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Historia de España Tema 7: La España del siglo XVII

TEMA 7: LA ESPAÑA
1 DEL SIGLO XVII

7.1. Los Austrias del siglo XVII. Gobierno de validos.


Es el momento de decadencia de la política hispánica. Se produce
una gran inestabilidad económica, que conduce a frecuentes bancarrotas. Los
reyes del período (los denominados “Austrias Menores”) cedieron el gobierno
a sus validos: nobles de alto rango, amigos personales de los reyes, que se
hacían cargo del gobierno del Reino. Las causas de esta cesión de
soberanía se deben a la debilidad de los Austrias del XVII, la complejidad,
cada vez mayor, de las tareas de gobierno y el deseo de la nobleza de
recuperar parte del poder perdido desde la época de los Reyes Católicos.
Aunque el valido no era un cargo oficial, actuaba como si fuera un primer
ministro y su cargo se mantuvo de forma casi permanente.
FELIPE III (1598-1621). Contó durante casi todo su reinado con el valimiento
del Duque de Lerma. No contó con un programa definido y contó con una
inmensa red de clientes y amigos colocados en los principales cargos del
gobierno, lo que le otorgó un enorme poder y creó un permanente estado de
corrupción. Sus dos decisiones más importantes fueron la firma de la tregua
con los Países Bajos y la expulsión de los moriscos. Lerma sería sustituido
por uno de sus hijos, el Duque de Uceda, poco antes de la muerte del rey.
FELIPE IV (1621-1665). Su valido fue el Conde-duque de Olivares, personaje
empeñado en que Castilla mantuviera su rango de gran potencia en Europa,
para lo cual se dispuso a una reorganización interna. Pero la monarquía
hispánica se encontraba en un severo retroceso y sus medidas solo sirvieron
para acentuar más la crisis. Olivares fue consciente de que Castilla no podía
soportar más el peso económico del imperio y el coste de las guerras, por lo
que decidió que los demás reinos debían participar en los gastos comunes.
Es lo que se conoce como Unión de Armas, que fue muy contestada desde
los reinos de la Corona de Aragón y generó una fuerte conflictividad interna.
Olivares fue sustituido por su sobrino, Luis de Haro, que contó con mucho
menos poder.
CARLOS II (1665-1700). Los validos fueron impuestos por la nobleza, como
sucedió con el duque de Medinaceli y el Conde de Oropesa.

7.2. Los Austrias del siglo XVII. Conflictos internos.


Los Austrias Menores iban a recibir una pesada herencia de Felipe II,
en profunda crisis debido a: 1º. El descenso de población por guerras,
pestes, etc. 2º. La caída de la industria textil, pilar de la economía, por la
competencia exterior. 3º. Alza de precios y presión fiscal sobre los
campesinos, que empezó a dejar tierras sin cultivar. 4º. Gastos excesivos de
la Corte. 5º. Descenso del abastecimiento de plata y oro precedentes de
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América. A esta situación, hay que sumar 2 los problemas originados en cada
uno de los reinados del siglo XVII:
FELIPE III (1598-1621). Se produce la expulsión de los 300.000 moriscos
que ocupaban el territorio español (1609), a los que se acusaba de seguir
practicando su religión y sus costumbres y de apoyar a los piratas y a los
turcos en el Mediterráneo. El rechazo hacia ellos de la población cristiana y
el afán de la monarquía por demostrar su fuerza también se encuentran en la
causalidad de la expulsión. Las consecuencias fueron de gran magnitud:
demográficas (vacíos de población, especialmente en el este y sureste
peninsular), económicas (se dejan de percibir los ingresos que aportaban sus
profesiones), sociales (modificación de la estructura social, reforzada por un
clima de intolerancia religiosa).
FELIPE IV (1621-1665). La política interior de Felipe IV se vincula a las
acometidas del Conde-duque de Olivares, cuyos proyectos no fueron bien
recibidos por la población. Olivares pretendió fundar una red nacional de
erarios, que liberase a la Corona de su dependencia de la banca extranjera.
Los erarios actuarían como bancos, pero las Cortes se opusieron, y a cambio
aceptaron un aumento del servicio de millones (impuesto tradicional) cuyos
efectos fueron bastante más limitados. El gran proyecto de Olivares consistió
en la unificación de la monarquía bajo unas mismas leyes e instituciones,
siguiendo el modelo de Castilla. En su opinión, Felipe IV debería ser rey de
España y no de una suma de reinos. Sin embargo, este proyecto no fue
siquiera intentado debido a la oposición interna y a las necesidades más
urgentes de la política exterior. El otro gran proyecto de Olivares fue la
Unión de Armas: pretendía ser un ejército permanente de hombres reclutados
de todos los reinos de la monarquía, en función de su población. Se
pretendía crear un ejército poderoso, distribuir los costes bélicos entre todos
los reinos y crear lazos internos de solidaridad. La Unión de Armas fracasó
por la oposición de las Cortes de la Corona de Aragón, que recelaban de
una monarquía a la que consideraban ajena y poco respetuosa con sus leyes
e instituciones.

