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Principios y reflexiones sobre la Formación Docente desde mi experiencia como

consultora académica

Herzel Nashiely García Márquez

Tengo el honor de ser consultora académica desde hace cinco años, lo que corresponde a
mi experiencia formal en el acompañamiento y formación docente en EMS.
Anteriormente, trabajé en un colegio como Prefecta de Estudios y definitivamente, una de
mis funciones favoritas era la capacitación y acuerdos con el profesorado. Como docente,
labor que realizo desde hace más de 20 años, he podido comprobar el impacto que tienen
estos espacios de crecimiento entre colegas pues implica una gran voluntad, cariño y
respeto de ambas partes e impacta irremediablemente en la vivencia de una cultura de
continuo crecimiento y desarrollo humano a nivel profesional y personal.

El acompañamiento docente, de acuerdo con Marueira (2015), es una modalidad de


trabajo que busca “caminar junto con los actores escolares en un diálogo horizontal y
permanente, y en un contexto de confianza mutua con el fin de enfrentar, en conjunto,
desafíos profesionales y educativos que son significativos”. Un buen acompañamiento
implica mucha confianza; es como abrir todos tus cajones, el verdadero reto es lograr el
vínculo que transforme lo mío, lo tuyo, en nuestro. La formación es poderosa al nutrir la
práctica profesional desde el vínculo que se crea con una figura que representa un lugar
seguro para el profesorado, que le ofrece experiencia y dominio necesarios para motivar,
personalizar, retroalimentar, guiar, comunicar y materializar, aquellos elementos de la
práctica que pueden optimizar la experiencia docente.

Como formadores de docentes, existen principios básicos para establecer un verdadero


vínculo que transforme cada acercamiento en mucho más que simples actividades de
supervisión y revisión. Algunos de estos principios que menciono son tan obvios que
podría pensarse en prescindir de ellos; la experiencia también me ha confirmado que más
vale enmarcar lo indispensable para nunca caer en el error de darlo por sentado. Así,
comparto dos principios básicos como acompañante y formadora de docentes.

Principio #1
(Gato) – Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar.

(Alicia) – No me importa mucho el sitio…

(Gato) – Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes.

Los fundamentos pedagógicos invariablemente hacen referencia a la importancia de los


objetivos de aprendizaje, a qué metas debemos alcanzar a partir del proceso enseñanza-
aprendizaje; esto abarca indiscutiblemente a la formación docente. Para lograr los
objetivos es indispensable contar con una ruta, una planificación que nos permita
verificar nuestro rumbo.

Muchas veces escuchamos quejas sobre cierto tipo de práctica docente, , pero en pocas
situaciones se crea un plan de intervención y acompañamiento que realmente atienda la
necesidad del profesor de cara a identificar, reconocer y planificar la mejora de un área de
oportunidad.

El plan de desarrollo docente es indispensable para saber de dónde partimos y hacia a


dónde vamos como acompañantes. Es importante que la misión y la visión institucionales
se encuentren claramente expresadas en ese plan para lograrles personalizar de acuerdo
con cada docente y alcanzar realmente el significado e impacto en su vida profesional
siendo evidente en su práctica. Esto significa, tener claros los objetivos pretendidos como
centro educativo para poder enriquecer con creatividad y flexibilidad las formas de
alcanzarlos. El conocer profundamente a nuestros docentes, nos permitirá extender las
opciones para apoyarles en alcanzar las metas. El formador docente debe dominar
estrategias y técnicas de comunicación asertiva y empatía que le permita motivar,
clarificar, dialogar y acordar con los profesores, las formas que atenderán los fondos
perseguidos por la comunidad. Compartir y recordar entre colegas por qué hacemos lo
que hacemos de cara al perfil de egreso que pretendemos, fortalece el compromiso
docente con la construcción social.

Principio # 2
La observación de clase y las sesiones para tomar acuerdos son al formador de
profesores, lo que la planificación didáctica es al docente.

HGM

El acompañamiento y la formación docente es un ejercicio diario que requiere rutinas y


procesos claros, sistematizados y como procesos de seguimiento, capacitación,
profesionalización y/o actualización, requieren total planificación y consideración previa
de detalles que aseguren un encuentro significativo, de impacto positivo entre el docente
y el formador como acompañante de su crecimiento y desarrollo. La observación de clase
implica agradecer la generosidad del docente y su grupo, al abrirnos las puertas de su
vivencia cotidiana y considero que los siguientes elementos son indispensables en la
retroalimentación posterior al docente:

Reconocimiento y respeto a su profesionalismo: preparar nuestra mirada para reconocer


todo aquello que evidencia buenas prácticas. Es importante establecer en nuestro
instrumento de apoyo (compartido y conocido por el profesorado con antelación), qué sí
se observa y es evidente. Esto nos permitirá identificar más claramente aquello que falta o
se puede mejorar.

En la comunicación con el profesor se deben celebrar los logros al inicio y en el cierre de la


sesión, de modo que ese reconocimiento sea la estructura de nuestro espacio de
confianza.

El desarrollo de la sesión puede concentrarse en saber qué observó, vivió, recuperó el


profesor de su clase y cómo lo reflexiona profesionalmente. Esto es muy importante
porque nos permite recuperar sus propias palabras para hilar ideas que teníamos como
puntos a tratar en la retroalimentación, lo que abre la siguiente fase de la sesión de
acuerdos:

El formador puede exponer algunas áreas de mejora (no se pretende atosigar al


profesorado, sino dar un punto objetivo y claro que se puede mejorar y es evidenciar);
este es el momento en que se vive realmente el “acuerdo”, qué se hará, cuáles son los
compromisos consigo mismo, su grupo qué desea plantear el docente y cómo puede ser
apoyado por el formador.

Las sesiones de acuerdos son encuentros entre colegas con diferente enfoque de la
situación pero una misma intención: ofrecer la mejor experiencia de aprendizaje a los
estudiantes.

Estos puntos, aunque breves, son pilares fundamentales en mi vida como acompañante
de mis admirados docentes, ya que priorizan la sabiduría que engarzan las palabras del
tan admirado, Paulo Freire: “No hay docencia sin discencia”, y extendería esa aseveración,
a que sin vinculo tampoco existe una verdadera formación docente.

Fuentes

Maureira, F. (2015). Acompañamiento ¿A escuelas o a las aulas? Cuadernos de


Educación, 66, 1-10. Recuperado
de http://mailing.uahurtado.cl/cuaderno_educacion_66/pdf/articulo_3.pdf  [ Links ]

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