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Universidad Yacambú

Vice-Rectorado Académico
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
Asignatura: Teoría General del Contrato

Elementos esenciales de
existencia de los contratos

Facilitadora: Glenda Azócar de Torrellas


Elementos esenciales a la
existencia del contrato
1) Consentimiento
2) Objeto
3) Causa
(art. 1141 Código Civil)
El consentimiento
(del latín consensus)/¿se ha querido?

Es el acuerdo de voluntades para crear obligaciones, es una


manifestación de voluntad deliberada, consciente y libre,
que expresa el acuerdo de una persona respecto de un acto
externo ajeno.

-Art. 1141 CC establece: “Las condiciones requeridas para la


existencia del contrato son: 1°) Consentimiento de las partes…”
-Este elemento es esencial para la existencia del contrato, sea
cual fuere su tipo o naturaleza, sea éste real, solemne o
consensual; además en los reales y los solemnes se necesita, la
entrega de la cosa o el cumplimiento de las formalidades pautadas
en la ley.
Acepciones del término consentimiento

A) Acepción restringida: El B) Acepción técnica: parte de la


consentimiento consiste en la idea de que el consentimiento está
declaración de integrado, por lo menos, de dos
voluntad de cada una de las voluntades que libremente emitidas
partes respecto a las condiciones y comunicadas entre las partes de
del contrato proyectado. Es un un contrato, se integran, se
acto unilateral de cada parte que combinan o complementan
se adhiere a la manifestación de recíprocamente. El consentimiento
voluntad de la otra parte, sin que está integrado, no por una
exista integración de voluntades. manifestación unilateral de
-Es utilizada por el legislador y voluntad, sino por un acto bilateral
plenamente admisible cuando se de voluntades .
estudian las condiciones de Nuestro Código Civil, en su artículo
validez del consentimiento 1141, se refiere al consentimiento
(ausencia de error, dolo o en la acepción técnica.
violencia), pues los vicios del
consentimiento se producen
independientemente del consenso
o integración de la voluntad.
La declaración de voluntad en el consentimiento

El consentimiento está constituido por diversas manifestaciones de


voluntad que son comunicadas entre las partes que las emiten y se integran
recíprocamente. Cada una de esas declaraciones manifiestan su acuerdo
con las otras voluntades, constituyendo un verdadero asentimiento a la
situación representada por las otras voluntades.
Ese asentimiento supone una declaración de voluntad o una acto volitivo
libre, deliberado y consciente, de adherirse a la otra voluntad y solo puede
producir efectos jurídicos en tanto en cuanto es comunicado a la otra
parte, de modo que esta la conozca y resuelva en consecuencia.
Desde este punto de vista, pueden observarse dos tipos o categorías de
voluntades: la llamada voluntad real o interna, que consiste en lo realmente
querido o deseado por el sujeto y la llamada voluntad declarada, o sea, la
voluntad manifestada por el sujeto.
La declaración de voluntad en el consentimiento

LA VOLUNTAD REAL O INTERNA


Acto volitivo de naturaleza sicológica que está integrado por lo
realmente querido o deseado por el sujeto. La fuerza obligatoria
del contrato está en la autonomía de la voluntad y por ello, la
ausencia absoluta de voluntad interna impide que se forme el
consentimiento, como ocurre en el caso de la violencia absoluta.
Para que esa voluntad interna produzca efectos jurídicos debe ser
declarada mediante signos exteriores y comunicada a la otra parte,
es decir, a una persona determinada, salvo en la oferta al público
en general y la oferta pública de recompensa (art. 1139 CC)l.
La manifestación de voluntad debe expresar una voluntad seria, una
voluntad real de obligarse.
La declaración de voluntad en el consentimiento

LA VOLUNTAD DECLARADA

MANIFESTACIONES TÁCITAS
DE VOLUNTAD
Aquellas que se deducen de modo
MANIFESTACIONES EXPRESAS indudable de una determinada
DE VOLUNTAD
conducta o comportamiento de un
sujeto de derecho, cuando éste no ha
Pueden hacerse mediante el lenguaje
efectuado manifestación expresa
escrito, hablado o mímico (signos
alguna. Por ej: cuando una vez
externos, movimiento de
terminado un contrato de
asentimiento con la cabeza), o por
arrendamiento las partes continúan
medios técnicos (radio, teléfono,
cumpliendo sus respectivas
telegrama) y tecnológicos (uso de la
prestaciones, entonces se presume la
tarjeta bancaria en un cajero
voluntad de continuarlo (tácita
automático).
reconducción, art. 1600 CC).
El silencio como manifestación de voluntad

