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CURSO
ENTRENAMIENTO
PERSONALIZADO
Fitness y Culturismo Natural
Entrenador personal recreativo social
Estilos y calidad de vida definitivos

Objetivo

El alumno conocerá las herramientas para promocionar un estilo y calidad de vida activo, encaminado al aspecto recreativo del
entrenamiento.

Consideraciones generales
Aunque a simple vista muchos de los términos relacionados con la salud, el ejercicio físico, la actividad física, el deporte, el sedentarismo,
etc., puedan parecer similares y habitualmente utilizados como sinónimos, lo cierto es que se hace necesario precisarlos
conceptualmente, ya que no poseen el mismo significado.

El concepto de Salud es complejo y difícil de definir. Algunos autores la consideran como "la ausencia de enfermedad". La OMS la
contempla como "un estado de completo bienestar físico, mental y social" (HARVARD-DAVIS, 1975). ILLICH (1976) se acerca más en su
libro "Los límites de la medicina" y dice que "la salud designa un proceso de adaptación, resultado de una reacción autónoma y al mismo
tiempo culturalmente compartida, a la realidad socialmente creada. Habla de la capacidad para adaptarse a entornos cambiantes, crecer y
envejecer, curar cuando se sufre un daño, sufrir y esperar pacíficamente la muerte. Igualmente, la salud incluye el futuro, y, por tanto,
también la angustia y los recursos internos para convivir con ella ...".

En esta última definición de salud destacan tres aspectos importantes: en primer lugar, significa que la salud es un "proceso de
adaptación" a un entorno social que abarca factores naturales y otros creados por el hombre. Según PRITCHARD (1981), es importante
pensar en la salud como un "proceso", antes que como un "estado", porque éste sólo describe una imagen congelada de una escena
movida, en un momento particular. En segundo lugar, la salud significa cosas diferentes para los diferentes pueblos y las diferentes
culturas. Y en tercer lugar se trata de un proceso dinámico, con estímulos y respuestas, en cambio continuo, constante y permanente.

Cada persona es una combinación única y diferente, de su constitución genética, su


aprendizaje y su experiencia, los hándicaps que tiene su personalidad y sus expectativas, no
viéndose como enfermo cuando prevalece un estado de equilibrio satisfactorio entre él y su
entorno, viviendo con un nivel de ansiedad aceptable y tolerable. Por tanto, debe mantenerse
en equilibrio ante las tensiones familiares (esposa, hijos, padres, etc.), del trabajo (fatiga,
desempleo, riesgos del aburrimiento, jubilación, etc.), del entorno social (vecindario, pobreza,
cultura, educación, etc.), de las enfermedades (infecciones, heridas, riesgos ambientales,
cáncer, etc.) y de los hábitos de vida nocivos (tabaco, alcohol, sedentarismo, drogas y
sobrealimentación).

La salud, en suma, es un producto de equilibrios muy complicados y complejos y su atención conlleva e implica una respuesta a esta
especial situación.

Estilo de vida
Aunque el interés por el estudio de los estilos de vida saludables ha tenido su punto
más álgido en la década de los 80 del siglo pasado, el concepto de estilo de vida no
constituye un ámbito de estudio nuevo. Por el contrario, desde hace ya mucho tiempo
este concepto ha sido un tema de estudio abordado por disciplinas como la sociología
y el psicoanálisis y desde hace ya relativamente menos por la antropología, la medicina
y la psicología de la salud. En general, desde todas estas orientaciones se entiende el
estilo de vida como "la forma de vida de las personas o de los grupos" (PASTOR, 1999).

En el enfoque sociológico se consideraba que las variables sociales eran los principales
determinantes de la adopción y del mantenimiento de un estilo de vida determinado,
mientras que desde el psicoanálisis los determinantes se desplazaron desde la
sociedad al individuo y a su personalidad. A mediados del siglo XX, la antropología
abordó el estudio de los estilos de vida desde un enfoque cultural y la medicina desde
un enfoque biologicista, defendiendo que las personas tienen estilos de vida sanos o
insanos por su propia voluntad, recayendo por lo tanto la responsabilidad sobre las
personas y no sobre las instituciones (ERBEN, FRANZKOWIAK y WENZEL, 1992).

En la 31 sesión del comité regional de la OMS para Europa, se ofreció una definición del estilo de vida que lo describía como "una forma
general de vida basada en la interacción entre las condiciones de vida en un sentido amplio y los patrones individuales de conducta
determinados por factores socioculturales y características personales" (WHO, 1986). Aunque no se introdujo una definición concreta para
el término de estilo de vida saludable, esta conceptualización de estilo de vida en general ha servido de base a los investigadores para
clarificar este término.

A pesar de no existir una definición unánime, la mayoría de los autores definen los estilos de vida saludables como un "conjunto de
patrones conductuales que poseen repercusiones para la salud de las personas". En lo que ya no todos coinciden es si estos patrones
conductuales son elegidos voluntaria o involuntariamente por las personas. Mientras que el modelo médico ha defendido el carácter
exclusivamente voluntario de tal elección, los autores de orientación psicosocial entienden la elección como involuntaria en cierta medida
ya que reconocen la influencia de las variables psicosociales en la adquisición y mantenimiento de los estilos de vida (PASTOR y cols.,
1998).

En resumen, desde los modelos psicosociales podemos definir el estilo de vida saludable como un "conjunto de patrones conductuales o
hábitos que guardan una estrecha relación con la salud". Por patrones conductuales entendemos formas recurrentes de comportamiento
que se ejecutan de forma estructurada y que se pueden entender como hábito cuando constituyen el modo habitual de responder a
diferentes situaciones (RODRÍGUEZ-MARIN y GARCIA, 1995)9. Estos hábitos se aprenden a lo largo del proceso de socialización del
individuo y una vez adquiridos son difíciles de modificar.

Calidad de vida
El interés por la calidad de vida ha existido desde tiempos inmemorables. Sin embargo, la aparición del concepto como tal y la
preocupación por la evaluación sistemática y científica del mismo es relativamente reciente. La idea comienza a popularizarse en la
década de los 60 hasta convertirse hoy en un concepto utilizado en ámbitos muy diversos, como son la salud, la salud mental, la
educación, la economía, la política y el mundo de los servicios en general.

Los indicadores sociales y económicos permiten medir datos y hechos vinculados al bienestar social de una población. Estos indicadores
tuvieron su propia evolución siendo en un primer momento referencia de las condiciones objetivas, de tipo económico y social, para en un
segundo momento contemplar elementos subjetivos (AROSTEGUI, 1998).

La expresión "Calidad de Vida" comienza a definirse, como concepto integrador que comprende todas las áreas de la vida (carácter
multidimensional), a mediados de los 70 y comienzos de los 80. Transcurridos 25 años, aún existe una falta de consenso sobre la
definición del constructo y su evaluación. Así, aunque históricamente han existido dos aproximaciones básicas: aquella que lo concibe
como una entidad unitaria y la que lo considera un constructo compuesto por una serie de dominios, todavía en 1995, FELCE Y PERRY
encontraron diversos modelos conceptuales de calidad de vida. A las tres conceptualizaciones que ya había propuesto BORTHWICK-
DUFFY en 1992, añadieron una cuarta. Según éstas, la calidad de vida ha sido definida como "la calidad de las condiciones de vida de
una persona, como la satisfacción experimentada por la persona con dichas condiciones vitales, como la combinación de componentes
objetivos y subjetivos, es decir, calidad de vida es definida como la calidad de las condiciones de vida de una persona junto a la
satisfacción que ésta experimenta y, por último, como la combinación de las condiciones de vida y la satisfacción personal ponderadas
por la escala de valores, aspiraciones y expectativas".

La evaluación del concepto presenta una situación parecida. Para DENNIS, WILLIAMS, GIANGRECO Y CLONINGER (1994)13, los
enfoques de investigación de este concepto son variados, pero podrían englobarse en dos tipos: Enfoques cuantitativos, cuyo propósito
es operacionalizar la calidad de vida. Para ello, han estudiado diferentes indicadores: Sociales (se refieren a condiciones externas
relacionadas con el entorno como la salud, el bienestar social, la amistad, el estándar de vida, la educación, la seguridad pública, el ocio,
el vecindario, la vivienda, etc.); Psicológicos (miden las reacciones subjetivas del individuo a la presencia o ausencia de determinadas
experiencias vitales); Ecológicos (miden el ajuste entre los recursos del sujeto y las
demandas del ambiente) y Enfoques Cualitativos que adoptan una postura de escucha a la
persona mientras relata sus experiencias, desafíos y problemas y cómo los servicios sociales
pueden apoyarles eficazmente.

A pesar de esta aparente falta de acuerdo entre los investigadores sobre la definición de
calidad de vida y la metodología utilizada para su estudio, el concepto ha tenido un impacto
significativo en la evaluación y planificación de servicios durante los últimos años.

Por tanto, el concepto calidad de vida es relativo, como lo son otros (bienestar, felicidad,
etc.). Resulta evidente que hay muchos condicionamientos que influyen en este aspecto
(físicos, psíquicos, sociales, espirituales, culturales, filosóficos, médicos, etc.) y que tienen
mucho que ver con la valoración que la persona haga sobre sí misma. La calidad de vida,
pertenece al ámbito de la subjetividad, pero tiene mucho que ver con el mapa de la
objetividad que envuelva a la persona.

Por último, la OMS propuso, en 1994, la siguiente definición para lograr el consenso:
"Percepción personal de un individuo de su situación en la vida, dentro del contexto
cultural y de valores en que vive, y en relación con sus objetivos, expectativas, valores e
intereses".

Actividad física. Se considera así a "cualquier movimiento corporal realizado por los
músculos esqueléticos que produce un gasto de energía". La actividad física está
presente en todo lo que una persona hace durante las 24 horas del día, salvo dormir o
reposar. Ahora bien, la mayoría de las actividades de la vida cotidiana son comunes a
todas las personas sanas, excepto dos: la actividad laboral o profesional (ocupacional)
y la actividad del ocio y tiempo libre. Por ello, el gasto energético vendrá determinado
en función del tipo de actividad laboral y el uso que se haga del ocio y tiempo libre, es decir, si se realiza o no algún tipo de ejercicio físico
o deporte (ORTEGA Y PUJOL, 1997)1.

Ejercicio físico. Se define como "aquella actividad física planificada, estructurada y repetitiva, que tiene como objetivo intermedio o final la
mejora o mantenimiento de la forma física". En el ejercicio físico el individuo hace trabajar a su organismo con el objetivo de disfrutar de
una vida más sana y/o combatir determinadas dolencias o problemas de salud; nunca pretende acercarse a sus límites, pero su forma
física mejora como consecuencia de la acumulación del trabajo físico.

Deporte. "Constituye una categoría del ejercicio físico que lleva implícita la competición con otras personas o con uno mismo". En el
deporte, el sujeto hace trabajar a su organismo en los entrenamientos con el objetivo de llevar los límites de su capacidad de esfuerzo un
poco más lejos y rendir cada vez más en las competiciones, superando a los rivales o superándose a sí mismo. El deporte, también se
puede entender, de acuerdo con el artículo 2º de la Carta Europea del Deporte, como "cualquier forma de actividad física que, a través de
participación organizada o no, tiene por objeto la expresión o mejora de la condición física y psíquica, el desarrollo de las relaciones
sociales o la obtención de resultados en competición a todos los niveles".

Forma física. Consiste en "una serie de atributos que las personas tienen o adquieren, que se relacionan con la capacidad para realizar
actividad física y que son resultado de su conducta". También se puede definir como la capacidad para hacer frente a todas las
actividades que se realizan durante las 24 horas del día, o la capacidad para realizar trabajo físico; o como el grado de funcionamiento de
los diversos sistemas y aparatos del organismo. Los atributos de la forma física son: resistencia cardiorrespiratoria, resistencia muscular,
fuerza, flexibilidad, velocidad y otros.

La forma física es necesaria para todas las actividades de la vida cotidiana y se podría decir que constituye un indicador positivo del
estado de salud. Cuanto más en forma está una persona más sana se encuentra.

Sedentarismo
Se define generalmente como la "falta de actividad física o inactividad física". Con esta definición se describe más bien una conducta o un
estilo de vida.

Hipócrates manifestaba: “lo que se utiliza se desarrolla, lo que no se utiliza se atrofia”.


El sedentarismo es la falta de actividad física regular, definida como: “menos de 30 minutos diarios de ejercicio regular y menos de 3 días a
la semana”. La conducta sedentaria es propia de la manera de vivir, consumir y trabajar en las sociedades avanzadas. Sin embargo, la
inactividad física no es simplemente el resultado del modo de vida elegido por una persona: la falta de acceso a espacios abiertos
seguros, a instalaciones deportivas y a terrenos de juegos escolares; así como los escasos conocimientos sobre los beneficios de la
actividad física y la insuficiencia de presupuestos para promover la actividad física y educar al ciudadano puede hacer difícil, si no
imposible, empezar a moverse.

Se considera que una persona es sedentaria cuando su gasto semanal en actividad física no supera las 2000 calorías. También lo es
aquella que sólo efectúa una actividad semanal de forma no repetitiva por lo cual las estructuras y funciones de nuestro organismo no se
ejercitan y estimulan al menos cada dos días, como requieren.

Se entiende por actividad física cualquier movimiento corporal producido por los músculos
esqueléticos. El ejercicio físico es una actividad planificada, estructurada y repetitiva que
tiene como objetivo mejorar o mantener los componentes de la forma física. Hablamos de
deporte cuando el ejercicio es reglado y competitivo.

La falta de ejercicio o sedentarismo disminuye la capacidad de adaptación a cualquier


actividad física, iniciando un círculo vicioso. Está comprobado que los estilos de vida
sedentarios constituyen una de las 10 causas fundamentales de mortalidad, morbilidad y
discapacidad; constituyendo el segundo factor de riesgo más importante de una mala
salud, después del tabaquismo. El sedentarismo duplica el riesgo de enfermedad
cardiovascular, de diabetes tipo II y de obesidad; asimismo, aumenta la posibilidad de
sufrir hipertensión arterial, osteoporosis, cáncer de mama y colon, entre otros.

Socialización de los estilos de vida a través del deporte


La socialización del estilo de vida puede ser considerada como un proceso por el cual las personas adquieren los patrones de conductas y
de hábitos que constituyen su estilo de vida, así como las actitudes, los valores y las normas relacionadas con el mismo. Este proceso
implica el aprendizaje de roles relacionados con los estilos de vida y las conductas de salud específicos de una sociedad (WOLD, 1989).

