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U.N.C.P.

FACULTAD DE EDUCACIÓN
DEPARTAMENTO ACADÉMICO DE EDUCACIÓN
ESCUELA PROFESIONAL DE EDUCACIÓN PRIMARIA

ASIGNATURA
ESTILOS DE VIDA SALUDABLE

Capacidad: Analiza con argumentos razonados las


principales posturas filosóficas acerca la forma de pensar,
hacer, vivir y ser en un estilo de vida saludable.
Tema: : Marco teórico de estilos de vida saludable desde una
interpretación filosófica.

CATEDRÁTICA: MG. MARIBEL PADILLA SÁNCHEZ

CÓDIGO DE ASIGNATURA: EDE 702


UNIDAD DIDÁCTICA I
SEMESTRE ACADÉMICO: III
PERIODO LECTIVO: 2022-I
Presentación

La asignatura de Filosofía de estilos de vida saludable en Educación Primaria pertenece a la sub

área de estudios especializados y es de naturaleza teórico-práctico, tiene como propósito

desarrollar la capacidad de comprensión y reflexión crítica de la realidad peruana desde diversas

posturas filosóficas que le permite al estudiante asumir una concepción integral sobre la

convivencia sana y segura de los futuros profesionalesde la educación. La formación Filosófica —

científica permite desarrollar capacidades como un proceso del conocimiento de la filosofía

académica, permitiendo al alumno perfeccionar su espíritu crítico, controlar mejor sus supuestos

tóricos; distinguir cuestiones semánticas, epistemológicas y pedagógicas; sirve en su formación

para transferir las cuestiones estudiadas a situaciones reales en su vida profesional y en

actividades de investigación.

Mg. Maribel Padilla Sánchez.