El silencio es de por sí equívoco. Al lado del adagio “el que calla otorga”, hay otro que
dice “quien calla ni afirma ni niega”. Por tanto, el silencio por sí mismo nunca puede
llegar a constituir una manifestación de voluntad, a menos que la ley expresamente
le otorgue ese efecto; como por ej: el silencio del arrendador ante la actitud del
arrendatario que sigue ocupando el inmueble, lo que equivale a consentir en la
continuación del contrato (tácita reconducción).
Si una persona pretende que la falta de respuesta a su oferta constituye aceptación
del destinatario, es evidente que el silencio de éste no implica su consentimiento,
porque nadie por su propia y única voluntad puede crear una obligación a cargo de
otro. Así se explica porqué no tiene ningún efecto vinculatorio la declaración
unilateral que concede al destinatario un plazo para expresar su negativa, bajo el
supuesto de que si no lo expresa, el consentimiento se entiende manifestado, por
ejemplo: avisos remitiendo revistas o libros, donde se manifiesta que su no
devolución equivale a la aceptación de una suscripción. En cambio, si la persona se
niega a devolver los libros o revistas que haya recibido, podría entenderse que esta
circunstancia unida al silencio inicial, puede constituir una manifestación de
voluntad.
El silencio como manifestación de voluntad

La jurisprudencia francesa ha considerado que, cuando existe una


relación previa entre dos personas, generalmente entre
comerciantes, el silencio guardado por el proveedor, después de
haber recibido un pedido tiene valor de una aceptación; o cuando el
proveedor ha insertado una cláusula en la factura en la cual remite
la mercancía y el destinatario guarda silencio.

En conclusión: el silencio sólo puede obligar cuando la ley, el uso, las


relaciones previas entre las partes o un hecho positivo del
destinatario, pueden interpretarse como asentimiento.
Comunicación de la manifestación de voluntad

La manifestación de voluntad generalmente implica su comunicación simultánea a la


persona a quien va dirigida; pero no necesariamente. Al escribir una carta haciendo
una oferta, manifestamos nuestra voluntad, pero mientras no la hayamos enviado a su
destinatario, no la hemos comunicado a la otra parte, elemento esencial para que
exista consentimiento. Cuando nos desprendemos de ella (la entregamos al correo) ya
hay un elemento objetivo que prueba al menos nuestra intención de comunicarla.

Divergencias entre la voluntad real o interna y la voluntad declarada

Cuan coincide la voluntad real con la voluntad declarada, no existe problema alguno
por analizar, pues estamos en el supuesto normal, el problema surge cuando divergen
ambas voluntades y no se sabe a cual de las dos atribuirle plena validez, por lo cual la
doctrina ha estructurado dos sistemas o criterios antagónicos:
-El sistema volitivo
- El sistema declarativo
Sistemas doctrinarios

SISTEMA VOLITIVO SISTEMA DECLARATIVO

Fundado en el principio de la Totalmente contrapuesto al sistema


autonomía de la voluntad, acoge el volitivo, acoge el predominio de la
predominio de la voluntad interna o voluntad declarada sobre la voluntad
real sobre la voluntad declarada. En interna. Se funda en la idea de que en
consecuencia, en caso de divergencia, el terreno jurídico lo único perceptible
debe predominar la voluntad real, es con abiertas posibilidades de certeza es
decir, lo realmente querido por el la voluntad declarada; no habiendo lugar a
sujeto, pues ello constituye su dudas ni incertidumbres.
verdadera voluntad.
Conclusiones

En realidad, puede afirmarse que en los ordenamientos jurídicos no se acoge de un modo


integral y rígido ninguno de los sistemas mencionados, sino que uno aplican u otro sistema
según los supuestos de hecho por resolver.
El derecho venezolano no acoge ninguna de las dos teorías. En algunos supuestos parece
acoger la teoría de la voluntad real, al darle cierta amplitud a los vicios del consentimiento,
aún cuando matizada por la teoría de la declaración (art. 12 CPC = donde debe ocurrirse “al
propósito y a la intención de las partes”, lo que puede referirse a la voluntad real; y al
añadir “teniendo en miras las exigencias de la ley, de la verdad y de la buena fe”, parece
Acoger la teoría de la declaración.
Artículo 1160 CC = al referirse a lo expresado en ellos se está acogiendo a la teoría de la
declaración, y ello resulta reforzado de la última frase “sino a todas las consecuencias que
se derivan de los mismos contratos, según la equidad, el uso o la ley”.
El objeto
¿Qué debemos?

