el uso de la filosofía griega popular de su
época10.

5
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales…”. Pág. 266.
6
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales…”. Pág. 266 - 267.
7
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales…”. Pág. 267.
8
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales…”. Pág. 267.
9
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales…”. Pág. 268.
10
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales…”. Pág. 268.
4

Y en cuanto a su género literario, las conclusiones de los estudiosos están


divididas: algunos señalan que el género literario del Libro de la Sabiduría es el
protréptico11 o exhortación propagandística en favor de una determinada doctrina, en virtud
del cual su autor trataría de animar a sus lectores a adquirir los beneficios dispensados por
la sabiduría divina. Otros comentaristas mencionan el género epidíctico, consistente en un
encomio o alabanza12, familiar en la retórica griega y latina. Y a pesar de estas
divergencias, todos están de acuerdo en reconocer también la existencia de otros géneros
que afectan parcialmente a tal o cual sección, como la diatriba 13 (especialmente en cc. 1 –
6); y la síncrisis14 o comparación para quedarse con lo más bueno o lo más apetecible. En
fin, a partir de estas divergencias, lo más prudente sería afirmar que es inadecuado
pretender deducir un denominador común genérico para toda la obra. En Sabiduría se
mezclan elementos sapienciales y apocalípticos, se dan cita la diatriba y la síncrisis,
tampoco pueden excluirse rasgos exhortatorios, y desde luego abunda el estilo de la
exégesis midrásica, especialmente en el tratamiento del éxodo15.

1.2.- El Contexto Precedente de la Perícopa Sab. 9, 1 – 18: Ahora bien, para el análisis
del texto elegido, interesa aquí su contexto precedente inmediato (Sab. 1 – 9), por lo cual, lo
primero importante es clarificar y admitir que la primera y la segunda parte del Libro de la
Sabiduría será aquí analizado desde el género epidíctico: un elogio de la Sabiduría. Este
elogio está construido según el género literario propiamente griego del encomium (palabra
latina derivada del griego, que significa precisamente “elogio”).

Según los principios del arte oratorio de los griegos y latinos, de Aristóteles, de
Cicerón o de Quintiliano, el encomium 16 o elogio empieza con un exordio (Sab. 1 – 6, 21) o
introducción a modo de preludio, que sitúa rápidamente el tema. En el caso del Libro de la
Sabiduría: ser sabio es equivalente a amar la justicia, y por justicia se ha de entender la
conformidad completa del pensamiento y la acción con la voluntad divina, tal como ésta se
halla expresada en los preceptos de la ley y en la voz de la conciencia 17 (Sab. 1, 1 – 15).
Además, en el exordio se reserva un espacio para los posibles adversarios de aquello que se
intenta alabar y se les concede incluso la palabra, pero oponiéndoles situaciones paradójicas
que no se pueden comprender a no ser aceptando lo que se pretende alabar18. A propósito de
ello, en el Libro de la Sabiduría se muestran ejemplos de la vida de los impíos, sus errores,

11
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales…”. Pág. 271.
12
Cf. M. Gilbert; Jean – N. Aletti. “La sabiduría y Jesucristo”. Cuadernos bíblicos. Editorial Verbo Divino.
Sexta Edición. España, 1999. Pág. 33.
13
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales…”. Pág. 271.
14
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales…”. Pág. 272.
15
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales…”. Pág. 272.
16
Cf. M. Gilbert; Jean – N. Aletti. “La sabiduría…”. Pág. 33.
17
Cf. Biblia de Jerusalén. Nota al pie de página, Sab. 1, 1. Editorial Desclée de Brouwer. Cuarta Edición.
España, 2009. Pág. 969.
18
Cf. M. Gilbert; Jean – N. Aletti. “La sabiduría…”. Pág. 33.
5

y se les compara con la suerte de los justos, quienes tienen el favor de Dios, incluso
después de muertos (Sab. 4, 7 – 19), en cambio a los impíos les espera el juicio de Dios como
castigo y la vergüenza frente al justo del cual en vida se burlaron. Este exordio culmina con
la invitación a los reyes de la tierra a buscar la Sabiduría para juzgar rectamente, según
Dios espera, ya que de Él han recibido el poder que ejercen. Esta sabiduría de Dios se deja
hallar: “Se deja ver fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan”
(Sab. 6, 12b).

