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La revelación

progresiva de Dios

El misterio de la Santísima Trinidad


U5 LA REVELACION PREGRESIVA DE DIOS
o el MISTERIO DE LA SANTISIMA TRINIDAD
1- ¿Por qué hablamos de
Revelación Progresiva?
2- ¿En qué consiste el
Dogma de la Santísima
Trinidad?
3-¿Cómo se llegó a esa
definición?
4.- ¿Qué aporte hicieron las
fuentes de la Revelación:
S, E y la Tradición?
5- ¿Qué conceptos de la
filosofía ayudaron a la
definición?
266 "La fe católica es ésta: que
veneremos un Dios en la Trinidad
y la Trinidad en la unidad, no
confundiendo las Personas, ni
separando las substancias; una es
la persona del Padre, otra la del
Hijo, otra la del Espíritu Santo;
pero del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo una es la
divinidad, igual la gloria,
coeterna la majestad" (Símbolo
"Quicumque": DS, 75).
237 La Trinidad es un misterio de fe en
sentido estricto, uno de los misterios
escondidos en Dios, "que no pueden ser
conocidos si no son revelados desde lo
alto" (Concilio Vaticano I: DS 3015).
Dios, ciertamente, ha dejado huellas de
su ser trinitario en su obra de Creación y
en su Revelación a lo largo del Antiguo
Testamento. Pero la intimidad de su Ser
como Trinidad Santa constituye un
misterio inaccesible a la sola razón e
incluso a la fe de Israel antes de la
Encarnación del Hijo de Dios y el envío

del Espíritu Santo .


CCE 234: “El misterio de la Santísima Trinidad
es el misterio central de la fe y de la vida cristia-
na. Es el misterio de Dios mismo. Es, pues, la
fuente de todos los otros misterios de la fe; es la
luz que los ilumina. Es la enseñanza más funda-
mental y esencial en la jerarquía de las verdades
de fe. Toda la historia de la salvación no es otra
cosa que la historia del camino y los medios por
los cuales el Dios verdadero y único, Padre,
Hijo y Espíritu Santo, se revela, reconcilia con-
sigo a los hombres, apartados por el pecado, y
se une con ellos”.
Creemos en un Dios Trinidad
“Entendiendo” a la Santísima Trinidad
LA NATURALEZA DE DIOS
Y SU OBRAR

¿Quién es Dios? ¿Cómo es ?


¿Cómo se ha expresado esto en las distintas
culturas?
¿Cómo es el Dios revelado por Jesucristo?
YO SOY EL QUE SOY YHWH
Nos vamos a detener el ser de Dios, su
naturaleza o esencia: DIVINA
PADRE HIJO ESPIRITU SANTO
U6 U7 U8
Creador Redentor Santificador

De los visible y
Del hombre y de todas las cosas.
lo invisible.
Dios habita con nosotros
Del hombre
¿CÓMO SE LLEGÓ A LA FORMULACIÓN DEL
DOGMA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD?

1. Se tomaron datos de la Sagrada Escritura y de la


Tradición
2. Las herejías obligaron al Magisterio a actuar y
definir.
3. La necesidad de una enseñanza común y de
unificar el lenguaje llevó al Magisterio a tomar de
la FILOSOFIA los conceptos: naturaleza, persona
y relación.
DATOS DE LA SAGRADA
ESCRITURA

• Los nombres de Dios.


• Ideas principales sobre Dios
• Las imágenes sobre Dios
• Algunos textos de la Sagrada Escritura:
AT , NT
• La plenitud de la Revelación con Cristo.
I- Nombres divinos

Entre ellos destaca el de “Yahvéh” (YHWH),


revelado a Moisés en la teofanía de la zarza
ardiendo que no se consumía. Significa “Yo
soy el que es”. Expresa la existencia sobera-
na de Dios: existe por sí mismo, es el Ser, a
diferencia de los seres creados, que tenemos
la existencia recibida de Dios. Ex 3,14

Dios revela otros nombres que señalan algunos atributos divinos: “El” (divinidad en
lenguas semitas), “El Elohim” (Dios Altísimo usado para designar la grandeza de Dios).
, “Eloah” (Dios Eterno), “El Sadday” (El Señor de la montaña, Dios Omnipotente),
“Adonai” (Señor, Judit 16, 16), Baal (Dueño); Melek ( Rey )
YHWH
“Yo soy el que soy Ex 3,14”
• El Dios de Abraham de Isaac y de Jacob.
• El que está con Moisés y con el pueblo de
Israel por siempre.
• El que existe por sí mismo.
• El que le da el ser a todas las cosas
• El que es el mismo ayer, hoy y siempre.
• El Todopoderoso.
• Es el Dios único
YHWH- ADONAI- KYRIOS-SEÑOR
Ya que pronunciar el nombre de YHWH está prohibido en la lectura de
la Biblia Hebrea, en el siglo VI a. C., se añadieron las vocales de
Adonai, para recordar al lector que debía pronunciar ese título. Por tanto,
‫יהוה‬se traduce al griego como κύριος (kýrios Señor).

En contextos cristianos se considera el uso del nombre Adonai como un


reconocimiento claro de que "Dios es el Señor".

La Santa Sede, siguiendo una directiva de Benedicto XVI, pide omitir el


término «Yahvé» en la Liturgia, oraciones y cantos: El texto explica que
este término debe traducirse de acuerdo al equivalente hebreo «Adonai»
o del griego «Kýrios» (11 de septiembre de 2008).2​
YHWH… JEHOVÄ
• Hasta el siglo vi antes de Cristo se evitaba
pronunciar el nombre de Dios, por lo sagrado.
• Además era el nombre propio, dado por Dios a
Moisés.-
• Comenzó a usarse otro ADONAI. o EDONAI (
Gran Señor, Grandioso, Majestuoso)
• Cuando se hicieron las traducciones al griego se
tradujo Señor.
• Los hebraístas en la EMedia pusieron vocales a las
palabras y tomaron E O A para YHWH
• Y por eso quedo Y E H O W A H
• La mejor traducción es Yavé y no Jehová !
II- Principales ideas de Dios en el
Antiguo Testamento

1. Los antropomorfismos. Tiene ojos


(Amos 9,4); boca (Jer 9,11); duerme
(Salmo 44,24); tiene sentimientos
humanos: celos (Ex 20,5),
arrepentimiento (Gen 6,6)
2. El Dios Santo
3- El carácter personal de Dios: Dt 7,7
4- La unicidad de Dios: monoteísmo.
Dt 6,1; 1 Re 18, 18-40
Vaticano I: “Hay un solo Dios verdadero y
vivo, Creador y Señor del cielo y de la tierra,
omnipotente, eterno, inmenso, incomprensible,
infinito en su entendimiento y voluntad y
en toda perfección; el cual, siendo una sola
substancia espiritual, singular, absolutamente
simple e incomunicable, debe ser predicado
como distinto del mundo, real y esencial-
mente, felicísimo en sí y de sí, e inefablemente
excelso por encima de todo lo que fuera
de Él mismo existe o puede ser concebido”.

Deut 6, 4-5: “Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es


Uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu
alma y con todas tus fuerzas”.
Creer en Dios Unico y amarlo con todo el corazón y con todas
nuestras fuerzas tiene importantes consecuencias en la vida
CCE 199-267
CIC 222:
El verdadero creyente reconoce la grandeza y la majestad
1
de Dios.

En el creyente brota con facilidad la acción de gracias:


2 “¿qué tienes que no hayas recibido?” (1 Cor 4, 7).

El creyente reconoce la verdadera dignidad de todos los


3 hombres (creados a imagen y semejanza de Dios) y les
trata con respeto y amor.

4 El creyente usa bien de las cosas creadas.

5 El creyente confía en Dios en todas las circunstancias.


Dios en sí mismo
Atributos divinos

Se llaman atributos divinos a las perfecciones


de Dios que existen formalmente en El y que
dimanan , según el modo de nuestro saber, del
constitutivo formal de Dios. (el ser subsistente, el
existir por sí mismo, existir en consecuencia de su propia
esencia y no de algo exterior)
ATRIBUTOS

• OMNIPOTENCIA
• TRASCENDENCIA
• ETERNIDAD
• INMUTABILIDAD
• INMENSIDAD
Los teólogos hablan de las perfecciones o atri-
butos que expresan algo de lo que Dios es: to-
dopoderoso, eterno, infinito, sabio, inmenso,
inmutable, omnisciente, presente en todos los
tiempos y en todas las cosas. También de las
perfecciones morales (atributos que revelan su
bondad): santo, justo, veraz, fiel, y misericor-
dioso. Ama a los hombres sin límite alguno.

Los atributos de Dios se identifican con su esencia o naturaleza.

