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LA INFLUENCIA DE LAS EMOCIONES EN NUESTRO A SALUD Y CUERPO

Emociones, cuerpo y salud

Antes de la sociedad rápida y científica que caracteriza a nuestro siglo, fueron


muchos los médicos que se preocuparon por el papel de la mente en el desarrollo
de enfermedades físicas, en cómo las emociones y sus correspondencias
fisiológicas afectaban al cuerpo y por lo tanto, también los tumores cancerígenos.

Parece que los estudios han ido confirmando que las emociones


estresantes tienen una fuerte influencia en el desarrollo de diversas
enfermedades, entre ellas el cáncer. Parece que las personas que experimentan
frecuentemente la tristeza o ira no expresada, desesperanza, tienen sentimientos
de impotencia, o una baja autoestima, podrían ser perfiles propensos a ciertas
enfermedades. En general, el estrés mantenido en el tiempo parece tener mucha
relación con el cáncer, la diabetes tipo 2, los derrames cerebrales, los infartos,
etc. 

¿Por qué nos estresamos si es malo para la salud?

Estresarse es una cuestión evolutiva, nos ayudaba a luchar o huir en caso de


peligro, cuando vivíamos a merced de los depredadores. La respuesta fisiológica
que produce el estrés es muy beneficiosa si tenemos que salvar nuestra vida en
un momento puntual, pero esta liberación de hormonas, entre otros, enferma
nuestro cuerpo si no tiene un fin. Y este es uno de nuestros principales problemas,
que estamos siempre estresados, varias veces al día, todos los días, aunque ya
ningún animal salvaje nos vaya a matar, algo que probablemente pasaba de
manera puntual. 

¿Podemos reducir nuestro estrés?

Reducir el estrés no es fácil en la sociedad en la que vivimos, sobre todo en


ciudades grandes como Madrid, donde los estímulos vienen de todos lados, sin
dejar casi a nuestro cerebro descansar. Ruidos, contaminación, luces, imágenes
por todos lados, gente que se mueve deprisa, coches que se mueven despacio...
Acabar con el estrés de nuestras vidas, significa reconectarse nuevamente con
nosotros mismos, dejar un poco de lado el mundanal ruido y volver a “nuestra
esencia”. 

Veamos cómo hacerlo:


Recupera tus vínculos: pasar tiempo con tu pareja, hablar con tus padres, tomar
algo con los amigos, escuchar a tus familiares, las relaciones íntimas y
cercanas mejoran la presión arterial, reducen los niveles de estrés, ansiedad,
reducen la sintomatología depresiva, y como este tipo de patologías propician
enfermedades corporales o disminuyen su recuperación, las buenas relaciones
también contribuyen a prevenir o recuperarse  del cáncer, entre otras
afectaciones. 

Y desecha a las personas tóxicas. Si el estrés genera enfermedad, las personas


que te estresan tienen esa capacidad. Deséchalas y no sufras por ello, al final es
tu salud y tu vida las que están en juego. 

Desecha tus problemas: muchas veces las cosas del pasado, nuestros traumas,
nos persiguen y molestan. Deséchalos. Técnicas psicológicas como el EMDR, la
terapia sensoriomotriz, la Caja de Arena, acompañadas de una buena terapia
psicológica, te pueden ayudar a librarte de esos fantasmas que vuelven una y otra
vez. 

Vive el presente: Rodéate del concepto Mindfulness. El cerebro se agota y se


estresa cuando tiene que estar pensando constantemente en qué debe hacer, qué
no hizo, obligaciones, preocupaciones… PARA, RESPIRA, CONECTA CON EL
AQUÍ Y AHORA, con tu respiración. Y no temas postergar las cosas que no te
agradan. La vida tiene una duración definida, y si algo la hace tan valiosa es que
no sabemos cuándo llegará el fin de la nuestra ni el de los nuestros. ¿De verdad
limpiar la casa es más importante que jugar con tus hijos o hacer planes con tu
pareja? 

Cuida tus emociones: Todas las emociones son adaptativas, hasta las que
menos nos gustan. Pero una cosa es vivir estas emociones de forma pasajera, y
otra quedarse ancladas en ellas. Se ha visto que emociones como la ira, la
tristeza, la ansiedad o el miedo, cuando se sostienen indefinidamente, producen
alteraciones en nuestra salud como dolores de cabeza, enfermedades arteriales,
trastornos digestivos, etc. No solo porque cambian nuestras respuestas
fisiológicas dañando nuestro cuerpo (hipertensión, elevación de la frecuencia
cardíaca, etc.) sino porque nos alejan de las conductas de salud (buena
alimentación, deporte, relaciones sociales) y de las emociones positivas o
placenteras, que aumentan el bienestar y sirven de protección para la
enfermedad. Practicar la felicidad es posible, solo hay que saber cómo. 

Cuida tu alimentación: pero no a forma de dieta, sino como estilo de vida.


Alimentos vegetales como base para una dieta sana son fundamentales, así como
ciertos aditivos como la cúrcuma, por ejemplo.  
Practica deporte: libera endorfinas, por lo tanto, felicidad. Correr, nadar y sobre
todo, aquellos que conectan con tu interior, como el yoga o el tai-chi, pueden ser
grandes opciones para volver a recuperar tu paz interior y cuidar tanto tu mente,
como tu cuerpo. 

Vive de acuerdo a tus principios: vivir en base a lo que nos dicen otros o lo que
dicta la sociedad genera estrés y tristeza, por lo tanto, enferma nuestro cuerpo.
Tener valores, principios y vivir en torno a ellos, sintiendo que cada objetivo que
das está de acuerdo a un fin, te hará sentirte más valioso y sobre todo positivo
frente a los problemas de la vida. 

Vuelve a la naturaleza: si los estímulos producen estrés al cerebro, volver a la


naturaleza, a su quietud, a su tranquilidad, nos provocará paz y relajación. La
naturaleza es fuente de calma, aprovecha para contemplarla, para conectarte con
ella, para enraizarte. Hacer Mindfulness o yoga en un lugar natural es doblemente
efectivo. 

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