Una de las teorías clave que rodean al proceso de socialización es la Teoría Ecológica del Desarrollo de Bronfenbrenner (1987). Habla del
microsistema, que es el entorno inmediato en el que se sitúa la persona en desarrollo. En la socialización del estilo de vida, algunos de los
agentes socializadores de este nivel son la familia, los pares, la escuela, los vecinos, el trabajo y los medios de comunicación. El segundo
nivel del ambiente ecológico, el mesosistema, incluye las interrelaciones entre la familia y la escuela o la familia y el trabajo. El exosistema,
tercer nivel, constituye el entorno más amplio. Aquí podemos situar las instituciones sociales: sistema escolar, sistema sanitario, contexto
laboral, etc. El macrosistema, último nivel, se corresponde con la cultura en la cual el individuo nace y se desarrolla.

Esta teoría nos ofrece una organización de los contextos y sistemas que afectan al proceso de socialización de los estilos de vida. Cabe
señalar, no obstante, que la investigación sobre estilos de vida se ha centrado fundamentalmente en estudiar al individuo y su entorno más
inmediato, es decir, el microsistema, presentándose menos atención al resto de estructuras del ambiente ecológico.

Peter Berger define socialización como el proceso por el cual el individuo llega a ser miembro de la sociedad. Mediante este proceso el
individuo es inducido a participar en la dinámica social a través de la interiorización. Es decir, el ser va asumiendo el mundo que le rodea,
aceptando que ese mundo es su mundo, entendiéndolo y reproduciéndolo. El proceso a través del cual se produce esta interiorización se
llama socialización.

Núria Puig habla también de socialización como el proceso por el cual la sociedad modela a la persona para integrarla en su sistema
cultural. Puig señala que hacia la década de los 60 este concepto se cuestiona y empieza a considerarse que no es sólo un proceso
unilateral “sino de mutua influencia entre la persona y su entorno”. Las aportaciones del interaccionismo simbólico (a través de autores
como Cooley, Mead o Piaget) son fundamentales al considerar que el proceso de socialización dura toda la vida.

La práctica deportiva, como toda actividad humana, se construye dentro del marco de las relaciones sociales de los individuos. “El
fenómeno deportivo está estrechamente vinculado a la realidad social y cultural, hasta el punto de que se transforma con ella”, dice Xavier
Medina. Las manifestaciones deportivas se consideran como un producto de la sociedad o sociedades que las crean o en las que se
desarrollan y, por lo tanto, dentro de sistemas socioculturales concretos desde los cuales vienen pautadas las características que las
conforman.

El deporte es un instrumento de transmisión de cultura que va a reflejar los valores básicos del marco cultural en el que se desenvuelve.
Como producto social, la práctica deportiva se convierte en un elemento clave de socialización. Medina entiende por tal concepto: “la
interiorización por parte de los individuos de aquellos elementos que integran un sistema sociocultural determinado y que permite las
interrelaciones que hacen posible dentro del grupo la generación de vida compartida. Elementos que, desde esta perspectiva, producen y
recrean la diversidad grupal”.

Es decir, se trata de plantear el deporte como un identificador social y cultural definidor de la


identidad y observar, de este modo, como determinadas prácticas deportivas permiten a los
individuos llevar a cabo una estructura de identificaciones construida por los actores sociales que
implican un sistema de adscripciones concreto. Dice Medina, “desde el punto de vista del deporte,
la identidad se inscribe a la vez en signos objetivos y en sentimientos que constituyen un conjunto
relativamente coherente. Así, el grupo deportivo aparece como una esfera de participación social y
de familiaridad constitutiva conjuntamente de procesos identitarios. La solidaridad traduce la
participación de cada individuo a la conciencia colectiva de grupo”. (Medina, 1994)

En el nivel de sociabilidad deportiva pueden darse y se dan en la mayor parte de los casos
poderosos vínculos identitarios entre los actores. Desde la pertenencia a clubes y/o equipos,
sociedades deportivas, disciplinas concretas…se crean unos fuertes sentimientos de identidad
colectiva. El hecho de practicar un deporte específico puede ser utilizado a nivel grupal como un elemento definidor de esa identidad.

Por otro lado, Núria Puig, destaca la importancia que la sociología tradicional ha dado al deporte. Dice Puig, “mediante el juego y el
deporte, que son ellos mismos una construcción social, se aprende a vivir en sociedades. Es decir, proporcionan lecciones básicas de
comunicación humana y de adaptación cultural (…) Además, el deporte facilita una especie de comunicación que va más allá de la palabra
y que se encuentra situada en el ámbito de los rituales: el gesto, la implicación corporal, el contacto (…)”.

El papel del deporte como socializador de niños y jóvenes no es homogéneo, sino que hay muchas diferencias, sobre todo en los niveles
socioeconómicos y culturales. Lo que, si es cierto, es que su poderoso atractivo favorece la socialización de las personas.

Modelos del proceso de socialización de los estilos de vida


La Teoría de Campo de Kurt Lewin (1963)16: obligado punto de referencia para entender el
desarrollo y los cambios conductuales. Según este autor, la conducta está en función del
estado de la persona y de su ambiente, siendo la estructura del espacio vital la que determina
los movimientos posibles de la persona en ese espacio, en definitiva, su comportamiento.

El Interaccionismo Simbólico nos permite entender el proceso de cambio, esto es, cómo se
produce el desarrollo y cambio de conducta. Las aportaciones de George Herbert sirven para
comprender como las personas adquirimos las normas, los valores, las actitudes y los hábitos
de los grupos sociales o la cultura a la cual pertenecemos. Considera que un individuo se
convierte en persona cuando es capaz de tomarse a sí mismo desde la perspectiva del otro. A
partir de esta asunción del otro generalizado, adquirimos los valores de la cultura que nos
envuelve lo que marcará el estilo de vida.

La otra perspectiva es la Teoría del Aprendizaje Social (BANDURA, 1977). En ella Bandura
analiza los procesos de aprendizaje que se dan en el individuo. Concretamente, los procesos de imitación y modelado sirven de base para
entender la socialización del estilo de vida. Observando el modo en que los demás se comportan, así como las consecuencias de su
comportamiento nos formamos una idea de cómo ejecutar determinadas conductas y en el futuro la información codificada nos sirve de
guía para nuestro propio comportamiento. Así, por ejemplo, la conducta de los padres, los amigos, los pares y los profesores influye en el
aprendizaje del estilo de vida de los adolescentes.

Hemos visto las principales teorías de la socialización del estilo de vida saludable. Y una de las variables del estilo de vida cuyo papel
vamos a resaltar ahora es la práctica de deporte y de actividad física.

El deporte y la actividad física es una conducta aprendida: el aprendizaje de las habilidades, la motivación y las oportunidades para
practicar deporte tienen lugar a través del proceso de socialización.

Los principales agentes de socialización del estilo de vida en general y del deporte en particular en la infancia y adolescencia son: la
familia, el grupo de iguales y la escuela.

La familia constituye el primer contexto en el que el niño puede observar e imitar la actividad física y también aprender actitudes hacia la
misma (WOLD, 1989). Es importante resaltar dos elementos que aparecen directamente relacionados con la atracción y evitación hacia la
misma: la disponibilidad de modelos en los que los jóvenes pueden fijarse (padres o hermanos mayores) y el refuerzo recibido del contexto
familiar para la práctica, como por ejemplo las expectativas de los padres al respecto, los ánimos para participar y el apoyo recibido
(HENDRY y cols., 1993).

El grupo de iguales también es un agente de socialización importante para la práctica de


actividad física. De hecho, los adolescentes suelen practicar deporte o actividad física en mayor
medida con los amigos, comparado con otros grupos como la familia. Diversos estudios han
mostrado que aquellos adolescentes cuyo mejor amigo practica deporte a su vez participan en
actividades deportivas en mayor medida (CASTILLO, 199520; WOLD y ANDERSEN, 199220).
Estos autores consideran que la influencia del grupo de iguales puede realizarse de diversas
maneras:

1) Los jóvenes pueden influir mutuamente para iniciarse en el deporte;

2) Los jóvenes pueden hacer deporte porque su mejor amigo ya lo realiza; y

3) Se hacen nuevos amigos que practican deporte.

Por último, la escuela constituye una de las instituciones sociales de mayor relevancia que ha
servido para comunicar a los jóvenes la importancia que posee la actividad física para la salud
(HENDRY y cols., 199318; WOLD, 198914). Los programas de educación física implantados en
las escuelas y las actitudes de los profesores ante la actividad física constituyen las principales influencias a resaltar de esta institución. La
primera de ellas forma parte del currículum escolar, mientras que la segunda forma parte del currículum oculto que la escuela transmite a
los jóvenes.

Además, es importante señalar que las características individuales también tienen importancia en la socialización del deporte y la actividad
física, como por ejemplo las habilidades o la forma física. Por tanto, podríamos decir que, persona y ambiente interaccionan en este
proceso de socialización.

Existen multitud de experiencias de integración para discapacitados/as a través del deporte a todos los niveles y en muchos lugares, lo
cual no significa de la necesidad que hay de implementar este tipo de actuaciones para integrar a estas personas plenamente en la
sociedad del siglo XXI.

Teorías y modelos sobre calidad de vida, estilos de vida y envejecimiento


Calidad y estilos de vida. Es un hecho que el ser humano es un ser social y que en sus dimensiones física, mental, espiritual, económica y
emocional está presente este aspecto.

Hasta ahora, con los cambios económicos, políticos y sociales, el mundo empieza a tomar en cuenta que la calidad la hacen los seres
humanos y no las máquinas. En los últimos años, se ha estado gestando una transición de conciencia en lo anterior, debido al surgimiento
de las nuevas teorías de calidad total. Este factor, dio lugar a la fase de la aparición de ideas que proclaman, como imperiosa necesidad,
que se comience a trabajar para llegar a la calidad de vida de los individuos, pues se ha observado que de ésta dependen las otras
calidades.

La calidad de vida es un concepto que va más allá de lo físico pues implica valores y actitudes mentales. Su búsqueda es una constante
en la vida del hombre desde el comienzo de los tiempos. Poetas y filósofos han intentado definir, explicar y analizar lo que verdaderamente
hace feliz al hombre.

La calidad de vida es un estado positivo desde todos los puntos de vista. Es estar en la plenitud, es poder funcionar al cien por cien.
Físicamente, significa encontrarse en buenas condiciones, fuerte, resistente a las enfermedades o poder sobreponerse rápidamente a
ellas. Desde el punto de vista psíquico, es poder disfrutar, hacerse cargo de las responsabilidades, combatir la tensión nerviosa y el estrés.
Desde el punto de vista emocional, es estar en paz. La persona que mantiene su calidad de vida es una persona que se siente bien,
vigorosa, entusiasmada, con la sonrisa propia del que se siente bien en todas sus dimensiones.

Maslow (1954) en su libro habla de una sabiduría biológica, una tendencia innata en el hombre a elegir lo que es beneficioso para él, o, por
lo menos, a desearlo. Sabiendo, entonces, que existen en nosotros los conocimientos biológicos suficientes como para poder reconocer
lo adecuado para nuestro bienestar, parece contradictorio que, a pesar de tener bien marcada la senda, sin darnos cuenta, insistamos en
tomar la dirección contraria. De esta forma, muchos de nosotros escapamos a la posibilidad de crecer. Hemos perdido el instinto de lograr
la calidad de vida.

En los últimos 10 años las investigaciones sobre calidad de vida han ido aumentando en diferentes ámbitos del quehacer profesional y
científico. Los avances de la medicina han posibilitado prolongar notablemente la vida. Ello ha llevado a poner especial acento en un
término nuevo: "Calidad de Vida Relacionada con la Salud". Así, la meta de la atención en salud se está orientando no sólo a la eliminación
de la enfermedad, sino fundamentalmente a la mejora de la calidad de vida del paciente.

Desde la psiquiatría y la psicología se realizan evaluaciones de calidad de vida con el fin


de medir los resultados de programas y terapias para enfermos crónicos, en especial
personas con esquizofrenia y con depresión mayor. Ha tenido una importante atención la
reflexión sobre los efectos de la desinstitucionalización tanto sobre los sujetos como
sobre las familias a partir de la conocida reforma psiquiátrica. También se han estudiado
las repercusiones del grado de apoyo social, el funcionamiento personal y el nivel de
autonomía en la calidad de vida.

A partir de la década de los 80 se adoptó también el concepto en el mundo del retraso


mental y otras deficiencias relacionadas, dado que captaba una visión nueva y cambiante
sobre las personas con discapacidad. La mejora de la calidad de vida es actualmente una
meta compartida por muchos programas de desinstitucionalización y acceso al empleo
normalizado por parte de las personas con discapacidad. Estos programas ponen el
acento en la planificación centrada en el individuo, la autodeterminación, el modelo de
apoyos y las técnicas de mejora de la calidad de vida (SCHALOCK, 1997).

Aunque la calidad de vida no se puede reducir a las condiciones socioeconómicas, éstas


son fundamentales para el bienestar del ser humano. Y, ¿qué decir del aspecto psicológico?. La armonía interior, el comportamiento y la
actitud son aspectos determinantes que están muy relacionados con la forma de vida y las circunstancias en que estas se desarrollan y
tiene que ver con el modo de vida de las personas.

También resulta evidente la estrecha relación que existe entre la cultura, el concepto de salud que se tenga y la calidad de vida. De hecho,
el modo de comprender la vida humana difiere según una cultura de otra y de esa misma manera, ocurre con la noción de calidad de vida.

El modelo actual de calidad de vida es un modelo que integra las condiciones objetivas de vida, la satisfacción del individuo con sus
condiciones de vida y los valores personales. De esta manera la calidad de vida, al igual que la salud, la oponemos al envejecimiento
entendido como deterioro. Las intervenciones que se realicen y, particularmente, los programas de actividad física para los mayores
tendrán como objetivo promover los marcadores citados de calidad de vida y contrarrestar los efectos negativos del envejecimiento en
todos los planos.

Lo biológico constituye sólo un factor o plano del envejecimiento, que está en interacción con otros planos del hombre, como son el
psicológico y el sociológico. Con los datos actuales y tratando de superar los prejuicios deterministas y pan-biologicistas de
envejecimiento, podemos mantener un modelo distinto que lo explique, un modelo que se revele contra el determinismo que acepta el
deterioro y la condena del hombre a partir de una edad determinada. Este modelo debería partir de la idea de que si mis hábitos de vida,
entre ellos la actividad física, son sanos podré mantener un estado de salud y funcionalidad altos toda mi existencia.

