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HEMORRAGIA
DIGESTIVA AGUDA
CURSO : CIRUGÍA I.
CICLO : VIII
INTRODUCCIÓN
Los defectos de la
mucosa suelen ser de poco tamaño (2-5 mm) y pueden ser difíciles
de identificar. Debido al gran calibre de la arteria subyacente, la
hemorragia por una lesión de Dieulafoy puede ser masiva (fig. 46-7).
Las tentativas iniciales para conseguir el control endoscópico
suelen tener resultado satisfactorio. El tratamiento térmico o
esclerosante resulta eficaz en el 80-100% de los casos. En aquellos
casos en los que fracasa el tratamiento endoscópico puede tener
éxito la embolización angiográfica con una espiral. Si fallan todos
estos métodos, puede ser necesaria la intervención quirúrgica;
debido a las dificultades para visualizar y palpar estas lesiones, la
señalización endoscópica previa puede facilitar la intervención. Se
practica una gastrotomía y se intenta identificar el foco hemorrágico.
A continuación, se puede suturar la lesión. Si no se identifica el punto
sangrante puede ser necesaria una gastrectomía parcial.
2.5.7. Ectasia vascular del antro gástrico. También conocida como
estómago en sandía, la ectasia vascular del antro gástrico (EVAG) se
caracteriza por la aparición de un conjunto de vénulas dilatadas que
forman estrías lineales de color rojo que convergen longitudinalmente
en el antro, produciendo la imagen de una sandía. En la EVAG son
poco frecuentes las hemorragias graves y agudas, y la mayoría de
los pacientes manifiestan anemia ferropénica persistente por la
pérdida continuada de sangre oculta. Está indicado el tratamiento
endoscópico en caso de hemorragia persistente, con necesidad de
transfusiones; con este tratamiento se han conseguido resultados
satisfactorios hasta en el 90% de los pacientes. El tratamiento
endoscópico de elección es la coagulación plasma de argón (fig. 46-
8). Cuando fracasa el tratamiento endoscópico hay que considerar la
posibilidad de una antrectomía.
3.1. Diagnóstico
Las hemorragias digestivas bajas se manifiestan generalmente
en forma de hematoquecia, que puede variar desde la sangre
brillante hasta los coágulos antiguos. Si la lesión sangra más
lentamente o se encuentra en una zona más proximal, la hemorragia
se manifiesta a menudo en forma de melenas. Las hemorragias de
los segmentos bajos del tubo digestivo suelen ser menos graves y
más intermitentes, y cesan espontáneamente con más frecuencia
que las hemorragias altas. En comparación con el uso de la EGD
para las hemorragias digestivas altas, los métodos para diagnosticar
las hemorragias bajas no son tan sensibles ni específicos.
El diagnóstico se complica aún más debido a que hasta en el
40% de los pacientes con hemorragias bajas se identifica más de un
posible foco hemorrágico. En estos casos es muy importante
confirmar la lesión responsable antes de iniciar un tratamiento
agresivo. Para ello se puede necesitar en ocasiones un período de
observación con varios episodios hemorrágicos antes de poder
alcanzar un diagnóstico definitivo. De hecho, hasta en un 25% de los
pacientes con una hemorragia digestiva baja, nunca se identifica con
exactitud el origen de la misma.
En la figura 46-14 se reproduce un algoritmo para el estudio
de las hemorragias digestivas bajas. Una vez que se ponen en
marcha las medidas de reanimación, lo primero que hay que hacer
es descartar una hemorragia anorrectal por medio de un tacto rectal
y una anoscopia o una sigmoidoscopia. Si la hemorragia es
abundante, es igualmente importante descartar un foco
gastrointestinal alto. Si el aspirado NG contiene bilis, pero no sangre,
se puede descartar una hemorragia digestiva alta en la mayoría de
los casos. Sin embargo, si se contempla la posibilidad de operar de
urgencia para atajar una hemorragia muy peligrosa, suele estar
indicada una EGD preoperatoria o intraoperatoria.
La evaluación posterior dependerá de la magnitud de la
hemorragia. En caso de que exista sangrado copioso o persistente,
las pruebas que hay que realizar dependerán del estado
hemodinámico del paciente. Un paciente verdaderamente inestable
que siga sangrando y necesite medidas de reanimación agresivas y
continuadas deberá pasar al quirófano para someterse a un
diagnóstico inmediato y una intervención quirúrgica de urgencia. Si la
hemorragia es moderada, la reanimación y la estabilidad
hemodinámica permiten una evaluación y un tratamiento mejor
orientados.
3.1.1. Colonoscopia
La colonoscopia está especialmente indicada cuando la
hemorragia es pequeña o moderada; una hemorragia importante
interfiere considerablemente en la visualización, lo que limita mucho
su utilidad diagnóstica. Por otra parte, en un paciente inestable la
sedación y la manipulación pueden asociarse a complicaciones
adicionales e interferir en la reanimación. Aunque la sangre es
catártica, una preparación ligera con polietilenglicol (ya sea por vía
oral o a través de un tubo NG) puede mejorar la visibilidad. Durante
la colonoscopia se puede identificar un foco hemorrágico activo, un
coágulo adherido a un foco de mucosa o a un orificio diverticular, o
sangre localizada en un segmento determinado del colon, aunque
esto puede resultar engañoso debido al peristaltismo retrógrado del
colon.
A menudo se pueden visualizar pólipos, neoplasias y lesiones
inflamatorias. Desgraciadamente, las angiodisplasias suelen ser muy
difíciles de visualizar, sobre todo en los pacientes inestables con
vasoconstricción mesentérica. Los divertículos se identifican
fácilmente en la mayoría de los casos, ya sean el origen de la
hemorragia o no. A pesar de estas limitaciones, el diagnóstico en
manos experimentadas constituye una opción razonable. Dado que
la mayor parte de las hemorragias digestivas bajas son autolimitadas,
es importante el momento de realización de la colonoscopia
(primeras 24 h) y la experiencia del endoscopista para identificar el
origen de la hemorragia o los estigmas de hemorragia reciente.
3.1.2. Gammagrafía radioisotópica
La gammagrafía radioisotópica con eritrocitos marcados con
tecnecio 99m (99mTc) es el método más sensible pero menos exacto
para localizar una hemorragia digestiva. Con esta técnica se
etiquetan los eritrocitos del propio paciente y posteriormente se le
reinyectan. La sangre marcada se extravasa a la luz del tubo,
creando un foco que puede detectarse en las gammagrafías. En un
primer momento, la imágenes se obtienen con bastante frecuencia y
posteriormente con una periodicidad de 4 h hasta completar 24 h. La
gammagrafía con eritrocitos marcados permite detectar hemorragias
de hasta 0,1 ml/min, con una sensibilidad superior al 90% (fig. 46-
15). Por desgracia, tiene muy poca resolución espacial y la sangre
puede ascender por el colon o descender por el intestino delgado.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS