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A medida que corre el tiempo, el uso que se hace en la Iglesia del libro de la
Sabiduría es cada vez mayor y la estima que de él tienen, aun los que no lo
consideran libro sagrado, es muy considerable. En un balance imparcial lo positivo
supera con mucho lo negativo.
las intervenciones de los Concilios africanos en los que estará presente. Un texto
suyo formula explícitamente que Sab es un libro sagrado, y da las pruebas de ello: el
libro de la Sabiduría «ha merecido leerse en la Iglesia católica durante tantos años y
ser escuchado con la veneración que se debe a la autoridad divina» (De
praedestinatione sanctorum 14,27). San Agustín aplica al libro de la Sabiduría los
criterios que él mismo expone en De doctrina christiana, 2,8, para determinar si un
libro debe ser recibido o no como canónico.
3. Estructura:
I Parte: Vida humana y juicio escatológico: 1,1-6,21 1.a. Exhortación para amar la
justicia: 1,1-15 2.b. Malvados y justos frente a frente: 1,16-2,24
3.c. Revelación de las paradojas de esta vida: 3,1-4,20 4.b. Impíos y justos frente a
frente en el juicio escatológico: 5,1-23 5.a. Exhortación a los gobernantes: 6,1-21
II Parte: Encomio de la Sabiduría: 6,22-9,18
1. Discurso de Salomón sobre la Sabiduría: 6,22-8,21
2. Oración de Salomón pidiendo la Sabiduría: 9,1-18
III Parte: La justicia de Dios se revela en la historia: 10-19 ,
1. De Adán a Moisés la salvación por la Sabiduría: 10,1-11,1
2. Juicio de Dios sobre la historia: 11,2-19,21
2.1. Narración introductoria: 11,2-4
2.2. Tema de la homilía: 11,5
2.3. Ilustración del tema en siete dípticos: 11,6-14 y 16,1-19,9
a. Agua de la roca - aguas ensangrentadas del Ni lo: 11,6-14 [Las dos digresiones
de la 3a. parte: 11,15-15,19
Ia. digr.: Moderación de Dios omnipotente con Egipto y Canaán: 11,15-12,27 2a. digr.:
Crítica de la religión de los paganos: 13-15
1) Culto a la naturaleza: 13,1-9
2) Culto a los ídolos, su origen y consecuencias: 13,10-15,13
3) Idolatría universal y zoolatría de los egipcios: 15,14-19]
b. Plaga de los animales - codornices: 16,1-4
c. Mordeduras de las serpientes y plaga de los insectos: 16,5-14
d. Plaga de los elementos atmosférico - don del cielo: 16,15-29
e. Plaga de las tinieblas - columna luminosa: 17,1-18,4
f. Muerte de los primogénitos egipcios - liberación de Israel: 18,5-25
g. Juicio del mar: muerte a los egipcios - liberación de los israelitas: 19,1-9
2.4. Reflexiones finales: 19,10-21 Conclusión: Himno de alabanza a Dios: 19,22
4.Influjos en el libro de la Sabiduría:
Al hablar de influjos en Sab nos estamos refiriendo a la dependencia literaria que
descubrimos en Sab con relación al ambiente cultural y religioso en que vive inmerso
el autor y a las obras escritas que el autor pudo conocer. En concreto son dos los
ámbitos que influyeron en (el autor de) el libro de la Sabiduría: el del helenismo y el
del judaismo alejandrino.
El influjo de Platón en Sab es innegable: son muchos los puntos de contacto sobre la
belleza, la superioridad del alma, las relaciones cuerpo-mente, los aspectos éticos de
la religión. También son muchas las diferencias que separan a nuestro autor de las
doctrinas de Platón sobre Dios, sobre el hombre en general y sobre puntos
particulares como la justicia, la sabiduría, el espíritu, la retribución, el destino
definitivo del hombre, el bien y el mal, la sociedad, etc.
Pero no es único ni exclusivo el influjo de Platón. Después de Platón todas las
corrientes filosóficas griegas de inspiración espiritualista o descienden directamente
de él a través de sus discípulos o están contagiadas con algunas de sus ideas. Con el
paso del tiempo el acervo común popular se enriqueció con ideas de muchas fuentes,
que pronto perdieron su etiqueta de origen.
El pseudo-Salomón está educado en la cultísima Alejandría, donde podía disponer
con facilidad de las obras de Platón y de todos los grandes maestros del helenismo.
b.Sabiduría y epicureismo
El posible influjo de las doctrinas de Epicuro o de su escuela en el libro de la
Sabiduría se reduce al discurso de los impíos en 2,1-11. En él los impíos intentan
fundamentar de alguna manera la orientación de sus vidas. Es muy probable que
muchos de los que se llamaban discípulos de Epicuro se identificaran con estas
orientaciones. Nuestro autor, polemista consumado, querría refutar a esos supuestos
epicúreos, tan florecientes en el siglo I a.C, y cuyo máximo exponente fue Lucrecio
con su De rerum natura. Pero Sab 2,1-11 no se dirige exclusivamente a los discípulos
de Epicuro; algunas enseñanzas ahí recordadas no concuerdan con las
auténticamente epicúreas, como son la invitación al disfrute desenfrenado de la vida
y las actitudes de violencia incontrolada. Al parecer, la intención del autor de Sab es
abarcar sin distinción alguna a todos los libertinos, israelitas o no israelitas, de
cualquier tiempo.
