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Introducción
Son alteraciones de las vías urinarias que ocurren durante el desarrollo embrionario, debido a
factores genéticos, medioambientales, y en algunos casos desconocidos. Las malformaciones
congénitas más comunes incluyen: Duplicación ureteral, Ureterocele y Uréter ectópico.
DUPLICACIÓN URETERAL
El uréter es un conducto que lleva la orina del riñón a la vejiga. Habitualmente cada riñón tiene
un uréter, en la Duplicación ureteral el riñón tiene dos uréteres que llegan a la vejiga.
Se divide en completo si los dos uréteres están separados en todo su recorrido y llegan por
separado a la vejiga, y en incompleto si los uréteres se unen en un solo conducto antes de
llegar a la vejiga.
Se asocia a otras malformaciones como el Ureterocele y el Uréter ectópico.
URETEROCELE
Es una dilatación en forma de saco de la zona distal del uréter donde se conecta a la vejiga,
puede interferir con el flujo urinario. Es más frecuente en las niñas.
Hay dos tipos, Ortotópico, es decir que está localizado completamente dentro de la vejiga, y
Ectópico, que se extiende al cuello de la vejiga o a la uretra.
Después del nacimiento, las niñas presentan en la exploración Ureterocele en el meato uretral
(orificio), y los niños pueden presentar retención urinaria aguda, se puede asociar a dilatación
renal.
Si el diagnóstico es tardío puede presentarse con dificultad para orinar, urgencia con la micción
y reflujo vesicoureteral (el flujo urinario va de la vejiga hacia el uréter).
URÉTER ECTÓPICO
Es el uréter que conecta el riñón a un sitio diferente a la vejiga. Es más común en niñas. Puede
cursar sin síntomas. En muchos casos se asocia a duplicación ureteral.
La localización varía dependiendo del sexo, en niños el uréter distal desemboca en la uretra
cerca de la próstata o de las glándulas que producen el semen, en niñas puede desembocar en
la uretra, en el cuello uterino, en el útero o en las trompas de Falopio.
Los síntomas dependen de la edad y del sexo, en recién nacidos puede aparecer pus en la orina
o signos de infección urinaria, en niñas pequeñas puede haber perdida de orina después de la
micción o presencia de orina en la vagina o cerca de la uretra, y en niños preadolescentes
epididimitis o prostatitis.
Las anomalías de las vías urinarias predisponen a los pacientes a muchas complicaciones, como
infección urinaria, obstrucción, estasis, formación de cálculos y alteraciones de la función
renal. Las anomalías congénitas de las vías urinarias que se analizan aquí son:
Anomalías vesicales
Las anomalías congénitas vesicales suelen asociarse con otras malformaciones urogenitales.
Pueden causar infección, retención, incontinencia y reflujo. Las anomalías sintomáticas pueden
requerir cirugía.
Divertículo vesical
Extrofia vesical
En la extrofia, hay una falla de cierre de la línea media desde el ombligo hasta el perineo,
resultando en una continuidad de la mucosa vesical con la piel abdominal, la separación de la
sínfisis púbica, y epispadias o genitales bífidos. La vejiga está abierta en la región suprapúbica y
la orina filtra por la abertura vesical en lugar de salir por la uretra. Pese a la gravedad de la
deformidad, suele haber función renal normal.
Epispadias. Esta es la forma menos grave del complejo de extrofia-epispadias vesical, en la que
el tubo para expulsar la orina (uretra) no se desarrolla completamente.
Extrofia vesical. Este defecto provoca que la vejiga se forme en el exterior del cuerpo. La vejiga
también está al revés. Normalmente, la extrofia vesical afecta los órganos del tracto urinario,
además de los sistemas digestivo y reproductor. Pueden ocurrir defectos en la pared
abdominal, la vejiga, los genitales, los huesos pélvicos, la sección final del intestino grueso
(recto) y la apertura al final del recto (ano).
Los niños con extrofia vesical también tienen reflujo vesicouretral. Esta afección provoca que la
orina circule en la dirección opuesta, desde la vejiga hacia atrás en dirección de los conductos
que conectan los riñones (uréteres). Los niños con extrofia vesical también tienen epispadias.
Extrofia cloacal. La extrofia cloacal es la forma más grave del complejo de extrofia-epispadias
vesical. En esta afección, el recto, la vejiga y los genitales no se separan completamente a
medida que el feto se desarrolla. Estos órganos pueden no estar correctamente formados, y
los huesos pélvicos también se ven afectados.
Los riñones, la columna vertebral y la médula espinal también pueden verse afectados. La
mayoría de los niños con extrofia cloacal tienen anormalidades en la columna vertebral,
incluida la espina bífida. Los niños que nacen con órganos abdominales sobresalientes
probablemente también tengan extrofia cloacal o vesical.
Causas
Los médicos no están seguros de qué causa la extrofia vesical. Los investigadores creen que
probablemente influya una combinación de factores genéticos y ambientales.
Lo que se sabe es que a medida que el feto crece, una estructura llamada la cloaca (donde se
juntan las aberturas reproductivas, urinarias y digestivas) no se desarrolla adecuadamente en
los bebés que desarrollan extrofia vesical. Los defectos en la cloaca pueden variar mucho
según la edad del feto cuando se produce el error en el desarrollo.
Factores de riesgo
Antecedentes familiares. Los primogénitos, los hijos de un padre con extrofia vesical o los
hermanos de un niño con extrofia vesical tienen una mayor probabilidad de nacer con esta
afección.
Raza. La extrofia vesical es más común en los blancos que en otras razas.
Uso de reproducción asistida. Los niños nacidos mediante tecnología de reproducción asistida,
como la fecundación in vitro, tienen un mayor riesgo de sufrir extrofia vesical.
Complicaciones
Sin cirugía
Sin tratamiento, los niños con extrofia vesical no podrán retener la orina (incontinencia
urinaria). También corren el riesgo de sufrir disfunciones sexuales y tienen un mayor riesgo de
tener cáncer de vejiga.
Después de la cirugía
La cirugía puede reducir las complicaciones. El éxito de la cirugía depende de la gravedad del
defecto. Muchos niños que se someten a una reparación quirúrgica son capaces de retener la
orina. Los niños pequeños con extrofia vesical pueden caminar con las piernas un poco giradas
hacia fuera debido a la separación de los huesos pélvicos.