Dios es fiel a sí mismo, a sus designios, a su propio ser (amor, bondad,


justicia...), a la palabra que ha revelado. El pueblo de Israel expresa
un profundo respeto a la santidad de Dios: prohibe hacer imágenes
de Yahvéh y sustituye el nombre de Dios por “Señor” (“Adonai”).
EL DIOS TODOPODEROSO

268 De todos los atributos divinos, sólo la


omnipotencia de Dios es nombrada en el Símbolo:
confesarla tiene un gran alcance para nuestra vida.
Creemos que esa omnipotencia es universal, porque
Dios, que ha creado todo (cf. Gn 1,1; Jn 1,3), rige
todo y lo puede todo; es amorosa, porque Dios es
nuestro Padre (cf. Mt 6,9); es misteriosa, porque sólo
la fe puede descubrirla cuando "se manifiesta en la
debilidad" (2 Co 12,9; cf. 1 Co 1,18).
"Todo cuanto le place, lo realiza" (Sal 115, 3)
269 Las sagradas Escrituras confiesan con frecuencia el
poder universal de Dios. Es llamado "el Poderoso de Jacob"
(Gn 49,24; Is 1,24, etc.), "el Señor de los ejércitos", "el
Fuerte, el Valeroso" (Sal 24,8-10). Si Dios es Todopoderoso
"en el cielo y en la tierra" (Sal 135,6), es porque Él los ha
hecho. Por tanto, nada le es imposible (cf. Jr 32,17; Lc 1,37)
y dispone de su obra según su voluntad (cf. Jr 27,5); es el
Señor del universo, cuyo orden ha establecido, que le
permanece enteramente sometido y disponible; es el Señor de
la historia: gobierna los corazones y los acontecimientos
según su voluntad (cf. Est 4,17c; Pr 21,1; Tb 13,2): "El actuar
con inmenso poder siempre está en tu mano. ¿Quién podrá
resistir la fuerza de tu brazo?" (Sb 11,21).
"Te compadeces de todos porque lo puedes todo" (Sb 11, 23)
270 Dios es el Padre todopoderoso. Su paternidad y su poder
se esclarecen mutuamente. Muestra, en efecto, su
omnipotencia paternal por la manera como cuida de nuestras
necesidades (cf. Mt 6,32); por la adopción filial que nos da
("Yo seré para vosotros padre, y vosotros seréis para mí hijos
e hijas, dice el Señor todopoderoso": 2 Co 6,18); finalmente,
por su misericordia infinita, pues muestra su poder en el más
alto grado perdonando libremente los pecados.
271 La omnipotencia divina no es en modo alguno arbitraria:
"En Dios el poder y la esencia, la voluntad y la inteligencia, la
sabiduría y la justicia son una sola cosa, de suerte que nada
puede haber en el poder divino que no pueda estar en la justa
voluntad de Dios o en su sabia inteligencia" (Santo Tomás de
Aquino, S.Th., I, q. 25, a.5, ad
ATRIBUTOS DIVINOS
Trascendencia de Dios
“Trascendencia” significa lo que está más allá de nuestro mundo,
lo que sobrepasa todo lo existente; lo que no puede ser expresado
con palabras humanas.

Panteísmo: para unos Dios es la única realidad


y el mundo es fenómeno divino; para otros, el
mundo es desarrollo de Dios; otros piensan que
Dios es el aspecto interior del mundo, y la ma-
teria sería su aspecto externo.

En contra del panteísmo y sus manifestaciones


(superstición, idolatría, adivinación, magia),
la fe cristiana confiesa que existe un único
Dios distinto del mundo y superior a él.
Eternidad de Dios

Significa ausencia de principio y de fin, y ausencia de toda suce-


sión y mutación. La eternidad excluye el tiempo y lo trasciende.
Es “posesión total y simultánea de la vida” (Boecio). En Dios no
hay pasado ni futuro, sino un presente inmutable.

Sería un error pensar que por su


eternidad Dios está al margen de
la vida de los hombres, como afir-
man los deístas. Su eternidad le
hace estar presente en las vicisi-
tudes de la historia.
Inmutabilidad de Dios

La eternidad, entendida como plenitud de vida, está ligada al


concepto de inmutabilidad, que significa una vida que no dismi-
nuye ni crece. Puesto que Dios no tiene principio ni fin, tampoco
es susceptible de cambio en su ser. Plenitud de vida y de felicidad
son incompatibles con la posibilidad de cambio.

Inmutabilidad de La absoluta vitali-


dad de Dios se ma-
Dios no es insen-
sibilidad ante los nifiesta en la reden-
ción que libera del
sufrimientos y
pecado y nos intro-
necesidades hu-
duce en la intimi-
manas.
dad divina.
Dios es el Ser subsistente: su esencia
es ser. Los otros seres, como el mundo
y los hombres, no existimos por noso-
tros mismos: hemos recibido el ser.
El Ser que es por sí mismo es el úni-
co que puede dar la existencia a los
demás seres, el único que puede crear,
es decir sacar el ser del no-ser, es de-
cir, de la nada.

Ninguna imagen creada puede desvelar al conocimiento humano


la Esencia de Dios como tal: sobrepasa todo lo que la mente puede
pensar. Dios es el Ser excelso inefable. Limitación de la analogía,
aunque sea un conocimiento cierto.
El Ser divino es por propia esencia absolutamente espiritual. Dios
es Inteligencia, Voluntad y Libertad en grado sumo e infinito. Es
la plenitud de la Verdad, omnisciente y ve todas las cosas. Es la
plenitud de todo bien. Es soberanamente Libre, sin estar condi-
cionado por la limitación o la maldad. Es Amor. (Cfr. CCE 214-221)

Presencia de inmensidad de Dios: por


esencia (da el ser a todas las cosas y
las conserva en el ser ), por presencia
(todo está presente a sus ojos), por po-
tencia (su poder se extiende a todas
partes).
El hombre “tiene” vida, sabiduría o bondad. En cambio, Dios
“es” la Vida, la Sabiduría o la Bondad infinita. Las perfecciones
de Dios son realmente idénticas a la naturaleza o esencia divina.

El primer rasgo de la “personalidad” de


Dios es su cercanía a los hombres: ya en
el jardín del Edén. Is 49, 15: “¿es que
puede una mujer olvidarse de su niño de
pecho, no compadecerse del hijo de sus
entrañas? ¡Pues, aunque ellas se olvida-
ran, Yo no te olvidaré!”. La profecía de
Is 7, 14 (“la virgen está encinta y dará a
luz un hijo a quien pondrán por nombre
Emmanuel”, que significa “Dios con no-
sotros”) se cumple con la Encarnación.
EL DIOS TODOPODEROSO

268 De todos los atributos divinos, sólo la


omnipotencia de Dios es nombrada en el Símbolo:
confesarla tiene un gran alcance para nuestra vida.
Creemos que esa omnipotencia es universal, porque
Dios, que ha creado todo (cf. Gn 1,1; Jn 1,3), rige
todo y lo puede todo; es amorosa, porque Dios es
nuestro Padre (cf. Mt 6,9); es misteriosa, porque sólo
la fe puede descubrirla cuando "se manifiesta en la
debilidad" (2 Co 12,9; cf. 1 Co 1,18).
Se llama omnipotencia divina al atributo que expresa el poder de
Dios sobre todas las cosas. Es el único Señor de todo lo que existe
y vive. No hay ningún poder que sea capaz de oponerse a Él. Sólo
Dios gobierna de verdad el universo y la historia de los hombres.

El que Dios no pueda hacer el mal no es un límite a la omnipoten-


cia divina, sino expresión de su bondad y perfección infinitas.

Desde las primeras palabras del Génesis


se destaca que Dios es Todopoderoso: la
Creación. También dirige el mundo y con-
serva todas las cosas en el ser. Omnipoten-
cia que se manifiesta también en los mila-
gros del AT y del NT. De una manera espe-
cial en la Resurrección de Cristo.
Dios es creador de todas las cosas. Crear es producir y dar el ser a
lo que no lo tenía en modo alguno, es decir, a partir de la nada. Se
aplica con propiedad a Dios: las “creaciones” del hombre son
siempre a partir de seres existentes. Dios es creador “de todo lo
visible y lo invisible” (Credo), es decir, de lo material y lo espiritual.

La creación es el comienzo “Precisamente porque somos hijos de


de la historia de la salvación Dios, esa realidad nos lleva a con-
que culmina en Cristo. Y templar con amor y
a la inversa, la redención con admiración
realizada por Cristo es la todas las cosas que
luz decisiva sobre el miste- han salido de las
rio de la creación y de la manos de Dios
vida humana: la fe nos dice Padre Creador”
que somos hijos de Dios. (San Josemaría).
Dios es justo: su obrar está en conformidad con
lo que “debe ser”, con el modo de obrar más
perfecto. La justicia de Dios para con sus cria-
turas no es un poder arbitrario al que temer,
sino la inmensa fuerza de su amor que busca
la felicidad y la salvación eterna de los hombres.