c.Sabiduría y estoicismo
Hay unanimidad en los comentaristas al admitir que el autor de Sab hace uso muy
frecuente del vocabulario típico de la escuela estoica. El problema surge cuando
p*gwt*mos hasta gué punto el autor asume también la ideología estoica, pues no se
puede ignorar que er csw^-cismo es panteísta. La te del autor de Sab en un Dios
personal, creador del mundo y distinto de él, le impide identificarse con la doctrina
estoica en todos aquellos casos en que entre en confticto con su fe. Lo mismo debe
decirse de la doctrina sobre el espíritu. No todo, sin embargo, en el estoicismo se ha
de interpretar panteística o materialísticamente. Muchos términos y conceptos
estoicos forman parte del dominio común, bien porque los estoicos han aceptado los
que ya circulaban, bien porque han salido de los círculos particulares estoicos y han
perdido su matiz de escuela. De estos términos y conceptos se vale el autor de Sab
para expresar sus pensamientos y matizarlos, sirviéndose, sin duda, en muchos casos
de la ideología estoica (ver, por ejemplo, Sab 1,7; 6,17-20; 7,22-24; 8,1.6; 16,21.24). No
podía ser de otra manera ya que las doctrinas estoicas eran las más extendidas y en
boga en tiempo del autor, y muy aptas para exponer su enseñanza moral y religiosa.
d.Recapitulación
Enumerar todas las posibles fuentes helenísticas donde el autor de Sab se ha
inspirado y de las que se ha servido en la composición de su libro es una tarea
simplemente irrealizable. Hemos hablado de las principales corrientes de
pensamiento que, sin duda influyeron en el autor de Sab; pero aún quedan otras
muchas corrientes menores que de todas partes afluían al inmenso río que era el
helenismo en los comienzos de la nueva era.
El repaso que acabamos de hacer demuestra la vasta cultura helenística del autor de
Sab. Hemos constatado que no es un genio creador sino un pensador normal, un
maestro de sabiduría que ha sabido asimilar a su manera diversas y dispares
corrientes de pensamiento de su tiempo, sin afiliarse a una determinada.
Lo que nosotros llamamos Antiguo Testamento era en el tiempo del autor de Sab la
parte más importante del legado religioso y literario de la tradición viva del pueblo
judío. Otras muchas tradiciones, unas orales, otras escritas, completaban el rico
bagage de aquella comunidad judía, de la que formaba parte integrante el pseudo-
Salomón. De hecho vamos a ver que el autor de Sab se vale del Antiguo Testamento
o Sagrada Escritura para la exposición de sus enseñanzas.
Creemos, pues, que todo está a favor del tiempo de Augusto (30 a.C.-14 d.C.) para la
fecha de composición del libro de la Sabiduría, sin que el advenimiento de la era
cristiana sea impedimento para ello.
a. La Sabiduría
En el libro de la Sabiduría las especulaciones sobre la Sabiduría alcanzan su grado
más elevado. A ello han contribuido una larga tradición de escuela, un medio
cultural muy apropiado y las cualidades especiales del autor. El tema de la Sabiduría
es muy importante en el libro. La Sofía es, sin duda, protagonista de la segunda parte
del libro (6,22-9,18), que lleva por título: Encomio de la Sabiduría. Su importancia
indiscutible quedará patente en el presente apartado. Quizás haya sido ésta la razón
por la que el libro ha tomado el nombre de Sabiduría de Salomón. En la Ia parte (1,1-
6,21), sin embargo, pasa casi desapercibida (1,4.6; 3,11); en la IIIa (10-19) solamente
aparece en el cap. 10 (vv.4.8.9.21 y el pronombre en vv. 1.5.6.10.13.15) y
esporádicamente en el tratado sobre la idolatría (cf. 14,2.5).
b.Personificación de la Sabiduría
Los investigadores hablan a veces indiscriminadamente de personificación o de
hipóstasis de la Sabiduría, confundiendo los términos. Hipóstasis, en terminología
teológica, quiere decir persona; personificación no llega a tanto: es una figura
literaria conocida y empleada universalmente, por la que a la Sabiduría se le da
tratamiento de persona sabiendo que no lo es. El autor de Sab la alaba para que sea
amada; pero está convencido de que el mejor camino para conseguir su propósito es
presentarla como si fuera una verdadera persona. ¿Cuál es, sin embargo, el
contenido de la Sabiduría personificada? ¿Es una mera abstracción poética o hay que
atribuirle una subsistencia propia, al menos como ser intermedio entre Dios y el
resto de la creación?