Definición
Estilos de Vida. El concepto de
estilo de vida apareció formalmente
por primera vez en 1939,
probablemente en las generaciones
anteriores no era un concepto
significativo, al ser las sociedades
relativamente homogéneas. Pierre Bourdieu, quien fue uno de los sociólogos
más importantes de la segunda mitad del siglo XX, centra su teoría en el
concepto de habitus, entendido este como esquemas de obrar, pensar y sentir
asociados a la posición social. El habitus hace que personas de un entorno social
homogéneo tiendan a compartir estilos de vida parecidos. Por otro lado, Torre y
Tejada (2007) desde un enfoque ecosistémico interpretan a Morales (2004), y
plantean que el ser humano es un sistema en el que todos los componentes
biológicos, neurológicos, psicológicos, ambientales y educativos, interactúan
como un todo. No se puede afirmar que la facultad que construye el estilo de
vida, sea fruto de un determinismo genético, tampoco que se deba
exclusivamente al medio ambiente, sino a la interacción entre ambos. Es
probable que la influencia educativa del hogar, del medio y la educación formal,
tengan un peso importante en la construcción de determinado comportamiento.
El estilo de vida se conforma a partir de preferencias e inclinaciones básicas del
ser humano, fruto de la interacción entre componentes genéticos,
neurobiológico, psicológicos, socioculturales, educativos, económicos y
medioambientales. Puede generarse en un triángulo de construcción, formado
por la familia, la escuela y los amigos, por ejemplo, se aprende a tomar licor con
los amigos, el aprendizaje de hacer ejercicio ocurre en la escuela, los hábitos
alimenticios y la responsabilidad sexual se aprenden en la familia, con influencia
de la escuela. La prevalencia de unos componentes y la escasa manifestación
de otros conforman un determinado estilo y modo de vida.
Así mismo, el estilo de vida es un constructo que se ha usado de manera
genérica, como equivalente a la forma en que se entiende el modo y manera de
vivir. Algunas áreas de la ciencia utilizan el término con un sentido más
específico. En epidemiología, el estilo de vida, hábito de vida o forma de vida, se
entiende como un conjunto de comportamientos que desarrollan las personas,
que unas veces son saludables y otras son nocivas para la salud.
De este modo, los estilos de vida son aquellos comportamientos que mejoran o
crean riesgos para la salud. Este comportamiento humano es considerado dentro
de la teoría del proceso salud enfermedad de Lalonde y Lafranboise junto con la
biología humana, el ambiente y la organización de los servicios de salud como
los grandes componentes para la producción de la salud o enfermedad de la
población.
Estilos de Vida Saludables. En una conferencia de la Organización Mundial de
la Salud (OMS) realizada en Canadá en 1986 se adoptó la Carta de Ottawa, un
documento que reconoce que la salud no es sencillamente el producto de
trastornos médicos o de otro tipo directamente relacionados con la salud, sino
que es un problema integral determinado por un conjunto de factores sociales y
ambientales. Los estilos de vida han sido considerados como factores
determinantes y condicionantes del estado de salud de un individuo. La Carta de
Ottawa para la Promoción de la Salud, considera los estilos de vida saludables
como componentes importantes de intervención para promover la salud.
La OMS define los estilos de vida saludables como una forma de vida que
disminuye el riesgo de enfermarse o morir a temprana edad, mejorando la salud
y permitiendo disfrutar más aspectos de la vida, porque la salud no es sólo la
ausencia de enfermedad, es también física, mental y bienestar social. La
adopción de estilos de vida saludable nos convierte en modelos positivos para la
familia, en especial para los niños.
Cabe resaltar, que los estilos de vida están relacionados con los patrones de
consumo del individuo en su alimentación, de tabaco, así como con el desarrollo
o no de actividad física, los riesgos del ocio en especial el consumo de alcohol,
drogas y otras actividades relacionadas y el riesgo ocupacional. Los cuales a su
vez son considerados como factores de riesgo o de protección, dependiendo del
comportamiento, de enfermedades transmisibles como de las no transmisibles
(diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer, entre otras).
De esta forma se puede elaborar un listado de estilos de vida saludables o
comportamientos saludables, que al asumirlos responsablemente ayudan a
mantener el bienestar para generar calidad de vida, satisfacción de necesidades
y desarrollo humano. Algunos de estos factores protectores o estilos de vida
saludables podrían ser: tener sentido de vida, objetivos de vida y plan de acción;
mantener la autoestima, el sentido de pertenencia y la identidad; mantener la
autodecisión, la autogestión y el deseo de aprender; brindar afecto y mantener
la integración social y familiar; tener satisfacción con la vida; una nutrición
adecuada; promover la convivencia, solidaridad, tolerancia y negociación;
capacidad de autocuidado; seguridad social en salud y control de factores de
riesgo como obesidad, vida sedentaria, tabaquismo, alcoholismo, abuso de
medicamentos, estrés, y algunas patologías como hipertensión y diabetes;
ocupación de tiempo libre y disfrute del ocio; comunicación y participación a nivel
familiar y social; accesibilidad a programas de bienestar, salud, educación,
culturales, recreativos; seguridad económica; y practicar un sexo seguro.
Específicamente, los estilos de vida saludables incluyen conductas de salud,
patrones de conducta, creencias, conocimientos, hábitos y acciones de las
personas para mantener, restablecer y/o mejorar su salud. Las creencias sobre
la importancia o gravedad de un determinado problema, la vulnerabilidad frente
a ese problema, el análisis costo-beneficio y el sentido de autoeficacia, favorecen
la conservación y mejoría de la salud, el evitar conductas de riesgo, la prevención
de las enfermedades y lo que en general, puede denominarse la adopción de
estilos de vida saludables.
Por lo tanto, se puede deducir que los estilos de vida saludables son el conjunto
de hábitos, actitudes, conductas, tradiciones, actividades y decisiones de una
persona, o de un grupo de personas, frente a las diversas circunstancias en las
que el ser humano se desarrolla en sociedad, o mediante su quehacer diario y
que son susceptibles de ser modificados. Este se va conformando a lo largo de
la historia de vida del sujeto, pudiéndose afirmar que se trata de un proceso de
aprendizaje, ya sea por asimilación, o por imitación de modelos de patrones
familiares, o de grupos formales o informales.

