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TEMA 9. LA ESPAÑA DEL SIGLO XVII.

9.1.- Los Austrias del siglo XVII. Gobierno de validos y conflictos internos.
Los Austrias del siglo XVII, o Austrias Menores, delegaban las funciones de gobierno en personas de su confianza
(vinculados a la alta nobleza y al alto clero) conocidos como validos. Los validos actuaron al margen de los órganos de
gobierno y algunos utilizaron el cargo para enriquecerse y favorecer a sus allegados. La nobleza y los letrados,
desplazados del poder, encabezaron la oposición a éstos.
Felipe III (1598-1621)
- Tuvo como valido principal al Duque de Lerma (1598-1618), que llevó a cabo una política pacifista motivada
por la crisis económica. Duque de Uceda (1618-1621), hijo del anterior practicó una política parecida, aunque de
menores consecuencias para el reino.
- El principal conflicto interno durante el reinado de Felipe III fue la expulsión de los moriscos (1609). Con ello
quería evitar su posible apoyo a los turcos y a los piratas berberiscos, enemigos de la monarquía hispánica, pero
provocó una grave crisis económica especialmente en la Corona de Aragón.
Felipe IV (1621-1665)
- Tuvo como valido al Conde-Duque de Olivares (1621-1643), cuya política de prestigio internacional provocó
la crisis de 1640. Tuvo un concepto del Estado distinto al patrimonial y trató de realizar una profunda reforma a
través de una política   fiscal encaminada a que todos los reinos, además de Castilla, contribuyesen
con impuestos y una política militar encaminada a un ejército del reino con aportaciones de todos
los territorios: Unión de Armas (1625). La oposición de los territorios forales a una política dirigida desde Madrid
(centralismo) y la oposición de las clases populares a los nuevos impuestos (de la sal, 1631), así como su política
exterior fue costosa y arriesgada ya que España se vio envuelta en nuevas guerras, con la consiguiente sangría
económica: Guerra de los 30 años, Guerra con Inglaterra, Guerra con Portugal. 
- Durante el reinado de Felipe IV hubo que afrontar los problemas de la Unión de Armas (1625), la Guerra de
los Treinta Años (1618-1648), así como la rebelión catalana, la independencia de Portugal y revueltas
menores en Vizcaya, Andalucía y Sicilia, a causa de la presión fiscal y las intrigas de Francia.
- Carlos II (1665-1700). Regencia Mariana de Austria (1665-1675). 
- Tuvo varios validos, como su hermanastro Juan José de Austria (1677), Fernando de Valenzuela (1669-1676) o el
jesuita Nithard (1666-1669), quienes no pudieron evitar la decadencia de la Monarquía hispánica en la escena
internacional.
- Juan José de Austria (1677), para ser nombrado valido, protagonizó dos pronunciamientos con apoyo de gran parte de
la nobleza y hubo de sofocar una importante revuelta campesina en Cataluña (barretines, 1688-1689). La situación
continuó deteriorándose con levantamientos como el del Duque de Medinaceli (1680), del Duque de Osuna (1691), o el
Motín de los Gatos en Madrid en 1699.

9.2.- La crisis de 1640.


El año 1640 fue un año de crisis bajo el reinado de Felipe IV, siendo su valido el conde-duque de Olivares. La
catalana y la portuguesa fueron las más importantes, aunque también hubo revueltas en Aragón,
Andalucía y Sicilia. En un principio tuvo carácter interno ante la política centralista y fiscal, que más tarde tiene
implicaciones internacionales: Portugal busca alianza con Inglaterra ante la presión holandesa y Cataluña busca apoyo
en Francia para conservar su autonomía. También tuvo un alto componente social y antiseñorial.
La crisis catalana
La declaración de guerra de Francia a España en 1635 provoca el intento de aplicar la reforma fiscal de la Unión de
Armas, previamente rechazada por las Cortes catalanas, en 1626. En 1640 se produce una rebelión, provocada por el
reclutamiento forzoso y los desmanes causados por las tropas enviadas luchar contra Francia en la Guerra de los Treinta
Años (1618-1648). Los campesinos, a los que se unieron los segadors, tomaron Barcelona y asesinaron al virrey
(Corpus de Sangre).
Cataluña se colocó bajo protección militar francesa, lo que permitió la derrota de las tropas españolas. El alto coste del
mantenimiento del ejército francés y la falta de respeto de los reyes franceses hacia las leyes catalanas llevaron a éstos a
reintegrarse en España, tras la entrada del ejército y la promesa de Felipe IV de respetar sus fueros (1652).
La crisis portuguesa
Alentado por el ejemplo catalán, Portugal rechazó la Unión de Armas. El aumento de los impuestos y las dificultades
causadas al comercio colonial por la participación española en la Guerra de los Treinta Años, hacen que crezca la
impopularidad de la integración de Portugal en la Monarquía hispánica, produciéndose la sublevación. Las Cortes
portuguesas proclamaron rey al duque de Braganza como Juan IV, y los intentos por recuperar Portugal fracasaron,
reconociéndose su independencia en 1668.

