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LA PAZ QUE DIOS DA

Debemos entender que la muerte no es un punto final, sino sólo una coma; porque la tumba vacía de
Cristo nos garantiza la victoria sobre la muerte es por ello que podemos estar llenos de esperanza.

Josué 1: 9 “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios
estará contigo en dondequiera que vayas”.

Isaías 41:10 “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te
ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”.

Salmo 23 “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor
de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás
conmigo; Tú vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis
angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la
misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días”.

Salmo 31:4-5 “Sácame de la red que han escondido para mí, Pues tú eres mi refugio. En tu mano
encomiendo mi espíritu; Tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad”.

Salmo 31:14-15 “Mas yo en ti confío, oh Jehová; Digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos;
Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores”.

Salmo 34:6-7 “Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias. El ángel de Jehová
acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende”.

Salmo 119:41-42 “Venga a mí tu misericordia, oh Jehová; Tu salvación, conforme a tu dicho. Y daré por
respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado.

Salmo 139: 1-12 “Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi
levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y
todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú
la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, Y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es
demasiado maravilloso para mí; Alto es, no lo puedo comprender. ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y
a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he
aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, Aun allí me guiará tu
mano, Y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; Aun la noche
resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día;
Lo mismo te son las tinieblas que la luz.

No sé cuántos días me quedan; pero si se, en los brazos de quien voy a terminar y lo tremendamente
glorioso que es el cielo, porque nuestros tiempos están en la mano de Dios y nuestras almas bajo su
cuidado.

Miqueas 7: 18-19 “¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su
heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. Él volverá a tener
misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos
nuestros pecados”.

Juan 6:35-40 “Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en
mí cree, no tendrá sed jamás. Más os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. Todo lo que el
Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. Porque he descendido del cielo, no para
hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió:
Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la
voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le
resucitaré en el día postrero”.
Juan 14:27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro
corazón, ni tenga miedo.

Juan 16:33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero
confiad, yo he vencido al mundo.

Romanos 5:1 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo”.

Romanos 5: 12-21 “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la
muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Pues antes de la ley, había
pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. No obstante, reinó la muerte
desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es
figura del que había de venir. Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de
aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la
gracia de un hombre, Jesucristo. Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó; porque
ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de
muchas transgresiones para justificación. Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho
más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la
justicia. Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma
manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la
desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia
de uno, los muchos serán constituidos justos. Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas
cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; para que así como el pecado reinó para muerte, así
también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.

Romanos 8:18-39 Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con
la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el
aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su
propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será
libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que
toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que
también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de
nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos
salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si
esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en
nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo
intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la
intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a
los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son
llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a
la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a
éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también
glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no
escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él
todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que
condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de
Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o
angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti
somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas
somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la
muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor
nuestro.
1 era. Corintios 15:20-28 “Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la
resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán
vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su
venida. Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio,
toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos
debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. Porque todas las cosas las
sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se
exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces
también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”.

2da Corintios 4:16-18 “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va
desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea
produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas
que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son
eternas”.

2da de Corintios 1:2-5 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Bendito sea
el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual
nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que
están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por
Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el
mismo Cristo nuestra consolación.

2da Corintios 1.9. “Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en
nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos”.

2da Corintios 5:1-10 “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere,
tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. Y por esto también
gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; pues así seremos hallados
vestidos, y no desnudos. Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia;
porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.
Más el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu. Así que vivimos
confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor
(porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y
presentes al Señor. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es
necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según
lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.

Filipenses 1:21-23 “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Más si el vivir en la carne
resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy
puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor”.

1era de Tesalonicenses 4:13-18 “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que
duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que
Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os
decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida
del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de
arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.
Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos
en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los
unos a los otros con estas palabras.

2da Timoteo 4: 6-18 Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He
peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la
corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos
los que aman su venida.

Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la
predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. Y el
Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea
gloria por los siglos de los siglos. Amén.

1era Juan 1:8-9 “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no
está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad”.

Apocalipsis 21:1-4 “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra
pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo,
de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He
aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo
estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni
habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”.

Si estamos preparados para morir, entonces lo estamos para vivir porque la muerte de la
muerte es segura

La presencia de Dios con nosotros es uno de sus regalos… Aceptémoslo con gozo y en paz…
como nuestro único y suficiente sustentador.

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