Deslinde terminológico
Pensar.
El pensamiento es un don particular del ser
humano y su origen se da por la intervención
sensorial y la razón […] el razonamiento, la
inferencia lógica y la demostración son
aptitudes del pensamiento para reflejar de
manera inmediata la realidad, los problemas
y las necesidades del sujeto […]. Según la
lógica formal la estructura del pensamiento
está compuesta de la siguiente manera: concepto, juicio, razonamiento y
demostración (Izquierdo, 2006).
El pensamiento, es un reflejo de la realidad en tanto se perciba el objeto real y
se concretice lo visualizado. Por el contrario, el pensamiento puede ser un reflejo
de lo que se siente, creando una realidad subjetiva, alejada de la realidad
objetiva, que se visualiza solamente en la mente de quien lo piensa. Froebel
enseñaba que la vida se vive en dos planos. “Primero está el plano de la realidad,
que representa el reino de la sensación, de lo que oímos, de lo que olemos y
vemos. En segundo lugar, está el reino de los símbolos, que es una
representación de impulsos y deseos interiores […], en el universo nada carece
de significación” (Mayer, 1967).
El acto verbal del pensamiento
La persona es un ser que actúa, piensa y habla. Es sociable por naturaleza,
característica que no se podría dar, sino a través de la comunicación, de la
interpretación de signos, es decir, del lenguaje. Al considerar el habla como la
manifestación externa del pensamiento, al cual sirve de mero revestimiento, y al
intentar liberar el pensamiento de todo componente sensitivo, incluyendo las
palabras, como hace la Escuela de Würzburg, no solo plantean el problema de
la relación entre las dos funciones, sino que intentan resolverlo a su modo.
“El pensamiento es un reflejo generalizado de la realidad”. Esto significa que el
pensamiento resalta las características generales que los objetos presentan, el
pensamiento abstrae y generaliza aquellas propiedades que los objetos guardan
y mantienen (Izquierdo, 2006). El pensamiento surge en cada mente individual
suscitado por el espectáculo de su ejercicio (Marías, 1961). Las situaciones
problemáticas son estimulantes del pensamiento reflexivo, pero cada paso de
este –definir el problema, formular hipótesis, evaluarlas y verificarlas– carecería
de sentido y sería imposible a menos que pudiéramos percibir directa e
inmediatamente ciertas cualidades y relaciones (Broudy, 1992)
Enseñar a pensar
Para que el pensamiento se desarrolle es
importante no solamente estimular a niños y
jóvenes la generación de preguntas, sino
también guiar y acompañar en el proceso de
investigación, para que sean ellos mismos
quienes respondan a sus inquietudes,
desarrollando su capacidad de pensar. En la
actualidad, cuando el niño y el joven son nativos
digitales, es importante preguntamos qué clase de enseñanza reciben en los
diferentes niveles educativos (básica, bachillerato y superior). Paradójicamente,
se enseña no para pensar o para ayudar a pensar, sino para evitar pensar, para
recibir informaciones, para recoger datos o conocimientos elaborados por otros.
El “enseñar” está entonces enfrentado al “pensar”, ya que no se realiza tal como
a veces se lo enuncia. Enseñar a pensar los obstáculos para orientar la
enseñanza hacia el pensamiento no depende solo de los sujetos –
docentes/alumnos–, sino de unas condiciones estructurales, de un
condicionamiento previo que se va imponiendo al sujeto a medida que va
pasando por el sistema educativo y que ahora estamos evidenciando en sus
resultados negativos, cuando –solo con contadas y valiosas excepciones– nos
hallamos ante un estudiante acrítico, con un grado más o menos alto de aversión
ante todo lo que implique saber, apático frente a su proceso de formación,
indiferente a las manifestaciones culturales, desinteresado ante el contenido o la
forma en que le enseñan, sin un compromiso definido por un área concreta del
conocimiento, como esperaría luego de haber llegado a la universidad (Bedoya,
2008)
El pensamiento crítico
No se condensa en una sola propuesta que apunte a
un mero carácter “destructivo” de las ideologías de la
dominación, sino que se refiere a un pensamiento
Inter lógico y multifacético, que se expresa en las
diversas racionalidades hermenéuticas, como las de
las ciencias sociales, la filosofía y la teología
latinoamericanas. El pensar crítico, supone también
un claro carácter “reconstructivo”, como lo sugiere el
proceso de articulación entre la reflexividad preteórica y el proceso dinámico de
la crítica. Hay entonces un proceso reflexivo y crítico en los sujetos y
movimientos sociales que no aceptan y cuestionan la hegemonía de un
pensamiento único y dominante. pensamiento único y dominante. En este
sentido, el pensamiento crítico no se puede desprender del permanente
despliegue de sentido que transmite la propia reflexividad de la cultura y la
sociedad, donde ella aparece íntimamente relacionada con la historia, la política,
la literatura y el arte. Pensar críticamente no es algo propio de la filosofía, sino
de otras formas de racionalidad presentes en nuestras culturas
latinoamericanas, lo propio de la filosofía es llevarlo a la máxima claridad de un
trabajo de reconstrucción conceptual. Esta doble problemática comunica tanto
las cuestiones lógicas y epistemológicas del saber como las cuestiones ético-
políticas del compromiso de los mismos intelectuales con sus propios contextos
de vida, lo que no excluye de ningún modo a los filósofos (Pizzi, 2008).