 
Consecuencias: Desgaste político del Conde –Duque y consiguiente desprestigio del Rey. Pérdida definitiva del
reino de Portugal. Pérdida de la hegemonía de los Habsburgo en Europa. Agravamiento de la crisis de Hacienda. Inicios
de las protestas en las colonias americanas.

9.3.- La España del siglo XVII: el ocaso del imperio español en Europa.
A lo largo del siglo XVII España perdió su hegemonía en Europa y se convirtió en una potencia de segundo orden. La
política de los Habsburgo consistió en una defensa a ultranza de su patrimonio, la protección de la
religión católica frente a luteranos y calvinistas y la defensa militar del monopolio comercial en
América, utilizando para ello la diplomacia y la guerra. Pero nuevos condicionantes hicieron fracasar esta política:
Escasez de recursos financieros, Pérdida de efectivos militares, Acción de holandeses e ingleses en las colonias y la
aparición de nuevos enemigos: Inglaterra, Francia, Provincias Unidas, Portugal. Las consecuencias fueron:
endeudamiento, descontento social, pérdidas territoriales y el agotamiento del absolutismo (en su primera fase).
- Felipe III, forzado por la crisis económica, siguió una política pacifista, conocida como Pax hispánica. Firmó la
paz con Inglaterra (Tratado de Londres, 1604) y la Tregua de los Doce Años (1609) con las Provincias Unidas (Países
Bajos), que reconocía una gran autonomía política.
- Felipe IV se vio obligado a participar en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Se alió con Austria en
defensa del catolicismo frente a los países protestantes. Francia entró en la guerra para evitar el triunfo de los
Habsburgo, sucediéndose las derrotas españolas. El conflicto con Portugal y Cataluña agravó la posición española, lo
que provocó la derrota en Rocroi y la firma de la Paz de Westfalia (1648) puso fin a la guerra. España reconoció la
independencia de las Provincias Unidas y los Habsburgo reconocen su derrota. La guerra continuó con Francia hasta la
firma de la Paz de los Pirineos (1659). Por este tratado España cedía el Rosellón y la Cerdaña a Francia así como
varias plazas de Flandes y se acordaba la boda de la infanta Mª Teresa con Luis XIV de Francia, lo que propiciaría la
llegada de los borbones a España en el siglo posterior.
- Carlos II. Durante su reinado España cedió a Francia el Franco Condado y diversas ciudades en los Países Bajos. A
la muerte de Carlos II, España sólo conservaba en Europa parte de los Países Bajos, el Milanesado, Nápoles, Sicilia y
Cerdeña. Fin de la guerra con Portugal: con el apoyo de Inglaterra, Portugal derrota a España y consigue el Tratado de
Lisboa (1668): Ceuta, que era de Portugal, pasó a dominio español a cambio del reconocimiento de la independencia.
Otros tratados de Paz. Aquisgrán (1668): España pierde gran parte de Flandes. Nimega (1678): todo el Franco-
Condado.

9.4.- La España del siglo XVII: evolución económica y social.