En el AT, el futuro rey mesiánico se distinguirá por ejercer


santamente la justicia: “Saldrá un vástago de la cepa de Jesé...
Sobre él reposará el Espíritu del Señor... No juzgará según las
apariencias, ni decidirá según los rumores; sino que juzgará
con justicia a los desvalidos, y decidirá con rectitud a favor de
los pobres de la tierra” (Is 11, 1-5).
Dios muestra su paternidad también “por su misericordia infinita,
pues muestra su poder en el más alto grado perdonando libremen-
te los pecados” (CCE 270). La misericordia supera a la justicia: la
de Dios es una justicia al servicio del amor, una sabiduría al ser-
vicio de la misericordia y de la justicia.

Dios es justo y no deja impune el mal objetivo;


pero salva la situación miserable del hombre
con su infinita misericordia.

La culminación de la misericordia de Dios está


en Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, que
da su vida para librarnos del pecado y hacernos
hijos de Dios.
Mal físico = imperfecciones, carencias o destrucciones que se
dan en la naturaleza. Mal moral = el pecado, originado por de-
cisiones libres de los hombres.
“Con el bien físico existe también ‘el mal físico’, mientras la
creación no haya alcanzado su perfección” (CCE 310).

“Los ángeles y los hombres, criaturas inteligentes y libres,


deben caminar hacia su destino último por elección libre y
amor de preferencia. Por ello pueden desviarse. De hecho
pecaron. Y fue así como el mal moral entró en el mundo,
incomparablemente más grave que el mal físico. Dios no
es de ninguna manera, ni directa ni indirectamente, la causa
del mal moral. Sin embargo, lo permite, respetando la libertad
de su criatura, y, misteriosamente, sabe sacar de él el bien”
(CCE 311).
En su providencia todopoderosa, Dios puede sacar un bien de
las consecuencias de un mal, incluso moral, causado por sus
criaturas (ej.: José vendido por sus hermanos (Gen 45, 8; 50, 20)).

“Del mayor mal moral que ha sido cometido jamás, el rechazo y


la muerte del Hijo de Dios, causado por los pecados de todos los
hombres, Dios, por la superabundancia de su gracia, sacó el mayor
de los bienes: la glorificación de Cristo y nuestra Redención. Sin
embargo, no por esto el mal se convierte en un bien” (CCE 312).

Sólo en la Muerte y Resurrección


de Cristo el hombre puede clari-
ficar el problema del mal y supe-
rarlo.
III- Imágenes sobre Dios. YHWH

1. Yavéh como Padre:


Is 11,1-9; Jer 31, 15-20

2. Yavéh como Pastor: Ez 34.

3. Yavéh como Esposo: Os


2.1

4. Yavéh como Rey


TEXTOS DE LA SAGRADA ESCRITURA
Fundamentación bíblica del dogma trinitario

Algunos textos de la
Sagrada escritura nos
revelan el ser de Dios.
Pero es Cristo,
Culmen de la
Revelación quien nos
introduce en la verdad
de este misterio de un
Dios Uno en Tres
Personas Divinas:…
En el ANTIGUO TESTAMENTO

Abundancia de textos en el AT sobre la Sabiduría como atributo


de Dios. Ej.: Sab 7, 26-27: “Es reflejo de la luz eterna, espejo sin
mancha de la acción de Dios e imagen de su bondad. Aun siendo
una, todo lo puede; y, sin cambiar en nada, todo lo renueva; se
comunica a las almas santas de cada generación y las convierte
en amigos de Dios”.

En el AT la palabra de Dios está en el origen del mundo, en la


elección del pueblo de Israel y en cuanto acontece en la historia.
Manifiesta la trascendencia de Dios y, al mismo tiempo, su amo-
rosa cercanía a los hombres, a quienes llama, enseña y perdona.
Continuidad entre el Dios del AT y el Dios revelado por Cristo

Cristo habla del “Dios de Abraham, Isaac


y Jacob”. Cita el texto fundamental de la
fe del pueblo de Israel: “Escucha, Israel:
el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno...
Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu co-
razón, con toda tu alma y con todas tus
fuerzas” (Deut 6, 4-5; Mc 12, 29-30).

Jesús habla de Dios como ser único, bueno, santo, justo, todopodero-
so, sabio, providente, misericordioso y eterno: todos atributos del
Dios del AT. El Dios que predica es también Creador trascendente
y cercano a los hombres. Mt 5, 17-18: “no penséis que he venido a
abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos sino a darles su
plenitud”. De la Ley “no pasará ni la más pequeña letra” (ídem).
Novedad del Dios revelado con CRISTO
CCE 65: “Cristo, el Hijo de Dios hecho
hombre, es la Palabra única, perfecta e
insuperable del Padre. En Él lo dice to-
do, no habrá otra palabra más que ésta”.

Los principales misterios revelados son: el


misterio de la Santísima Trinidad, el de
la Encarnación del Verbo y la misión del
Espíritu Santo.

Así Jesús revela por ejemplo que tiene la misma naturaleza que el
Padre (Jn 10, 30: “Yo y el Padre somos uno”), que es su Hijo, que
enviará el Espíritu Santo que es Dios, que la Santísima Trinidad
habita en las almas que están en gracia, ...
Vestigios o leves huellas de la Trinidad en el AT
(se interpretan a la luz del NT)

Génesis: Dios habla en plural (1, 26: “Hagamos


al hombre a imagen y semejanza nuestra”; 3, 22:
“He aquí que Adán es como uno de nosotros”;
11, 7: “Venid, descendamos y confundamos sus
lenguas”); tres hombres aparecen a Abraham
(18, 1-15).

Profecías mesiánicas: Sal 2, 7 (Heb 1, 5 lo aplica


a Jesús) y Sal 109 (Jesús lo recoge en Mt 22, 44).

Sabiduría engendrada: por ejemplo Prov 8, 22-31: “El Señor me


poseyó en el inicio de sus caminos... Desde la eternidad fui modela-
da desde el principio, antes que la tierra... Antes que los montes fui
engendrada...”. Ver también Sab 9, 1. 2. 17.
TRINIDAD EN EL Nuevo Testamento
Jesús llama a Dios Padre: “Para que seáis hijos de vuestro Padre que
está en los cielos” (Mt 5, 45); “Sed vosotros perfectos como vuestro
Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48); “Ora a tu Padre, que está en lo
oculto; y tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará” (Mt 6, 6);
etc..

Jesús revela que Dios es su Padre: “Todo me lo


ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo
sino el Padre, ni nadie conoce al Padre sino el
Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo”
(Mt 11, 27).

Jesús se identifica con el Padre: “Pues como el


Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado al Hijo
tener vida en sí mismo” (Jn 5, 26); “Yo y el Pa-
dre somos uno” (Jn 10, 30); etc..
TRINIDAD EN EL NT

Jesús llama a Dios “Abba”, “Padre mío”:


Getsemaní (Mc 14, 36); “Padre, ha llegado
la hora. Glorifica a tu Hijo para que tu Hijo
te glorifique” (Jn 17, 1); “Venid, benditos
de mi Padre” (Mt 25, 34); “Padre, en tus
manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23, 46);
“Yo os envío al que mi Padre ha prometido”
(Lc 24, 49); etc.. Jesús distingue: “Subo a
mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y a
vuestro Dios” (Jn 20, 17).

Los textos vistos ya en este capítulo, al revelar la paternidad de


Dios también están revelando la filiación divina de Jesús. Veamos
otras expresiones de Jesús y palabras de sus discípulos que confie-
san la divinidad de Jesús.
TRINIDAD EN EL NT,

En el Templo, a los 12 años, Jesús


manifiesta su divinidad: “¿Por qué
me buscabais? ¿No sabíais que es
necesario que yo esté en las cosas
de mi Padre?” (Lc 2, 49).

Jesús se llama “Hijo del Hombre”, título del Mesías en Dan 7, 13-
14 que tiene atributos divinos (“A él se le dio dominio, honor y
reino. Y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su
dominio es un dominio eterno que no pasará; y su reino no será
destruido”). Por ejemplo con Nicodemo (Jn 3, 1-21), Zaqueo
(Lc 19, 1-10), cuando anuncia su pasión, muerte y resurrección
(Mc 8, 31-33), cuando cura un paralítico en Cafarnaún (Mc 2,
1-12), ante el tribunal de Caifás (Mc 14, 53-64).
TRINIDAD EN EL NT

Jesús manifiesta su divina preexistencia o eternidad utilizando el


nombre “Yo soy” revelado a Moisés en el monte Horeb. Por
ejemplo: “Yo soy la luz del mundo” (Jn 8, 12); “Si no creéis que
Yo soy, moriréis en vuestros pecados” (Jn 8, 24); “Cuando hayáis
levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que Yo soy”
(Jn 8, 28); “Antes de que Abraham naciese, Yo soy” (Jn 8, 58);
“Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que cuando
ocurra creáis que Yo soy” (Jn 15, 19).

Sus oyentes entendieron que afirmaba de sí


mismo que era Dios (ej.: Jn 5, 18).

