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SEMINARIO MAYOR “LA ANUNCIACIÓN”

FACULTAD DE TEOLOGIA
SINOPTICOS MC-MT
FACILITADOR: Pbro. Lic. Antonio Reynoso T.
ALUMNO: Moisés Ascencio Chávez
CD. ALTAMIRANO GRO. FEBRERO DEL 2023
LECTURA CRISTOLÓGICA EN SAN MARCOS

En este trabajo continuaremos señalando los títulos que utiliza el evangelista


Marcos sobre la persona de Jesús que resaltan su naturaleza divina. Nuestro
trabajo en esta ocasión estará dedicado a los ocho últimos capítulos del
evangelio, que al igual que el anterior trabajo, nos seguiremos apoyándonos de la
estructura de la biblia de Jerusalén. Teniendo también presente que la mayoría de
los episodios de estos capítulos se desarrollan en Jerusalén y algunos otros, a las
afueras de galilea con rumbo a Jerusalén.

En el trabajo anterior concluíamos diciendo que los títulos que aparecían en la


primera parte eran: El Cristo, Hijo de Dios, Hijo amado, Santo de Dios, Hijo de
hombre, Hijo de Dios Altísimo; en esta segunda parte se repetirán tres de los
mencionados: Hijo del hombre, Hijo de Dios e Hijo amado, el primero con más
insistencia, aunque también aparece un nuevo título en forma de interrogante –
Hijo del bendito– la cual es formulada por el Sumo sacerdote y respondida de
manera positiva por Jesús (Mc. 14, 61-62)

El primero de los títulos con el que comienza esta segunda parte es el de “Hijo
amado” el cual aparece en el episodio de la transfiguración, que a diferencia del
relato del bautismo la voz que se escucha cambia de sentido el título, en el
bautismo la oración está formulada en primera persona dirigida solo a Jesús (Tú
eres…ver Mc 1,11) en cambio, en la transfiguración está formulada en tercera
persona y dirigida a los presentes en ese acontecimiento epifánico (Éste es mi
hijo amado...ver Mc 9, 7) confirmando así, la filiación divina de Jesús y a su
vez, se confirma la profesión de fe de Pedro antes pronunciada. Después de la
revelación divina de Jesús en el monte, comienza nuevamente la instrucción de la
verdadera naturaleza del Hijo del hombre (Mc. 9, 9-13. 3; 10, 32-34) el cual va
reinar pero en un contexto de persecución y muerte. Tal vez Jesús en ese sentido
se muestra como el Siervo de Yahvé (Is 42, 1ss) en la que esconde su sentido
profundo de la filiación de Hijo de Dios y su misión de servicio solidario en la
debilidad, que llega hasta dar la vida y “fracasar” (no de manera radical puesto
que Jesús vence gloriosamente a la muerte). Cabe bien a destacar que un punto
que hemos descubierto es que el título del Hijo del hombre, es un título con el
que se autodefine Jesús, ningún otro le da ese título solo él, ya que este título
esconde el verdadero significado de su mesianismo. Esta forma de presentarse de
Jesús, supuso, por un lado, la incredulidad y el rechazo de los dirigentes y de la
mayoría del pueblo y, por otro lado, la fe, aunque débil, de una parte de sus
discípulos a quienes insistentemente les instruyó sobre su verdadera identidad
pero también sobre consignas éticas dentro de la comunidad eclesial que
caracteriza a la ética del reino la que consiste en realizar todo lo que favorezca a
la filiación (en relación con el Padre) y fraternidad (en relación con Jesús y con
los hermanos).

En la perícopa 10, 41-45 Jesús se vuelve a autodefinir como Hijo del hombre y se
pone como punto de referencia y como ejemplo en el servicio a hacia los demás,
de esa manera se podrá ser el primero en el reino de su Padre. En la siguiente
perícopa (el ciego de Jericó: Mc. 10, 46-52) hay un título que le da el ciego a
Jesús y que se puede tomar en cuenta, que aunque no resalta del todo su
divinidad, si resalta su grandeza al compararlo con el Rey David: Hijo de David,
Jesús, 7
En síntesis, los títulos que aparecen en esta parte (cap. 1-8) son los siguientes: El
Cristo, Hijo de Dios, Hijo amado, Santo de Dios, Hijo de hombre, Hijo de Dios
Altísimo; alguno de ellos se repiten varias veces por distintos personajes y en
diversas circunstancias.

