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2.- La Iglesia Comunión: nace en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo, y para ser signo e instrumento de la unión íntima de los hombres
con Dios y de la unidad de todo el género humano. Por lo tanto, la razón de la
comunión en la Iglesia trasciende la explicación meramente sociológica. La
comunión significa la común participación de los miembros de la Iglesia en la
salvación de Dios ofrecida por medio de la alianza, la regeneración en Cristo, la
participación de la naturaleza divina y la filiación. Estos dones son la base de la
comunión entre los miembros de la Iglesia. A su vez, la comunión propia de la
Iglesia se hace presente en su realidad sacramental: la Iglesia es como
sacramento universal de salvación, es signo e instrumento de unión íntima de los
hombres con Dios y de los hombres entre sí. Además, la comunión eclesial
supone la aceptación de la unión indisoluble entre la vida interior espiritual y la
dimensión histórico social que constituyen la única realidad de la Iglesia. Y
finalmente, la comunión en la Iglesia se realiza en y por la celebración de la
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con sus hermanos y con la vida de Dios. Además, los miembros de la Iglesia han
recibido de Dios ciertos dones o carismas que éstos ponen al servicio de la Iglesia
para su edificación, dones y carismas que han de ser valorados como mediación y
acogidos con gratitud. Y finalmente, el servicio del ministerio ordenado constituye
una importante mediación en la Iglesia y de la Iglesia, cuya razón de ser es servir
al sacerdocio común de los fieles, y que se realiza por el ministerio de la Palabra
de Dios, por el ministerio de los sacramentos y por el ministerio de la dirección de
la comunidad, mediación constitutiva de la comunidad eclesial que, en el contexto
de la espiritualidad cristiana, debe ser valorado, aceptado y agradecido por los
miembros de la Iglesia.