Las personas que nacen con extrofia vesical pueden tener un funcionamiento sexual normal,
que incluye la capacidad de tener hijos. Sin embargo, el embarazo será de alto riesgo tanto
para la madre como para el bebé, y puede ser necesario un parto por cesárea planificado.
Diagnóstico
Huesos púbicos (parte de los huesos de la cadera que forman la pelvis) que están separados
A veces la afección no puede verse hasta después de que el bebé nazca. En un recién nacido,
los médicos buscan:
El tamaño de la porción de la vejiga que está abierta y expuesta al aire
Cuánto se separan los huesos púbicos, y con qué facilidad se mueve la pelvis
Tratamiento
Después del parto, la vejiga se cubre con un apósito de plástico transparente para protegerla.
Los niños que nacen con extrofia vesical son tratados con cirugía reconstructiva después del
nacimiento. Estas son las metas generales de la reconstrucción:
Crear órganos sexuales externos (genitales externos) que se vean y funcionen aceptablemente
La mayoría de las cirugías para recién nacidos incluyen la reparación de los huesos pélvicos. Sin
embargo, los médicos pueden optar por no hacer esta reparación si el bebé tiene menos de 72
horas de edad, la separación pélvica es pequeña y los huesos del bebé son flexibles.
Reparación por etapas. El nombre completo de este enfoque es la moderna reparación por
etapas de la extrofia vesical. La reparación por etapas implica tres operaciones. Una se hace
dentro de las 72 horas después del nacimiento, otra a los 6 a 12 meses, y la última a los 4 a 5
años.
Seguimiento quirúrgico
Control del dolor. Los médicos pueden colocar un tubo delgado en el canal espinal durante la
cirugía para administrar analgésicos directamente en el área que se necesita. Esto permite un
control del dolor más consistente y un menor uso de medicamentos opioides.
Después de la cirugía, la mayoría de los niños, pero no todos, podrán lograr la continencia. A
veces los niños necesitan que se les inserte un tubo en la vejiga para extraer la orina
(cateterismo). Es posible que se necesiten cirugías adicionales a medida que tu hijo crezca.
Síndrome de megavejiga
En este síndrome se observa, por lo general en niñas, una vejiga grande, lisa, de pared delgada,
sin obstrucción evidente del tracto de salida. No se conoce bien el síndrome de megavejiga.
Puede ser una manifestación de un defecto mioneural primario, en especial cuando también
hay obstrucción intestinal (p. ej., megavejiga-microcolon, síndrome de hipoperistaltismo
intestinal).
La ecografía con la vejiga vacía puede mostrar una vía alta de aspecto normal, pero la
cistouretrografía miccional puede revelar reflujo con dilatación masiva de la vía superior.
El reimplante ureteral puede ser eficaz, aunque algunos pacientes se benefician con profilaxis
antibacteriana, micción programada con modificación conductual o cateterismo intermitente.
Vejiga neurogénica
El nombre de síndrome del abdomen en ciruela pasa procede del aspecto arrugado
característico de la pared abdominal en los recién nacidos. No se conoce con certeza la causa
de este síndrome congénito, que afecta fundamentalmente, aunque no en forma exclusiva, a
varones.
El diagnóstico del síndrome de abdomen en ciruela pasa suele realizarse durante la ecografía
prenatal sistemática. Además de la ecografía posnatal, la evaluación adicional incluye
cistouretrografía miccional, ecografía o gammagrafía renal.
Las anomalías de la vía urinaria pueden requerir reconstrucción quirúrgica a cielo abierto. Si no
es necesaria una intervención urinaria, se realiza la orquidopexia junto con una
abdominoplastia.
Anomalías renales
El tracto urinario es una ubicación frecuente de las anomalías congénitas de diversa
importancia. Muchas anomalías son asintomáticas y diagnosticadas mediante ecografía
prenatal o parte de una evaluación de rutina para otras anomalías congénitas. Otras anomalías
se diagnostican durante la evaluación de una obstrucción de las vías urinarias, una infección
urinaria o un traumatismo.
Riñones
Hígado
Por lo general, los riñones están muy agrandados y contienen quistes pequeños; la
insuficiencia renal es frecuente en la infancia.
Los recién nacidos afectados presentan abdomen protuberante con riñones enormes, firmes,
lisos y simétricos. Si el compromiso es grave, suele haber hipoplasia pulmonar secundaria a los
efectos intrauterinos de la disfunción renal y el oligohidramnios.
Muchos recién nacidos mueren en los primeros días o semanas de vida por insuficiencia
respiratoria. De los que sobreviven, la mayoría presenta insuficiencia renal progresiva que
suele requerir tratamiento de reemplazo renal. La experiencia con trasplante renal, con o sin
trasplante hepático, es limitada. Cuando se realiza el trasplante, debe controlarse la presencia
de hiperesplenismo para evitar la dificultad de la leucopenia inducida por hiperesplenismo,
que aumenta el riesgo de infección sistémica. La hipertensión portal puede tratarse mediante
derivaciones portocava o esplenorrenal, que reducen la morbilidad pero no la mortalidad.
En las anomalías por fusión, los riñones están unidos, pero los uréteres ingresan en la vejiga
uno a cada lado. Estas anomalías aumentan el riesgo de obstrucción de la unión pieloureteral,
reflujo vesicoureteral, displasia renal quística congénita y lesión por traumatismo abdominal
anterior.
El riñón en herradura, la anomalía por fusión más frecuente se produce cuando el parénquima
renal a cada lado de la columna vertebral se une por los polos correspondientes (en general,
los inferiores); un istmo de parénquima renal o tejido fibroso establece la unión en la línea
media. Los uréteres transcurren en sentido medial y anterior sobre el istmo y, por lo general,
el drenaje es bueno. La obstrucción, si existe, suele ser secundaria a la inserción de los
uréteres en la parte alta de la pelvis renal. La pieloplastia alivia la obstrucción y puede
realizarse sin resecar el istmo.
La ectopia renal fusionada cruzada es la segunda anomalía por fusión en orden de frecuencia.