El Padre confirma la divinidad de Jesús en


su Bautismo y en su Transfiguración.
TRINIDAD EN EL NT

Los discípulos proclaman la divinidad de Je-


sús. Por ejemplo cuando camina sobre las a-
guas dicen: “Realmente eres Hijo de Dios”
(Mt 14, 33); o la confesión de San Pedro: “Tú
eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,
16); o la de Santo Tomás: “¡Señor mío y Dios
mío!” (Jn 20, 28).

La filiación divina de Jesús está al comienzo y en el centro de la


predicación apostólica postpascual: proclaman a Jesús como Hijo
de Dios. Ejemplos: “El Verbo era Dios” (Jn 1, 1); San Juan precisa
que escribió su Evangelio “para que creáis que Jesús es el Cristo,
el Hijo de Dios” (Jn 20, 31); Cristo es “Dios bendito por los siglos”
(Rom 3, 5); “En Él habita toda la plenitud de la divinidad corporal-
mente” (Col 2, 9).
TRINIDAD EN EL NT

Ya en Gn 1, 2 aparece la palabra “espíritu” (“el


Espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las
aguas”). En el NT aparecen varios nombres concre-
tos. Ejemplos: “el Espíritu del Padre” (Mt 10, 20;
1 Cor 2, 11; Jn 15, 26); “el Espíritu del Hijo” (Gal
4, 6); “el Espíritu de Jesús” (Hch 16, 7). Indican
que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo.

Numerosos textos indicando que el Espíritu Santo es Persona divina.


Especialmente durante la Ultima Cena. Ejemplos: “Yo rogaré al Pa-
dre y os dará otro Paráclito... El Espíritu de la Verdad” (Jn 14, 16);
“El Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre,
El os lo enseñará todo” (Jn 14, 26); “Cuando venga el Paráclito que
yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de la Verdad que procede
del Padre, El dará testimonio de mí” (Jn 15, 26).
TRINIDAD EN EL NT

Numerosos textos se refieren a la acción del Espíritu Santo con


respecto a Jesucristo. Ejemplos: Lc 1, 35 (Anunciación); Mt 1,
18 (María “había concebido en su seno por obra del Espíritu
Santo”); Lc 3, 21-22 (Bautismo de Jesús); Lc 4, 14 (Jesús se
mueve “por impulso del Espíritu Santo”); Lc 4, 1 (estaba “lleno
del Espíritu Santo”); Lc 4, 18-30 (en Nazaret se aplica el texto
de Is 61, 1-2: “El Espíritu del Señor está sobre mí”); etc..

El Espíritu Santo santifica a los hombres: se comprueba


en los Hechos de los Apóstoles: Pentecostés (Hch 2, 4),
San Pedro en Hch 2, 38 (“recibiréis el don del Espíritu
Santo”), etc.. También en San Pablo: 1 Cor 3, 16 (“¿No
sabéis que el Espíritu de Dios habita en vosotros?”); 2
Tes 2, 13 (“os eligió Dios como primicias para la salva-
ción mediante la acción santificadora del Espíritu Santo”).
TRINIDAD EN EL NT
Fórmulas trinitarias del NT
Lc 1, 30-35: Anunciación.
Mt 3, 13; Mc 1, 10; Lc 3, 22: Bautismo
del Señor.
Mt 17, 1-13; Mc 9, 1-12; Lc 9, 28-39:
Transfiguración.
Jn 14, 16.26: Promesa del Paráclito (“Yo
pediré al Padre y os enviará otro Paráclito
(...). El Paráclito, el Espíritu Santo, que el
Padre enviará en mi nombre, os lo ense-
ñará todo”).
Mt 28, 19: Fórmula bautismal (“Id y en-
señad a todas las gentes, bautizándolas en
el nombre del Padre y del Hijo y del Espí-
ritu Santo”).
TRINIDAD EN EL NT

Revelación de la Santísima Trinidad en los escritos apostólicos


2 Cor 13, 13: “La gracia del Señor Jesucristo y el amor de Dios y la
comunicación del Espíritu Santo estén con todos vosotros”.
Ef 1, 3-13: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en Cristo con toda bendición espiritual en los
cielos (...). Por Él también vosotros (...) fuisteis sellados con el Espí-
ritu Santo prometido”.
Gal 4, 6: “Y puesto que sois hijos, Dios envió a nuestros corazones
el Espíritu de su Hijo, que clama: ‘¡Abba, Padre!’”.
2 P 1, 1-2: “Elegidos según la presciencia de Dios Padre, mediante
la santificación del Espíritu, para obedecer a Jesucristo”.
FORMULACIÓN DOGMÁTICA

La participación de la
vida de la Santísima Creados, eleva-
Trinidad es el fin y la dos y redimidos
substancia de nuestra para gozar de la
vida en Cristo. Trinidad.

Grandes esfuerzos de los cristianos para entender racionalmente


y expresar en lenguaje humano el misterio de la Trinidad.

Ante los errores enunciados por algunos, el Magisterio, asistido


por el Espíritu Santo, formuló progresivamente la doctrina de fe.

Se trata de explicar racionalmente la verdad revelada de que hay


tres Personas distintas en una sola naturaleza divina.
Junto a la fuente de la Sagrada Escritura
aparecen los escritos de los Padres de la
Iglesia
Fe trinitaria de los primeros cristianos

Didajé (antes del año 70): “Después de haber en-


señado todo lo que precede, bautizad en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo...”.

San Clemente romano, Carta a los Corintios


(antes del año 96): “Vive Dios y vive el Señor
Jesucristo y el Espíritu Santo, fe y esperanza de
los elegidos”.

Idem: “Los Apóstoles nos predicaron el Evangelio de parte del Señor


Jesucristo; Jesucristo fue enviado de parte de Dios (Padre) (...). Por
tanto, los Apóstoles (...), llenos de la certidumbre que les infundió
el Espíritu Santo, partieron para dar la alegre noticia de que el Reino
de Dios estaba para llegar”.
San Ignacio de Antioquía (+ 107), Carta a los
Efesios: “Sois piedras del templo del Padre,
elevadas a lo alto por la máquina de Jesucristo,
que es la cruz, y ayudados del Espíritu Santo
que es la cuerda”.

Martirio de San Policarpo (156): “Señor Dios omnipotente: Padre


de tu amado y bendecido Jesucristo (...). Yo te bendigo y te glori-
fico por medio del Sumo sacerdote eterno y celestial Jesucristo,
tu Hijo muy amado, por el cual sea dada la gloria a Ti junto a Él
y al Espíritu Santo”.
¿CÓMO SE LLEGÓ A LA FORMULACIÓN DEL
DOGMA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD?

1. Se tomaron datos de la Sagrada Escritura y de la


Tradición (Padres de la Iglesia, Liturgia)
2. Las herejías obligaron al Magisterio a actuar y
definir.
3. La necesidad de una enseñanza común y de
unificar el lenguaje llevó al Magisterio a tomar de
la FILOSOFIA los conceptos: naturaleza, persona
y relación.
HEREJIAS ………….GNOSTICISMO

Los cristianos se encontraron en Oriente con numerosos mitos y


creencias fantásticas con orientación sincretista. La más poderosa
era el gnosticismo (de “gnosis”, conocimiento). En los siglos II y
III surgieron diversas teorías gnósticas, amalgamas de ideas persas,
babilónicas, egipcias y bíblicas con elementos de la filosofía platónica.

Características: 1) antropocentrismo (hombres “chispas” de la divi-


nidad arrojadas al mundo material, y por la gnosis podrán volver a su
estado inicial); 2) dualismo espíritu-materia, bien-mal, luz-tinieblas
(la materia procede de un demiurgo); 3) los astros influyen sobre el
mundo y condicionan la vida de los hombres; 4) revelación (descen-
so de un ser superior a la materia para que el hombre cobre autocon-
ciencia de sí mismo); 5) salvación (autoliberación de la prisión cor-
poral por la gnosis; sin sentido moral); 6) visión pesimista del mun-
do; 7) alma caída del cielo y aprisionada por un cuerpo material.
FORMULACIÓN DOGMÁTICA

Padres apologistas: defienden la fe de la Iglesia, mostrando su


fundamento en la Revelación, su racionabilidad y su credibilidad.

Arístides (+140): Cristo “es confesado como Hijo


del Dios Altísimo, descendido del cielo por medio
del Espíritu Santo”.

San Justino (+165): El Logos procede del Padre y


el Espíritu Santo ilumina a los profetas.

Atenágoras (+177): defiende la fe en Dios Uno y Trino contra los


que acusan a los cristianos de ateos.

San Ireneo de Lyon (130-200): distingue claramente entre el Padre,


el Hijo y el Espíritu Santo.
Escuela de Alejandría: destacan Clemente y Orígenes.

Clemente de Alejandría (+211/215) defiende la unicidad de Dios


frente al politeísmo pagano.

Orígenes (185-255) considera la Trinidad en el marco de la econo-


mía de la salvación: el Padre es el creador, el Logos es el mediador,
el Espíritu Santo está presente dondequiera que hay santidad.