En esa dirección, el modelo de estilo de vida más aceptado actualmente es el del "Life-Span" o del "Ciclo Vital" enunciado por Baltes
(BALTES y cols., 1981). La perspectiva del life-span considera que el desarrollo y la vida es un proceso de cambio continuo que transcurre
desde la fecundación del óvulo hasta la muerte, que tiene ritmos y manifestaciones distintas en función de las actividades que realice el
organismo y, por tanto, dependerá de las interacciones del organismo con el medio ambiente.

Comparación de los dos Modelos de Envejecimiento

La Psicología parte de un modelo diferente y propio, que se denomina como el "Modelo Comportamental", que explica los procesos
implicados en el envejecimiento en función, básicamente, de la organización de la información y el aprendizaje continuo del sujeto. La
información se organiza internamente en el organismo mediante los distintos procesos comportamentales: Sensación, Percepción,
Memoria, Pensamiento, Activación y Atención. Entendidos éstos como organizadores de la información que permite una respuesta
psicológica más o menos eficaz, su estimulación y aprendizaje permanentes, permitirán mantenerlos eficaces todo el tiempo que esto se
produzca (OÑA y cols., 1999) 24.

Nuevas tecnologías y calidad de vida


Hoy día las nuevas tecnologías (NNTT) están en aumento. El contexto social y laboral en
el que vivimos, y para el que en su momento fuimos preparados por el sistema escolar,
está en profunda transformación. Aquellos colectivos humanos con algún tipo de déficit,
discapacidad o dificultad (ancianos, disminuidos físicos y psíquicos, emigrantes, los
pobres) son altamente vulnerables y corren el riesgo de quedar excluidos de los
beneficios de la sociedad de la información.

Es previsible, que las NNTT acentuarán las desigualdades culturales, económicas y


sociales ya existentes en el planeta. Las diferencias entre quienes accedan y quienes no
a las tecnologías será, en consecuencia, un factor negativo que habremos de sumar a
otros ya tradicionales como el fracaso escolar, la pobreza, la marginación.

La pregunta clave es: ¿las Nuevas Tecnologías pueden compensar los déficits o
discapacidades que presentan ciertos tipos de sujetos como los que sufren minusvalías
físicas? El teletrabajo o “homeoffice” será beneficioso para aquellos sujetos
discapacitados con dificultades para desplazarse al puesto de trabajo, porque podrán
trabajar en su casa sin necesidad de viajar a una oficina distante. Sin embargo, es
necesario que estos trabajadores estén formados (AREA, 1996).

La reforma educativa impulsada por la LOGSE (Ley de Ordenación General del Sistema
Educativo, 1990) no ha incorporado explícitamente al currículo escolar la formación del alumnado ante las NNTT. Los centros educativos
apenas cuentan con los recursos tecnológicos necesarios para hacer frente a esta formación. Y el profesorado actualmente en ejercicio no
está preparado adecuadamente para desarrollar y enseñar estos conocimientos. En conclusión, la inmensa mayoría de los niños y jóvenes
en edad escolar, con discapacidades y sin ellas, no están siendo preparados para el mercado laboral del teletrabajo.

La otra fuente o instancia de formación y cualificación hacia el teletrabajo son los "programas europeos de promoción social del empleo":
programa HORIZON-para minusválidos, programa NOW-para la mujer, el programa YOUTHSTART-para los jóvenes, o el programa
INTEGRA-para los grupos denominados vulnerables. Son estrategias y acciones altamente plausibles que responden a la voluntad política
de utilizar las NNTT no sólo con fines comerciales, sino también al servicio de la mejora social y de elevación de la calidad de vida de los
sujetos pertenecientes a un grupo social problemático.

En definitiva, para ofrecer una igualdad de oportunidades a toda la población que permita el acceso a los productos tecnológicos de la
sociedad de la información debe planificarse y articularse UNA POLÍTICA SOCIAL EUROPEA en la que se coordinen más estrechamente
las políticas sectoriales de atención a los colectivos menos favorecidos con las políticas educativas de los sistemas escolares europeos,
pero y en América latina.

Envejecimiento y sus problemas


Las políticas sanitarias de las últimas décadas han tenido como objetivo primordial disminuir la morbi-mortalidad y elevar la expectativa de
vida en las poblaciones. Pero en los últimos tiempos ha cobrado un interés especial el concepto de calidad de vida, cómo medirla en las
personas concretas y cómo mejorarla.

Según Hayflick (1998) el envejecimiento se diferencia de la enfermedad en que las modificaciones originadas por el primero afectan a
todas las especies, incluida la humana, cuando viven el tiempo suficiente para padecerlo.

Las 300 teorías que han sido propuestas para explicar el envejecimiento podrían ser resumidas en dos grandes grupos:

1) Las que se basan en la existencia de un programa que regula y controla la involución del organismo.

2) Las que explican el deterioro producido por el paso de los años a consecuencia de errores debidos a mutaciones que trastocan
la función o la estructura de las células, los tejidos y los órganos.

Es posible que en el envejecimiento intervengan una serie de procesos de distinta categoría e importancia. El genoma parece ser un
elemento esencial en la determinación de la duración total de la vida, en tanto que otros factores como el mecanismo de la obtención y
liberación de la energía y la formación de las especies oxígeno reactivas, así como los procesos ligados al medioambiente (radiaciones,
alteraciones de la nutrición, etc.) han de ser tenidos en cuenta a la hora de explicar el proceso involutivo.

Según la teoría genómica, los genes serían los responsables de la duración máxima de la vida, aunque sólo entre el 25 y el 35% de la
longevidad podría ser achacada a ellos. El resto les correspondería a los factores ambientales, como han demostrado McGue y cols.
(1993) en los gemelos humanos Daneses y Ljunqquist y su grupo (1998) en los gemelos idénticos Suecos.

El envejecimiento, como cualquier otra función del organismo, está producido por la
interacción de varios mecanismos moleculares que actúan simultáneamente. Entre ellos
destacan:

1º. El acortamiento del telómero debido a la supresión de la telomerasa en las primeras


etapas de la embriogénesis.

2º. La activación de un mecanismo relacionado con la edad que estimula la síntesis de


las proteínas del shock por el calor.

3º. La supresión incompleta de la producción y eliminación de las especies oxígeno


reactivas.

4º. La acumulación de mutaciones en el genoma de las células somáticas, lo que


conduce a la formación de neoplasias, a la atrofia de los tejidos y a disminuir la función
de los órganos (WENG y cols., 1997).

Las mitocondrias son unos organelos celulares, cuya función principal consiste en
generar energía. De hecho, ellas producen el 90% de la que necesita el organismo para
sobrevivir. Los estudios más recientes publicados en la literatura científica ratifican que,
las mitocondrias desempeñan una función crítica en la longevidad y en el envejecimiento, no sólo porque constituyen el lugar más cercano
a la acción de los radicales libres, sino también, porque intervienen en la regulación de la respuesta al estrés y a la apoptosis, o muerte
celular programada (MARCOS Y MIQUEL, 2002).

Las proteínas del estrés tienen como misión luchar contra las alteraciones y los defectos de la síntesis de las proteínas celulares, con el
objeto de proteger a las células de los daños que puedan sufrir. Cualquier tipo de estrés es capaz de inducir su producción, pero en
especial, las temperaturas elevadas, las modificaciones del pH y la concentración del Ca, la isquemia, la disminución de la glucosa, el
estrés oxidativo y otros varios, entre los que se encuentra el ejercicio (POWERS y cols., 2001). El ejercicio, y especialmente el intenso y el
prolongado aumentan la síntesis de este tipo de proteínas en órganos tan importantes como el corazón y el músculo esquelético.

El papel fisiológico de la proteolisis intracelular es variado y complejo, y, desde


luego, la degradación de las proteínas no sólo cumple una misión negativa,
sino que también favorece ciertos aspectos del metabolismo como la de
eliminar todas aquellas proteínas dañadas o desestructuradas, cuya
acumulación pudiera deteriorar la función celular. En la degradación de las
proteínas existen varias vías o mecanismos de llevarla a cabo, algunas de las
cuales son casi desconocidas. Las tres más importantes son: la vía lisosomal,
el sistema calpaina y la vía ubiquitina-proteasoma.

El único hecho que empaña el aumento de la longevidad observado en los


últimos años es, sin duda, la comorbilidad asociada a envejecimiento. Este es
un proceso que afecta a todas las estructuras y funciones del organismo,
aunque desde el punto de vista de los problemas que plantea, no todos los
órganos ni sistemas poseen la misma importancia, incluso algún tejido como la
piel, aun siendo muy llamativas las alteraciones que presenta, sin embargo,
desde el punto de vista de la patología son mucho menos relevantes que las
que afectan al sistema nervioso, al cardiovascular, al inmunitario, al
neuroendocrino e incluso al músculo-esquelético. Este último posee una
relevancia especial en lo que se refiere al desarrollo de la discapacidad, ya que músculos, huesos y articulaciones se hallan directamente
implicadas en las alteraciones de la movilidad.

Ejercicio y envejecimiento. A pesar de que el organismo humano envejecido se hace más susceptible al estrés oxidativo, de que el
envejecimiento facilita la aparición de las lesiones, de que la capacidad de reparación y regeneración del músculo se halla disminuida, sin
embargo, los ancianos físicamente activos se benefician de las adaptaciones celulares originadas por el ejercicio aumentando los sistemas
defensivos contra las especies oxígeno reactivas (EOR) (JI, 2001).

En las personas mayores sin experiencia deportiva, el entrenamiento aeróbico realizado durante semanas aumenta la actividad de las
enzimas mitocondriales y la producción de ATP en los miocitos, y a su vez eleva el nivel de la VO2max (consumo máximo de oxígeno), de
igual forma a como acontece en los jóvenes que hacen el mismo tipo de ejercicio. McArdle y Jakson (2000) aseguran que, durante un
periodo del ejercicio, el aumento de las EOR no produce alteraciones mitocondriales, a lo que le sigue, de inmediato, un incremento en la
expresión de las enzimas antioxidantes y de las proteínas del shock térmico, como un signo de adaptación (acción protectora) a las
modificaciones sobrevenidas.

El ejercicio de forma similar a como lo hacen otros agentes estresantes como la hipertermia, la isquemia, el estrés oxidativo y el muscular,
la disminución de la glucosa y las modificaciones del calcio y del pH, induce la expresión de las HSP en las células y en los tejidos. Así,
mientras que el ejercicio intenso origina modificaciones substanciales en el DNA de los leucocitos periféricos, el moderado o el
entrenamiento regular ejerce un efecto protector contra el daño del DNA originado por el ejercicio intenso. El aumento de la actividad de
los antioxidantes endógenos y la expresión de las proteínas HSP70, HSP27 y HO1 observados en respuesta al entrenamiento, presupone
que el ejercicio influye beneficiosamente en la salud (FEHRENBACH y NORTHOFF, 2001).

Desgraciadamente, en el momento actual existen muy pocos trabajos publicados sobre ejercicio y degradación de las proteínas
(proteolisis), a pesar de ser bien conocidos los excelentes efectos que la actividad física produce en la atrofia muscular asociada al
envejecimiento, en la que como es sabido, la acción de la proteasoma desempeña un importante cometido (BARDAG-GORCE y cols.,
1999).

Estrategias para mejorar los estilos y la calidad de vida


La intervención en el ámbito de los estilos de vida saludables siempre ha estado relacionada con el desarrollo de dos amplias disciplinas
como son:

a. Educación para la salud. La educación para la salud es la disciplina encargada de comunicar a las personas de lo que es la salud,
considerando las tres facetas que la conforman: biológica, psicológica y social, así como de transmitir información sobre los
comportamientos específicos que suponen un riesgo para la salud y aquellos otros que por el contrario ensalzan la salud (GREEN,
1984)36. Podemos hablar de tres grandes áreas de intervención:

La educación para la salud en la escuela: tiene como meta mejorar la salud


biopsicosocial de los niños y adolescentes. Entre los principales objetivos están: la
salud comunitaria, la salud de consumo, la salud ambiental, la vida familiar, el
crecimiento y el desarrollo, la salud nutricional, la prevención y el control de
enfermedades, la prevención de accidentes y la seguridad, el uso y abuso de
sustancias (HEAVEN, 1996). Esta disciplina se ha introducido en la educación
primaria y secundaria como un contenido transversal que debe ser instruido desde
todas las asignaturas del currículo escolar. Sin embargo, la gran cantidad de
problemas y obstáculos que encuentran los profesores para llevar a cabo esta labor
tan compleja y diversa hace que se esté dejando a un lado y que se dedique poco
tiempo a esta ardua labor. Como consecuencia, Heaven considera que dadas las
carencias que se están produciendo es recomendable introducir esta disciplina en
el sistema escolar como una asignatura independiente, recibiendo el mismo peso
que el resto.

En la comunidad: en contraste con la escuela no existe un contexto específico ni


unos objetivos claros. Se trata de programas que se realizan para prevenir y mejorar los
problemas de salud que presenta la comunidad en general (GREEN, 1984). Ejemplos de este
tipo de programas puede ser una campaña antitabaco o un programa de planificación familiar.

La educación de pacientes: ésta se lleva a cabo fundamentalmente en contextos médicos


donde la población diana son personas que han sido diagnosticadas de alguna enfermedad y
que se encuentran bajo tratamiento médico. El objetivo suele ser aminorar los riesgos
asociados a dicha enfermedad. Son los médicos los profesionales que directa o
indirectamente se encargan de esta labor.

Green y cols. (1980) plantean la existencia de tres tipos de factores que influyen en las
conductas de salud: los factores predisposicionales que son los antecedentes de la conducta
que tienen una gran fuerza motivacional en la toma de decisiones de una conducta de salud
(actitudes y creencias). Los factores facilitadores que son las habilidades y los recursos
necesarios para la realización de una conducta (habilidades de lavado de dientes o el acceso
a dentífricos con flúor). Por último, los factores reforzadores son los refuerzos tangibles o no,
los incentivos o los castigos asociados a una conducta que contribuyen a su persistencia o a
su desaparición (aprobación de los pares por el consumo de tabaco).

Otra aportación de gran interés para el desarrollo de programas es el denominado Mapa de Intervención (BARTHOLOMEW, PARCEL y
KOK, 1998). Ha sido diseñado para guiar el proceso de desarrollo de programas de educación para la salud basándose en la evidencia
empírica y en la teoría.

