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Cristología y

Soteriología
Sesión 4
Prof. Hedberto Martínez Silva
Lic. Ciencias Religiosas Universidad Anáhuac del Sur
Correo. mhedberto@yahoo.com
Tel. 55 2535 6071
1. Títulos cristológicos en el N.T. (Fuentes
de la cristología)
Introducción.
-Los semitas, al igual que los pueblos más
antiguos y primitivos, y en contraposición con
el punto de vista occidental y moderno,
consideraban el nombre con que se designaba
a las cosas o a las personas como un
constitutivo esencial o como una especie
de proyección del que lo llevaba.

-Dentro del estudio sistemático de la cristología es importante el


estudio de estas fórmulas o calificativos —títulos cristológicos— que
expresan realidades doctrinales de las comunidades cristianas
primitivas…
a) Señor. Kyrios, «Señor», era una palabra
usada por los LXX para traducir YHWH (que los
judíos leían como Adonay, «mi Señor»). En el
mundo pagano, kyrios era un título que se daba
a los dioses y se empleaba también en el culto
al emperador.

-En la primitiva predicación, el título Kyrios se aplicaba a Cristo


resucitado, glorificado por Dios, como puede comprobarse por la
conclusión del discurso de Pedro el día de Pentecostés. «Así, pues,
sepa sin duda toda la casa de Israel que Dios ha hecho Señor y Cristo
a este Jesús que vosotros crucificasteis» (Hch 2,36; 7,59; 8,25; 10,36;
11,20; Flp 2,11; Rom 10,9; // Jl 3,5; Sal 110, 1) ).
b) Mesías. Este título (del hebreo mashiah),
designa a Jesús como «el Ungido» (en griego,
christos), se usaba en la predicación apostólica
para subrayar la fe cristiana en que Jesús era la
respuesta dada por Dios a las esperanzas
mesiánicas de Israel (Hch 2,36; 17,3). Parece
que la primitiva comunidad justificó este empleo
con Sal 2,2 (Hch 4,27). El kerigma anunciaba a
Jesús como el «Ungido con el Espíritu Santo y
con poder»… (Hch 10,37).

-Por tanto, el kerigma parece estar de acuerdo con la impresión que


ofrecen los evangelios sobre el hecho de que Jesús ya fue reconocido
como Mesías durante su ministerio público. (Mc 8,29; Lc 9,20).
c) Siervo de Yahvé. La designación de Jesús
como Siervo de Yahvé en la predicación
primitiva es probablemente uno de los más
antiguos intentos de emplear el A.T. para
fundamentar la afirmación Kerigmática de que
«Cristo murió por nuestros pecados según las
Escrituras... y resucitó al tercer día según las
Escrituras» (1 Cor 15,3-4).
-Es posible que esta concepción dependa de Pedro, que explica la
curación del tullido diciendo: «El Dios de Abrahán y de Isaac y de
Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Siervo Jesús, al
que vosotros entregasteis...» (Hch 3,13; 4,30 // Is 52,13-53,12)
-El tema del Siervo de Deutero-Isaías se convirtió, entre los cristianos
de la época apostólica, en un medio popular para mostrar de qué
manera la obra redentora de Cristo había cumplido «las Escrituras»
d) El Santo y el Justo. Estos dos títulos
aparecen juntos en la predicación de Pedro
(Hch 3,14), y ambos son característicos del
Deutero-Is. Allí, sin embargo, el epíteto
«santo» se reserva, de manera constante, a
Yahvé (Is 1,4; 5,16; 40,25; 47,4; 54,5).