El parénquima renal (que representa ambos riñones) se localiza a un lado de la columna
vertebral. Uno de los uréteres cruza la línea media e ingresa en la vejiga por el lado opuesto al
de los riñones fusionados. Cuando hay obstrucción de la unión pieloureteral, la pieloplastia es
el tratamiento de elección.
El riñón pelviano fusionado (riñón "en torta") es mucho menos frecuente. Consiste en un riñón
pelviano único con dos sistemas colectores y uréteres. Si hay obstrucción, es necesaria la
reconstrucción.
Malrotación
Por lo general, la malrotación tiene escasa significación clínica. La ecografía con frecuencia
muestra hidronefrosis. Se puede hacer una evaluación más profunda con una urografía por
resonancia magnética o una gammagrafía renal si se sospecha una posible obstrucción.
En esta enfermedad, existe una unidad renal no funcionante formada por quistes no
comunicantes con tejido sólido interpuesto compuesto por tejido fibroso, túbulos primitivos y
focos de cartílago. Por lo general, también se observa atresia ureteral. El riñón contralateral
suele ser normal, pero hasta el 10% de los pacientes puede tener reflujo vesicoureteral u
obstrucción de la unión pieloureteral. Con frecuencia, el riñón involuciona progresivamente y,
finalmente, ya no es visible en la ecografía. El desarrollo de tumores, infecciones, o
hipertensión es raro.
Agenesia renal
La agenesia renal unilateral representa alrededor del 5% de las anomalías renales. Muchos
casos son el resultado de la involución completa en el útero de un riñón displásico
multiquístico. Por lo general, se acompaña de agenesia ureteral, con ausencia del trígono y el
orificio ureteral homolaterales. Sin embargo, la glándula suprarrenal homolateral no se ve
afectada. No se requiere ningún tratamiento; la hipertrofia compensatoria del riñón solitario
mantiene una función renal normal. Debido a que los riñones comparten un origen
embriológico común con el conducto deferente y el útero, los niños pueden tener agenesia de
los conductos deferentes y las niñas pueden tener anomalías uterinas.
La causa de esta enfermedad es desconocida, aunque existen varios factores asociados a ella.
En primer lugar, anomalías cromosómicas ya que existe un componente genético asociado a la
enfermedad. También es una enfermedad presente en algunos tipos de trisomías. Además,
ciertos hábitos perjudiciales durante el embarazo aumentan la probabilidad de sufrir este
problema, como fumar, beber alcohol o tomar drogas en el embarazo. Lo que está claro es que
la agenesia renal ocurre por un fallo en el desarrollo embrionario, que hace que uno o ambos
riñones no se formen de manera adecuada.
Los síntomas o manifestaciones dependen de cada enfermo y de si están afectados los dos
riñones o no. La agenesia renal unilateral suele ser asintomática, aunque sí se pueden
encontrar señales, al nacer o más adelante, como presión arterial alta, orina con proteínas o
sangre, hinchazón en cara, manos o piernas.
Los bebés con agenesia renal bilateral nacen muy enfermos y no suelen vivir mucho tiempo.
Además, suelen manifestar el síndrome de Potter, que se detecta por tener los ojos muy
separados, las orejas bajas, nariz plana y ancha, mentón pequeño y defectos en brazos y
piernas.
Para confirmar el diagnóstico hace falta realizar ciertas pruebas como una ecografía renal, una
urografía intravenosa (inyectar contraste para estudiar el aparato urinario), o un TAC.
El tratamiento en caso de agenesia unilateral consiste en una dieta especial que ayude a
conservar sano el único riñón, incluyendo alimentos bajos en fosfatos y sal y sin casi grasas.
Además, habrá que administrar fármacos que ayuden a la función renal. Las personas con este
tipo de agenesia tienen un pronóstico de vida bueno y pueden llevar una vida prácticamente
normal.
Sin embargo, los enfermos con agenesia bilateral no suelen tener muchas esperanzas de vida.
Muchos fetos mueren dentro del útero y, los pocos que sobreviven al parto suelen presentar
otras malformaciones genéticas graves que hacen que mueran dos o tres semanas después de
nacer. No obstante, algunos bebés consiguen sobrevivir y tienen que estar enganchados a una
máquina de diálisis que realice el trabajo de los riñones hasta que consigan un trasplante renal
que les posibilite vivir fuera del hospital. Según la edad gestacional, el desarrollo pulmonar del
bebé y el estado de salud en general este tratamiento tendrá éxito o no.
Displasia renal
Ectopia renal
La ectopia renal (localización renal anormal) suele deberse a la falta de ascenso del riñón
desde su origen en la pelvis verdadera; el ascenso del riñon (riñón torácico) es una rara
excepción. La ectopia pelviana aumenta la incidencia de obstrucción de la unión pieloureteral,
reflujo vesicoureteral, y displasia renal multiquística.
La obstrucción y el reflujo grave pueden corregirse quirúrgicamente cuando esté indicado (si
causa hipertensión, infecciones recurrentes o retraso del crecimiento renal).
Hipoplasia renal
Por lo general, la hipoplasia se debe una ramificación inadecuada del esbozo ureteral que da
por resultado un riñón pequeño, hipodesarrollado, con nefrones histológicamente normales. Si
la hipoplasia es segmentaria, puede haber hipertensión, que a veces exige cirugía ablativa.
Debe estudiarse a los pacientes para evaluar reflujo vesicoureteral.
Anomalías ureterales
Las anomalías ureterales suelen asociarse a anomalías renales, pero pueden ser
independientes. Las complicaciones son:
Incontinencia urinaria (por terminación anormal del uréter en la uretra, el periné o la vagina)
Las aberturas de uréteres únicos o duplicados pueden estar mal ubicadas en la pared lateral de
la vejiga, distalmente a lo largo del trígono, en el cuello vesical, en la uretra femenina distal al
esfínter (lo que provoca incontinencia continua, pese a un patrón miccional normal), en el
aparato genital (próstata y vesícula seminal en el hombre, útero o vagina en la mujer) o
externamente. Los orificios ectópicos laterales suelen causar reflujo vesicoureteral, mientras
que los distales causan, más a menudo, obstrucción e incontinencia. Los casos de obstrucción
e incontinencia, y a veces el reflujo vesicoureteral, requieren tratamiento quirúrgico.