Orígenes subraya la divinidad del Espíritu


Santo. Así afirma: el Espíritu Santo “está eter-
namente con el Padre y el Hijo, y como el Pa-
dre y el Hijo existe siempre, existió y existirá”.
Aparecen las herejías MONARQUIANISMO.
Tertuliano, bajo el vocablo “monarquianismo”, agrupa a los que,
al defender la unidad de Dios caen en el error de admitir en Dios
una sola persona, un solo monarca. El monarquianismo presenta
dos caminos: el adopcionista y el modalista.

Monarquianismo adopcionista

Cristo sería un hombre que recibió la dignidad divina al descender


sobre él el Espíritu de Dios. Es hijo de Dios por adopción.

Teodoto de Bizancio (final del s. II): Cristo es un hombre que


recibió una “dynamis” o fuerza divina en su Bautismo.
Pablo de Samosata (obispo de Antioquía entre los años 260 y
280): El Hijo y el Espíritu Santo sólo serían fuerzas divinas
identificadas con la Persona del Padre.
Monarquianismo modalista

Defendido por Noeto (180), Práxeas (190) y Sabelio (+260).

Padre, Hijo y Espíritu Santo serían unos modos de manifestarse


en la historia de la salvación el Dios unipersonal. Para Sabelio
Dios se manifiesta como Padre en la creación, como Hijo en la
redención y como Espíritu Santo en la santificación de los fieles.

Se les llama “patripasianos” porque algunos


afirman que Cristo era el mismo Padre que ha
nacido, padecido y sufrido en la Cruz.

El Papa Ceferino (198-217) rechazó el patripasia-


nismo, y el Papa San Dionisio (259-268) conde-
nó a Sabelio. Importancia de San Hipólito (+235).
Subordinacionismo:
subordina el Hijo al Padre hasta el punto
de negar la divinidad del Hijo.

Distinguir la subordinación real de la subordinación en los modos


de expresarse (como por ejemplo en Orígenes). La primera es la
herejía de Arrio (256-336).

Arrio niega la generación eterna en Dios, porque aplica el concepto


de generación material: si Dios engendrase, habría dos dioses.
Subordinacionismo radical: el Hijo es una criatura hecha en el tiempo.

Para él, el Verbo es un ser intermedio entre Dios y los hombres,


creado por Dios para que a su vez crease el mundo.
NICEA En el año 325 se reunió el Concilio de Nicea
en presencia del emperador Constantino con
más de 300 obispos.

Los Padres de Nicea incorporan a la expli-


cación de la fe un término que no es bíblico,
aunque sí la realidad que designa: “homousios”
(el Hijo es “consubstancial” al Padre).

Nicea, en un apéndice al símbolo, condena expresiones concretas


arrianas: “Los que dicen: ‘Hubo un tiempo en que no fue’ y ‘Antes
de ser engendrado, no era’ y que fue hecho de la nada, dicen que
el Hijo de Dios es de otra (...) sustancia o creado, o cambiable o
mudable, los anatematiza la Iglesia católica”.
No todos los obispos fueron fieles a Nicea y buscaron fórmulas
de compromiso entre Nicea y Arrio: los “semiarrianos” que
afirmaban que el Verbo era “semejante”, de “sustancia semejante”
y no “homousios” al Padre.

Dios es espíritu y la generación divina es de naturaleza espiritual. No


se puede aplicar a Dios la generación material como lo hace Arrio.

Contra el arrianismo: San Atanasio de Alejandría


(+373) y los Padres capadocios: San Basilio (+379),
San Gregorio de Nacianzo (+390) y San Gregorio
de Nisa (+396), quienes perfilan los conceptos de
sustancia y persona (“ousía” e “hipóstasis”).
Un grupo enemigo de Arrio, dirigido por Macedonio (+362),
obispo de Constantinopla, niega la divinidad del Espíritu Santo
por no ser engendrado como el Hijo. Llamados “pneumatómacos”.

San Basilio es el primero que escribe un tratado


“Sobre el Espíritu Santo” en el año 375. Argu-
menta por ejemplo que si el Espíritu Santo no
fuese Dios, no podría hacernos partícipes de la
vida divina.

Constantinopla I (381)
define la divinidad del Espíritu Santo y completa el símbolo de Nicea:
“Y (creemos) en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre, que con el Padre y el Hijo recibe una misma
adoración y gloria, y que habló por los profetas”.
¿CÓMO SE LLEGÓ A LA FORMULACIÓN DEL
DOGMA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD?

1. Se tomaron datos de la Sagrada Escritura y de la


Tradición
2. Las herejías obligaron al Magisterio a actuar y
definir a través de los CONCILIOS
(Nicea 325-Constantinopla 381)
3 La necesidad de una enseñanza común y de
unificar el lenguaje llevó al Magisterio a tomar
de la FILOSOFIA los conceptos: naturaleza,
persona y relación.
EL APORTE DE LA FILOSOFIA

251 Para la formulación del dogma de la Trinidad, la


Iglesia debió crear una terminología propia con
ayuda de nociones de origen filosófico:
"substancia", "persona o hipóstasis", "relación“.
Al hacer esto, no sometía la fe a una sabiduría
humana, sino que daba un sentido nuevo,
sorprendente, a estos términos destinados también a
significar en adelante un Misterio inefable,
"infinitamente más allá de todo lo que podemos
concebir según la medida humana"
(Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 2).
252 La Iglesia utiliza el término "substancia"
(traducido a veces también por "esencia" o por
"naturaleza") para designar el ser divino en su
unidad; el término "persona" o "hipóstasis"
para designar al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo en su distinción real entre sí; el término
"relación" para designar el hecho de que su
distinción reside en la referencia de cada uno a
los otros.
CCE 237: “La Trinidad es un misterio de fe en sentido estricto, uno de los misterios
escondidos en Dios, que no pueden ser conocidos si no son revelados desde lo alto”.

Letrán IV (1215):
“Firmemente creemos y simplemente confesamos,
que uno solo es el verdadero
Dios, eterno, inmenso e inconmutable,
incomprensible, omnipotente e inefable,
Padre, Hijo y Espíritu Santo:
tres personas ciertamente, pero una sola esencia,
sustancia o naturaleza absolutamente simple.
El Padre no viene de nadie, el Hijo del Padre sólo,
y el Espíritu Santo a la vez de uno y otro, sin
comienzo, siempre y sin fin.
El Padre que engendra, el Hijo que nace y el
Espíritu Santo que procede:
consustanciales, coiguales,
coomnipotentes y coeternos”.
Dios en su vida íntima y nuestra vida en Dios
Procesiones, relaciones y Personas
en Dios
• La Trinidad es una.
No confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres
personas (CEC, 253).
• Las personas divinas son realmente distintas
entre sí.
"Dios es único pero no solitario" (Fides Damasi: DS 71).
"Padre", "Hijo", "Espíritu Santo" no son simplemente
nombres que designan modalidades del ser divino, pues son
realmente distintos entre sí (...) por sus relaciones de
origen: "El Padre es quien engendra, el Hijo quien es
engendrado, y el Espíritu Santo es quien procede"
(Cc. Letrán IV, año 1215: DS 804) (CEC, 254).
EL PADRE ES
1 Sustancia- Divina DIOS, EL HIJO ES
3 Personas- P-H-ES DIOS, EL
4 Relaciones ESPÍRITU SANTO
2 Procesiones ES DIOS
NO SON “PARTE”
DE DIOS
NI TRES DIOSES
P
UN ÚNICO Y MISMO
H ES DIOS QUE SUBSISTE
EN TRES PERSONAS
Máximo misterio REALMENTE
sobrenatural DISTINTAS
Las personas divinas son relativas unas a otras (CEC, 255).
La distinción real de las personas entre sí reside
únicamente en las relaciones mutuas.

2 PROCESIONES:
• El PADRE no proviene de
ninguna Persona.
• El HIJO es engendrado por el
PADRE por vía de
entendimiento (generación).
• El ESPÍRITU SANTO
procede del PADRE y del
HIJO por vía de Amor
(espiración)
4 RELACIONES DIVINAS

Letrán IV enseña que las tres Personas se identifican con la sustancia


divina y se distinguen exclusivamente por sus relaciones de origen.

“Relación” y “sustancia” son dos conceptos distintos, que en Dios


se identifican. Pero las relaciones en Dios se distinguen realmente
entre sí.

Puesto que hay dos procesiones reales en Dios (engendrar y espirar),


hay cuatro relaciones reales: Paternidad, Filiación, Espiración ac-
tiva (sujeto: Padre e Hijo, y término: Espíritu Santo), y Espiración
pasiva (sujeto: Espíritu Santo, y término: Padre e Hijo).
1 Sustancia- Divina
3 Personas- P-H-ES
4 Relaciones: Paternidad, Filiación,
Expiración Activa, Expiración Pasiva
2 Procesiones GENERACIÓN y EXPIRACIÓN

P Creemos en un
H ES DIOS UNO Y
SANTISIMA TRINO
TRINIDAD
PROCESIONES DIVINAS

Analogía = relación de semejanza entre dos o más cosas; propiedad


del significado de los términos, que se opone tanto a la “univocidad”
(significado igual) como a la “equivocidad” (significados distintos).