Vida
En primer lugar, hay un sentido práctico del
concepto de vida que encontramos definido
en la crítica de la razón práctica y retomado
luego en la crítica de la facultad de juzgar
que se refiere eminentemente a la vida
humana y a su capacidad de actuar
voluntariamente. Es claro que el tipo de
autoconciencia que se evidencia aquí es la
conciencia que tenemos de nosotros mismos en cuanto agentes
En segundo lugar, hay también un sentido que podríamos denominar biológico y
que tiene que ver con la manera en que Kant describe la vida en su nivel
primordial, a saber, como organismos. La posible conexión con algún tipo de
autoconciencia (al menos como condición de esta) es en este caso menos clara,
pero me parece que algo se puede decir también a este respecto.
Finalmente, hay un tercer sentido del concepto de vida que podemos llamar
estético, referido especialmente al sentimiento de vivificación que, según Kant,
experimentamos ante la belleza, pero también, de una manera que habrá que
precisar, relacionado con el sentimiento espiritual que experimentamos ante lo
sublime. A propósito de este sentido estético, se alude a un caso especial de
vivificación corporal y que me permitirá enlazar a Kant con Epicuro, en la medida
que se trata de una especie de sentimiento de salud o bienestar muy propio del
ser humano, como se podrá ver. Este sentido estético del concepto de vida es el
que nos interesa desarrollar especialmente, en la medida que nos permitirá
determinar, aunque sea a manera de esbozo, la idea de una conciencia estética
de nosotros mismos que está al menos sugerida en este punto.
Kant sostiene ahí que la vida es “la facultad de un ser de obrar según leyes de
la facultad de desear”, es decir, es la facultad de un ser que es capaz de ser
causa de la realidad efectiva de los objetos de sus representaciones. Por un lado,
esta facultad de desear puede ser superior, cuando ese ser tiene la capacidad
de determinarse por las leyes de la sola razón, y en este caso la facultad de
desear se identifica con la voluntad, como en los seres humanos, que actuarían
entonces de acuerdo a fines e intenciones. Por otro lado, la facultad de desear
también tiene una forma inferior, cuando ella está determinada solo por las
inclinaciones o incluso por los instintos.
Hacer.
Según Ucha (2013) la palabra hacer es
un término que en nuestro idioma
presenta un uso muy extendido y que se
emplea para dar cuenta de diversas
cuestiones.
Principalmente el uso que se le atribuye
es para indicar la realización de alguna
acción, ya sea la producción de algo, tal
como un objeto, la
generación, fabricación,
creación, construcción o composición, entre otras acciones.
Por si caso, es que esta palabra implicará siempre una acción, el movimiento de
algo y como tal se opone a todo lo que sea una actitud de tipo pasiva o de
directamente no realizar nada.
Cabe destacarse entonces que el término hacer denomina una actividad
típicamente de los seres que se encuentran vivos, los animales, los seres
humanos y las plantas, porque solamente quien está vivo es capaz de hacer
cosas.
Cuando queremos expresar la transformación o la conversión que alguien ha
experimentado como consecuencia de alguna acción determinada lo hacemos a
través de este término. Juana se hizo islamista tras su viaje a Medio Oriente.
Por otro lado, cuando alguien finge o aparenta algo que no es realmente lo
expresamos por medio de la palabra que nos ocupa. Laura se hace la que no
