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APEGO ANSIOSO-AMBIVALENTE

El apego ansioso-ambivalente, se puede describir como niños preocupados. En estos


casos, el cuidador satisface la necesidad sólo algunas veces, de manera que los niños
no sienten suficiente seguridad hacia él. Es decir, en algunas ocasiones el cuidador se
encuentra tranquilo, animado, quiere relacionarse con el niño y se muestra sensible y
cariñoso hacia él, reconociendo sus necesidades y satisfaciéndolas de manera cálida.
Sin embargo, en muchas otras ocasiones no está disponible, de manera que se vuelve
imprevisible para el niño, que no sabe cuándo vendrá. Para poder sobrevivir, dado que
necesita al cuidador para ello; el niño aprende que, si insiste en llamar su atención, el
cuidador acaba acudiendo. Es decir, el bebé emite una respuesta para que el cuidador
cubra su necesidad, y el cuidador acude cuando ha hecho varios intentos, no a la
primera. De este modo, el bebé aprende que, para sobrevivir en esa relación, debe
persistir haciendo llamadas de atención al cuidador, y se expresa de manera más
intensa para que los papás puedan acudir a calmar su necesidad, dado que tardan en
hacerlo. En este sentido, se desarrollan como niños que no han sido calmados, y que
para obtener la calma o cubrir sus necesidades, tienen que expresarse intensamente
por eso son hipersensibles a sus necesidades, muy emocionales, incluso a veces
exagerados y demandantes.
Esto es así porque si no se comportaban de este modo, los padres no les atendían, de
modo que su supervivencia quedaba en riesgo. Cada vez que tenían una necesidad, el
cuidador podía acudir quizás sí, quizá no; de modo que en la vida adulta las personas
con este estilo de apego son muy sensibles a sus emociones, pues aprendieron que
para sobrevivir y tener atención y apoyo de los demás necesitaban acentuar su
angustia, emociones y necesidades para que otros pudieran verlas y atenderlas.
Sin embargo, no vivían a los cuidadores como cercanos o disponibles, de manera que,
al centrarse en obtener su atención, dejaron de explorar el mundo que les rodeaba, lo
que supone un coste en la autonomía e independencia de la persona.
En la vida adulta, el apego ansioso-ambivalente puede llevar a la dependencia
emocional, por la falta de independencia y la búsqueda de otra persona que pueda
calmarme dado que no fui calmado. Además, tienden a exagerar sus necesidades,
angustias y emociones para poder asegurarse de que el otro va a estar cerca
emocionalmente, pues fue la manera en la que consiguieron tener cerca a sus
cuidadores. Por otro lado, son personas sensibles a la idea de abandono en la pareja,
que van a mirar la realidad con “gafas” de que podrán ser abandonados, y tratarán de
evitar esto a toda costa para no repetir el dolor de su herida.

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