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Tema 8: El Siglo XVII: La crisis de la monarquía de los Austrias

INTRODUCCIÓN: Características generales del periodo


En Europa, el siglo XVII supuso importantes transformaciones: el panorama internacional cambió, al
sustituirse la hegemonía española por la francesa; la monarquía autoritaria dio paso a la monarquía absoluta,
excepto en unos pocos países que adoptaron sistemas parlamentarios; se impuso el mercantilismo económico;
el crecimiento de la burguesía comenzó a socavar las bases de la sociedad estamental y nació la ciencia
moderna y un nuevo estilo artístico, el Barroco.
En España, el siglo XVII fue una época de crisis por la decadencia económica, la pérdida de liderazgo en
Europa y una grave crisis política y social en Castilla. Reinaron los llamados Austrias menores: Felipe III (1598-
1621), Felipe IV (1621-1665) y Carlos II (1665-1700). La progresiva decadencia política contrasta con el
esplendor en los campos cultural y artístico.
En España también se implantó la monarquía absoluta, aunque los reyes delegaron el poder y las
tareas de los gobiernos en validos, personas de absoluta confianza como el Duque de Lerma o el Conde Duque
de Olivares. Además, no se implantó una administración centralizada, pues cada territorio mantuvo su propia
organización. Las primeras manifestaciones de la crisis del s. XVII fueron: disminución de la producción agraria
y ganadera, decadencia artesanal y la disminución de la llegada de metal precioso de América.

Felipe III (1598-1621)


En general fue un reinado pacífico. Se pretende mantener la hegemonía por la vía diplomática más que
por la fuerza de las armas, dada la grave crisis económica que se atravesaba (BANCARROTA, 1607).

Política interior: Se inicia con este rey el gobierno de los validos; el monarca hace dejación de sus
tareas de gobierno en un favorito, en una persona de su confianza, en este caso el Duque de Lerma, el primer
valido, que inició su mandato en 1599. En 1609 se decretó la expulsión de los moriscos llevándose a cabo
entre este año y 1614. Saldrían unos 300.000 y fue muy perjudicial para la agricultura en Valencia y Aragón,
donde eran numerosos y se dedicaban al trabajo en el campo en tierras generalmente de nobles.

Política exterior: Felipe III firmó la paz con Inglaterra y acordó la Tregua de los Doce Años (1609) con
los rebeldes de los Países Bajos (Holanda). Sin embargo, el pacifismo se rompió en 1618 con el estallido de la
Guerra de los Treinta Años, en la que España participó apoyando a los Austrias alemanes, parientes de los
reyes de España. Esta guerra comenzó como un conflicto muy localizado en el Imperio alemán, entre
protestantes y católicos, pero Francia lo convirtió en una lucha por la hegemonía en Europa frente a los
Austrias.

Felipe IV (1621-1665)
Fue un reinado muy agitado y la crisis y decadencia española tocaron fondo. El monarca confió
su gobierno al Conde-duque de Olivares, hombre de fuertes convicciones cuyos objetivos fueron mantener la
hegemonía austríaca en Europa y transformar España en una monarquía unificada, que se rigiera toda ella por
las mismas leyes.

Política interior: Marcada por la gravísima crisis económica y la política centralista del conde-duque de
Olivares, ejemplificada en su proyecto de la Unión de Armas (1621). El conde-duque pretendió que los reinos
periféricos participaran en los esfuerzos bélicos como Castilla, creando para ello un ejército sostenido por
todos los reinos en función de su población y riqueza. El proyecto fracasaría por el rechazo de muchos
territorios y acabaría dando lugar a una serie de sublevaciones en 1640, siendo las más destacadas las
ocurridas en Cataluña y Portugal.
En Cataluña: Las Cortes catalanas venían negándose a aportar nuevos ingresos a la Hacienda. Y, en
1635, al agravarse la Guerra de los Treinta Años, el conde-duque quiso llevar la guerra contra Francia a
Cataluña para así involucrar a los catalanes. Los choques entre la población civil y el ejército se fueron
endureciendo. El descontento popular alcanzó su momento culminante el día del Corpus (7 de junio de 1640)
cuando una multitud, calificada de segadores se adueñó de Barcelona y dio muerte al virrey, el conde de Santa
Coloma. Las autoridades catalanas decidieron separarse de la monarquía española y buscar el apoyo francés y
Luis XIII, en efecto, fue proclamado conde de Barcelona. Al final, los franceses provocaron el descontento de
los catalanes y esto favoreció la recuperación de Cataluña por las tropas reales al mando de Juan José de
Austria y la entrada de éstas finalmente en Barcelona en 1652.
En Portugal: También en 1640 se inició la rebelión de Portugal, que finalizó en 1652, cuando Portugal
se independizó y se proclamó rey al duque de Braganza.