También en la enseñanza escatológica (13, 1-36) Jesús se denomina como el Hijo


del hombre, el cual por ser hijo de Dios, pero no solo como Hijo, sino que se
denomina como ser verdadero Dios, he aquí su verdadera identidad divina “Yo
soy”, con esta frase Yahvé se le presentó a Moisés para que después él, lo
presentara así al faraón; Jesús se la atribuye para enseñarles de su glorioso
retorno. Además con el título de Hijo del hombre resalta el protagonismo
principal de los últimos días en la que sucederá su manifestación gloriosa pero
tener dicho protagonismo no le corresponde a Él –El hijo- (Mc. 13,32) conocer el
día ni la hora cuando sucederá eso, solo al Padre; y es aquí donde explícitamente
Jesús, habla del Hijo en forma absoluta, anunciando que vendrá en la gloria del
Padre, aunque Jesús, no se atribuye consignas que no le corresponden.

En la última sección de esta segunda parte: Pasión, muerte y Resurrección de


Jesús, Él explícitamente se sigue declarando como el Hijo del hombre y con ello,
reafirma el verdadero significado de su mesianismo y de su identidad divina.
Tanto en la oración en el huerto (¡Abba, Padre!: Mc. 14,36); como en el
sanedrín, Jesús afirma ser el Hijo del Bendito e Hijo del hombre que estará a la
diestra del Padre (Mc 14,61). Aunque antes de eso, acepta la traición que sufrirá
por parte de uno de los doce, el cual le valdría no haber nacido pues se está
entregando al Cristo de Dios; y por otra parte, acepta con disposición su captura
en manos de los pecadores. Así como dice el cuarto cantico de Isaías (53, 7),
Jesús fue llevado como cordero al matadero, como oveja que va ser esquilada
permaneció mudo, sin abrir la boca, incluso, sanó al siervo que fue herido por
uno de los presentes (14, 43-52). Además en esta parte reafirmamos que los
discípulos no habían entendido ni comprendido de manera real, el verdadero
sentido de la identidad de Jesús, pues al momento de la tribulación le traicionan y
le abandonan, dejándolo solo en su calvario y muerte, por lo que Jesús culmina
su obra reveladora solo. Los discípulos tenían como meta dos conocimientos
referentes a la persona de Jesús, su mesianismo y divinidad (según el comienzo
del evangelio: Evangelio de Jesús Cristo, Hijo de Dios) los cuales alcanzaran
después de su Resurrección.

Retomando la idea anterior sobre el comienzo del evangelio, el segundo de los


títulos que menciona el evangelista –Hijo de Dios-, reaparece en el penúltimo
capítulo del evangelio en boca del centurión quien reconoce la verdadera
identidad de Jesús: verdaderamente este hombre era hijo de Dios (Mc. 15, 39),
está es una profesión de fe en boca de un pagano. Demonios, muchedumbre,
enfermos y paganos descubrieron la identidad de Jesús, en cambio los discípulos,
el reconocimiento de la identidad de Jesús se demoró más, salvo la profesión de
Pedro que aunque de cierta era confusa para ellos.

De esta manera podemos concluir que de los títulos cristológicos que dispone
Marcos para presentarnos su obra son: El Cristo, Hijo de Dios, Hijo amado,
Santo de Dios, Hijo de hombre, Hijo de Dios Altísimo, Hijo de David, El Hijo, El
Hijo del Bendito; que con ellos no pretende mostrarnos una biografía de Jesús,
sino mostrarnos la verdadera identidad y la obra redentora de Jesús, que esta
equilibrada por curaciones, milagros, exorcismo pero acompañados con la pasión
y la muerte de Jesús que constituyen el clímax de la obra. Que sin esto, la
presentación que hace Marcos de Jesús como hacedor de milagros y como
maestro se encuentra desequilibrada y carece de un criterio recto.

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