Según las mismas autoridades del arte oratorio, el elogio propiamente dicho tiene
que tratar acerca de dónde procede; en qué consiste y con qué obras se expresa aquello cuya
importancia se desea exaltar o alabar. Esta es la intención del autor del libro de la Sabiduría
cuando, una vez terminado el exordio, escribe como anuncio del tema: “Os voy a explicar
la esencia y el origen de la sabiduría; no os ocultaré secretos, sino que rastrearé sus
huellas desde su origen y pondré de manifiesto su conocimiento, sin eludir la verdad”.
(Sab. 6, 22)19.

El autor se apoyará en su desarrollo en la historia de Salomón, tal como aparece en


1 Re. 2ss y 2 Cro. 1ss., y especialmente en el episodio de Gabaón, en ese santuario ubicado
en la cima de una montaña al norte de Jerusalén, en el que una noche al comienzo de su
reinado acudió el Rey Salomón a pedir al Señor la sabiduría y la inteligencia para gobernar
a su pueblo (cf. 1 Re 3, 4 - 15)20.

Una vez terminado el exordio, se desarrolla el contenido de la obra. La construcción


de los c. 7 – 9 está muy cuidada. Obsérvese en particular el carácter concéntrico (A – B – C
– D – C – B – A) de los c. 7 – 8, mientras que la oración del c. 9 sirve de coronamiento a
todo21:

A: 7, 1 – 6: Salomón es un hombre como los demás (nadie es sabio de nacimiento).


B: 7, 7 – 12: Salomón prefirió la Sabiduría a todos los bienes reales y pidió a Dios esa
Sabiduría que es la madre de todos esos bienes.
C: 7, 13 – 22a: De hecho, Dios concedió a Salomón todos los bienes de la cultura: su
artífice es la Sabiduría.
D: 7, 22b – 8, 1: Elogio de la Sabiduría:
 Su naturaleza: 21 atributos.
 Su origen: en Dios.
 Su obra: gobierna el mundo, hace santos, amigos de Dios.
C´: 8, 2 – 9: Salomón decide desposarse con la Sabiduría, que sobrepuja a todos los bienes
de la cultura y a todas las virtudes; ella es la madre de todos estos bienes.
B´: 8, 10 – 16: Con la Sabiduría como esposa, Salomón se mostrará como un gran rey.
A´: 8, 17 – 21: Salomón decide pedir a Dios la Sabiduría:
19
Cf. M. Gilbert; Jean – N. Aletti. “La sabiduría…”. Pág. 33.
20
Cf. M. Gilbert; Jean – N. Aletti. “La sabiduría…”. Pág. 33.
21
Cf. M. Gilbert; Jean – N. Aletti. “La sabiduría…”. Pág. 33 - 34.
6

ORACIÓN: 9, 1 – 18: La oración de Salomón solicitando la sabiduría está claramente


estructurada en tres estrofas. La petición de la sabiduría constituye la clave de cada una de
ellas: vv. 4; 10; y 1722.

Primera Estrofa: Vocación y debilidad del hombre [9, 1 – 6]. Se abre con un recurso
consciente a la teología de la creación (9, 1; cf. 6, 22 b; 10, 1), enfatiza la necesidad del don de
la sabiduría, ya que Salomón, como todo mortal, se caracteriza por la debilidad y la
transitoriedad (9, 5; cf. 1 Re 3, 7 – 9) . Se implora humildemente la sabiduría. V. 4: “dame la
sabiduría entronizada junto a ti”.23

Segunda Estrofa: Misión de Salomón [9, 7 – 12]. Se centra en las necesidades concretas
de un gobierno justo por parte del monarca israelita, en especial la construcción del templo.
Se indican los motivos por los que precisa la adquisición de la sabiduría 24. V. 10: “Envíala
desde el santo cielo, mándala desde tu trono glorioso…”

Tercera Estrofa: Debilidad y salvación del hombre [9, 13 – 18]. Recurre de nuevo a la
condición humana: pensamientos mezquinos incapaces de rastrear los designios divinos25.
Se reconoce que si el Señor no concede la sabiduría, el hombre no tiene posibilidad de
obtenerla26. V. 17: “¿Quién puede conocer tu voluntad, si tú no le das la sabiduría…?”