escucha a su madre para evitar el castigo, pero en realidad escucha todo lo que
ella le dice.
Otro uso habitual que le damos al término hacer es para referir el tipo
de clima que transcurre en un momento y lugar y determinado. Hoy hace frío me
voy a llevar la campera.
También, la palabra es muy usada para expresar el paso del tiempo entre un
hecho y otro. Hace aproximadamente un año que Laura no viene de visita.
Y asimismo nos podremos encontrar con expresiones populares que contienen
a la palabra tales como: hacer uno de las suyas (se emplea para expresar que
alguien ha actuado como es habitual por su personalidad y costumbre), hacerse
con (permite referir la dominación de alguien) y hacerse alguien rogar (cuando
una persona hace que otro ruegue y ruegue para que finalmente concrete una
acción o actividad).
Por otro lado, el ser, el hacer y el decir se determinan recíprocamente: se obra
como se es y se es como se obra. En este punto no conviene introducir las
categorías causa-efecto ya que, con ellas, el problema se oscurece mayormente.
De hecho, la recíproca determinación se lleva a cabo en un mecanismo dialéctico
en el que la actividad comporta receptividad y la receptividad requiere actividad.
Esto se verifica al reparar en la cultura: ¿la cultura es creación humana o, por el
contrario, el hombre está moldeado por ella?; ¿es causa o efecto de la identidad?
Las dos cosas simultáneamente. Ser honesto o solidario, entonces, ¿depende
de mis aptitudes o me hago tal diciendo la verdad y actuando a favor del
necesitado? Indudablemente, si no poseo la potencialidad de convertirme en
solidario jamás podría llegar a serlo –así se sostiene que el ser determina el
obrar, aunque no lo hace acabadamente ya que el individuo no es una máquina
que reacciona frente a impulsos internos o estímulos externos–. Pero, por otra
parte, desligado de la acción desinteresada en beneficio del prójimo no lograré
plenificar mi ser –de esta manera se sostiene que el obrar determina al ser, es
decir, que la acción rediagrama la identidad De todo esto proviene, entre otras
tantas derivaciones, una que merece particular atención: la falta de neutralidad
del actuar y del expresarse. Indefectiblemente, lo que se hace y lo que se dice
modifican o positiva o negativamente el ser del sujeto. ¿Acaso no afecta
radicalmente mi ser el difundir una información falsa manipulando a mi
interlocutor para obtener algún tipo de beneficio? ¿Es indiferente si emprendo
una actividad que instrumentaliza al otro y lo despoja de su dignidad? Aquí
aparece la dimensión ética y el bien en su trascendentalidad. Si completar el ser
por medio del hacer y del decir requiere la apropiación de nuevo ser –la
adquisición de un plus ontológico, o la intensificación de la radicación metafísica
o de la participación–, ser más se traduce en ser mejor. Sin embargo, la acción
y la locución también pueden dar lugar a la traición del propio ser –es decir, a la
normatividad de su constitución esencial. Ahora bien, es importante destacar, a
modo anticipatorio, el papel fundamental que juega la intersubjetividad. En
efecto, la acción y el habla se ubican en un plano relacional. Mientras hablar es
decir algo a alguien, obrar es hacer algo con o para alguien. Por eso, la alteridad,
sobre la que habrá que profundizar más adelante, emerge como un factor
adicional, aunque no aleatorio, en el proceso de plenificación –o mejoramiento–
del yo en cuanto persona.