Se emplea en teología para profundizar en el conocimiento


de Dios. Va de lo más conocido a lo menos conocido (ej.:
conocer a Dios a través del conocimiento del hombre).

De Dios sabemos más lo que no es que lo que es.


Camino de la afirmación, de la negación y de la eminencia.

De modo analógico, conocimiento y amor que se descubre en


el hombre pueden ser realidades válidas para alcanzar cierta
comprensión del ser íntimo de Dios. La procesión del Hijo
como procesión por vía de entendimiento. La del Espíritu
Santo pro vía de voluntad.
PROCESIONES DIVINAS

Procesión = hecho por el que un ser tiene su origen en otro ser.


En Dios no puede haber procesión como movimiento local, pero
sí como origen según la cual un hijo procede de su padre o el río
de la fuente.

Procesiones inmanentes: el término que


procede permanece en aquél del que pro-
cede (ej.: verbo interior que procede de
nuestra inteligencia). Procesiones tran-
seúntes: lo que procede sale fuera de aquél
de quien procede (ej.: palabras que mani-
fiestan nuestros pensamientos).

En Dios, espiritual y simple, las operaciones son inmanentes, ad


intra: sin las limitaciones de los seres creados y sin originar otro Dios.
PROCESIONES DIVINAS

Es verdad de fe la existencia de procesiones


reales en Dios. Fundamentado en el Evange-
lio: en el Bautismo de Jesús, el Padre dice:
“Este es mi Hijo” (Mt 3, 17); Jesús dice que
el Espíritu Santo “procede del Padre” (Jn
15, 26) y que “recibe de lo mío” (Jn 16, 16).

Conocemos la existencia de las procesiones


divinas por Revelación.

Características de las procesiones divinas, 1

a Son inmanentes y no se distinguen de Dios: son Dios mismo.


Se mantiene la identidad numérica de la esencia divina.
PROCESIONES DIVINAS
Características de las procesiones divinas, 2

Son reales: no son simples modos de expresar la Trinidad.


b El origen de ellas (una Persona divina) es real y en la sim-
plicidad espiritual de Dios no cabe algo ficticio o accidente.

Son operaciones de Dios: toda procesión divina inmanente


c presupone una acción u operación vital que permanece
dentro de Dios. Son eternas y se identifican con la esencia
divina.

En analogía con las acciones del


d hombre, son operaciones de cono-
cimiento y de amor en Dios mismo.
PROCESIONES DIVINAS
Características de las procesiones divinas, 3
Tienen su origen y su término en las personas, no en la
esencia divina, que en cuanto tal no es sujeto de acción.
Letrán IV (1215): la esencia divina “ni engendra, ni es en-
e gendrada, ni procede; sino que el Padre es el que engendra;
el Hijo el que es engendrado; y el Espíritu Santo, el que
procede; de modo que las distinciones están en las personas
y la unidad en la naturaleza”.

En Dios hay sólo dos procesiones inmanentes: el Verbo


f procede del Padre por vía de entendimiento y el Espíritu
Santo procede del Padre y del Hijo por vía de amor.

g El Hijo procede del Padre por generación eterna, el Espíritu


Santo del Padre y del Hijo por espiración.
RELACIONES DIVINAS

Se entiende por relación la referencia de una persona o de una


cosa a otra persona u otra cosa. Toda relación está constituida
por tres elementos: el sujeto, el término y el fundamento.

El sujeto es la persona o la cosa que se relaciona


con otro (término “a quo”). El término es la per-
sona o la cosa hacia la cual tiende el sujeto de la
relación (término “ad quem”). El fundamento es
el hecho en que se basa la relación de una persona
o cosa con otro. Ejemplos de fundamentos en re-
laciones interpersonales: amor conyugal, amistad,
generación, etc..

Una relación es real si los tres elementos son reales. Ejemplos de


relaciones no reales: entre conceptos, comparación del ente con la
nada, del presente con el futuro, etc..
RELACIONES DIVINAS

La analogía exige despojar a las relaciones divinas del carácter


accidental de las relaciones que se dan entre los hombres. En
Dios no hay “accidentes” en sentido metafísico; por ejemplo no
hay un antes ni un después de ser Padre.

Así, al aplicar la analogía nos quedamos con lo que es una relación


en sí misma (una referencia) y negamos en Dios el aspecto acci-
dental de las relaciones humanas. Lo propio de la relación que con-
sideramos en Dios es pura alteridad, “esse ad”. Pero las relaciones
en Dios son subsistentes, no accidentes: existen en sí mismas y se
identifican con la substancia divina. Los hombres tienen relacio-
nes, en Dios la relación es Dios.
RELACIONES DIVINAS

Quien engendra es el Padre, no la sustancia, y quien espira es el


Padre y el Hijo, no la sustancia.

Letrán IV enseña que las tres Personas se identifican con la sustancia


divina y se distinguen exclusivamente por sus relaciones de origen.

“Relación” y “sustancia” son dos conceptos distintos, que en Dios


se identifican. Pero las relaciones en Dios se distinguen realmente
entre sí.

Puesto que hay dos procesiones reales en Dios (engendrar y espirar),


hay cuatro relaciones reales: Paternidad, Filiación, Espiración ac-
tiva (sujeto: Padre e Hijo, y término: Espíritu Santo), y Espiración
pasiva (sujeto: Espíritu Santo, y término: Padre e Hijo).
RELACIONES DIVINAS, 4

Según la filosofía, dos relaciones se oponen cuando intercambian


sujeto y término, siendo el fundamento el mismo. Así por ejemplo,
paternidad y filiación se oponen porque el padre es sujeto de la
paternidad y término de la filiación, y el hijo es sujeto de la filiación
y término de la paternidad, siendo el fundamento igual (generación).

Concilio de Florencia (1442): En


Dios “todo es uno, donde no obsta
la oposición de relación”.

Vamos pues a ver cuales de las relaciones divi-


nas se oponen entre sí.
RELACIONES DIVINAS

Vimos que en Dios se dan cuatro relaciones reales, pero no todas


se oponen.

Paternidad y Filiación se oponen según vimos: distinguen a Padre e


Hijo. Espiración activa y pasiva se oponen según vimos: distinguen
a Padre-Hijo juntos y Espíritu Santo.

La Espiración activa consiste en espirar: Padre e Hijo pueden


espirar al Espíritu Santo sin contradicción con el hecho de ser
Padre e Hijo: la Espiración activa no se opone ni a la Paternidad
ni a la Filiación. Según el Concilio de Florencia, si no hay oposi-
ción, Paternidad y Espiración activa no se distinguen en Dios,
como tampoco Filiación y Espiración activa: el Padre engendra
al Hijo y le ama espirando al Espíritu Santo, y el Hijo es engendra-
do por el Padre y le ama espirando junto con Él al Espíritu Santo.
RELACIONES DIVINAS, 6

La Espiración pasiva consiste en ser espirado. El Padre no puede


serlo puesto que es sin principio. El Hijo tampoco puede ser espi-
rado porque ya es engendrado. Solo el Espíritu Santo puede ser
espirado. Así Paternidad se opone a Espiración pasiva y Filiación
también se opone a Espiración pasiva, dos oposiciones que distin-
guen pues Padre y Espíritu Santo una e Hijo y Espíritu Santo otra.

Por lo tanto, de las cuatro relaciones


reales en Dios, sólo tres se oponen
entre sí: la Paternidad, la Filiación y
la Espiración pasiva coincidiendo con
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
RELACIONES DIVINAS, 7

Las relaciones divinas son el modelo de


la vida y de las relaciones humanas.

A la luz de las relaciones divinas, la Trini-


dad se nos revela como la más perfecta rea-
lización de la ‘comunión entre distintos’
y, como tal, es luz que ilumina las relacio-
nes humanas interpersonales. Por eso, la
familia es imagen de la comunión trinitaria.

En la Ultima Cena, Jesús nos revela la unidad de las tres Personas


divinas como origen y modelo para la unión entre los hombres:
“Que todos sean uno, como Tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para
que también ellos sean uno en nosotros” (Jn 17, 21).
PERSONAS DIVINAS
En el NT no se encuentra el término “persona” para hablar de la
Trinidad; pero a falta de otro más adecuado, los teólogos y el
Magisterio de la Iglesia lo utilizan para designar al Padre, al Hijo
y al Espíritu Santo en su distinción real entre sí (cfr. CCE 252).

Para Boecio (480-524), la persona es una “sustancia individual de


Naturaleza racional”. Se debe aplicar en Dios el nombre de persona
depurándolo de las imperfecciones que adquiere en las criaturas.