Cualidades en la educación para la calidad de vida: en medicina, los profesionales deben actualizarse y renovar continuamente sus
conocimientos, deben reunirse e intercambiar información a través de revistas publicadas y de otras formas; compartir información es una
característica de las profesiones. Es necesario vivir en un permanente proceso de educación para ser capaces de desempeñarnos en
nuestra profesión, en todas las áreas y en todos los niveles.

El aprendizaje supone un "cambio". En cuanto al logro de la calidad de vida, necesariamente tendremos que entrar en una dinámica de
cambios constantes que no terminan nunca. La perfección no puede alcanzarse, pero si es posible acercarnos a ella con cada cambio.

Herberto Mahon (1991) reconoce dos campos de aprendizaje en el hombre: "Uno, es el de las aptitudes o habilidades donde el hombre
incorpora los conocimientos que amplían su "saber hacer". El otro de los campos, es el de las actitudes o conductas, donde el hombre
incorpora los mensajes que el contexto vuelca sobre él, y que, cuando alcanzan la contundencia suficiente, se asimilan y producen así una
modificación de conducta". Consideraremos el aprendizaje de aptitudes o habilidades como la formación profesional y el de actitudes y
conductas como la formación personal.

Muchos autores insisten en la formación técnica, aptitudes o habilidades de cada profesión. Sin embargo, reflexionando en aquello de que
no hay una "escuela para la vida", se debe pensar que cualquier actividad profesional es una actividad humana; se trata con personas, y
de ellas depende el éxito de cualquier actividad y el trato con personas exige calidad de vida por parte del practicante.

Albert Einstein solía afirmar: "Considero criticable tratar al individuo como una herramienta inerte. La escuela debe plantearse siempre
como objetivo el que el joven salga de ella con una personalidad armónica y no como un especialista. Lo primero debería ser, siempre,
desarrollar la capacidad general para el pensamiento y el juicio independientes y no la adquisición de pensamientos especializados".

b. Promoción de la salud. Más que una disciplina, la promoción de la salud es un planteamiento filosófico global sobre la salud y la calidad
de vida de las personas. La promoción de la salud se diferencia de la educación para la salud en que ésta última trata de cambiar
comportamientos concretos en una población específica, sin embargo, la promoción de la salud es un planteamiento holista de
intervención. Si bien, la mayoría de los autores consideran la educación para la salud como parte de la promoción de la salud (GREEN,
1984; MACDONALD, 1998).

La promoción de la salud designa un movimiento hacia un estado positivo de salud y bienestar. Se ocupa de las personas y su bienestar
desde la perspectiva de esas mismas personas (RAEBURN, 1992). Como participantes, las personas necesitan tener tanto control como
sea posible para alcanzar la salud y un estado de bienestar. Lejos de culpabilizar a la víctima, la búsqueda de la salud y el bienestar es una
responsabilidad tanto del individuo como de la sociedad en general. De hecho, los componentes conductuales juegan un rol importante,
pero también los contextos ecológicos, económicos y sociales son especialmente relevantes (MACDONALD, 1998).

En resumen, la promoción de la salud es un ámbito de intervención multisectorial, requiriendo una conceptualización de la salud amplia y
holista y un cuidado de la salud tanto por sus consumidores como por sus proveedores (SIMARD, 1992). Por consiguiente, la principal
función de la promoción de la salud consiste en crear las condiciones que promuevan la salud ocasionando cambios en política local,
nacional e internacional. En definitiva, la promoción de la salud puede ser considerada como una responsabilidad moral. En este sentido
cabe señalar que los educadores son los principales responsables de la educación de los adolescentes y que por lo tanto su
responsabilidad debería motivarles a estar informados de los aspectos de salud que hay que promover y enfatizar, así como el papel que
ellos juegan y las estrategias a seguir para conseguir entre todos el objetivo perseguido, esto es lograr que los adolescentes adquieran
estilos de vida saludables.

c. Recomendaciones en la Promoción de estilos de vida saludables. Aunque la


educación y la promoción de la salud pueden llevarse a cabo en grupos de todas las
edades (niños, adolescentes, adultos, tercera edad), posee mucha más relevancia en
la infancia y en la adolescencia. Esto es así debido a que en estas edades se
adquieren los hábitos de estilo de vida, que serán más difíciles de modificar en la
vida adulta (SINHA, 1993).

La promoción de los estilos de vida saludables debe realizarse a partir del diseño de
programas adaptados a las características de la población objetivo. Deben ir
orientados a modificar los determinantes más potentes de las distintas conductas de
salud. Si bien, algunos de estos son imposibles de modificar, como el género, las
características biológicas o el estatus socioeconómico. Los determinantes
psicológicos y conductuales son los que más suelen introducirse en los programas,
sin embargo, su influencia es más débil. En contraste, los determinantes
ambientales son de los más potentes y suelen ser dejados de lado en los
programas. Los cambios en estos determinantes son vitales para modificar los estilos de vida de la
población, cambios como por ejemplo alterar la influencia de los medios de comunicación,
restringir el acceso al consumo de productos perjudiciales para la salud y facilitar el acceso a
programas de ejercicio (SALLIS, 1993).

Así pues, las estrategias de intervención útiles deben tratar de cubrir las siguientes
recomendaciones:

• Conseguir que los entornos físicos y sociales faciliten la actividad física.

• Redactar leyes consistentes con la promoción de las conductas de salud.

• Facilitar el acceso de productos saludables (alimentos bajos en grasas) y restringir el


acceso de productos insanos (tabaco, alcohol, alimentos ricos en grasas y azúcares).

• Transmitir la importancia de un estilo de vida saludable (dieta saludable, estar físicamente


activos, ...), así como el peligro asociado al estilo de vida insano (consumo de tabaco y de
alcohol, sedentarismo).

• Que los programas educativos incorporen la enseñanza de habilidades para la toma de decisiones, habilidades de consumo y
habilidades para el cambio conductual; y faciliten el apoyo de los pares y de la familia en la adquisición de los estilos de vida.

Por último, remarcar la importancia de combinar las estrategias que fomenten comportamientos saludables junto a otras que traten de
modificar los comportamientos insanos, debido a que los comportamientos saludables pueden ser incompatibles con estilos de vida
insanos. En este sentido la práctica de actividad física es fundamental tanto para la prevención como para el cambio de los estilos de vida
insanos. Se sabe como las personas físicamente activas se comprometen con más frecuencia con comportamientos saludables y con
menor frecuencia con conductas de riesgo para la salud, en comparación con las personas sedentarias (BALAGUER y cols., 1999).

Deporte: efectos sociales y hábitos saludables


"El deporte ha emergido en la sociedad moderna como una institución de interrelación entre los individuos, transmisora de valores
sociales. El deporte expresa los valores de coraje, éxito e integridad". (Moragas, 1994)

Dice Moragas que en nuestra sociedad se configuran diversos sistemas de valores mediante el deporte entre ellos podemos destacar: los
procesos de identificación colectiva, de iniciación social, de representación nacional y grupal. Las formas de ocio como actividad y como
espectáculo, el compañerismo y la rivalidad, el éxito y el fracaso.

El deporte interfiere plenamente en la vida cotidiana, influye en los procesos de socialización, determina una buena parte del tiempo libre y
constituye un punto de referencia clave para los procesos de identificación social de mucha gente. En diversos países y de diversas
maneras, los éxitos deportivos se convierten en auténticas demostraciones sociales, o incluso, en reivindicaciones populares. (Moragas,
1992)

El deporte hace posible fabricar espacios alternativos al escenario social y político, a través de la hipercodificación de los mitos
deportivos. El mismo autor asegura como los triunfos obtenidos por los deportistas de élite son utilizados para reforzar la clase política
como elemento de propagandístico. Lo considera un acto contradictorio con los ideales olímpicos.

El autor argumenta que este interés político por los éxitos deportivo se fundamenta "en la facilidad que tiene el deporte para representar
procesos de identificación popular y cultural, y la posibilidad de encontrar valores y contra valores en nuestra sociedad". Como ejemplo
tenemos: la fiesta, la amistad, la identificación, pero también la violencia, el fanatismo y la xenofobia". (Moragas, 1992)

De entre los posibles efectos que el deporte provoca en la sociedad, en los siguientes apartados vamos a reflexionar sobre sus
características como instrumento integrador y socializador. Así como sobre los efectos que la violencia, desarrollada dentro y fuera de él,
produce en nuestro entorno social.

La creencia de que el deporte es una actividad sociocultural que permite el enriquecimiento del individuo en el seno de la sociedad, es
casi tan antigua como sus propios orígenes. Una de sus consecuencias es el uso de los términos deportividad y juego limpio para
expresar, en contextos diferentes, una actuación firme contra el fraude y la adulteración.

Sin embargo, cada vez parecen más distanciados, al menos en alguna de las manifestaciones del deporte contemporáneo.

¿Merece la pena hoy en día educar en valores? ¿Existe una conciencia social para ir contra corriente? ¿Debemos adoptar una postura
comprometida o seguir la corriente a las nuevas tendencias que entran en contradicción con lo más auténtico del ser humano?

Escribir sobre valores en una sociedad eminentemente competitiva y materialista parece una idea poco original y algo trasnochada. Y
sobre todo no exenta de riesgo. Los modelos sociales dominantes acaparan la atención sobre esquemas que priorizan más el
individualismo que el bien común, el poder y el prestigio más que la solidaridad y la igualdad.

Es una preocupación latente en la gran mayoría de educadores, encontrar vías de promoción y transmisión de valores éticos, que
coincidan con un proyecto educativo ilusionante para padres, profesores y alumnos. Para Coubertin, los valores centrales del deporte
están en la forma, en el espíritu por el cual un atleta, como ser humano completo, actúa y tiene éxito, a pesar de los obstáculos
aparentemente insuperables". (Landry, 1993)

Con desgraciada frecuencia nos encontramos ante una falta de compromiso y abandono en
la transferencia de valores. Cómodamente instalados en el concepto de "sociedad en crisis",
vemos pasar ante nuestros ojos de manera impasible una realidad consustancial con los
tiempos sin hacer nada por remediarlo.

Desde todos los ámbitos se reconoce que las actividades deportivas son un excelente
medio para fomentar determinados valores sociales y personales, especialmente en nuestra
juventud. Pero también se reconoce, que actualmente el modelo deportivo dominante
presenta conductas indeseables. Conductas, que desvinculan a los menos formados,
nuestros jóvenes, de la imagen que se tiene del deporte como un instrumento formador del
temperamento y de la personalidad.

Nuestra atención en lo sucesivo se va a centrar en el marco del deporte educativo, y


especialmente en el deporte escolar. La progresiva relevancia y difusión del deporte ha
contribuido al deterioro en el modo de practicarlo, sufriendo las relaciones de convivencia y
primando el éxito y el triunfo a toda costa (González, 1993)

La gran preocupación de todo educador es llegar a conocer los medios y procedimientos


más adecuados para trasmitir a nuestros alumnos un espíritu de igualdad, de justicia, de
tolerancia y de realización personal (Palacios, 1991).

Los valores de los niños en el deporte pueden diferir de aquellos de los adultos. Existe
evidencia de que muchos niños ponen un mayor énfasis sobre la diversión, el desarrollo
de las técnicas, el pertenecer a un equipo, el estado de la forma, el juego limpio, con
preferencia al triunfo (Dubois, 1986). También hay evidencia de que mientras la
participación deportiva influye en el desarrollo de los valores, las chicas tienen menor
tendencia a valorar el triunfo que los chicos (Dubois, 1986).

Todo educador debe ser consciente, a veces por encima de los propios contenidos que
imparte, que es responsabilidad nuestra inculcar valores, y no optar por una neutralidad
obsoleta y caduca, abandera de la libertad sin juicio. Los valores aportan al ser humano
autocontrol y patrones de conducta que imponen seguridad, bienestar, orden, concordia y
prudencia en la convivencia social.

Una de las tareas que debemos abordar es el análisis del conjunto de influencias ambientales que reciben nuestros jóvenes actualmente,
en unos casos se trata de la opinión pública, en otros de los medios de comunicación, o de los grupos de presión., y de manera más
inmediata el propio ambiente escolar y familiar.

Cada uno de estos ámbitos plantea un crédito lo suficientemente importante como para no despreciar ninguno. En principio, parece
legítimo abordar estas cuestiones bajo una perspectiva ecológica.

Teniendo presente a todos los agentes que inciden en la transmisión de valores educativos. Como diría Trilla, la neutralidad en educación
supone una contradicción en los términos.

Todos estaremos de acuerdo en la gran satisfacción que nos produce alcanzar el triunfo en cualquier actividad deportiva. Estos triunfos
que aparentemente nos reconfortan tanto a los adultos, generan una reacción impactante en los más jóvenes, su fantasía y su capacidad
de simulación les conduce a vivir una realidad al margen de la propia realidad.

Midiel Bonet, psicólogo deportivo, dijo que el deporte proporciona placer, y que éste se practica de una manera proporcional al placer
físico. Muchos deportistas "se apagan" ya que su foco de atención, satisfacción y diversión es sólo uno, ganar que no está del todo mal,
pero no el único. Participar, divertirse, sentirse bien con uno mismo, debe ser parte del objetivo. Slusher asegura, que el deporte es
diferente de todo lo que compone la vida. Es dinámico, pero sin miedo o vergüenza, es también agresivo, etc. El hombre participa en los
deportes por sí mismo, sin importar el resultado final.

No siempre estos comportamientos constituyen un ejemplo y un modelo a imitar. Desgraciadamente las falsas expectativas que
proporciona la envidia de los más jóvenes se sustentan en la "excelencia" reprobable de ídolos con pies de barro. Así mismo, estos ídolos
nefastos y sus comportamientos terminan influenciando de manera peligrosa e interesada la interpretación de los valores que el deporte
lleva implícito.

El juego limpio, la deportividad, el respeto a unas normas... queda supeditado al éxito a cualquier precio.
El deporte queda al servicio del máximo beneficio a toda costa.

Como señalan Devereaux (1978) y Underwood (1978), la iniciación deportiva parte de unos modelos
profesionales de enseñanza, que empobrecen la espontaneidad del niño y contribuyen a la aparición de
conductas opuestas al juego limpio, lo que da lugar a un entorno negativo para el desarrollo moral y
social de niños y jóvenes.

Millón Rokeach (1973) defiende que los valores proveen de una vía alternativa para examinar el sentido
en que las personas toman decisiones, tanto morales como de otras clases, porque les obligan a
examinar sus prioridades sobre qué van a intentar lograr y cómo van a intentar lograrlo.