Ser.
El ser es la Naturaleza, la materia, la realidad objetiva,
a diferencia de la conciencia, del pensar, de las
sensaciones. “El problema de la relación entre el pensar
y el ser, entre el espíritu y la Naturaleza, es el problema
supremo de toda filosofía, particularmente de la filosofía
moderna… Los filósofos se dividían en dos grandes
campos, según la contestación que diesen a esta
pregunta. Los que afirmaban el carácter primario del
espíritu frente a la Naturaleza formaban en el campo del idealismo. Los otros, los
que reputaban la Naturaleza como lo primario, figuran en las diversas escuelas
del materialismo” (Engels). La riqueza y la variedad múltiple del ser están
impregnadas de una unidad. La unidad del mundo estriba en su materialidad.
(Diccionario filosófico marxista).
Noción filosófica que designa a la naturaleza, la materia, el mundo exterior, la
realidad objetiva, a diferencia de la conciencia, el pensamiento, las sensaciones.
La cuestión fundamental de la filosofía es la de la relación entre el pensamiento
y el ser. “Los filósofos se dividían en dos grandes campos, según la contestación
que diesen a esta pregunta. Los que afirmaban el carácter primario del espíritu
frente a la naturaleza formaban en el campo del idealismo. Los otros, los que
reputaban la naturaleza como lo primario, figuraban en las diversas escuelas del
materialismo”. La riqueza y la diversidad del ser son las manifestaciones de la
diversidad de las formas del movimiento de la materia. La unidad del mundo
reside en su materialidad. (Diccionario filosófico abreviado).
Concepto filosófico que designa al mundo objetivo, la materia; la cual existe
independientemente de la conciencia. Aplicado a la sociedad, se emplea el
término “ser social”. El materialismo dialéctico toma como conceptos idénticos el
de materialidad del mundo y el de su ser; rechaza la representación idealista del
ser como existente antes que la materia o independientemente de ella, así como
las tentativas idealistas de hacer derivar el ser de un acto de la conciencia. Por
otra parte, resulta insuficiente subrayar, tan sólo la naturaleza objetiva del ser,
dado que en este caso no se aclara el problema relativo a su carácter material o
ideal. Aunque reconoce el ser como lo primario y la conciencia como lo
secundario, el materialismo dialéctico ve la conciencia no sólo como un reflejo
pasivo, sino, también, como una fuerza activa que actúa sobre el ser.
Es el concepto más general y abstracto con que se designa la existencia de algo
en general. En este caso, el ser ha de diferenciarse de lo real, de la existencia,
de la realidad, &c., como caracterizaciones más concretas y profundas de los
procesos y fenómenos objetivos. (Diccionario filosófico).
El ser es uno de los conceptos más básicos y fundamentales de la filosofía, lo
cual quiere decir que es uno de los más complejos de definir. Generalmente, con
la palabra “ser” nos referimos a todo aquello que existe, o sea, la realidad
ontológica de las cosas o, dicho de otro modo, todo lo que es. Pero conforme a
la tradición filosófica, existen dos conceptos de ser reconocibles:
El concepto unívoco de “ser”. Lo entendemos como la característica más
general de todas las entidades o cosas, es decir, aquello que permanece y es
común a todas sin distinción, una vez que les hemos quitado todas sus
características particulares e individuales. Vendría a ser lo opuesto de
la esencia.
El concepto analógico de “ser”. El ser es aquello que todas las cosas poseen,
pero en distinta manera; de modo que en ello todo coincide y todo se diferencia.
Lo único que puede estar fuera del ser, en este sentido, es la nada.
A menudo, para entender el concepto de ser se le debe contraponer al concepto
de ente o entidad, en el sentido de que “Ser es siempre el ser de un ente”, ya
que todos los seres son necesariamente entes, aunque de un modo distinto:
una persona (ente) puede ser hombre o mujer (ser), por ejemplo.
De modo que uno podría concluir que el ser es la manera específica de darse
en la realidad que tiene un ente.
En la lingüística, el ser es todo aquello que se expresa mediante un infinitivo
verbal. Según los postulados filosóficos de Martin Heidegger (1889-1976), en su
famoso libro Ser y tiempo, el ser es tiempo, pues las cosas que son se dan en
un horizonte temporal, y nunca son del todo permanentes.