La Perícopa 9, 1 – 627: La estrofa comienza con los vocativos: Dios y Señor, porque le
precede 8, 21: “…si Dios no me la daba… acudí al Señor y le supliqué…”, que es su
introducción literaria, donde también se señala: Dios y Señor. La cesura entre el v. 6 y el
v.7 marca el final de la estrofa. Temáticamente los v. 5 – 6 forman una unidad: debilidad de
Salomón (del hombre): “soy… un hombre débil y de vida efímera, incapaz… si le falta la
sabiduría que viene de ti será tenido en nada”. Frente a esta debilidad y limitación del
hombre, el v. 7ss irrumpe con una novedad: elección de Salomón, etc.; gramaticalmente el
v. 6 está unido al v. 5 por la partícula gar (pues), como el v. 5 al v. 4 por oti (porque), su
prueba. Una inclusión viene a confirmar que también desde el punto de vista literario y
textual 9, 1 – 6 forma una unidad: v.1 y v2: “Dios de los padres… con tu sabiduría
formaste al hombre” – v. 6: “aunque uno sea perfecto entre los hombres… si le falta la
sabiduría que procede de Ti”.

Los temas que trata la perícopa 9, 1 – 6 son los siguientes: el Dios de Israel, creador
del universo (v. 1) y del hombre; la función creadora de la Sabiduría con relación al hombre
(v. 2a); el destino y vocación del hombre: el señorío sobre todo lo creado (v. 2b – 3);
22
Cf. J. Vilchez Lindez. “Sabiduría, Sapienciales V”. Editorial Verbo Divino. España, 1990. Pág. 276.
23
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales…”. Pág. 279.
24
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales…”. Pág. 279.
25
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales…”. Pág. 279.
26
Cf. J. Vilchez Lindez. “Sabiduría…”. Pág. 288.
27
Cf. J. Vilchez Lindez. “Sabiduría…”. Pág. 277.
7

destino y vocación que Salomón (el hombre) no podrá realizar sin la Sabiduría de Dios (v.
4 – 6), pues, como hombre, es todo debilidad e impotencia (v. 5 – 6). Es, por lo tanto, una
necesidad vital que Dios le conceda la Sabiduría; con ella todo, sin ella nada (v.6b).

Y 9, 728: Si la estrofa anterior (9, 1 – 6) trataba acerca de la vocación universal del hombre,
que se ejemplificaba en Salomón, la presente estrofa encabezada por el v. 7 se enfoca en
Salomón, elegido por una misión que no podrá cumplir si Dios no le da su Sabiduría. El v.
7, aunque inicie una nueva sección, su contenido le da todo sentido a la petición que
Salomón hace de la Sabiduría que procede de Dios. Salomón solicita la sabiduría que
procede de Dios porque, como rey, debe gobernar al Pueblo de Israel con justicia y debe
edificar el templo del Señor (cf. v. 8).

2.- Dimensión Histórica: Respecto de su Título, según la tradición griega, el Libro se


titula, con algunas variantes, Sophia Salomonos, “Sabiduría de Salomón”, y según la
tradición latina se conoce sin más como “Libro de la Sabiduría”, ya que de acuerdo con el
contenido de la obra, nunca se menciona explícitamente a Salomón. En todo caso, la autoría
salomónica sitúa al libro en la tradición sapiencial, como Cantar, Proverbios y Qohelet29.

Respecto de su Autor, se supone que el autor es Salomón, a quien claramente se


designa, salvo el nombre, en 9, 7 – 8. 12. Éste habla como un rey (7, 5; 8, 9 – 15) y se
dirige a sus colegas en la realeza (1, 1; 6, 1 – 11. 21). Pero se trata de un evidente artificio
literario, que pone este escrito de sabiduría, como el Eclesiastés y el Cantar, bajo el nombre
del sabio más grande de Israel. Por lo tanto, la autoría salomónica debe ser entendida como
una pseudoepigrafía30. Ahora bien, si se examinan la lengua, el estilo, las ideas religiosas y
el pensamiento filosófico subyacente, está claro que el autor tuvo que ser judío de lengua
griega, probablemente nacido y educado en la diáspora31. Es un judío helenizado, lleno de
fe en el “Dios de los Padres” (9, 1), orgulloso de pertenecer al “pueblo santo”, a “la raza
irreprochable” (10, 15). Su insistencia sobre los acontecimientos del Éxodo, la antítesis que
establece entre egipcios e israelitas y su crítica de la zoolotría demuestran que vivía en
Alejandría, que era a la vez capital del helenismo bajo los Tolomeos e importante ciudad
judía de la Dispersión32.