7.3. La crisis de 1640.


El descontento hacia Olivares se generalizó por distintas razones: los
reinos periféricos rechazaban las pretensiones unitarias y centralistas del valido,
los miembros de la alta nobleza se quejaban del escaso protagonismo que les
concedía su autoritarismo y las clases populares denunciaban la presión fiscal
que sufrían. Los conflictos y rebeliones fueron constantes y se difundieron
hacia distintos puntos pero los dos puntos más calientes fueron Cataluña y
Portugal.
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REBELIÓN DE CATALUÑA (1640-1652): 3 el conflicto tuvo su origen en la


política centralizadora de Olivares y en los desmanes cometidos por los
solados castellanos e italianos sobre la población con motivo de la guerra
contra Francia. Hubo enfrentamientos entre campesinos y soldados y la
rebelión se extendió a Barcelona, donde el día de la festividad del Corpus
Christi estalló un violento motín en el que fue asesinado el virrey (Corpus de
Sangre o Guerra dels Segadors, debido a la participación de los
campesinos). El ejército real, dirigido por Juan de Austria, hijo bastardo del
rey, pacificó el conflicto.
INDEPENDENCIA DE PORTUGAL (1640-1668): se produjo por el
levantamiento popular ante los impuestos y la falta de una defensa adecuada
en sus colonias frente a los tradicionales enemigos de los españoles. La
independencia se consumó con el ascenso al trono del Duque de Braganza,
Juan IV. España, en cambio, no reconoció su independencia hasta 1668, ya
en época del reinado de Carlos II.

7.4. La España del siglo XVII: el ocaso del imperio español en Europa.
FELIPE III, UNA POLÍTICA EXTERIOR PACIFISTA: el reinado de Felipe III
supuso la ruptura de la tendencia belicista del siglo anterior. Las
circunstancias que beneficiaron esta situación fueron la muerte de la reina
Isabel I de Inglaterra, que posibilitó la paz de 1604, y la ruina financiera,
que obligó a firmar la Tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas
(1609-1621), ante la imposibilidad de costear los gastos militares.
FELIPE IV: EL SISTEMA WESTFALIA-PIRINEOS: La Guerra de los Treinta
Años (1618-1648) enfrentó a los católicos europeos (representados
principalmente por los Habsburgo españoles y austríacos) con los protestantes
(sobre todo germanos, neerlandeses y nórdicos), que recibieron la ayuda y
el liderazgo de Francia. La Paz de Westfalia (1648) puso fin al conflicto,
que tuvo dos importantes consecuencias para España: el reconocimiento
definitivo de la independencia de las Provincias Unidas y la pérdida de la
hegemonía europea. Además, España continuó la guerra contra Francia en
solitario hasta 1659, fecha en que se firmaba la Paz de los Pirineos, que
supuso la cesión a los franceses de Rosellón, Cerdaña y la región de
Artois.

7.5. El reinado de Carlos II (1665-1700)


DECADENCIA DE LA MONARQUÍA. A la muerte de Felipe IV, su hijo
Carlos tenía 4 años de edad. Era un niño enfermo, por lo que la regencia
quedó en manos de su madre, Mariana de Austria, que gobernó con la ayuda
de un consejo del que prescindió después para depositar su confianza en el
jesuita austríaco Nithard, su confesor, que actuó como un auténtico valido.
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La Corte se convirtió en un hervidero 4de luchas e intrigas por el poder. La


mayoría de edad del rey, demostró el mantenimiento de su enfermedad e
incapacidad. Dejó los asuntos de estado en manos de sus validos (Juan
José de Austria, el Duque de Medinaceli y el Conde de Oropesa), que
iniciaron una leve recuperación económica.
POLÍTICA EXTERIOR. España se vio envuelta en algunos conflictos, sobre
todo con la agresiva Francia de Luis XIV, que observó la debilidad española.
La Paz de Aquisgrán (1668) supuso la cesión de Lille y otras plazas del
norte francés. Mediante la Paz de Nimega (1678) España entrega a Francia
el Franco Condado.
EL PROBLEMA SUCESORIO. Carlos II se casó dos veces pero no tuvo
descendencia, por lo que, antes de su muerte, las potencias europeas ya se
disputaban el trono español en la Guerra de Sucesión (1700-1714), que
enfrentó a los defensores de la línea austríaca de la casa de Habsburgo
(representada por Carlos de Austria) con los proclives a la casa de Borbón
(representada por el nieto de Luis XIV, el duque Felipe de Anjou). Antes
de su fallecimiento, Carlos II nombró heredero a este último con la intención
de asegurar a la monarquía española el apoyo de Francia. La Paz de
Utrecht (1714) puso fin a la Guerra de Sucesión, con victoria de los pro
franceses, lo que supuso el acceso de los Borbones, en manos del Duque
de Anjou, que reinará como Felipe V.