Programas cada vez más severos y menos motivantes, presiones de toda índole y la falta de iniciativa personal de los practicantes se
traduce en un conflicto de intereses. La juventud se aleja irremediablemente de los valores intrínsecos que transmite la actividad deportiva.

Los estudios sobre los valores en los deportes, aparte de aquellos que utilizan la Escala de Webb (Webb, 1969), han sido muy pocos.
Wandzilack (1985) ha argumentado a favor de un modelo de instrucción para el desarrollo de los valores a través de la educación física. Se
basa en el trabajo de Rokeach (1973) y Kohlberg (1963). Sin embargo, pocos trabajos de investigación han utilizado el enfoque de
Rokeach. Lee (1977), utilizando la Encuesta sobre los Valores (Rokeach, 1973) encontró que los atletas universitarios tomaban en
consideración los valores de la competencia (intrapersonal, instrumental) en lugar de los valores morales (interpersonal, instrumental) y
puede considerarse que están interesados primordialmente en el éxito competitivo. Sin embargo, no se ha identificado ninguna
investigación que haya utilizado este instrumento con niños.

El deporte es un instrumento y una alternativa para fomentar el camino hacia la integración de culturas. Puede ser también un vehículo
para lograr el crecimiento sostenible, sobre todo en países en vías de desarrollo. Además, en sociedades donde las políticas tradicionales
han fallado en la lucha contra la segregación social, el deporte se convierte cada vez más en la herramienta que logra la integración.
Incluso esta integración trasciende fronteras.

Los valores del olimpismo deben convertirse en valores educativos para que los pueblos logren construir un espacio de tolerancia que
permita la integración y el desarrollo.

Los valores olímpicos son una alternativa para construir una cultura para el desarrollo de los pueblos. El respeto, la tolerancia, el espíritu
de sacrificio, la integración, el diálogo, el fair play, son valores que la educación debe encargarse de trasmitir y eso se puede lograr a
través del deporte.

Hay mayores probabilidades de que ayudemos a las personas si son miembros de nuestro grupo. Tal vez es más importante, que la propia
naturaleza de nuestras categorías de grupos. Es preciso definirlas de modo diferente, y que cuanto más inclusivas sean las categorías,
tanto más amplia es la naturaleza de nuestra ayuda.

Desde el punto de vista de la salud, se cree que la sociedad actual no es físicamente todo lo activa que debería ser. Esta afirmación se
hace extrapolable también a los jóvenes, un sector social al que se considera con una mejor condición física y que resulta a priori más
activo (Biddle, 1992). El deporte bien orientado puede ser una actividad para toda la vida.

El juego en la calle como práctica habitual de ejercicio espontáneo de los


niños, tan familiar en épocas anteriores, está prácticamente desaparecido.
Hoy en día, se ha sustituido por juego pasivos sin movimiento, los juegos
de ordenador, videoconsola, televisión, etc.

La población infantil y juvenil es especialmente sensible al sedentarismo,


con importantes implicaciones sanitarias y educativas. La obesidad se
inicia cada vez más frecuentemente en la infancia. De tal magnitud es el
problema que se considera que, en la población infantil y juvenil, los/as
escolares prepuberales forman un grupo de riesgo y clave para la
prevención de la obesidad, tal y como considera la Federación Española
de Medicina del Deporte. La obesidad y el sobrepeso son resultado del
desequilibrio entre ingesta y gasto energético.

Los beneficios potenciales de la práctica de actividad física se pueden


obtener tanto en el ámbito de la salud como en el rendimiento deportivo
(Dunn y Cols. 1999). La actividad física regular puede ayudar a mantener
en forma a la persona practicante, a conseguir un buen nivel de salud y a
mejorar la calidad de vida (Morris y Cols. 1997; Serra y Cols. 1997;
Villenueve y Cols. 1998; Duna y Cols. 1999; Owens y Cols. 1999). Los
hábitos saludables deben adquirirse desde épocas tempranas de la vida.

Con demasiada frecuencia se ha sugerido que, si los niños están inactivos, entonces la solución es proporcionarles actividad de moderada
a vigorosa, como el ejercicio o el deporte. Este enfoque nos parece erróneo, puesto que asume que ese ejercicio sería disfrutable y se
practicaría a largo plazo. El aspecto crítico para los más jóvenes es permitirles experimentar actividades que creen sentimientos positivos,
de auto estima, diversión, o sentido de logro. Los resultados físicos deben ser secundarios, puesto que la experiencia negativa a corto
plazo puede crear inactividad en el futuro (Fox, 1991).

Desde todos los foros se coincide en asegurar que el deporte y el ejercicio físico deben ocupar un papel fundamental en la educación de
nuestros jóvenes, siendo la actividad física la columna vertebral donde afianzar hábitos y estilos de vida saludables.

La aparición de las nuevas tecnologías, los avances en el transporte urbano en ciudades cada vez más aglomeradas y llenas de peligros
para nuestros niños, impide que nuestros niños se trasladen andando a los centros escolares, puedan jugar en la calle o realizar ejercicio
en su actividad diaria. Tampoco ayuda mucho el entorno urbanístico que no favorece en lo más mínimos esa práctica.

Los datos actualizados del Estudio de Audiencia Infantil/Juvenil de la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación reflejan
que los/as niños/as españoles/as pasan una media de 2 horas y 30 minutos al día viendo televisión y media hora adicional jugando con
videojuegos o conectados a Internet. Curiosamente, los padres encuentran en el deporte una alternativa al sedentarismo y al posible
enganche de sus hijos a las tecnologías.

La tendencia actual deriva hacia la promoción de la actividad física junto a la calidad de vida. Los mensajes de bienestar a largo plazo se
consideran muy inferiores en comparación con la inmediatez de las sensaciones percibidas en el ejercicio diario.

El proceso educativo tiene la misión de construir unas bases sólidas para el conocimiento y la realización personal y profesional, y la
práctica de actividad física y deportiva forma parte fundamental, con todo su potencial indiscutible de valores y beneficios, de esta etapa
de la vida.

Como plan de acción para fomentar un estilo de vida saludable sugerimos el siguiente plan de acción:

• Promocionar los tópicos de salud desde un punto de vista mental.

• Aplicar recursos y estrategias de intervención a corto plazo que mantengan los niveles de actividad y de ánimo.

• Reconsiderar el concepto de salud pública en el marco educativo.

• Atención especial al plan de formación de los educadores deportivos.

En el año 2011 el 43% de los españoles, unos 16 millones, entre los 15 y 75 años realizó algún tipo de actividad deportiva. Según datos
recogidos en esta misma encuesta por lo general los españoles/as realizan cada vez más deporte; cada vez más en lugares al aire libre, de
manera informal y menos competitiva. Además, se observa todavía una asimetría entre la práctica de ambos sexos. Los investigadores
han detectado una importante diferencia en la práctica de deportes entre los niños y las niñas, ya que el 20,4% de ellos realiza actividad
física cinco o más días a la semana fuera del ámbito escolar, algo que solo hace una de cada diez chicas.

El tiempo necesario de actividad física y deportiva en niños y adolescentes para lograr beneficios para la salud y prevenir y combatir los
efectos negativos del sedentarismo se estima en una hora al día. Nuestros escolares entre los 6 y 18 años presentan unos datos de
participación deportiva por debajo de lo que aconsejan los expertos.

Otra tendencia advertida es que la actividad deportiva disminuye de manera


progresiva a medida que aumenta la edad, una particularidad que también resulta
más acentuada en el caso de las niñas. Entre los doce y los trece años, el 54% de las
chicas realiza ejercicio físico, un porcentaje que desciende al 45% entre los catorce y
quince años y hasta el 35% entre los dieciséis y dieciocho años.

La vida sedentaria que caracteriza a la sociedad moderna provoca consecuencias


negativas sobre la salud. El fenómeno del sedentarismo no es ajeno a los niños, ya
que nuestra juventud manifiesta la tendencia de abandonar el ejercicio físico que
caracterizaba a generaciones pasadas.

El Plan Integral para la Actividad Física y el Deporte, es un instrumento creado por el


Consejo Superior de Deportes con el fin de garantizar al conjunto de la población
española el acceso universal a la práctica deportiva de calidad, ayudando así a
combatir el elevado nivel de sedentarismo y obesidad y a promover hábitos de vida
activos y saludables.

Desde el punto de vista escolar, el fomento de un estilo saludable debe recoger tres
ámbitos de actuación: actividades de deporte extraescolar, las clases de Educación Física y la educación del ocio y tiempo libre. Además,
se necesita también que el conjunto de agentes sociales que intervienen en el deporte, preste un servicio de apoyo, a través de la
inversión privada y la oferta de nuevas ideas fomenten los estilos de vida deportivos. El marco de actuación debería centrar la atención en
la promoción de tópicos de salud desde el punto de vista de las creencias, valores, con una llamada especial a la educación del
pensamiento. En segundo lugar, promover y aplicar recursos y estrategias de actuación a corto y medio plazo para mantener la motivación
y el ánimo por estas actividades. En tercer lugar, atención especial a la formación de profesores, entrenadores y monitores deportivos. Y
en último lugar, realizar un análisis profundo entre todas las partes afectadas del concepto de salud pública en el contexto educativo.

Ansiedad, autoestima y actividad física


Los programas de ejercicio físico se asocian a aumentos significativos en autoestima,
particularmente en individuos con autoconcepto bajo (Sonstroem, 1997). Sin
embargo, estos aumentos no se asocian a mejoras de la actitud (estados de ánimo).
Gruber (1986) encontró que los niveles altos de autoestima estaban asociados a la
participación en programas de la educación física, con lo que concluye que la
actividad física es un protector importante para aquellas personas que tienen un
autoconcepto bastante bajo.

La evidencia empírica apunta a que mientras la reducción en ansiedad ocurre con los
tipos de actividad anaeróbicos y aeróbicos, efectos más grandes fueron encontrados
con la actividad aeróbica sostenida por 30 minutos o más tiempo (Long y Stavel,
1995). Esto indica que posiblemente la práctica de un deporte aeróbico en sesiones
superiores a los treinta minutos tendría repercusiones importantes en la calidad de vida de los pacientes que presentan problemas de
ansiedad. Así mismo, puede convertirse en un aliado importante en las estrategias terapeutas estructuradas por psicólogos, psiquiatras y
médicos.

El Instituto Nacional Americano de la salud mental, indicó que el ejercicio reduce ansiedad, disminuye la depresión moderada, mejora el
bienestar emocional, y aumenta la energía. Los estudios de Doyne et al (1985) encontraron que en las mujeres que asistían a tratamiento
psicológico y que presentaban síntomas depresivos, un programa de seis semanas de terapia a partir de ejercicio físico disminuía dichos
síntomas. Sin embargo, la reducción de los síntomas depresivos no fue relacionada con los niveles de la aptitud frente a situaciones
cotidianas.

Actividad física y procesos cognitivos


Desde hace bastante tiempo se presumía que la actividad física podría tener relación con una mejoría de los procesos cognitivos que
tienen su origen en el cerebro, pero gracias a una serie de estudios desarrollados por la Universidad de Illinois, en los Estados Unidos, esta
suposición terminó siendo una comprobación empírica que arrojó como resultado que, efectivamente, a mayor actividad aeróbica, menor
degeneración neuronal.

A pesar de no ser la primera investigación que se hacía en ese sentido, los resultados arrojaron información que presentaba a la actividad
física como una amiga de los procesos cerebrales. Trabajos anteriores, realizados con animales, demostraron que el ejercicio aeróbico
podía estimular algunos componentes celulares y moleculares del cerebro (Neeper, Pinilla, Choi y Cotman, 1996).

Así mismo, ciertos estudios ejecutados en seres humanos también habían demostrado que algunos procesos y habilidades cognitivas
cerebrales en las personas mayores, eran mejores en las personas que practicaban una actividad física que en aquellas que no lo hacían.
Por ejemplo, en 1999 los mismos científicos que realizaron el estudio de la Universidad de Illinois observaron que un grupo de voluntarios -
que durante 60 años llevaron una vida muy sedentaria-, tras una caminata rápida y sostenida de 45 minutos durante tres veces a la
semana, lograron mejorar sus habilidades mentales, las cuales suelen declinar con la edad.

Pero los beneficios cognitivos no se limitan solamente a los datos hallados en las investigaciones realizadas con personas de edad
avanzada. Existe evidencia de que los procesos cognitivos en niños que practican una actividad física de manera sistemática son mejores
que los procesos de niños que son sedentarios (Stone, 1965).

Sibley y Etnier (2002) hacen un análisis de la relación que existe entre procesos cognitivos y actividad física. En este texto, los autores
plantean ampliamente los beneficios que tiene para el desarrollo cognitivo de los niños, el hecho de que estos practiquen una actividad
física de manera regular. Concluyen argumentando que los beneficios de la actividad física son bastante altos y que por ello es necesario
que se adopten políticas para estimular la actividad física entre esta población.

Estos mismos argumentos son planteados y sustentados por trabajos de investigación como los llevados a cabo por tres investigadores
japoneses (BrainWork, 2002) que realizaron un estudio con jóvenes adultos sedentarios, a los cuales se les aplicó un protocolo de
evaluación cognitiva, antes de someterlos a un programa de entrenamiento físico. El programa consistía en correr moderadamente por
treinta minutos, tres veces a la semana por tres meses, tras lo cual se les evaluó nuevamente. Los resultados mostraron mejor rendimiento
en las pruebas que fueron aplicadas después del programa de entrenamiento físico. Las mejoras fueron básicamente en atención, control
inhibitorio y memoria de trabajo.

Actividad física y actividad cerebral


Thayer et al (1994) plantea que, "una vez que se ha demostrado la capacidad del cerebro para
modificar sus conexiones interneuronales en caso de envejecimiento o daño cerebral, la
denominada plasticidad, era importante conocer el papel exacto del ejercicio en la mejora de las
funciones cerebrales. Estudios en ratones, demostraron que la actividad física aumentaba la
secreción del factor neurotrófico cerebral (BDNF), una neurotrofina relacionada con el factor de
crecimiento del nervio, localizada principalmente en el hipocampo y en la corteza cerebral. El BDNF,
mejora la supervivencia de las neuronas tanto in vivo como in vitro, además, puede proteger al
cerebro frente a la isquemia y favorece la transmisión sináptica". Pero, según este autor, se
continuaba sin conocer la relación entre el factor neurotrófico cerebral y el ejercicio: tenía que haber
algo en la actividad física que estimulase la producción de BDNF en el sistema nervioso. La
respuesta se consiguió cuando se descubrió que la actividad física provoca que el músculo
segregue IGF-1 -un factor de crecimiento similar a la insulina-, que entra en la corriente sanguínea,
llega al cerebro y estimula la producción del factor neurotrófico cerebral.