Respecto de su Fecha de Composición, se puede establecer sólo por deducción


indirecta. Al evidenciar cierta dependencia de los LXX, su composición final se podría
situar hacia el 200 a. C. Ahora bien, si se admite que Rom. 1, 8 – 32 y Ef. 6, 11 – 17
parecen utilizarla, el Libro de la Sabiduría debió ser escrito antes que dichas cartas. Desde
allí que la mayoría de los especialistas admiten que el Libro de la Sabiduría fue redactado

28
Cf. J. Vilchez Lindez. “Sabiduría…”. Pág. 283.
29
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales…”. Pág. 261.
30
Cf. Biblia de Jerusalén. Nota al pie de página, Sab. 1, 1. Editorial Desclée de Brouwer. Cuarta Edición.
España, 2009. Pág. 967.
31
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales…”. Pág. 263.
32
Cf. Biblia de Jerusalén. Nota al pie de página, Sab. 1, 1. Editorial Desclée de Brouwer. Cuarta Edición.
España, 2009. Pág. 967.
8

hacia la última mitad del s. I a. C.; es el más reciente de los libros del AT33. Sin embargo,
otros autores, aún admitiendo el final del s. I a. C. como época de composición, suponen
que el libro de la Sabiduría fue escrito en tres etapas, que corresponde a las tres partes del
Libro34: la primera parte (cc. 1 – 5) fue compuesta en Egipto hacia los años 31 – 30 a. C.; la
segunda parte (cc. 6 – 9) fue redactada poco después, pero en función de una situación
política diferente, la toma de Alejandría el año 30 a. C. Y aunque alguna sección de la
tercera parte (cc. 10 – 19) puede remitir a una época más antigua, su composición tuvo
lugar en torno a los años 15 – 10 a. C., aunque esta hipótesis parece forzada en virtud de la
carencia de datos objetivos que la demuestren.

Respecto del Lugar de Composición y Destinatarios, a partir de lo ya señalado, y


teniendo en cuenta el profundo conocimiento de las ideas griegas de la época por parte del
autor, su cultura amplia y cosmopolita y la atención que presta a Egipto en los cc. 11 – 19,
es posible suponer que el Libro de la Sabiduría fue escrito en Alejandría, importante centro
judío de la diáspora y decisivo foco intelectual del mundo antiguo. Su enseñanza, en
primera instancia, parece que va dirigida a quienes “gobernáis el mundo” (1, 1), a los
“reyes” (6, 1), como si el supuesto autor “Salomón” quisiera aconsejar a sus homólogos,
siendo obvia la relación de la sabiduría con la realeza en toda la tradición sapiencial. Sin
embargo, el autor de este Libro no se muestra interesado en la instrucción de los monarcas,
sino más bien su propósito es que, en primer lugar, los judíos, sus compatriotas, sean
revitalizados en su fe y animados a vivir anclados en las tradiciones de sus mayores 35, cuya
fidelidad está en peligro frente a la influencia y prestigio de la civilización alejandrina: el
renombre de las escuelas filosóficas, el desarrollo de las ciencias, la atracción de las
religiones mistéricas, de la astrología, del hermetismo, o el atractivo sensible de los cultos
populares36. Y en segundo lugar, ciertas precauciones que toma indican que también busca
la atención de los paganos, a quienes quiere llevar al Dios que ama a todos los hombres.
Pero esta intención es secundaria; el libro es una obra de defensa mucho más que de
conquista. Con todo, parece ser que se utilizó la ficción monárquica, que desvía en un
primer momento la atención de los auténticos destinatarios, con el objetivo de conferir
mayor peso e impacto a sus palabras37.