En Dios la palabra persona designa no a la


esencia divina, sino a las tres relaciones
reales intratrinitarias subsistentes y
opuestas entre sí
La esencia divina es numéricamente una.
El Padre es fuente y origen de toda la Trinidad: no proce-
de de otra persona divina ni de la esencia divina, sino que
1
es principio sin principio. Comunica su propia esencia di-
vina al Hijo y al Espíritu Santo de modo que constituyen
con El desde toda la eternidad un único y mismo Dios.

En sentido genérico, es Padre de todos los hombres; en


2 un sentido más elevado, es Padre de los bautizados; en
sentido propio y exclusivo, es Padre del Hijo unigénito.
Lo constitutivo de la Persona del Padre es la paternidad.

El Padre nunca estuvo sin el Hijo, ni el Hijo sin el Padre,


3
porque se trata de una generación eterna.

Es la única persona de la Trinidad que no procede de otra:


4 es “agénnetos”. Es su característica principal.
En sentido propio la generación significa el origen
de un ser vivo que proviene de otro ser vivo al que
está unido según una razón de semejanza de natu-
raleza. Se aplica en Dios analógicamente.

En Dios la generación del Hijo es eterna (sin antes


ni después), acto inmanente de conocimiento del
Padre que engendra un concepto o Verbo, que no
sólo es de la misma naturaleza que el Padre espe-
cíficamente, sino numéricamente.

El Hijo es imagen perfecta del Padre (origen en El y no sólo “se-


mejanza” sino identidad de naturaleza). Es Unigénito.
PERSONAS DIVINAS

El Espíritu Santo procede del amor


mutuo del Padre y del Hijo.

Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios:


“Creemos en el Espíritu Santo, per-
sona increada, que procede del Padre
y del Hijo como Amor sempiterno de
ellos”.

Juan Pablo II (discurso de 20-11-1985) distingue dos tipos de


amor: uno, “amor esencial”, es un atributo de la esencia divina
que corresponde por igual al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; el
otro, “amor personal”, es propio del Espíritu Santo y lo distingue
realmente de las otras dos personas divinas.
PERSONAS DIVINAS

El Espíritu Santo como Don


En la vida íntima de Dios, el Espíritu Santo es amor y donación
mutua, es nexo entre el Padre y el Hijo. En la relación de Dios
con los hombres, es también la mayor donación, el mayor bien
que podemos recibir los hombres, porque es recibir el amor y
la vida de Dios.

La divinización del hombre, su elevación


sobrenatural como hijo de Dios en el sa-
cramento del bautismo, es obra del Espíritu
Santo: El nos introduce en el misterio de
Cristo y nos llama a la santidad del Padre.
PERSONAS DIVINAS

CCE 247: “La afirmación del Filioque no figuraba en el símbolo


confesado el año 381 en Constantinopla. Pero sobre la base de
una antigua tradición latina y alejandrina, el Papa san León la
había confesado dogmáticamente el año 447 antes incluso que
Roma conociese y recibiese el año 451, en el Concilio de Calce-
donia, el símbolo del año 381. El uso de esta fórmula en el Credo
fue poco a poco admitido en la liturgia latina (entre los siglos VIII
y XI)”. => motivo de disensión con las Iglesias ortodoxas.

867: Focio se opone al Filioque afirmando que el


Espíritu Santo procede únicamente del Padre.

1054: Miguel Cerulario rompe con la Iglesia e


inicia el Cisma de Oriente. Búsqueda de unión:
IV Letrán (1215), II Lyon (1274), Florencia (1439).
PERSONAS DIVINAS

El Magisterio de la Iglesia no puede cambiar


el símbolo pero puede completarlo añadiendo
algunas frases o, incluso, alguna verdad de fe.

La adición del Filioque es legítima: Jn 15, 26


(“el Paráclito que os enviaré”); Jn 16, 14 (el
Espíritu Santo “recibirá de lo mío”); Rom 8, 9
(“Espíritu de Cristo”).

En cuanto a la Tradición, los griegos


prefieren la fórmula “per Filium”.
Ambas fórmulas expresan sustancial-
mente lo mismo.
PERSONAS DIVINAS

Florencia (1442): “Estas tres Personas son un solo Dios y no tres


dioses; porque las tres tienen una sola sustancia, una sola esencia,
una sola naturaleza, una sola divinidad, una sola inmensidad, una
sola eternidad, y todo es uno, donde no obsta la oposición de
relación”.

Idem: “Por razón de esta unidad, el Padre


está todo en el Hijo, todo en el Espíritu
Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo
en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está
todo en el Padre, todo en el Hijo”.

= perichóresis (griegos), circumincessio (latinos)


PERSONAS DIVINAS

Perichóresis: mutua inhabitación de las Personas divinas:

Por razón de la esencia divina, que es la


misma para las tres Personas divinas.

Por razón de las relaciones: uno cualquiera


de los términos que se oponen relativamente
entra en el concepto del otro (no hay Padre
sin Hijo, ni Padre e Hijo sin su mutuo amor
o Espíritu Santo).

Por razón de los orígenes o procesiones


divinas que son inmanentes.
MISIONES DIVINAS

CCE 258: “Toda la economía divina es la obra común de las tres


Personas divinas. Porque la Trinidad, del mismo modo que tiene
una sola y misma naturaleza, así también tiene una sola y misma
operación. ‘El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son tres prin-
cipios de las criaturas, sino un solo principio’ (Florencia, 1442).
Sin embargo, cada Persona divina realiza la obra común según
su propiedad personal. (...) Son, sobre todo, las misiones divinas
de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo las que
manifiestan las propiedades de las Personas divinas”.

Se llaman propieda- Las propiedades per-


des a las caracterís- sonales se identifican
ticas o notas que con las Personas y nos
distinguen a una dan a conocer algo de
Persona de otra. su peculiaridad.
MISIONES DIVINAS

San Gregorio de Nacianzo: “Padre, Hijo y


Espíritu Santo tienen en común la naturaleza
divina y el no haber sido hechos; Hijo y Espí-
ritu Santo tienen en común recibir su origen
del Padre. Es propio del Padre ser inengendra-
do, del Hijo el ser engendrado y del Espíritu
Santo el ser enviado”.

Hay una diferencia entre lo que es propio y exclusivo de una Perso-


na divina, y lo que es común a las tres pero se atribuye a una de
ellas. Esto último se llama “apropiación”. El fundamento de una
apropiación es la analogía.
MISIONES DIVINAS

Apropiaciones más frecuentes: 1) al Padre, en cuanto origen y


fuente de toda la Trinidad, se le atribuyen la eternidad, la unidad
y la omnipotencia; 2) al Hijo, en cuanto Verbo y Palabra de Dios,
se le atribuyen la verdad, la sabiduría, la belleza y la igualdad;
3) al Espíritu Santo, en cuanto vínculo amoroso del Padre y del
Hijo, se le atribuyen la bondad, la santidad y la felicidad terrena
y eterna.

Fuentes de las apropiaciones más frecuentes:


- Sagrada Escritura, - Símbolos de fe,
- Padres de la Iglesia, - Liturgia.
Las apropiaciones nos ayudan a entender
mejor la acción de las Personas divinas en
nuestra alma.
MISIONES DIVINAS

Una misión divina es el envío de una Per-


sona divina por Otra para hacerse presente
de modo nuevo entre los hombres.

Las misiones divinas pueden ser visibles


o invisibles. Revelan la irrupción de la
Trinidad en la historia, para hacernos
partícipes de la salvación realizada por
Cristo y elevarnos a la vida divina.

La Persona enviada procede de la Persona que envía. Así el Padre


no es enviado porque no procede de ninguna Persona: es principio
sin principio. Se da a nuestra alma pero no es enviado. Él envía al
Hijo y con el Hijo envía al Espíritu Santo.
MISIONES DIVINAS

Jesús ha revelado que las misiones del Hijo y del Espíritu Santo a
los hombres tienen como fin producir en nosotros una nueva comu-
nión entre Dios y nosotros y, en consecuencia, una nueva comu-
nión de los hombres entre sí.

Las misiones divinas originan una nueva relación personal entre


Dios y los hombres, que transforma al hombre, le capacita sobre-
naturalmente por la filiación divina, para entrar en comunión amo-
rosa con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Vaticano II (Ad gentes, 2): “La Iglesia pe-


regrina es, por su propia naturaleza, misio-
nera, puesto que tiene su origen en la mi-
sión del Hijo y la misión del Espíritu San-
to según el plan de Dios Padre”.
MISIONES DIVINAS

Misión visible del Verbo


Jn 3, 17: “Dios no envió a su Hijo al
mundo para juzgar al mundo, sino
para que el mundo se salve por Él”;
Gal 4, 4: “Al llegar la plenitud de los
tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido
de mujer”.