Perspectiva filosófica
Los fundamentos filosóficos de este enfoque
interactivo e integrador, están inspirados en un
sistema explicativo unitario y ontológico de la vida.
Ontológico, porque ve la experiencia humana desde
un punto de vista situado dentro de ella misma y no
desde un punto de vista externo o fuera de ella
(Maturana,1999).
Es ese mismo orden y partiendo del modelo
Junguiano sobre la construcción del saber, señalado
por Vyington (2005), tomando en consideración los
estudios de las inteligencias múltiples de Gardner (1995), la inteligencia
emocional de Goleman (1997), las aportaciones neurocientíficas de Damásio
(2003), sobre la relación entre lo emocional, cognitivo y la teoría interactiva de la
creatividad; se puede inferir que en todo individuo existe una serie de
inclinaciones básicas. Estas inclinaciones o tendencias se ponen de manifiesto
en la construcción del estilo de vida. Es probable que estos impulsos, que van
más allá de la conciencia, que conforman una manera de ser, un estilo personal
de relacionarse con el mundo exterior, como estilo de vida, sea una construcción
socio-educativa. La combinación de estos impulsos construye estilos de vida
diferentes en las personas, pudiendo establecerse con ellos determinados
perfiles. El predominio, la intensidad, la combinación, sugieren infinidad de
variantes (Torre y Tejada, 2007).
Por otro lado, El estilo de vida puede estar moldeado por comportamientos que
conducen a la salud. Estos están continuamente sometidos a interpretación y a
prueba en distintas situaciones sociales, no siendo, por lo tanto, fijos, sino que
están sujetos a cambio. Los estilos de vida individuales, caracterizados por
patrones de comportamiento identificables, pueden ejercer un efecto profundo
en la salud del individuo y en la de otros. Si la salud ha de mejorarse permitiendo
a los individuos cambiar sus estilos de vida, la acción debe ir dirigida no
solamente al individuo, sino también a las condiciones sociales de vida que
interactúan para producir y mantener estos patrones de comportamiento. Sin
embargo, es importante reconocer que no existe un estilo de vida “óptimo” al que
puedan adscribirse todas las personas. El nivel socioeducativo, la estructura
familiar, la edad, la aptitud física, el entorno medioambiental y laboral, harán más
atractivas, factibles y adecuados determinados comportamientos y formas de
vida (OMS, 1998).
Modelos de estilos de vida saludable
Entre los modelos que explican las
dimensiones del estilo de vida, el propuesto
por Torre y Tejada (2007), está
caracterizado por ser interactivo,
comprensivo, dinámico espiral, adaptativo y
sistémico. No se trata de dimensiones
independientes sino interactivas, el
predominio de una u otra repercute en el
conjunto, tal como ocurre en muchas
reacciones químicas, en las que la variación de un elemento, modifica las
cualidades de otro, lo cual le otorga un sentido sistémico. La confluencia de las
dimensiones de percibir, pensar, sentir, actuar, persistir y comunicar genera
procesos creativos o destructivos, que se revierten hacia el interior y el exterior
del individuo.
El comportamiento se manifiesta producto de la interacción entre componentes
genéticos, neurológicos, psicológicos, y el medio sociocultural, y educativo. Por
lo tanto, la proyección operativa de estas preferencias en la forma de percibir,
pensar, sentir, actuar, decidir, persistir e interactuar, es lo que Torre y Tejada
(2007) llaman estilo de vida. El predominio de unos componentes y la escasa
manifestación de otros conformarán uno u otro estilo. Estos ámbitos del ser
humano, no son otros, si no que, las grandes dimensiones de la vida.
Ahora bien, desde la mutidimensionalidad del estilo de vida según el modelo
señalado, se recrea en lo perceptivo, cognitivo, sensorial, volitivo, estético,
pragmático y comunicativo. La dimensión perceptiva y cognitiva permite
organizar, relacionar la información y construir conceptos, esquemas y teorías.
La dimensión sensorial tiene gran importancia en la vida del individuo y por
consiguiente en los aprendizajes, permite captar a través del tamiz de los
sentidos y teñir la experiencia de corporeidad. La dimensión volitiva, activa la
mayor parte de mecanismos, no solo cognitivos sino de acción. Todo saber
queda teñido de sentimiento. La dimensión volitiva, refleja el hábito, la
constancia, el empeño y la persistencia. La dimensión estética está asociada a
disfrute y gozo de vivir. La dimensión pragmática, es una forma de apropiarse y
asimilar la realidad a través de la acción. La dimensión comunicativa y social, se
fundamenta en la relación con los otros (Torre y Tejada, 2007).
La salud puede verse afectada por el estilo de vida y condiciones de vida. El
estilo de vida comprende actitudes y valores, que se expresan en el
comportamiento del individuo en diferentes áreas de la vida, entre ellas, la
actividad física, la alimentación, el uso de bebidas alcohólicas, el uso del cigarrillo
y el manejo de la sexualidad. Así como el ambiente social, físico, cultural, y
aspectos económicos que impactan la vida de las personas. El estilo de vida no
es un vago concepto que puede ser modificado voluntariamente, está
estrechamente interrelacionado con las condiciones de vida, tal como se
desprende del documento de la OMS (1998) “Prácticas Saludables para Todos”.
El estilo de vida no es una simple decisión individual, existen límites a las
opciones abiertas al individuo, por el medio social, cultural y los medios
económicos (Limón, 2004).

Referencias
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