-Al Siervo sólo se le aplica el adjetivo «justo» (Is 53,11); y aun este título
parece que, en rigor, solamente debe aplicarse a Yahvé (Is 45,21). El
NT llama a Cristo más frecuentemente el Santo (Mc 1,24; Lc 1,35;
Mt 1,20; Jn 6,69; Ap 3,7) que el Justo (Hch 7,52; 22,14; 1 Jn 2,1).
e) Piedra rechazada por los arquitectos. Este
título aparece aplicado en el kerigma de Pedro a
Cristo muerto y glorificado (Hch 4,11) y está
tomado de Sal 118,22, salmo empleado
constantemente por la Iglesia primitiva porque
proporcionaba una serie de detalles sobre la
pasión y resurrección de Jesús. El pensamiento
lo encontramos reflejado en la tradición
sinóptica en conexión con la parábola de Jesús
sobre los viñadores malvados (Mc 12,10; Mt
21,42; Lc 20,17). Otra referencia al mismo
salmo la encontramos en 1 Pe 2,4-7
f) Juez de vivos y muertos. En la primitiva
predicación (Hch 10, 42; Hch 17,1; Jn 5,22; 5,27;
2Tim 4,1; 1Pe 4,5;) se atribuye a Cristo
resucitado el título de juez universal. Esta fue una
de las formas como la Iglesia naciente asoció a
Cristo con la divinidad. En el AT Israel
consideraba a Yahvé como el depositario de la
función de justo juez (Gn 18,25) que defendía los
derechos de su pueblo y vencía a sus enemigos.
Este pensamiento se aproxima mucho a la noción
de salvador.
g) Redentor. Este título no aparece explícitamente
aplicado a Cristo en la predicación primitiva, pero se
predica de él, de un modo indirecto, en el discurso de
Esteban, donde se dice que Moisés fue enviado a
Israel «como caudillo y redentor» (Hch 7,35).
Tomado en sentido religioso, el término (en hebreo,
go'el) no se aplica nada más que a Yahvé en el AT
(Sal 19,15; 78,35). Se predica de Moisés en cuanto
tipo del Salvador resucitado (jesucristo), dado que
sobrepasa evidentemente el ámbito que abarcaba la
misión de Moisés.
h) Salvador. En la predicación de Pedro este título se atribuye a Cristo
exaltado (Hch 5,31). Vuelve a aparecer en la predicación paulina como
parte de la tradición evangélica que Pablo recibió (Hch 13,23). Está
íntimamente ligado con la idea expresada en los términos «redentor» y
«Señor», puesto que evoca más exactamente la función de Cristo
resucitado.

-En el AT el vocablo se aplica con frecuencia a Yahvé (Dt 32,15; Sal


25,5; Is 12,2; 45,22), y no puede haber duda alguna de que es un título
divino. En efecto, cuando se predica de Jesús en el NT expresa el
carácter divino de su misión. Como ya hemos visto, según la etimología
popular, el nombre personal «Jesús» es considerado por los escritores
del NT como expresión de su obra divina de salvación.
i) Hijo de Dios. Es significativo que este
importante título de Cristo no aparezca
nunca en el kerigma de Pedro. En él, la
glorificación de Jesús se expresaba de
forma distinta (Juez, Señor y Salvador).
-El primero en llamar a Cristo «Hijo de Dios»
es Pablo en Hch 9,20 (ver Hch 13,33). Es
evidente que este título caracteriza la
presentación que hace Pablo de Cristo.

-Es probable que la experiencia que tuvo Pablo en su propia


conversión constituya el origen de esta concepción del Cristo
resucitado: “revelar en mí a su Hijo, para que le anunciase entre los
gentiles, al punto, sin pedir consejo a hombre alguno” Gal 1,16.
j) Maestro, Rabí. Usualmente, los
discípulos se dirigieron a Jesús durante su
vida terrena con el título de «Maestro»
(Didaskalos) o «Rabí». Este último nombre
aparece dos veces en Mt y cuatro en Mc (la
forma rabbouni aparece una vez en Mc).
Didaskalos aparece ocho veces en Mc,
doce en Mt y quince en Lc. Estos títulos
honoríficos se concedían normalmente a
otros maestros judíos. Pero como en el
contexto del Nuevo Testamento la docencia
de Jesús supera a la de los judíos, el título
se aplica honoríficamente a Jesucristo.
Jesús el Maestro. (Mt 8,18; Mc 9,38; Lc
8,24; Jn 3,2)
k) Hijo de David. En la predicación primitiva se hacía
referencia al oráculo sobre la dinastía davídica (2 Sm
7,1ss). En la tradición común de los sinópticos, Jesús
es llamado dos veces «Hijo de David»: la curación del
ciego (Mc 10,47; Mt 9,27; 20,30) y la pregunta sobre el
hijo de David (Mc 12,35; Mt 22,42; Lc 20,41). Estos
son los dos únicos casos en Mc; Lc 1,32 es un caso
exclusivo del tercer evangelio. Mt tiene seis casos que
no aparecen en los otros sinópticos. El interés de
Mateo por este título es evidente desde la primera
línea (1,1) y por el hecho de que concede a José,
aunque no era padre natural de Jesús, el papel
paterno de comunicar al niño Jesús su linaje davídico
(cfr. Mt 1,20, donde «Hijo de David» es el nombre con
que el ángel se dirige a José).
l) Hijo de hombre. La única peculiaridad de este título es que, en los
evangelios, aparece sólo en labios de Jesús como designación de sí
mismo (Jn 12, 23; Mt 9,6; Lc 22,69; Mc 14,41). De hecho, la sola
excepción en esta práctica a través de todo el NT es Hch 7,56.
m) Hijo de David; Hijo de Abrahán. En algunas ocasiones se alude a
la descendencia davídica de Jesús (Mt 1,1; Rom 1,3; 2 Tim 2,8; también
«raíz de Jesé», Rom 15,12). En un comentario a Gn 12,7; 17,7, Cristo
es llamado «descendencia» de Abrahán (Gal 3,16).