Sab 8,2-8 canta a la Sabiduría como a una novia (cf. Eclo 14,20-25). 8,3 habla de la
convivencia de la Sabiduría con Dios. La misma convivencia de vida se afirma en 8,9
entre la Sabiduría y el sabio, entendida como intimidad conyugal, como aparece más
claramente en 8,16. Nuestro autor aplica a la Sabiduría las alabanzas que la tradición
sapiencial ha dedicado indefectiblemente a la buena esposa, especialmente al
ensalzar los bienes que supone encontrar una buena compañera en la vida (cf. Prov
31,10-31; Eclo 26,1-4.13-18). Por esto se atreve a pedirla, «para que esté a mi lado y
trabaje conmigo» (9,10). Como buena esposa la Sabiduría hará que su marido juzgue
con justicia (9,12).
c. Sabiduría humana
Esta es la Sabiduría de que hablan tradicionalmente los sabios y la que el hombre
puede adquirir con esfuerzo y tesón, la sabiduría que se aprende. Es también un don
de Dios, como lo es la luz, el sol y todo lo bueno que el hombre hace o consigue;
acerca de su inestimable valor trata Sab 7,8ss.
d. Sabiduría divina
No se trata de averiguar si la Sabiduría es o no un atributo divino; es evidente que sí,
«pues él [Dios] posee sabiduría y poder» (Job 12,13) y la ha manifestado en su obra, la
creación: «Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría» (Sal
104,24); «El Señor cimentó la tierra con sabiduría y afirmó el cielo con inteligencia»
(Prov 3,19). El mismo autor de Sab lo confiesa: «Todo lo creaste con tu palabra y
formaste al hombre con sabiduría» (Sab 9,1-2). El problema está en descubrir la
naturaleza divina de esta Sabiduría.
Es muy importante hacer notar el avance abismal de Sab con relación a toda la
tradición sapiencial anterior. Según nuestra opinión, todos los pasajes de la
Escritura, anteriores a Sab, donde aparece la Sabiduría personificada, no se refieren a
la Sabiduría divina. Los pasajes más importantes son: Prov 8; Eclo 24, en los cuales se
dice explícitamente que Dios ha creado a la Sabiduría. La primera vez que aparece la
Sabiduría en nuestro libro se podría intercambiar con los términos Dios, Potencia,
Espíritu (cf. Sab 1,3-7). Esto nos hace suponer que la Sabiduría pertenece al ámbito
de lo divino, que ella y Dios son inseparables. De todas formas esto no avala
suficientemente el título divino, dado a la Sabiduría, pues también en Prov 8,22-31 la
Sabiduría no se separa de Dios y, en cierto sentido, se puede llamar divina.
Sab 7,22-8,1 es el lugar por excelencia en el que el autor habla de la Sabiduría como
habla de Dios. Así la llama «artífice del cosmos» (7,22), atributo propiamente divino.
En ningún libro sapiencial anterior encontramos esta afirmación sobre la Sabiduría;
a lo más ella está presente cuando Dios crea el mundo (cf. Prov 8,22-31). La Escritura
no conoce más que un Creador y Hacedor de todo (Gen 1,1), Dios único, cuyo
nombre es Yahvé (cf. Dt 6,4; Is 45,5). De la Sabiduría se vuelve a decir en Sab 8,6 que
es «artífice de los seres», de cuanto existe, como en Sab 13,1 se afirma de Dios.
La Sabiduría no es una diosa junto a Yahvé, a pesar de que el autor diga en 3,4'. «La
Sabiduría que comparte (páredron) tu trono». Parearos {asociado, participante) es,
en el ámbito helenístico, una palabra técnica que se aplica a las divinidades de
segundo orden. No podemos decir, sin embargo, que el autor reconozca a la
Sabiduría una personalidad o hipóstasis independiente de Dios; pero sí, al menos,
que concibe el atributo divino de la sabiduría personificado. La tesis se confirma con
las consideraciones que el autor hace a partir de 7,22, como veremos en el § 5.2.3.
Espíritu y Sabiduría.
La visión cósmica de Sab 8,1: la Sabiduría «alcanza con vigor de extremo a extremo y
gobierna el universo con acierto», ofrece al autor un motivo para terminar la sección
central de la segunda parte del libro. La Sabiduría, que lo ha hecho todo, está
presente en todo lugar y sabiamente dirige, gobierna la marcha del universo. Casi
con las mismas palabras afirma de Dios en Sab 15,1: «Pero tú, Dios nuestro...
gobiernas el universo con misericordia». Por lo que no queda duda alguna de que la
Sabiduría, para el autor, es de orden estrictamente divino.
e. El Espíritu
El tema del espíritu (pneuma) es otro de los fundamentales en el libro de la
Sabiduría. El autor, cuando habla del espíritu, ha sabido reconciliar dos corrientes
tan dispares como la semítica, contenida en el Antiguo Testamento, y la griega,
representada principalmente por las escuelas filosóficas; los orígenes de estas
corrientes son antagónicos, pero Sab se convierte en el lugar de encuentro, donde el
espíritu o pneuma conserva su significación más o menos metamorfoseada.