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Vice-Rectorado Académico
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
Asignatura: Teoría General del Contrato
Elementos esenciales de
existencia de los contratos
LA VOLUNTAD DECLARADA
MANIFESTACIONES TÁCITAS
DE VOLUNTAD
Aquellas que se deducen de modo
MANIFESTACIONES EXPRESAS indudable de una determinada
DE VOLUNTAD
conducta o comportamiento de un
sujeto de derecho, cuando éste no ha
Pueden hacerse mediante el lenguaje
efectuado manifestación expresa
escrito, hablado o mímico (signos
alguna. Por ej: cuando una vez
externos, movimiento de
terminado un contrato de
asentimiento con la cabeza), o por
arrendamiento las partes continúan
medios técnicos (radio, teléfono,
cumpliendo sus respectivas
telegrama) y tecnológicos (uso de la
prestaciones, entonces se presume la
tarjeta bancaria en un cajero
voluntad de continuarlo (tácita
automático).
reconducción, art. 1600 CC).
El silencio como manifestación de voluntad
El silencio es de por sí equívoco. Al lado del adagio “el que calla otorga”, hay otro que
dice “quien calla ni afirma ni niega”. Por tanto, el silencio por sí mismo nunca puede
llegar a constituir una manifestación de voluntad, a menos que la ley expresamente
le otorgue ese efecto; como por ej: el silencio del arrendador ante la actitud del
arrendatario que sigue ocupando el inmueble, lo que equivale a consentir en la
continuación del contrato (tácita reconducción).
Si una persona pretende que la falta de respuesta a su oferta constituye aceptación
del destinatario, es evidente que el silencio de éste no implica su consentimiento,
porque nadie por su propia y única voluntad puede crear una obligación a cargo de
otro. Así se explica porqué no tiene ningún efecto vinculatorio la declaración
unilateral que concede al destinatario un plazo para expresar su negativa, bajo el
supuesto de que si no lo expresa, el consentimiento se entiende manifestado, por
ejemplo: avisos remitiendo revistas o libros, donde se manifiesta que su no
devolución equivale a la aceptación de una suscripción. En cambio, si la persona se
niega a devolver los libros o revistas que haya recibido, podría entenderse que esta
circunstancia unida al silencio inicial, puede constituir una manifestación de
voluntad.
El silencio como manifestación de voluntad
Cuan coincide la voluntad real con la voluntad declarada, no existe problema alguno
por analizar, pues estamos en el supuesto normal, el problema surge cuando divergen
ambas voluntades y no se sabe a cual de las dos atribuirle plena validez, por lo cual la
doctrina ha estructurado dos sistemas o criterios antagónicos:
-El sistema volitivo
- El sistema declarativo
Sistemas doctrinarios
Nuestro Código Civil dispone al respecto que : “El objeto del contrato debe
ser posible, lícito, determinado o determinable” (art. 1155).
Entendiendo como objeto del contrato el objeto de las obligaciones nacidas
del contrato, sus requisitos se confunden con los de la prestación.
Art. 1157 CC = “La obligación sin causa, o fundada en una causa falsa
o ilícita, no tiene ningún efecto”.
CAUSA ILÍCITA
Art. 1157 CC = “La obligación sin causa, o fundada en una causa falsa o ilícita, no tiene
ningún efecto. La causa es ilícita cuando es contraria a la ley, a las buenas costumbres
o al orden público”. Quien haya pagado una obligación contraria a las buenas
costumbres, no puede ejercer la acción en repetición sino cuando de su parte no haya
habido violación de aquéllas”.
-La jurisprudencia francesa ha declarado la nulidad del contrato por causa ilícita,
entre otras, en los caso siguientes: donación hecha por un cónyuge a otro para que
convenga en la disolución del matrimonio; donación hecha a la concubina para continuar
el concubinato, en cambio mantiene la validez de la donación hecha para terminar el
concubinato, la venta de un prostíbulo, el arrendamiento de un inmueble para instalar
una casa de tolerancia, el préstamo de dinero para invertirlo en juegos de azar,
presumiendo esa finalidad cuando el préstamo se hace en una casa de juegos; el pago
de una remuneración a un empleado público para obtener la adjudicación de un
contrato.
La causa
¿Por qué se contrata?
Cuando la causa no viola el orden público ni la ley sino las buenas costumbres, la parte
que ha cumplido su obligación no puede repetir lo pagado, a menos que de su parte no
haya habido violación de aquéllas (art. 1157 CC). Esta norma se explica por aplicación
del adagio “en igualdad de causas torpes, es mejor la condición del que posee). En caso,
pues, de que ambas partes hubiesen actuado torpemente, se prefiere a la parte que
posee, o sea, que cada parte tiene derecho a gozar y retener la prestación que ya se le
hubiese cumplido. Es por ello que quien cumplió su obligación violando las buenas
costumbres no puede repetir; en cambio, quien cumplió su obligación sin violar las
buenas costumbres sí puede repetir al conocer la finalidad ilícita de la otra parte. De
esta manera se disuade a quien violó las buenas costumbres a pedir la nulidad del
contrato y exigir el reintegro de las sumas pagadas a la parte que ignoraba la
inmoralidad de la causa.
La causa
¿Por qué se contrata?
Así, quien ha alquilado una casa para instalar en ella un prostíbulo, ignorándolo el
arrendador, no podrá pedir la restitución de los alquileres pagados. Si ambas partes
violan las buenas costumbres, ninguna de ellas puede repetir y en consecuencia pierden
las prestaciones que hayan cumplido; si una sola de ellas violó las buenas costumbres no
puede repetir la prestación cumplida, pero la parte que no incurrió en torpeza sí puede
repetir la prestación que hubiese cumplido.
-En el derecho moderno, la máxima romana mencionada es sustituida por una más
general, la llamada regla nemo auditur (nemo auditur propriam turpitudinem allegans):
nadie puede alegar su propia torpeza, regla también de origen romano y que inspira
directamente la disposición del artículo 1157 sobre la causa inmoral.
La causa
¿Por qué se contrata?
LA PRUEBA DE LA CAUSA
CARÁCTER DE LA PRESUNCIÓN