Uréter retrocavo
El desarrollo anómalo de la vena cava (vena cava preureteral) permite que la vena cava
infrarrenal se localice por delante del uréter (en general, del derecho); el uréter retrocavo del
lado izquierdo sólo se observa cuando persiste el sistema de la vena cardinal izquierda o
cuando hay situs inversus completo.
Puede observarse duplicación parcial o completa de uno o ambos uréteres con duplicación de
la pelvis renal homolateral. En la duplicación completa, el uréter del polo superior del riñón
desemboca en una localización más caudal que el orificio del uréter del polo inferior. Como
resultado, el polo inferior tiende a presentar reflujo y el polo superior tiende a presentar
obstrucción cuando la patología está presente. Puede haber ectopia o estenosis de uno o
ambos orificios, reflujo vesicoureteral hacia el uréter inferior o hacia ambos uréteres y
ureterocele. Puede requerirse cirugía en caso de obstrucción, reflujo vesicoureteral o
incontinencia urinaria. La duplicación incompleta rara vez tiene significación clínica.
Estenosis ureteral
La estenosis puede localizarse en cualquier segmento del uréter, la mayoría de las veces en la
unión pieloureteral y, con menor frecuencia, en la unión vesicoureteral (megauréter primario).
Las consecuencias son infección, hematuria y obstrucción. Las estenosis suelen disminuir a
medida que el niño crece.
Ureterocele
El prolapso del extremo inferior del uréter hacia la vejiga, con obstrucción puntiforme, puede
causar ectasia ureteral progresiva, hidronefrosis, infección, formación ocasional de cálculos y
alteración de la función renal. Las opciones de tratamiento para el ureterocele son incisión
transuretral endoscópica o reparación a cielo abierto.
En raras ocasiones, el ureterocele puede prolapsar más allá del cuello de la vejiga, causando
una obstrucción de la salida de la vejiga. En las niñas, esto puede manifestarse como una masa
interlabial.
Reflujo vesicoureteral
Etiología
La mayoría de las veces, el reflujo vesicoureteral se debe a una anomalía congénita del
desarrollo de la unión vesicoureteral. El desarrollo incompleto del túnel ureteral intramural
impide la formación del mecanismo de colgajo valvular normal en la unión vesicoureteral, lo
que permite el reflujo de orina de la vejiga hacia el uréter y la pelvis renal. Puede haber reflujo
aun cuando el túnel es suficiente en condiciones normales si la presión intravesical aumenta
debido a una obstrucción del tracto de salida de la vejiga o a una micción disfuncional. Una
micción disfuncional incluye micción infrecuente, estreñimiento, o ambos, lo que puede
prolongar la resolución del reflujo vesicoureteral.
Fisiopatología
El reflujo de orina de la vejiga al uréter puede lesionar la vía urinaria superior por infección
bacteriana y, en ocasiones, por aumento de la presión hidrostática. Las bacterias de la vía
urinaria inferior pueden transmitirse fácilmente por reflujo a las vías urinarias superiores, lo
que causa infección parenquimatosa recurrente con posible formación de cicatrices. La
cicatrización renal con el tiempo puede causar hipertensión y a veces disfunción renal. El
reflujo vesicoureteral es una causa frecuente de infecciones urinarias en niños; alrededor del
30-40% de los lactantes y niños pequeños con infecciones urinarias tiene reflujo
vesicoureteral.
Signos y síntomas
Por lo general, los niños presentan antecedentes de hidronefrosis fetal, infección urinaria febril
o se diagnostican al formar parte de una prueba de cribado para hermanos. En raras ocasiones,
los niños se presentan con hipertensión, que es más comúnmente una consecuencia a largo
plazo de cicatrices renales. Los niños con infección de vías urinarias pueden tener fiebre, dolor
abdominal o dolor en el flanco, disuria, frecuencia, urgencia, pérdida accidental de orina, o
rara vez hematuria.
Diagnóstico
Ecografía
En ocasiones, gammagrafía
Se realiza análisis de orina y cultivo para detectar infección. En los lactantes y niños de corta
edad, suele ser necesaria una muestra obtenida por sonda vesical.
La evaluación incluye ecografía de los riñones, los uréteres y la vejiga antes y después de la
micción, y luego CUGM fluoroscópica. La ecografía renal se utiliza para evaluar el tamaño de
los riñones, la presencia de hidronefrosis, y de cicatrización. La CUGM se utiliza para
diagnosticar reflujo vesicoureteral y evaluar otras anomalías de la vejiga. Puede usarse
cistografía isotópica (cistografía con radionúclidos) para controlar el reflujo. El compromiso de
la corteza renal por infección aguda o cicatrización se diagnostica mejor mediante
gammagrafía con succímero (ácido dimercaptosuccínico) cuando está indicada. Los estudios
urodinámicos, cuando son apropiados, pueden mostrar la presión intravesical elevada.
Los hallazgos de reflujo en la CUGM se clasifican en una escala de I a V (véase tabla Grados de
reflujo vesicoureteral). El grado de reflujo puede estar influenciado por la capacidad y la
dinámica vesicales.
Leve: grados I y II
Moderado: grado III
Grave: grados IV y V
Tratamiento
Control
Además, en los niños que controlan esfínteres, se debe evaluar en cada visita la presencia de
estreñimiento, micción infrecuente, incontinencia, urgencia urinaria y enuresis nocturna, que
son síntomas comunes de disfunción de eliminación, y se tratan según sea necesario con
modificación conductual o con medicamentos.
Las anomalías genitales pueden causar disfunción miccional o sexual, alterar la fertilidad,
causar dificultades psicosociales, o una combinación de estas. Las anomalías analizadas aquí
incluyen:
Criptorquidia
La criptorquidia afecta a alrededor del 3% de los recién nacidos de término y hasta al 30% de
los recién nacidos pretérmino; dos tercios de los testículos no descendidos descienden de
manera espontánea dentro de los primeros 4 meses de vida. Por consiguiente,
aproximadamente el 0,8% de los lactantes requieren tratamiento.
El ochenta por ciento de los testículos no descendidos son diagnosticados al nacer. El resto son
diagnosticados durante la infancia o la adolescencia temprana; éstas son causadas
generalmente por un adjunto gubernacular ectópico y se hacen evidentes después de un brote
de crecimiento somático.