Es uno de los elementos o requisitos necesarios para la


existencia del contrato, contemplado en el orinal 2° del
artículo 1141 CC, que dispone: “Las condiciones requeridas
para la existencia del contrato son: … 2° Objeto que
pueda ser materia de contrato”.

-Para la mayoría de los autores, el objeto aún cuando es colocado


como elemento del contrato, no es propiamente así, sino un
elemento de la obligación. Los requisitos señalados en los artículos
1155 y 1156 CC son plenamente aplicables al objeto de la obligación
y no al objeto del contrato; se refieren a la prestación, que es el
contenido de la obligación y en nada se refieren al objeto del
contrato, que como sabemos, es un negocio jurídico que crea
obligaciones y cuyo objeto en todo caso estaría constituido por las
obligaciones que engendra.
El objeto

Messineo, manifiesta que, efectivamente, el objeto es un


elemento de la obligación que está formado por la
prestación, sin que pueda pensarse que la prestación forma
parte del contenido del contrato, porque tal prestación no
requiere como presupuesto el contrato, ya que puede
provenir de una manifestación unilateral de voluntad, de la
ley, o de cualquiera de las otras fuentes de obligaciones
(pago de los indebido, enriquecimiento sin causa, abuso de
derecho, hecho ilícito y gestión de negocios).

La mayoría de la doctrina considera que el objeto del


contrato es el objeto de las obligaciones nacidas del
contrato, opinión que acogemos por ser la predominante.
Clasificación del objeto

Siendo el objeto el contenido de la obligación, no existe duda alguna que


por el objeto de una obligación debe entenderse la prestación y por ésta, la
actividad o conducta que el deudor se compromete a realizar en obsequio o
beneficio de su acreedor. Por esto, el objeto coincide en su clasificación
con las diversas clasificaciones de las prestaciones estructuradas por la
doctrina, a saber:

1° Prestación de dar, hacer y no hacer.


2° Prestaciones positivas y negativas.
3° Prestaciones de medio y de resultado.
4° Prestaciones que tienen por objeto la transmisión de un derecho al
acreedor y prestaciones que consisten en la realización por el deudor de
una actividad o conducta que puede consistir en un hecho positivo o
negativo del deudor.
Requisitos del objeto

Nuestro Código Civil dispone al respecto que : “El objeto del contrato debe
ser posible, lícito, determinado o determinable” (art. 1155).
Entendiendo como objeto del contrato el objeto de las obligaciones nacidas
del contrato, sus requisitos se confunden con los de la prestación.

A) EL OBJETO DEL CONTRATO DEBE SER POSIBLE.-


Caso contrario el deudor jamás podrá cumplir con la prestación.
-Imposibilidad natural: puede suceder por un hecho que en la realidad no
Puede suceder, por ej. resucitar a una persona fallecida; cuando la cosa
objeto del derecho que se transmite jamás ha existido o ya pereció. Ej. Si
vendo un automóvil que para el momento de la celebración del contrato ha
perecido.
-Imposibilidad jurídica: tratándose de obligaciones de transferir un
derecho sobre una cosa, ésta no es susceptible de apropiación; hay un
impedimento creado por la ley; se dice que “la cosa está fuera del
comercio”; por ej: los bienes del dominio público.
Requisitos del objeto

C) EL OBJETO DEBER SER DETERMINADO O DETERMINABLE.-


De lo contrario, sería ilusoria la posibilidad de exigir su cumplimiento. La
Determinación de la cosa puede hacerse en el momento de la celebración
del contrato, pero no es necesario que en el mismo se determine
íntegramente, pues basta que el contrato contenga los elementos
necesarios para su determinación; en caso contrario el contrato es nulo.
Si se trata de un cuerpo cierto es necesario identificarlo con precisión, si
se trata de un cuerpo in genere, basta señalar la especie y la cantidad.

