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INSTITUTO ETHOS

Ma. Eugenia Baz Ibarra


Ponente

ASERTIVIDAD EN LA VIDA DIARIA

El México del siglo XXI se distingue por los grandes cambios que ocurren en
los diferentes contextos que conforman la vida nacional. Antes podía no pensarse en
hacer las cosas de manera más propositiva y sistemática. Pero todo está cambiando
y, cada vez más, lo que antes se hacía espontáneamente ahora requiere de esfuerzo
y preparación.

A todas las personas nos agrada ser entendidas, y con frecuencia pensamos
que sólo nosotros “pensamos bien” y tenemos “toda la razón”. Pocas veces
pensamos que los otros (marido, hijo, jefe, amiga o compañero de trabajo, etc.)
también tienen su razón y una legítima necesidad de ser entendidos. Así que para
entendernos y lograr lo que queremos es necesario que primero aprendamos a
escuchar a los demás. O sea, que por extraño que parezca LA ASERTIVIDAD
COMIENZA POR EL OÍDO.

Thomas Gordon afamado maestro que estudió con detenimiento el tema de


la comunicación, y particularmente la asertividad, señala que nuestros sentimientos
juegan un papel muy importante en su construcción. Gordon clasifica a los
sentimientos derivados del acto comunicativo en tres tipos:

Los sentimientos positivos, que hacen sentirnos bien.

Los sentimientos neutros, que surgen sin provocarnos malestar o bienestar


definido.

Y los sentimientos negativos, que palpablemente nos hacen sentir mal.

Un primer paso en la construcción de la asertividad consiste en aprender a


identificar con qué tipo de sentimiento estamos tratando pues al común de las
personas les cuesta trabajo saber lo que realmente les está pasando.

Si un sentimiento derivado del acto comunicativo es positivo, lo más probable


es que no tengamos que hacer nada en particular, la situación está bien y nos
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quedamos con ello. Igual puede suceder cuando el sentimiento derivado de una
situación es neutro. Pero cuando somos sujetos de sentimientos negativos la
situación es diferente y casi en automático la persona sentirá el impulso de actuar
para contrarrestar o evitar lo que le está sucediendo. En la situación de relación con
otras personas tendremos que identificar al “dueño de la necesidad” que provoca la
comunicación.

Siguiendo a Gordon aprendemos que los sentimientos positivos o neutros


derivan de comportamientos y/o conductas aceptables. Mientras que los sentimientos
negativos provienen de conductas inaceptables y la línea que distingue unos de otros
es variable porque una conducta puede ser inaceptable en determinado contexto,
pero aceptable en otra situación.

Cuando se da el caso de una necesidad insatisfecha el sentimiento que se


provoca es negativo y si es la otra u otras personas quienes la detentan, comienzo a
construir mi asertividad con la estrategia de la escucha.

Mientras que cuando no existen necesidades insatisfechas y por lo tanto, los


sentimientos son positivos o neutros no hay necesidad de hacer algo. Pero cuando yo
tengo una necesidad insatisfecha, y mis sentimientos son negativos la estrategia a
seguir es la asertividad.

Para completar lo que puede suceder en situaciones de interacción con otras


personas diremos que cuando los sentimientos que surgen son negativos y ambas
partes tienen necesidades insatisfechas la estrategia a seguir será la de solución de
conflictos y/o negociación y este es otro gran tema para abordar en una próxima
conferencia que ustedes tengan.

Revisaremos brevemente cada una de las dos técnicas a las que nos hemos
referido con anterioridad:

La escucha y la asertividad.

La escucha se da cuando prestamos atención física y psicológica a quien nos


transmite un mensaje e implica un acto de libertad y voluntad. No confundir oír con
escuchar pues se puede oír sin escuchar pero no se puede escuchar sin oír. Oír es
un acto pasivo, escuchar es un proceso activo y sólo escuchamos cuando queremos.
El escuchar requiere que reaccionemos ante quien nos habla pues consiste en un
proceso interactivo.

En la escucha se utilizan elementos no verbales efectivos como el contacto


visual, asentir con la cabeza y distintas clases de sonidos y expresiones.
Revisaremos las recomendaciones para aumentar paulatinamente la capacidad de
escucha.

Respecto de la asertividad diremos que es la habilidad para transmitir y recibir


los mensajes de sentimientos, creencias y opiniones propias o de los demás de una
manera honesta, oportuna y profundamente respetuosa.
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Expresarse asertivamente implica decir “no”, estableciendo límites y actuar con
toda la firmeza necesaria para defender los derechos propios sin violar los derechos
de los demás.

Es importante distinguir la conducta asertiva de la sumisa o no asertiva y de la


conducta agresiva.

La conducta no asertiva o sumisa es cuando una persona viola sus propios


derechos al no otorgarse a sí misma el derecho a decir lo que quiere, lo que piensa o
lo que necesita. Cuando una persona se expresa con disculpas e inadvertidamente es
porque no está siendo asertivo y el mensaje que trasmite parece decir “yo no cuento”,
“tú puedes aprovecharte de mi”, “yo soy nadie, tú eres superior”. Este comportamiento
busca apaciguar a los demás y evitar el conflicto a cualquier precio.

Una persona sumisa al comunicarse retuerce las manos, encorva el cuerpo, su


postura es desgarbada y hasta llega a cubrirse la boca con las manos.

La conducta agresiva implica violar los derechos ajenos haciéndolo directa o


indirectamente, de forma insincera, inapropiada e inoportunamente. El mensaje que
da una emisor agresivo es “Tú eres un estúpido por pensar diferente que yo”, “lo que
tú quieres no es importante”, lo que tú sientas no cuenta. Una persona que actúa
agresivamente busca dominar, ganar, forzar a la otra persona a perder. Ganar
humillando, degradando, dominando y despreciando.

Ahora veamos los pasos para construir nuestra asertividad:

1. Identifica tus propias emociones y hazte responsable de ellas.

2. Clarifica lo que quieres, lo que necesitas.

3. Utiliza un mensaje yo, por ejemplo:


“Yo pienso que…” “Me gustaría que…”
“Propongo que…” “Prefiero…”

4. Emite un mensaje claro y sencillo.

5. Verifica tu congruencia verbal y corporal.

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