El siglo XVII se caracterizó por la aparición de una crisis demográfica (peste), económica y social, que se tradujo en un
malestar social e inestabilidad política. La causa principal de la crisis económica fue la política exterior, que
absorbió los ingresos ordinarios – metales preciosos americanos, impuestos tradicionales –
obligando a recurrir a medidas especiales extraordinarias como el aumento de la presión fiscal o la
devaluación de la moneda.
La producción agrícola disminuyó por las malas cosechas, favoreciendo las hambrunas cíclicas (crisis demográfica con
descenso de la población). El descenso de la producción provocó el descenso de la demanda, que afectó también a la
artesanía y el comercio (estancamiento), además de provocar un aumento de la presión fiscal.
La disminución de ingresos procedentes de los metales preciosos de América acentuaron la crisis de la Hacienda real, lo
que condujo a varias bancarrotas y al aumento de la deuda y emisiones de moneda de baja calidad (vellón), que
provocará un aumento de la inflación.
Los prejuicios sociales de las clases adineradas (visión negativa del valor trabajo), perjudicaron el desarrollo
económico. El comercio estaba dominado por extranjeros y el atraso tecnológico respecto a Europa hizo necesario
recurrir a importaciones.
Los enormes gastos de la corte y las guerras producen hasta seis bancarrotas de la Hacienda Real que intenta obtener
beneficios por diversos medios: aumento de impuestos, venta de pueblos de realengo, de cargos públicos (venalidad) y
de títulos nobiliarios.
Con la crisis económica aumentó el peso social de los grupos improductivos – nobles, clero, mendigos –
frente a los productivos – campesinos, artesanos, comerciantes. La nobleza (10% de la población) incrementó la presión
fiscal sobre los campesinos y las clases populares se empobrecieron notablemente, protagonizando numerosas revueltas,
migrando con frecuencia a las ciudades y encontrando muchas veces su única salida en el bandolerismo y la picaresca.
Muchas personas ingresaron en la Iglesia (clero, 10% de la población) para evitar el hambre y el alistamiento militar. La
burguesía siempre fue escasa, más consumista que productora. Aglutinaba a su alrededor un ejército de sirvientes y
trabajadores de servicios tradicionales y con la crisis se vio reducida y perdió la poca influencia que tenía.
Recuperación: se manifiesta en la periferia peninsular y escasamente en el interior. Pasada la mitad del siglo, la
agricultura se recuperará con el cultivo de mejores tierras, la diversificación del sembrado (planta trigo, cebada,
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centeno y vid), y la introducción de nuevas plantas: maíz (sólo alcanza un desarrollo en Galicia), tomate y patata. Se
recupera lentamente la producción industrial (especialmente en Cataluña) y el comercio. Se estabilizó el sistema
monetario acercando el valor legal de la moneda al real y conteniendo los precios. A finales de siglo también se inicia
una recuperación demográfica.

9.5.- La España del siglo XVII: esplendor cultural. El Siglo de Oro.


La crisis de España en el siglo XVII contrasta con su esplendor artístico y cultural, conocido como Siglo de Oro,
periodo comprendido entre la publicación de la gramática de Nebrija ((1492) y la muerte de Calderón (1681). A su vez,
el esplendor artístico contrasta con la crisis de la investigación y ciencia europeas, que agravó el atraso tecnológico
español. Se debió sobre todo a la rigidez del espíritu contra-reformista permanente desde el Concilio de Trento, y
España contribuyó decisivamente a la expansión de sus ideas y dogmas a través de la Compañía de Jesús (los jesuitas).
Este espíritu provocó también un descenso del número de estudiantes universitarios.
El estilo artístico destacado durante el siglo XVII fue el Barroco (1580-1660): un movimiento cultural y
artístico que defiende la monarquía absoluta y el catolicismo, partidario de despreciar la vida terrena y
exaltar el misticismo espiritual. Bajo el mecenazgo de Iglesia y de Corona y el contrarreformismo como telón de
fondo, Madrid se convirtió en centro artístico para exaltar el poder monárquico.
Sus rasgos característicos son:
- desengaño y rechazo de la realidad circundante.
- decadencia.
- pesimismo vital producido por la crisis económica y política.
- contraste entre el ser y el parecer.
- nostalgia por el mundo feudal.
- realismo naturalista como elemento transmisor de esos valores: ostentación y lujo (halagan los sentidos y demuestran
poder); efectos dramáticos y teatrales (mueven el espíritu); ausencia de equilibrio clásico, promoviendo patetismo,
tenebrismo, brusquedad, marginalidad, deleite en lo macabro y sorprendente.
Sus personajes más destacados fueron Cervantes, Quevedo, Góngora, Lope de Vega, Calderón de la Barca y Tirso de
Molina en literatura. Velázquez, Ribera, Zurbarán y Murillo en pintura. Gómez de Mora, Pedro Ribera y los
hermanos Churriguera en arquitectura. Gregorio Fernández y Pedro de Mena en escultura.
También surgen nuevas corrientes críticas como la de los arbitristas. Críticos del sistema, que también hacen
propuestas razonables rechazadas en su mayoría por afectar al absolutismo y a los privilegios. Considerados precursores
de los ilustrados del XVIII, fueron críticos con la aristocracia y con el excesivo número de clérigos. Promovieron
fundamentalmente: la protección a productores, el fomento de industria y comercio, la educación científica y técnica y
las reformas agrarias y fiscales. Tuvieron sus principales representantes en Luis Ortiz, Sancho Moncada, Tomás de
Mercado y Pedro Fernández de Navarrete de las Escuelas de Valladolid y Salamanca.

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