D) EL OBJETO DEBE SER LÍCITO.-


Debe ser tolerado, consentido, amparado y autorizado por el ordenamiento
jurídico positivo. El objeto lícito es aquel que no viola el orden público ni las
buenas costumbres, en caso contrario es ilícito el objeto del contrato (art.
6 CC).
La causa
¿Por qué se contrata?

El artículo 1141 CC, dispone: “Las condiciones requeridas para


la existencia del contrato son:… 3° Causa lícita”.

Dicho concepto es tratado como causa final, como propósito


perseguido al contratar, que motiva el consentimiento y le da
significación.

Sánchez Román = la causa es el fin esencial o más próximo que


los contrayentes se proponen al celebrar el contrato.

La jurisprudencia moderna enfoca el concepto de causa,


identificándola con la finalidad socio-económica perseguida por
el contrato.
La causa
¿Por qué se contrata?

OBLIGACIÓN SIN CAUSA

Art. 1157 CC = “La obligación sin causa, o fundada en una causa falsa
o ilícita, no tiene ningún efecto”.

-El artículo distingue la ausencia de causa de la falsedad de la


causa, que puede ser espontánea (error en la causa), o intencional
(causa simulada).
-El error en la causa constituye más bien un vicio del
consentimiento, que exige determinados requisitos para su
procedencia y su efecto es la anulabilidad o nulidad relativa del
contrato, en vez de la nulidad absoluta, sanción de la ausencia de
causa.
La causa
¿Por qué se contrata?

UTILIDAD PRÁCTICA DE LA NOCIÓN DE AUSENCIA DE CAUSA


-En relación a los contratos sinalagmáticos conmutativos.- En la venta, cuando en el
momento de la misma la cosa ha perecido en su totalidad, el contrato es inexistente
(art. 1485 CC). “Si el tercero escogido no quiere o no puede hacer la determinación del
precio, la venta es nula” (art. 1479 CC).
En el contrato de sociedad, hay ausencia de causa cuando es imposible realizar el
negocio común, la finalidad perseguida (art. 1673 CC).
En las liberalidades, hay ausencia de causa, en la donación hecha en consideración a un
matrimonio futuro, si el matrimonio no se verifica (art. 1450 CC).
Si durante el contrato perece totalmente la cosa arrendada, queda resuelto el
contrato (art. 1588 CC). La jurisprudencia ha extendido el concepto de ausencia de
causa cuando el precio es irrisorio, o cuando el arrendatario ha renunciado a ejercer
cualquier acción contra el arrendador (en cuyo caso no podría exigir el cumplimiento
de la obligación del arrendador de hacerle gozar la cosa) y otros semejantes.
La causa
¿Por qué se contrata?

UTILIDAD PRÁCTICA DE LA NOCIÓN DE AUSENCIA DE CAUSA


-En los contratos conmutativos aleatorios se considera que hay ausencia de causa, si el
acreedor de una renta vitalicia muere antes de la celebración del contrato (art. 1794
CC), o si la persona cuya vida es asegurada ya ha fallecido al momento de la
celebración del contrato (art. 583 CCom), o si las cosas que han corrido el riesgo, se
han salvado o perecido (art. 552, ord. 4° CCom).

La noción de ausencia parcial de causa ha sido utilizada para reducir el monto de la


prestación correlativa: disminución de los honorarios médicos excesivos en relación a
los servicios prestados; decisión criticada por la doctrina pues es una manera de darle
efectos generales a la lesión.
La causa
¿Por qué se contrata?

CAUSA ILÍCITA

Art. 1157 CC = “La obligación sin causa, o fundada en una causa falsa o ilícita, no tiene
ningún efecto. La causa es ilícita cuando es contraria a la ley, a las buenas costumbres
o al orden público”. Quien haya pagado una obligación contraria a las buenas
costumbres, no puede ejercer la acción en repetición sino cuando de su parte no haya
habido violación de aquéllas”.

-Los contratos cuyas obligaciones tengan causa ilícita son nulos.