Fisiopatología
Normalmente, los testículos se desarrollan a las 7-8 semanas de gestación y permanecen por
encima del anillo inguinal interno hasta alrededor de las 28 semanas, cuando inician su
descenso hacia el escroto guiados por mesénquima condensado (el gubernáculo). El comienzo
del descenso es mediado por factores hormonales (p. ej., andrógenos, factor de inhibición
mülleriano), físicos (p. ej., regresión del gubernáculo, presión intraabdominal) y ambientales
(p. ej., exposición materna a sustancias estrogénicas o antiandrogénicas).
Complicaciones
Etiología
La criptorquidia es casi siempre idiopática. Alrededor del 10% de los casos son bilaterales. En
los niños con fenotipo masculino y testículos bilaterales no palpables al nacer, la sospecha de
virilización femenina causada por hiperplasia suprarrenal congénita debe ser alta
(especialmente si también hay hipospadias).
Signos y síntomas
En alrededor del 80% de los casos, el escroto del lado afectado está vacío en el momento del
nacimiento; en los casos restantes, se palpa un testículo en el escroto en el momento del
nacimiento, pero parece ascender con el crecimiento lineal debido a una inserción ectópica del
gubernáculo que limita el "descenso" normal del escroto. La hernia inguinal asociada con
criptorquidia rara vez es sintomática, pero a menudo se detecta la persistencia del proceso
vaginal, sobre todo en lactantes (pero con menor frecuencia en aquellos con testículos no
descendidos ectópicos). En raras ocasiones, un testículo no descendido se manifiesta de
manera aguda debido a la torsión testicular.
Diagnóstico
Evaluación clínica
A veces laparoscopia
En todos los niños se debe hacer un examen testicular al nacer y luego anualmente para
evaluar la ubicación y el crecimiento testicular.
Tratamiento
Reparación quirúrgica
En caso de un testículo palpable no descendido, el tratamiento es la orquidopexia quirúrgica,
en la que se lleva el testículo al escroto donde se lo fija mediante suturas; se repara una hernia
inguinal asociada.
La cirugía debe realizarse alrededor de los 6 meses en recién nacidos de término y al año en
recién nacidos pretérmino porque la intervención temprana mejora el potencial de fertilidad y
puede reducir el riesgo de cáncer. Asimismo, cuanto menor es la talla del niño, menor es la
distancia necesaria para ubicar el testículo en el escroto.
Esta anomalía consiste en un encorvamiento lateral, o una rotación del pene, que es más
evidente durante la erección y se debe a tejido fibroso localizado a lo largo del trayecto
habitual del cuerpo esponjoso, o a una diferencia de tamaño entre los dos cuerpos cavernosos.
El encordamiento peneano puede asociarse con hipospadias. Una deformidad grave puede
requerir corrección quirúrgica.
Epispadias
La uretra se abre en el dorso del glande o del cuerpo del pene o en la unión del pene con el
pubis. En las niñas, la uretra se abre entre el clítoris y los labios o en el abdomen. Las
epispadias pueden ser parcial (en el 15% de los casos) o completo; la forma más grave es la
asociada con extrofia vesical. Los signos y síntomas de las epispadias son incontinencia, reflujo
e infección urinarios.
Pruebas y exámenes
Abertura anormal del cuello de la vejiga hasta la zona por encima de la abertura normal de la
uretra
Incontinencia urinaria
Infecciones urinarias
Examen de sangre
Pielografía intravenosa (PIV), una radiografía especial de los riñones, la vejiga y los uréteres
Radiografía de la pelvis
Tratamiento
Las personas que tengan un caso más que leve de epispadias necesitarán cirugía.
El escape de orina (incontinencia) a menudo se puede reparar al mismo tiempo; sin embargo,
puede ser necesaria una segunda cirugía, ya sea inmediatamente después de la primera o en el
futuro.
Expectativas (pronóstico)
Hipospadias
Esta anomalía es causada por falta de tubulización y fusión del surco uretral. Casi siempre
afecta a varones, en quienes la uretra se abre en la parte inferior del cuerpo del pene, en la
unión de éste con el escroto, entre los pliegues escrotales o en el periné. El prepucio no es
circunferencial y adopta la forma de un capuchón dorsal. El hipospadias suele asociarse con
encordamiento peneano.
El pronóstico de la corrección funcional y estética es bueno. La cirugía ambulatoria alrededor
de los 6 meses de edad consiste en la construcción de una neouretra usando piel del cuerpo
del pene o del prepucio y reparación del encordamiento.
Diagnóstico
El pediatra de tu hijo puede diagnosticar el hipospadias sobre la base de una exploración física.
Es probable que te derive a un cirujano que se especializa en afecciones genitales y urinarias
(urólogo pediátrico) para más evaluaciones. Los centros médicos que cuentan con equipos
especializados pueden ayudarte a evaluar las opciones y brindarte tratamiento experto.
Cuando el orificio de la uretra es anormal y no se pueden palpar los testículos en el examen, tal
vez sea difícil determinar si los genitales son claramente masculinos o femeninos (genitales
ambiguos). En este caso, es recomendable que un equipo multidisciplinario realice más
evaluaciones.
Tratamiento
Algunos tipos de hipospadias son muy leves y no requieren cirugía. Sin embargo, el
tratamiento generalmente incluye cirugía para reubicar el orificio de la uretra y, si es
necesario, enderezar el cuerpo del pene. Por lo general, la cirugía se realiza cuando el niño
tiene entre 6 y 12 meses.
Cirugía
La mayoría de los tipos de hipospadias se pueden corregir en una única cirugía que se realiza
de manera ambulatoria. En algunos tipos de hipospadias, será necesario realizar más de una
cirugía para corregir el defecto.
Cuando el orificio uretral está cerca de la base del pene, es posible que el cirujano tenga que
usar injertos de tejido del prepucio o de la parte interior de la boca para reconstruir el
conducto urinario en la posición correspondiente y corregir el hipospadias.
Resultados de la cirugía
En la mayoría de los casos, la cirugía da resultados muy satisfactorios. Casi siempre, el pene
luce normal después de la cirugía, y también se normalizan la función urinaria y la sexual.
