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Leyes de la Didáctica
El proceso docente educativo, como objeto como sistema, establece relaciones con el
medio con la sociedad, a las que se subordina, y establece relaciones también entre sus
propios componentes. El análisis de estas relaciones permite precisar las cuatro leyes
que constituyen el núcleo de la teoría de la Didáctica y que se explican a continuación.
- Primera ley: La relación entre el proceso docente educativo, como sistema, y el medio
que lo rodea, la sociedad.
Los objetivos son la categoría rectora del proceso docente educativo.
Esto es así debido a que en los objetivos se traducen las aspiraciones que la sociedad
plantea para la formación de las nuevas generaciones, tanto en los aspectos
instructivos, profesionales, como los que deben caracterizar al ciudadano de un
determinado país; es decir, el pensamiento y los sentimientos de las nuevas
generaciones en desarrollo.
Los objetivos se convierten de ese modo en el modelo pedagógico que se debe alcanzar,
y sirve de vínculo entre la escuela y la sociedad, precisa las acciones de profesores y
estudiantes.
La sociedad plantea su encargo social al proceso docente educativo; en la Edad Media, por
ejemplo, en este encargo se incluía la preparación en esgrima u otras armas.
La sociedad demanda del egresado que necesita, pero la transformación de la realidad
mediante la ciencia es el modo fundamental de actuación del egresado. El método de la
ciencia, en cada caso particular, es la habilidad primordial que aparece en el contenido de
las asignaturas, es la acción que el estudiante debe dominar, es el núcleo del objeto a
alcanzar. De ahí que el carácter rector del objetivo lleva implícito la dependencia del
proceso docente educativo de la lógica de la ciencia.
Segunda ley: Relaciones entre el objetivo, el contenido y el método de enseñanza y
aprendizaje.
En la Didáctica como en cualquier otra ciencia, la caracterización de la estructura del
objeto no se reduce sólo a establecer los componentes de dicho objeto, se hace
necesario determinar las relaciones entre esos elementos o componentes, sobre la base
de las cuales se puede explicar esencialmente la dinámica del objeto.
La selección de un contenido u otro, su orden, su estructura, se hace a partir del
objetivo, pero para que el objetivo sea alcanzado, el contenido tiene que ser
asimilado, con el grado de profundidad que el mismo establece.
Por otra parte el método, del cual se valdrá el profesor para lograr los objetivos, está
determinado por los propios objetivos, pues las actividades a desarrollar dependen de las
habilidades que deben ser desarrolladas en los estudiantes, las cuales está definidas
por los objetivos.
Por esa razón no debe entenderse el método de enseñanza ajeno al objetivo, pero a su vez
no se identifican. Ambos tienen personalidad propia pero están indisolublemente
ligados, relacionados mutuamente. El objetivo, como inductor, como aspiración a lograr, el
método como ejecutor, como vía para alcanzarlo.
Durante el desarrollo del proceso docente educativo el profesor escoge y ejecuta los
diferentes procedimientos, para la introducción de nuevos contenidos y, consecuentemente
de manera similar, lo lleva a cabo el estudiante para su asimilación.
Para lograr el objetivo el proceso se desarrolla, se concibe, de tarea en tarea, concepto
éste que relaciona al objetivo con las condiciones concretas en que se desarrolla. En
la tarea el estudiante, dirigido por el profesor, ejecuta los procedimientos o técnicas
necesarios, como parte del método que lo acerca al objetivo.
En cada tarea el estudiante hace uso de distintos elementos del contenido, de modo tal
que al arribar al final del tema, los procedimientos se acercan al método, los contenidos
al objetivo.
Tercera ley: Ley de la derivación y la integración del proceso docente educativo.
El proceso docente educativo se desarrolla en distintos niveles de sistematicidad: tarea,
clase, tema o unidad, asignatura, grado o año, disciplina y carrera.
En cada uno de estos niveles están presentes los componentes del proceso docente
educativo, el objetivo, el contenido y el método. La ley anteriormente estudiada
establece las relaciones entre ellos, y cómo, a partir del desarrollo del método, se alcanza
el objetivo sobre la base del contenido que el estudiante debe dominar.
Esta ley se manifiesta explícitamente en el diseño del proceso, en la elaboración de los
planes y programas de estudio. Al determinar los objetivos del nivel o carrera,
implícitamente se significa las características de las disciplinas, asignaturas; y en esa
secuencia, los de los temas o unidades, y en última instancia la de las tareas y
actividades docentes.
Los objetivos más generales son estables y representan las exigencias sociales, los
objetivos particulares y singulares, son más dinámicos, y reflejan en su movimiento esa
exigencia, en las condiciones precisas, específicas, en que se desarrolla el proceso.
En la integración el proceso docente, en su dinámica, pasa de tarea en tarea, hasta la
clase, que no debe ser una acumulación o suma de contenidos, sino debe conformar un
sistema con un resultado que ofrezca una cualidad nueva; de igual manera se produce en la
asignatura, la disciplina el año, etc.
Cuarta ley: Ley de la relación entre la instrucción y la educación.
La educación es el comportamiento adecuado, según las exigencias de una
sociedad dada, en un momento histórico determinado.
Ese comportamiento adecuado exige cierta instrucción, y a su vez, es muy
improbable que se pueda lograr una instrucción acabada, sin un comportamiento según
las exigencias de la sociedad.
Esta relación no se puede ver de manera estática, inmóvil, debe entenderse de forma
activa, interactuando entre sus elementos, no sólo en la interacción educación-instrucción,
sino también entre aquéllos y el medio social. Tal como se ha analizado, la sociedad le
plantea su encargo social a la escuela, encargo que ésta procura satisfacer, y el
egresado, producto de la escuela y del medio, en ocasiones actúa sobre el medio y sobre
la ciencia, lo que repercute sobre la escuela, y de esta forma se produce la evolución social
y escolar.
Hay una cosa cierta, el grado de instrucción alcanzado por el estudiante puede ser medido
con cierta exactitud, cada vez que se desee; lo que no se puede hacer con las
convicciones y sentimientos, los cuales se manifiestan circunstancialmente.
El saber humano es formación porque implica una actitud sabia frente a la vida y un
saber actuar justamente. Si el estudiante fundamenta su motivación por el dominio de
una determinada rama sólo en los deseos de ser alguien en la vida, sin considerar la
connotación social de sus estudios, entonces está totalmente desorientado en cuanto
a preferencias en valores positivos. Aquí no se está negando el lugar que ocupa en el
desarrollo de la personalidad la satisfacción de necesidades e intereses personales.
El contenido de las diferentes asignaturas es un medio importante para el desarrollo
de habilidades de razonamiento y de reflexión crítica, lo cual ayuda al estudiante a
hacerse consciente de sus valores y los de los demás. De acuerdo a las
potencialidades de cada asignatura es posible instrumentar procedimientos que
permitan procesos de valoración que posibiliten el juicio de los estudiantes respecto al
valor de un objeto, acción o persona, decimos que el contenido es un medio porque
una verdad científica hoy puede ser modificada mañana, empero las capacidades
adquiridas al operar con ella en el proceso docente- educativo, perdurarán.