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UNIVERSIDAD CATÓLICA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA

ARQUIDIÓCESIS DE MANAGUA
UCICAM

TRABAJO

´´Concilio de Nicea Año 325”

Catedrático: Pbro. Rodolfo Hurtado

Clase: Cristología y Soteriología

Alumnos:
Kevin Josué Meza
Jose Luis González

30 de Marzo 2022

Managua, Nicaragua

Concilio de Nicea año 325.


1. Aproximación Histórica.
Siendo San Silvestre Papa, y Constantino el grande Emperador, quien deseaba
la unidad de la Iglesia y de su imperio, inició esta numerosa Asamblea en Nicea,
Ciudad de la Bitinia el día 22 de Mayo del año 325.
Los obispos cristianos del Imperio fueron oficialmente invitados a participar en
él, aunque a la hora de la verdad tan sólo acudieron en torno a unos 300, o quizá
menos, y casi todos procedentes de las provincias orientales.
En él fue en primer lugar condenado Arrio, y añadida al Símbolo apostólico la
palabra griega “Homoousios” que quiere decir consustancial, en el sentido de
que Cristo como el hijo de Dios, es coeterno e igual al Padre, puesto que es una
misma sustancia o esencia.
Este concilio por designación del Papa San Silvestre y del emperador, fue
presidido por Osio, obispo de Córdova. El papa no estuvo presente sino que le
representaron Víctor y Vicentius, sacerdotes Romanos.
Su principal objetivo fue defenderse y atacar las afirmaciones de Arrio que
negaba tanto la Trinidad como la Divinidad de Cristo.
Casi al concluir el concilio, los asistentes quisieron firmar los acuerdos para dar
por terminado el problema del arrianismo, pocos obispos rehusaron firmarlo,
entre ellos Eusebio de Nicomedia, quien fue tildado de hereje y depuesto,
además fueron exiliados de sus ciudades por orden del emperador.
Muchos fueron los Decretos, que se hicieron en este concilio; uno de ellos trata
de la consagración de los Obispos, otro sobre las penitencias públicas, había una
distribución o clasificación de penitentes, entre oyentes, postrados y
comunicantes, así como otro decreto que habla sobre la insignia o cíngulo
militar.
El concilio también promulgo 20 cánones, referentes a admisiones o expulsión
de eclesiásticos, también sobre reglas para la ordenación, elecciones episcopales
etc. Todas estas medidas fueron implementadas en ese momento para dar
solución inmediata a ciertos problemas desencadenados en ese momento.
Arrio.
Nació en la Libia según algunos autores, según otros en Alexandria: era hombre
muy docto en la Dialéctica, bien versado en las ciencias seglares, elocuente.
Siguió el Cisma de Melecio, Obispo de Licopoli en Egipto. San Pedro Patriarca
Alejandrino, lo ordenó Diacono. Persevero poco tiempo en su conversión. Sin
embargo, se ganó la amistad de Aquilas, sucesor de Pedro, que le ordenó
presbítero en el año 313 y le puso a cargo del muy conocido distrito de
Alejandría, llamado Baucalis, esto permitió a Arrío exponer las Sagradas
Escrituras oficialmente y ejerció mucha influencia cuando en el año 318 estalló
su disputa con el obispo Alejandro, sobre la verdad fundamental de la
substancia y filiación divina de Nuestro Señor.
Fue condenado en Alejandría en el año 321 por su diocesano en un sínodo de
cerca de cien obispos egipcios y libios.
Su Doctrina, “El Arrianismo”.
Lo esencial es que negaba la Divinidad de Jesucristo, es decir:
“Niega que el Hijo es de una sola esencia, naturaleza o sustancia con Dios; Él no
es consubstancial (homoousion, homos, mismo, y ousia, esencia) con el Padre, y
por lo tanto no es como Él, o igual en dignidad, o coeterno, o dentro de la esfera
real de Deidad, omnipotencia.
Los errores de Arrio.
Dios no fue Padre desde siempre, sino que hubo un tiempo en que Dios estaba
solo y todavía no era Padre; más adelante llegó a ser Padre. El Hijo no existía
desde siempre, pues todas las cosas han sido hechas de la nada, y todo ha sido
creado y hecho: el mismo Verbo de Dios ha sido hecho de la nada y había un
tiempo en que no existía. No existía antes de que fuera hecho, y él mismo tuvo
comienzo en su creación. Porque, según Arrio, sólo existía Dios, y no existían
todavía ni el Verbo ni la Sabiduría. Luego, cuando quiso crearnos a nosotros,
hizo entonces a alguien a quien llamó Verbo, Sabiduría e Hijo, a fin de crearnos
a nosotros por medio de él. Y dice que existen dos sabidurías: una la cualidad
propia de Dios, y la otra el Hijo, que fue hecha por aquella sabiduría, y que sólo
en cuanto que participa de ella se llama Sabiduría y Verbo. Según él, la