Respecto de su Canonicidad, el Libro griego de la Sabiduría forma parte de los


libros deuterocanónicos. Aunque los LXX no hacen distinción entre canónicos y
deuterocanónicos, se sabe que éstos recibieron el respaldo de “literatura sagrada” por los
judíos de Alejandría, dada la relación temática de algunos textos del NT con Sabiduría,
especialmente con Juan, Romanos (1, 8 – 32), 1 Corintios, Colosenses y Efesios (6, 11 – 17), y
el uso indiscriminado que de este Libro hicieron ya los primitivos escritores eclesiásticos

33
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales…”. Pág. 264.
34
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales…”. Pág. 265.
35
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales…”. Pág. 265.
36
Cf. Biblia de Jerusalén. Nota al pie de página, Sab. 1, 1. Editorial Desclée de Brouwer. Cuarta Edición.
España, 2009. Pág. 967.
37
Cf. Biblia de Jerusalén. Pág. 967.
9

[primera referencia en Clemente Romano], lo que posibilitó el reconocimiento de su


canonicidad38, a pesar de que la ortodoxia judía palestina de finales del s. I d. C. no aceptó
los deuterocanónicos en la lista de libros inspirados.

3.- Dimensión Teológica: Como ya se ha dicho, esta bella oración está inspirada en la
oración de Salomón en 1 Re 3, 6 – 9; 2 Cro. 1, 8 – 10, pero enriquecida largamente con las
aportaciones de la tradición sapiencial y de la experiencia propia del autor39. A
continuación, se revisará el sentido teológico de cada versículo que la conforma:

9, 1: “Dios de mis antepasados”, fórmula muy querida por los israelitas y que tiene detrás
de sí una larga tradición religiosa. Los antepasados son los padres de los israelitas, pero
principalmente los patriarcas (cf. Gn. 26, 24; 28, 13; 32, 10; Ex. 3, 5. 15; 29, 18 – 20) y David (cf. 1
Re 3, 6; 2 Cro. 1, 8 – 9; 1 Cro. 28, 9) . Aduce el recuerdo de los padres, para que sus méritos
hagan la oración eficaz. A la fidelidad de los padres responde la fidelidad de Dios en
cumplir las promesas hechas a los padres y en favor de su descendencia40. “Señor de
misericordia”, genitivo de cualidad. La misericordia es un atributo divino que los autores
sagrados constantemente proclaman, especialmente en los Salmos. El autor enfatiza el
recuerdo de los padres, pero sabe que Dios oirá su oración, no tanto por los méritos de
ellos, sino “porque es bueno y su misericordia es eterna” (Sal. 135, 1) y reparte sus dones
gratuitamente41. El hecho mismo de orar, de invocar a Dios es ya un don inmerecido, así
también, el ser escuchado por Dios depende únicamente de su misericordia, a la que todo
hombre accede sin mérito alguno. “Hiciste todas las cosas con tu palabra”, se reconoce la
omnipotencia divina, manifestada en el hecho de la creación, que es también un motivo de
confianza. La palabra no es una personificación; con ella se expresa antropomórficamente
la plena realización de la voluntad divina creadora y de la trascendencia de Dios respecto
de lo creado. El autor evoca pasajes de la Escritura en los que se menciona la palabra como
instrumento de Dios en la creación42 (cf. Gn. 1; Sal. 32, 6; Eclo. 42, 15).

9, 2 – 3: “Con tu sabiduría formaste al hombre para que dominase sobre tus criaturas,
gobernase el mundo con santidad y justicia y juzgase con rectitud de espíritu”, la
tradición de la Escritura relaciona la acción creadora de Dios con su sabiduría (cf. Sal. 104,
24; Prov. 3, 19; Jer. 10, 12). “Formaste al hombre”, el verbo “formar” es sinónimo de crear. El
orante introduce el tema de la creación del hombre como motivo más apremiante para que
lo escuche43. En el hombre se revela la sabiduría de Dios, su Creador. El hombre como
creatura es expresión de la sabiduría de Dios, principalmente en el señorío que ejercita
38
Cf. V. Morla Asensio. “Libros Sapienciales…”. Pág. 262.
39
Cf. J. Vilchez Lindez. “Sabiduría…”. Pág. 276.
40
Cf. J. Vilchez Lindez. “Sabiduría…”. Pág. 278.
41
Cf. J. Vilchez Lindez. “Sabiduría…”. Pág. 278.
42
R. Arconada; F. Asensio, S. Bartina, F.X. Rodríguez Molero, J.J. Serrano y J. Vilchez. “La Sagrada
Escritura, Texto y comentario. Antiguo Testamento IV. Los Salmos y los Libros salomónicos”. Biblioteca de
Autores Cristianos. Madrid, 1969. Pág. 686.
43
Cf. J. Vilchez Lindez. “Sabiduría…”. Pág. 278.
10