En ocasiones, se hace un agujero (fístula) a lo largo de la parte inferior del pene, donde se creó
la nueva vía urinaria, lo que produce la pérdida de orina. Rara vez, se presenta algún problema
con la cicatrización. Estas complicaciones pueden requerir una cirugía adicional para la
reparación.
Atención de seguimiento
Fimosis y parafimosis
La fimosis, la anomalía peniana más frecuente, es la constricción del prepucio que impide su
retracción sobre el glande; puede ser congénita o adquirida.
Un frenillo muy apretado puede evitar la retracción completa del prepucio o causar dolor o
sangrado con la retracción o erección del prepucio. La frenulectomía puede ser suficiente para
resolver los síntomas si los pacientes no desean la circuncisión.
La agenesia, la duplicación y el linfedema del pene son anomalías menos frecuentes. Muchas
malformaciones también se acompañan de anomalías uretrales o de otro tipo, por ejemplo, la
extrofia. El tratamiento de la mayoría de las anomalías es quirúrgico.
Anomalías uretrales
Estenosis uretral
La estenosis uretral causa obstrucción en alguna parte de la longitud de la uretra. Casi siempre
afecta a varones, suele ser adquirida y en general se debe a una lesión por aplastamiento tras
un traumatismo en silla de montar. Las estenosis uretrales también pueden ser iatrogénicas y
ocurrir después de la cirugía, más comúnmente después de la reparación de hipospadias, o
después de un cateterismo traumático. La estenosis congénita de la uretra puede manifestarse
de manera similar a las válvulas uretrales y puede diagnosticarse por ecografía prenatal o, en
el período posnatal, por signos y síntomas de obstrucción del tracto de salida o persistencia del
uraco; se confirma por uretrografía retrógrada. El tratamiento inicial suele ser la uretrotomía
endoscópica, aunque a veces es necesaria una uretroplastia a cielo abierto.
Válvulas uretrales
En los varones, los pliegues en la uretra posterior pueden actuar como válvulas que
obstaculizan el flujo de orina. Las secuelas urológicas de las válvulas uretrales incluyen
dificultad para iniciar la micción, un chorro urinario débil, infecciones urinarias, incontinencia
por rebosamiento, disfunción miogénica de la vejiga, reflujo vesicoureteral, lesión de la vía
urinaria superior, e insuficiencia renal. Las válvulas en ocasiones se asocian a persistencia del
uraco. Debido a que la excreción de orina fetal contribuye al líquido amniótico, una
obstrucción uretral severa puede causar disminución de líquido amniótico (oligohidramnios),
que puede causar hipoplasia e hipertensión pulmonares consiguiente, hipoplasia pulmonar, o
insuficiencia respiratoria. La hipertensión pulmonar puede causar luego hipertensión
sistémica. Los casos graves pueden resultar en muerte perinatal.
La cirugía (en general, por vía endoscópica) se realiza en el momento del diagnóstico para
prevenir el deterioro renal progresivo. Si la ablación endoscópica de la válvula no es factible,
está indicada una vesicostomía provisoria.
Una anomalía mucho menos frecuente, el divertículo de la uretra anterior, puede actuar como
una válvula (válvula uretral anterior). Esta anomalía se trata con frecuencia por vía
endoscópica y, en ocasiones, mediante reconstrucción abierta.
Prolapso uretral
El prolapso uretral es la protrusión de una pequeña porción de la uretra distal fuera del meato.
El prolapso ocurre principalmente en niñas, más comúnmente de etnia negra. Puede aparecer
en la lactancia o más tarde en la infancia y generalmente se manifiesta como una masa
interlabial. Cuando se produce un prolapso uretral, la abertura de la uretra se asemeja a una
rosquilla con el meato ubicado en el centro. Puede irritarse y causar dolor y/o sangrado. El
tratamiento suele ser conservador con una crema tópica de estrógenos. La intervención
quirúrgica rara vez es necesaria.
Hidrocele congénito
Torsión testicular
Hidrocele congénito
Un hidrocele congénito es una colección de líquido en el escroto entre las capas de la túnica
vaginal. Puede ser aislado (no comunicante) o comunicarse con la cavidad abdominal a través
de un proceso vaginal permeable (un espacio herniario potencial). El hidrocele se manifiesta
por agrandamiento indoloro del escroto. El cuadro puede resolverse en forma espontánea,
pero suele requerir reparación si persiste después de 12 meses o si aumenta de tamaño.
Torsión testicular
Signos y síntomas
Los síntomas inmediatos son la aparición rápida de dolor local intenso, náuseas y vómitos,
seguidos por edema e induración del escroto. Puede haber fiebre y polaquiuria. El testículo se
encuentra doloroso al tacto y puede estar elevado y horizontal. El testículo contralateral
también puede estar en posición horizontal porque el defecto anatómico suele ser bilateral. El
reflejo del cremáster suele estar ausente en el lado afectado. A veces, la torsión puede
resolverse espontáneamente y luego producirse otra vez, lo que puede parecer un cuadro
menos agudo. Sin embargo, en general la aparición y la resolución del dolor son muy rápidas
en cada episodio.
Diagnóstico
Evaluación clínica
Tratamiento
Anomalías vaginales
La mayoría de las anomalías congénitas de la vagina son raras. Las anomalías vaginales
consisten en agenesia, obstrucción, duplicación y fusión.
Las anomalías por duplicación y fusión tienen numerosas manifestaciones (p. ej., 2 úteros, 2
cuellos uterinos y 2 vaginas, o 2 úteros, 1 cuello uterino y 1 vagina). Las niñas también pueden
presentar anomalías del seno urogenital, en las que los aparatos urinario y genital desembocan
en un canal común, y anomalías cloacales, en las que los aparatos urinario, genital y anorrectal
desembocan en un canal común.
El diagnóstico de la mayoría de las anomalías vaginales congénitas se realiza por examen físico,
ecografía y estudios contrastados retrógrados.
En las niñas lactantes, esta acumulación de testosterona hace que desarrollen características
sexuales masculinas (virilización). Las niñas con la forma más grave tienen aspecto de niños
varones, con lo que parecen ser un pene y un escroto normales. El pene es en realidad el
clítoris, que ha sido estimulado para crecer por la testosterona. El escroto es en realidad los
labios, que han crecido pegados. Sin embargo, no hay testículos en el escroto aparente. Las
niñas también presentan pezones y genitales oscurecidos.