No debe olvidarse entonces que el ejercicio físico ayuda a conservar en mejores


condiciones la función cognitiva y sensorial del cerebro. Juan Francisco Marcos
Becerro, vicepresidente de la Federación de Medicina Deportiva, explica que la razón
de la mejora es la mayor producción de factor CO cerebral, provocada por la llegada
al cerebro del factor de crecimiento IGF-1, que es producido por los músculos al
hacer ejercicio. Estos hallazgos, ofrecen a la actividad física un papel
neuropreventivo que hasta ahora no se había tenido en cuenta en enfermedades
neurodegenerativas como Alzheimer, Parkinson, Huntington o esclerosis lateral
amiotrófica.

El ejercicio también podría tener un papel importante en el tratamiento de personas


que sufren depresión ya que esta afección se caracteriza por niveles bajos de BDNF,
lo que podría significar que este factor también está relacionado con alteraciones en
la afectividad.

Actividad física y cambios funcionales en el cerebro


Un trabajo realizado por el doctor Kubota de la Universidad de Handa (Japón) ha sido presentado en San Diego (EE.UU.) con ocasión del
congreso anual de la Sociedad Americana de Neurociencias (2002). En esta investigación siete jóvenes sanos participaron en un programa
de entrenamiento que consistió en correr durante 30 minutos, tres veces por semana durante tres meses. Cada uno completó una serie de
'tests' diseñados por ordenador, cuyo objetivo era comparar la capacidad para memorizar objetos y establecer la capacidad intelectual
antes y después del plan de entrenamiento. Una vez transcurrido el período de seguimiento, las puntuaciones de estas pruebas
aumentaron de forma estadísticamente significativa en todos los participantes, así como la velocidad de procesamiento de información.
Para comprobar la fiabilidad del trabajo, en ningún momento se les permitió a los participantes practicar con los 'tests' durante el tiempo
de duración del estudio.

Los resultados de las pruebas de inteligencia mostraron una clara mejoría en la función del lóbulo frontal del cerebro. Además, los autores
observaron que las puntuaciones comenzaban a bajar si los participantes abandonaban el entrenamiento. También descubrieron que el
consumo de oxígeno aumentaba paralelamente a las puntuaciones de los 'tests', confirmando así que el mantenimiento de un flujo
constante de sangre y oxígeno preserva las funciones cognitivas. El doctor Kubota, director de la investigación, señala que el hecho de
que las mejoras se perdieran al interrumpir la actividad física, indica que lo que se requiere realmente para este desarrollo intelectual es la
continuidad en el ejercicio físico. Precisamente el año pasado, investigadores de la Duke University de Carolina del Norte habían realizado
un trabajo con personas de edad a las que sometieron a un programa de actividad física de cuatro meses de duración y mostraron una
notable mejoría en la memoria.

Procesos de socialización y actividad física


En un estudio realizado por Carratala y Carratala (1999) que tenía como objetivo fundamental describir las motivaciones
de los padres de jóvenes deportistas para incorporar a estos en el judo, muestra en los resultados que existe un
componente importante en atribuir al deporte la potencialización de factores psicosociales como incorporar la norma, el
respeto por el otro, la responsabilidad y el compañerismo.

En otro estudio, Trulson (1986) examinó a tres grupos de jóvenes de la misma edad, género y estrato socioeconómico.
Un grupo participó en taekwondo, programa para incorporar prácticas de lucha y autodefensa; el segundo se ejercitó en
el taekwondo tradicional, programa de entrenamiento en la reflexión y la meditación filosófica; y el tercer y último grupo
practicó el balompié y el baloncesto. Después de seis meses, los muchachos que participaron en el
taekwondo tradicional (el grupo 2) exhibieron agresión por debajo de lo normal, menos ansiedad, mayores
habilidades sociales y mejora de la autoestima.

En otro trabajo realizado por Teixeira y Kalinoski (2003), en el que aplicaron 1.000 cuestionarios a padres de
niños escolarizados en varias escuelas deportivas, se les preguntó por lo motivos que tenían para matricular
a sus hijos, y la relación entre el deporte y la escuela. Los resultados muestran q u e e l 8 5 . 5 % d e l o s p a d re s
matriculan a sus hijos porque el deporte mejora los procesos de socialización en los niños y el 8.5%, porque desean
formar futuros atletas. A la segunda pregunta, los padres responden en su mayoría, 80.9%, que la escuela
como la formación en un deporte o actividad física, tiene la misma importancia, porque consideran que ambos
despiertan la responsabilidad haciéndole aprender a dividir su tiempo, trabajar en grupo e incorporar normas.
Solo una pequeña parte de los padres encuestados plantean que el deporte o actividad física entorpece el rendimiento
escolar. Los autores concluyen que el deporte y la actividad física en general permiten verificar que, sin duda, la
comunidad local considera que el deporte es un instrumento poderoso de transformación social y que existe
en él un elemento importante para el desarrollo de los individuos, el niño, y el adolescente, además del aspecto
de la socialización. En el mismo sentido, el autor concluye que la práctica del deporte es saludable, se
utiliza como un antídoto a los vicios, a la delincuencia, y a la violencia de cualquier tipo. Esta clase de
conclusiones es ampliamente respaldada por los trabajos de Washington (2001) y Gunter (2002).

Gutiérrez (1995) plantea que, desde la perspectiva de la socialización, el deporte puede estructurarse en diversas
situaciones sociales, entre las que se encuentra la escuela. Existe un amplio acuerdo en reconocer el elevado
potencial socializador del deporte: puede favorecer el aprendizaje de los roles del individuo y de las reglas sociales,
reforzar la autoestima, el auto concepto, el sentimiento de identidad y la solidaridad. Además, parece que los valores
culturales, las actitudes sociales y los comportamientos individuales y colectivos aprendidos en el marco de las actividades
deportivas, vuelven a encontrarse en otros campos de la vida como el trabajo y las relaciones familiares.

Este potencial socializador que tiene el deporte puede tener consecuencias negativas o positivas, según el modo en que se
establezca la interacción entre la persona que se socializa, los agentes socializadores y los contextos sociales. Por ejemplo, no
se dará la misma situación socializadora en una escuela que cuente con todos los medios para impulsar un programa de
iniciación deportiva, que aquella otra en la que, además de carecer de esta posibilidad, un programa de este tipo puede ser
juzgado con cierto recelo. De allí la importancia del correcto accionar del docente ya que someter al alumno a presiones constantes o
cargarlo de exigencias que él no está en condiciones de poder afrontar, puede marcarlo de tal manera que condicione o limite su futura
participación en el deporte, disminuya su autoeficacia y se decida por relaciones sociales inadecuadas.

Massengale (1979) plantea que el deporte influye en todas las formas de vivir la cotidianidad de los miembros de una sociedad. Por eso,
dentro de la escuela, el deporte favorece la capacidad de aceptar valores morales y éticos a través del comportamiento aprendido como
deportista, establece comunicaciones verbales y no verbales mediante el desarrollo de un lenguaje específico y de unos gestos, y crea un
ambiente cultural para el deportista, considerado un héroe popular moderno que es de hecho habitualmente contemplado en las
tendencias de la publicidad. Frente a este planteamiento, otros autores exponen que el énfasis en la victoria puede desviar la atención de
la variedad y motivaciones con que se participa en el deporte escolar, en el que algunos alumnos desean participar y divertirse y otros
ganar campeonatos (Devís, 1995).

Weiss (1982) y Bredemeier (1994) aseguran que basados en el convencimiento general de que cualquier actividad que se realice durante
los años de formación de un individuo producirá un impacto educacional, el deporte es una de las influencias a considerar en la educación
de la juventud, y para muchos, la parte más importante del establecimiento educativo. Sin embargo, el carácter formativo que pueda
alcanzar el mismo dependerá, entre otros factores, de la manera en que los niños y jóvenes han de enfrentarse al dilema del juego limpio,
es decir, a la toma de una posición frente al respeto de las normas del juego, o al hecho de saltarse las reglas establecidas con el único fin
de ganar.

Para que se dé el desarrollo moral en un contexto deportivo, se deben idear estrategias de razonamiento moral que superen la convención
social. Esto hace referencia al aprendizaje de los valores que tradicionalmente se han difundido con el deporte, que sólo se limitan al
cumplimiento de las normas necesarias para su práctica, sin que en ello exista algún razonamiento que justifique la necesidad del respeto
por los mismos. Trabajos de otros investigadores indican que los niveles de desarrollo cognitivo de los estudiantes mejoran por el uso de
un sistema de intervención estructurada, más que por otros que simplemente exponen a los deportistas a la interacción propia derivada
del juego.

Valores sociales y personales más propicios de alcanzar a


través de la actividad física y el deporte
A partir de los resultados obtenidos por las investigaciones realizadas por Gutiérrez (1995),
el autor concluye que los valores más propicios de alcanzar a través de la actividad física y
el deporte son los siguientes:

Valores sociales: participación de todos, respeto a los demás, cooperación, relación social,
amistad, pertenencia a un grupo, competitividad, trabajo en equipo, expresión de
sentimientos, responsabilidad social, convivencia, lucha por la igualdad, compañerismo,
justicia, preocupación por los demás, cohesión de grupo.

Valores personales: Habilidad (forma física y mental), creatividad, diversión, reto personal,
autodisciplina, autoconocimiento, mantenimiento o mejora de la salud, logro (éxito-triunfo),
recompensas, aventura y riesgo, deportividad y juego limpio (honestidad), espíritu de sacrificio, perseverancia, autodominio,
reconocimiento y respeto (imagen social), participación lúdica, humildad, obediencia, autorrealización, autoexpresión, imparcialidad.

Rendimiento escolar y actividad física


Se ha encontrado una relación positiva entre la práctica de la actividad física y el rendimiento académico en varios estudios realizados por
el departamento de educación del estado de California en los EE.UU. (Dwyer et al, 2001; Dwyer et al, 1983; Linder, 1999; Linder, 2002;
Shephard, 1997 y Tremblay et. al, 2000) que apoyan la idea de que el dedicar un tiempo sustancial a actividades físicas en las escuelas,
puede traer beneficios en el rendimiento académico de los niños, e incluso sugieren que existen beneficios, de otro tipo, comparados con
los niños que no practican deporte.

Mitchell (1994) estudió la relación entre la actividad física y la capacidad cognoscitiva después de asistir a dos talleres en el verano con
Phyllis Weikart, profesor emérito en la Universidad de Michigan. El autor se preocupa porque los niños tienen menos oportunidades de ser
físicamente activos y de desarrollar las habilidades motoras básicas.

Mitchell (1994) realizó un estudio para investigar la relación entre la capacidad rítmica y el rendimiento académico en los primeros grados.
Los resultados apoyaron una relación entre los logros académicos y las habilidades motoras de mantener un golpeteo constante. También
son respaldados por Geron (1996), quien divulga en sus discusiones que la
sincronización de los niños se encuentra relacionada positivamente con los
logros en la escuela, específicamente en las matemáticas y la lectura.

Los jóvenes que practican actividad adicional a la contemplada en los


programas de formación en las escuelas tienden a mostrar mejores
cualidades como un mejor funcionamiento del cerebro; en términos
cognitivos, niveles más altos de concentración de energía, cambios en el
cuerpo que mejoran la autoestima, y un mejor comportamiento que incide
sobre los procesos de aprendizaje (Cocke, 2002; Dwyer et. al, 1983;
Shephard, 1997; Tremblay, Inman y Willms, 2000).

Las cualidades del cerebro que se mejoraron se asociaron a la actividad


física regular y consisten en el alto flujo de sangre que recibe el órgano, los
cambios en los niveles hormonales, la asimilación de los nutrientes, y la
mayor activación del mismo (Shephard, 1997). Cocke (2002) indica que "tres
de los estudios presentados en la sociedad de neurología en el 2001,
sugieren que el ejercicio regular puede mejorar el funcionamiento
cognoscitivo y aumentar, en el cerebro, los niveles de las sustancias
responsables del mantenimiento de la salud de las neuronas". La función del
cerebro puede también estar beneficiada indirectamente por la actividad
física debido a la generación creciente de la energía a partir del tiempo que
permanecen fuera del salón de clase; el incremento de los niveles de energía
en esta situación puede disminuir la aburrición de los niños en el salón, provocando mayores niveles de atención cuando regresan a recibir
instrucciones (Linder 1999).

Diferente a las pruebas de medidas, Linder (1999) utilizó un cuestionario para recopilar datos sobre la actividad física y el funcionamiento
académico de 4.690 estudiantes, entre 9 y 18 años de edad, en Hong Kong. Ambas pruebas fueron administradas por los investigadores
en las salas de clase de los estudiantes. Cada uno de ellos terminó personalmente su cuestionario, clasificando su propia actividad física y
rendimiento académico. Después del análisis de los datos, los resultados demostraron una correlación positiva, pero baja (más para las
mujeres que para los hombres), en la cual los estudiantes que perciben que hacen más actividad física reportan un mayor rendimiento
académico.

En dos estudios realizados a largo y mediano plazo (reportados por Shephard, 1984), se compararon estudiantes de Bailey de una escuela
que ofrecía educación física por un intervalo de 1 a 2 horas al día, con otra que no ofrecía ningún programa parecido y por el contrario se
concentraba en temas académicos. Después de 9 años, los integrantes de la escuela que realizaban educación física dieron muestras de
mejor salud, actitud, disciplina, entusiasmo y funcionamiento académico que los integrantes de la otra escuela. El segundo estudio trabajó
con una escuela primaria en Aiken, SC. Las estadísticas mostraban a esta escuela en 25% por debajo del rendimiento académico de las
restantes escuelas del distrito. La escuela decidió introducir un plan de estudios fuertes en artes (danza diaria, música, drama y artes
visuales) y las estadísticas pasaron del 25% por debajo al 5% por encima en 6 años.