-La jurisprudencia francesa ha declarado la nulidad del contrato por causa ilícita,
entre otras, en los caso siguientes: donación hecha por un cónyuge a otro para que
convenga en la disolución del matrimonio; donación hecha a la concubina para continuar
el concubinato, en cambio mantiene la validez de la donación hecha para terminar el
concubinato, la venta de un prostíbulo, el arrendamiento de un inmueble para instalar
una casa de tolerancia, el préstamo de dinero para invertirlo en juegos de azar,
presumiendo esa finalidad cuando el préstamo se hace en una casa de juegos; el pago
de una remuneración a un empleado público para obtener la adjudicación de un
contrato.
La causa
¿Por qué se contrata?

CAUSA INMORAL Y LA REGLA NEMO AUDITUR

Cuando la causa no viola el orden público ni la ley sino las buenas costumbres, la parte
que ha cumplido su obligación no puede repetir lo pagado, a menos que de su parte no
haya habido violación de aquéllas (art. 1157 CC). Esta norma se explica por aplicación
del adagio “en igualdad de causas torpes, es mejor la condición del que posee). En caso,
pues, de que ambas partes hubiesen actuado torpemente, se prefiere a la parte que
posee, o sea, que cada parte tiene derecho a gozar y retener la prestación que ya se le
hubiese cumplido. Es por ello que quien cumplió su obligación violando las buenas
costumbres no puede repetir; en cambio, quien cumplió su obligación sin violar las
buenas costumbres sí puede repetir al conocer la finalidad ilícita de la otra parte. De
esta manera se disuade a quien violó las buenas costumbres a pedir la nulidad del
contrato y exigir el reintegro de las sumas pagadas a la parte que ignoraba la
inmoralidad de la causa.
La causa
¿Por qué se contrata?

CAUSA INMORAL Y LA REGLA NEMO AUDITUR

Así, quien ha alquilado una casa para instalar en ella un prostíbulo, ignorándolo el
arrendador, no podrá pedir la restitución de los alquileres pagados. Si ambas partes
violan las buenas costumbres, ninguna de ellas puede repetir y en consecuencia pierden
las prestaciones que hayan cumplido; si una sola de ellas violó las buenas costumbres no
puede repetir la prestación cumplida, pero la parte que no incurrió en torpeza sí puede
repetir la prestación que hubiese cumplido.

-En el derecho moderno, la máxima romana mencionada es sustituida por una más
general, la llamada regla nemo auditur (nemo auditur propriam turpitudinem allegans):
nadie puede alegar su propia torpeza, regla también de origen romano y que inspira
directamente la disposición del artículo 1157 sobre la causa inmoral.
La causa
¿Por qué se contrata?

LA PRUEBA DE LA CAUSA

“Quien pida la ejecución de una obligación debe probarla” (art. 1354


CC).
En las obligaciones nacidas de un contrato, el acreedor deberá
probar su existencia, lo que implica la prueba del consentimiento, el
objeto y la causa (y el cumplimiento de las formalidades en los
contratos solemnes, o la entrega de la cosa en los contratos reales).
Sin embargo, siguiendo una vieja doctrina: el artículo 1158 CC
dispone: “la causa se presume que existe mientras no se pruebe lo
contrario”.
La causa
¿Por qué se contrata?

CARÁCTER DE LA PRESUNCIÓN

Al admitir esta presunción la prueba en contrario, es de carácter juris tantum y


prueba no solo su existencia, sino su licitud. Quien pretenda que la obligación no tiene
causa, o que la causa no expresada es ilícita, deberá probarlo. Indicada una causa por
alguna de las partes, bastará que su contraparte pruebe su falsedad o ilicitud.
El fundamento de esta regla es que nadie se obliga sin que realmente está obligado y
en la vida ordinaria quien ha prometido un pago es porque existe una causa lícita para
haber contraído la obligación. Esto es lo que generalmente sucede.

-Cuando se alega la ilicitud de la causa, son admisibles la prueba de testigos (art.


1393 CC, ord. 3°) y todas las demás conducentes a su demostración, siempre que no
estén expresamente prohibidas por la ley (art. 395 CPC). Esta amplia libertad
probatoria se justifica, porque siendo la causa ilícita, las partes ocultarán esta
circunstancia que invalidará el contrato respectivo.

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