sobre las criaturas de Dios (cf. Sal. 8, 7; Gn. 1, 26 – 28; Eclo. 17, 2) . El dominio del hombre se
extiende a todos los seres creados sin excepción. Pero debe respetar en su ejercicio el orden
establecido por Dios. El principio fundamental es el reconocimiento del supremo señorío de
Dios Creador. El hombre, por lo tanto, debe respetar en primer lugar al Señor de la
creación, en segundo lugar, el orden establecido por Dios en su creación o mundo. El
mundo comprende el conjunto armonioso de todo lo creado, incluido el hombre mismo (cf.
2, 24a; 10, 1a; 14, 6b). Estos son los fundamentos de la verdadera religión44. Ahora bien, las
disposiciones requeridas por parte del hombre para el gobierno acertado del mundo son: la
santidad y la justicia. La santidad parece que consiste en el respeto a Dios, supremo Señor
de todo lo creado, y en el cumplimiento de su voluntad, expresada en las leyes que se
consideran de origen divino, tanto en el mundo griego como en el semítico (cf. 6, 10; 2, 22; 5,
19; 14, 30)45. La justicia parece que dice relación con el recto ejercicio de la soberanía del
hombre sobre las creaturas irracionales, sin que cause perjuicio a sus semejantes, por lo
cual se trata de una justicia ejercida en el contexto de relaciones explícitamente
“cósmicas”46: se trata del recto comportamiento del hombre con sus semejantes, con los
animales y con la naturaleza en general (cf. Ex. 20, 10 // Dt. 5, 14; Lev. 25, 2 – 5; Jonás 4, 11; Rom.
8, 19 – 22). En el v. 3b: “y juzgase con rectitud de espíritu”: parece, también, que su sentido
se restringe a la administración de la justicia entre los hombres, ya que el autor supone que
unos hombres tendrán que hacer de jueces de otros, y esto no es motivo para que aquellos
que juzgan se consideren en un nivel superior respecto de los que son juzgados. El autor es
muy sensible a la corrupción de aquellos a los que corresponde juzgar (cf. Ex. 23, 1 – 9; Lev.
19, 15; 24, 22; Dt. 1, 17)47. Si en el acto en que deben resplandecer la justicia ésta es
atropellada, ya no existe motivo de esperanza entre los hombres para una convivencia digna
y humana (cf. Eclo. 3, 16; 5, 7). En suma, los vv. 2 – 3 proponen el plan de Dios sobre el
hombre, y en él se manifiesta la sabiduría divina que implora el orante.

9, 4: “Dame la Sabiduría entronizada junto a ti, y no me excluyas de entre tus hijos”.


Aquí, Salomón, representante de todos los hombres, reconoce desde el primer momento
que no podrá realizar por sí solo este plan si Dios no viene en su auxilio. Dios es el único
que puede dar la sabiduría (cf. 8, 21) y a él se dirige Salomón directamente (cf. 2 Cro. 1, 10). El
auxilio de Dios se llama Sabiduría y Dios es el único que puede concederla 48. Como ya se
ha señalado, este v. 4, con la petición directa de la Sabiduría divina, ocupa el centro de la
estrofa y hace aflorar el tema dominante en toda la oración (cf. v. 10 a. b y 17 a). La Sabiduría
es de origen divino (cf. 7, 25 ss.; Eclo. 1,1), está con Dios (cf. 8, 3 – 4; 9, 9; Prov. 8, 27 – 30;
también Eclo. 24, 4), y se sienta en el mismo trono de Dios (cf. Sal. 110, 1), no para convertirla
en una divinidad, sino como personificación otra vez del atributo divino sabiduría 49. Ahora,