Hay evidencia de tipo teórica que nos indica que el ejercicio físico tiene una fuerte influencia en factores que no se habían considerado
anteriormente. Véase estados emocionales como ansiedad y depresión, disminución del estrés, mejoras de las capacidades intelectuales y
cognitivas, apoyados en cambios funcionales a partir de la práctica de actividad física y deporte. Esto implica que la actividad deportiva
puede considerarse un elemento central y fundamental en los programas de promoción de la salud para poblaciones infanto-juveniles con
y sin patologías específicas -como las dificultades de aprendizaje, los síntomas de hiperactividad, algunos casos de deficiencia mental y
conducta disocial-. Una vez más, solo una perspectiva sistémica bio-psico-social-ambiental del ser humano permite entender que las
diferentes funciones fisiológicas y cognitivas están interrelacionadas y que cambios o modificaciones positivas en algunas de ellas van a
repercutir en cambios y modificaciones en esferas diferentes del organismo humano. Hace muchos siglos, cuando planteaban que una
mente sana podía existir en un cuerpo sano -y viceversa- los griegos tuvieron una visión holista del ser humano. Nuestra revisión evidencia
que estaban por el camino adecuado y que éste es el que debemos recorrer en futuras investigaciones que pretendan desarrollar una
intervención integral en la promoción, prevención y tratamiento de muchas patología humanas.

4.1.4 Criterios básicos para prescribir un entrenamiento destinado a poblaciones


"standars” enfocándose en la recreación, sin omitir los resultados.
En fitness, sería muy importante seguir en el desarrollo de los programas de entrenamiento el principio de individualidad (lo cual es difícil
no sólo desde el punto de vista de disponibilidad temporal sino también de rentabilidad). No obstante, estamos de acuerdo con autores
como García manso, en el sentido de que existen o debemos intentar establecer unos criterios básicos que deben de ser observados a la
hora de planificar y prescribir un programa de entrenamiento destinado a poblaciones "standars" de salud, pudiéndose establecer una
primera propuesta:

• No emplearse ejercicios que supongan un mínimo riesgo para la integridad y seguridad de los ejecutantes (García Manso, 1999) para lo
cual se deberá tener unos conocimientos amplios sobre las bases antomo-kinesiológicas y neurofisiológicas del ejercicio.

• Valorar la normalidad anatómica y funcional y prescribir ejercicios en base al nivel de partida.

• Valorar y eliminar los factores de riesgo (fase preactiva de la planificación y programación del entrenamiento en fitness) tanto
cardiovasculares, como en especial de la hipertensión en los trabajos con cargas (la comprensión vascular periférico y el incremento de
la tensión intraabdominal y torácica, desembocan en un aumento de la TA) (García Manso, 1996)

• Incorporar programas de mejora de la flexiblidad y ADM (a fin de evitar su regresión).

• Priorizar ejercicios destinados a fortalecer grandes grupos musculares, evitando en todo momento el desequilibrio agonistas-
antagonistas.

• Atender al equilibrio tónico-fásico y a su influencia por los factores ambientales (actividad laboral, por ejemplo)

• Es conveniente realizar un volumen adecuado de trabajo (2-3 veces/semana como mínimo) y con una intensidad mínima que garantice
su incidencia sobre el umbral de mejora y desarrollo (ver apartado de planificación y entrenamiento).

En multitud de ocasiones podemos ver, leer o emplear distintos términos que se utilizan indistintamente en el ámbito deportivo. Podemos
diferenciar entre (González Badillo, 1996):

Planificación: Como actividad orientada a estructurar un proceso en el que aparecerán como notas específicas sobre todo aspectos
globales: objetivos, técnicas y métodos y procedimientos de control y evaluación del proceso. Para eso recapitularemos conceptos ya
revisados para establecer una línea específica.

Programación: Donde se trata de organizar de manera concreta y al detalle todos los elementos y factores que se proponen en la
planificación: objetivos, actividades, controles, etc, dándoles un orden, una distribución en el tiempo y una secuenciación de acuerdo con
unos criterios derivados de la teoría de entrenamiento (conocimientos procesos adaptativos).

Periodización: son los aspectos más dedicados a secuencializar y temporalizar las actividades.

Evidentemente dependiendo de las características del centro en el que desarrollemos nuestra labor y del carácter de la matrícula de sus
clientes dicho proceso será normalmente de una mensualidad, pudiendo llegar a ser de 3, 6 o 12 meses en centros muy concretos.

Recordemos que cuando hablamos de Fitness, nos referimos al trabajo en masa, es decir atender a un grupo de participantes, desde este
punto de vista se revisara la información que presentamos. No es de manera especifica como un entrenador personal está acostumbrado
que atiende como su descripción lo dice de manera personal.

Debemos intentar inculcar en nuestros clientes el hábito por la práctica de actividad física de forma regular e informarle y transmitirle dicha
necesidad de continuidad para que los objetivos y beneficios de dicha práctica se hagan patentes.

Así pues, en la planificación y programación tenemos, no sólo la herramienta que nos permitirá realizar un correcto proceso de
entrenamiento, sino un excelente medio para motivar y crear hábitos entre nuestros clientes.

Dentro del Fitness el "Personal Training" o entrenador personal: un concepto complementario a la planificación del entrenamiento. Es muy
común, especialmente en los últimos años, encontrar centros en los cuales se oferta el servicio de personal training como única forma de
seguir un programa planificado y adaptado a las necesidades individuales del practicante. Para el fitness esto constituye, no solo un error,
sino también un cierto "timo" debido a que cuando atiendes a muchas personas al mismo tiempo, simplemente no es algo personalizado,
por eso el fitness considera que es una especie de fraude, no sólo al cliente, sino también a la profesionalidad de los entrenadores
dedicados a atender al público.

La planificación de un programa adaptado e individualizado es una obligación y un derecho. De lo contrario, no estaríamos cumpliendo
con las bases y principios metodológicos del entrenamiento. El proceso de entrenamiento es un proceso que debe ser adecuadamente
diseñado y exige de un nivel de evaluación previa y conocimientos sobre aspectos psico-fisiológicos y metodológicos específicos, en la
búsqueda de adaptaciones adecuadas, progresivas y que son, obviamente, diferentes en cada una de las personas que desarrollan o
inician un programa de entrenamiento ("personalizados" deben ser todos los programas).

El entrenador personal es la figura que debería ser implantada de manera progresiva y adecuada en cada uno de los centros, pero sobre el
que no deberá caer el peso "principal" de la planificación y programación del entrenamiento individualizado. Más bien, dicha figura deberá
ser responsable del control, seguimiento y ajuste de dicho proceso, así como de la atención de las sesiones de entrenamiento (dicho de
otro modo, atenderá, controlará, corregirá y motivará al cliente durante la sesión, y realizará los ajustes del programa inicial en base a la
adaptación del cliente a dicho programa).

4.1.4.1 Diseño de programas de entrenamiento


Se consideran en el diseño de entrenamiento las siguientes estructuras (Navarro, 1996):

1. Sesión

2. Microciclo

3. Mesociclo

4. Macrociclo

5. Temporada (Ciclo Anual)

6. Plan Plurianual

Excepto en el caso de preparaciones específicas (para competiciones o pruebas, oposiciones, etc.), raramente utilizaremos estructuras
plurianuales y de temporadas, lo más útil y lógico en el fitness es la utilización del mesociclo (que puede coincidir con el mes) y
subestructuras y un ideal, pero muy difícil macrociclo y su consiguiente subdivisión en mesociclos.

4.1.4.2 Objetivos de entrenamiento y temporalización


Cualesquiera que sean las posibilidades de adaptación de un sujeto durante un ciclo de entrenamiento (8-16 semanas) sólo se tienen unas
posibilidades limitadas de adaptación o mejora en el desarrollo de las diferentes capacidades. El trabajo de un entrenador personal será
“prever con suficiente anticipación los hechos, las acciones, etc., de forma que su acometida se efectúe de forma sistemática y racional,
acorde a las necesidades y posibilidades reales, con aprovechamiento pleno de los recursos disponibles en el momento y previsibles en el
futuro” como aseguro Mestre, 1995.

4.1.4.3 La carga de entrenamiento


Las cargas han de ser consideradas como un proceso pedagógico de estimulación, orientado hacia un objetivo y basado sobre el ritmo de
desarrollo de la capacidad de rendimiento.

La adaptación necesita una relación óptima entre el nivel de desarrollo individual, una intensidad de carga fijada y un volumen de trabajo
mínimo.

Para producir una adaptación es necesario perturbar el equilibrio funcional. Es el precio de una destrucción funcional momentánea y de la
restauración del estado de equilibrio a un nivel superior, como se va a producir un proceso de adaptación.

Para que una carga sea efectiva se necesita que el estímulo de entrenamiento que planteamos se acerque a la capacidad de rendimiento
actual del individuo o deportista (González Badillo, 1997), en el caso de fitness esto también es así o en cualquier caso no deberá ser
inferior al límite mínimo para producir estimulo y provocar adaptaciones. Dichos límites debemos conocerlos y valorarlos al respecto del
nivel del fitness del cliente.

Es importante, dejar claro que estos "mínimos" son diferentes en cada individuo y por tanto no es posible el realizar entrenamientos o
rutinas "standars" válidos para un determinado colectivo (principiantes, expertos, de pérdida de peso, etc.), sino que en base a dicho
objetivo y a las características del cliente diseñaremos el entrenamiento.

Si nos quedamos muy lejos o si se trabaja en los límites de rendimiento la adaptación positiva no se produce. Algunos sistemas proponen
agotar esta capacidad de rendimiento actual en casi todas las sesiones, pero esto es casi con toda probabilidad inviable sin ayudas no
"declaradas".

Básicamente, nosotros proponemos el trabajo en cuatro áreas del nivel de "fitness" del cliente (teniendo en cuenta la interrelación que
existe entre todas ellas):

4.1.4.4 Fitness cardiovascular, respiratorio y metabólico


Fundamentalmente referido a la mejora en parámetros de salud de capacidades que impliquen a los sistemas cardiovascular y respiratorio
(principalmente la resistencia) y que influyan directamente sobre la correcta utilización y equilibrio de las vías metabólicas y composición
corporal.

4.1.4.5 Fitness muscular


Referido al desarrollo equilibrado de la estructura muscular, referida tanto al equilibrio agonistas-antagonistas, musculatura tónico-fásica,
etc., así como a la búsqueda del incremento de masa muscular (hipertrofia), desarrollo de la fuerza y manifestaciones para una
determinada prestación, etc.

4.1.4.6 Fitness anatómico


íntimamente relacionado con el anterior, viene determinado por un mantenimiento de los niveles óptimos de movilidad articular, capacidad
de elongación músculo-ligamentosa, elasticidad muscular, etc.

4.1.4.7 Fitness psico-social


Es aquel que debemos considerar a fin de permitir una motivación y adhesión a la actividad física adecuada, que el cliente "guste" de la
actividad y la convierta en algo necesario y cotidiano. También podemos considerar aquellas intervenciones referentes a la mejora de la
imagen de sí mismo en el cliente, autoestima y capacidad de relación con los demás.

4.1.4.8 Fitness cardiovascular y respiratorio


Debemos considerar los siguientes aspectos

1. Se trata de poblaciones standard (sedentarios o practicantes no habituales sanos) que requieren mantener o mejorar su nivel de salud
y calidad de vida, evitando o retrasando el desarrollo de cambios degenerativos del sistema cardiovascular causados por FACTORES
DE RIESGO y por el proceso de envejecimiento (Zintl, 1991).

2. Las cargas de tipo bioenergético (resistencia) empleadas para prevenir irregularidades de la salud y para mantener el rendimiento se
sitúan en el ámbito fundamental de desarrollo de la resistencia. Se requiere para ello las adaptaciones en el sistema cardiovascular,
ventilatorio y metabólico.

Los ejercicios usados no sólo pueden incluir movimientos con pesos, sino que también podrán intercalar máquinas o actividades
cardiorrespiratorias tales como (Colado, 1996):

• Bicicletas estáticas

• Cintas rodantes, caminadoras (con o sin posibilidad de regular la pendiente de trabajo)

• Máquinas remo

• Máquinas step, escaleras infinitas o bancos de step

• Máquinas esquí o elipticas

• Máquina escalada, escaladoras, cardio escaladoras

• Slide,

• Movimientos dinámicos de alguna actividad deportiva

• Pasos o coreografías aerobic-step

• Etc....

También se debe considerar, dentro del volumen de trabajo cardiovascular el desarrollo o participación de clases dirigidas/colectivas
(aerobic, step, etc.) Tal y como se puede observar en la propuesta de ficha de entrenamiento.

4.1.4.9 Observaciones sobre el entrenamiento


Siguiendo a autores como Neumann, 1984 en Zintl, 1991, desarrollamos los siguientes ámbitos de esfuerzo o entrenamiento para el
desarrollo de la resistencia en el fitness o campo de salud.

Se pueden emplear las directrices anteriormente citadas (fórmula Karnoven-Tanaka por ejemplo).

Métodos de entrenamiento aplicables son METODO CONTINUO EXTENSIVO, CONTINUO INTENSIVO Y VARIABLE. El método
continuo extensivo es fisiológicamente el más eficiente. Aunque también se realicen a la vez cargas intermitentes al principio del
entrenamiento y diversos estudios han demostrado la eficacia de dichos métodos intermitentes para obtener y/o mantener un nivel óptimo
de fitness cardiovascular.

No es eficiente 1 sesión semana ni 10´ (calentamiento-adaptación), pudiendo ser interesante con vistas a incrementar el gasto energético
el destinar un volumen de entrenamiento de baja-media intensidad en la fase final del entrenamiento, tras el trabajo muscular.

El gasto energético de la carga mínima es de aproximadamente 800-900 Kcal/semana.

Para conseguir condiciones favorables para metabolismo de las grasas se requiere un mínimo de 2-4 horas de volumen carga por semana
(Zintl, 1991)

A nivel energético se alcanza prevención óptima cuando se convierten unas 3.000 Kcal por semana o cuando el gasto calórico diario en
actividad física se sitúe en unos 350-400 Kcal/día.

Estudios fisiológicos demostraron que la frecuencia de entrenamiento se debe situar en un mínimo de 3 sesiones por semana (Zintl, 1991)

En la ficha de programación de entrenamiento que proponemos podemos ver cómo debemos indicar: Sesiones en la semana, medios
(bicicleta, remo, step, ski, etc.), volumen (normalmente en tiempo), Intensidad (preferiblemente en frecuencia cardiaca) e igualmente un
apartado para contemplar también el número y tipo de clases colectivas a las que asiste.

4.1.4.10 Fitness metabólico y composición corporal


Denominamos METABOLISMO a los cambios de substancias y/o transformaciones de
materia y energía que se producen en el organismo (Meléndez, 1995). Por lo tanto, el
fitness metabólico buscará una optimización en el funcionamiento orgánico referente al
intercambio, transformación y utilización energética, estando en estrecha e indisoluble
relación con aspectos cardiovasculares y respiratorios.

