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Así, un interés moratorio ideal tendría que fijarse sobre la base de la templanza,
de modo que se ubique en un justo medio sin inclinarse hacia algún extremo
indeseable. Es decir, ese rédito no tendría que ser tan insignificante que invite al
deudor a incurrir en mora y prive al acreedor de una justa compensación por la
tardanza en el pago; pero tampoco podría ser tan significativo que se convierta en
un castigo ruinoso para el deudor y en una fuente de enriquecimiento injustificado
para el acreedor.
Al respecto, el artículo 1843 del Código Civil Federal establece que la cláusula
penal no puede exceder ni en valor ni en cuantía el monto de la suerte principal.
Esta regla de proporcionalidad se remonta al Código Civil de 1870, en cuya
exposición de motivos se expresó lo siguiente:
2a. Si la pena puede exceder del interés de la obligación principal, se halaga con
un incentivo muy poderoso al acreedor para que ponga obstáculos al cumplimiento
o cuando menos para ser moroso en exigirlo, pues en uno y en otro caso puede
obtener no sólo una indemnización justa sino también una ganancia considerable.
3a. Los deudores aceptan muchas veces obligados por la necesidad, la imposición
de penas excesivas; y no pudiendo cumplir la obligación principal, menos pueden
aún librarse de la pena; de donde resulta que ésta es o un pacto estéril si no se
cumple o un gravamen realmente insoportable, si se lleva a cabo.
Por esa razón, artículo 1843 del Código Civil Federal (y sus correlativos de
legislación precedentes) ha sancionado con nulidad las estipulaciones que fijen
penas convencionales que excedan en valor o cuantía la obligación principal.
El interés moratorio puede estimarse producto del incumplimiento del crédito, bajo
los criterios sancionatorio y compensatorio, por ser una medida que tiende a
indemnizar el perjuicio causado al acreedor por no poder recuperar el préstamo en
los términos acordados.