44
R. Arconada. “La Sagrada Escritura…”. Pág. 686 – 687.
45
Cf. J. Vilchez Lindez. “Sabiduría…”. Pág. 279.
46
R. Arconada. “La Sagrada Escritura…”. Pág. 687.
47
Cf. J. Vilchez Lindez. “Sabiduría…”. Pág. 280.
48
Cf. J. Vilchez Lindez. “Sabiduría…”. Pág. 280.
49
Cf. J. Vilchez Lindez. “Sabiduría…”. Pág. 280.
11

la participación en la Sabiduría es la garantía de pertenecer a la familia de Dios 50 (cf. 7, 27 ss;


2, 13. 18), por esto en v. 4b, en paralelismo antitético con v. 4a, pide Salomón que no lo
excluya de “entre tus hijos”. La expresión griega: paides, es ambigua, puede indicar los
hijos o los siervos. Si se considera paides en sentido de filiación, quiere decir que por la
Sabiduría el hombre es hijo de Dios, como lo es por la justicia según 2, 13. Y en sentido de
siervo, Salomón se colocaría entre los ilustres siervos del Señor del AT. Como en V. 5a
aparece siervo (doulos), aquí, por contraste, debe significar “hijos”51.

9, 5: “Porque soy siervo tuyo, hijo de tu esclava, un hombre débil y de vida efímera,
incapaz de comprender el derecho y las leyes”. Aquí, Salomón, a título personal, presenta
las razones para ser oído. En vv. 1 – 2 ha invocado los atributos divinos; ahora presenta su
debilidad, y la debilidad del ser humano, para impetrar el don de la Sabiduría. “Soy siervo
tuyo”: en sentido religioso, es el humilde adorador de Dios. Expresa la condición de
creatura, asumida y reconocida. Sin embargo, atendiendo a esa expresión utilizada en una
sociedad donde la esclavitud es un hecho reconocido (cf. Gn. 21, 10 – 13; Ex. 21; Lev. 25, 39 –
55), el esclavo o siervo nacido en casa está más unido a su señor (cf. Ex. 21, 4), es como un
hijo. Por lo tanto, esta expresión implica sentimiento de familiaridad e intimidad, a pesar de
la legislación que impone barreras52. Y a la condición de siervo del Señor se suma la
debilidad de su naturaleza53, semejante en esto a todos los hombres: fragilidad humana (cf. 7,
1; 15, 8; Sal. 88, 16), y brevedad de la vida (cf. 2, 1; 1 Cro. 28, 15; Sal. 89, 48 ss.; 90, 5 ss. 9 ss) .
“Incapaz de comprender el derecho y las leyes”: expresión que se apoya en 1 Re 3, 7 – 11:
“…soy un joven muchacho y no sé por dónde empezar y terminar… Concede, pues, a tu
siervo, un corazón atento para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal…
dijo Dios: ‘por haber pedido esto… inteligencia para atender a la justicia’”. Justicia
referida a la aplicación de la ley en los procesos (cf. 8, 11); la ley o los preceptos de Dios,
la Ley mosaica. En suma, sin la Sabiduría que procede de Dios no podrá Salomón, el
hombre, discernir lo justo de lo injusto, ni aplicar las leyes rectamente en el ámbito público
de la vida.

9, 6: “Pues, aunque uno sea perfecto entre los hombres, si le falta la sabiduría que viene
de ti, será tenido en nada”. Aquí se eleva una consideración general. En contraste con el
verso anterior, en que se subraya lo débil de la naturaleza humana, afirma ahora el principio
de que aún el hombre perfecto en su natural, según la apreciación de los hombres, no por
causa de la Sabiduría de Dios, es nada sin la sabiduría que procede de Dios 54. Es decir, si, a
pesar de todo, existiera un hombre perfecto según la mentalidad de los filósofos y sabios de
este mundo, este hombre sería estimado en nada, no valdría nada, a juicio del autor, si no
tuviera la sabiduría divina. Así queda expresado el contraste entre el orden de la naturaleza