n) Cristo. Del griego Christos, traducción del hebreo maschiach


(arameo meschiach), que significa Ungido, , Mesías, Es un título con el
que los cristianos designaron desde el principio (Hch 9,22; 1 Cor 15,31)
la dignidad, la función mesiánicas de Jesús de Nazaret después de su
resurrección. No cabe duda de que los pasajes del Nuevo Testamento
en que aparece este título se sitúan en la línea de la tradición judía
veterotestamentaria.
ñ) Imagen de Dios. Este título es específico de la cristología paulina
(2Cor 4,4; Col 1,15), pues no aparece en ninguna otra parte del NT. Se
dice que el primer Adán fue creado a imagen de Dios (Gn 1,27); para
Pablo, Cristo es el único que ha realizado plenamente esta imagen del
Padre, y así le es posible identificar al cristiano con esta imagen.

-Pablo habla del kerigma, que tiene por


misión proclamar la resurrección de
Cristo, «como buena noticia de la gloria
de Cristo, que es imagen de Dios» (2
Cor 4,4). Cristo es «imagen del Dios
invisible, primogénito de toda creación»
(Col 1,15). El destino de todo cristiano
es presentado como una asimilación
con el Señor glorificado.
o) Primogénito. Probablemente se aplicó este título a Cristo como
resultado de la concepción paulina de Jesús como imagen de Dios:
Cristo es «imagen del Dios invisible, primogénito de toda creación,
porque en él fue creado todo...» (Col 1,15-16); también es «primogénito
de entre los muertos», y por eso fue constituido «cabeza de su cuerpo,
de la Iglesia» (Col 1,18). Además, por el plan salvífico de Dios hacia la
humanidad, los hombres llegan a ser semejantes «a la imagen de su
Hijo, para que éste sea primogénito entre muchos hermanos» (Rm 8,29).
p) Palabra de Dios. El término
logos se aplica a Jesús únicamente
en los escritos joánicos, donde
podemos decir que se contiene y
expresa la concepción más personal
de Juan acerca de Jesús y de su
obra como revelación del Dios
invisible: «A Dios nadie le ha visto
nunca…» (Jn 1,18).
-Este título constituye el tema del
prólogo (Jn 1,1-18), y lo encontramos
también en 1 Jn 1,1 y en Ap 19,13.
q) «Yo soy». Hay varios casos en Jn en los
que Jesús se identifica con la afirmación
absoluta «yo soy» (ego eimi: 6,20;
8,24.28.56; 13,19; 18,5.6.8). Esta misteriosa
expresión parece ser una deliberada
referencia a la auto-revelación de Yahvé a
Moisés (Ex 3,13-14); es, por tanto, una
expresión de la divinidad de Jesús. Es de
suma importancia el hecho de que la
afirmación de Yahvé «yo soy» haya sido
traducida por ego eimi en los LXX.
r) Dios. En san Pablo encontramos algunos casos en que Cristo es
llamado «Dios» de forma equivalente (Flp 2,6ss; Col 1,15; 2,9). (El
empleo de arché como título en Col 1,18, en el sentido de origen o
principio, sugiere que este término hay que tomarlo como un nombre
divino).

-Se disputa, en cambio, si Rom 9,5 es una doxología de Dios Padre o si


ha de entenderse como referido a Cristo; sería el único caso, en las
cartas auténticamente paulinas, en que Jesús es llamado «Dios». En las
cartas pastorales, Tit 2,13 es un caso en que theos se predica
probablemente de Cristo («nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo»). Un
ejemplo todavía más claro es Heb 1,8.
CONCLUSIÓN
Para finalizar podemos destacar que la rica cristología que se desprende
de éstos títulos es más funcional que ontológica. Al decir que Jesús es
Señor, Salvador, Mesías, etc., el NT nos manifiesta primariamente qué
papel o función desempeña Jesús para con los hombres. Esto tiene sus
repercusiones en lo que él fue en sí mismo, pero tal problema ontológico
no es el objetivo primario o explícito.
Incluso en una obra tardía, como es la de Juan, la afirmación «la Palabra
era Dios» (1,1), aunque bordea el terreno de lo ontológico, tiene un fuerte
acento funcional; porque el mismo concepto de «palabra» implica un
auditorio a quien se dirija la palabra.
La confesión de Pablo asegura a los hombres que Dios se les manifestó
en Jesús; Nicea asegura a los hombres que Jesús era Dios. En último
término, una afirmación conduce a la otra…
Te damos gracias por todos
tus beneficios, a Ti que vives Cristo Rey Nuestro…
y reinas por los siglos de los Venga tu reino
siglos… Amén

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