El término fitness metabólico fue introducido por Deprés et al (en ACSM, 1998) para
describir el estado de los sistemas metabólicos y las variables predictivas del riesgo de
diabetes y enfermedad cardiovascular que se pueden alterar favorablemente con el
incremento de la actividad física o el ejercicio regular de resistencia sin requerimiento de
un incremento del VO2 máx causado por el entrenamiento.

Por tanto, el objetivo en el mantenimiento-mejora del nivel de fitness metabólico va implícito en el propio del programa de entrenamiento
cardiovascular, así como asegurar un ligero aumento del metabolismo basal, optimización metabólica en la utilización de energía y
mantenimiento en los niveles óptimos de composición corporal (relación %grasa-masa muscular).

Cómo veremos a continuación, se hace necesario "transmitir" y aplicar la integración de todos los niveles de fitness (especialmente el
muscular...) para lograr objetivos como la reducción de peso graso o la prevención de determinadas enfermedades osteo-articulares.

4.1.4.11 Fitness muscular


Durante muchos años se ha desarrollado programas de trabajo en fitness (clases de fitness) donde "normalmente" existían fases de
trabajo de tonificación muscular, sin embargo, en la actualidad, podemos encontrar clases de aeróbic exclusivamente (sin trabajo de
tonificación), además de que dichas fases se han "llevado" a clases exclusivas con sobrecargas (P.U.M.P, GAP, etc.).

Si bien la mortalidad es debida en gran parte a enfermedades cardiovasculares, la calidad de vida, lo cotidiano, viene dado por la
integridad del aparato locomotor (López Miñarro, 199). Ello nos debe hacer ser conscientes de la importancia del fitness global
(especialmente no solo el cardiovascular, sino también y de forma necesaria el muscular y anatómico).

El entrenamiento de fuerza, especialmente cuando forma parte de un programa de fitness global (que contiene también actividades
aeróbicas y trabajo de flexibilidad), reduce la presencia de los factores de riesgo asociados con la enfermedad cardiovascular; facilita la
pérdida y/o el control del peso y aumento de masa muscular, conserva la capacidad funcional motriz y fomenta el bienestar psicológico
(Jiménez de Paz, 2003)

Aunque ya Joe Weider (mediados de los '40) en el origen


del culturismo o bodybuilding estableció el denominado
""sistema Weider" (Tous, 1999) o "principios Weider",
pudiéndose observar un intento por planificar, clasificar y
ayudar al diseño de programas de entrenamiento, su
planificación y programación, consideramos, al igual que
autores como Tous, que su única aportación real ha sido la
rutina dividida (la mayoría de propuestas ya estaban
establecidas por autores como Matveev en el mundo del
entrenamiento deportivo).

En el entrenamiento de fuerza es fácil progresar en los


primeros ciclos de trabajo, pero esto no nos debe
confundir en el momento de dosificar las cargas. Se deben
respetar las exigencias de entrenamiento, los esfuerzos
que se exigen en cada etapa de la vida deportiva. Esto no
significa que el progreso sea menor, sino que tanto a corto
como a largo plazo será mayor (González Badillo, 1997).
Debemos pues intentar no "matar moscas a cañonazos"
empleando cargas excesivas cuando podríamos utilizar
cargas menores para obtener mejoras, de lo contrario
estamos hipotecando la capacidad de adaptación del
individuo.

Cualquier entrenamiento puede ser efectivo durante unas


semanas o meses, pero la progresión durante años, la
mejora de la técnica y la salud músculo-articular es más
probable que se consigan con un entrenamiento racional.

La Magnitud de las cargas en el entrenamiento dependen


del VOLUMEN, LA INTENSIDAD, EL CARÁCTER DE
ESFUERZO, METODOLOGIA Y ORGANIZACIÓN Y EL TIPO DE EJECUCION (recordar que la densidad serviría para establecer un nivel
de cargas en un ciclo de entrenamiento).

4.1.4.12 Observaciones sobre el entrenamiento de fitness muscular


Las pesas y las mancuernas permiten una gran variedad y multiplicidad en el entrenamiento de la fuerza (García Manso, 1999), haciendo
participar una mayor masa muscular en el movimiento merced a la participación de agonistas, fijadores y sinergistas (integración),
favoreciendo la dinámica global del gesto y sus factores cinestésicos (García Manso, 1999). Por tanto, podríamos establecer que se
consigue una mayor actividad muscular (entre otras mejoras como mayor capacidad kinestésica y propioceptiva, control muscular, etc.) en
relación con otros métodos como las máquinas de musculación.

Por el contrario, las máquinas permiten el desarrollo del ejercicio de manera mucho más segura. El riesgo que potencialmente puede
suponer entre iniciados y poco entrenados es un factor a considerar por el técnico que debería proceder a un acondicionamiento general
previo por medio de métodos menos intensos y a la enseñanza adecuada de la técnica de los diferentes movimientos a realizar con los
pesos libres.

Las máquinas, por el contrario, nos pueden ayudar a buscar acciones más
"localizadas" sobre determinada musculatura lo cual, además, puede ser interesante
para ciertos métodos de pre-post fatiga, localización, etc...

Es interesante seguir el principio SPLIT (rutinas divididas): dividir el entrenamiento


semanal en por ejemplo MS (miembro superior) y MI (miembro inferior) o en 2-3
sesiones diarias más cortas (Tous, 2000), aunque, tal y como hemos indicado en
principio, sería interesante buscar un entrenamiento que partirá de un trabajo general
de acondicionamiento (trabajo con cargas bajas y gran número de grupos musculares
involucrados), para progresar con entrenamientos en progresión horizontal (se cambia
de ejercicio) hasta llegar a entrenamiento muy localizados y en progresión vertical
(completando las series de un ejercicio para pasar al siguiente).

Dependiendo del tiempo de descanso diferenciamos splits de diferentes vías:

• Splits de 2 vías: En el doble split se divide los grupos musculares en 2 rutinas:


pares una e impares otra (con días de descanso el séptimo)

• SPLITS DE 3-4 VIAS: se diseñan 3-4 rutinas que incluyan grupos musculares
diferentes, se incluye un día de descanso el 4-5 día y se vuelve a repetir la
dinámica.

Una variante es el BLITZ, trabajar en cada sesión sólo una parte del cuerpo (culturistas lo utilizan previo a una competición).

Ejemplo de 6 sesiones de rutina dividida (splits) a partir 5-6 día repite rutina (Grosser y Muller, 1989 en Tous, 2000)

Es necesario, igualmente, prescribir entrenamiento de fuerza complementaria-profiláctica, sobre todo destinado al fortalecimiento de la
musculatura abdominal, así como, si fuese conveniente, la musculatura fijadora de la escápula y rotadores externos del MS, al fin de
prevenir futuros problemas y lesiones por el entrenamiento con sobrecargas.

4.1.4.13 Fitness anatómico-estructural


Se refiere, fundamentalmente al mantenimiento de un adecuado equilibrio
muscular, evitando rigideces y acortamientos, y por lo tanto al
mantenimiento de niveles adecuados de movilidad articular y flexibilidad.

Se deben programar sesiones específicas de flexibilidad mediante métodos


pasivos-estáticos y otros como el Streching global-activo (por ejemplo).
Además, las sesiones específicas de flexibilidad deben dirigirse a "relajar" y
evitar acortamientos de la musculatura tónica y de prestación (aquella que
por nuestra actividad diaria esté hipertonificada).

Igualmente se deben indicar los estiramientos intra-sesión, especialmente


los estiramientos post-ejercicio (tras cada ejercicio), ya que a este respecto,
si el trabajo de hipertrofia se realiza con máxima amplitud de recorrido y
además, se practican los estiramientos se pueden conseguir efectos
suplementarios sobre los sarcómeros. Los estiramientos también producen
un incremento significativo en el índice de la síntesis de proteínas del
músculo, así como un incremento del número de sarcómeros en serie
(Goldspink, 1992 en Badillo, 1996).

Se considera el microciclo compuesto por cinco días (LUNES A VIERNES) no se contabilizan fines de semana

4.1.5 Niveles de intensidad del entrenamiento


Cuando realizamos un entrenamiento, en este caso de fuerza o de resistencia, estos esfuerzos estarán relacionados con los procesos
metabólicos de obtención de energía.

Se han establecido 5 niveles de entrenamiento, ya que, de acuerdo con el tipo de entrenamiento, tanto la fuerza como la resistencia
estarán comprendidas en alguno de estos niveles, enumerados del 1 a) 5 según tiempo necesario para producir una adecuada
recuperación.

4.1.5.1 Entrenamiento de tolerancia láctica


Este tipo de trabajo tiene por objetivo entrenar al organismo para producir y tolerar importantes niveles de ácido láctico, con obtención de
energía a partir de la glucólisis.

Sin Jugar a dudas, este es el nivel más exigente y el que Larda más en recuperarse. Debido a la alta intensidad del esfuerzo, son
reclutadas mayoritariamente las fibras FT, lo que produce valores muy altos <le ácido láctico.

4.1.5.2 Entrenamiento a nivel del segundo umbral del lactato


El objetivo de este tipo de trabajo es mejorar la intensidad de esfuerzo máxima, donde la producción láctica es igual a la remoción y
cualquier intensidad superior traerá aparejado un aumento desproporcionado de los niveles lácticos.

Entrenamiento del sistema del fosfágeno Aquí se busca aumentar el rendimiento deportivo en actividades de máxima intensidad y muy
corta duración. En este caso, la fatiga producida está localizada fundamentalmente a nivel del sistema nervioso central.

4.1.5.3 Entrenamiento a nivel del primer umbral del lactato


Son trabajos realizados sobre largas distancias, a baja intensidad. E] nivel mínimo de esfuerzo es aquel donde los valores lácticos
aumentan con respecto a los de reposo. En distancias menores, muchas veces es utilizado como trabajo regenerativo.

Un ejemplo del nivel de intensidad puede ser: en atletismo, pasadas de 400 metros a la máxima o casi máxima velocidad posible,
seguidos de una pausa de 5 minutos. Aplicado al gimnasio, un ejemplo sería un trabajo en circuito, realizado a máxima velocidad, en
estaciones, con un tiempo de duración de 30 segundos de escuerzo seguidos de una pausa de 15 segundos. Respecto del VO2máx un
trabajo de 6 minutos a la máxima velocidad posible es un buen ejemplo. En el gimnasio, encontrar justo este nivel de intensidad es más
complicado, pero circuitos de 40 segundos, seguidos por 20 segundos de pausa, estarán muy cerca de esta intensidad. Con referencia al
segundo umbral del lactato, este puede quedar ejemplificado en un trote, tratando de recorrer la mayor distancia posible, con una
duración cercana a los 25 a 30 minutos. En el nivel 4, los tipos de trabajo pueden ser: piques de 50 menos a máxima intensidad, se guidos
de pausas recuperadoras. En gimnasio, este tipo de trabajo está representado por un ejercicio de fuerza veloz cuyas series no posean más
de 3 repeticiones cada una. Un buen ejemplo de entrenamiento a nivel del primer umbral es un trote continuo de baja intensidad durate
una hora.

Con la intención de realizar un análisis más detallado, Navarro Valdivieso y Verdugo Delmas (2002, 2009) proponen para el entrenamiento
de resistencia 9 niveles de intensidad que se denominan, desde el nivel de intensidad más baja hasta las actividades de intensidad más
alta, de la siguiente manera:

Nivel 1, aeróbico regenerativo:

En este caso, el ejercicio que se realiza en este nivel (inferior en intensidad que el nivel del primer umbral) no produce adaptación en el
entrenamiento.

Su efecto está limitado a regenerar y acelerar los procesos de recuperación, como así también a realizar una entrada en calor y vuelta a la
calma.

Nivel 2, aeróbico lipolítico (resistencia aeróbica extensiva):

La intensidad en este nivel es baja, por lo que permite obtener energía a partir de la oxidación de las grasas y posibilita una utilización a
favor de los lípidos por sobre el glucógeno.

Fundamentalmente, se utiliza en deportes de larga y muy larga duración.

Nivel 3, aeróbico glucolítico (resistencia aeróbica intensiva):

Este nivel se encuentra a la altura del segundo umbral. La energía utilizada es a expensas del metabolismo (glucólisis lenta o aeróbica) de
los hidratos de carbono. Los valores lácticos se mantienen relativamente estables.

Nivel 4, capacidad aeróbica (resistencia mixta extensiva):

Este trabajo está situado por encima de la intensidad del segundo umbral.

Participan no solo las fibras ST (donde tienen lugar en sus mitocondrias los procesos oxidativos), sino también, a causa de la exigencia en
la fuerza aplicada, las fibras Fr. donde tendrán Jugar los procesos lácticos, siendo el límite de duración para sostener un esfuerzo en el
VO2máx.

Nivel 5, potencia aeróbica (resistencia mixta intensiva):

Este nivel coincide con el VO2máx, es decir, la máxima intensidad de esfuerzo en la cual se obtiene energía predominantemente a
expensas del sistema oxidativo. Aquí, la intensidad es alta y los valores de ácido láctico van en constante ascenso.

Nivel 6, capacidad láctica (resistencia anaeróbica láctica extensiva):

Este trabajo es realizado por encima del VO2máx, y el sistema glucolítico es el más utilizado para realizar este tipo de esfuerzo. En este
caso, como la intensidad es muy alta, intervienen principalmente las fibras FT y se alcanzan niveles elevados de lactato, lo que representa
esfuerzos a máxima intensidad con una duración de aproximadamente 1 minuto.

Nivel 7, potencia láctica (resistencia anaeróbica láctica intensiva):


El sistema del lactato es empleado en su máxima intensidad, con una gran producción de este metabolito (se miden los valores más
elevados). El tiempo de esfuerzo oscila entre los 40 y los 45 segundos.

Nivel 8, capacidad ATP·PC (resistencia anaeróbica aláctica extensiva):


Son ejercicios a la máxima intensidad, donde se obtiene energía principalmente del fosfágeno, con una depleción de estos y una
participación muy limitada del lactato. Este tipo de esfuerzo no se extiende más allá de los 10 segundos.

Aunque este nivel es denominado muchas veces aláctico, después de realizar un trabajo a esta intensidad (por ejemplo, un pique de 100
metros), podemos constatar la producción de ácido láctico.

Nivel 9, potencia ATP·PC:


Demarcación de las máximas prestaciones neurales que corresponde a esfuerzos como un salto, un arranque, un pique de 10 metros,
donde la intensidad es máxima y el esfuerzo no dura más de 3 o 4 segundos.

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