Himen imperforado
El himen es la fina membrana situada en la entrada de la vagina. Por lo general, el himen cubre
solo una parte de la abertura. Sin embargo, algunas niñas nacen con un himen que cierra
completamente la abertura vaginal (llamado himen imperforado). Debido a que la abertura
vaginal está cerrada, las secreciones vaginales no pueden salir. A veces el problema no se
detecta y repara cuando las niñas son pequeñas, de manera que, cuando comienzan a tener
períodos menstruales, la sangre no puede salir. En estos casos, las niñas pueden sentir dolor
porque la sangre menstrual está atrapada en la vagina.
Las niñas que sufren himen imperforado se someten a un procedimiento quirúrgico menor
para abrir el himen.
Diagnóstico
A las niñas les puede diagnosticar una imperforación del himen a cualquier edad. Casi siempre
se diagnostica en el nacimiento o después en la pubertad.
En la pubertad, las niñas generalmente no tienen ningún problema a raíz de una imperforación
del himen hasta que empiezan su periodo. La imperforación del himen bloquea la salida del
flujo de sangre. A medida que la sangre se represa en la vagina, provoca:
Una masa o llenura en la parte inferior del abdomen (a raíz de la acumulación de sangre que
no puede salir)
Dolor de estómago
Dolor de espalda
El proveedor hará un examen de la pelvis. También pueden hacerse algunos exámenes como
un ultrasonido de la pelvis y estudios por imágenes de los riñones. Esto se hace para constatar
que la causa es la imperforación del himen y no otro problema. El proveedor puede
recomendar que a la niña la vea un especialista para asegurarse de que el diagnóstico sea
imperforación del himen.
Tratamiento
Con una cirugía menor, se puede reparar una imperforación del himen. El cirujano hace un
pequeño corte o incisión y extrae la membrana adicional del himen.
A las niñas a quienes se les diagnostica una imperforación del himen cuando son bebés casi
siempre se les practica una cirugía cuando son mayores y justo han empezado la pubertad. La
cirugía se realiza en la etapa temprana de la pubertad cuando el desarrollo de los senos y el
crecimiento del vello púbico hayan empezado.
A las niñas a quienes se les diagnostica cuando son mayores se les hace la misma cirugía. Esta
permite que la sangre menstrual retenida salga del cuerpo.
Después de que las niñas se recuperan de la cirugía, tienen periodos normales. Pueden usar
tampones, tener relaciones sexuales normales y tener hijos.
Adherencias labiales
Los labios son los labios carnosos situados en la abertura de la vagina. Las adherencias labiales
se producen cuando los labios de la vagina se adhieren. Estas adherencias ocurren de forma
característica en la infancia, generalmente cuando las niñas tienen unos 2 años, pero se
pueden desarrollar más temprano o más adelante. Las adherencias labiales no suelen causar
síntomas y frecuentemente desaparecen de forma espontánea. Cuando causan síntomas, por
lo general se debe a que se acumula algo de orina en la vagina, lo que puede provocar
irritación, infecciones o goteo.
A las niñas con adherencias labiales que causan síntomas se les administra una crema que
contiene estrógeno. Alternativamente, los médicos pueden separar las adherencias en la
propia consulta o en el quirófano. Las adherencias labiales suelen volverse a producir. Para
ayudar a prevenir su regreso, se debe aplicar otra crema varias veces al día para proteger el
área de la irritación, que puede provocar la vuelta de las adherencias. Las adherencias que no
causan síntomas deben ser separadas antes de la pubertad, de modo que la sangre menstrual
pueda evacuarse correctamente.
Con muy poca frecuencia, las niñas nacen con órganos genitales adicionales (duplicados). Es
decir, pueden tener dos vaginas, dos cuellos uterinos o un útero doble en lugar de uno solo. A
veces, estas anomalías se detectan al nacer, pero, a menudo, no se descubren hasta más
adelante en la vida cuando hay problemas urinarios, menstruales o de embarazo.
Algunas anomalías de duplicación no requieren tratamiento, pero otras deben corregirse con
cirugía.
Con muy poca frecuencia, los órganos genitales de las niñas se unen (fusionan) al nacer. Es
decir, su recto, vagina y uretra pueden unirse formando una sola estructura. A veces, estas
anomalías se detectan al nacer, pero, a menudo, no se descubren hasta más adelante en la
vida cuando hay problemas urinarios, menstruales o de embarazo.
Las anomalías de fusión pueden no requerir tratamiento, pero otras deben corregirse con
cirugía.
Prolapso Uterino
El prolapso uterino ocurre cuando los músculos y los ligamentos del suelo pélvico se estiran y
se debilitan, por lo que dejan de proporcionar un sostén adecuado para el útero. En
consecuencia, el útero se desliza hacia la vagina o sobresale de ella.
El prolapso uterino puede afectar a mujeres de cualquier edad. Sin embargo, suele afectar a las
mujeres posmenopáusicas que tuvieron uno o más partos vaginales.
Por lo general, el prolapso uterino leve no requiere tratamiento. Sin embargo, si te hace sentir
incómoda o interfiere con tu vida normal, el tratamiento podría ayudarte.
Síntomas
El prolapso uterino leve generalmente no causa signos ni síntomas. Los signos y síntomas del
prolapso uterino de moderado a grave incluyen:
Sensación de estar sentada sobre una pelota pequeña o como si algo cayera de tu vagina
Problemas sexuales, como por ejemplo una sensación de aflojamiento del tono del tejido
vaginal
Causas
El prolapso uterino se produce como resultado del debilitamiento de los músculos pélvicos y
de los tejidos de sostén. Las causas del debilitamiento de los músculos y tejidos pélvicos
comprenden las siguientes:
Embarazo
Sobrepeso u obesidad
Factores de riesgo
Los factores que pueden aumentar el riesgo de padecer prolapso uterino comprenden los
siguientes:
Edad avanzada
Obesidad
Complicaciones
En general, el prolapso uterino está asociado con el prolapso de otros órganos pélvicos.