50
R. Arconada. “La Sagrada Escritura…”. Pág. 687.
51
Cf. J. Vilchez Lindez. “Sabiduría…”. Pág. 281.
52
Cf. J. Vilchez Lindez. “Sabiduría…”. Pág. 281.
53
R. Arconada. “La Sagrada Escritura…”. Pág. 687.
54
R. Arconada. “La Sagrada Escritura…”. Pág. 687.
12

y el de la gracia 55 (cf. Sal. 126, 1 – 2; 1 Cor. 3, 18 ss.) . Es el punto de vista del creyente, del
hombre de fe que descubre una dimensión trascendente en la vida humana y en todas las
relaciones interhumanas. La dimensión trascendente es la que hace grande al hombre,
porque lo introduce en el ámbito divino. La sabiduría de Dios es la única que permite al
hombre descubrir esta dimensión. Por esto, sin negar los valores auténticos, según los
criterios humanos, que el hombre pueda adquirir y descubrir por sí mismo, el autor los
considera “como nada” en comparación de los que proporciona la Sabiduría de Dios. El
autor no niega los valores humanos, ni los valores de la creación (cf. 1, 14), pero afirma que
existen otros valores, que proceden de la Sabiduría divina, que trasciende infinitamente a
los más grandes valores de los sabios y filósofos. Estos, en comparación de aquéllos, son, a
juicio del autor, nada56.

9, 7: “Tú me elegiste como rey de tu pueblo, para gobernar a tus hijos y a tus hijas”.
Como ya se señaló, El v. 7, aunque inicie una nueva sección, su contenido le da todo
sentido a la petición que Salomón hace de la Sabiduría que procede de Dios. Salomón
acaba de confesar su pequeñez y debilidad, como ser humano que es (cf. v. 5), pero no puede
negar la realidad histórica. Él ha sido elegido para una gran misión 57, la de ser rey del
pueblo de Dios con un encargo muy particular: “gobernar a tus hijos y a tus hijas”. En
efecto, el pueblo de Israel es propiedad de Dios (Dt. 7, 6). Los israelitas tenían una
conciencia muy viva de esta elección divina; las Escrituras repiten que Israel es propiedad
del Señor (cf. Ex. 19, 5; Dt. 13, 2; 26, 18; Sal. 135, 4) . Por esto se llamarán hijos suyos58 (cf. Ex. 4,
22; Dt. 14, 1; Os. 11, 1) . Por lo tanto, el orante tiene una conciencia profunda de que su
gobierno implica saber constantemente que el pueblo sobre el que ejercerá su poder no es
de su propiedad, y por eso, queda excluido todo tipo de tiranía, y cobra relevancia su
delicada responsabilidad de guiar al pueblo de Dios para que éste cumpla con la misión que
el Señor le ha encomendado en virtud de su elección: ser un pueblo consagrado al Señor
(Dt. 7, 6), ser un pueblo santo o separado de toda influencia extranjera que pueda
desvirtuarlo, corromperlo y destruirlo.

55
Cf. J. Vilchez Lindez. “Sabiduría…”. Pág. 282.
56
Cf. J. Vilchez Lindez. “Sabiduría…”. Pág. 282.
57
Cf. J. Vilchez Lindez. “Sabiduría…”. Pág. 283.
58
Cf. J. Vilchez Lindez. “Sabiduría…”. Pág. 284.
BIBLIOGRAFÍA

1.- Víctor Morla Asensio. Libros Sapienciales y otros escritos. Editorial Verbo Divino.
Cuarta Edición. España, 2002.

2.- Biblia de Jerusalén. Introducción al Libro de la Sabiduría. Editorial Desclée de


Brouwer. Cuarta Edición. España, 2009.

3.- Maurice Gilbert; Jean – Noël Aletti. La sabiduría y Jesucristo. Cuadernos bíblicos.
Editorial Verbo Divino. Sexta Edición. España, 1999.

4.- José Vilchez Lindez. Sabiduría, Sapienciales V. Editorial Verbo Divino. España, 1990.

5.- R. Arconada; F. Asensio, S. Bartina, F.X. Rodríguez Molero, J.J. Serrano y J. Vilchez.
La Sagrada Escritura, Texto y comentario. Antiguo Testamento IV. Los Salmos y los
Libros salomónicos. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, 1969.

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