La misión visible del Hijo se realiza en la Encarnación. Como toda


operación “ad extra”, la Encarnación es obra de la Trinidad; pero
considerada como misión en sentido propio, la Encarnación proce-
de exclusivamente del Padre: sólo Él envía al Hijo. La misión com-
porta la manifestación de la Persona enviada: nos da un conoci-
miento de Ella misma y de la Persona de la cual procede.
MISIONES DIVINAS

Misiones visibles del Espíritu Santo:


paloma en el Bautismo de Jesús (Mt 3, 16);
nube en la Transfiguración (Mt 17, 5);
soplo cuando Jesús resucitado dio a los
Apóstoles el poder de perdonar los pecados
(Jn 20, 22); lenguas de fuego el día de
Pentecostés (Hch 2, 3-4).

CCE 689: “Cuando el Padre envía su Verbo, envía también a su


Aliento: misión conjunta en la que el Hijo y el Espíritu Santo son
distintos pero inseparables”.

Misión invisible del Hijo: inhabita en el alma en gracia. También del


Espíritu Santo: “¿no sabéis (...) que el Espíritu de Dios habita en vo-
sotros?” (1 Cor 3, 16). Por las misiones santifican a los hombres.
ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE

Economía divina = obra común de las tres Personas divinas que


se nos han revelado y comunicado en la venida del Padre y en
las misiones del Hijo y del Espíritu Santo.
Trinidad inmanente = el misterio de la vida íntima de las tres
Personas divinas consideradas en sí mismas.

CCE 236: “Las obras de Dios revelan quién


es en sí mismo; e inversamente, el misterio
de su Ser íntimo ilumina la inteligencia de
todas sus obras. Así sucede, analógicamente,
entre las personas humanas. La persona se
muestra en su obrar y a medida que conoce-
mos mejor a una persona, mejor compren-
demos su obrar”.
ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE, 2

CCE 237: “La Trinidad es un misterio de


fe en sentido estricto, uno de los ‘misterios
escondidos en Dios, que no pueden ser co-
nocidos si no son revelados desde lo alto’
(Dei Filius, 4). (...) La intimidad de su ser
como Trinidad Santa constituye un mis-
terio inaccesible a la sola razón e incluso
a la fe de Israel antes de la Encarnación del
Hijo de Dios y el envío del Espíritu Santo”.

Aunque se distinguen la economía divina y la Trinidad inmanente,


no pueden separarse entre ellas: las misiones divinas manifiestan
en el tiempo las procesiones eternas, porque la revelación de la
Trinidad a los hombres responde al ser íntimo de Dios.
ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE

Dios se ha revelado para comunicarnos la


vida feliz de las Personas de la Trinidad y
ofrecernos la salvación.

La comunicación de la vida divina tiene su


comienzo en la recepción del bautismo: nos
perdona el pecado original y los pecados
personales cometidos, y nos infunde la gra-
cia santificante y las virtudes teologales.
Nos hace hijos de Dios.

En esta acción divina recibimos “el tesoro incalculable de la inha-


bitación de la Trinidad Santísima en el alma” (San Josemaría, Es
Cristo que pasa, 78).
ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE

La inhabitación del Espíritu Santo, o de la Santísima Trinidad, en


el alma del justo es la presencia sobrenatural de Dios en el hombre,
por la que éste es transformado interiormente, deificado, endiosado
o divinizado, según expresan los Padres de la Iglesia.

Es la existencia real y sustancial de las Per-


sonas divinas en el alma. Incluye la misión
del Hijo y del Espíritu Santo, y la donación
que hace el Padre de sí mismo.

= presencia transformadora por la que el


hombre, liberado del pecado, es convertido
en hijo de Dios, capaz de participar en la
intimidad de la vida divina. Se atribuye al
Espíritu Santo (acción santificadora).
ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE

Inhabitación: hecho testimoniado con frecuencia en el NT:

Ejemplo en los Evangelios: Jn 14, 23:


“Si alguno me ama, guardará mi pala-
bra, y mi Padre le amará, y vendremos
a él y haremos morada en él”.

Ejemplo en San Pablo: 1 Cor 6, 19:


“¿No sabéis que vuestro cuerpo es
templo del Espíritu Santo, que está
en vosotros y que habéis recibido
de Dios, y que no os pertenecéis?”.
ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE

Inhabitación: enseñanza de los Padres (ejemplos):

San Basilio: obra “El Espíritu Santo”. Son numero-


sos los pasajes en los que dice que el bautismo
deifica por la acción del Espíritu Santo.

San Agustín, De Trinitate, 15, 18, 32: por el Espí-


ritu Santo “se difunde en nuestros corazones la ca-
ridad de Dios, por la cual nos inhabita toda la Tri-
nidad”.

San Cirilo de Jerusalén, Catequesis, 22, 3: “Cuando participamos


de la Eucaristía, experimentamos la espiritualización deificante del
Espíritu Santo, que no sólo nos configura con Cristo, como sucede
en el bautismo, sino que nos cristifica por entero, asociándonos a
la plenitud de Cristo Jesús”.
ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE

Inhabitación: en el Magisterio:
León XIII, Enc. Divinum illud munus (1897); Pío XII, Enc.
Mystici corporis (1943).

Juan Pablo II, Enc. Dominum et vivificantem (1986), 58: “Dios


uno y trino se abre al hombre, al espíritu humano. El soplo escon-
dido del espíritu divino hace que el espíritu humano se abra, a su
vez, ante la apertura salvífica y santificante de Dios”.

Idem: “Por el don de la gracia, que proviene del


Espíritu, el hombre entra en una vida nueva, es
introducido en la realidad sobrenatural de la misma
vida divina y se hace morada del Espíritu Santo,
templo viviente de Dios (...). El hombre vive en
Dios y de Dios”.
ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE

Con la inhabitación de la Santísima


Trinidad en el alma, estamos en la
senda que nos conduce a la Trinidad
inmanente.

El Hijo, revelado en la carne y en la debilidad, nos conduce al Pa-


dre a través de la acción santificante del Espíritu Santo.

Los medios más significativos para llegar al Padre son la oración


y la santidad.

El Padre nos ha hecho “hijos en el Hijo”. Se trata de una divinización


o deificación consistente en participar de la naturaleza divina.
ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE

CCE 2565: “En la Nueva Alianza, la oración es la relación viva


de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su
Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo (...). Así, la vida de ora-
ción es estar habitualmente en presencia de Dios, tres veces
Santo, y en comunión con Él”.

La vida de oración es un trato amoroso y confiado con cada una


de las Personas divinas.

San Josemaría, Amigos de Dios 238: “La


oración es el fundamento de toda la labor
sobrenatural; con la oración somos omni-
potentes y, si prescindiéramos de este re-
curso, no lograríamos nada”.
ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE

Para llegar al Padre, santidad personal: “Sed perfectos como


vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48).

Mensaje de San Josemaría: todo cristiano está


llamado a santificarse en la vida ordinaria.

Recogido en Lumen gentium 40: “todos los


cristianos, de cualquier clase o condición,
están llamados a la plenitud de la vida cristia-
na y a la perfección del amor”.

CCE 2634: Jesucristo “es el único intercesor ante el Padre a favor


de todos los hombres, de los pecadores en particular”.
ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE

Jesucristo está en la Iglesia. Dominus Iesus 16 (Cong. Para la


Doctrina de la Fe, 2000): “constituyó a la Iglesia como misterio
salvífico: Él mismo está en la Iglesia y la Iglesia está en Él; por
eso, la plenitud del misterio salvífico de Cristo pertenece también
a la Iglesia, inseparablemente unida a su Señor”.

Jesucristo está en la Eucaristía: con su cuerpo,


sangre, alma y divinidad, como fruto del sacri-
ficio eucarístico. La Misa es “acción divina, tri-
nitaria, no humana. (...) Se entiende que la Misa
sea el centro y la raíz de la vida espiritual del
cristiano” (San Josemaría, Es Cristo que pasa
86. 87).
ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE

Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte 38: “Cierta-


mente, Dios nos pide una colaboración real a su gra-
cia y, por tanto, nos invita a utilizar todos los recur-
sos de nuestra inteligencia y capacidad operativa en
nuestro servicio a la causa del Reino. Pero no se ha
de olvidar que, sin Cristo, ‘no podemos hacer nada’
(cfr. Jn 15, 5)”.

El Espíritu Santo, Dador de vida, impulsa a comunicar a los demás


la vida divina, para que sean más libres y felices, para hacer de la
tierra un espacio de comunión fraterna, un cielo. El apostolado con-
siste en ser testigos del Amor.
ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE

San Josemaría, Conversaciones 58:


“La llamada de Dios, el carácter bautis-
mal y la gracia, hacen que cada cristia-
no pueda y deba encarnar plenamente
la fe. Cada cristiano debe ser alter
Christus, ipse Christus, presente entre
los hombres”.

San Josemaría, Amigos de Dios 220:


“El Cielo es la meta de nuestra senda
terrena. Jesucristo nos ha precedido y
allí, en compañía de la Virgen y de San
José -a quien tanto venero-, de los An-
geles y de los Santos, aguarda nuestra
llegada”. Gozar de la vida trinitaria.

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