Política exterior: Caracterizada por la agresividad y por mantener ofensivas en varios frentes:
a) Guerra con las Provincias Unidas: Integrada dentro de la Guerra de los Treinta Años. La guerra
con las Provincias Unidas se inicia cuando los holandeses se unieron a los enemigos de los
Austrias.
b) Participación en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648): La Guerra de los Treinta Años,
iniciada en 1618, seguía abierta. Esta guerra fue un conflicto religioso, al enfrentarse católicos y
protestantes, pero también fue una pugna política contra el dominio de los Habsburgo
austríacos y españoles. España intervino como aliada de los Austrias alemanes en su lucha
contra los príncipes protestantes. Aunque los tercios españoles acaparaban victorias sobre los
protestantes alemanes y en Flandes (rendición de Breda), la situación cambió en 1635 con la
entrada de Francia en el conflicto apoyando a los protestantes. Las victorias de los Austrias
continuaron, pero en 1640 se sublevaron Cataluña y Portugal y se aceleró la decadencia. En
1643 caía el conde-duque; el mismo año en que los tercios españoles, hasta entonces
invencibles, eran vencidos en la batalla de Rocroi (1643). La guerra acaba con la paz de
Westfalia en 1648, cuando España reconoce la independencia de Holanda. Con todo, la guerra
contra Francia continuó.
c) Guerra con Francia: La situación se complicó para España cuando Inglaterra se puso al lado de
Francia y ocupó la isla de Jamaica (1655). Por fin, se firma con Francia la Paz de los Pirineos
(1659), que señala el fin de la hegemonía española en Europa, mientras se iniciaba la de Francia.
Para España la firma de esta paz supuso la pérdida de la provincia de Artois, en los Países Bajos,
de diversas plazas flamencas y la de los territorios catalanes del Rosellón y la Cerdaña. También
se acordaba el matrimonio de Luis XIV con la infanta española María Teresa de Austria,
matrimonio del que sería nieto Felipe de Anjou, futuro rey de España a la muerte de Carlos II.

Carlos II (1665-1700)
En el reinado de Carlos II continua la decadencia. El nuevo rey carece de carácter para gobernar, es un
rey débil y enfermizo. Su reinado comienza con la regencia de su madre Mariana de Austria y está dominado
por las guerras contra Francia y el problema de la sucesión:

Guerras contra Francia: Tras varias guerras contra la Francia de Luis XIV, España pierde el Franco Condado y
varias plazas en Flandes.
Problema de la sucesión: Carlos II se casó dos veces, pero sus múltiples enfermedades le impedían tener
descendencia -en la corte fue apodado el Hechizado-. En el exterior las distintas potencias europeas, sobre
todo Francia y el Imperio alemán, se plantearon el reparto de la monarquía española a espaldas del gobierno
español. Para Carlos II, el testamento debía decidirse entre tres candidatos: Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV,
el archiduque Carlos de Austria, hijo del emperador Leopoldo I de Austria, y José Fernando de Baviera. En
1700, poco antes de morir, Carlos II designó como heredero al candidato francés: Felipe de Anjou o de Borbón.
Sin embargo, su testamento no pudo evitar el estallido de la GUERRA DE SUCESIÓN A LA CORONA ESPAÑOLA
en la que se vieron implicadas todas las potencias europeas interesadas en sacar partido de España.

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