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Introducción:
Aspectos teóricos:
Como sabemos, el apego es el vínculo afectivo intenso y duradero de carácter singular, que se
desarrolla y consolida entre dos individuos, por medio de sus interacciones recíprocas, y cuyo
objetivo es la búsqueda y mantenimiento de proximidad en momentos de amenaza, ya que
esto proporciona seguridad, consuelo y protección.
Bowlby (1993, pp, 60) definió la conducta de apego como “cualquier forma de
comportamiento que hace que una persona alcance o conserve proximidad con respecto a otro
individuo diferenciado y preferido. En tanto que la figura de apego permanezca accesible y
responda, la conducta puede consistir en una mera verificación visual o auditiva del lugar en
que se halla y en el intercambio ocasional de miradas y saludos. Empero, en ciertas
circunstancias se observa también seguimiento o aferramiento a la figura de apego, así como
tendencia a llamarla o a llorar, conductas que en general mueven a esa figura a brindar sus
cuidados”.
Por otro lado existen diferentes tipos de apego los cuales los niños pueden adoptar
A partir del vínculo que se desarrolle, podemos entonces clasificarlo de acuerdo al estilo de
apego que tengan, en este sentido encontraremos diversos tipos de apego como son: apego
seguros, apegos inseguro preocupado, inseguro evitativo, apego ansioso ambivalente, apego
inseguro desorganizado, entre otros.
Cómo se explicó anteriormente uno de los tipos de apego es el apego seguro el cual según
Bowlby está caracterizado por la incondicionalidad: el niño sabe que su cuidador no va a
fallarle. Este tipo de apego depende en gran medida de la constancia del cuidador en
proporcionar cuidados y seguridad. Debe tratarse de una persona atenta y preocupada por
comunicarse con el recién nacido, no sólo interesada en cubrir las necesidades de limpieza y
alimentación del bebé.
Estos niños tienden a presentar miedo y gran angustia ante las separaciones, así como
también suelen tener dificultades para calmarse cuando el cuidador reaparece. Tienden a la
vigilancia de su cuidador y la exploración del medio ambiente es poco relajada, siempre con
el temor de alejarse de la figura de apego.una dificultad para calmarse cuando el cuidador
vuelve. Los menores necesitan la aprobación de los cuidadores y vigilan de manera
permanente que no les abandonen. Exploran el ambiente de manera poco relajada y
procurando no alejarse demasiado de la figura de apego.
Seguido a esto encontramos el apego evitativo, el cual aparece cuando los cuidadores no
proporcionan la seguridad suficiente para el menor, haciendo que este, desarrolle una
autosuficiencia compulsiva y un distanciamiento emocional de los mismos.
Estos niños, no suelen llorar cuando se separan de su cuidador y evitan el contacto.
Esta conducta puede llegar a confundirse con la seguridad, pero en realidad, provoca un gran
sufrimiento al menor. Estos niños suelen presentar grandes cuotas de estrés y crecen
sintiéndose poco valorados, teniendo a la larga problemas de intimidad con los demás.
Por último encontramos el Apego desorganizado el cual se puede entender como una mezcla
entre el apego ansioso y el evitativo y viene causado por una conducta insegura o negligente
de los padres.
El niño presenta comportamientos inadecuados y contradictorios en que el niño presenta
comportamientos contradictorios e inadecuados, no confía en su cuidador e incluso puede
llegar a sentir miedo hacia él. Son niños inseguros con tendencia a reacciones impulsivas o
explosivas y con mala gestión de sus emociones.
Orientaciones
Evitar la sobreprotección.
Es normal que ciertos peligros provoquen en los padres emociones como: miedo, ansiedad o
enfado. Sin embargo, es importante que el adulto acepte sus propias emociones para no
transmitirlas al niño. Por ejemplo, en vez de decir: “Cuidado, te vas a caer” Permitimos que
el niño explore sus límites y capacidades propias.
Tips para fortalecer el vínculo de apego: Se pueden utilizar diversas estrategias como
por ejemplo:
Pero no se crea de forma automática, sino que se va estableciendo poco a poco, gracias a las
relaciones afectivas más cercanas, estables y especiales que los y las bebés mantienen con sus
progenitores y cuidadores habituales. Así, en la medida en que las niñas y los niños reciben
cariño y se sienten atendidos por sus padres, van aprendiendo a confiar en las personas y a
sentirse seguros en el mundo que les rodea.
Hay dos ingredientes básicos que son fundamentales y necesarios para crear un vínculo de
apego seguro con los bebés, los cuales son los siguientes:
● Por una parte el cariño incondicional: Para que él bebe se sienta unido a
los padres o al cuidador es importante que se le transmite afecto con el fin de
lograr establecer un lazo afectivo seguro, para esto el padre o cuidador debe
estar disponible y demostrarle que ese niño o niña es importante para quien lo
cuida.
Acariciándolo
Abrazándolo
Besándolo
Cantándole
El cariño incondicional es la base de un apego seguro, lo que da a entender que debemos estar
disponible en todo momento para él bebe.
Dependiendo de su edad, las y los bebés manifiestan sus necesidades de distintas formas.
Al principio, solo con el llanto. Luego con gestos o sonidos. Más tarde, a través del
lenguaje. Aquí el padre o cuidador debe aprender a captar todas esas necesidades que
manifiesta el niño.
Entre más se conozca al bebe, se le dedique tiempo y atención le irá mucho mejor. Aquí
es fundamental:
Estimularlo
Distraerlo
REFERENCIA
https://si.easp.es/psiaa/wp-content/uploads/2014/07/cuidadores_apego.pdf