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La importancia de la evaluación psicológica es obvia: por una parte, es el primer paso que
nos conduce a la planeación de la intervención y, por otra, nos sirve como punto de
comparación para determinar el éxito de la terapia.
Por la forma de comparación, las pruebas pueden ser referidas a la norma o referidas al
criterio. En las pruebas referidas a la norma, la ejecución de un sujeto se compara contra la
ejecución de un grupo o de una población, esto es, contra un grupo normativo. Por ejemplo,
si al aplicar una prueba de inteligencia a un niño de 7 años éste obtiene un CI de 85, un
percentil de 25 y una edad escalar de 6:4; esto significa que, comparado con la población
de niños de 7 años, su CI se encuentra por debajo de la norma esperada para su edad -que
debería estar entre 89 y 110-, que su ejecución en esta prueba se encontró por abajo del
75% de los niños de su edad y que su ejecución en este atributo es comparable a la de un
niño de 6 años 4 meses, esto es, 8 meses por debajo de su edad cronológica.
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Clasificación según la cualificación del profesional
Tienen como fin evaluar el máximo potencial de una persona en un aspecto o característica
psicológica. En este tipo de test es relevante cuanto tiempo tarda la persona en acabar una
tarea. Las pruebas de inteligencia o las neuropsicológicas tienden a aplicar este criterio de
ejecución máxima.
Por otro lado, los test psicológicos también se clasifican según qué característica de la
psique humana se busca evaluar. En este sentido nos encontramos con las siguientes
pruebas psicológicas:
Por medio del test de inteligencia se busca descubrir el potencial de una persona, su
capacidad de adaptación y comprensión de su entorno, la utilización de estrategias. Entre
los tipos de test de inteligencia más conocidos se encuentran:
Test Wais: Permite conocer el cociente intelectual de personas partir de los 16 años.
Consiste en 175 preguntas, además de historietas y dígitos. Tiene una duración de
una o dos sesiones.
Test Wisch: Fue desarrollado por el mismo autor del Test Wais, pero en este caso se
aplica desde los 6 a los 16 años.
Test de Raven: Su objetivo es medir el cociente intelectual. Se aplica en niños,
jóvenes y adultos. Este test es no verbal y se centra en la capacidad de hacer
comparaciones, razonar por analogía del sujeto. La persona tiene que describir las
piezas faltantes de una serie de láminas impresas. Para ello debe utilizar habilidades
de observación y perceptuales.
Este tipo de tests miden capacidades tales como la rapidez y la resistencia al hacer una
tarea rutinaria que requiere atención y concentración con la dificultad añadida por el tiempo.
Por ejemplo, estos test son muy utilizados para obtener el carnet de conducir.
Test de Toulouse: Esta prueba tiene como objetivo medir aptitudes perceptivas y
atencionales de una persona. El test evalúa los aciertos, omisiones y errores.
D2: Mide la capacidad de atención sostenida y selectiva de una persona, además de
su concentración mental. Es la prueba de atención más conocida en Europa.
Test de Stroop: Este test nos permite medir la atención selectiva, la cual nos permite
entender a dos estímulos diferentes a la vez.
Los test de personalidad se utilizan para conocer el estilo y los rasgos de la personalidad de
un sujeto tales como sus creencias, emociones, pensamientos. Esto permite conocer cómo
suele ver el mundo y cómo actúa en él.
Las pruebas de personalidad se caracterizan por ser del tipo proyectivo. Las más conocidas
son el Test de Rorschach, el Test de Zullinger. También encontramos:
Desde niños empleamos a diario la percepción espacial que nos previene de chocar con
objetivos que nos rodean. Por ejemplo, cuando conducimos un auto procuramos no salirnos
de las líneas blancas que dividen los carriles.
Test de Bender: Se utiliza con el fin de evaluar el funcionamiento visomotor y la
percepción visual tanto en niños como en adultos. Se puede evaluar la madurez perceptiva
y un posible deterioro neurológico. También se usa para el diagnóstico de una lesión
cerebral. El test de Bender consiste en que la persona copie una serie de figuras en un
determinado tiempo. De esta manera se evalúa la madurez visual, las habilidades para
corregir errores, y la integración visomotora, entre otros.
Test del reloj: Esta prueba psicológica se utiliza para evaluar las capacidades cognitivas
de una persona y detectar un posible deterioro cognitivo. Por ejemplo, se utiliza en el
diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer y otros tipos de demencia. La aplicación de la
prueba no dura más de diez minutos. El sujeto debe dibujar un reloj con las manecillas
marcando una hora exacta. El test del reloj ofrece información sobre los aspectos
atencionales, la ejecución motora, organización perceptiva.
Test de la Figura Compleja de Rey: El test no solo brinda información sobre la capacidad
sensoria espacial del entrevistado sino que arroja información sobre todo el funcionamiento
neuropsicológico de una persona, niveles de atención y concentración. Además, permite
conocer la coordinación fina, memoria no verbal, planificación y organización estratégica,
entre otros.
Modelo clásico:
postula que para ser mesurables las propiedades psicológicas deben poseer las
características de una variable.
Modelos representacional:
los números utilizados en la medición no representan propiamente cantidades sino
relaciones.
Modelo médico.
La evaluación psicológica desde el modelo médico viene de la concepción organicista
obiologicista que tiene este modelo de la conducta humana y sobre todo de sus alteraciones
o psicopatología.
Modelo fenomenológico.
Bajo el epígrafe de modelo fenomenológico incluimos una variedad de modelos, que a
pesar de contar con características comunes suficientes para hacerlos identificables,
muestran también diferencias sustanciales. El enfoque fenomenológico de la personalidad y
de los trastornos de personalidad, su evaluación y tratamiento, no ha contado con tan
amplia difusión en el mundo universitario como los modelos vistos hasta ahora.
Modelo cognitivo.
Estudian variables cognitivas: estructuras mentales, procesos, estrategias cognitivas
empleadas para resolver tareas cognitivas, funciones mentales superiores como la memoria
o el lenguaje, representaciones, fases en el procesamiento de la información, procesos y
estrategias.