Podrías tener lo siguiente:
Prolapso anterior (cistocele). La debilidad del tejido conjuntivo que separa la vejiga y la vagina
puede hacer que la vejiga sobresalga en la vagina. El prolapso anterior también se denomina
«vejiga prolapsada».
Prolapso vaginal posterior (rectocele). La debilidad del tejido conjuntivo que separa el recto y
la vagina puede hacer que el recto sobresalga en la vagina. Es posible que tengas dificultad
para evacuar los intestinos.
El prolapso uterino grave puede desplazar parte del revestimiento vaginal, lo que hace que
sobresalga fuera del cuerpo. El tejido vaginal que roza la ropa puede producir llagas en la
vagina (úlceras) Rara vez, las llagas pueden infectarse.
Prevención
Realiza ejercicios de Kegel regularmente. Estos ejercicios pueden fortalecer los músculos del
suelo pélvico, algo especialmente importante después de tener un bebé.
Trata y previene el estreñimiento. Bebe mucho líquido y come alimentos ricos en fibra, como
frutas, vegetales, frijoles y cereales integrales.
Levanta objetos correctamente y evita levantar cosas pesadas. Al levantar objetos, usa las
piernas en lugar de la cintura o la espalda.
Evita el aumento de peso. Habla con el médico para determinar tu peso ideal y recibir
asesoramiento sobre estrategias para bajar de peso si las necesitas.
Diagnóstico
Que te agaches como si fueras a evacuar los intestinos. Eso puede ayudarlo a evaluar en qué
grado el útero se deslizó hacia la vagina.
Que tenses los músculos pélvicos como si fueras a detener un flujo de orina. Esta prueba se
utiliza para evaluar la fuerza de los músculos pélvicos.
Puedes completar un cuestionario que ayude al médico a evaluar en qué medida afecta el
prolapso uterino tu calidad de vida. Esta información ayuda a guiar las decisiones del
tratamiento.
Tratamiento
Medidas de cuidado personal. Si tu prolapso uterino causa pocos síntomas o no los causa,
algunas medidas de cuidado personal simples pueden brindar alivio o ayudar a prevenir que el
prolapso empeore. Algunas de las medidas de cuidado personal son realizar ejercicios de Kegel
para fortalecer los músculos pélvicos, bajar de peso y tratar el estreñimiento.
Pesario. Un pesario vaginal es un anillo de plástico o caucho que se inserta en la vagina para
sostener los tejidos debilitados. El pesario debe extraerse regularmente para limpiarlo.
Cirugía
El médico podría recomendar una cirugía para reparar el prolapso uterino. La cirugía
mínimamente invasiva (laparoscópica) o vaginal podría ser una opción.
Reparación de los tejidos debilitados del suelo pélvico. Por lo general, esta cirugía se realiza a
través de la vagina, pero a veces a través del abdomen. El cirujano puede colocar un injerto de
tejido propio, de un donante o un material sintético en las estructuras del suelo pélvico
debilitadas para sostener los órganos pélvicos.
Habla con tu médico acerca de todas las opciones de tratamiento para asegurarte de que
entiendes los riesgos y los beneficios de cada una de ellas, de manera que puedas elegir lo que
sea mejor para ti.
Según cuál sea la gravedad del prolapso uterino, las medidas de cuidado personal pueden
brindar cierto alivio. Podrías intentar:
Realizar ejercicios de Kegel para fortalecer los músculos pélvicos y dar apoyo a la fascia
debilitada
Evitar el estreñimiento mediante el consumo de alimentos con alto contenido de fibra y de una
gran cantidad de líquidos
Controla la tos
Ejercicios de Kegel
Los ejercicios de Kegel fortalecen los músculos del piso pélvico. Un piso pélvico fuerte
proporciona un mejor sostén para los órganos pélvicos, evita que empeore el prolapso y alivia
los síntomas relacionados con el prolapso uterino.
Para realizar los ejercicios de Kegel:
Oprime (contrae) los músculos del piso pélvico como si estuvieras tratando de no despedir
gases.
Mantén la contracción durante cinco segundos y después relaja durante otros cinco segundos.
Si te resulta muy difícil, comienza manteniendo la contracción durante dos segundos y
relájalos por tres segundos.
Continúa con el ejercicio hasta mantener las contracciones durante 10 segundos por vez.
Los ejercicios de Kegel pueden dar mejores resultados si te los enseña un fisioterapeuta y los
refuerzas con biorretroalimentación. La biorretroalimentación implica el uso de dispositivos de
control que ayudan a garantizar que estés contrayendo los músculos como corresponde
durante el tiempo óptimo.
Una vez que hayas aprendido el método adecuado, podrás hacer los ejercicios de Kegel
discretamente en cualquier momento, ya sea sentada en tu escritorio o relajada en un sillón.
Caso clínico
Ectopia testicular cruzada
La ectopia testicular se considera que es el resultado de una anormalidad en la fase final del
descenso testicular 1 durante la cual el testículo inicia su descenso normal a través del anillo
inguinal externo y luego, debido a una falla mecánica, se ubica fuera de la vía normal de
descenso. Tal falla es consecuencia de la una insuficiencia del gubernaculum para dilatar el
escroto adecuadamente; por lo tanto el testículo queda libre a lo largo de la línea de menor
resistencia. El testículo ectopico se puede ubicar a nivel de la bolsa inguinal superficial (más
frecuente, pero controversial), en el área femoral, suprapúbica, transverso o perineal, el cual
también es de rara ocurrencia. El objetivo del presente trabajo es presentar un caso de ectopia
testicular cruzada tratado en el Hospital Universitario de Los Andes, Mérida, Venezuela.
Caso clínico
Discusión
Con base a esta experiencia sugerimos: En los pacientes que tienen criptorquidia
intrabadominal unilateral, realizar ultrasonido inguino-escrotal minucioso del lado opuesto,
para descartar la posibilidad de presentación de ectopia transversa. Es de vital importancia
durante el acto quirúrgico, realizar la exploración intra-abdominal para descartar la presencia
de residuos Müllerianos como úteros rudimentarios y trompas de Falopio, con las
consecuencias que tales hallazgos pudieran acarrear para la salud de los pacientes.
Referencias
1. Manual de Asistencia de cirugía malformaciones congénitas urogenitales. Grupo de
Trabajo de Medicina de Cirugía. Santander. Editorial ELA. 2019