7.6. La España del siglo XVII: evolución económica y social.


CRISIS DEMOGRÁFICA: España acabó el siglo XVII con menos población que
el siglo anterior. Entre las causas de esta crisis, podemos citar las
siguientes: 1ª. Las grandes epidemias que afectaron a toda Europa. Se
registraron tres oleadas de peste negra en España. 2ª. La expulsión de los
moriscos, que afectó sobre todo a Valencia y Aragón. 3ª. Las dificultades
económicas, que fueron objeto de inmigración, escasez de matrimonios y
aumento de clérigos. 4ª. Las guerras constantes.
LA HACIENDA REAL: durante el siglo XVII se mantuvo el esfuerzo bélico del
siglo precedente, dejando la Hacienda en un estado lamentable (quebró hasta
en 6 ocasiones). Los principales prestamistas fueron banqueros italianos y los
acreedores, judíos de origen portugués. La Corona puso en marcha algunas
actuaciones que, pese a todo, solo sirvieron para afrontar las necesidades
más inmediatas: alteraciones monetarias (como el uso de la moneda de
vellón, de cobre puro, sustituyendo a las monedas de oro y plata), venta de
cargos públicos, de títulos nobiliarios y de privilegios, creación de nuevos
impuestos y aportaciones voluntarias.
RECESIÓN Y RECUPERACIÓN: los apuros fiscales incidieron en una
agudización de la crisis económica, especialmente notable en aspectos como:
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1º. Crisis de producción agrícola. 52º. Disminución de los rendimientos


ganaderos. 3º. Crisis de la industria textil catalana. 4º. Acaparamiento por
extranjeros del comercio con América.
Hacia 1680 se puede dar por finalizada la crisis, con una leve mejora
demográfica y gracias a los efectos de la devaluación monetaria, que frenó la
inflación y estabilizó el sistema monetario.
REPERCUSIONES SOCIALES DE LA CRISIS: la crisis del siglo XVII afectó,
en mayor o menor medida, a todas las capas sociales. La nobleza
experimentó un aumento numérico como consecuencia de la venta de títulos.
Al mismo tiempo, la crisis agraria y el descenso demográfico provocaron una
disminución de las rentas señoriales, que obligó a un endeudamiento para
poder mantener el lujoso ritmo de vida. También creció numéricamente el
clero. Era una buena solución para salir de la pobreza, a veces pese a
una falta de vocación religiosa. La burguesía tenía como máxima aspiración
abandonar sus negocios e invertir en beneficios en tierras, señoríos y rentas
fijas. El campesinado fue el sector más afectado por la crisis. Muchos
pequeños campesinos se vieron forzados a endeudarse, no pudieron devolver
sus préstamos y se vieron obligados a vender sus tierras y emigrar. No
sorprende, por tanto, que resurgiera el bandolerismo, como intento
desesperado de escapar de la miseria. La población urbana se convirtió en
refugio de inmigrantes arruinados procedentes del medio rural. En
consecuencia, un número en aumento de pícaros y mendigos constituía una
imagen habitual del escenario urbano.

7.7. La España del siglo XVII: esplendor cultural. El Siglo de Oro.


La decadencia española fue anunciada por la figura satírica de los
arbitristas, personajes ridículos y caricaturescos convertidos en objeto de burla
por Cervantes o Quevedo. (también se denominaron arbitrios a las propuestas
de algunos personajes, denominados arbitristas, para sanear la Hacienda Real,
en este caso sin que el término disponga del carácter peyorativo de los
anteriores).
En todo caso, el siglo XVII es conocido como el Siglo de Oro de la
cultura española gracias a su gran desarrollo artístico y literario:
LITERATURA: El desarrollo se produjo en todos los géneros: Novela picaresca
(ya iniciada en el siglo XVI), desarrollada por Mateo Alemán y Quevedo.
Novela: Cervantes (El Quijote). Lírica: Góngora y Quevedo. Teatro:
Calderón de la Barca (La vida es sueño), Lope de Vega (Fuenteovejuna) y
Tirso de Molina.
ARTE: excepcional desarrollo en las diversas escuelas de pintura, escultura y
arquitectura. El Barroco fue un estilo artístico desarrollado en Italia y
expandido hacia el resto de Europa durante el siglo XVII. En origen, se
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consideró una deformación del arte clásico,


6 algo irregular y raro. Representa
el poder de los monarcas absolutos y de la Iglesia Católica. Trata de
impactar al espectador y crear un mensaje mediante la deformación de las
figuras. Los principales representantes de este arte barroco español fueron:
Arquitectura: Juan Gómez de Mora y José Benito de Churriguera.
Escultura: Gregorio Fernández (en Castilla), Alonso Cano y Juan Martínez
Montañés (en Andalucía) y Francisco Salzillo (en Murcia).
Pintura: fue el arte más desarrollado, con figuras como José de Ribera,
Francisco de Zurbarán, Bartolomé Estaban Murillo y, sobre todo, Diego
Velázquez.

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