Sabiduría existe por la sabiduría, por voluntad del Dios sabio. Asimismo dice
que en Dios se da otro Logos fuera del Hijo, y que por participar de él el Hijo se
llama él mismo Verbo e Hijo por gracia.
2. La verdadera Divinidad de Cristo.
La Iglesia confesaba universalmente la existencia de un único Dios, al tiempo
que afirmaba que ese único Dios subsiste en tres Personas: Padre, Hijo y
Espíritu Santo. Existía una difusa tendencia a subordinar el Hijo al Padre, y el
Espíritu al Padre y al Hijo, aunque sin negar su divinidad. Las explicaciones
eran confusas, porque en los siglos anteriores no se había determinado con
precisión y autoridad el modo en que se compagina la trinidad con la unidad en
Dios. Más clara la herejía: la segunda Persona de la Trinidad, el Verbo o Hijo,
era inferior al Padre: no tendría una existencia eterna, sino que sería la primera
criatura del Padre, mucho más perfecta que las demás, pero criatura al fin y al
cabo.
El concilio de Nicea hace frente a la herejía Arriana, definiendo la divinidad de
Jesucristo. Sentó las bases del credo posterior de la Iglesia (símbolo niceno-
constantinopolitano), y en su parte cristológica confiesa: “Creemos en un solo
Dios Padre omnipotente... y en un solo Señor Jesucristo Hijo de Dios, nacido
unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, Luz de
Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial
al Padre”
San Atanasio dice: "si Cristo no es Hijo de Dios, y Él mismo no es Dios, ¿A qué
queda reducida la redención de la humanidad?"; "si el Verbo de Dios no es Dios,
igual en todo a su Padre, ¿Cómo podrá Divinizarnos?". San Atanasio, en su
primera obra, que es una apología contra los paganos, acerca de la Encarnación
del Verbo, esboza las grandes líneas de su Cristología: "El Verbo de Dios se hizo
hombre para que nosotros nos hagamos Dios".
3. La controversia arriana.
Los dos protagonistas, Arrio (250-336) y Atanasio (293–373)
La cristología de Arrio: Su noción básica era que el Hijo nació por voluntad del
Padre; el Hijo, por tanto, tuvo un principio. Aunque el Hijo existió antes de
toda la eternidad, no era eterno y el Padre y el Hijo no eran de la misma esencia.
En Jesús, que sufrió dolor y lloró, el logos se hizo humano. La debilidad de su
punto de vista era que, precisamente porque Jesús era capaz de sufrir como ser
humano, era difícil entender cómo podía ser completamente divino y así
efectuar la redención de la humanidad.
La vida de Atanasio es una verdadera odisea de sufrimientos en defensa de la fe
trinitaria. Nacido en Alejandría en 295, aparece como diácono del obispo
alejandrino en el concilio de Nicea, en 325. Poco después pasa a ocupar la sede
de Alejandría, por muerte de su obispo,
Murió lleno de gloria y en plena posesión de su sede el año 373.
Según Atanasio, Dios tuvo que hacerse humano para que los humanos pudieran
volverse divinos, la teología de Atanasio casi puede reducirse a un esfuerzo por
defender la verdadera divinidad del Verbo.
Atanasio defenderá ardorosamente que la mediación reveladora y salvadora del
Verbo no implica distinción sustancial con respecto al Padre, sino que el Verbo
es de la misma esencia y sustancia del Padre y constituye con él una misma y
única divinidad, aunque como Verbo engendrado se distinga de él
verdaderamente.
Esta doctrina es defendida por Atanasio por fidelidad a la revelación, sin que
intente propiamente una explicación o justificación del cómo o el porqué del
misterio trinitario.
La producción literaria de San Atanasio es amplísima. La mayor parte está
relacionada con la defensa de la divinidad del Verbo, proclamada en Nicea; es el
caso de los escritos apologéticos y dogmáticos contra los paganos y contra los
arrianos, así como el libro La Encarnación del Verbo.
4. San Atanasio, su Planteamiento.
"Dios existe desde la eternidad: y si el Padre existe desde la eternidad, también
existe desde la eternidad lo que es su resplandor, es decir, su Verbo. Además,
Dios, “el que es” (ὁ ὤν), tiene de sí mismo un Verbo que también es; este Verbo
no es algo que antes no existía y luego vino a la existencia, ni hubo un tiempo en
que el Padre estuviera sin Logos" (Oraciones contra los arrianos I, 25-26).
Bibliografía
-Diccionario de Teología Dogmática, Editorial Litúrgico Española, Pbro
Francisco Navarro.
-Compendio de todos los concilios, Joseph Reig, C.J natural de Murla.

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